No puedo sacarme la imagen de la cabeza. La boca de Micaela, mi cuñada, besando suavemente el cuello de su propia hermana, mi mujer. Acostadas en la cama. Abrazándola por la espalda, apoyándole los pechos. El cuerpo desnudo de Camila abrigado, contenido, protegido tiernamente por el cuerpo, también desnudo, de su hermana.
Si no conociera al detalle el cuerpo de mi mujer, dudaría cual era cual en ese momento. Al desnudo sus diferencias, que físicamente siempre fueron mínimas, desaparecen por completo.
No se me borran de la mente la mezcla de pelos alborotados, las sonrisas en sus rostros, el cariño con que se mimaban y acariciaban. Hasta el calor de sus cuerpos relajados tras el fulgor del placer se percibía en el ambiente. El olor, perfumado, exótico, ácido e imponente y unos suaves jadeos, casi murmullos, completan el cuadro.
Ellas nunca me vieron. Todo esto fue apenas un segundo o dos. Así como me acerqué por la puerta apenas entornada, retrocedí al instante.
Quedé impactado. Ni en la más perversa de mis fantasías hubiera imaginado esa posibilidad.
Las sensaciones estaban mezcladas. Por un lado, no podía terminar de creerlo del todo. ¿Mi mujer y su hermana sexualmente unidas? Jamás escuché nada parecido en la realidad, solo en películas porno de dudosa calidad. Por otro lado, la imagen de ellas desnudas, juntas, tocándose, provocándose, jugando a darse placer, se me venía a la mente constantemente y me generaba una excitación increíble. Tan solo imaginarlas besándose o entregándose con pasión a satisfacerse mutuamente me proporcionaba temblores en el cuerpo.
No logre dormir hasta bien amanecido el día, mi mujer nunca volvió a la cama esa noche. Era casi mediodía cuando me levanté, las dos estaban abajo en la cocina. – Buenos días, dormilón. – Me dijo mi mujer acercándose y dándome un beso en la mejilla. –Hola cuña – me dijo Mica – te perdiste el desayuno calentito que te habíamos preparado juntas, pero ya se habrá enfriado, lástima – y la mira con cara picarona a su hermana, que también larga una risita.
Estaban las dos únicamente vestidas con una remera larga que apenas les tapaba la cola y que según se movieran, dejaba todo a la vista.
Yo, aun con sueño por no haber dormido bien, solos las saludé y me calenté un café. Ellas hablaban de sus planes del día. Era viernes. Arreglaron salir en seguida a comprarse ropa y mi mujer fue a bañarse dejándome a solas con mi cuñada.
En un momento, mientras tardaba en despabilarme, noto que Mica, mientras se estiraba de la modorra, hacía unos movimientos que dejaban a la vista la tanguita negra que usaba, a la par que la gastada tela de la remera vieja que usaba le transparentaba los pezones. Y yo la estaba mirando fijamente, sin percatarme que lo hacía.
De pronto la escucho decir “hum, hum” como aclarándose la garganta, pero lo hacía para llamarme la atención. - ¿Todo bien, cuña? – me pregunta clavándome la mirada seria por un momento, pero sonriendo después.
-Sí, si. – le respondo- me costó dormir anoche.
- ¿En serio? Yo creí que dormiste como un tronco – me dice la guacha conteniendo la risa.
Se da la vuelta para ocultarme la cara, se le cae algo de las manos y al agacharse a levantarlo me regala una vista de su culo entangado en primer plano. Los ojos se me salieron de las órbitas y ella lo notó, se da vuelta y, de una, me dice en un tono de reproche– Epa, epa. Tan dormido, como decías, me parece que no estas.
Yo no sabía dónde meterme. Me enganchó mirándole el orto mal. – Y ¿Qué queres? Si andas así por mi casa yo no puedo hacer nada. – fue lo que me salió decirle.
-Tranquilo, cuña. Si ya la conoces a mi hermana desnuda es como si ya me conocieras a mí también. – me dice guiñándome un ojo.
- ¿Quéee…? – le digo no pudiendo creer la que me acaba de mandar.
- Que si ya estuviste con mi hermana es como haber estado conmigo también. - me dice clavándome la mirada y con su sonrisa maliciosa.
En ese momento lo único que pensaba era en que mi mujer le tuvo que haber contado lo de la otra noche y la guacha me estaba provocando. En eso sale Camila del baño. Mica, como si nada pasara, se mete a bañarse.
-¿todo bien, amor?- me pregunta Camila.
Yo la miro, pero en ese momento me viene a la mente todo junto. La noche que jugó a ser su hermana para mí, los secretos de nuestra intimidad que comenta con su hermana y sobre todo esa escena entre ellas dos de la que fui testigo la noche anterior.
-Todo bien, no.- le digo- Tenemos cosas que hablar….
La charla fue extensa y por momentos muy caliente. Ella se sinceró conmigo como nunca lo había hecho. Pude escuchar su punto de vista y comprenderlo por completo. Me contó todo. Me habló de toda su vida y cómo se fueron dando las cosas. Lo que hablamos me llevó a imágenes al límite de la calentura como jamás hubiera creído posible…
Continúa aca;:
https://poringa.net/posts/relatos/3788773/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-V.html
Así empezó:
Parte 0:
https://poringa.net/posts/relatos/3767844/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-0.html
Parte 1:
https://poringa.net/posts/relatos/3769926/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-I.html
Parte 2:
https://poringa.net/posts/relatos/3775461/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-II.html
Parte 3:
https://poringa.net/posts/relatos/3782256/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-III.html
Otras historias en:
https://poringa.net/martinfcd/posts
Si no conociera al detalle el cuerpo de mi mujer, dudaría cual era cual en ese momento. Al desnudo sus diferencias, que físicamente siempre fueron mínimas, desaparecen por completo.
No se me borran de la mente la mezcla de pelos alborotados, las sonrisas en sus rostros, el cariño con que se mimaban y acariciaban. Hasta el calor de sus cuerpos relajados tras el fulgor del placer se percibía en el ambiente. El olor, perfumado, exótico, ácido e imponente y unos suaves jadeos, casi murmullos, completan el cuadro.
Ellas nunca me vieron. Todo esto fue apenas un segundo o dos. Así como me acerqué por la puerta apenas entornada, retrocedí al instante.
Quedé impactado. Ni en la más perversa de mis fantasías hubiera imaginado esa posibilidad.
Las sensaciones estaban mezcladas. Por un lado, no podía terminar de creerlo del todo. ¿Mi mujer y su hermana sexualmente unidas? Jamás escuché nada parecido en la realidad, solo en películas porno de dudosa calidad. Por otro lado, la imagen de ellas desnudas, juntas, tocándose, provocándose, jugando a darse placer, se me venía a la mente constantemente y me generaba una excitación increíble. Tan solo imaginarlas besándose o entregándose con pasión a satisfacerse mutuamente me proporcionaba temblores en el cuerpo.
No logre dormir hasta bien amanecido el día, mi mujer nunca volvió a la cama esa noche. Era casi mediodía cuando me levanté, las dos estaban abajo en la cocina. – Buenos días, dormilón. – Me dijo mi mujer acercándose y dándome un beso en la mejilla. –Hola cuña – me dijo Mica – te perdiste el desayuno calentito que te habíamos preparado juntas, pero ya se habrá enfriado, lástima – y la mira con cara picarona a su hermana, que también larga una risita.
Estaban las dos únicamente vestidas con una remera larga que apenas les tapaba la cola y que según se movieran, dejaba todo a la vista.
Yo, aun con sueño por no haber dormido bien, solos las saludé y me calenté un café. Ellas hablaban de sus planes del día. Era viernes. Arreglaron salir en seguida a comprarse ropa y mi mujer fue a bañarse dejándome a solas con mi cuñada.
En un momento, mientras tardaba en despabilarme, noto que Mica, mientras se estiraba de la modorra, hacía unos movimientos que dejaban a la vista la tanguita negra que usaba, a la par que la gastada tela de la remera vieja que usaba le transparentaba los pezones. Y yo la estaba mirando fijamente, sin percatarme que lo hacía.
De pronto la escucho decir “hum, hum” como aclarándose la garganta, pero lo hacía para llamarme la atención. - ¿Todo bien, cuña? – me pregunta clavándome la mirada seria por un momento, pero sonriendo después.
-Sí, si. – le respondo- me costó dormir anoche.
- ¿En serio? Yo creí que dormiste como un tronco – me dice la guacha conteniendo la risa.
Se da la vuelta para ocultarme la cara, se le cae algo de las manos y al agacharse a levantarlo me regala una vista de su culo entangado en primer plano. Los ojos se me salieron de las órbitas y ella lo notó, se da vuelta y, de una, me dice en un tono de reproche– Epa, epa. Tan dormido, como decías, me parece que no estas.
Yo no sabía dónde meterme. Me enganchó mirándole el orto mal. – Y ¿Qué queres? Si andas así por mi casa yo no puedo hacer nada. – fue lo que me salió decirle.
-Tranquilo, cuña. Si ya la conoces a mi hermana desnuda es como si ya me conocieras a mí también. – me dice guiñándome un ojo.
- ¿Quéee…? – le digo no pudiendo creer la que me acaba de mandar.
- Que si ya estuviste con mi hermana es como haber estado conmigo también. - me dice clavándome la mirada y con su sonrisa maliciosa.
En ese momento lo único que pensaba era en que mi mujer le tuvo que haber contado lo de la otra noche y la guacha me estaba provocando. En eso sale Camila del baño. Mica, como si nada pasara, se mete a bañarse.
-¿todo bien, amor?- me pregunta Camila.
Yo la miro, pero en ese momento me viene a la mente todo junto. La noche que jugó a ser su hermana para mí, los secretos de nuestra intimidad que comenta con su hermana y sobre todo esa escena entre ellas dos de la que fui testigo la noche anterior.
-Todo bien, no.- le digo- Tenemos cosas que hablar….
La charla fue extensa y por momentos muy caliente. Ella se sinceró conmigo como nunca lo había hecho. Pude escuchar su punto de vista y comprenderlo por completo. Me contó todo. Me habló de toda su vida y cómo se fueron dando las cosas. Lo que hablamos me llevó a imágenes al límite de la calentura como jamás hubiera creído posible…
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Así empezó:
Parte 0:
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Parte 1:
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Parte 2:
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6 comentarios - La extraña relación entre mí mujer y su hermana. (IV)