100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.
CAPITULO 1
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Capítulo 11:
Salí del departamento sin que mi chico se diera cuenta y cerré la puerta lo más despacio que pude. Respiré hondo y me paré firme frente a la puerta sin saber lo que podía llegar a pasar. Tenía todo planeado en mi cabeza, pero estaba segura de que las cosas no iban a salir como las había pensado, pues nunca suceden de esa forma. Tenía en mi mano unas esposas y en la otra una pequeña bolsita con diferentes juguetes que podía llegar a necesitar en algún momento. Respiré hondo una segunda vez y exhalé fuerte para levantar mi mano derecha y tocar el timbre rápidamente. “¿Quién es?” escuché que decía la voz de Juan Ignacio pero yo decidí no responder. El hecho de que no hubiese mirilla en la puerta jugaba a mi favor. “¿Quién es?” volvió a preguntar él pero al ver que no había respuesta abrió la puerta de golpe.
Me llamo Gianina, tengo 24 años y estoy saliendo con Juan Ignacio desde hace ya seis meses. Conocí a Juani en la facultad, en una materia en la que fue ayudante de cátedra del profesor, pues él es 5 años mayor que yo. Desde un principio surgió el interés, pero tuvimos que esperar a que yo aprobara la materia para poder concretar nuestra primera salida juntos. Esa noche, fuimos a comer algo a un bar de la ciudad, tomamos unos tragos y terminamos en su departamento para finalizar una noche a puro fuego. Lo hicimos una, dos y tres veces seguidas, disfrutando durante horas del cuerpo del otro y gozando como locos.
Desde entonces, no pudimos separarnos en ningún momento y descubrimos que además del sexo, compartíamos muchísimas cosas. Lo que empezó como una simple atracción sexual y un juego de coqueteo, se terminó convirtiendo en una relación bastante interesante que poco a poco permitía surgir cosas nuevas. Pero lo más importante, es que en estos seis meses que llevamos juntos pudimos descubrir algunos de los morbos más hermosos del otro y así fue como me enteré de uno de los deseos sexuales ocultos de Juan Ignacio.
Una noche nos quedamos tirados en el sillón de su departamento mirando una película y en ella la protagonista utilizaba sus dotes de seducción para quebrar al villano principal de la película y poder sacarle información. Era bastante sexista, no lo voy a negar, pero en ese momento vi que Juani se mostró muy interesado por la película y sobre todo por el hecho de que la protagonista se mostrara súper dominante sobre el villano. La chica consiguió ponerlo contra la pared, dejarlo semidesnudo y excitado al punto tal que le terminé revelando la información pues su cabeza estaba totalmente distraída.
- Me encantaría que me domines así alguna vez.- Me dijo entonces mi chico cuando nos acostamos en la cama después de ver la película.
En ese momento mi cabeza empezó a planear lo que iba a ser uno de nuestros encuentros sexuales más calientes y morbosos. Durante esa semana estuve investigando un poco como podía hacerlo, revisando algunas páginas de internet que te daban tips y viendo videos para que me dieran algunas ideas. Después de eso, fui al centro con una amiga para comprar algunos juguetitos que podían llegar a surgir y más tarde, terminé en una casa de lencería para hacerme de un conjuntito nuevo que estaba segura que le iba a gustar a Juan Ignacio. Le propuse de vernos ese sábado a la noche para estar un rato juntos y él obviamente aceptó, sin saber que en mi cabeza había una idea muy concreta de lo que íbamos a hacer.
Ese día terminamos de comer y él se fue a la cocina para lavar los platos. Aproveché ese momento de distracción para sacarme la ropa y quedarme únicamente con el conjunto nuevo que me había comprado. Saqué de mi mochila las esposas y la bolsa con juguetes que había comprado para usar con Juani y caminé hacia la puerta. La abrí sin que él se diera cuenta y salí del departamento con el corazón latiéndome a toda velocidad. En mi cabeza tenía la escena completamente planeada pero sabía que Juan Ignacio iba a salirse del guión, por lo que constantemente me decía a mí misma que debía estar preparada para improvisar. Respiré hondo y toqué el timbre tratando de controlar mis nervios.
- ¿Quién es?- Preguntó Juani por segunda vez y abrió la puerta al ver que nadie respondía.
El resultado fue instantáneo. Ni bien vio que era yo la que estaba parada del otro lado con un conjunto sexy, esbozó una sonrisa morbosa que me dio a entender que el primer impacto había sido positivo. Pero entonces actué rápidamente, antes de que él pudiera dar el primer paso. Apoyé una de mis manos en su pecho y lo empujé hacia adentro diciéndole que hiciera silencio y luego entré en el departamento para cerrar la puerta de un portazo. Parecía confundido y eso era lo que quería conseguir, quería confundirlo, que no supiera lo que estaba pasando.
-¡Contra la pared!- Le grité de golpe y su cara cambió enseguida. Su sonrisa morbosa desapareció y en su rostro apareció la preocupación y la confusión.- ¡Rápido!- Insistí al ver que Juan Ignacio no reaccionaba.
Entonces, mi chico apoyó su espalda contra la pared y se quedó mirándome perplejo. Fui hasta la mesa y apoyé las esposas y la bolsita, pues no sabía qué hacer con ellas. Enseguida me di media vuelta y caminé firmemente hasta colocarme bien en frente suyo. “Hola” me saludó él tratando de recuperar nuevamente el control de la situación. “¡Callate!” le grité yo rápidamente y apoyé mi mano encima de su boca para que no pudiera pronunciar ninguna otra palabra. Ese gesto fue la primera improvisación, pues en el guión original que se había creado en mi mente, Juani no hablaba. A pesar de ello, reaccioné bien y rápido, lo que me permitió seguir avanzando con mi juego.
- ¡Me enteré que tenés información muy valiosa que no estás dispuesto a entregar!- Le dije haciendo alusión a la película que habíamos visto.- Vamos a ver si estás dispuesto a sacrificarte por ese secreto.
Ninguno de los dos sabía exactamente de qué información estaba hablando, pues no había contexto alguno que se había creado previamente. Pero eso era parte del juego que quería crear, la confusión y el hecho de no saber de qué estábamos hablando. Rápidamente pegué mi cuerpo al suyo y mi rostro quedó a centímetros de su cara. “¿Me vas a dar la información que necesito?” le pregunté y para mi sorpresa Juan Ignacio se apegó al guión que ni siquiera sabía que existía. “No sé de qué me estás hablando” me dijo y mi mano se alzó para pegarle una cachetada que le dio vuelta la cara de un sopapo. Enseguida lo agarré de las muñecas y comencé a levantar sus brazos para que quedaran estirados hacia los costados.
Fui palpando su cuerpo lentamente, siempre parada frente a sus ojos y dejando que él pudiera sentir el contacto de mi cuerpo. Luego de revisarlo completamente le ordené que se sacara la ropa y él me miró algo desentendido. A pesar de eso, mi mirada fue mucho más fuerte que cualquier cosa y tras alejarme un paso, Juani se empezó a desvestir hasta quedarse parado en bóxer al lado de la pared. “¡Toda la ropa!” le remarqué al ver que él no se había desprendido de esa última prenda y haciéndose el pobrecito, se fue bajando el bóxer lentamente para incorporarse de nuevo con las manos tapándose sus partes íntimas.
- ¡Estirá las manos!- Le grité de nuevo e hice que volviera a colocar sus manos a lo largo de su cuerpo como si estuviera a punto de crucificarlo.
Tenía la pija aún dormida, pero pude darme cuenta de que toda la situación lo excitaba, pues esta latía levemente a cada segundo que pasaba. Volví a pegarme a su cuerpo y le pregunté una vez más si iba a darme la información que necesitaba, pero él insistió en que no sabía de lo que estaba hablando. “Tal vez tenga que ablandarte un poquito” le dije y enseguida me arrodillé en frente suyo. Agarré su pija con mi mano y empecé a pajearlo mientras lo miraba desde abajo. “Vas a ver que puedo ser muy buena si cooperás conmigo” le remarqué y abrí mi boca para sacar mi lengua y pasarla por su cintura.
Su verga se empezó a endurecer entre mis dedos y eso me dio pie para comenzar a chupársela. Para mi sorpresa, Juan Ignacio se quedó inmóvil parado frente a mi cuerpo, viendo como yo me deleitaba con su pija, la cual iba creciendo en mi boca. Sin dejar de pajearlo con una mano y de acariciarle las piernas con la otra, fui moviendo mi cabeza hacia adelante y hacia atrás para saborear su verga con mi boca. Más que un castigo o una tortura, parecía que lo que estaba haciendo era un regalo, sin embargo era todo parte de mi plan, pues la idea en mi cabeza era usarlo como esclavo sexual.
- ¡Date vuelta!- Le grité rápidamente.
- ¿Qué?- Preguntó él sin entender muy bien lo que le había dicho.
- ¡Date vuelta!- Repetí mis palabras y como castigo decidí apretarle fuertemente la pija para que entendiera que si no obedecía a la primera, iba a haber castigo.
- ¡Ay! ¡Sí! ¡Ya va!- Gritó él y giró rápidamente al instante que solté su verga, la cual seguía bien dura.
Me volví a parar y apoyé mis tetas sobre su espalda y le acomodé los brazos nuevamente para que estos quedaran estirados hacia los costados. “¿Me vas a decir lo que quiero saber?” le pregunté nuevamente y Juan Ignacio volvió a decirme que no sabía de lo que yo estaba hablando. “¡Respuesta incorrecta!” le dije y caminé hacia la mesa para buscar en mi bolso un plug anal que había comprado para que él usara conmigo. Antes de volver a pararme detrás de mí chico, una sonrisa se dibujó en mi rostro al darme cuenta que a pesar de eso, quien iba a sentirlo primero iba a ser él y no yo.
Me agaché una vez más detrás suyo y comencé a besarlo a la altura de la cintura mientras que con mis manos acariciaba su cola. No alcancé a pedirle que alzara su cadera, pues él lo hizo solita y fue acomodándose para darme vía libre hacia su cuerpo. Decidí no perder tiempo y bajé mi boca hasta encontrarme con su culito, el cual comencé a lamer rápidamente para dejarlo lleno de saliva. Ya habíamos hecho eso con Juan Ignacio y sabía lo mucho que disfrutaba de sentir como le pasaba la lengua por la cola. Pero en esa ocasión aproveché mi juego de poder para hacer a mis dedos los protagonistas del asunto. Cuando el torturado tuvo uno adentro de su cola, no pudo aguantarse las ganas y dejó escapar un gemido de placer.
- ¡Callate!- Volví a gritarle.
Un aire de inspiración me vino a la cabeza y metí mi tora mano entre sus piernas para agarrarle la pija y apretársela nuevamente con fuerza. Él ahogó un grito de quejido y eso me dio a entender que estaba cumpliendo con mi rol. Como ahora tenía las dos manos ocupadas, le pedí a él que se abriera los cachetes de la cola y para mi sorpresa Juan Ignacio se apresuró en cumplir mi orden. Así, pude seguir lamiendo su culito por encima de mi dedo y majeándolo con la otra mano que sentía como su pija permanecía bien dura frente a toda esa situación. Me costaba creer que todo estuviera funcionando según lo acordado y por alguna razón eso me excitaba muchísimo.
- ¡Ultima oportunidad!- Le dije desde abajo.- ¿Vas a darme lo que vine a buscar?- Le pregunté con voz firme.
- ¡Te juro que no sé qué es lo que querés!- Me dijo él con tono de súplica.- ¡En serio! ¡Por favor!- Insistió y su compromiso con la escena me calentó al máximo.
Sin dudarlo saqué mi dedo de adentro de su culito y dejando caer un hilo de baba sobre el plug anal, comencé a metérselo adentro de su cuerpo. “¡Ay! ¡No!” protestó él pero no se movió ni un segundo. Volví a gritarle que se callara, mientras seguía introduciendo el juguete adentro de su cuerpo y apretándole la pija con la otra mano. Juan Ignacio permaneció inmóvil, con el pecho y la cara apoyados contra la pared y con sus manos abriendo al máximo sus nalgas. Le encanta, le fascinaba ese juego tanto como a mí. Sentía su pija latir más y más y eso me volvía loca, me calentaba. Una vez que el plug estuvo en posición, no me pude aguantar las ganas.
Me paré y de manera brusca sujeté su cuerpo para darlo vuelta y que volviera a quedar frente al mío. Lo empujé contra la pared y mientras él se acomodaba, aproveché para sacarme la bombacha y metérsela de prepo en la boca. Él me miró desconcertado, pero antes de que pudiera hacer algo yo di media vuelta y me incliné hacia adelante para que mi cola quedara en primer plano. Di un paso hacia atrás y sentí como su verga bien dura y firme iba entrando en mi conchita, la cual estaba completamente empapada después de todo ese juego. “¡Ahhh! ¡Sí!” gemí sin poder aguantarme las ganas y estampé mi cola contra su cintura haciendo que toda su pija entrara en mi cuerpo.
Juan Ignacio no se movió de lugar y permaneció con la espalda contra la pared, con el plug anal adentro de su cuerpo y con la bombacha tapándole la boca. Yo giré la cabeza y lo observé con una expresión de deseo para después regalarle una mirada morbosa. Él amagó a colocar sus manos en mi cintura, pero al recordar que era yo la que controlaba la situación, las dejó estiradas hacia los costados como yo le había dicho en un principio. Lentamente comencé a mover mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás, sintiendo como su verga entraba y salía de mi conchita casi por completo.
El juego venía saliendo de manera perfecta. Juani permanecía parado contra la pared dejando que fuera yo la que llevara el ritmo. Sentía la dureza de su cuerpo entrar al mío y con cada azote que yo daba contra su cuerpo, dejaba escapar un gemido de placer que resonaba en todo el comedor. Levanté mi cuerpo lentamente hasta que pude colocar mi espalda contra su pecho y entonces le ordené que me abrazara. Rápidamente él llevó sus manos hacia mis tetas y las sujetó con fuerza luego de que yo colocara las mías encima de las suyas. Seguí moviéndome como loca, hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, gozando y disfrutando de su hermosa verga que entraba y salía de mi cuerpo contantemente.
No sé si fue la situación, si fue todo el juego previo, si fue el guión que había calentado mi cabeza o si fue un conjunto de todas las cosas, pero tan solo unos minutos después dejé escapar un grito de placer puro que anunciaba mi primer orgasmo de esa noche. Me quedé inmóvil durante unos segundos y entonces recordé que mi objetivo principal era torturar al chico que me estaba cogiendo y me empecé a mover de nuevo para hacerlo sentir la humedad de mi concha sobre su pija. Sus manos seguían firmes sobre mis tetas y eso me calentaba muchísimo. Sabía que tenía mi bombacha en la boca, pero a pesar de eso podía oír sus gemidos ahogados resonar en mi oído. Estaba muy excitada, muy caliente y con muchas ganas de gozarlo por horas.
Me alejé nuevamente de él y fui hasta la mesa para buscar un anillo vibrador que había comprado para él. Me agaché frente a su cuerpo y se lo coloqué con facilidad para después encenderlo y ver su reacción. Juan Ignacio no se pudo aguantar y empezó a temblar desde las piernas hasta la cabeza, disfrutando de como el aparato le hacía sentir un placer muy profundo. Estiré mi mano y le saqué la bombacha de la boca y le pedí una vez más que me diera la información que quería, pero él estaba tan excitado que apenas podía hablar. Sujeté su pija con firmeza y lo empecé a pajear para recibir su enrome descarga en mi pecho tan solo unos segundos más tarde.
Apagué el anillo vibrador y lo miré desde abajo, regalándole una sonrisa y usando su pija como pincel para esparcir su semen por encima de mi corpiño y mis tetas. Él, pensando que el juego había terminado, me sonrió y me dijo que le había encantado lo que había hecho con él. Fue entonces cuando volví a buscar en la mesa las esposas y se las enseñé desde lejos. “¿Juego? Esto no es ningún juego. ¡Yo no me voy de acá hasta que tenga lo que viena buscar!” le dije y después de ordené que fuera hacia la habitación, en donde tenía pensado atarlo a la cama y seguir jugando con el plug anal de su cola, pues la primera parte del guión había terminado.
Lugar n° 11: Pared
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