Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 16: Sola y aburrida
- ¡No pares! ¡No pares!- Le dije a mi novio en un susurro pues no podíamos hacer ruido ya que mis padres estaban durmiendo.
Me encontraba semi desnuda acostada sobre mi cama y él estaba ubicado entre mis piernas con su cabeza metida sobre mis muslos. Su lengua se movía como loca por encima de mi concha mientras que uno de sus dedos entraba y salía a toda velocidad de mi cuerpo. La calentura que tenía era inmensa y las horas de espera habían hecho que todo se sintiera mucho más placentero. Parecía que habían pasado días desde que yo le había chupado la pija en medio del campo, ocultos entre los árboles, cuando en realidad había ocurrido esa misma tarde.
Gastón movía su lengua aceleradamente entre mis labios y su mano se movía como electrificada, provocando que su dedo me cogiera a toda velocidad. Había costado llegar hasta esa instancia, pues el miedo lo había hecho acobardarse un poco, pero cuando le recordé que yo me había tragado su semen ese mismo día, él no pudo argumentar nada más. Luego de unos besos y unas caricias bajó con sus labios por todo mi cuerpo hasta llegar a mi cintura. Me desabrochó el pantalón, se desprendió de mi bombacha y empezó a comerme la concha de una manera que enseguida hizo que me mojara por completo. Nunca había sentido ese placer, pues en ninguna de las noches o tardes que me había tocado con Gabriel me había calentado de esa manera. Eso era real, podía sentirlo, podía tocarlo, podía vivirlo.
Acabé al cabo de unos minutos y tuve que morder las sábanas para no gritar como loca. Mi cintura se empezó a mover en todas direcciones y de mi boca salieron las palabras “no pares”, casi en un susurro y en dos oportunidades. Entonces Gastón intensificó tanto los movimientos de su lengua como los de su mano provocando que todo mi cuerpo temblara y vibrara como nunca antes lo había hecho. Abrí bien grande la boca y un grito ahogado salió de mí, pero luego tuve que morder la sábana porque sentía que si no lo hacía iba a aullar como una loba. Cuando él se dio cuenta lo que había conseguido, se detuvo en seco.
- ¡Dios mi amor!- Le dije yo respirando agitadamente y tratando de recomponerme.- ¡Me volviste loca!- Agregué.
Él se levantó y se recostó sobre mi cuerpo para besarme y sentí el gusto salado de mi cuerpo en sus labios. Me costaba creer que esos dos chicos que estaban acostados en esa cama eran los mismos que hacía dos años aproximadamente habían pactado no tener sexo hasta el matrimonio. Obviamente la curiosidad y la necesidad de placer nos habían llevado a probar cosas que, luego de un tiempo, nos habíamos terminado de convencer que estaban permitidas. De eso al sexo con penetración había un solo paso pero por alguna razón, los dos estábamos más que conformes con ese progreso.
Esa última semana de mis vacaciones fueron totalmente distintas a las primeras. Gastón pareció sentirse encantado con mi forma de chuparle la pija y con cómo había logrado sacarme un orgasmo gracias a su lengua. El domingo a la noche, luego de pasar el día con su familia, nos encerramos en su pieza a “ver una película” y terminamos con él nuevamente entre mis piernas para lamer mi cuerpo hasta dejarme transpirada a pesar del frío que hacía afuera. Obviamente yo después de eso le chupé la verga en forma de agradecimiento y me volví a tragar todo su semen a pesar de que no me sentía convencida de hacerlo.
Durante los siguientes días repetimos las experiencias y el resultado se notaba en nuestro humor y en lo felices que estábamos el uno al lado del otro. Nos besábamos constantemente, nos acariciábamos sin parar y cuando estábamos solos no podíamos resistir desnudarnos para pasar nuestras lenguas por el cuerpo del otro. Su técnica mejoró increíblemente en tan solo una semana y seguramente la mía también, pues cada vez le era más difícil contener los gemidos cuando mis labios hacían contacto con su pija.
El último viernes que íbamos a pasar juntos antes de que yo volviera a la ciudad para encontrarme con mis amigas que iban a visitarme, tuvimos una despedida muy especial. En esa oportunidad nos metimos en la cama totalmente desnudos, sin nada de ropa que interfiriera y jugamos a besarnos por todo el cuerpo. Por primera vez desde que jugábamos a eso, Gastón se animó a tocarme la cola y a admirarla como lo había hecho durante las sesiones de sexting. Obviamente su boca terminó dándome placer por encima de mi concha empapada mientras que sus dedos entraban y salían a toda velocidad de mi cuerpo y mi lengua terminó lamiendo su pija hasta que el semen saltó y en esa oportunidad me animé a observarlo mientras acababa con mi mano sujetando con firmeza su pija.
- Te amo con todo mi corazón.- Me dijo cuándo nos despedíamos el sábado a la mañana y quedamos en que a los quince días nos íbamos a ver en la ciudad para tener un reencuentro súper caliente.
Llegué esa tarde a mi casa y solo pude recostarme sobre la cama observando el techo y rememorando las tardes y noches ardientes que acababa de vivir junto a mi prometido. Era como si de golpe todo se había vuelto más brillante y las cosas eran mucho más lindas a mí alrededor. Evidentemente ese juego había favorecido a nuestra relación y había hecho que además de eso, conectáramos por primera vez a nivel sexual. Era cierto, faltaba la penetración que sin dudas me moría por probarla, pero sentía que si eso se mantenía iba a poder aguantarme las ganas hasta que el tiempo hiciera lo suyo.
Julia, Lorena y Magalí llegaron unas horas más tarde y las tres nos dimos un abrazo inmenso, pues hacía meses que no nos veíamos. Tenían cientos de cosas para contarme y obviamente miles de anécdotas que explicarme pues yo no las había entendido durante las conversaciones por WhatsApp. Pasamos horas hablando y cuando se hizo de noche comenzamos a prepararnos para salir a bailar. Compramos algunas botellas de alcohol para tomar en casa y pusimos un poco de música para que sonara de fondo. En un momento Julia y yo entramos al baño para maquillarnos y tras unos segundos de silencio ella me preguntó:
- ¿Cómo venís con Gastón?
- Todo bien.- Le contesté yo agarrando el delineador.- ¿Por?
- Me refiero al sexo.- Me dijo ella sin dar vueltas.- ¿Cogieron?
- Solo sexo oral y mucho toqueteo, por ahora.- Le dije yo sonriendo y mi amiga se quedó inmóvil y me miró sorprendida.
- ¡Re bien boluda!- Me felicitó y después siguió maquillándose.- ¿Y el consolador que te regalé? ¿Lo usaste?- Me preguntó después.
- Un poco.- Le dije yo tratando de no darle importancia, pero pude ver como mi amiga volvía a sonreír.
El sábado y el domingo se pasaron volando y cuando me di cuenta las chicas ya tenían que irse al pueblo y yo tenía que volver a la facultad. El domingo habíamos aprovechado para pasear un poco por la ciudad junto a mis compañeros de la facultad. Josefina y Mariana se sumaron al plan enseguida pero Agustín y Valerio prefirieron dejarnos solas ya que según ellos “era un plan de chicas”. Por primera vez en mucho tiempo me sentí acompañada y rodeada de amigas en la ciudad, algo que sin dudas era difícil que sucediera.
El lunes volví a la rutina y comencé a sentirme un poco sola cuando después de un día largo de clases llegué a mi casa y la encontré vacía. Por un segundo me vi tentada de encender la computadora y de ponerme a conversar con Gabriel, pero decidí no hacerlo y en su lugar me puse a ver una serie. Así fueron pasando los días y me di cuenta de que en realidad lo que más necesitaba era a mi novio. Esos quince días juntos habían sido hermosos y sobre todo muy placenteros, por lo que con ansias esperaba que él me fuera a visitar para poder revivir esos momentos de locura y calentura.
Pero el domingo se hizo largo y el lunes siguiente mucho más. Ya no había series que me distrajeran ni apuntes que llamaran mi atención, por lo que intenté buscar una distracción en mi novio. “Ando trabajando a full mi amor, después te escribo” me dijo él luego de que le preguntara si tenía ganas de jugar por ese medio un ratito. Sin pensarlo me senté frente a la notebook que había permanecido ahí todo el día sin ser utilizada y la prendí. Entré al Skype y al ver que no estaba conectado le envié un mensaje desde mi celular. “Podés hablar por Skype ahora?” le escribí y al rato me contestó diciendo que estaba en la oficina, pero que a la noche podíamos conversar.
El problema era que eran las cuatro de la tarde y yo no quería esperar, quería conversar con alguien en ese momento. Un poco molesta y enojada porque mi novio y mi amante virtual no tenían tiempo para mí en ese momento, entré a la página en la cual había conocido a Gabriel y sin dudarlo escribí en el chat general: “Alguien con ganas de hacer Cybersex?”. En tan solo unos pocos segundos se me abrieron varias ventanas y comencé a hablar con cuatro hombres a la vez. Enseguida una sonrisa se dibujó en mi rostro y me sentí sumamente traviesa, lo suficiente como para hacer cualquier cosa.
El primero de los cuatro fue muy directo, diciéndome que tenía la pija muy dura y quería que le saque toda la leche, por lo que lo descarté sin contestarle. Otro de ellos parecía ser interesante pero cuando me dijo que tenía 42 años pensé que podría ser mi padre y dejé de contestarle. Con los otros dos seguí hablando un rato hasta que al final me quedé conversando con Valentín, un chico de 24 años que vivía en Mendoza. Empezamos a hacernos preguntas con la idea de conocernos un poco más, pero a mí solo se me ocurrió mentirle, por lo que le dije que también tenía veinticuatro años y que estaba soltera.
Enseguida trasladamos la conversación al Skype y a partir de ese momento pasé a tener un segundo contacto en la cuenta falsa que me había hecho para hablar con Gabriel. “Querés que ponga la cam?” me escribió Valentín y yo le dije que sí y ni bien lo hizo pude ver su torso desnudo y sus piernas. Tenía puesto un jogging pero nada encima y a pesar de que su cuerpo no era trabajado como el del maestro, me gustó verlo así. “Ahora te toca a vos” me dijo él y yo dudé unos segundos pero terminé haciéndolo. Bajé la pantalla de la notebook para que me enfocara solo el cuerpo y no la cara y la encendí.
“Contame que te gusta hacer linda” me escribió mientras pasaba su mano por su pecho y llegaba hasta su pierna provocando que se marcara su bulto. Sin dar vueltas le comenté que me gusta el Cybersex y le pregunté si a él también le atraía. “Obvio que me gusta. Más con una chica tan linda como vos” me respondió y a pesar de que supe que me estaba chamuyando, no pude evitar sonreír. La forma de hablar de Valentín era muy distinta a la de Gabriel y como se manejaba no me estimulaba tanto, pero el solo hecho de haber iniciado una conversación preguntándole si quería tener sexo virtual conmigo, me calentó muchísimo.
“Dejame ver tus tetitas y te digo todo lo que te haría” me escribió y enseguida le dije que primero quería ver algo de él. “Sos curiosa eh nena” me respondió y se paró de la silla para bajarse el jogging y revelar un slip que parecía estar bien ajustado. Me preguntó si así estaba bien y me pareció que podía ser un buen trato hacer prenda por prenda, por lo que me quité la remera para quedarme en corpiño. “Mmm se ve que tenés lindas tetas. Me encantaría poder chupártelas” me escribió y mientras le respondía pasé mi mano por encima del corpiño. Valentín comenzó a describir brevemente como lamería mis pezones y como las agarraría con fuerza para mordisquearlas un poco y yo sentí de golpe como mi cuerpo empezaba a calentarse.
Seguimos hablando y con cada minuto que pasaba la charla se iba haciendo cada vez más interesante y atrapante. Luego de varios minutos en los que empezamos a relatar cómo nos besaríamos y como nos tocaríamos, Valentín se volvió a parar. “Me gustaría que te arrodilles adelante mío hermosa. Y que me chupes la pija como loquita” escribió él y se bajó el slip para dejar a la vista su verga que estaba totalmente parada. Era mucho más chica que la de Gabriel o la de Gastón, pero poder observarla y admirar como se iba tocando, me volvió muy loca.
“Mmm como me gustaría meterme esa pija en la boca y chupártela toda. Comérmela entera hasta dejarla bien dura entre mis labios” le escribí y él se empezó a tocar frente a la cámara. Pero como era de esperar, Valentín me dijo que me pusiera igual de desnuda que él. Al principio dudé, pero al ver como se tocaba y como se masturbaba en frente mío, me levanté de la silla, la corrí hacia un costado, acomodé la notebook para que no me enfocara el rostro y me empecé a sacar la ropa. Cuando quedé desnuda vi que Valentín se pajeaba a toda velocidad, seguramente observando como yo me había sacado la tanga azul que tenía puesta ese día.
“Que buena que estás mi amor! Que ganas de cogerte toda!!” me escribió y yo le mentí diciéndole que también tenía ganas de cogérmelo a él. No me gustaba físicamente, menos después de ver a los dos chicos con los que me calentaba constantemente, pero me atraía y me excitaba el hecho de saber que estaba a kilómetros de distancia y se tocaba conmigo. Me estimulaba muchísimo ver si pija bien dura entre sus manos y como se pajeaba observando mi cuerpo desnudo. Mis manos fueron recorriendo mi piel mientras que él se seguía tocando para que yo pudiera verlo.
Era distinto a los chats que había tenido con Gabriel y que empezaba a tener con Gastón, pues este era mucho más visual. No había una escena creada a pesar de que los dos nos decíamos lo mucho que nos gustaría encontrarnos y comernos mutuamente. Su pija se mantenía firme frente a mis ojos y Valentín la tomaba con sus manos para pajearse y preguntarme si me gustaba su pija. “Me encanta! Quiero comérmela toda!” le escribí yo para motivarlo y que él se siguiera haciendo la paja. “Me encantaría tenerte acá arrodillada adelante mío para darte toda la lechita” me escribió él y le pregunté cómo lo haría.
En ese momento el mendocino se empezó a masturbar a toda velocidad y yo seguí recorriendo mis manos con mi cuerpo para que él tuviera que ver. No tardó en comenzar a acabar y cuando lo hizo la leche empezó a salir de la punta de su pija y fue cayendo hacia el piso en frente de él. Primero a chorros y luego más suave, una enorme cantidad de semen salió de su cuerpo y mientras yo lo veía seguía recorriendo mi cuerpo con mis manos, calentándome con la imagen y disfrutando del espectáculo. “Cuanto que me hiciste acabar! Viste toda la lechita que largué?” me preguntó y yo le respondí que sí.
Luego de eso Valentín canceló la video llamada y yo volví a sentarme frente a la computadora para seguir conversando con él unos minutos más hasta que se despidió. Entonces me quedé sola y muy caliente y solo se me ocurrió entrar a la nube y comenzar a ver mi colección de fotos de Gabriel mientras que la oscuridad se apoderaba de la habitación. Pero de golpe vibró mi celular y atendí la llamada de Gastón sin entender muy bien que sucedía. Mi novio hablaba rápido y decía las palabras de manera atropellada, pero entendí muy bien lo que me decía: “¡Gané mi amor! ¡Gané la beca! ¡Me voy tres meses a Inglaterra! ¡Gané!”
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