Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 14: Reconciliación
Volver a mi pueblo siempre era sinónimo de alegría, de reencuentros, de buenos momentos y sobre todo de tiempo de relax con Gastón. Ese fin de semana iba a ser todo lo contrario, pues una larga conversación con mi prometido me esperaba y el resultado de esa charla podía hasta definir si seguíamos juntos o no. Había pasado una semana sumamente ardiente en la ciudad, manteniendo conversaciones calientes con Gabriel todos los días, calentándolo con fotos y hasta llegando a masturbarme frente a sus ojos con el consolador que mi amiga me había regalado hacía tiempo. Pero ni bien salí de la facultad ese viernes me sentí nerviosa, con miedo, pues el temor de perder a Gastón por siempre se apoderó de mí.
Llegué a mi pueblo luego de un viaje largo en colectivo y el hecho de haber pensado todo ese trayecto en la conversación que se venía hizo que ni bien me bajara del colectivo me largara a llorar. Gastón me esperaba ahí y al verme así no pudo evitar darme un abrazo y decirme un “Te amo. Soy un idiota”. Así comenzó nuestra discusión que duró casi todo el fin de semana. Por momentos era una charla más bien tranquila, en la que los dos hablábamos de manera amable, exponíamos nuestros pensamientos y abríamos nuestros sentimientos al otro. Pero también hubo momentos en los que la conversación se volvía más agresiva, en la que nos cerrábamos en nuestras ideas y en la que parecía que ninguno de los dos había entendido nada.
- Yo te amo y voy a hacer todo lo posible para que me perdones.- Me dijo el sábado a la noche luego de estar hablando casi una hora seguida.
El problema es que yo sentía que Gastón no tenía que pedirme disculpas pues yo también había hecho cosas malas, muy malas. Era yo la que hablaba con otro hombre, se calentaba con él, le enviaba fotos semi desnuda y me masturbaba frente a sus ojos. Era yo la que había generado esa situación de desapego con mi prometido y a pesar de que sus celos eran totalmente injustificados (pues entre Agustín y yo no había nada), podrían justificarse si se enteraba de lo que estaba haciendo con Gabriel. Pero yo no podía contarle a mi novio de mi amante virtual, no podía hacerle saber que esa semana me había calentado muchísimo con otra persona. Es por eso que la discusión terminó en Gastón pidiéndome disculpas y yo aceptándoselas y llegando a un nuevo acuerdo.
- ¿Te acordás que hace un tiempo hablé con Fede y él me aconsejó que teníamos que tocarnos y probar otras cosas a la penetración?- Me preguntó Gastón luego de un rato de silencio y de un abrazo en la cama, refiriéndose a la conversación que había tenido hacía unos meses con su amigo.- La verdad es que lo poco que hicimos me encantó. Y me gustaría que volviéramos a eso.
Sus palabras lograron sacarme una sonrisa y me hicieron recordar como el año anterior nos habíamos tocado y besado por todo el cuerpo. Lamentablemente nunca habíamos llegado a algo contundente, ni mucho menos a una penetración, pero por alguna razón me encantaba la idea de jugar con mi novio de esa manera. Esa noche ninguno de los dos estaba de ánimos realmente, sin embargo sentamos las bases de lo que iba a ser un juego que iba a ayudarnos a revivir nuestra relación y sobre todo a encender una llama que iría ardiendo cada vez más y más.
El domingo me volví a la ciudad dejando a mi prometido nuevamente, pero con la cabeza fría después de hablar conversado y de haber solucionado gran parte de los problemas que teníamos. Gastón iba a ir a visitarme a la ciudad casi todos los fines de semana e iba a aprovechar algunos días de semana que tenía que ir por trabajo para pasar por mi casa, almorzar juntos o simplemente vernos un rato. Desde ese día las cosas se iban a poner mucho más interesantes con él, principalmente porque volvíamos al juego de calentarnos y de provocarnos que nos iba a llevar a algo mucho más caliente dentro de no mucho tiempo.
Pero había otra persona con la que sentía que tenía que hablar y aclarar las cosas para poder dejar mi mente en paz. Ese domingo a la noche volví a conversar con Gabriel, pero lamentablemente para él, la charla no terminó en una escena de sexo ni en una video llamada caliente. Le dije lo que había hablado con mi novio y le dije que me encantaba jugar con él pero que nuestro juego tenía que parar porque si no iba a arruinar mi compromiso con Gastón. “Nena, yo solo hago lo que vos me pedís” me dijo entonces mi maestro y un baldazo de agua helada cayó sobre mí cuando comprendí que lo que decía era real. Cada conversación, cada charla, cada calentura que habíamos tenido, había sido porque yo quería, porque yo lo buscaba o porque yo se lo pedía. Era yo la que provocaba todo eso y era yo la que tenía el poder de detenerlo. La pregunta era: ¿Quería que terminara?
No, no quería. Y eso me di cuenta el diez de Junio cuando por alguna extraña razón recordé que era el cumpleaños de Gabriel y pensé en regalarle una nueva sesión de fotos mías en ropa interior. No habíamos vuelto a hablar desde ese último día y a pesar de que yo no lo había bloqueado en el WhatsApp, él no me había escrito. Pero yo quería provocarlo, quería estimularlo, quería jugar de nuevo con él. Por eso, ni bien llegué a mi casa esa tarde, me saqué una buena cantidad de fotos con toda la ropa interior que tenía, algunas desnuda y se las envié deseándole un muy feliz cumpleaños y diciéndole que me encantaría que se tocara con esas fotos.
La culpa me cayó casi al instante y no pude evitar pensar en mi novio. Pero la solución llegó también enseguida, cuando se me ocurrió enviarle a él algunas de las fotos (las más soft) y aproveché que era la primera vez que lo hacía, para preguntarle qué opinaba de mis nuevos conjuntos de lencería. “Mi amor! Te quedan todos hermosos!!” me respondió él minutos más tarde y yo le pregunté cuál era el que le gustaba más de todos. Para mi sorpresa Gastón eligió la foto en la que estaba de espalda y tenía puesta la tanga roja con un corazón. “Te gusta cómo me marca la colita?” le pregunté y él me respondió que sí al instante.
Decidí preguntarle a mi prometido cual era la parte de mi cuerpo que más le gustaba y a pesar de que esperaba una respuesta más bien romántica, él me contestó diciendo que era mi cola. “Me encanta verla, es hermosa!” contestó después y yo no pude evitar pasar mi mano por mis nalgas pensando que era la mano de mi novio. “Me encanta cuando me la tocás” le confesé recordando como hacía unos meses habíamos empezado a jugar con nuestros cuerpos y él se volvía loco por acariciarme ahí. Gastón me dijo que quería volver a hacerlo y tomándome completamente por sorpresa, me confesó que se le había parado la pija viendo mis fotos. “Amor… Me pusiste duro con esas fotos que me enviaste” me escribió y mis ojos se abrieron sin poder creer lo que estaba viendo.
“Querés que juguemos un juego?” le pregunté entonces y Gastón me respondió de manera afirmativa al instante. “Imaginate que estamos en mi pieza, los dos solitos, sin nadie en la casa. Yo con la ropita que te mandé. Vos en bóxer. Yo acostada boca abajo y vos mirándome la cola” le dije describiendo la escena con el objetivo de estimular a mi novio. “Que linda colita que tenés mi amor” me escribió él después y una sonrisa se dibujó en mi rostro. “Querés tocarla?” le pregunté y él volvió a responderme de manera afirmativa y después yo le dije que la tocara. “Me encanta! Me vuelve loco tu cola” me escribió y a pesar de que me enloquecía que mi novio se animara a ese juego, no podía creer que de verdad lo hacía.
“Dame unos besitos en la cola” le dije y él entonces me dijo que ni bien me viera lo iba a hacer. “No, ahora dámelos” le dije yo y le mandé una foto de ese mismo momento. Durante la conversación me había desnudado hasta quedarme en ropa interior y me había puesto la tanga roja con el corazón para poder sacarme una foto y enviársela. “Mi amor, no voy a aguantarme las ganas de verte” me respondió Gastón y me lo imaginé tocándose el bulto por encima del pantalón. Obviamente no era como Gabriel, no continuaba el juego sin importar lo que sucediera, por lo que le tuve que pedir que me siguiera la corriente y volví a pedirle que me diera unos besos en la cola.
Gastón pareció entender, pues ni bien le dije eso, comenzó a relatarme como me besaría las nalgas e iría subiendo su boca por toda mi espalda hasta llegar a mi cuello. “Pasaría mis labios por tu cálida espalda, besando cada parte de tu piel, mientras que con mis manos acariciaría tu cintura” describía detalladamente dibujando en mi cabeza una escena bien erótica. “Mordería levemente su cuello y una vez que me coloque sobre tu cuerpo respiraría profundo en tu oído para que sepas que estoy ahí, encima de ti” dijo entonces y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. “Te siento” le respondí y después le aclaré que sentía su presencia en mi cola.
Sin que se lo pidiera, sin que tuviera que rogarle que lo hiciera, Gastón me envío una foto de su cuerpo. También estaba acostado en la cama semi desnudo, pero boca arriba. Pude apreciar su cuerpo hermoso y sobre todo el bulto que se formaba en el bóxer que intentaba disimular con una mano. “Dejala salir amor. Quiero sentirla sobre mi colita” le escribí y la siguiente foto fue todo lo que necesitaba en ese momento. Su pija estaba bien dura y firme, la sostenía con su mano y se la apretaba con fuerza. “Mmm mi amor! Que bien se siente” le respondí y volví a ver la foto emocionándome porque en esa oportunidad el sexting lo estaba teniendo con mi novio.
“Quiero que te quedes así acostadito como estás y que me dejes acomodarme entre tus piernas” le escribí después y él me dijo que yo podía hacer lo que quería. “Voy a agarrártela con la mano y a tocarte lentamente, como a vos te gusta. Una vez que la tengas totalmente dura, voy a empezar a chuparla” le dije después y pasé mis dedos por mis labios para contenerme a buscar el consolador en el último cajón de mi ropero. Comencé a describirle la escena a mi novio y a él parecía encantarle. “Mmm mi amor!”, “Qué bien que lo hacés!” y “Me encantan tus besos ahí” eran algunas de las frases que me iba diciendo mientras yo le contaba como chupaba su pija y como me divertía con ella.
“Pasame la lengua por todos lados” le dije cuando la situación cambió. Le envié una foto de cómo me había puesto boca arriba con las piernas abiertas y de cómo me había corrido la tanguita hacia un costado para que pudiera devolverme el favor oral. “Mi boca pasa rozando tus muslos y sentís la respiración caliente por encima de tu piel” describía Gastón y yo utilizaba mis dedos para imitar su boca y sus labios. Cuando me envió una foto de su lengua y su boca no pude evitar una risita tonta, pero tampoco pude contener mis dedos que penetraron en mi cuerpo para comenzar a estimularme.
La escena fue volviéndose cada vez más y más caliente. Luego de que yo le chupara la pija, él se colocó entre mis piernas para satisfacerme con sus labios y su lengua, algo que me encantó. Pero después de eso pasamos a lo que los dos de verdad estábamos esperando. “Sentís mi conchita mojada rozar tu pija que se muere por entrar en mi cuerpo” le escribí yo cuando él me decía que volvía a subir por mi cuerpo besando mi panza y mis tetas hasta llegar a mi boca. “Quiero que me la metas, mi amor. Quiero que me cojas” le escribí entonces y lo siguiente fue increíble.
“Sentí como va penetrando tu cuerpo. Como se va abriendo tu mojada piel y me deja entrar hasta el fondo” me contó él luego de enviarme una foto de su verga venosa entre sus dedos. La descripción y el relato de Gastón era tan real que podía sentir como mis dedos se transformaban en su pija a medida que iban entrando a mi cuerpo. “El calor de tu cuerpo me atrapa y yo me empiezo a mover encima tuyo. Entro y salgo de vos cada vez más rápido, sin dejar de besar tus labios y sumergidos los dos en un abrazo bien profundo” relataba y subía la temperatura de mi cuerpo con cada palabra que leía de él. Mis dedos bailaban sobre mi conchita empapada y rozaban mi clítoris poniéndome a gemir de placer.
“¡Cogeme mi amor! ¡Cogeme que me encanta!” le mandé con un audio para que pudiera escuchar mi respiración entrecortada y mi voz de trolita en celo. Gastón no se animó a responderme con un audio pero me contestó diciéndome que mis palabras lo habían calentado aún más que antes. “Te escucho gemir de esa manera y no puedo detenerme. No puedo parar de meter mi cuerpo en el tuyo cada vez más rápido y cada vez más fuerte” seguía escribiendo y yo volvía a ver las fotos que me había enviado mientras me imaginaba su pija entrando y saliendo de mi cuerpo a toda velocidad.
No me animé a proponerle que cambiáramos de pose o que hiciéramos algo distinto pues no quería cortar su inspiración. La escena que describía Gastón era perfecta y me ponía como loca, haciendo que mi mano se moviera de manera acelerada sobre mi entrepierna y no quería parar. “Te gusta mi amor? Te gusta cómo se unen nuestros cuerpos para darnos placer?” me preguntó él y yo le respondí nuevamente con un audio, diciéndole que me encantaba y gimiendo aún más. “Voy a acabar” me escribió de golpe Gastón y la sonrisa en mi cara fue inmensa.
“¡Acabá mi amor! ¡Quiero que acabes y que me la des en todo el cuerpo!” le dije con palabras nuevamente tratando de sonar lo más sensual posible. “Estoy a punto” me escribió y yo insistí enviándole otro audio en el que fui mucho más explícita y le pedí que me diera toda la leche. Gastón escuchó mi audio y por unos segundos no respondió y yo supe que estaba acabando en ese mismo instante. Mi mano se movió tan rápido encima de mi clítoris que hizo que todo mi cuerpo temblara de golpe y que mi piel se estremeciera.
Gastón me respondió luego de varios minutos diciéndome que había acabado gracias a mis audios y mi sonrisa se intensificó. “Me calentaste mucho mi amor” me escribió y me tentó la idea de pedirle una foto, pero no lo hice con la idea de no ponerlo incómodo. “Tus fotos también me calentaron mucho, hermoso” le dije siguiendo con los audios pues no podía dejar de tocarme mientras hablaba con él. En mi mente se dibujaba la escena de mi novio acostado en su cama boca arriba, con la pija en su mano y todo su cuerpo cubierto de semen, algo muy similar a lo que sabía que Gabriel me había enviado hacía un tiempo. Pensar en eso me generaba un morbo hermoso.
Me despedí de mi novio que siguió dándome las gracias y que recalcó que el juego le había encantado. “Podríamos hacerlo cuando quieras mi amor. Me encanta jugar con vos de esta manera” me escribió y yo le dije que estaba encantada con la idea, haciéndole creer que era la primera vez que jugaba a eso. Cuando se fue a seguir haciendo cosas del trabajo yo me quedé apreciando sus fotos, calentándome con las imágenes de su cuerpo y divirtiéndome con mis dedos mientras admiraba su pija bien dura. Entonces me llegó la respuesta de mi amante virtual a las fotos que le había enviado antes y no pude evitar sonreír. “Que hermoso regalo! Ya me pusiste al palo con esto” me dijo y abrí la conversación para seguir divirtiéndome con él.
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