Empezamos a sentir frío, y no se de quien fue la idea, si tuya o mía, pero fuimos a los besos al baño, abrimos la ducha y dejamos que el vapor inunde el lugar, mientras nos sacábamos la ropa, y ya no teníamos frío, por el calor del lugar, y por la calentura.
Ya desnudos, el agua caliente actuó como si fuera la hora de largada. Nuestras manos recorriéndonos. Y quise tomar ventaja. Te puse las manos contra la pared, y te pedí que te arquearas para que el chorro de agua te cayera en la cintura, mientras yo la enjabonaba toda.
Mis manos ya no acariciaban. Era un abuso. Todos los agujeros acariciados por mis dedos y el jabón. Estaba tocándote las tetas y tus pezones se endurecían por el jabón y la caricia, provocando que tu culo buscara para atrás, buscara ser penetrado.
Te sobo las tetas, y te apoyo la pija entre tus nalgas, sin penetrarte. Puerteandotelo.
Y ahi es donde todo se dió vuelta. Yo no sabía que debajo del agua caliente te convertías en una hija de puta. Me agarraste de las orejas, y me apoyaste la concha en mi boca. Sin importarte que me entre en mi boca agua de la ducha, o tus jugos, o que me ahogue, necesitas que te la chupe, ahora, así.
Nada de puerteos.
Los sonidos son aplacados por la ducha que cae, entonces te sentís liberada. Gritás, gemís, puteas, insultás.
No te importa insultarme, sólo importa tu cuerpo, que se inunda de placeres por mi boca.
Pero no soy yo el que te provoca placeres, sino la paja que vos te estás haciendo con mi boca.
Gritás que te haga acabar, pero sabes que yo no estoy haciendo nada. Vos me estás cogiendo la boca, vos sos la que te vas a acabar toda en mi lengua. Yo soy prisionero de tus gemidos, de tus manos, y de tus piernas que rodean mi cuello.
5 comentarios - Historias mínimas. Ducha caliente
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