Hace unas semanas atrás volví a Rosario, luego de mi experiencia italiana. Por suerte los días de aislamiento obligatorio pasaron rápido, aunque por razones biológicas - fisiológicas (estaba indispuesta) no pude tener el reencuentro con Lucas que tanto esperaba.
El jueves tuve otro encuentro esperado, con mis amigas. Entre ellas, Agustina. Los últimos meses antes de irme a Italia tuvimos varios encuentros bastante intensos a solas. Una vez lejos, seguimos en contacto como amigas... y algo más también compartiendo charlas un poco zarpaditas y terminando tocándonos juntas. Pero en realidad yo tenía dudas de si ella iba a querer seguir ese tipo de relación ahora que había vuelto.
Mis dudas nacían porque en el último tiempo ella se empezó a ver con un ex y yo empezaba algo más en serio con Lucas. Capaz ahora que estaba atendida por una pija no quería volver a estar conmigo. Sin embargo, esa tarde (nos sentamos enfrentadas) no dejamos de mirarnos. Miradas provocadoras que no decían nada pero insinuaban todo.
Salimos del bar, esperamos a una de las chicas que la vengan a buscar y yo seguí con Agus hasta la casa, para luego tomarme un taxi. En el bar ella había contado que ya no se veía más con su ex (por el mismo motivo que lo había dejado: es un pelotudo). Que no le molestaba, que había cumplido su función: garchar después de la cuarentena y bajar la calentura. Fuimos charlando un poco de eso, le conté del tano que me había garchado yo (aunque obviando algunos detalles) hasta que llegamos a la puerta del edificio.
Esperamos en la puerta hasta que pasó un taxi. La abracé, y cuando le voy a dar un beso ella pone la cara y yo (a propósito) le doy un beso casi rozando la comisura de los labios. Me doy vuelta y ella me agarra de la mano no dejándome ir. "Que hacés" me dice mirándome fijo a los ojos. Yo no sabía que hacer o decir. Ella se acerca y me da un piquito bastante intenso. Quedé shockeada. Agus se dio vuelta con una sonrisa y se metió en su casa.
El taxista no se había perdido detalle (en otra situación, se hubiera colgado de la bocina) y pude notar cómo me miró durante todo el viaje, como queriendo decir algo pero no se animaba. Yo me reía sola. Se había despejado la duda que tenía con ella. "No me podés hacer eso" le escribí apenas subí al auto. "Vos no podés mirarme así toda la tarde y saludarme con medio piquito turra. te extrañé". Ya no quedaban dudas.
Seguimos charlando hasta la noche tarde. Estuve totalmente en otra en mi casa. Mis viejos me hablaban pero no prestaba atención. Mi cabeza estaba a full con Agustina. La charla con ella era cada vez más caliente. Encima, cuando estoy indispuesta estoy más caliente de lo habitual. No daba más. Necesitaba coger de manera urgente.
Por otro lado, también tenía a Lucas (en el próximo relato, lo contaré con más detalle). Estaba jugando a dos puntas como nunca me había imaginado. Tenía unas ganas locas de estar con los dos. Quería dejar explotar toda la calentura acumulada con los dos... pero tenía que elegir a uno. Dejé que las cosas siguieran su curso y que se de como sea que tenga que darse. Sabía que me iba a entregar a los dos, era cuestión de ver cómo surgían las cosas y quién sería el primero. Y llegó el fin de semana.
El sábado a la noche quedamos en juntarnos a cenar con Vale, en su casa (su chongo se iba con los amigos). Lucas me preguntó qué hacía el fin de semana, le conté lo de mis amigas y me preguntó si quería que me pasara a buscar para luego salir juntos. "Prefiero un día que estemos más tranquilos", le puse como excusa (no tan excusa, quería disfrutar de todo con él). La situación estaba totalmente entregada para estar con Agus. No iba a aguantar dejarla con toda la calentura que acumulamos esos días.
Luego de la cena, nos fuimos antes que llegara el novio de Vale. "Ojo ustedes dos" nos dijo Valeria antes de cerrar. Ya le habíamos contado lo que pasaba entre nosotras, era la única de nuestro grupo de amigas que sabía. Nos reímos sabiendo lo que iba a pasar.
Ya en el ascensor del edificio de Agus empezamos. Pero lo que en cualquier otra situación hubiese sido una estampada bestial contra un rincón, esto fue un beso dulce, suave, pero a su vez tan caliente que se me aflojaron las piernas de la calentura que recorrió todo mi cuerpo.
Sus manos se apoyaron en mis mejillas y me acariciaba mientras nuestras lenguas se chocaban en nuestras bocas. Nos fuimos derecho a su habitación. Nos tiramos en la cama y empezamos a desvestirnos. Le metí mano por debajo de la ropa para agarrar fuerte sus tetas. Ella me tocaba la entrepierna.
Quedamos desnudas, con nuestras piernas enlazadas franeleándonos cada vez con más intensidad. Los besos ya no eran dulces. Había mucha calentura en el ambiente. Ninguna de las dos hablaba. Solo nuestros gemidos cortaban el silencio de la habitación.
Ella quedó desnuda sobre la cama, con la espalda arqueada y los brazos arriba de su cabeza, lo que le levantaba más las tetas. Me quedé mirándola por un instante y gateando me trepé a su cuerpo. La besé desde la panza, subiendo hasta que mis manos agarraron sus pechos y mi lengua empezó a rodearlos. Me concentré en sus pezones. Cada vez que los metía en la boca y los golpeaba con mi lengua Agus soltaba un gemido. "Ay si... no pares" se le escapó entre suspiros. Sus manos me acariciaban el pelo, y fue empujando mi cabeza hacia abajo.
No me negué, al contrario, dejé que ella me fuera guiando hasta abajo. Abrió más sus piernas y yo me acomodé en el medio. Con el dedo rocé un poco la conchita de mi amiga, que estaba chorreando. Me mordí los labios mirándola a los ojos. Sus ojos desencajados me pedían a gritos que se la chupara.
Ella agarró fuerte mi cabeza y empujó mi cara contra su concha. Desesperada empecé a chupársela mientras trataba de respirar de la ahogada que me estaba pegando. Le metí un dedo en la concha y lo movía al ritmo de mi lengua. Aceleraba, frenaba, iba despacio, en círculos, arriba abajo, de todo. Otro dedo entró en la concha de Agus. Sus piernas empezaban a temblar.
Saqué los dedos y me trepé encima de ella. La besé bien fuerte, intensamente. Le puse los dedos en la boca para que los chupara. Yo acerqué mi cara y empezamos entre las dos a chupar mis dedos como si fuese una pija. Alguna de las tantas que habíamos compartido.
"Haceme acabar" me suplicó para luego volver a besarme. Bajé y de una le clavé dos dedos y chupándosela la hice explotar. Pegó un grito sacadísimo mientras su cuerpo se estremecía. Saqué mis dedos más húmedos que antes. Pude hasta notar un hilito de flujo cayendo de su conchita que no dudé en lamerlo.
Me acosté a su lado y seguimos a los besos. Sus manos apretaban mi cola empujando mi cuerpo contra el de ella. Me tiró boca arriba y se fue derecho a mis piernas. Me hizo gemir y temblar con su lengua. Cuando acabé, besó mi conchita y le pasó el dedo para luego chupárselo adelante mío.
No se porqué... en serio, no se porqué, ver a mi amiga chuparse el dedo con mi acabada me encendió de tal manera que la tiré a la cama desesperada y abrazándola fuerte empezamos a besarnos franeleando nuestras conchas contra los muslos. Así acabamos, casi al mismo tiempo, ahogando los gemidos y los gritos en la boca de la otra.
Quedamos acostadas, una al lado de la otra retomando el aliento. Nos quedamos dormidas abrazadas. A la mañana siguiente, nos levantamos a los besos. Otra vez, con un poco de ternura. Luego de desayunar, volvimos a la cama. Parecíamos dos adolescentes descubriendo garchar. Esta vez, Agus sacó de su cajón el consolador con el que habíamos jugado las veces anteriores.
Pero en esta ocasión preferí decirle que no. Quería que la conchita me la abriera Lucas. "Pero a mi sí me cogés con esto... que lo único que tuve después de la cuarentena es la pijita flaquita de mi ex" dijo Agus en relación a que el juguetito que se había comprado era bien gordito.
Ella se puso en 4 sobre la cama, levantando la cola. Me acomodé atrás suyo y mientras le acariciaba el culo empecé a enterrarle el consolador en la concha. Ella gemía al sentir su juguetito abrirla en 2. Mientras la cogía con el consolador, empecé a chuparle el ano con la punta de mi lengua.
Luego, la acosté en la cama y le volví a chupar la concha pero ahora metiéndole el consolador de a poco en la concha. Cada vez que lo sacaba, salía más mojado. Cuando sentí que estaba por acabar le enterré el consolador hasta el fondo y se lo moví fuerte adentro hasta que explotó. Nos arrodillamos en la cama. Yo aun con el consolador todo mojado en la mano.
Puse el consolador entre nuestras bocas y seguimos besándonos, pero con esa pija de plástico en el medio. Yo le manoseaba las tetas mientras nuestras lenguas recorrían el tronco limpiándolo. Nuestras bocas se juntaban y nos besábamos un instante para luego seguir lamiendo el juguetito.
Agus me apartó y me empujó contra la cama para tirarse arriba mío y chuparme las tetas. Yo estaba con las piernas abiertas, mi amiga en el medio, y levantaba mis caderas como si me estuvieran cogiendo mientras ella me chupaba y manoseaba los pechos. Estaba re caliente. Terminamos haciendo un 69 hasta que acabé otra vez. Volví a mi casa súper relajada y feliz. Esa noche quisimos vernos con Lucas pero no pudimos.
Quedamos para el día siguiente. Luego de trabajar, me pasaba a buscar para ir a cenar y pasar la noche juntos. Pero ese día al mediodía me volvió a escribir Agustina, invitándome a merendar a la casa "luego de su trabajo". Sabía qué había detrás de esa invitación, y debo ser sincera: realmente lo deseaba. Le conté como era la situación con Lucas y lejos del "bueno lo dejamos para otro día", subió la apuesta. "Vení un rato antes, y decile a él que te pase a buscar por acá".
Mis ojos se abrieron y mi corazón se aceleró de imaginar la situación. Una tarde con mi amiga a los besos y franeleándonos desesperadas. Y luego la pija que tan loca me vuelve. Todo esto, sin que nadie sospeche de nada. Sin dudar me fui a su casa, pero con una consigna. Besé a mi amiga y seriamente le dije: "Te hago acabar las veces que vos quieras. Pero yo no quiero acabar. Calentame, dejame re caliente para Lucas". La volví a besar mientras nos tirábamos a la cama.
Segunda parte
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Indice
El jueves tuve otro encuentro esperado, con mis amigas. Entre ellas, Agustina. Los últimos meses antes de irme a Italia tuvimos varios encuentros bastante intensos a solas. Una vez lejos, seguimos en contacto como amigas... y algo más también compartiendo charlas un poco zarpaditas y terminando tocándonos juntas. Pero en realidad yo tenía dudas de si ella iba a querer seguir ese tipo de relación ahora que había vuelto.
Mis dudas nacían porque en el último tiempo ella se empezó a ver con un ex y yo empezaba algo más en serio con Lucas. Capaz ahora que estaba atendida por una pija no quería volver a estar conmigo. Sin embargo, esa tarde (nos sentamos enfrentadas) no dejamos de mirarnos. Miradas provocadoras que no decían nada pero insinuaban todo.
Salimos del bar, esperamos a una de las chicas que la vengan a buscar y yo seguí con Agus hasta la casa, para luego tomarme un taxi. En el bar ella había contado que ya no se veía más con su ex (por el mismo motivo que lo había dejado: es un pelotudo). Que no le molestaba, que había cumplido su función: garchar después de la cuarentena y bajar la calentura. Fuimos charlando un poco de eso, le conté del tano que me había garchado yo (aunque obviando algunos detalles) hasta que llegamos a la puerta del edificio.
Esperamos en la puerta hasta que pasó un taxi. La abracé, y cuando le voy a dar un beso ella pone la cara y yo (a propósito) le doy un beso casi rozando la comisura de los labios. Me doy vuelta y ella me agarra de la mano no dejándome ir. "Que hacés" me dice mirándome fijo a los ojos. Yo no sabía que hacer o decir. Ella se acerca y me da un piquito bastante intenso. Quedé shockeada. Agus se dio vuelta con una sonrisa y se metió en su casa.
El taxista no se había perdido detalle (en otra situación, se hubiera colgado de la bocina) y pude notar cómo me miró durante todo el viaje, como queriendo decir algo pero no se animaba. Yo me reía sola. Se había despejado la duda que tenía con ella. "No me podés hacer eso" le escribí apenas subí al auto. "Vos no podés mirarme así toda la tarde y saludarme con medio piquito turra. te extrañé". Ya no quedaban dudas.
Seguimos charlando hasta la noche tarde. Estuve totalmente en otra en mi casa. Mis viejos me hablaban pero no prestaba atención. Mi cabeza estaba a full con Agustina. La charla con ella era cada vez más caliente. Encima, cuando estoy indispuesta estoy más caliente de lo habitual. No daba más. Necesitaba coger de manera urgente.
Por otro lado, también tenía a Lucas (en el próximo relato, lo contaré con más detalle). Estaba jugando a dos puntas como nunca me había imaginado. Tenía unas ganas locas de estar con los dos. Quería dejar explotar toda la calentura acumulada con los dos... pero tenía que elegir a uno. Dejé que las cosas siguieran su curso y que se de como sea que tenga que darse. Sabía que me iba a entregar a los dos, era cuestión de ver cómo surgían las cosas y quién sería el primero. Y llegó el fin de semana.
El sábado a la noche quedamos en juntarnos a cenar con Vale, en su casa (su chongo se iba con los amigos). Lucas me preguntó qué hacía el fin de semana, le conté lo de mis amigas y me preguntó si quería que me pasara a buscar para luego salir juntos. "Prefiero un día que estemos más tranquilos", le puse como excusa (no tan excusa, quería disfrutar de todo con él). La situación estaba totalmente entregada para estar con Agus. No iba a aguantar dejarla con toda la calentura que acumulamos esos días.
Luego de la cena, nos fuimos antes que llegara el novio de Vale. "Ojo ustedes dos" nos dijo Valeria antes de cerrar. Ya le habíamos contado lo que pasaba entre nosotras, era la única de nuestro grupo de amigas que sabía. Nos reímos sabiendo lo que iba a pasar.
Ya en el ascensor del edificio de Agus empezamos. Pero lo que en cualquier otra situación hubiese sido una estampada bestial contra un rincón, esto fue un beso dulce, suave, pero a su vez tan caliente que se me aflojaron las piernas de la calentura que recorrió todo mi cuerpo.
Sus manos se apoyaron en mis mejillas y me acariciaba mientras nuestras lenguas se chocaban en nuestras bocas. Nos fuimos derecho a su habitación. Nos tiramos en la cama y empezamos a desvestirnos. Le metí mano por debajo de la ropa para agarrar fuerte sus tetas. Ella me tocaba la entrepierna.
Quedamos desnudas, con nuestras piernas enlazadas franeleándonos cada vez con más intensidad. Los besos ya no eran dulces. Había mucha calentura en el ambiente. Ninguna de las dos hablaba. Solo nuestros gemidos cortaban el silencio de la habitación.
Ella quedó desnuda sobre la cama, con la espalda arqueada y los brazos arriba de su cabeza, lo que le levantaba más las tetas. Me quedé mirándola por un instante y gateando me trepé a su cuerpo. La besé desde la panza, subiendo hasta que mis manos agarraron sus pechos y mi lengua empezó a rodearlos. Me concentré en sus pezones. Cada vez que los metía en la boca y los golpeaba con mi lengua Agus soltaba un gemido. "Ay si... no pares" se le escapó entre suspiros. Sus manos me acariciaban el pelo, y fue empujando mi cabeza hacia abajo.
No me negué, al contrario, dejé que ella me fuera guiando hasta abajo. Abrió más sus piernas y yo me acomodé en el medio. Con el dedo rocé un poco la conchita de mi amiga, que estaba chorreando. Me mordí los labios mirándola a los ojos. Sus ojos desencajados me pedían a gritos que se la chupara.
Ella agarró fuerte mi cabeza y empujó mi cara contra su concha. Desesperada empecé a chupársela mientras trataba de respirar de la ahogada que me estaba pegando. Le metí un dedo en la concha y lo movía al ritmo de mi lengua. Aceleraba, frenaba, iba despacio, en círculos, arriba abajo, de todo. Otro dedo entró en la concha de Agus. Sus piernas empezaban a temblar.
Saqué los dedos y me trepé encima de ella. La besé bien fuerte, intensamente. Le puse los dedos en la boca para que los chupara. Yo acerqué mi cara y empezamos entre las dos a chupar mis dedos como si fuese una pija. Alguna de las tantas que habíamos compartido.
"Haceme acabar" me suplicó para luego volver a besarme. Bajé y de una le clavé dos dedos y chupándosela la hice explotar. Pegó un grito sacadísimo mientras su cuerpo se estremecía. Saqué mis dedos más húmedos que antes. Pude hasta notar un hilito de flujo cayendo de su conchita que no dudé en lamerlo.
Me acosté a su lado y seguimos a los besos. Sus manos apretaban mi cola empujando mi cuerpo contra el de ella. Me tiró boca arriba y se fue derecho a mis piernas. Me hizo gemir y temblar con su lengua. Cuando acabé, besó mi conchita y le pasó el dedo para luego chupárselo adelante mío.
No se porqué... en serio, no se porqué, ver a mi amiga chuparse el dedo con mi acabada me encendió de tal manera que la tiré a la cama desesperada y abrazándola fuerte empezamos a besarnos franeleando nuestras conchas contra los muslos. Así acabamos, casi al mismo tiempo, ahogando los gemidos y los gritos en la boca de la otra.
Quedamos acostadas, una al lado de la otra retomando el aliento. Nos quedamos dormidas abrazadas. A la mañana siguiente, nos levantamos a los besos. Otra vez, con un poco de ternura. Luego de desayunar, volvimos a la cama. Parecíamos dos adolescentes descubriendo garchar. Esta vez, Agus sacó de su cajón el consolador con el que habíamos jugado las veces anteriores.
Pero en esta ocasión preferí decirle que no. Quería que la conchita me la abriera Lucas. "Pero a mi sí me cogés con esto... que lo único que tuve después de la cuarentena es la pijita flaquita de mi ex" dijo Agus en relación a que el juguetito que se había comprado era bien gordito.
Ella se puso en 4 sobre la cama, levantando la cola. Me acomodé atrás suyo y mientras le acariciaba el culo empecé a enterrarle el consolador en la concha. Ella gemía al sentir su juguetito abrirla en 2. Mientras la cogía con el consolador, empecé a chuparle el ano con la punta de mi lengua.
Luego, la acosté en la cama y le volví a chupar la concha pero ahora metiéndole el consolador de a poco en la concha. Cada vez que lo sacaba, salía más mojado. Cuando sentí que estaba por acabar le enterré el consolador hasta el fondo y se lo moví fuerte adentro hasta que explotó. Nos arrodillamos en la cama. Yo aun con el consolador todo mojado en la mano.
Puse el consolador entre nuestras bocas y seguimos besándonos, pero con esa pija de plástico en el medio. Yo le manoseaba las tetas mientras nuestras lenguas recorrían el tronco limpiándolo. Nuestras bocas se juntaban y nos besábamos un instante para luego seguir lamiendo el juguetito.
Agus me apartó y me empujó contra la cama para tirarse arriba mío y chuparme las tetas. Yo estaba con las piernas abiertas, mi amiga en el medio, y levantaba mis caderas como si me estuvieran cogiendo mientras ella me chupaba y manoseaba los pechos. Estaba re caliente. Terminamos haciendo un 69 hasta que acabé otra vez. Volví a mi casa súper relajada y feliz. Esa noche quisimos vernos con Lucas pero no pudimos.
Quedamos para el día siguiente. Luego de trabajar, me pasaba a buscar para ir a cenar y pasar la noche juntos. Pero ese día al mediodía me volvió a escribir Agustina, invitándome a merendar a la casa "luego de su trabajo". Sabía qué había detrás de esa invitación, y debo ser sincera: realmente lo deseaba. Le conté como era la situación con Lucas y lejos del "bueno lo dejamos para otro día", subió la apuesta. "Vení un rato antes, y decile a él que te pase a buscar por acá".
Mis ojos se abrieron y mi corazón se aceleró de imaginar la situación. Una tarde con mi amiga a los besos y franeleándonos desesperadas. Y luego la pija que tan loca me vuelve. Todo esto, sin que nadie sospeche de nada. Sin dudar me fui a su casa, pero con una consigna. Besé a mi amiga y seriamente le dije: "Te hago acabar las veces que vos quieras. Pero yo no quiero acabar. Calentame, dejame re caliente para Lucas". La volví a besar mientras nos tirábamos a la cama.
Segunda parte
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23 comentarios - Visita afectiva 1
no soy de subir fotos. muuuuuuuy de vez en cuando. la idea es disfrutar e imaginar como mas les guste. hay muchas fotos para ver aqui 😉
Van diez puntos.
gracias por pasar!
Por más Agus en el mundo,ahre!