Cuando tenía 21 años, ya vivía por mi cuenta -aunque aún dependiendo de mis padres económicamente- en una casa con estudiantes universitarios y recién egresados. Como supe de esa casa gracias a mi entonces novio Edson, vivimos en cuartos distintos al principio, aunque solo durante unos meses, para después rentar uno solo para ambos. Eventualmente, él consiguió el permiso del dueño de la casa para que tuviéramos una piscina en el jardín, a costas de un razonable aumento en la mensualidad.
Rápidamente, Edson encontró una buena oferta en Mercado Libre que llegó unos cuantos días después, así que la instalamos. Entonces comenzó a hablar con todos sus amigos, así como con los demás inquilinos para organizar una fiesta de inauguración.
Llegó el día, y ya era de noche. No muchos quedábamos en la alberca, ya que la mayoría de la gente se encontraba regada por todos lados. Los últimos en dejar el agua fuimos Antonio, Verónica, Edson y yo.
Para ese entonces, yo ya bastante liberal en casi todo (tal vez en todo lo que conocía en ese momento), y de igual manera lo era Edson. Una de las cosas en las que coincidíamos era en mi forma de vestir, ya que fue la primera pareja seria que tuve que en ningún momento me llegó a reclamar por vestir con muy poco. Así, el día de la fiesta no fue la excepción y, aunque no era la única con bikini, tal vez sí la que utilizaba el más provocador, que era rojo y de dos piezas. Edson no tardó en decirme que por mucho era la mujer más sexy del lugar.
De vuelta a la alberca, mi exnovio se había asegurado de que hubiera suficiente iluminación en todos lados, por lo que era fácil distinguir los cuerpos de todos. Aunque Edson era más alto, Antonio parecía tener mayor masa muscular, por lo que se veía más grande en general. Edson medía unos 190 cm y Antonio como 185, pero la diferencia entre el tamaño de sus torsos y hombros era notoria. Por otro lado, Edson tenía un vello facial más estético, lo que me hacía pensar ,que al final de cuentas, mi exnovio era más atractivo que él. Por otro lado, Verónica tenía una cara muy bonita, pero sus varios kilos de más hacían que que yo la opacara fácilmente, eso a pesar de la enorme (realmente enorme) diferencia entre el tamaño de nuestros senos. Supongo que algunos habrán leído mis relatos anteriores, y visto algunas de mis fotos, sabrán cómo soy, pero para los que no, les puedo decir que soy bastante alta, al medir 178 cm, y delgada también, pues peso tan solo 61 kg. Resulta que yo soy copa B, y Verónica fácilmente habría podido ser DD.
Aunque pasamos un largo rato los cuatro, eventualmente Edsony Verónica se salieron de la alberca, y solo quedamos Antonio y yo. Para entonces, entre los dos habíamos dejado una botella de tequila casi vacía, por lo que nos encontrábamos más propensos a la sinceridad que de costumbre. Fue así que hizo un comentario respecto al tamaño del pene de mi exnovio
— No te ofendas, pero se ve que tiene un micropene —dijo a pesar de los 16 cm que yo sabía que tenía.
— Es solo una reunión. No creo que haga falta que tenga una erección frente a todos los demás —contesté, algo sorprendida de que hubiera sacado un comentario así, aún cuando el contexto tenía un poco que ver con ello.
— No, pero en serio. Mira el mío —dijo manipulando su short de tal forma que la forma de su pene se marcara—. 15 centímetros y también está flácido. ¿Tienes idea de a cuánto llega cuando se pone duro?
En ese momento me sentí muy preocupada. Estaba confundiada, y no dejaba de preguntarme si yo había dado pie a que Antonio se tomara la libertad de hacer algo así.
— Se ve normal —dije pensando en levantarme y salirme de la alberca ya—. Como te dije, no creo que el de Edson estuviera en su máximo explendor cuando lo viste—. Concluí tratando de defenderlo instintivamente.
— Erecto o no, estoy seguro de que es más grande que el suyo. ¿Cómo te llena con eso?
Ahora estaba insultando nuestra vida sexual, mi vida sexual, así que tenía que responder.
— Claro que me llena. No olvides que soy muy delgada. Estoy segura de que cualquier hombre me podría llenar —respondí arrepintiéndome casi inmediatamente al darme cuenta de lo sucio que pudo haber sonado eso.
— ¿Estás segura?
— Sí.
— ¿Con cuántos hombres estuviste antes de él?
— Qué te importa eso. No creo que a Edson le parezca que me estés preguntando estas cosas —respondí con la mayor seriedad que el alcohol en mi cuerpo me permitió.
— ¿Y todos te provocaron orgasmos?
— Eso creo. Pero como te dije, no es algo que debería contarte.
— Yo creo que Edson no te ha provocado uno nunca. ¿O no estoy en lo correcto?
— ¿Qué? ¿Por qué pensarías eso? —dije nerviosa—. Tal vez no es que el suyo sea pequeño, sino que el tuyo es anormalmente grande. Con el suyo basta para satisfacerme, eso te lo aseguro —dije otra vez queriendo cortarme la lengua instantes despues.
La verdad era que no. Aunque Edson me provocaba sensaciones y placenteras, incluso al grado de que mis piernas temblaran y de que mis gemidos sucedieran involuntariamente, no había llegado a sentir esos orgasmos que masturbándome y con algunos otros hombres sí había tenido.
Conforme Antonio hacía más preguntas, pude notar que estaba empezando a tener una erección, y lo peor fue que yo me quedé ahí. Por unos momentos, un silencio que duró varios segundos me permitió visualizarme teniendo sexo con una sombra que eventualmente se revelaba como él. Con la personalidad tan extroveritda que tenía, lo imaginaba haciéndomelo muy apasionadamente.
— Una vez tuve Edson nos contó sobre ti. No sé si sabías que entre hombres hablamos mucho sobre nuestras parejas —dijo cambiando de tema.
— No sé. Me imagino que sí. Las mujeres también lo hacemos.
En ese momento ya había atrapado mi atención. Si antes quería irme, ahora esa idea no me pasaba más por la cabeza , pues quería saber si lo que me estaba diciendo era verdad, y si lo era, de qué se trataba.
— ¿No quieres saber qué nos contaba?
— A ver dime. Y también cuéntame quiénes estaban.
— Bueno, de quiénes estaban no me acuerdo tan bien, pero sí recuerdo que nos decía que cuando te conoció, a todos sus compañeros les parecías la más bonita de la materia. Que se la pasaba viéndote pero no creí para nada que le fueras a hacer caso hasta que te acercaste a hablarle.
La historia tenía más o menos sentido. Al menos podía saber que era cierto que me miraba mucho, y que por la misma curiosidad que eso me causaba, fui yo la que se acercó a hablarle.
— Esa podría ser la historia de cualquier pareja —respondí, tratando de sonar incrédula.
— Pero después nos contó que no eras virgen, y que probablemente incluso estuviste con otros de sus compañeros antes que él, porque varios le decían que habían estado contigo antes de que fueran novios.
Ciertamente, no era virgen para ese entonces. No sabía si simplemente lo había adivinado, o si Edson en verdad les había contado algo así. En cuanto a lo segundo, definitivamente era mentira, ya que nos hicimos novios como a las tres semanas de conocernos, por lo que me fue imposible haber tenido tiempo para relacionarme de esa forma con alguien más. Por otro lado, también sabía que a los hombres les encantaba presumir sobre cosas que nunca habían ocurrido.
— Eso es mentira. No me acosté con ninguno de los demás.
— Bueno, eso es lo que nos dijo él.
— Está bien. ¿Y qué más?
— Parece que al principio le causaba conflicto y que, aunque nunca te lo dijo, muchas veces pensó en que terminaran porque no se sentía suficiente.
— Qué tontería. Eso no te lo creo. Siempre ha sido suficiente. Claro que no le causa conflicto.
— No sé, Mildred. Pareces muy insistente en probar que sí estás satisfecha. Pero Edson a mí me dijo que al principio incluso le costaba mantener la erección, hasta que tuvo que empezar a inspirarse con ciertas fantasías.
Me quedé en shock. No había manera de que Antonio hubiera adivinado que a Edson le costaba mantener la erección las primeras veces en las que lo hicimos. No entendía por qué habría revelado eso. No solo lo afectaba a él, sino también a mí, pues seguramente ahora la gente pensaba que al estar con un pelele, yo también lo era. Si en algún momento sentí culpa al menospreciar a mi exnovio por no poder mantener su erección, ahora se había convertido en rencor al enterarme de que lo había ido revelando por ahí.
— ¿En serio les contó eso? —pregunté queriendo que la respuesta fuer no.
— Sí, y no te he contado con lo que fantaseaba, y lo demás que hay todavía.
— Oye, quiero que me sigas contando, pero siento que llevamos mucho tiempo aquí solos, y no quiero que se vea raro.
— No te preocupes. Te aseguro que a tu novio le está fascinando que estemos aquí solo tú y yo.
"Idiota," pensé, y me salí sin importarme sus palabras.
— Voy a la cocina. En un momento te mando mensaje para que me sigas contando por ahí.
Segunda parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3723278/Introduciendome-al-cuckoldry---Segunda-parte.html
Rápidamente, Edson encontró una buena oferta en Mercado Libre que llegó unos cuantos días después, así que la instalamos. Entonces comenzó a hablar con todos sus amigos, así como con los demás inquilinos para organizar una fiesta de inauguración.
Llegó el día, y ya era de noche. No muchos quedábamos en la alberca, ya que la mayoría de la gente se encontraba regada por todos lados. Los últimos en dejar el agua fuimos Antonio, Verónica, Edson y yo.
Para ese entonces, yo ya bastante liberal en casi todo (tal vez en todo lo que conocía en ese momento), y de igual manera lo era Edson. Una de las cosas en las que coincidíamos era en mi forma de vestir, ya que fue la primera pareja seria que tuve que en ningún momento me llegó a reclamar por vestir con muy poco. Así, el día de la fiesta no fue la excepción y, aunque no era la única con bikini, tal vez sí la que utilizaba el más provocador, que era rojo y de dos piezas. Edson no tardó en decirme que por mucho era la mujer más sexy del lugar.
De vuelta a la alberca, mi exnovio se había asegurado de que hubiera suficiente iluminación en todos lados, por lo que era fácil distinguir los cuerpos de todos. Aunque Edson era más alto, Antonio parecía tener mayor masa muscular, por lo que se veía más grande en general. Edson medía unos 190 cm y Antonio como 185, pero la diferencia entre el tamaño de sus torsos y hombros era notoria. Por otro lado, Edson tenía un vello facial más estético, lo que me hacía pensar ,que al final de cuentas, mi exnovio era más atractivo que él. Por otro lado, Verónica tenía una cara muy bonita, pero sus varios kilos de más hacían que que yo la opacara fácilmente, eso a pesar de la enorme (realmente enorme) diferencia entre el tamaño de nuestros senos. Supongo que algunos habrán leído mis relatos anteriores, y visto algunas de mis fotos, sabrán cómo soy, pero para los que no, les puedo decir que soy bastante alta, al medir 178 cm, y delgada también, pues peso tan solo 61 kg. Resulta que yo soy copa B, y Verónica fácilmente habría podido ser DD.
Aunque pasamos un largo rato los cuatro, eventualmente Edsony Verónica se salieron de la alberca, y solo quedamos Antonio y yo. Para entonces, entre los dos habíamos dejado una botella de tequila casi vacía, por lo que nos encontrábamos más propensos a la sinceridad que de costumbre. Fue así que hizo un comentario respecto al tamaño del pene de mi exnovio
— No te ofendas, pero se ve que tiene un micropene —dijo a pesar de los 16 cm que yo sabía que tenía.
— Es solo una reunión. No creo que haga falta que tenga una erección frente a todos los demás —contesté, algo sorprendida de que hubiera sacado un comentario así, aún cuando el contexto tenía un poco que ver con ello.
— No, pero en serio. Mira el mío —dijo manipulando su short de tal forma que la forma de su pene se marcara—. 15 centímetros y también está flácido. ¿Tienes idea de a cuánto llega cuando se pone duro?
En ese momento me sentí muy preocupada. Estaba confundiada, y no dejaba de preguntarme si yo había dado pie a que Antonio se tomara la libertad de hacer algo así.
— Se ve normal —dije pensando en levantarme y salirme de la alberca ya—. Como te dije, no creo que el de Edson estuviera en su máximo explendor cuando lo viste—. Concluí tratando de defenderlo instintivamente.
— Erecto o no, estoy seguro de que es más grande que el suyo. ¿Cómo te llena con eso?
Ahora estaba insultando nuestra vida sexual, mi vida sexual, así que tenía que responder.
— Claro que me llena. No olvides que soy muy delgada. Estoy segura de que cualquier hombre me podría llenar —respondí arrepintiéndome casi inmediatamente al darme cuenta de lo sucio que pudo haber sonado eso.
— ¿Estás segura?
— Sí.
— ¿Con cuántos hombres estuviste antes de él?
— Qué te importa eso. No creo que a Edson le parezca que me estés preguntando estas cosas —respondí con la mayor seriedad que el alcohol en mi cuerpo me permitió.
— ¿Y todos te provocaron orgasmos?
— Eso creo. Pero como te dije, no es algo que debería contarte.
— Yo creo que Edson no te ha provocado uno nunca. ¿O no estoy en lo correcto?
— ¿Qué? ¿Por qué pensarías eso? —dije nerviosa—. Tal vez no es que el suyo sea pequeño, sino que el tuyo es anormalmente grande. Con el suyo basta para satisfacerme, eso te lo aseguro —dije otra vez queriendo cortarme la lengua instantes despues.
La verdad era que no. Aunque Edson me provocaba sensaciones y placenteras, incluso al grado de que mis piernas temblaran y de que mis gemidos sucedieran involuntariamente, no había llegado a sentir esos orgasmos que masturbándome y con algunos otros hombres sí había tenido.
Conforme Antonio hacía más preguntas, pude notar que estaba empezando a tener una erección, y lo peor fue que yo me quedé ahí. Por unos momentos, un silencio que duró varios segundos me permitió visualizarme teniendo sexo con una sombra que eventualmente se revelaba como él. Con la personalidad tan extroveritda que tenía, lo imaginaba haciéndomelo muy apasionadamente.
— Una vez tuve Edson nos contó sobre ti. No sé si sabías que entre hombres hablamos mucho sobre nuestras parejas —dijo cambiando de tema.
— No sé. Me imagino que sí. Las mujeres también lo hacemos.
En ese momento ya había atrapado mi atención. Si antes quería irme, ahora esa idea no me pasaba más por la cabeza , pues quería saber si lo que me estaba diciendo era verdad, y si lo era, de qué se trataba.
— ¿No quieres saber qué nos contaba?
— A ver dime. Y también cuéntame quiénes estaban.
— Bueno, de quiénes estaban no me acuerdo tan bien, pero sí recuerdo que nos decía que cuando te conoció, a todos sus compañeros les parecías la más bonita de la materia. Que se la pasaba viéndote pero no creí para nada que le fueras a hacer caso hasta que te acercaste a hablarle.
La historia tenía más o menos sentido. Al menos podía saber que era cierto que me miraba mucho, y que por la misma curiosidad que eso me causaba, fui yo la que se acercó a hablarle.
— Esa podría ser la historia de cualquier pareja —respondí, tratando de sonar incrédula.
— Pero después nos contó que no eras virgen, y que probablemente incluso estuviste con otros de sus compañeros antes que él, porque varios le decían que habían estado contigo antes de que fueran novios.
Ciertamente, no era virgen para ese entonces. No sabía si simplemente lo había adivinado, o si Edson en verdad les había contado algo así. En cuanto a lo segundo, definitivamente era mentira, ya que nos hicimos novios como a las tres semanas de conocernos, por lo que me fue imposible haber tenido tiempo para relacionarme de esa forma con alguien más. Por otro lado, también sabía que a los hombres les encantaba presumir sobre cosas que nunca habían ocurrido.
— Eso es mentira. No me acosté con ninguno de los demás.
— Bueno, eso es lo que nos dijo él.
— Está bien. ¿Y qué más?
— Parece que al principio le causaba conflicto y que, aunque nunca te lo dijo, muchas veces pensó en que terminaran porque no se sentía suficiente.
— Qué tontería. Eso no te lo creo. Siempre ha sido suficiente. Claro que no le causa conflicto.
— No sé, Mildred. Pareces muy insistente en probar que sí estás satisfecha. Pero Edson a mí me dijo que al principio incluso le costaba mantener la erección, hasta que tuvo que empezar a inspirarse con ciertas fantasías.
Me quedé en shock. No había manera de que Antonio hubiera adivinado que a Edson le costaba mantener la erección las primeras veces en las que lo hicimos. No entendía por qué habría revelado eso. No solo lo afectaba a él, sino también a mí, pues seguramente ahora la gente pensaba que al estar con un pelele, yo también lo era. Si en algún momento sentí culpa al menospreciar a mi exnovio por no poder mantener su erección, ahora se había convertido en rencor al enterarme de que lo había ido revelando por ahí.
— ¿En serio les contó eso? —pregunté queriendo que la respuesta fuer no.
— Sí, y no te he contado con lo que fantaseaba, y lo demás que hay todavía.
— Oye, quiero que me sigas contando, pero siento que llevamos mucho tiempo aquí solos, y no quiero que se vea raro.
— No te preocupes. Te aseguro que a tu novio le está fascinando que estemos aquí solo tú y yo.
"Idiota," pensé, y me salí sin importarme sus palabras.
— Voy a la cocina. En un momento te mando mensaje para que me sigas contando por ahí.
Segunda parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3723278/Introduciendome-al-cuckoldry---Segunda-parte.html
3 comentarios - Introduciéndome al cuckoldry