Buenas gente de P!
En esta oportunidad les presento la segunda parte del segundo capítulo de la saga
La cual fue dividida en 2 ya que se hizo muy extenso para 1 solo post.
Si te perdiste la primer parte podés entrar haciendo click -> ACA <-
Espero que lo disfruten y próximamente subiré la tercer parte de esta saga.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE:
[/color][/size] Todos los personajes son ficticios y cuentan con la mayoría de edad.[/b]Si te perdiste la primer parte podés entrar haciendo click -> ACA <-
Espero que lo disfruten y próximamente subiré la tercer parte de esta saga.
Se aceptan críticas y sugerencias, un saludo y sin más, al relato!
IMPORTANTE:
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Crónicas de un detective privado [Capítulo 2 / Parte 2].
Una explosión de colores y música invadieron mis ojos y oídos.
Pero había un detalle que llamó mucho mi atención, el lugar estaba repleto de mujeres en paños menores deambulando de una punta a la otra.
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El lugar era enorme, había una extensa barra al fondo con mujeres sirviendo tragos, hacia los costados había una especie de escenarios con misteriosos caños de acero y al final sobre uno de esos una mujer casi desnuda bailando mientras una cantidad de hombres disfrutaban tal espectáculo.
La música disco sonaba de fondo bastante fuerte y las luces de ese tipo verdes, rojas, rosas, azules, etc. nunca las había visto en mi vida.
Estaba completamente perdido ante tantas cosas nuevas, a lo que Charly me da una palmada en la espalda para traerme nuevamente a la tierra.
— Bueno, parece que nunca estuviste en un lugar así — dijo en voz alta.
— No… la verdad que no.
— Siempre hay una primera vez.
— ¿Qué… qué vamos a hacer? — pregunté incómodo.
— Ya te vas a enterar, tranquilo.
Nos dirigimos hacia la barra donde había tres mujeres con grandes pechos y hermosa sonrisa atendiendo.
Evidentemente a Charly lo conocían ya que ni bien llegó y se sentó en uno de las altas banquetas de madera que había y se puso a charlar con una y otra mujer.
Me senté a su lado, por dentro estaba extasiado ante tal espectáculo, pero al mismo tiempo estaba lleno de vergüenza y timidez al punto de que no quería ni mirar a mi alrededor.
— Hola bombón ¿Qué vas a tomar? — me preguntó una morocha exhuberante, con grandes pechos cubiertos por un corpiño lleno de brillantes.
— Eh… yo… nada — respondí nervioso.
— ¿Nada? — me preguntó mientras reía.
— Traeme dos whiskys, bien fuertes — respondió Charly que estaba a mi lado.
Tras eso, yo seguía sin entender nada, realmente no podía procesar tanta información.
Charly me miraba y se reía, y me dijo por lo bajo que pida lo que yo quiera que estaba todo pago.
Trajeron el tan famoso whisky, era una bebida de color amarillento-amarronado con unos hielos flotando dentro de un vaso de cristal redondo.
Charly me hizo señas de que lo imite, y él de un trago, vació el vaso entero y lo apoyó nuevamente sobre la barra, quedando solo los hielos haciendo un sonido tan característico al chocar entre sí.
Yo no podía quedarme atrás, así que hice exactamente lo mismo, acto por el cual sentí un enorme ardor en mi garganta y pecho, sentí como mi temperatura corporal aumentaba y me generó una tos seca que parecía que se me iban a salir los pulmones.
Charly reía y preguntó si nunca había tomado, a lo que le dije que no con la cabeza y pidió dos vasos más.
Nuevamente Charly hizo lo mismo con su bebida y en un movimiento rápido lo dejó vacío, pero yo ya no tenía ganas de hacerlo, por lo que había dejado el vaso en la barra.
Pasaron algunos minutos cuando la morocha que me había atendido se acercó a mi y me hizo señas de que me quería decir algo al oído.
— La segunda vez es más fácil, vos podes — me dijo con una voz muy sensual.
Acto seguido y ya motivado por la mujer, agarré coraje y repetí la operación.
Nuevamente un ardor invadió todo mi cuerpo, tanto que parecía que el mismo diablo me estaba quemando por dentro, pero no tocí como la primera vez.
Luego de ese segundo vaso y al cabo de unos minutos, me sentía mucho más aliviado, había perdido esa sensación de timidez, vergüenza y miedo que tenía en un principio y ya disfrutaba de la vista de las bellas mujeres que pasaban una y otra vez ante mis ojos.
Pasó un buen rato en el que charlamos con Charly de cosas sin importancia hasta que siento que tocan mi hombro.
Me giro hacia la izquierda y me topo de frente con una mujer despampanante. Tenía una especie de vestido con una tela en forma romboidal que cubría su cuerpo, el cual dejaba ver unos exquisitos pechos cubiertos por un corpiño, al igual que el de su compañera, llena de brillos y una diminuta ropa interior en su parte inferior.
Media 1,60mts aprox, pero unos zapatos con tacos ayudaban a que su altura se equipare casi con la mía. Tenía su pelo corto y ondulado, piel trigueña, bonita sonrisa y unos ojos raros, color amarillo verdoso que eran muy llamativos.
— Hola — me dijo la sensual mujer.
— Ho… hola — tartamudeé.
— ¿Vos sos Darío? — preguntó
— Sí respondí.
— Yo soy Cristina, un gusto — dijo mientras me daba un beso en el cachete.
— Ah… — respondí, totalmente bloqueado.
— Me dijeron que eras lindo, pero no sabía que tanto — mientras me sonreía.
— Bueno, gracias, usted también es hermosa — contesté.
— Nada de usted, tratame de - vos -.
— Perdón.
— ¿Ya conocías el lugar? — me preguntó mirándome a los ojos.
— N...no, es la primera vez que vengo.
— ¡Que bueno! ¿Lo querés conocer?
No respondí, lo miré a Charly incrédulo, esperando una respuesta o una aprobación, realmente no entendía nada.
— Andá con Cristina conocer — dijo Charly en voz alta. — Necesito que recuerdes cada rincón del lugar, así que prestá atención, ese es tu trabajo de hoy — me dijo al oído en secreto.
Acto seguido la mujer tomó mi mano y me llevó caminando, yendo ella adelante mio sin soltarme.
El vestido que tenía dejaba ver absolutamente todo su culo, que cubierto solo por esa delgada tela, con solo moverse generaba un baile hipnótico a cada paso, lo cual me hacía muy dificultoso ver mi entorno como me había pedido Charly.
Caminamos por un caminito formado entre las mesas y escenarios hasta llegar a un pasillo. Otro gigante estaba parado en el ingreso del mismo, ingreso que estaba tapado por una cortina negra.
Ella habló unas palabras con él antes de ingresar y me pide que la siga, el hombre agacha un poco su cabeza en señal de reverencia ante mi paso y avanzamos. Tras correr la cortina el pasillo giraba hacia la derecha, la iluminación había cambiado, siendo una luz clara de color rojizo la que prosperaba.
Nuevamente me toma la mujer de la mano y sigue caminando, el pasillo estaba decorado con fotos de mujeres desnudas y cuadros de tipo erótico, tras doblar había un montón de puertas negras numeradas y se escuchaba lo que a mi entender eran gemidos desde alguna de esas puertas.
La música desde acá ya se escuchaba mucho menos. Pasamos unas cuantas puertas de largo hasta que la dama se detiene y con una llave abre una de las habitaciones.
Ingresa ella y yo entro atrás, tras lo que vuelve a cerrar con llave desde adentro. Prende la luz y veo una cama matrimonial frente a mi, una pequeña mesita de luz con un velador y un reloj y un pequeño baño a mi derecha. Realmente no entendía nada.
— ¿Contame Darío, nunca estuviste en un lugar así? — dijo mientras aún se mantenía de pie al lado mio.
— No, la verdad es que no — respondí.
— Aaah… bueno… y contame ¿Cuántos años tenés?.
— 19 — contesté.
— ¿Y tenés novia?
— No.
— ¿Nunca tuviste?
— No.
— ¿Estuviste con alguna mujer?
— Hmmm… no — respondí con vergüenza.
— Epa, no me agaches la mirada, me encanta saber eso — dijo mientras con su dedo índice levantaba mi rostro desde mi pera obligando a que la mire a los ojos.
— Es que….
— Shh… no me digas más.
Tras ese cruce de palabras tomó mi mano nuevamente llevándome a la cama, quedando ella de pie y yo sentado al borde. Tomó su tan peculiar vestido y se lo quitó de abajo hacia arriba lentamente dejándome ver su hermoso cuerpo solo cubierto por su corpiño y ropa interior.
Se fue acercando despacio hacia mí mientras me miraba fijamente con sus llamativos ojos, una vez a una distancia prudente, tomó una de mis manos y las llevó hacia sus tetas.
— ¿Osea… nunca tocaste unas así? — preguntó mientras presionaba mis manos sobre sus pechos.
— N… no… nunca — dije nervioso.
— Es decir que todo esto va a ser nuevo para vos.
— S...sí — contesté.
— Bueno, vos relajate y disfrutá, estoy seguro que esto te va a encantar.
Acto seguido llevó sus brazos hacia atrás y en un hábil movimiento dejó caer su corpiño al suelo.
Quedé nuevamente petrificado ante lo que veía. Dos tetas enormes cayeron por acción de la gravedad y quedaron rebotando en el aire por una milésima de segundo pero que para mi había sido eterno. Tenía unos pezones enormes, con unas aureolas oscuras gigantes que ocupaban casi toda la piel de sus pechos.
Se acercó de nuevo a mi y esta vez tomó mis dos manos y las apoyó arriba de sus tetas, me dijo en voz baja que las toque, las acaricie, las apriete, juegue, experimente y así lo hice.
Sentía su piel erizada mientras hacía lo que ella indicaba, al mismo tiempo que sus pezones se ponían duros y puntiagudos, sus tetas eran suaves al tacto, gelatinosas al apretarlas, realmente me encantaban.
Estuvimos unos momentos así, hasta que algo nuevamente me desconcertó. Sentí su mano rozar por mis piernas, me acariciaba por arriba de la tela de mi jean con mucha suavidad y tranquilidad. Los jeans de aquél entonces eran mucho más gruesos que los actuales, pero podía jurar que sentía fuego con cada caricia que me propiciaba Cristina.
Poco a poco fue avanzando, dando leves toques y apretones sobre mi miembro que a estas alturas estaba completamente duro.
Mientras me insistía para que siga acariciándola, con sus manos tomó mi cinto de cuero negro, y tras quitármelo, desabrochó el botón de mi bragueta y bajó el cierre.
Hizo fuerza hacia abajo, obligándome a que me levante un poco, para bajar en un solo movimiento mis jeans y calzoncillos hasta mis tobillos.
Miré hacia abajo, sentía latir mi corazón y pene al mismo tiempo, creo que hasta ese día nunca había tenido una erección tan fuerte.
La mujer me sonrió, dijo que estaba muy bien dotado (cosa que en ese instante no entendí a qué se refería), y tras acomodarse ahora con su rostro más cerca de mi miembro, empezó a acariciar y jugar con sus manos, recorriendo cada rincón del mismo, pasándole la uña con suavidad, masturbándome rápido, lento, tocando mis testículos, todo a su tiempo y yo sintiendo inmenso placer.
De pronto vuelve a detenerse, abre grande su boca, me mira, sonríe nuevamente y se mete mi pene adentro.
En un principio no sabía que estaba haciendo, pero comencé a sentir inmediatamente un placer único que nunca jamás había experimentado en mi vida.
Por momentos cerraba mis ojos completamente perdido ante su actuación y en cuanto podía la miraba y lo único que veía es como mi pene aparecía y desaparecía dentro de su boca una y otra y otra vez, al mismo tiempo que yo deliraba de placer, sintiendo como su lengua hacía mil cosas con la cabeza de mi miembro.
Ella en su experiencia parecía notar mis puntos débiles y mis momentos claves, no sabía cuánto tiempo había pasado pero tuve la sensación de que iba a acabar unas 4 o 5 veces, y justo antes de que eso ocurriera, ella se detenía me dejaba recomponerme y volvía a atacar, al parecer disfrutaba generando eso en mi.
Tras un rato más así me volvió a mirar y me dijo que me prepare que ahora venía la frutilla del postre.
Me pidió que me saque el pantalón junto con mis botas y si quería estar más cómodo también mi camisa.
Obedecí sin chistar, aunque recuerdo que estaba rojo de la vergüenza, ella notaba cada sentimiento mio y me tranquilizaba una y otra vez.
Yo seguía en el borde de la cama sentado, pero esta vez completamente desnudo, mi pene estaba hinchadísimo, duro, brillaba gracias a la saliva que me había dejado ella, realmente no parecía el pene que convivía conmigo a diario.
Se alejó unos pasos de la cama acercándose hacia la puerta, se agachó dejando todo su culo en un primer plano enorme, para sacarse sus zapatos y posteriormente tras darse vuelta, y previo a un sensual y lento baile, se bajó su diminuta ropa interior para quedar completamente desnuda.
Tenía una vagina que sobresalía entre medio de sus piernas con algunos pelitos de color negros dando un hermoso tono decorativo.
Puedo jurar que se me caía la baba de solo verla en ese estado.
Se acercó nuevamente hacia mi, me miró con una mirada ultra sensual y excitante, tomó mi rostro con sus manos y empezó a – comerme – la boca a besos.
Mis besos eran muy torpes, puesto que salvo alguna noviecita de la escuela, no había tenido mucho más que eso, pero seguí su ritmo lo mejor que pude.
Mientras me besaba hizo que me recueste en la cama y con su mano libre jugaba con mi miembro que nuevamente estaba al borde de estallar.
Puso sus labios junto a mi oído y me preguntó cómo quería hacerlo. A lo que no emití respuesta dado que estaba completamente perdido y extasiado ante todo lo que estaba viviendo en esa habitación.
Ante mi falta de respuesta me indicó que me recueste bien en la cama, y tras ubicarse ella de espaldas a mí, tomó mi pene con una mano y se fue sentando lentamente arriba del mismo.
Por primera vez estaba sintiendo una vagina abrazar mi pene, se sentía muy húmedo y caliente, me llenaba de placer con cada movimiento. Subía y bajaba lentamente, yo me recosté un poco sobre la cabecera de la cama para poder ver mejor todo y ver así su enorme culo desde atrás subiendo y bajando continuamente.
Aumentaba y disminuía el ritmo a su gusto y me regalaba constantemente miradas girando su rostro hacia atrás para ver cómo la estaba pasando yo.
Yo solamente me limitaba a mirar y disfrutar, por momentos sentía intensos espasmos en mi pene y me aferraba a las sábanas con ambas manos en un desesperado intento de aguantar un poco más, acción por la cual ella se detenía dejando mi miembro completamente adentro y esperaba unos segundos a que me relaje para volver a subir y bajar con una delicadeza y calidad únicas.
Mucho más no podía aguantar, sentía que en cualquier momento iba a acabar, la sensación cada vez era más recurrente y fuerte, el corazón me latía sin parar queriendo salir de mi pecho y sin querer hacerlo se me escapaban sonoros suspiros de manera constante cada vez que me acercaba a mi límite.
Fue en ese entonces, mientras ella estaba sentada con mi pene completamente adentro dándome un poco de aire para que me recupere otra vez, que recordé a la rubia de mi primer trabajo con Charly.
Por primera vez en la noche rompí con todas mis barreras y miedos, tomé coraje, y hablé.
— ¿Podemos cambiar? — dije con voz firme.
— Sí bonito, lo que quieras — respondió mientras me miraba y sonreía aún de espaldas a mí.
— Quiero que te pongas en la posición de perrito.
— Hmm que rico, me encanta — y tras salir de arriba mio se puso en posición.
— ¿Puede ser mirando para allá? Y señalé un costado de la habitación.
— Sí, no hay problema — giró — por favor te pido, si vas a acabar hacelo afuera.
— Bueno — respondí mientras recordaba la escena de la misteriosa mujer y sabía que exactamente era eso lo que quería hacer.
Una vez ella en posición yo fui hacia atrás, su culo en 4 era impresionante, y lo que me llamó la atención es que en esa pose pude notar el contraste de su piel trigueña con su ahora abierta vagina que era de un color rosado increíble y se notaba con un particular brillo que salía desde adentro generando leves gotitas que caían en el colchón.
Tomé mi miembro con una mano, con más dudas que certezas, pero a mi favor tenía que su concha estaba bien abierta y visible, haciendo que sea evidente el lugar donde tenía que – embocarla – , estaba acercándome para penetrarla, cuando me detuvo para pedirme que escupa sobre mi mano y la frote en mi miembro y recomendó que siempre lo haga para que sea más placentero.
No entendía muy bien los motivos pero hice caso a lo que me dijo, y tras llenarla de saliva, nuevamente retomé mi acción, y fui acercándome lentamente hacia su agujero. Puse la cabeza en la entrada, contuve un poco la respiración y empujé.
Entró sin ningún tipo de problemas. Comencé con un movimiento torpe y fuera de ritmo a penetrarla con mis brazos apoyados a los costados de mis piernas, por lo cual Cristina tomó una de mis manos y la apoyó en la cintura indicándome que haga lo mismo con la otra.
Ya aferrado a ella y con más firmeza empecé a mejorar mi ritmo, comencé a penetrarla fuerte haciendo que nuestros cuerpos hagan ruido al chocar entre sí y ella en cada arremetida soltaba un grito que me excitaba aún más.
Sentía mucho más placer en esta pose, o tal vez era el morbo que me generaba recordar a la rubia siendo garchada en la misma posición, y al cabo de unos minutos no pude soportar más. Comencé a sentir mi pija palpitar como nunca en mi vida y a mi corazón latir rapidísimo.
Saqué con rapidez mi pene de adentro de la vagina, vi como estaba completamente hinchado, con las venas marcadas como para explotar, y lo tomé con una de mis manos para apuntarlo hacia arriba.
El primer chorro de semen salió con violencia, cayendo en el pelo y parte de la espalda de Cristina, tras ese salieron otros 4 o 5 chorros menos potentes en cuanto a fuerza pero igual de cargados en cuanto a cantidad. Su espalda quedó totalmente enchastrada del blanco semen que salió de mi interior y el contraste de su piel con mi semen era algo que jamás voy a olvidar.
— Wow Darío, no puedo creer la cantidad que acabaste — dijo sorprendida y aún en pose de perrito.
— Yo… yo tampoco — respondí con la voz entrecortada intentando recuperarme.
— ¿Te gustó? — preguntó mirándome girando su cabeza por encima de su hombro.
— Me encantó.
— Buenísimo… ya sabés donde encontrarme.
— Sí — respondí ya más tranquilo.
Acto seguido se levantó de la cama y entró al pequeño baño, mientras yo estaba acostado recuperando un poco mi ser tras semejante acabada y sesión de sexo, y al pasar por delante mío, pude ver como mi leche seguía chorreando por su cuerpo invadiendo su culo y parte de sus piernas, regalándome una de las imágenes más morbosas que tengo grabadas en mi memoria hasta el día de hoy.
Tomó una ducha muy rápida y en apenas unos minutos ya estaba afuera de nuevo.
Miró el reloj que estaba en la mesita de luz y me dijo si quería yo ducharme que aún había tiempo.
Acepté la oferta y me di una ducha rápida también, mientras reflexionaba un poco en la locura que había sido todo eso.
Una vez duchado salí nuevamente hacia la habitación donde Cristina ya se encontraba vestida y sentada en la cama.
Hice lo mismo mientras charlábamos banalidades con la mujer.
Finalmente llegó la hora de irnos, pero justo antes de salir de la habitación Cristina me tomó del cuello de la camisa con fuerza llevándome contra una de las paredes y me besó con furia y pasión, a lo cual respondí de la misma manera, aunque seguía siendo muy torpe a la hora de besar.
— ¿Vas a volver ? — preguntó.
— Sí, seguro — respondí.
— Bueno, yo trabajo viernes y sábados desde las 00hs, si estoy disponible buscame que pasas cuando quieras gratis.
— Bue… bueno. — respondí, aún no entendía qué era eso de – gratis –.
Finalmente salimos de la habitación, recorrimos el pasillo, y volvimos por los mismos pasos que al ingresar. Yo caminaba feliz, contento, tenía el pecho completamente inflado y sentía la extraña sensación de poder volar con cada paso que daba.
Tras pasar la cortina, el lugar seguía igual, aunque con un poco más de gente. Todos los hombres presentes la miraban al pasar con ese peculiar vestido, y tal como me llevó, me traía agarrado de la mano.
Llegamos nuevamente a la barra y Charly aún estaba sentado en el mismo sitio.
— Bueno, veo que han regresado — dijo Charly mientras reía.
— Sí, tal parece que Darío no se quería ir — contestó Cristina en tono jocoso.
— ¿Cómo la pasaste? — me preguntó Charly.
— Re bien contesté — tenía una sonrisa de oreja a oreja.
— Bueno, yo me tengo que ir — dijo Cristina — un gusto Darío — mientras me saludaba — chau Charly, nos vemos — y se fue a una puerta que estaba al fondo detrás de la barra.
Yo la seguí con la mirada totalmente embobado, a lo que Charly me sacó del trance con un leve codazo. Me dijo que era la hora de irnos, miré mi reloj pulsera, eran las 4:30 de la mañana.
Tras saludar a las chicas de la barra nos fuimos.
Charly me pidió que lo lleve a la casa mientras me preguntaba sobre mi experiencia y que tal la había pasado.
Luego del breve recorrido y ya siendo las 6 de la mañana, el cielo empezaba a aclararse, así que paré en una cafetería que estaba cerca, a disfrutar de un rico café con leche y facturas mientras procesaba todo lo vivido aquella gloriosa noche.
Finalmente y sin apuro volví a mi casa que estaba en completo silencio, siendo sábado, no tenía que salir corriendo a llevar a mi hermana a la escuela.
Así que sin más, me cambié, me acosté y me dormí profundamente.
Continuará…
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