Atiné a cubrirme con las manos la excitación evidente de mis pantalones. Solo nos mirábamos con JungKook.
-Voy a mi cuarto- dije, no muy convencido. Él asintió solamente con la cabeza porque cuando intentó hablar, solo salió un sonido ronco.
Entré a mi cuarto y cerré la puerta. Me tumbé en la cama y a pesar de lo holgado de la ropa deportiva, la presión hacia que me urgiera quitármelos. Desaté el cordón y noté que parte de la humedad había traspasado mi ropa interior. Bajé una de mis manos, hasta sentir que lo tenía agarrado firme, y comencé a subir y bajar lentamente. Cerré los ojos y me dejé llevar. Podía escuchar mis latidos y mi respiración acelerados. También mi mano que se iba humedeciendo a medida que aumentaba la velocidad. Comencé a escuchar a su vez, otros jadeos, los de Kookie. A pesar de la distancia de nuestras habitaciones lo escuchaba. Ambos terminamos y la suite quedó en silencio. Me invadió una mezcla extraña de pudor, arrepentimiento y soledad. Decidí dormirme a la fuerza, y esperar que mañana todo vuelva a la normalidad.
Unos golpes tímidos sobre la puerta me despertaron. Contesté desde dentro y la puerta se abrió suavemente para develar el rostro de JungKook. Me traía el desayuno a la cama porque no quería que se enfriara. Me había sorprendido de muchas formas a la vez. Lo invité a pasar y se sentó a los pies de la cama, mientras tomaba su taza de té. Desayunábamos sin decir una palabra. Hasta que rompió el silencio disculpándose:
-No debería haberte retenido ayer durante la llamada de Abraxas... Ni haberte pedido la foto.
Estaba realmente avergonzado y yo lo entendía, así que se lo dije, mientras me excusaba:
-Kookie, hace rato estamos solteros, nuestras relaciones se ven siempre truncadas por la fama. Es lógico que tengamos un momento de excitación y más con el relato de esa chica y éste aislamiento. Somos amigos y podemos entendernos.
Sonrió satisfecho por mi respuesta y se levantó a llevar los restos del desayuno al carrito. Mientras me ponía de pie también, me dijo riendo antes de abandonar mi cuarto: -¡Y cambia las sábanas, que apestan!
Me puse rojo y emprendí la limpieza. Quité las sábanas y las coloqué en una bolsa que nos habían dejado para respetar el protocolo. Como nadie ingresaba a nuestras suites más que nosotros, el aseo dependía exclusivamente de ambos. Nos encontramos en el recibidor, ambos sacando las bolsas con las sábanas. No pudimos evitar reírnos para romper la vergüenza. Cuando estábamos por sacar los carritos del desayuno y la cena que habíamos dejado intacta de anoche, recordé la carta.
¿Deberiamos responder o solo había sido otro acercamiento de Abraxas? No estábamos seguros, por lo que decidimos responder. Intentando que llegase a destino, la dejaríamos a la misma hora que llegaba la cena en el recibidor.
Durante el almuerzo estuvimos hablando con el resto de los chicos. NamJoon había decidido quedarse en el desayunador de la suite que compartían Jin y Jimin, en el segundo piso. Joongi y Hoseok compartían la suite del tercer piso debajo de la terraza. Nosotros éramos los que más cerca de la planta baja estábamos, por lo que escuchábamos algo más de movimiento en la zona del ascensor. Aún restaban varios días para que nos pudiésemos juntar a ensayar todos juntos y compartir al menos una comida. Hasta entonces alguna partida online de Overwatch o una videollamada sería todo lo permitido.
Obviamente no les contamos nada de todo lo ocurrido porque sino Kookie se delataría de su escape en la playa. Por lo que guardaríamos el secreto siempre que fuese posible.
Llegó la noche y ya teníamos escrita la carta. La dejamos en el recibidor y esperamos hasta que llegó la misma chica rubia del servicio. Así fue y al dejar el carrito con la cena junto a nuestra puerta dió media vuelta y se dirigió al ascensor. Con JungKook espíabamos por la mirilla, mejilla con mejilla, totalmente desilusionados. Antes de entrar al ascensor, en un rápido movimiento se acercó hasta la carta que descansaba en el suelo y se fue. Ambos sonreímos triunfantes.
La puerta del ascensor se cerró, y con ella nuestra carta desapareció.
En ella sólo había dos oraciones: "Sé quién eres. No sé qué quieres". Decidimos escribirla en primera persona para que pensara que sabíamos a quién iba dirigida. Si era Abraxas quién había escrito, la carta era obviamente para Gguk. También decidimos aclarar que sabíamos que la que había tomado la carta era la chica rubia del servicio, fuese o no la que mensajeaba a mi amigo. Y por último, dimos lugar a qué nos contara sus intenciones; si era Abraxas, sería parte de su juego erótico.
Nos dormimos luego de mirar una película, sabiendo que no tendríamos respuesta hasta la noche siguiente, cuando fuese el turno de la chica rubia.
Intentamos aprovechar la mañana y relajarnos para no pensar en Abraxas o la carta. Así fue que nos dirigimos a la sala de estudio que teníamos en la suite. JungKook intentaba componer una nueva canción. Tenía algo de la letra pero necesitaba ideas para la melodía. Nos sentamos ambos en el piano y mientras él tocaba algunos acordes y cantaba, yo lo acompañaba con los coros, intentando encontrar nuevas líneas melódicas. La letra hablaba sobre el deseo de ser libre, de abrir en plenitud las alas y dejar al espíritu fluir, pero se autoflagelaba sus divinas alas para ser como el resto. Le faltaba el final pero me dijo que aún no lo tenía decidido. Quizás el ángel mutilado se lamentaría toda la eternidad o despertaría para descubrir que fue un sueño. Yo intentaba relacionar los hechos recientes con la canción: quizás JungKook quería salir y vivir su juventud como el resto pero al hacerlo debía cortar las alas de la fama... o talvez era lo contrario, BTS y el ser reconocido significaban cortar las alas de su vida social.
Chasqueó los dedos y salí de mi trance. Nos reímos y decidimos dar una repasada más al tema antes de ir a jugar nuevamente al Overwatch con el resto de la banda. Intentábamos coordinar para pasar un rato divertido los siete. Cerca de las 16hs Jin, Jimin y Joonie nos avisaron que se irían a la terraza, por lo que decidimos dejar los videojuegos de lado un rato y tomar un té tranquilos mientras escuchábamos algo de música. Saber que nuestros amigos estaban a pocos metros nuestros y no los podíamos ver era frustrante. Terminamos por enviarle un mensaje a nuestra secretaria para reservar la terraza. Jeong-Yang respondió de inmediato y nos dijo que podríamos usarla recién a las 20hs. Si íbamos a la terraza a esa hora, no veríamos si la chica rubia nos dejaba la carta al entregar la cena. Le agradecemos a Yang, pero le dijimos que la utilizaríamos otro día, sin dar más motivos.
Esperamos hasta la hora de la cena, cuando escuchamos el ascensor. Nos pegamos mejilla con mejilla para verla acercarse y dejar el carrito de la comida. Parecía que se iría sin más cuando miró por encima de su hombro a ambos lados y sacó una carta de su chaleco gris. Nos movimos levemente para que nuestros pies no interrumpieran la entrada de la carta por debajo de la puerta. La tomé rápidamente y la abrí con el mayor cuidado, pero estuve casi seguro de que se oyó el papel rasgándose. Dentro solo había nuevamente tres palabras: "Quiero jugar contigo".
Miramos nuevamente por la mirilla y la vimos sosteniendo su celular. En ese preciso instante vibró el teléfono móvil de JungKook en su bolsillo. Abrió los dos mensajes que había recibido y me los mostró:
En un movimiento sincronizado ambos miramos a través de la puerta solo para ver como desaparecía la luz del ascensor. Impulsivamente salimos al recibidor. No podría determinar quién de nosotros dos fue el que abrió la puerta y cuál llamó al ascensor, pero claramente no estábamos pensando con claridad. Para no cruzarnos con nadie bajamos hasta el subsuelo. Las escaleras hubiesen sido una mejor opción pero ya estábamos descendiendo en el único ascensor habilitado. Los otros dos estaban fuera de servicio para limitar las zonas comunes. En cambio las escaleras estaban habilitadas en caso de incendio u otro siniestro.
Se abrió la puerta y el subsuelo estaba en penumbras. Se escuchaba el lejano ruido de las máquinas de la lavandería y el calor era casi intolerable. La habitación en la que estábamos tenia tres puertas. Dos de ellas estaban cerradas y tenían carteles que indicaban "Lavandería" y "Calefacción central". La puerta restante daba a una pasillo que a penas estaba iluminado por la luz que escapaba por debajo de las puertas. Eran las habitaciones de servicio y donde seguramente descansaban la seguridad que nos asignaba la discográfica y nuestra secretaria.
De repente una de las puertas se abrió.
Salimos de la parálisis y abrimos la puerta que teníamos más cercana. Resultó ser el cuarto de calefacción y si bien no había nadie allí, el calor hacia que pareciese el mismo infierno. Con JungKook nos escondimos esperando escuchar un ruido que nos indicara que podíamos tomar nuevamente el ascensor o utilizar las escaleras al menos. La habitación no era más que un conjunto de caños y lo que parecía ser un aire acondicionado enorme. El calor que nos sofocaba era solo del motor encendido. No soportaríamos mucho tiempo allí.
Gguk estaba con su teléfono en mano, escondido detrás de unas tuberías a mi lado. Dirigió la pantalla del celular hacia mi y declaró: "Ella controla la situación".
Confirmé lo que decía mi amigo. Abraxas le hablaba cuando quería, dejaba que le respondiera y luego lo bloqueaba para demostrar el dominio. Quizás lo había hecho siempre pero ésta era la primera vez que demorábamos en contestar, y por ello nos dimos cuenta. Le pregunté a JungKook si la recordaba ahora que tenía una foto de ella. Me dijo que cuando vio la foto recordó sus brackets, que le habían parecido muy tiernos, y también su escote; ésto último lo dijo con una mezcla de pudor y lujuria, que delataban sus mejillas color. Presionó su mano contra la entrepierna cubriendo una evidente excitación. Retomó el relato, diciendo que aún así no podía recordar su cara, y que esa noche utilizaba una peluca al igual que él. Le pregunté si el saber que ella tenía el dominio de la situación, eligiendo en qué momentos enviar mensajes, sabiendo nuestros movimientos e incluso consiguiendo su número de la nada, lo asustaba o lo excitaba. Tragó saliva y quitó su mano de la entrepierna para revelar una erección que se marcaba en su pantalón, y la señaló. Lo miré a los ojos y le dije: "Yo también". Y para confirmarlo agarré mi erección.
Kookie se acercó a mí en ese momento y me dijo: "Ya sabía que te excitaba, te escuché... anoche". Creo que eso me excitó a un más y le dije que yo también lo había escuchado. En realidad lo había escuchado dos veces veces ya, pero no era momento de entrar en detalles. Le confesé, sin embargo, que si en este momento hubiésemos estado arriba me hubiese echado en la cama y desabrochado el pantalón para relajar la presión de la tela ajustada.
-No me importa si lo haces ahora- Dijo indiferente, a la vez que desabrochaba su pantalón y bajaba lentamente su cierre. No se quitó el boxer, pero se notaba que ya no estaba tan aprisionado su bulto. Yo hice lo mismo, desabotonando el jean y deslizando la cremallera hacia abajo. Ambos nos estamos agarrando nuestras propias erecciones. "¿Es el calor de aquí o soy yo?"- dije deslizando mi mano levemente a través de mi boxer, haciendo que la punta húmeda lo mojara. JungKook asintió, creo que refiriéndose a la primer opción mientras de reojo miraba mi entrepierna. Hizo lo mismo con su enorme bulto; deslizó su mano a través de él, haciendo que su boxer se mojara. Pero luego, volvió su mano a la posición inicial y la volvió a deslizar, y se mojó nuevamente haciendo un sonido muy excitante. Comencé a hacer lo mismo. Estábamos tan cerca que nos rozábamos los codos al hacer ese movimiento repetitivo. Tenía tanto calor interno que mis labios se secaban, por lo que decidí pasarles la lengua e instintivamente me los mordisqueé. Giré mi cabeza y JungKook hacia lo mismo a la vez que tomaba su enorme erección con ambas manos, aún conservada dentro de su boxer, que ya estaba bastante mojado.
-No podemos terminar aquí, no tenemos con qué limpiar- comentó Gguk preocupado.
-Ni sábanas si quiera...- dije y ambos reímos en voz baja ante la ocurrencia.
Fuera no se escuchaba nada. Ni las máquinas de la lavandería que debían haber terminado ya con nuestras sábanas resecas de pegotes. Por más excitación que tuviésemos era nuestro momento para huir. Nos abrochamos nuevamente los pantalones y nos acercamos lentamente a la puerta. La abrimos a penas para intentar descifrar el silencio. Parecía todo en calma. La abrimos totalmente y encontramos la puerta que daba a los dormitorios cerrada. El servicio ya dormía. Para no usar el ascensor y delatarnos, decidimos subir dos pisos por escalera, luego de cerrar la puerta del cuarto de calefacción.
Pudimos respirar tranquilos una vez dentro del departamento. Procedimos a higienizarnos por prevención. Nuestra excitación ya se había ido y le daba lugar a la culpa y el pudor. Tenía decidido irme a dormir directamente cuando JungKook me llamó desde el desayunador. Un mensaje emergía en su celular que iluminaba la suite que hace instantes estaba en penumbra:
-Voy a mi cuarto- dije, no muy convencido. Él asintió solamente con la cabeza porque cuando intentó hablar, solo salió un sonido ronco.
Entré a mi cuarto y cerré la puerta. Me tumbé en la cama y a pesar de lo holgado de la ropa deportiva, la presión hacia que me urgiera quitármelos. Desaté el cordón y noté que parte de la humedad había traspasado mi ropa interior. Bajé una de mis manos, hasta sentir que lo tenía agarrado firme, y comencé a subir y bajar lentamente. Cerré los ojos y me dejé llevar. Podía escuchar mis latidos y mi respiración acelerados. También mi mano que se iba humedeciendo a medida que aumentaba la velocidad. Comencé a escuchar a su vez, otros jadeos, los de Kookie. A pesar de la distancia de nuestras habitaciones lo escuchaba. Ambos terminamos y la suite quedó en silencio. Me invadió una mezcla extraña de pudor, arrepentimiento y soledad. Decidí dormirme a la fuerza, y esperar que mañana todo vuelva a la normalidad.
Unos golpes tímidos sobre la puerta me despertaron. Contesté desde dentro y la puerta se abrió suavemente para develar el rostro de JungKook. Me traía el desayuno a la cama porque no quería que se enfriara. Me había sorprendido de muchas formas a la vez. Lo invité a pasar y se sentó a los pies de la cama, mientras tomaba su taza de té. Desayunábamos sin decir una palabra. Hasta que rompió el silencio disculpándose:
-No debería haberte retenido ayer durante la llamada de Abraxas... Ni haberte pedido la foto.
Estaba realmente avergonzado y yo lo entendía, así que se lo dije, mientras me excusaba:
-Kookie, hace rato estamos solteros, nuestras relaciones se ven siempre truncadas por la fama. Es lógico que tengamos un momento de excitación y más con el relato de esa chica y éste aislamiento. Somos amigos y podemos entendernos.
Sonrió satisfecho por mi respuesta y se levantó a llevar los restos del desayuno al carrito. Mientras me ponía de pie también, me dijo riendo antes de abandonar mi cuarto: -¡Y cambia las sábanas, que apestan!
Me puse rojo y emprendí la limpieza. Quité las sábanas y las coloqué en una bolsa que nos habían dejado para respetar el protocolo. Como nadie ingresaba a nuestras suites más que nosotros, el aseo dependía exclusivamente de ambos. Nos encontramos en el recibidor, ambos sacando las bolsas con las sábanas. No pudimos evitar reírnos para romper la vergüenza. Cuando estábamos por sacar los carritos del desayuno y la cena que habíamos dejado intacta de anoche, recordé la carta.
¿Deberiamos responder o solo había sido otro acercamiento de Abraxas? No estábamos seguros, por lo que decidimos responder. Intentando que llegase a destino, la dejaríamos a la misma hora que llegaba la cena en el recibidor.
Durante el almuerzo estuvimos hablando con el resto de los chicos. NamJoon había decidido quedarse en el desayunador de la suite que compartían Jin y Jimin, en el segundo piso. Joongi y Hoseok compartían la suite del tercer piso debajo de la terraza. Nosotros éramos los que más cerca de la planta baja estábamos, por lo que escuchábamos algo más de movimiento en la zona del ascensor. Aún restaban varios días para que nos pudiésemos juntar a ensayar todos juntos y compartir al menos una comida. Hasta entonces alguna partida online de Overwatch o una videollamada sería todo lo permitido.
Obviamente no les contamos nada de todo lo ocurrido porque sino Kookie se delataría de su escape en la playa. Por lo que guardaríamos el secreto siempre que fuese posible.
Llegó la noche y ya teníamos escrita la carta. La dejamos en el recibidor y esperamos hasta que llegó la misma chica rubia del servicio. Así fue y al dejar el carrito con la cena junto a nuestra puerta dió media vuelta y se dirigió al ascensor. Con JungKook espíabamos por la mirilla, mejilla con mejilla, totalmente desilusionados. Antes de entrar al ascensor, en un rápido movimiento se acercó hasta la carta que descansaba en el suelo y se fue. Ambos sonreímos triunfantes.
La puerta del ascensor se cerró, y con ella nuestra carta desapareció.
En ella sólo había dos oraciones: "Sé quién eres. No sé qué quieres". Decidimos escribirla en primera persona para que pensara que sabíamos a quién iba dirigida. Si era Abraxas quién había escrito, la carta era obviamente para Gguk. También decidimos aclarar que sabíamos que la que había tomado la carta era la chica rubia del servicio, fuese o no la que mensajeaba a mi amigo. Y por último, dimos lugar a qué nos contara sus intenciones; si era Abraxas, sería parte de su juego erótico.
Nos dormimos luego de mirar una película, sabiendo que no tendríamos respuesta hasta la noche siguiente, cuando fuese el turno de la chica rubia.
Intentamos aprovechar la mañana y relajarnos para no pensar en Abraxas o la carta. Así fue que nos dirigimos a la sala de estudio que teníamos en la suite. JungKook intentaba componer una nueva canción. Tenía algo de la letra pero necesitaba ideas para la melodía. Nos sentamos ambos en el piano y mientras él tocaba algunos acordes y cantaba, yo lo acompañaba con los coros, intentando encontrar nuevas líneas melódicas. La letra hablaba sobre el deseo de ser libre, de abrir en plenitud las alas y dejar al espíritu fluir, pero se autoflagelaba sus divinas alas para ser como el resto. Le faltaba el final pero me dijo que aún no lo tenía decidido. Quizás el ángel mutilado se lamentaría toda la eternidad o despertaría para descubrir que fue un sueño. Yo intentaba relacionar los hechos recientes con la canción: quizás JungKook quería salir y vivir su juventud como el resto pero al hacerlo debía cortar las alas de la fama... o talvez era lo contrario, BTS y el ser reconocido significaban cortar las alas de su vida social.
Chasqueó los dedos y salí de mi trance. Nos reímos y decidimos dar una repasada más al tema antes de ir a jugar nuevamente al Overwatch con el resto de la banda. Intentábamos coordinar para pasar un rato divertido los siete. Cerca de las 16hs Jin, Jimin y Joonie nos avisaron que se irían a la terraza, por lo que decidimos dejar los videojuegos de lado un rato y tomar un té tranquilos mientras escuchábamos algo de música. Saber que nuestros amigos estaban a pocos metros nuestros y no los podíamos ver era frustrante. Terminamos por enviarle un mensaje a nuestra secretaria para reservar la terraza. Jeong-Yang respondió de inmediato y nos dijo que podríamos usarla recién a las 20hs. Si íbamos a la terraza a esa hora, no veríamos si la chica rubia nos dejaba la carta al entregar la cena. Le agradecemos a Yang, pero le dijimos que la utilizaríamos otro día, sin dar más motivos.
Esperamos hasta la hora de la cena, cuando escuchamos el ascensor. Nos pegamos mejilla con mejilla para verla acercarse y dejar el carrito de la comida. Parecía que se iría sin más cuando miró por encima de su hombro a ambos lados y sacó una carta de su chaleco gris. Nos movimos levemente para que nuestros pies no interrumpieran la entrada de la carta por debajo de la puerta. La tomé rápidamente y la abrí con el mayor cuidado, pero estuve casi seguro de que se oyó el papel rasgándose. Dentro solo había nuevamente tres palabras: "Quiero jugar contigo".
Miramos nuevamente por la mirilla y la vimos sosteniendo su celular. En ese preciso instante vibró el teléfono móvil de JungKook en su bolsillo. Abrió los dos mensajes que había recibido y me los mostró:
En un movimiento sincronizado ambos miramos a través de la puerta solo para ver como desaparecía la luz del ascensor. Impulsivamente salimos al recibidor. No podría determinar quién de nosotros dos fue el que abrió la puerta y cuál llamó al ascensor, pero claramente no estábamos pensando con claridad. Para no cruzarnos con nadie bajamos hasta el subsuelo. Las escaleras hubiesen sido una mejor opción pero ya estábamos descendiendo en el único ascensor habilitado. Los otros dos estaban fuera de servicio para limitar las zonas comunes. En cambio las escaleras estaban habilitadas en caso de incendio u otro siniestro.
Se abrió la puerta y el subsuelo estaba en penumbras. Se escuchaba el lejano ruido de las máquinas de la lavandería y el calor era casi intolerable. La habitación en la que estábamos tenia tres puertas. Dos de ellas estaban cerradas y tenían carteles que indicaban "Lavandería" y "Calefacción central". La puerta restante daba a una pasillo que a penas estaba iluminado por la luz que escapaba por debajo de las puertas. Eran las habitaciones de servicio y donde seguramente descansaban la seguridad que nos asignaba la discográfica y nuestra secretaria.
De repente una de las puertas se abrió.
Salimos de la parálisis y abrimos la puerta que teníamos más cercana. Resultó ser el cuarto de calefacción y si bien no había nadie allí, el calor hacia que pareciese el mismo infierno. Con JungKook nos escondimos esperando escuchar un ruido que nos indicara que podíamos tomar nuevamente el ascensor o utilizar las escaleras al menos. La habitación no era más que un conjunto de caños y lo que parecía ser un aire acondicionado enorme. El calor que nos sofocaba era solo del motor encendido. No soportaríamos mucho tiempo allí.
Gguk estaba con su teléfono en mano, escondido detrás de unas tuberías a mi lado. Dirigió la pantalla del celular hacia mi y declaró: "Ella controla la situación".
Confirmé lo que decía mi amigo. Abraxas le hablaba cuando quería, dejaba que le respondiera y luego lo bloqueaba para demostrar el dominio. Quizás lo había hecho siempre pero ésta era la primera vez que demorábamos en contestar, y por ello nos dimos cuenta. Le pregunté a JungKook si la recordaba ahora que tenía una foto de ella. Me dijo que cuando vio la foto recordó sus brackets, que le habían parecido muy tiernos, y también su escote; ésto último lo dijo con una mezcla de pudor y lujuria, que delataban sus mejillas color. Presionó su mano contra la entrepierna cubriendo una evidente excitación. Retomó el relato, diciendo que aún así no podía recordar su cara, y que esa noche utilizaba una peluca al igual que él. Le pregunté si el saber que ella tenía el dominio de la situación, eligiendo en qué momentos enviar mensajes, sabiendo nuestros movimientos e incluso consiguiendo su número de la nada, lo asustaba o lo excitaba. Tragó saliva y quitó su mano de la entrepierna para revelar una erección que se marcaba en su pantalón, y la señaló. Lo miré a los ojos y le dije: "Yo también". Y para confirmarlo agarré mi erección.
Kookie se acercó a mí en ese momento y me dijo: "Ya sabía que te excitaba, te escuché... anoche". Creo que eso me excitó a un más y le dije que yo también lo había escuchado. En realidad lo había escuchado dos veces veces ya, pero no era momento de entrar en detalles. Le confesé, sin embargo, que si en este momento hubiésemos estado arriba me hubiese echado en la cama y desabrochado el pantalón para relajar la presión de la tela ajustada.
-No me importa si lo haces ahora- Dijo indiferente, a la vez que desabrochaba su pantalón y bajaba lentamente su cierre. No se quitó el boxer, pero se notaba que ya no estaba tan aprisionado su bulto. Yo hice lo mismo, desabotonando el jean y deslizando la cremallera hacia abajo. Ambos nos estamos agarrando nuestras propias erecciones. "¿Es el calor de aquí o soy yo?"- dije deslizando mi mano levemente a través de mi boxer, haciendo que la punta húmeda lo mojara. JungKook asintió, creo que refiriéndose a la primer opción mientras de reojo miraba mi entrepierna. Hizo lo mismo con su enorme bulto; deslizó su mano a través de él, haciendo que su boxer se mojara. Pero luego, volvió su mano a la posición inicial y la volvió a deslizar, y se mojó nuevamente haciendo un sonido muy excitante. Comencé a hacer lo mismo. Estábamos tan cerca que nos rozábamos los codos al hacer ese movimiento repetitivo. Tenía tanto calor interno que mis labios se secaban, por lo que decidí pasarles la lengua e instintivamente me los mordisqueé. Giré mi cabeza y JungKook hacia lo mismo a la vez que tomaba su enorme erección con ambas manos, aún conservada dentro de su boxer, que ya estaba bastante mojado.
-No podemos terminar aquí, no tenemos con qué limpiar- comentó Gguk preocupado.
-Ni sábanas si quiera...- dije y ambos reímos en voz baja ante la ocurrencia.
Fuera no se escuchaba nada. Ni las máquinas de la lavandería que debían haber terminado ya con nuestras sábanas resecas de pegotes. Por más excitación que tuviésemos era nuestro momento para huir. Nos abrochamos nuevamente los pantalones y nos acercamos lentamente a la puerta. La abrimos a penas para intentar descifrar el silencio. Parecía todo en calma. La abrimos totalmente y encontramos la puerta que daba a los dormitorios cerrada. El servicio ya dormía. Para no usar el ascensor y delatarnos, decidimos subir dos pisos por escalera, luego de cerrar la puerta del cuarto de calefacción.
Pudimos respirar tranquilos una vez dentro del departamento. Procedimos a higienizarnos por prevención. Nuestra excitación ya se había ido y le daba lugar a la culpa y el pudor. Tenía decidido irme a dormir directamente cuando JungKook me llamó desde el desayunador. Un mensaje emergía en su celular que iluminaba la suite que hace instantes estaba en penumbra:
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