1
La escritora es mi mamá, yo soy Guillermo suhijo y estoy de vacaciones con ella. Estaremos juntos todo el verano en estacasa rural a las afueras de un pueblo pequeño donde ella busca tranquilidad,según dice. A mí la verdad es que me disgusta estar aquí en lugar de estar conmis amigos en la playa o la piscina y debido a esto aún estoy disgustado conella. Anoche tuvimos una acalorada discusión sobre el asunto y eso que sólohabía pasado un día desde nuestra llegada.
Estamos rodeados de olivos y montes donde segúndice ella podremos dar largos paseos y hablar. No entiendo su afán por hablar,hablar de qué, después de todo ella pasó todo el año viajando y apenas nosvimos y ahora me trae a esta casa solitaria, vieja y aburrida, con sus paredesde piedra y barro blanqueadas. Definitivamente yo soy un chico de ciudad y creoque eso no lo va a poder cambiarse.
Después de tanto discutir ella terminó llorando—odio que haga eso, yo ya no lloro—, aunque en el fondo me dio pena pues era mimadre y me dolía verla así de apenada. El caso es que cuando se consoló meprometió que si en una semana seguía queriendo irme me llevaría de vuelta conmi padre y podría ir a la piscina y a la playa con mis amigos en la ciudad.
Esta mañana nos hemos levantado muy callados,yo no sé qué decir y ella creo que tampoco. Apenas me ha preguntado qué queríapara desayunar y luego, cuando he bajado después de lavarme, me he encontradoque había preparado otra cosa, tostadas con aceite y leche fría con cacao.
Sólo me ha gustado esto último, en principio,aunque después de insistir me probado el pan y me ha gustado, nunca he tomado pancon aceite y lo cierto es que su sabor es delicioso. Según dice es lo típicopor aquí, también ha preparado tomate triturado y se lo ha echado a otratostada y con el nuevo ingrediente me ha gustado aún más, saben mucho estosandaluces.
—Cariño, ¿te apetece pintar?
—¿Cómo dices?
—¿Que si te apetece pintar?, es que el dueño de la casa meha dicho que perdonase el estado de la casa que tenía que haberla pintado peroque su mujer tuvo un accidente en primavera y no pudo hacerlo, entonces yo lehe propuesto que si él traía las brochas y la cal nosotros lo haríamos, ¡vamosserá divertido!
—Vaya, y encima de pagarle por estar aquí vamos a tener quepintarle la casa —protesté yo indignado por su ingenua actitud.
—¡Será divertido! Por las mañanas pintaremos y por lastardes daremos paseos y nos bañaremos en el río que no está lejos de aquí. Note lo había dicho pero el dueño me ha comentado que tiene cercada toda la parcelay que parte del río pasa dentro de la misma y podremos bañarnos con intimidaden él, imagínate lo, ¡un río para nosotros solos!
Mi madre parece estar mucho más ilusionada queyo, pero no quiero comenzar otra discusión así que accedo a pintar. Después detodo, ¿qué vamos a hacer aquí todo el día sin ir a ningún sitio?
En una nave contigua a la casa el dueño habíadejado todos los apaños para pintar, brochas y cal. Yo desconocía aquellafaceta pintora de mi madre, pero al parecer cuando era joven lo hacía en sucasa del pueblo.
Ya llevamos una hora pintando, el calor empiezaa hacer mella en nosotros, menos mal que el corral son apenas cuatro paredessin mucha complicación y no tardaremos en acabarlo. Pintamos en silencio y estesilencio me hace reflexionar, pienso en mi madre, la veo pintando junto a mí yrecuerdo que la echaba de menos. Desde que se divorciaron, apenas pasamos tiempojuntos, el verano y algunos fines de semana. Este año ha sido especialmenteintenso pues ha publicado un libro y ha estado de gira, por lo que apenas noshemos visto.
—¿En qué piensas Guille? —me pregunta mi madre rompiendo elhielo.
—En nada —contesto yo de forma seca.
—Sabes, trabajar es bueno, relaja los músculos y la cabeza,pues mientras trabajas puedes pensar con claridad, por eso te preguntaba en quépiensas.
—Bueno pensaba en lo poco que nos hemos visto este año.
—¡Lo siento hijo, ya sabes que publiqué el libro y he estadomuchos meses de viaje!
—Ya lo sé mamá, supongo que es muy bueno para ti.
—Si, se está vendiendo bien, creo que no tendré que publicarotro hasta dentro de dos o tres años. Con lo que ahora nos podremos ver más.Por eso quería que vinieses aquí conmigo para poder estar juntos, ¿loentiendes? Aunque ya sé que es un fastidio no tener a los amigos cerca, perohijo piensa que es para poder recuperar el tiempo perdido.
Continuamos el trabajo, mi madre ahora tieneque subirse a una escalera y me pide que se la aguante mientras ella pinta.Tengo la camiseta manchada por el sudor y ella también tiene su camisa mojadaporque se ha echado agua por encima mientras bebía. Y para refrescarse se hadesabrochado dos botones de esta e incluso se le ve el sujetador. La verdad esque me da vergüenza mirar, es el tabú de ver desnuda a tu propia madre lo queme hace sentir remordimientos y apartar la mirada, aunque admito que seconserva muy bien y siempre ha sido muy guapa. La encuentro más delgada, se veque con tanto viaje ha comido poco o mal y ha perdido peso quedándose con unabuena figura.
Ahora que sujeto la escalera, me doy cuenta concierto espanto de que al mirar para arriba sus nalgas se muestran ante mi sintapujos, puedo ver también sus bragas blancas y durante unos instantes me quedoabsorto en su contemplación, pero de nuevo el pudor me hace apartar la vista.
A mis edad me considero sexualmente muy activo,me masturbo varias veces al día, me excito contemplando un par de revistasporno que escondo celosamente entre mis libros que supuestamente he traído paraleer. Una de ellas me gusta especialmente pues es muy guarra y se ven unasmujeres impresionantes, junto a escenas muy escabrosas donde los tíos eyaculanen sus caras y cuerpos. Me pregunto cómo conseguirán captar los chorros de semenen pleno vuelo en las fotos, parecen esculpidos en mármol.
Absorto como estoy en mis íntimos pensamientosno tarda en ponérseme dura bajo las bermudas y deseo que llegue la siesta para masturbarmey eyacular, algo que como ya he dicho hago muy a menudo.
De nuevo miro hacia arriba y veo los muslossudorosos de mi madre que se afana en continuar pintando, también me fijo en loempapadas que tiene las bragas, especialmente entre cachete y cachete, en loque sería la raja del culo. Entonces surge lo inesperado y me doy cuenta de quemi madre se ha dado cuenta.
—¡Guille! ¿No me estarás viendo las bragas, verdad? —exclamapara mi vergüenza.
Sin saber qué hacer o qué decir miro para abajosintiendo como el calor que me ruboriza sube hasta mi cara.
—Es broma hombre, no te avergüences, sólo bromeaba. Soy tumadre, no sería la primera vez que me ves en bragas, ¿no? —dice para quitarlehierro al asunto.
Continuamos pintando y por fin baja de laescalera, me siento aliviado, pues ya no sabía dónde mirar y la situación sehabía tornado muy embarazosa.
Pero ahora que está abajo veo cómo me mira la entrepierna ymi excitación, aunque no es total, creo que lo nota. Instintivamente miro paraabajo, para comprobarlo con mis propios ojos y creo que no se nota tanto. Perocuando levanto la mirada ella me mira y sonríe.
—Me has visto las bragas, ¿verdad? —me pregunta para másinri.
—¡Bueno si, no he podido evitarlo! —admito sin tapujos.
—Bueno creo que esto ha sido algo embarazoso también para mí.
—Un poco —admito.
Ella sonríe de nuevo y me acaricia el pelo.
—No me he dado cuenta de que estaba provocándote hasta quete he visto mirándome desde abajo.
—¡Yo no quería mirar pero es que…! —digo sin ser capaz decontinuar la frase.
—No pasa nada Guille, total unas bragas son unas bragas—dice ella mientras sonríe.
No sé para dónde mirar, quiero gritar: “Tierratrágame”, pero eso no me sacará de esta embarazosa situación. Por suerte paramí, mi madre se da cuenta de lo incómodo de la situación y propone una salidade esta.
—Oye Guille, qué te parece si preparo unos bocadillos y nos vamosa pasar el día al río, nos podemos bañar allí y hasta echar la siesta, según meha dicho Cipriano hay sombras de álamos que crecen junto al río y estaremos muybien.
—Bueno —me limito a decir, pues estoy bastante cortado traslos últimos acontecimientos.
PD.: Si te gustó el relato y quieres saber dónde puedes leerlo completo, ¡visita mi blog!
La escritora es mi mamá, yo soy Guillermo suhijo y estoy de vacaciones con ella. Estaremos juntos todo el verano en estacasa rural a las afueras de un pueblo pequeño donde ella busca tranquilidad,según dice. A mí la verdad es que me disgusta estar aquí en lugar de estar conmis amigos en la playa o la piscina y debido a esto aún estoy disgustado conella. Anoche tuvimos una acalorada discusión sobre el asunto y eso que sólohabía pasado un día desde nuestra llegada.
Estamos rodeados de olivos y montes donde segúndice ella podremos dar largos paseos y hablar. No entiendo su afán por hablar,hablar de qué, después de todo ella pasó todo el año viajando y apenas nosvimos y ahora me trae a esta casa solitaria, vieja y aburrida, con sus paredesde piedra y barro blanqueadas. Definitivamente yo soy un chico de ciudad y creoque eso no lo va a poder cambiarse.
Después de tanto discutir ella terminó llorando—odio que haga eso, yo ya no lloro—, aunque en el fondo me dio pena pues era mimadre y me dolía verla así de apenada. El caso es que cuando se consoló meprometió que si en una semana seguía queriendo irme me llevaría de vuelta conmi padre y podría ir a la piscina y a la playa con mis amigos en la ciudad.
Esta mañana nos hemos levantado muy callados,yo no sé qué decir y ella creo que tampoco. Apenas me ha preguntado qué queríapara desayunar y luego, cuando he bajado después de lavarme, me he encontradoque había preparado otra cosa, tostadas con aceite y leche fría con cacao.
Sólo me ha gustado esto último, en principio,aunque después de insistir me probado el pan y me ha gustado, nunca he tomado pancon aceite y lo cierto es que su sabor es delicioso. Según dice es lo típicopor aquí, también ha preparado tomate triturado y se lo ha echado a otratostada y con el nuevo ingrediente me ha gustado aún más, saben mucho estosandaluces.
—Cariño, ¿te apetece pintar?
—¿Cómo dices?
—¿Que si te apetece pintar?, es que el dueño de la casa meha dicho que perdonase el estado de la casa que tenía que haberla pintado peroque su mujer tuvo un accidente en primavera y no pudo hacerlo, entonces yo lehe propuesto que si él traía las brochas y la cal nosotros lo haríamos, ¡vamosserá divertido!
—Vaya, y encima de pagarle por estar aquí vamos a tener quepintarle la casa —protesté yo indignado por su ingenua actitud.
—¡Será divertido! Por las mañanas pintaremos y por lastardes daremos paseos y nos bañaremos en el río que no está lejos de aquí. Note lo había dicho pero el dueño me ha comentado que tiene cercada toda la parcelay que parte del río pasa dentro de la misma y podremos bañarnos con intimidaden él, imagínate lo, ¡un río para nosotros solos!
Mi madre parece estar mucho más ilusionada queyo, pero no quiero comenzar otra discusión así que accedo a pintar. Después detodo, ¿qué vamos a hacer aquí todo el día sin ir a ningún sitio?
En una nave contigua a la casa el dueño habíadejado todos los apaños para pintar, brochas y cal. Yo desconocía aquellafaceta pintora de mi madre, pero al parecer cuando era joven lo hacía en sucasa del pueblo.
Ya llevamos una hora pintando, el calor empiezaa hacer mella en nosotros, menos mal que el corral son apenas cuatro paredessin mucha complicación y no tardaremos en acabarlo. Pintamos en silencio y estesilencio me hace reflexionar, pienso en mi madre, la veo pintando junto a mí yrecuerdo que la echaba de menos. Desde que se divorciaron, apenas pasamos tiempojuntos, el verano y algunos fines de semana. Este año ha sido especialmenteintenso pues ha publicado un libro y ha estado de gira, por lo que apenas noshemos visto.
—¿En qué piensas Guille? —me pregunta mi madre rompiendo elhielo.
—En nada —contesto yo de forma seca.
—Sabes, trabajar es bueno, relaja los músculos y la cabeza,pues mientras trabajas puedes pensar con claridad, por eso te preguntaba en quépiensas.
—Bueno pensaba en lo poco que nos hemos visto este año.
—¡Lo siento hijo, ya sabes que publiqué el libro y he estadomuchos meses de viaje!
—Ya lo sé mamá, supongo que es muy bueno para ti.
—Si, se está vendiendo bien, creo que no tendré que publicarotro hasta dentro de dos o tres años. Con lo que ahora nos podremos ver más.Por eso quería que vinieses aquí conmigo para poder estar juntos, ¿loentiendes? Aunque ya sé que es un fastidio no tener a los amigos cerca, perohijo piensa que es para poder recuperar el tiempo perdido.
Continuamos el trabajo, mi madre ahora tieneque subirse a una escalera y me pide que se la aguante mientras ella pinta.Tengo la camiseta manchada por el sudor y ella también tiene su camisa mojadaporque se ha echado agua por encima mientras bebía. Y para refrescarse se hadesabrochado dos botones de esta e incluso se le ve el sujetador. La verdad esque me da vergüenza mirar, es el tabú de ver desnuda a tu propia madre lo queme hace sentir remordimientos y apartar la mirada, aunque admito que seconserva muy bien y siempre ha sido muy guapa. La encuentro más delgada, se veque con tanto viaje ha comido poco o mal y ha perdido peso quedándose con unabuena figura.
Ahora que sujeto la escalera, me doy cuenta concierto espanto de que al mirar para arriba sus nalgas se muestran ante mi sintapujos, puedo ver también sus bragas blancas y durante unos instantes me quedoabsorto en su contemplación, pero de nuevo el pudor me hace apartar la vista.
A mis edad me considero sexualmente muy activo,me masturbo varias veces al día, me excito contemplando un par de revistasporno que escondo celosamente entre mis libros que supuestamente he traído paraleer. Una de ellas me gusta especialmente pues es muy guarra y se ven unasmujeres impresionantes, junto a escenas muy escabrosas donde los tíos eyaculanen sus caras y cuerpos. Me pregunto cómo conseguirán captar los chorros de semenen pleno vuelo en las fotos, parecen esculpidos en mármol.
Absorto como estoy en mis íntimos pensamientosno tarda en ponérseme dura bajo las bermudas y deseo que llegue la siesta para masturbarmey eyacular, algo que como ya he dicho hago muy a menudo.
De nuevo miro hacia arriba y veo los muslossudorosos de mi madre que se afana en continuar pintando, también me fijo en loempapadas que tiene las bragas, especialmente entre cachete y cachete, en loque sería la raja del culo. Entonces surge lo inesperado y me doy cuenta de quemi madre se ha dado cuenta.
—¡Guille! ¿No me estarás viendo las bragas, verdad? —exclamapara mi vergüenza.
Sin saber qué hacer o qué decir miro para abajosintiendo como el calor que me ruboriza sube hasta mi cara.
—Es broma hombre, no te avergüences, sólo bromeaba. Soy tumadre, no sería la primera vez que me ves en bragas, ¿no? —dice para quitarlehierro al asunto.
Continuamos pintando y por fin baja de laescalera, me siento aliviado, pues ya no sabía dónde mirar y la situación sehabía tornado muy embarazosa.
Pero ahora que está abajo veo cómo me mira la entrepierna ymi excitación, aunque no es total, creo que lo nota. Instintivamente miro paraabajo, para comprobarlo con mis propios ojos y creo que no se nota tanto. Perocuando levanto la mirada ella me mira y sonríe.
—Me has visto las bragas, ¿verdad? —me pregunta para másinri.
—¡Bueno si, no he podido evitarlo! —admito sin tapujos.
—Bueno creo que esto ha sido algo embarazoso también para mí.
—Un poco —admito.
Ella sonríe de nuevo y me acaricia el pelo.
—No me he dado cuenta de que estaba provocándote hasta quete he visto mirándome desde abajo.
—¡Yo no quería mirar pero es que…! —digo sin ser capaz decontinuar la frase.
—No pasa nada Guille, total unas bragas son unas bragas—dice ella mientras sonríe.
No sé para dónde mirar, quiero gritar: “Tierratrágame”, pero eso no me sacará de esta embarazosa situación. Por suerte paramí, mi madre se da cuenta de lo incómodo de la situación y propone una salidade esta.
—Oye Guille, qué te parece si preparo unos bocadillos y nos vamosa pasar el día al río, nos podemos bañar allí y hasta echar la siesta, según meha dicho Cipriano hay sombras de álamos que crecen junto al río y estaremos muybien.
—Bueno —me limito a decir, pues estoy bastante cortado traslos últimos acontecimientos.
PD.: Si te gustó el relato y quieres saber dónde puedes leerlo completo, ¡visita mi blog!
1 comentarios - La Escritora