Los primeros diez minutos.

Hace 33 años que conocí a una mujer, rondábamos ambos los 30 años. Fui a su casa por una cuestión laboral, y al momento de despedirnos quedamos de frente y solos, su familia permanecía en el fondo de su casa a una distancia prudente, le di un beso para despedirme dirigido a la mejilla y ella me ofreció  su comisura labial, y luego de darle ese beso, quedamos a centímetros, volví a besarle pero ya buscando sus labios, fue un contacto superficial y prologando donde nos rozamos apenas, el tercer paso fue un beso profundo en donde se mezclaron lenguas y saliva por inolvidables minutos, mientras nuestras manos se fueron desplazando a lugares sensibles. Poco después nos buscamos entre las ropas. Ella se agarro de mi pene ya erecto desde hacía rato y yo deslice mis dedos por primera vez en su vulva inundada. La excitación de ambos nos llevó de inmediato a la certeza de cuanto nos deseábamos. Saque mi mano para saborear lo que nunca mas dejaría de desear. Un sabor y un perfume intenso, único, que con solo recordarlo me altera. Ella hizo otro tanto. Volví a sus genitales y la acaricie con pasión hasta que me aviso que ya era suficiente mientras apretaba mi pene y deslizaba su mano hacia abajo, tembló todo su cuerpo y agitó mi pene con desesperación buscando buscando mi eyaculación que sentía que yo estaba conteniendo. Ella había acabado a su estilo, rápida y plenamente. Vi un baño a pocos pasos y me dijo entredientes que pasara al mismo.  Me acompaño hasta la puerta y  liberó mi pene con agilidad para seguirlo agitando con mas comodidad,, percibió que iba a eyacular, y me soltó para que pudiera llegar sólo al lavabo, no mas allá.  
Salí del baño con el pene tan duro como antes de correrme, la encontré con la cabeza baja y sus grandes ojos mirándome fijamente, su respiración estaba acelerada, la mía también, nos volvimos a besar y de nuevo la acaricié usando las  dos mano en pechos y entrepierna y no se hizo esperar un nuevo orgasmo. Fueron los primeros diez minutos.