Me presento, mi nombre es Bautista, tengo veinticinco años y estoy de novio con Priscila, de mi misma edad, hace ya cuatro años. Somos una pareja muy unida y sobre todo muy activa en el sexo. Nos gusta probar cosas nuevas, divertirnos averiguando lo que nos justa y sobre todo experimentar en el placer. Hace poco descubrimos que nos gustaban los tríos. Luego de charlarlo varias veces y de encontrar a la persona adecuada, hicimos match con una chica de Tinder que estuvo dispuesta a estar con los dos y que nos dejó una experiencia increíble. Esta chica no solo supo cómo prenderme fuego a mí con su calentura y su forma de ser, sino que también cumplió con las expectativas de mi novia y la dejó deseando más.
En tan solo cuatro meses tuvimos cinco tríos más. El siguiente fue con un hombre, algo que a mí al principio me generaba muchas dudas pero que cuando lo tuve no pude dejar de gozar. Ver como ese tipo de casi treinta años le entraba a mi novia y la hacía gritar de placer me puso como loco y terminé volviéndome una bestia. La hicimos acabar tantas veces que en un momento nos dijo que no podía aguantar más. Luego de eso quise volver a probar otro con un hombre y a pesar de que lo disfrutamos mucho, no fue como la primer experiencia dado que ese nuevo compañero no supo cumplir nuestras expectativas. El tercer y cuarto trío volvieron a ser con una mujer y sin dudas fueron increíbles, llenos de besos, caricias, lamidas y toqueteos en los que todos jugábamos con todos. El quinto volvió a ser con un hombre y entonces me di cuenta donde radicaba el problema.
Cuando sumábamos a una mujer a la cama tanto Priscila como yo interactuábamos con ella y eso nos calentaba muchísimo. Ella se excitaba al ver como la otra chica me besaba, me lamía, me tocaba y me la chupaba. Pero el clímax máximo que hacía que mi novia se volviera loca de placer era cuando la otra chica me montaba y me hacía suyo por unos minutos. Sus celos se combinaban con la calentura y se excitaba tanto que terminaba acabando de una manera única. A mí me pasaba lo mismo pero con los hombres.
Nuestra primera experiencia con otro hombre fue con un especialista en tríos, un tipo más grande que nosotros que no solo había hecho eso varias veces sino que le encantaba hacerlo y sabía cómo. Él se apoderó de la situación y por más que me hizo a mí participar todo el tiempo, terminó siendo él quien dominó a Priscila. Él se la cogió a su gusto y piacere, hizo que ella le chupara la pija, la beso y lamió por todos lados y me dejó a mí como secundario. Los otros dos hombres por el contrario, dejaron que fuera yo el que dominara a mi novia y terminaron siendo ellos los que tomaron el papel de acompañante.
Lo pensé por un tiempo, la idea viajó por mi cabeza constantemente y cuando pensé en ese primer trío me di cuenta de lo que pasaba. Quería ver a otro hombre cogerse a mi novia. Quería ver cómo alguien la dominaba, la hacía su puta y se la cogía hasta hacerla acabar una y mil veces. Quería ver como ella se entregaba al placer de otro hombre, como le chupaba la pija y como se montaba sobre su cuerpo mientras él le agarraba las tetas. Quería apreciar la imagen de mi novia en cuatro mientras le entraban por detrás y le pegaban chirlos en la cola, como se la dejaban roja y marcada para luego llenársela de semen. Quería todo eso y más, mientras yo admiraba la situación, pero en esa oportunidad sin formar parte. Quería ser un simple observador.
Cuando se lo planteé a Priscila ella tuvo dudas. En un principio no se sintió muy cómoda con la idea pero cuando le recordé nuestro primer trío con otro hombre ella confesó que también le había excitado mucho esa situación. Hablamos por un tiempo sobre si debíamos o no hacerlo y en caso de decidir poner en marcha la propuesta, cómo íbamos a hacerlo. Ella dio por sentado el hecho de que el tercero tenía que ser alguien de Tinder o alguna aplicación por el estilo. Sin embargo yo tenía algo más en mente.
Había leído en algunos portales donde distintos hombres contaban sus experiencias y en muchos casos me había encontrado con confesiones que decían que era mucho más placentero cuando el tercero era alguien conocido. Al parecer a la gran mayoría les calentaba mucho el hecho de que su pareja tuviera sexo con alguien cercano a ellos, ya sea un pariente, un amigo y hasta en algunos casos un ex novio. Priscila no tenía ex novios, pero si tenía algunos muertos en su haber, pero supuse que no iba a querer volver a acostarse con ellos. La respuesta me llegó a las pocas semanas sin que yo la anduviera buscando.
Nos juntamos a comer con mis ex compañeros de la secundaria y muchos fuimos acompañados con nuestras parejas. Fue una noche bastante agradable en la cual nos reencontramos algunos que hacía tiempo no veíamos y con otros con los que solíamos reunirnos bastante seguido. Cuando terminó la noche nos íbamos en el auto con Priscila cuando de golpe ella me dijo de la nada:
- ¡Terrible lo fuerte que se puso Iván!
Ella lo había visto hacía varios años, en uno de mis cumpleaños cuando nosotros recién empezábamos a salir. Iván por ese entonces era un pibe más bien gordito y con cara de nene, sin embargo los años le habían sentado bastante bien. Estuvo haciendo dieta durante años y a eso le sumó una ardua rutina de gimnasio que lo llevaron a convertirse en un pibe mucho más armado y musculoso. De cara siempre fue fachero, pero ahora se cuidaba mucho más y se notaba no solo en su rostro sino también en su aspecto. Iván se había convertido en un gran partido.
En ese momento le pregunté a Priscila si le parecía bien que habláramos con él sobre nuestra propuesta y ella aceptó más que conforme. Pude ver entonces como le brillaban los ojos de tan solo pensar en la idea, se la notaba emocionada y a la vez excitada. Eso me calentó a mí y fue en ese momento cuando entendí que si tan solo pensar en la idea nos prendía de esa forma, hacerlo iba a ser sumamente excitante.
Luego de la reunión le escribí a Iván para vernos nuevamente a los pocos días. Él y yo siempre habíamos tenido buena onda y durante nuestros años de adolescencia solíamos juntarnos mucho y pasar tiempo juntos. Él accedió a verme pero porque pensó que simplemente quería conversar con él, pero cuando le tiré la propuesta luego de hablar un rato, pareció incomodarse. Al principio me dijo que no, que no se sentía a gusto con la situación y amagó a irse. De entrada pensó que era algo mío y que quería agarrar a Priscila por sorpresa, pero cuando le mostré las conversaciones con ella en las que hablábamos del tema, la idea dejó de parecerle descabellada. El problema fue que siguió diciendo que no. No fue hasta cuatro días después cuando de la nada me escribió para preguntarme si seguíamos pensando en él como una opción para nuestro juego. La verdad era que durante ese tiempo estuvimos analizando otras propuestas y hasta habíamos llegado a concretar una para el fin de semana con alguien de Tinder. Pero enseguida le dije que sí, que la propuesta seguía en pie. “Decime cuándo y cómo?” me preguntó después.
El sábado Iván llegó a nuestra casa cerca de la media noche. Se lo notaba algo nervioso sin embargo parecía decidido a hacer lo que hiciera falta, por algo estaba ahí. Yo le abrí la puerta y le dije que pasar al comedor mientras Priscila se encontraba en la habitación. De entrada le establecí algunas reglas que sabía que tenía que seguir. “Pri está dispuesta a todo en el sexo pero nada de asquerosidades, nada de sexo anal y nada de golpes en la cara. Después la idea es que hagan lo que quieran.” Le dije y él aceptó sin muchos reproches. A pesar de estar algo intimidado por la situación me preguntó qué era lo que le gustaba más a mi novia, pero antes de que pudiera responderle ella salió de la habitación para entrar al comedor.
- Hola.- Lo saludó con un beso en el cachete y un abrazo.
Si mi novia era una bomba cualquier día, esa noche estaba para el crimen. Tenía puestos unos zapatos negros brillosos que la hacían parecer más alta de lo que era. Arriba de eso un short del mismo color que le marcaba toda la cola y una remera blanca con detalles azules que resaltaban sus pequeñas pero divinas tetas. Se había pintado los labios de un rosa suave y se había maquillado para quedar hecha una diosa total. No pude evitar mirar la reacción de sorpresa de Iván al verla y en su rostro se dibujó una sonrisa que reflejaba su total convicción de estar ahí. Nos sentamos los tres en la mesa y nos pusimos a hablar.
Priscila enseguida sacó tema de conversación mientras yo preparaba algunos tragos para ellos y una copa de vino para mí. Le contamos a nuestro invitado de nuestras experiencias en los tríos, de lo mucho que habíamos disfrutado el primero con otro hombre y como eso nos había llevado a la situación que estábamos viviendo. Ella de a poquito se iba acercando a Iván que la escuchaba con atención y de vez en cuando le comentaba algunas cosas. Iván estaba soltero y al parecer tenía un inmenso repertorio de mujer que querían estar con él, algo que no nos generó ninguna sorpresa. Había probado algunos tríos, en su gran mayoría con dos mujeres y en uno de los casos con una pareja. Cuando le preguntamos un poquito más sobre esa experiencia, empezamos a calentarnos.
- Ella era muy trola, muy zarpada y estaba dispuesta a cualquier cosa.- Dijo sentándose sobre el respaldar de la silla y hablando con soltura.- Él también era bien zarpado, le pegaba muchos chirlos a ella y le encantaba que le chuparan la pija. Yo encajé perfecto porque soy bastante dominante en el sexo y bueno, ellos también. Por lo que era una pelea constante por bien quien la dominaba a ella y a su vez ella quería dominarnos a nosotros. ¡Estuvo increíble!
Mi novia sugirió que nos fuéramos a sentar a los sillones y ella llevó de la mano a Iván que iba por el segundo trago. Cuando se sentaron siguieron hablando pero ella ahora estaba casi encima de él. Por mi parte, me senté en el sillón individual en frente de ellos y los observé tomando mi copa de vino mientras conversaban. De golpe parecía como que yo no existía para ellos, que no dejaban de hablar el uno con el otro, casi ignorándome por completo. De vez en cuando Iván giraba la cabeza para verme, pero ella volvía a llamar su atención apoyándose sobre él, posando su mano en su pecho y haciéndole unas suaves caricias en la pierna.
- Y contáme Iván… ¿Cómo sos en el sexo?- Le preguntó interesada.
- Me gusta mucho dominar.- Le respondió él.- Soy bastante agresivo y me encanta dar muchos chirlos en la cola.
- ¡Mmm como a mí me gustan!- Le respondió ella emocionada.- ¿Cuál es tu pose favorita?
- Me encanta cuando la mujer está boca abajo y yo sentado sobre ella.- Le contestó luego de pensar un rato.- Me gusta apoyarles las manos en la espalda o en el cuello y prohibirles que no se levanten. ¿La tuya?- Le preguntó después él a ella.
- A mí me encanta en cuatro.- Le respondió Priscila.- Y que me llenen la colita de chirlos cuando me cogen así.
- Tenés muy linda colita.- Le dijo de golpe Iván soltándose.
- ¡¿Viste?!- Dijo ella agradecida.- ¿La querés ver mejor?
Priscila se paró frente a Iván con las piernas un poco abiertas y levantó la cola para dejarla frente a su rostro. Él se la miró con ganas pero no se la agarró hasta que ella le dijo que podía hacerlo. Entonces nuestro invitado levantó sus manos y las apoyó suavemente sobre los cachetes de la cola de mi novia y se la empezó a manosear a tan solo un metro y medio de distancia de donde yo estaba. Pude ver todo. Pude apreciar la cara de placer de ella al sentir sus manos y el deseo en los ojos de él que no podía apartar la vista de la cola que estaba tocando.
- A Bauti le encanta mi cola. ¿No es cierto, amor?- Dijo después mirándome a mí por primera vez en varios minutos.
- ¡Me encanta!- Le respondí yo a ella y después lo miré a él.- ¿Te gusta?
- ¡Es increíble!- Dijo Iván que ahora extendía una de sus manos por la espalda ella mientras que la otra se metía por entre medio de las piernas.
- ¡Mmm esa ya no es mi colita!- Le dijo ella entre risitas cuando la mano de él llegó hasta su concha.
Priscila se sentó sobre él de costado y enseguida comenzaron a besarse. Sentí un arrebato de ira pero fue por unos segundos, ya que al ver con la pasión que se besaban me relajé y de golpe me encontré disfrutando de lo que veía. Él se había soltado por completo y besaba a mi novia con mucha pasión mientras que con una de sus manos acariciaba su entre pierna. Ella por su parte, abrazaba a Iván con uno de sus brazos y con la otra mano le acariciaba el pecho sintiendo cada músculo de su cuerpo.
Empezaron a sacarse la ropa y el calor en la habitación siguió aumentando. Ella se deshizo de la remera y él enseguida buscó sus tetas, las cuales agarró por encima del corpiño y después besó hasta donde había piel. Cuando él se desprendió de la camisa, ella no pude evitar fascinarse con su cuerpo trabajado y agachó su cabeza para lamerle los pezones y luego volvió a subir para buscar sus labios una vez más. Él le desprendió el corpiño a Priscila para nuevamente lamer sus tetas pero en esa oportunidad abarcarlas por completo.
Entonces mi novia se acomodó bien de frente a él, con una pierna a cada lado y volvieron a besarse mientras ella lo sujetaba por el cuello. La situación se iba poniendo cada vez más caliente y yo observaba todo con lujo de detalles, apareciendo cada movimiento que daban, cada beso que ocurría y cada tacto que existía entre su piel. Priscila lentamente volvió a bajar por el cuerpo de Iván que la observaba fascinado. “¡Mmm que divina boquita que tenés!” le dijo él cuando ella le pasó la lengua por las abdominales. Luego de eso le dijo que le encantaría sentir esa boca en su pija y ella se terminó de bajar del sillón, para quedar arrodillada frente a él. Le desabrochó el pantalón y con su ayuda, se lo bajó junto al bóxer para dejarlo casi desnudo.
La pija de Iván saltó enseguida y por alguna razón el hecho de que fuese enorme me sacó una sonrisa. Comprendí que no solo quería ver a mi novia cogiendo con otro hombre sino que quería ver que él la complaciera mucho más que yo. Priscila tomó su verga con la mano y luego de observarla sorprendida lo empezó a pajear y giró la cabeza para verme a mí. Tras darle un gesto de aprobación ella entendió que podía seguir adelante y se la empezó a chupar.
- ¡Sí! ¡Así! ¡Cometela toda!- Le dijo Iván que disfrutaba a pleno de ese hermoso pete.
Ella era una experta en darme placer oral y ese día se estaba esforzando mucho más. Subía y bajaba su cabeza mientras que con su mano le hacía una increíble paja. Le pasaba la lengua por todos lados, la lamía como si fuese un helado y saboreaba cada parte de su tronco. Jugaba con la cabeza, golpeándosela en la punta de la lengua y luego pasándosela por los labios. Era un show increíble a los ojos. Nunca había podido apreciarla desde ese punto de vista y desde allí se notaban todos los detalles. Los labios de ella despintándose de a poquito sobre la pija de Iván. El cuerpo de él moviéndose sutilmente para que mi novia pudiera jugar mejor. La otra mano de Priscila presionando con fuera en la pierna de su amante como marcando presencia. Y sobre todo se podían escuchar las palabras de él que salían de su boca motivándola a ella a que siguiera, a que no se detuviera.
Luego de varios minutos Iván le ordenó a Priscila que se levantara y cuando lo hizo la ayudó a sacarse el pantalón y la tanga que tenía debajo. Luego él se terminó de desvestir y una vez que los dos quedaron desnudos, él le dijo que se acostara en el sillón para poder saborearla. Iván se arrodilló frente a ella y luego de besarla en los labios fue bajando rápidamente por su cuerpo hasta encontrarse entre las piernas de mi novia. Besó sus muslos con pasión mientras que usó sus manos para abrirlos y luego metió la cabeza hacia adentro y le empezó a practicar sexo oral.
No podía ver con claridad que era lo que hacía Iván ya que las piernas de Priscila me tapaban su rostro, pero supe que lo que estaba haciendo era efectivo cuando vi la cara de placer de ella. Mi novia enseguida llevó sus dos manos a la nuca de él y apretó con fuerza para obligarlo a él a que siguiera chupando. Al mismo tiempo elevó sus piernas hasta ponerlas arriba de los hombros de él, cerró los ojos, se mordió los labios y luego largó un gemido que se escuchó pro toda la habitación. “¡Mmm sí!” volvió a gemir segundos después y la cabeza de su amante se movió de un lado al otro y las piernas de ella temblaron. Sus gritos y suspiros abarcaron todo el comedor y penetraron en mis oídos haciendo que la pija se me pusiera completamente dura. Me volvía loco esa situación, quería desvestirme y participar pero a su vez no podía moverme del sillón, mi cuerpo de obligaba a seguir observando con una sonrisa en la cara.
Iván se volvió a levantar y buscó la boca de mi novia que lo recibió con la respiración agitada. La había dejado sumamente excitada y se notó ya que ella buscó pegar su cuerpo con el suyo. Entonces el amante mostró autoridad y le dijo bien claro al oído que ella iba a hacer lo que él le ordenara. Ella sonrió y le respondió un “sí” con la cabeza y luego él me miró a mí con una especie de mirada macabra.
- ¡Vamos a demostrarle acá a tu novio lo putita que podes ser!- Dijo y después volvió a mirarla a ella.
La abrió de piernas y la recostó sobre el sillón mientras él permaneció arrodillado frente a ella y la penetró. Priscila gritó de placer y él sujetándola de los tobillos la empezó a coger a toda velocidad. El cuerpo de Iván iba hacia adelante y hacia atrás con fuerza y su pija entraba y salía de la concha de ella que se sujetaba de los almohadones. Los gritos de mi novia comenzaron a hacerse cada vez más fuertes y era evidente que no podía aguantarse. A eso se le sumaba el hecho de que Iván cada dos por tres le decía algo para volverla aún más loca. “¡Así! ¡Gritá!”, “¿Te gusta trola?” o “¡Así, putita! ¡Así!” eran algunas de las cosas que le iba diciendo mientras ella gozaba como loca de la enorme pija de él que le partía al medio la conchita.
Tras varios minutos de coger así, Iván soltó las piernas de Pricila que cayeron sobre el sillón. Él las puso hacia un costado hasta que ella quedó de lado con la cola bien hacia afuera y ahí volvió a cogerla a toda velocidad. Ahora la conchita de mi novia estaba completamente cerrada y era evidente que los dos podían sentir mucho más placer de esa manera. Ella seguía gritando como loca, haciéndole saber a su amante lo mucho que le gustaba que se la cogieran de esa manera. Mientras tanto él continuaba diciéndole cosas a ella y en su cara de notaba el goce de poder cogerse a una mujer con ella.
El primer chirlo llegó de sorpresa para los dos e hizo que tanto Priscila como yo saltáramos de golpe. Iván le pegó tan fuerte en la cola a mi novia que ella emitió un grito de dolor y yo me sorprendí ante el inesperado acto. Sin embargo a ella le encantaban esas cosas y no tardó en pedirle un nuevo sopapo que él le regaló con la mano bien abierta para dejarle la cola marcada. Antes de tercer chirlo, él giró la cabeza para mirarme a los ojos y en el momento justo en el que nuestras miradas conectaron se escuchó el “plaf” que hizo su mano al chocar contra la cola de mi novia.
Luego se pusieron a coger en cuatro. Iván se subió al sillón y le ordenó a ella que se pusiera de lado mirándome a mí y él se acomodó detrás de ella para penetrarla nuevamente con fuerza. Mientras él la sujetaba por la cintura, mi novia se aferraba con fuerza del sillón recibiendo duros golpes de la pija de su amante que la volvían a poner como loca. Priscila gritaba y gemía a más no poder y él continuaba diciéndole cosas que hacían que yo me calentara cada vez más y más. Mi pija estaba que explotaba adentro de mi pantalón. A pesar de eso yo seguía observando lo que ellos hacían sin tocármela, ni siquiera por encima del pantalón.
Iván se la cogía en cuatro cada vez con más fuerza. Una de sus manos fue subiendo por la espalda de ella hasta llegar a su nuca y la agarró con fuerza del pelo y tiró de este. Entonces Priscila levantó la cabeza y su mirada se clavó en la mía. Noté su completa expresión de placer, sus ojos demostrando el deseo, su boca entreabierta que emitía gemidos, su sonrisa semi dibujada que demostraba alegría. “¡Así putita! ¿Te gusta? ¿Te gusta mirar a tu novio mientras te cojo?” le preguntó Iván dándole aún con más fuerza y enseguida me di cuenta que ella estaba llegando a su punto máximo.
- ¡Sí, cogeme!- Le suplicó Priscila sin dejar de mirarme.
- ¡Que linda putita que sos!- Le respondió él pegándole nuevamente un chirlo en la cola.
- ¡Me encanta! ¡Me encanta como me cogés!- Le dijo ella
- ¿Sí, putita? ¿Te gusta?
- ¡Sí! ¡Sí!- Gritó ella.
- ¿Te gusta más que cuando te coge tu novio?- Le preguntó él y ella no dudó.
- ¡Sí! ¡Me gusta más como me cogés vos!- Le respondió.
Entonces él se movió tan aceleradamente que ella acabó lanzando un gemido de placer absoluto para luego desplomarse sobre el sillón luego que de que él soltara su pelo. Iván frenó despacio pero permaneció sujetándole la cintura a Priscila que disfrutaba de su orgasmo y se relamía los labios al mismo tiempo que se llevaba las manos a la cabeza. Entre su pelo noté una vez más su mirada clavada en la mía y pude ver una sonrisa perfecta en su cara.
- Ahora trágate mi lechita.- Le ordenó Iván enseguida.
Ella se recostó sobre el sillón boca arriba y él se paró a un costado para empezar a hacerse una paja sobre su cuerpo. No pudo aguantar mucho tiempo y segundos más tarde acabó sobre las tetas de ella y le llenó el pecho de semen dejándoselo todo blanco. Luego usó su pija como si fuera un pincel y se lo esparció por sus tetas y sus pezones. Una vez que terminó se sentó en el sillón y mi miró a mí para luego felicitarme.
- ¡Increíble tu novia Bauti! ¡Una yegua total!- Me dijo sonriendo.
Priscila por su parte seguía recostada en el sillón respirando aceleradamente y con una sonrisa de oreja a oreja en su cara. Pasaba sus manos por su pancita evitando llegar a la parte manchada por la leche de Iván y se lamía los labios mientras que intentaba recomponer la respiración. Yo seguía sentado en el sillón, apreciando la imagen de ellos dos y rememorando cada segundo de lo que había pasado hasta recién. Adentro de mi pantalón mi pija estaba durísima y mis huevos estaban que estallaban de semen. Sin lugar a dudas la experiencia me había encantado y estaba deseoso de repetirla, pero para la próxima quería sumar a más hombres.
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