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Javier nos ayuda (Capítulos 23 y 24)

Capítulo 23
 
Aquella noche no hubo más sexo y el martes lo hicimos una sola vez y de una forma de lo más clásica, en la postura del misionero, primero yo y luego él. Parecía que no le queríamos hacer daño a Ana. No queríamos abusar de ella y del culo ni hablar.
 
Lo habíamos hecho casi al límite de la hora final de ese día. Ella le pidió que se quedara a dormir con nosotros, seguro que para hacerle ver que aquel pequeño bajón, no era en absoluto por él, sino por un sentimiento de relajación de los tres.
 
Ana dispuso que esa noche durmiéramos los tres en cuchara, yo el primero mirando hacia la pared, ella abrazada a mí y Javier abrazado a ella. Durante un buen rato noté sus manos en las tetas de Ana, pero quién no tocaría esas tetas teniendo ocasión de hacerlo.
 
-Ponte la polla hacia arriba y encájala entre mis glúteos -le dijo ella.
 
Al poco me quedé dormido.
 
El miércoles cuando volví a casa, ésta presentaba un aspecto lamentable.
 
-Hola cielo, no veas como está todo, ¿No? -le pregunté.
 
En la entrada del salón, se encontraba parte de los muebles del despacho y la puerta de nuestro dormitorio, todos ellos envueltos en cartones. También había cartones sueltos por el suelo.
 
-Han llegado un poco más tarde, han venido tres operarios y dicen que no tardarán mucho en tener terminada la instalación. Javier está con ellos.
 
Ella no se había cambiado y aunque no lo veía suponía que Javier tampoco, así que decidí no hacerlo yo hasta que se fueran.
 
Me acerqué a la habitación donde estaban trabajando.
 
-Hola Javier, buenas tardes a todos.
 
Él estaba en la entrada, para no interferir en las labores de los tres instaladores, que se afanaban en el montaje de todo aquello.
 
-Hola Diego, ¿Menudo follón verdad? Pero en un par de horas terminan.
 
Me quedé un rato viendo lo que hacían, pero estábamos molestando porque no paraban de ir y venir al salón, así que me fui con mi novia de nuevo.
 
-¿Quieres un café? Me dijo ella.
 
-Claro, nos lo tomamos en la terraza que estaremos más tranquilos.
 
-Siéntate que te lo hago yo misma. ¿Qué tal hoy el trabajo?
 
-Muy bien, ya me he hecho con el puesto. No es nada complicado, y creo que he caído bien a mis compañeros.
 
-¿Y a las compañeras también, cabrón?
 
Solté una carcajada.
 
-Una es muy mayor, así que descártala.
 
-Sí, pero la otra es muy joven. Que no me entere yo, ¡Eh! Que te la corto, ya sabes. Tú no valoras lo bueno que estás, que hasta Cris no para de decirme la suerte que tengo. La muy guarra te tiene ganas.
 
Seguí riendo.
 
-Oye que tú tienes compañeros muy apuestos y yo no digo nada.
 
-No es lo mismo, además a ti no te importa que yo caliente a un compañero.
 
-Serás zorra, claro que me importa. ¿Te cae bien alguno?
 
-Ya estás pensando con la cabeza de abajo -dijo soltando una carcajada.
 
-Sí, pero nunca me dices nada de ellos cuando te pregunto.
 
-Mira, el único buenorro es Alberto, pero es un puto mujeriego con todas menos con las compañeras, ya lo conoces.
 
-¿Te gustaría follártelo algún día?
 
-Yo y cualquiera de nosotras, pero tengo novio, cornudo, pero tengo.
 
Nos fuimos a la terraza con los cafés y nos sentamos en la mesa de jardín, bajo la pérgola, hacía una tarde muy agradable y allí se estaba muy bien.
 
-¿Estás conforme con que solo follemos con Javier?
 
-¿Porqué lo dices? ¿Sigues pensando en Alberto?
 
-Sería un buen candidato para ti.
 
-Ni loca, prefiero a Javier.
 
-Pero yo digo de follar con los dos.
 
-No sé, ya te digo que es el mejor que tenemos allí, pero primero que no creo que lo quiera hacer conmigo,  segundo que mucho menos con los dos y tercero que vivimos con Javier.
 
-Sería cuestión de tantearlo, lo podríamos hacer cuando él no estuviera aquí, o en su casa.
 
-¿Y para tantearlo le digo que si quiere follar conmigo?
 
Me eché a reír.
 
-Tú no sabes el potencial que tienes con tu cuerpazo, ese Alberto se está haciendo pajas pensando en ti desde que te conoció.
 
-No puede ser, cielo. Estamos muy bien así.
 
-Anoche me dormí muy pronto, ¿Tú con Javier detrás que tal?
 
-Tardé más porque Javier estaba muy fogoso y no me dejaba dormir, al principio me pegó el bóxer al culo, luego se bajó el bóxer y mi tanga, para colocar su polla en el mismo sitio pero al desnudo, luego no hizo nada más y nos dormimos.
 
-Se portó bien, sabía que estaba fuera de hora. ¿Te hubieras dejado penetrar?
 
-No, lo dejé hacer hasta ahí porque no vi nada malo en eso, si lo hubiera intentado, lo habría mandado a su cama.
 
-¿Hizo algo más durante la noche?
 
-Algunas caricias a mis tetas y algunos roces de su polla entre los glúteos. Yo creo que estaba dormido.
 
Hacía una tarde muy buena y la verdad es que es el tiempo iba pasando mientras muy relajados hablábamos de la familia, de las modificaciones que se estaban llevando a cabo, etc.
 
-¿Has pedido cita con la doctora?
 
-Sí, la he solicitado para el próximo martes.
 
-Está bien ¿Cómo te encuentras, has notado algo desde lo del otro día?
 
Mi cara era de total preocupación, no dejaba de pensar en lo extraño que fue aquello. Ella se puso muy seria al ver mi expresión.
 
-No cielo, no he sentido nada desde el otro día. No estés preocupado por eso, estoy segura que en la revisión no se va a detectar ninguna dolencia. Lo que tuve fue el resultado del mejor orgasmo de mi vida, -finalizó con una gran sonrisa.
 
-Bueno, hasta que no vea los resultados de la revisión no me quedaré tranquilo.
 
La senté en mis rodillas y nos abrazamos con mucha fuerza. Así estuvimos mucho rato, hasta que poco a poco nos fuimos relajando, más yo que ella, eso seguro.
 
-Bueno, vamos adentro, a ver como va la instalación.
 
Cuando entramos al salón Javier venía en nuestra busca.
 
-¡Ah! Empiezan ya con la puerta, venía a avisaros.
 
-Vamos allá -le respondí.
 
Nos acercamos y ya estaban colocando el marco en el hueco donde iba la puerta.
 
-En cuanto coloquemos el marco, colgamos la puerta de las bisagras y hemos terminado, -nos dijo el que parecía ser el jefe de los tres.
 
Entonces nos salimos para ver como había quedado el despacho de Javier, pero estaba el tercer operario recogiendo todo lo que había por el suelo. Al final nos fuimos al salón a esperar que terminaran, lo que hicieron antes de media hora.
 
Los tres nos pusimos a limpiar a fondo todo aquello. La verdad es que el despacho era espléndido, todo de muy buena calidad, y el trabajo que hicieron dejaba claro que eran unos buenos profesionales. La puerta sí que nos chocó bastante después de más de dos años viviendo sin ella, pero también nos agradó su calidad y lo bien terminada que la dejaron, parecía que siempre había estado allí.
 
Dejamos la instalación del ordenador de sobremesa y la tele del despacho para instalarla al día siguiente.
 
Decidimos ducharnos y prepararnos algo de cena nosotros mismos.
 
Eran casi las nueve de la noche cuando nos sentamos en el salón a tomarnos una copa. La verdad que para ser uno de los días de inicio de Javier, el pobre no iba a disfrutar de mucho tiempo.
 
Antes de terminarnos las copas ya se estaba follando a mi novia. Solo se habían quitado el tanga y el bóxer. El la sentó a horcajadas mirándolo de frente y se la clavó en un pispás.
 
-Desnúdate cariño que quiero chupar tu polla.
 
Así lo hice y como no podía ser de otra manera, me la chuparon entre los dos, hasta que hicieron que me corriera. Los puse perdidos, así que tuve que ir por una toallita para limpiarlos a ellos y al sofá.
 
Después ella se puso a cuatro patas. Ana quería que Javier le acabara por detrás, pero en cuanto se la metió, me tocó la china.
 
-Cielo vamos a hacer un 69 mientras me folla.
 
Me tendí debajo de ellos, y Ana comenzó a chupármela de mala manera, pues las embestidas que estaba recibiendo no le permitían hacerlo mejor. En cuanto arrimé mi boca a su clítoris, comencé a recibir los huevazos de Javier en la frente, nariz y mi labio superior. Encima al muy cabrón, de vez en cuando se le salía la polla a pesar de mis quejas.
 
-Serás cabrón, Ana que me está metiendo la polla en la boca. Encima me la folla.
 
Ellos se reían, sabiendo yo que seguro que era ella la que se lo estaba pidiendo.
 
Tardaron bastante, pero mi novia ya no aguantaba más, le estábamos haciendo un buen trabajo entre los dos y Javier se quiso correr al mismo tiempo que ella. Fue un gran polvo, pero la mitad de la corrida me la echó a conciencia en la boca, en la cara y en el pelo, antes de que me pudiera salir de allí.
 
-Serás cabrón, puaggg... que asco, mira como me ha puesto el mamón éste -le dije a Ana que estaba tirada en el sofá, con la cara vuelta hacia mí.
 
La muy puta a pesar de que no se había recuperado del orgasmo, comenzó a reírse, aunque sin soltar ningún ruido.
 
Me fui al lavabo y me miré en el espejo antes de lavarme. La corrida inundaba mi cara y el pelo, aparte de la que echó en la boca. Menudo cabronazo, y la zorra de mi novia encima se reía.
 
 
Capítulo 24
 
Regresé al salón y estuvimos charlando muy poco, Javier nos pidió irnos a la cama, pues le quedaba algo menos de una hora para el tiempo límite.
 
Ellos se querían asear de la última corrida, quedándose él en su aseo y Ana en el nuestro.
 
-¿Ana estás preparada para que Javier te la meta por el culo? -le pregunté muy bajito, aprovechando su momentánea ausencia.
 
-Creo que sí, si lo hace con cuidado podré hacerlo.
 
Ya no hicimos más comentarios sobre este asunto y nos fuimos a la cama, junto con Javier que entraba en ese mismo momento.
 
Ella se sentó entre los dos sobre el cabecero de la cama. De inmediato comenzamos a morrearnos con mi novia alternativamente, mientras nos acariciábamos por todo el cuerpo.
 
-Ponte a cuatro patas -le pedí mientras cogía el tubo lubricante.
 
La preparé a conciencia, para que luego no tuviera ninguna molestia. También me lubriqué el cipote antes de penetrarla. Javier no quitaba ojo de todo lo que hacía.
 
-Ana ya estás preparada, dime que pare al más mínimo dolor.
 
Javier cogió sus glúteos con ambas manos y los abrió para facilitar mi penetración, entonces arrimé mi glande a su ano y haciendo un poco de presión, la fui penetrando sin ninguna dificultad muy despacio. Paré cuando llevaba la mitad.
 
-¿Que tal cielo, te duele? -le pregunté.
 
-No, nada, sigue despacio.
 
La retiré unos centímetros y volví a la carga lo más despacio que pude, ahora hasta el final.
 
-Ya está toda cariño. Espero un poco y comenzamos, ¿Vale?
 
Ella asintió con la cabeza. Me quedé así unos segundos más para que se acomodara mi polla allí dentro, comenzando con penetraciones lentas, luego incrementé el ritmo hasta llegar a un punto medio, del que ya no pasé.
 
Javier acariciaba la espalda de mi novia con una mano, y las tetas con la otra sin dejar de observar como le daba por el culo. De vez en cuando me miraba con cara de cordero degollado.
 
-¿Quieres probar tú? -le pregunté-, ¿Cariño quieres que lo intente Javier?
 
-No sé... es que es muy gorda y me puede hacer daño, ¿No? -me respondió la muy zorra.
 
-Bueno si te duele paro, -respondió él precipitadamente casi incrédulo.
 
-Con mucho cuidado Javier, cielo prepárasela tú mejor.
 
Otra vez me volvió a tocar la china. Me eché a un lado para dejarle el sitio a él. Cogí el tubo y le lubriqué la polla, poniéndole algo más a mi chica que no decía nada, aunque los dos conocíamos las ganas que tenía de hacerlo con Javier.
 
Ahora fui yo el que le abrió los cachetes a mi novia.
 
-Inténtalo ahora -le dije, mientras veía como ella se agarraba con fuerza a la sábana. No era poca cosa el pollón que le iban a meter.
 
Javier posó su glande en el ojete de Ana y comenzó a empujar muy despacio. Por tres veces se le escurrió hacia arriba. A la cuarta se presionó el glande para dejarlo algo más picudo, traspasando por fin el esfínter.
 
-Ahhhh... -gritó mi novia.
 
-¿Te ha dolido? -le preguntó él muy preocupado.
 
-Un poco nada más, no te muevas ahora, -le respondió.
 
-Ana el glande ya está dentro, creo que ya no te va a doler más.
 
-Diego ponle más lubricante.
 
Me eché otro poco en la mano y se lo apliqué en el tronco que estaba fuera. También le puse algo más en el ojete de ella. De inmediato él siguió metiendo lentamente aquel pollón y volvió a parar.
 
-Ana está casi toda, ¿Sigo?
 
Ella asintió con la cabeza y él se la metió hasta que su pelvis chocó con su culo. No hubo más directrices ni comentarios. Mi chica sabía que la tenía entera en su interior.
 
Le dejó tiempo para que se amoldara a aquel intruso. Luego empezó a moverse muy lentamente. Yo miraba continuamente las manos de mi novia aferrándose a las sábanas, ellas eran las que me indicaban cómo estaba llevando la enculada que le estaba metiendo Javier. En esos momentos sus manos se apoyaban con las palmas abiertas, lo cual era signo de que no sentía dolor.
 
Sin dejar de mirar cómo entraba y salía la tranca de nuestro amigo en el culo de mi novia, no paré de sobarle las tetas con una mano, mientras que con la otra le acariciaba la espalda y la nalga que estaba más cerca. Aquel paso más en nuestras relaciones con Javier me producía un morbo increíble y unas ganas de correrme como nunca había deseado.
 
-Diego necesito que la masturbes, porque no voy a durar mucho y quiero que se corra conmigo.
 
Ella no dijo nada, así que me puse a la tarea que me encomendó mi corneador. Metí mi mano por debajo de su cuerpo y le dí en el clítoris como si no hubiese un mañana, pues veía como Javier casi se estaba derramando en sus entrañas, cosa que ocurrió en menos de un minuto. Pero logré mi objetivo y ambos se corrieron al mismo tiempo entre gritos y jadeos.
 
Quedaron tendidos sobre la cama, ella boca abajo y él mirando hacia arriba después de haberse girado.
 
Cogí una toallita y limpié a los dos lo mejor que pude, pues aquella corrida nos iba a poner las sábanas perdidas.
 
Cuando se recuperaron ya era casi la hora de finalizar los juegos por ese día, así que Javier besó a Ana y se marchó dejándonos solos.
 
Estuvimos un buen rato besándonos y abrazándonos sin decirnos nada, sabíamos que aquello había sido el principio, que a partir de ahora tendríamos una opción más para nuestros juegos.
 
-Lo hemos hecho bien los dos, ¿No? -le dije con una gran sonrisa.
 
-Sí, lo has propiciado con mucho talento, cabronazo.
 
-Claro y tú diciendo “es que es muy gorda y me puede hacer daño”, ¡Serás puta! Ni la has sentido.
 
-¿Que no? Pues mañana que te la meta a ti, a ver si tú la sientes.
 
-¿A mí? Noooo... que me desgracia el cabrón ese.
 
-¿Quieres follarme antes de dormir? -me preguntó.
 
-¿Te quedan ganas de hacerlo otra vez?
 
-Contigo siempre, todas las veces que quieras mi vida.
 
Hicimos el amor como a nosotros nos gusta. Dejé que ella se corriera primero, luego me cambié de agujero y en un minuto me estaba corriendo en su culo.
 
Nos duchamos y cuando nos fuimos a dormir, cerré la nueva puerta del dormitorio dejando la primera abierta. Me gustaba la nueva disposición de las puertas.

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