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¿Recuerdos o Promesas?

Esto fue lo que ocurrió con @Marylulii . O quizás todo sea la promesa de lo que va a ocurrir. Como sea, a ustedes no les importa saber si ocurrió o si ocurrirá. El deseo está ahi, intangible. Las ganas de que ocurran -o que se repita- siempre estarán a flor de piel.


Quedamos encontrarnos al mediodía en el microcentro. Ellos habían logrado acomodar su día para poder venir a verme, tenían un rato de viaje desde el conurbano, y yo ya llevaba varios días preparándolo todo. 


Alquilé un departamento en Avda de Mayo y Reconquista. Nada de hoteles ni de miradas indiscretas. Ni conserjes ni turnos. Solo nosotros tres, por cinco horas, a nuestras anchas. 


Había champan en la heladera y sushi en la mesa. Música suave y luz tenue. Tocaron el timbre y les abri. Sonaba Stan Getz.


Ella estaba despampanante. Radiante. Sabía que era la mujer deseada. Él estaba nervioso. Su mirada era esquiva. Así que cuando entró, le di un fuerte abrazo, como si fuéramos grandes amigos. 


Era mi forma de sellar el pacto que ya habíamos celebrado tiempo atrás. Luciana miraba no sabiendo qué hacer, porque se sentía desplazada. Era parte del juego.


Tras un par de chanzas, más, Martín se apartó y me presentó a Luciana, yo le dije apenas “mucho gusto” y le di un beso que quedó muy cerca de su comisura. Su rostro se encendió. Estaba empezando a comprender lo que ocurría allí.


Les serví una copa de champán y brindamos. 


-Brindo por el amor de pareja, y por lo que está por ocurrir aquí. 


-Salud- dijeron mis invitados, muy tímidamente.


El sushi estaba muy bueno, y las burbujas, se sabe, las burbujas aflojan todo. Estábamos hablando de la vida, la familia, los trabajos y me paré detrás de ella, sin dejar de hablar. Como si nada estuviera por ocurrir. Y apoyé mis manos sobre sus hombros, sin dejar de hablar con el. Como si ella no existiera... Mis manos empezaron a hacer su trabajo y vi como ella cerró los ojos. Ese fue el punto de partida.


Cuando sintió mis manos en su cara, tiro la cabeza para atrás, y desabroche su camisa, mostrando su voluptuosidad envuelta en hermosa lencería negra .


La tomé de la mano y la puse de pie. Le pedí a Martín que levantara la mesa,  y supo por mi seña que debía poner el suave acolchado que oficiaría de mantel, mientras iba desvistiendo a su mujer, y ya completamente desnuda, le pedí que se subiera a la mesa y se recostara boca abajo en la mesa


La mesa estaba servida. Los comensales también. 


Un silencio tenso se había instalado en el ambiente. Martín estaba evidentemente nervioso, y le ordené con la mirada que se sentara en el sillón. Se sirvió otra copa y se aprestó a mirar.


Yo volqué aceites en la espalda, en la cintura, en las nalgas. Y mis manos empezaron a trabajar los pies de la afortunada, y desde allí, subiendo poco a poco, por todo el cuerpo, desde los muslos, hasta volver a su espalda. 


Luli soltó su primer gemido, porque pensó que iba a tocarle la cola, o meterle dedos en la concha o algo así. Todavía no estábamos ni cerca de eso, pero el deseo ya había empezado a recorrer el cuerpo de esa hembra hermosa.


Mis dos manos en su espalda, recorriendola lentamente... su cuello después, y de allí, hacia abajo. Me detuve en su cintura... y ahora si, como algo natural, recorriendo sus nalgas. Primero una, después la otra, sin tocar ni su concha, ni su clítoris, ni su ano... pero si recorriéndola profundamente por los costados, por los bordes, haciendo círculos concéntricos alrededor, señalando que los lugares son esos, pero sin siquiera rozarlos.


Hasta que la invito a que se de vuelta. Miro a Martin a los ojos, y veo a un hombre muerto de celos y de excitación. Y yo me dejo llevar por la lujuria de los pezones de Luli en mi boca, mientras la masturbo muy lentamente. Quiero que acabe con mis besos, y con mis caricias... Quiero que gima, que su marido escuche como goza y como ruega por pija.


Es en este momento en que le hago señas a Martín, para que se acerca y vea. Que vea cómo beso la boca de Luli. Como le hundo mi lengua en las profundidades de su boca, y como ella responde con un estertor de su cuerpo. 


Ambos arden de deseo, pero son obedientes. Esperan mi orden. Se dejaron llevar por mi juego, y para eso estoy aquí. 


Le digo claramente que pele su pija y se la coja asi, de parado, yo pondré mis dos manos en la cara de Luli.


No tardarán los dos en acabar. Ella primero. Con un gemido animal. Su cuerpo retorciéndose. Y dos empujones más de sus caderas, él volcándole la leche en su vientre. 


Después de un largo y relajante masaje, después de un profundo orgasmo, se abrazaron y se rieron y me miraron, confirmando lo que yo ya sabía. Que se sentían cómodos. Que la estaban pasando bien, y que por delante teníamos cuatro hermosas horas de sexo de a tres. 

2 comentarios - ¿Recuerdos o Promesas?

Pervberto +1
Se paladea con fruición ese paso a paso hacia la desvergûenza.
VoyeaurXVII +1
asi es... a fuego lento...
Mamigirls +1
Impecable! 👏
VoyeaurXVII
con gusto podriamos recrearlo...