Sigo contándoles mi camino y mis vivencias como en este mundo divino de ser cornudo.
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Segunda toma. Episodio 4
“Qué rico mi amor. ¿Cómo la estás pasando?”,pregunté yo en ese mensaje de Whatsapp. Como siempre, con el mismo sentimiento de grandeza por el deber cumplido. Haber entregado a mi novia a un macho de verdad. Esperanzado de que ella agradeciera mi labor como cornudo con un mensaje de amor.
Ingenuo, como si me fuera a contestar. Ya había aprendido que las hotwives demuestran eso de otra forma.
“¿Estás muy caliente cornudo?”, fue su respuesta a la media hora. Mi mente automáticamente rellenaba ese espacio vacío que quedaba. La imaginaba siendo destrozada por la pija que ví en el video. Imaginaba su carita, totalmente entregada al placer,con los ojos mirando hacia arriba. La imaginaba en cuatro patas encima de su cama, con su colita redondita bien parada, con esa verga entrando y saliendo.En mi mente podía escuchar los “plaf, plaf, plaf” de su pelvis chocando contra su cola, y los gritos de ella. Por Dios, como gritaba en mi cabeza. El barrio entero podía escucharla.
¿Estarían usando forro? ¿O la estaría cogiendo con la pija desnuda? Ese morbo que sentimos los cornudos de que nos expropien totalmente lo que era nuestro. Que nuestra amada novia se enamore totalmente de otra pija. Una mezcla de miedo de perder lo nuestro y de la calentura que sentimos siendo testigos de como un hombre de verdad nos despoja de aquella persona que alguna vez nos había elegido.
Al inicio de toda la fantasía, cuando se lo proponemos a nuestra pareja, somos conscientes de que en algún momento el miedo puede aparecer, resta saber si nos entregaremos a la cobardía de no seguir con nuestro destino. Sin embargo, al principio,cuando estamos buscando el macho para ella, ese miedo es muy chiquito y nos entregamos a nuestro deseo de ser cornudos.
Encontrar esa persona que haga volar a nuestras novias tampoco es tarea fácil. Me llevó mucho tiempo encontrar una persona que le derrita la concha. Aunque en ese tiempo ha tenido unas cuantos encuentros con hombres, nunca con uno que decididamente supiera que iba a ser su corneador.
Cuando me contacté con esta persona, me di cuenta de que tenía herramientas intelectuales, imaginación y morbo necesarios para que nos entreguemos a él. Me manejaba con mucha confianza desde el primero momento, como sabiendo que iba atener a mi novia a disposición. Eso, de alguna forma, resulta atractivo para nosotros.
No se refería a mí por mi nombre, sino que me decía “Cornudo” abiertamente. Eso hacía que se me erizaran hasta las neuronas más desprevenidas. Solo los cornudos sabemos lo que se siente que un macho te diga por tu real nombre. Uno se entrega por completo, sin saberlo, sin quererlo del todo.
Recuerdo que después de una breve introducción, un breve filtro cultural, le pasé su número a mi reina, con la ansiedad de que se pusiera en contacto rápidamente con él. En mi mente se jugaban un montón de partidos y los desenlaces eran siempre el mismo. Mi novia con las lolas repletas de leche de macho de verdad.
Media hora más tarde él me estaba contando que ya estaban viendo cuándo podían concretar de verse. ¡No podía creerlo! Mi hermosa novia ya estaba toda hecha una puta,decidida a cogerse a cuanto hombre le pareciera. ¡Qué sensación hermosa!¿Verdad?
Ella estaba totalmente decidida. Se notaba que había encontrado alguien que la calentaba muchísimo. Justo lo que yo buscaba, un novio nuevo para mi novia.
“Es muy puta y eso me encanta”, me dijo en ese momento.
Abran su cabeza y piensen en todo lo que encierra esa frase para un cornudo como yo. Seguro se van a encontrar con un montón de información. Son sensaciones imposibles de decodificar. Es saber que mi novia es puta, que se nota, que alguien lo está notando. Tu novia, la que vos ves como una reina, que le entregarías todo, que alguna vez te eligió, decide entregarse a su más profundo deseo y volverse todo lo que ella quiera ser, y su macho ya se dio cuenta.
“Me estoy acabando mucho”, me escribió mi novia, haciéndome volver al aquí y ahora. Ahí tenía mi agradecimiento.
Perdiste cornudo.
(Continuará)
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