Como había contado en el relato anterior, los casi dos meses de cuarentena fueron un sube y baja de emociones. Había días que estaba deprimida, otros más aburrida, feliz... cambiaba de ánimo a cada rato. Y la calentura sexual venía también por ese lado.
Algunos días estaba re tranquila y otros me rozaba la piel y me mojaba toda. Fue así como, ante tantos días de encierro, cambié mis hábitos. En general, no soy de hacer sexo virtual, pero esos días estaba muy necesitada y derivaron en todo lo ya relatado.
Si bien esas pajas (sola o acompañada) me calmaban y ayudaban a bajar un poco la ansiedad; el deseo y la necesidad de contacto físico se hacía cada vez más grande. Ya una paja no me alcanzaba. Quería más. Por suerte, esta semana se comenzó a permitir algunas salidas en la zona donde estoy viviendo.
Cuando recibí la noticia, en una charla normal que tenía con mi vecina Melisa comentando del tema, surgió la idea. Las dos habíamos estado encerradas todo este tiempo, sin contacto con nadie, cumpliendo todos los protocolos. El lunes ya no iba a ser tan estricto el aislamiento... porqué esperar?
Esa noche de viernes, me fui a comer a su habitación del hospedaje. Pasamos todo el fin de semana juntas. Solo voy a contar que apenas me acostó en la cama y su lengua se apoyó en mi concha, mi cuerpo empezó a temblar y no podía parar de gemir.
No controlaba mis músculos, mientras ella me hacía explotar de una manera increíble. Me asusté al no poder dejar de mover las piernas. Me dejó temblando un rato y tuve dos orgasmos casi seguidos. Estuvimos 2 días así: besos, caricias, nos hacíamos acabar una a la otra con la lengua, franeleando en los muslos... Hicimos de todo. Pero lejos de ser algo desaforado, fue todo muy romántico y tierno.
El domingo volví a mi habitación (tenía que rendir esa semana), con una sonrisa en mi rostro y muy satisfecha de los días con ella. Pero me faltaba algo. Si. Quería pija. Quería una verga que me dominara y me hiciera sentir bien puta y rompiera toda. La víctima ya había sido elegida unas semanas atrás: el chabón que me había cogido la última salida, y que lo dejé en banda para irme a garchar con Melisa y su macho.
Luego de un tiempo de investigaciones, lo encontré. Stefano, tiene mi edad y vive en Bologna, no tan lejos de donde estoy yo. Durante las últimas semanas de cuarentena empezamos un jueguito cada vez más caliente. En realidad, la que empezó fui yo.
Él siempre se mostró cordial y respetuoso. Hasta que empecé a enviar fotos un poco provocadoras y se fue soltando. Terminamos contándonos qué nos haríamos cuando podamos salir (con audios míos acabando, por ejemplo).
Y ese día llegó. El lunes se pudo salir para realizar ciertas actividades. Yo aproveché, salí a correr... y elegí la ruta que me llevaba hacia la casa de Stefano. Apenas llegué empezamos a los besos en el ascensor hasta llegar a su departamento. Su intención era ir a la cama, pero yo no podía esperar más.
Lo agarré de la ropa y lo traje contra mi cuerpo para seguir besándolo mientras me aplastaba contra la pared al lado de la puerta. Me arrodillé y desesperada le bajé los pantalones y el boxer todo junto, para dejar al aire su pija, ya dura, esperándome.
Yo no lo recordaba realmente, pero tenía una pija hermosa. Bien gordita, ideal para abrirte toda después de tanto tiempo de abstinencia. La metí en la boca, mirándolo con cara de puta. Él me agarraba de los pelos y seguía los movimientos de mi cabeza.
Me empujó más contra la pared, quedando mi espalda aprisionada en el rincón. Uff esta es la sensación de encierro que me gusta: la espalda contra la pared y la pija clavada en la boca. Es de las situaciones que más me calientan al sentirme totalmente vulnerable, sumisa y puta de mi macho que me tiene a su voluntad.
Me levanté despacio, besando su cuerpo hasta llegar a su boca. Nos besamos y él rápidamente me dio vuelta poniendo mis manos contra la puerta. Me pegó un chirlo en la cola mientras me bajaba la calza y empezó a besarme las nalgas. "Cogeme, después la comés toda... ahora cogeme" le dije desesperada. Después de casi dos meses... quería sentir otra vez una verga entrar adentro mío. Y más aún esa poronga gorda y dura, que seguro me iba a abrir como lo estaba necesitando.
Acomodó la pija y la enterró completa. Yo estaba re mojada; si bien costó un poco, la lubricación natural que tenía de tanto tiempo sin contacto hizo que su verga se deslizara suavemente hasta el fondo. Y ahora arrancó a cogerme a un ritmo descontrolado. Él también estaba con ganas y en abstinencia. Aunque claro, eso le jugó un poco en contra y acabó rápido. Me dio vuelta, y me llevó a su habitación sin dejar de besarme.
Ahí me acostó y terminó de desvestirme. Me chupó la concha con una calidad que me volvió re loca haciéndome acabar mordiendo la almohada y aferrada a las sábanas. Su pija estaba dura de nuevo, y no lo dudó. La clavó y siguió cogiéndome descontrolado. Me dio vuelta y me siguió dando en 4 hasta que no aguantó más y otra vez, acabó adentro mío.
Esa semana tenía que rendir, así que me fui rápido. Pero necesitaba sacarme las ganas, ese día fui a coger nomás. Salí de su casa sintiéndome re puta. Como a mi me gusta. Antes de despedirnos, arreglamos para el fin de semana, pero esta vez sin apuro: "hasta que no digas basta, no pienso parar" le dije mientras le guiñaba el ojo y me volví a la residencia.
El viernes a la tarde me instalé a su casa. Me fui con una tanguita negra bien chiquita para que la disfrute un rato. Esta vez, el encuentro fue un poco más controlado. Llegué, comimos algo y después si, a lo nuestro. Me paré de la silla y dándome vuelta me bajé un poquito el pantalón. "Mira lo que te traje" le dije dejando ver los bordesitos de mi tanguita.
Sin decir nada se paró, me agarró y me arrastró a su habitación a los besos mientras íbamos desvistiéndonos dejando la ropa toda tirada en el piso. Un reguero de prendas, diría Daddy Yankee.
Me tiró en la cama, y cuando pensé que se venía mi chupadita de concha, el chabón se acomodó sentado en mi pecho poniéndome la verga en la cara. Me pasó la pija por las mejillas hasta meterla de prepo en la boca. La movía dentro mío, pero controlada por él.
Yo solo la rozaba con la lengua mientras él me clavaba toda su poronga hasta la garganta agarrándome de los pelos. Cuando sentía que me daba arcadas frenaba y la sacaba. Luego, me golpeaba las mejillas con su verga llena de mi saliva. Fue bajando mientras besaba mi cuerpo, frenando un rato en mis tetas.
Llegó hasta abajo y sus manos intentaron sacarme la tanguita. "Primero cogeme con la tanguita puesta" le pedí. Quería darle un buen estreno. La corrió con un dedo y enterró su lengua en mi concha. Dejó escapar un gemido de placer al sentir lo mojada que estaba y empezó a chupármela cada vez con más ganas. Enterró un dedo y empezó a moverlo al ritmo de su lengua, para hacerme acabar casi al instante. Lo agarré de los pelos y apreté su cara contra mi concha hasta que exploté.
Quedé mordiendo mis labios, sin casi poder decir palabra. Stefano se reincorporó con una sonrisa por el deber cumplido. Agarró su pija, dura al punto de explotar, y la empezó a refregar por mi concha, sin meterla. "Metela" le gritaba desesperada, pero él no me hacía caso. Lo notaba más morboso y violento que la otra vez y eso me encendía aun más.
De golpe, metió toda la pija en mi concha. Así, sin anestesia. Toda. El primer grito fue una mezcla de dolor y sorpresa pero a la segunda embestida ya estaba gimiendo como una perra desesperada y pidiendo que me diera más fuerte.
Él me garchaba desesperado, cada vez con más violencia, sacando la mitad de la pija y metiéndola con fuerza hasta que nuestros cuerpos chocaban. Sus manos se posaron en mis tetas, y luego fueron subiendo hasta mi cuello regalándome otra vez esa sensación de sometimiento que tanto me gusta. No aguantó mucho ese ritmo y acabó adentro.
"No acabes más adentro. Quiero irme de acá llena de leche en todo el cuerpo, ok?" le dije retándolo. Se tiró al lado mío y nos empezamos a besar. Cuando apoyó su pija en mi muslo, noté que aún no se le bajaba del todo. Lo dejé boca arriba y ahora me dediqué yo a lo mío. Me acomodé entre sus piernas y empecé a chuparle la pija aun chorreando lechita.
La dejé dura de nuevo. Me subí arriba, lo besé y le puse mis tetas en la boca. Lentamente empecé a darme vuelta hasta quedar sentada sobre su pija, de espaldas a él. "Por Dios" Exclamó mientras me agarraba la cola y me pegaba. Yo me movía refregando mi concha sobre su verga. Hasta que agarré el tronco y lo acomodé en la entrada de mi concha.
Empecé a saltar sobre su pija, cada vez más fuerte. Él se agarraba de mis nalgas y acompañaba mis movimientos. Me detuve cuando empecé a sentir que estaba por estallar un orgasmo. Me agarré fuerte de sus piernas hasta que acabé. Me levanté y agarré su pija para despejar mis dudas. Totalmente mojada. Me había chorreado toda sobre su verga. No lo dudé y empecé a chuparla.
Volví a cabalgarlo un rato, hasta que me avisó que estaba por acabar. Me tiré en la cama mientras él se acomodaba con la pija apuntando a mis tetas. Las agarré y se las ofrecí para que descargara todo. Noté como su verga empezaba a temblar justo antes de largar un fuerte chorro que cayó casi en mis hombros y luego si, una gran cantidad sobre mis tetas. Mientras él acababa, automaticamente abrí mis piernas y empecé a tocarme con una mano mientras la otra desparramaba la leche sobre mi pecho.
A ese nivel fue todo el fin de semana. Hasta accedí a que filmara un polvo (con mi celu). Me agarró en 4 y me garchó como una bestia mientras me dejaba la cola roja de tanto pegarme. Más que dolerme o molestarme me encendía de una forma que no podía parar de gemir y gritar que no frenara.
Me sometía agarrándome de los pelos, ahorcándome, tirado encima mío tocándome las tetas... Me hizo lo que quiso y yo, buena putita sumisa, me dejaba. La leche fue toda a mi cola y la espalda. A la mañana lo desperté con un pete, para luego coger en cucharita hasta dejarme la cola llena de leche de nuevo.
Sabía que no iba a zafar del pedido y lo dejé también que me acabara en la cara. Pero si me iba a rebajar a eso, que sea bien bien puta. Me arrodillé a sus pies y mientras se la chupaba le pedí que me llenara toda de leche. Cerré mis ojos mientras él se pajeaba con la verga en mi mejilla. Cuando sentí que salía agarré la verga y la desparramé por toda mi cara hasta terminar en mi boca y terminar de limpiarla. Sentía como la leche me chorreaba por mis mejillas y mi pera cayendo sobre mi pecho. Toda enchastrada.
Me tiré a la cama, boca abajo. Ya destruida de tanto coger. Pero con unas ganas terribles de seguir. Stefano se tiró encima besándome la espalda y acariciando mi colita. "Dale" le dije. Al principio no entendió. Pero después comprendió que le pedía.
Se acomodó y yo le levanté la cola para que pueda empezar a lamerla. Con los dedos me penetraba la concha y su lengua buscaba de abrirme la colita que estaba ya bien cerrada después de tanto tiempo sin verga.
Cuando dejó mi ano lleno de saliva, empezó a hurgar con los dedos. Un dedo, dos... me dolía pero me relajaba y se me pasaba. "Dale rompeme la cola", gemía yo. Encima, el chabón tiene una pija bien gruesa. Me iba a romper toda, pero no me importaba nada. "Despacito" le supliqué cuando apoyó la punta de su pija en la entrada de mi colita. Escupió mi cola por última vez y se llenó de lubricante la verga. Cuando empezó a empujar sentí como se desgarraba como si fuese la primera vez.
Empezó a empujar suave. Se sentía la resistencia, por más que yo me relajara, costaba entrar. Él iba despacio tratando de no hacerme mal. Empujaba un poco, y la sacaba. Yo aprovechaba para tomar aire y volvía a empujar. No llegaba ni a la mitad y sentía que me desgarraba toda.
Pero yo no podía más de la calentura. Mi cola pedía pija a gritos. No aguanté. Tomé fuerzas y pegué un empujón hacia atrás, clavandome toda la pija de una. "Guau" exclamó Stefano sin poder creer lo que acababa de hacer. "Dale dale" le gritaba mientras me movía sobre su verga.
El dolor cedió y empezó a gustarme cada vez más. Extrañaba mucho sentir la cola llena de pija. Él me agarraba de las caderas y dejaba que yo me moviera y me culeara. Literalmente, me estaba autorompiendo el culo. Él ni se movía.
"SI si si" gritaba yo cada vez que iba hacia atrás y mi cola chocaba contra su cuerpo. "Acaboo!!" gritó él pero no me detuve. Sentí su pija temblar, y tampoco me detuve. "Acabé Juli" me dijo... pero tampoco me detuve. Seguí moviéndome hasta que sentí que tenía la pija blandita y no podía entrar más.
Unos polvos después, volvió a hacerme la cola, pero esta vez fue él fue quien me culeó. Empezamos otra vez en cucharita. Me garchó por la conchita mientras me pajeaba y manoseaba las tetas hasta que me hizo acabar. Sacó la pija de mi concha y así lubricada con mis jugos me la enterró en la cola, que ya estaba más abierta que la primera vez. Terminamos en 4, y otra vez mi espalda llena de leche.
El domingo ya mis piernas las sentía cansadas. No solo de cabalgarle la pija desesperada o aguantar las embestidas en 4... Cada vez que acababa mi cuerpo temblaba y se sacudía. Los polvos empezaron a espaciarse un poco más.
Pero en los ojos se nos notaba aun la lujuria. A la tardé armé mi bolso. En el ascensor empezamos a besarnos otra vez como adolescentes en celo. "Otro más?" le dije mientras le manoteaba la verga. "Acá?" me preguntó mientras mi respuesta fue solamente abrir la puerta entre 2 pisos para arrodillarme a chuparle la pija.
Metí la pija semierecta en la boca mientras él empujaba mi cara. Ahora que no la tenía bien parada podía metermela toda en la boca. Stefano cerró la puerta y mandó el ascensor hacia arriba. La adrenalina de chuparle la verga en el ascensor, sumada a la sensación del movimiento hacia arriba me volvió totalmente loca. Mi mano buscó mi concha para pajearme automáticamente.
Llegamos a la terraza, me sacó apoyándome contra la pared y arrancando mi pantalón hasta mis rodillas me enterró la pija. Yo seguí re mojada. Me garchó con la pija semiparada, la sentía que no estaba dura del todo pero el placer de sentir esa puntita al menos penetrarme me desquiciaba. Cuando él notó que me estaba pajeando, no dudó en ayudarme con una mano en mi concha. Me dejó todo el cuerpo temblando, otra vez; tanto que tuve que frenar y caí arrodillada al piso.
Estaba recuperando el aliento cuando siento la pija de Stefano apoyarse en mi hombro. "Querés más leche?" me dijo poniendo la punta en la cara. Yo estaba vestida. No podía ensuciarme más. Así que se ganó un pete y dejé que me descargara todo en la boca.
Por suerte ya no era tanto. Así que cuando empezó a acabar me detuve y dejé que largara todo mientras lo miraba con mi mejor cara de puta. Cuando terminó, saqué la pija y le mostré la leche en mi boca para luego tragarmela toda y mostrarle mi boca vacía. Esto último que hice me dejó bien claro lo caliente que me había dejado esta cuarentena.
Volví a mi casa y dormí todo el lunes. Destruida estaba. Me dolía todo. Las piernas cansadas, la concha ardiendo, la cola la sentía abierta y dolorida (3 veces me la hizo en total). Así y todo, sin levantarme de la cama, agarré mi teléfono y me puse a ver las cosas que había. No solo videos, también algunas fotos. No pude evitar calentarme de nuevo. Puse play al video y mi manito se fue a mi concha que ya estaba mojada de nuevo.
************************************************************
Indice
Algunos días estaba re tranquila y otros me rozaba la piel y me mojaba toda. Fue así como, ante tantos días de encierro, cambié mis hábitos. En general, no soy de hacer sexo virtual, pero esos días estaba muy necesitada y derivaron en todo lo ya relatado.
Si bien esas pajas (sola o acompañada) me calmaban y ayudaban a bajar un poco la ansiedad; el deseo y la necesidad de contacto físico se hacía cada vez más grande. Ya una paja no me alcanzaba. Quería más. Por suerte, esta semana se comenzó a permitir algunas salidas en la zona donde estoy viviendo.
Cuando recibí la noticia, en una charla normal que tenía con mi vecina Melisa comentando del tema, surgió la idea. Las dos habíamos estado encerradas todo este tiempo, sin contacto con nadie, cumpliendo todos los protocolos. El lunes ya no iba a ser tan estricto el aislamiento... porqué esperar?
Esa noche de viernes, me fui a comer a su habitación del hospedaje. Pasamos todo el fin de semana juntas. Solo voy a contar que apenas me acostó en la cama y su lengua se apoyó en mi concha, mi cuerpo empezó a temblar y no podía parar de gemir.
No controlaba mis músculos, mientras ella me hacía explotar de una manera increíble. Me asusté al no poder dejar de mover las piernas. Me dejó temblando un rato y tuve dos orgasmos casi seguidos. Estuvimos 2 días así: besos, caricias, nos hacíamos acabar una a la otra con la lengua, franeleando en los muslos... Hicimos de todo. Pero lejos de ser algo desaforado, fue todo muy romántico y tierno.
El domingo volví a mi habitación (tenía que rendir esa semana), con una sonrisa en mi rostro y muy satisfecha de los días con ella. Pero me faltaba algo. Si. Quería pija. Quería una verga que me dominara y me hiciera sentir bien puta y rompiera toda. La víctima ya había sido elegida unas semanas atrás: el chabón que me había cogido la última salida, y que lo dejé en banda para irme a garchar con Melisa y su macho.
Luego de un tiempo de investigaciones, lo encontré. Stefano, tiene mi edad y vive en Bologna, no tan lejos de donde estoy yo. Durante las últimas semanas de cuarentena empezamos un jueguito cada vez más caliente. En realidad, la que empezó fui yo.
Él siempre se mostró cordial y respetuoso. Hasta que empecé a enviar fotos un poco provocadoras y se fue soltando. Terminamos contándonos qué nos haríamos cuando podamos salir (con audios míos acabando, por ejemplo).
Y ese día llegó. El lunes se pudo salir para realizar ciertas actividades. Yo aproveché, salí a correr... y elegí la ruta que me llevaba hacia la casa de Stefano. Apenas llegué empezamos a los besos en el ascensor hasta llegar a su departamento. Su intención era ir a la cama, pero yo no podía esperar más.
Lo agarré de la ropa y lo traje contra mi cuerpo para seguir besándolo mientras me aplastaba contra la pared al lado de la puerta. Me arrodillé y desesperada le bajé los pantalones y el boxer todo junto, para dejar al aire su pija, ya dura, esperándome.
Yo no lo recordaba realmente, pero tenía una pija hermosa. Bien gordita, ideal para abrirte toda después de tanto tiempo de abstinencia. La metí en la boca, mirándolo con cara de puta. Él me agarraba de los pelos y seguía los movimientos de mi cabeza.
Me empujó más contra la pared, quedando mi espalda aprisionada en el rincón. Uff esta es la sensación de encierro que me gusta: la espalda contra la pared y la pija clavada en la boca. Es de las situaciones que más me calientan al sentirme totalmente vulnerable, sumisa y puta de mi macho que me tiene a su voluntad.
Me levanté despacio, besando su cuerpo hasta llegar a su boca. Nos besamos y él rápidamente me dio vuelta poniendo mis manos contra la puerta. Me pegó un chirlo en la cola mientras me bajaba la calza y empezó a besarme las nalgas. "Cogeme, después la comés toda... ahora cogeme" le dije desesperada. Después de casi dos meses... quería sentir otra vez una verga entrar adentro mío. Y más aún esa poronga gorda y dura, que seguro me iba a abrir como lo estaba necesitando.
Acomodó la pija y la enterró completa. Yo estaba re mojada; si bien costó un poco, la lubricación natural que tenía de tanto tiempo sin contacto hizo que su verga se deslizara suavemente hasta el fondo. Y ahora arrancó a cogerme a un ritmo descontrolado. Él también estaba con ganas y en abstinencia. Aunque claro, eso le jugó un poco en contra y acabó rápido. Me dio vuelta, y me llevó a su habitación sin dejar de besarme.
Ahí me acostó y terminó de desvestirme. Me chupó la concha con una calidad que me volvió re loca haciéndome acabar mordiendo la almohada y aferrada a las sábanas. Su pija estaba dura de nuevo, y no lo dudó. La clavó y siguió cogiéndome descontrolado. Me dio vuelta y me siguió dando en 4 hasta que no aguantó más y otra vez, acabó adentro mío.
Esa semana tenía que rendir, así que me fui rápido. Pero necesitaba sacarme las ganas, ese día fui a coger nomás. Salí de su casa sintiéndome re puta. Como a mi me gusta. Antes de despedirnos, arreglamos para el fin de semana, pero esta vez sin apuro: "hasta que no digas basta, no pienso parar" le dije mientras le guiñaba el ojo y me volví a la residencia.
El viernes a la tarde me instalé a su casa. Me fui con una tanguita negra bien chiquita para que la disfrute un rato. Esta vez, el encuentro fue un poco más controlado. Llegué, comimos algo y después si, a lo nuestro. Me paré de la silla y dándome vuelta me bajé un poquito el pantalón. "Mira lo que te traje" le dije dejando ver los bordesitos de mi tanguita.
Sin decir nada se paró, me agarró y me arrastró a su habitación a los besos mientras íbamos desvistiéndonos dejando la ropa toda tirada en el piso. Un reguero de prendas, diría Daddy Yankee.
Me tiró en la cama, y cuando pensé que se venía mi chupadita de concha, el chabón se acomodó sentado en mi pecho poniéndome la verga en la cara. Me pasó la pija por las mejillas hasta meterla de prepo en la boca. La movía dentro mío, pero controlada por él.
Yo solo la rozaba con la lengua mientras él me clavaba toda su poronga hasta la garganta agarrándome de los pelos. Cuando sentía que me daba arcadas frenaba y la sacaba. Luego, me golpeaba las mejillas con su verga llena de mi saliva. Fue bajando mientras besaba mi cuerpo, frenando un rato en mis tetas.
Llegó hasta abajo y sus manos intentaron sacarme la tanguita. "Primero cogeme con la tanguita puesta" le pedí. Quería darle un buen estreno. La corrió con un dedo y enterró su lengua en mi concha. Dejó escapar un gemido de placer al sentir lo mojada que estaba y empezó a chupármela cada vez con más ganas. Enterró un dedo y empezó a moverlo al ritmo de su lengua, para hacerme acabar casi al instante. Lo agarré de los pelos y apreté su cara contra mi concha hasta que exploté.
Quedé mordiendo mis labios, sin casi poder decir palabra. Stefano se reincorporó con una sonrisa por el deber cumplido. Agarró su pija, dura al punto de explotar, y la empezó a refregar por mi concha, sin meterla. "Metela" le gritaba desesperada, pero él no me hacía caso. Lo notaba más morboso y violento que la otra vez y eso me encendía aun más.
De golpe, metió toda la pija en mi concha. Así, sin anestesia. Toda. El primer grito fue una mezcla de dolor y sorpresa pero a la segunda embestida ya estaba gimiendo como una perra desesperada y pidiendo que me diera más fuerte.
Él me garchaba desesperado, cada vez con más violencia, sacando la mitad de la pija y metiéndola con fuerza hasta que nuestros cuerpos chocaban. Sus manos se posaron en mis tetas, y luego fueron subiendo hasta mi cuello regalándome otra vez esa sensación de sometimiento que tanto me gusta. No aguantó mucho ese ritmo y acabó adentro.
"No acabes más adentro. Quiero irme de acá llena de leche en todo el cuerpo, ok?" le dije retándolo. Se tiró al lado mío y nos empezamos a besar. Cuando apoyó su pija en mi muslo, noté que aún no se le bajaba del todo. Lo dejé boca arriba y ahora me dediqué yo a lo mío. Me acomodé entre sus piernas y empecé a chuparle la pija aun chorreando lechita.
La dejé dura de nuevo. Me subí arriba, lo besé y le puse mis tetas en la boca. Lentamente empecé a darme vuelta hasta quedar sentada sobre su pija, de espaldas a él. "Por Dios" Exclamó mientras me agarraba la cola y me pegaba. Yo me movía refregando mi concha sobre su verga. Hasta que agarré el tronco y lo acomodé en la entrada de mi concha.
Empecé a saltar sobre su pija, cada vez más fuerte. Él se agarraba de mis nalgas y acompañaba mis movimientos. Me detuve cuando empecé a sentir que estaba por estallar un orgasmo. Me agarré fuerte de sus piernas hasta que acabé. Me levanté y agarré su pija para despejar mis dudas. Totalmente mojada. Me había chorreado toda sobre su verga. No lo dudé y empecé a chuparla.
Volví a cabalgarlo un rato, hasta que me avisó que estaba por acabar. Me tiré en la cama mientras él se acomodaba con la pija apuntando a mis tetas. Las agarré y se las ofrecí para que descargara todo. Noté como su verga empezaba a temblar justo antes de largar un fuerte chorro que cayó casi en mis hombros y luego si, una gran cantidad sobre mis tetas. Mientras él acababa, automaticamente abrí mis piernas y empecé a tocarme con una mano mientras la otra desparramaba la leche sobre mi pecho.
A ese nivel fue todo el fin de semana. Hasta accedí a que filmara un polvo (con mi celu). Me agarró en 4 y me garchó como una bestia mientras me dejaba la cola roja de tanto pegarme. Más que dolerme o molestarme me encendía de una forma que no podía parar de gemir y gritar que no frenara.
Me sometía agarrándome de los pelos, ahorcándome, tirado encima mío tocándome las tetas... Me hizo lo que quiso y yo, buena putita sumisa, me dejaba. La leche fue toda a mi cola y la espalda. A la mañana lo desperté con un pete, para luego coger en cucharita hasta dejarme la cola llena de leche de nuevo.
Sabía que no iba a zafar del pedido y lo dejé también que me acabara en la cara. Pero si me iba a rebajar a eso, que sea bien bien puta. Me arrodillé a sus pies y mientras se la chupaba le pedí que me llenara toda de leche. Cerré mis ojos mientras él se pajeaba con la verga en mi mejilla. Cuando sentí que salía agarré la verga y la desparramé por toda mi cara hasta terminar en mi boca y terminar de limpiarla. Sentía como la leche me chorreaba por mis mejillas y mi pera cayendo sobre mi pecho. Toda enchastrada.
Me tiré a la cama, boca abajo. Ya destruida de tanto coger. Pero con unas ganas terribles de seguir. Stefano se tiró encima besándome la espalda y acariciando mi colita. "Dale" le dije. Al principio no entendió. Pero después comprendió que le pedía.
Se acomodó y yo le levanté la cola para que pueda empezar a lamerla. Con los dedos me penetraba la concha y su lengua buscaba de abrirme la colita que estaba ya bien cerrada después de tanto tiempo sin verga.
Cuando dejó mi ano lleno de saliva, empezó a hurgar con los dedos. Un dedo, dos... me dolía pero me relajaba y se me pasaba. "Dale rompeme la cola", gemía yo. Encima, el chabón tiene una pija bien gruesa. Me iba a romper toda, pero no me importaba nada. "Despacito" le supliqué cuando apoyó la punta de su pija en la entrada de mi colita. Escupió mi cola por última vez y se llenó de lubricante la verga. Cuando empezó a empujar sentí como se desgarraba como si fuese la primera vez.
Empezó a empujar suave. Se sentía la resistencia, por más que yo me relajara, costaba entrar. Él iba despacio tratando de no hacerme mal. Empujaba un poco, y la sacaba. Yo aprovechaba para tomar aire y volvía a empujar. No llegaba ni a la mitad y sentía que me desgarraba toda.
Pero yo no podía más de la calentura. Mi cola pedía pija a gritos. No aguanté. Tomé fuerzas y pegué un empujón hacia atrás, clavandome toda la pija de una. "Guau" exclamó Stefano sin poder creer lo que acababa de hacer. "Dale dale" le gritaba mientras me movía sobre su verga.
El dolor cedió y empezó a gustarme cada vez más. Extrañaba mucho sentir la cola llena de pija. Él me agarraba de las caderas y dejaba que yo me moviera y me culeara. Literalmente, me estaba autorompiendo el culo. Él ni se movía.
"SI si si" gritaba yo cada vez que iba hacia atrás y mi cola chocaba contra su cuerpo. "Acaboo!!" gritó él pero no me detuve. Sentí su pija temblar, y tampoco me detuve. "Acabé Juli" me dijo... pero tampoco me detuve. Seguí moviéndome hasta que sentí que tenía la pija blandita y no podía entrar más.
Unos polvos después, volvió a hacerme la cola, pero esta vez fue él fue quien me culeó. Empezamos otra vez en cucharita. Me garchó por la conchita mientras me pajeaba y manoseaba las tetas hasta que me hizo acabar. Sacó la pija de mi concha y así lubricada con mis jugos me la enterró en la cola, que ya estaba más abierta que la primera vez. Terminamos en 4, y otra vez mi espalda llena de leche.
El domingo ya mis piernas las sentía cansadas. No solo de cabalgarle la pija desesperada o aguantar las embestidas en 4... Cada vez que acababa mi cuerpo temblaba y se sacudía. Los polvos empezaron a espaciarse un poco más.
Pero en los ojos se nos notaba aun la lujuria. A la tardé armé mi bolso. En el ascensor empezamos a besarnos otra vez como adolescentes en celo. "Otro más?" le dije mientras le manoteaba la verga. "Acá?" me preguntó mientras mi respuesta fue solamente abrir la puerta entre 2 pisos para arrodillarme a chuparle la pija.
Metí la pija semierecta en la boca mientras él empujaba mi cara. Ahora que no la tenía bien parada podía metermela toda en la boca. Stefano cerró la puerta y mandó el ascensor hacia arriba. La adrenalina de chuparle la verga en el ascensor, sumada a la sensación del movimiento hacia arriba me volvió totalmente loca. Mi mano buscó mi concha para pajearme automáticamente.
Llegamos a la terraza, me sacó apoyándome contra la pared y arrancando mi pantalón hasta mis rodillas me enterró la pija. Yo seguí re mojada. Me garchó con la pija semiparada, la sentía que no estaba dura del todo pero el placer de sentir esa puntita al menos penetrarme me desquiciaba. Cuando él notó que me estaba pajeando, no dudó en ayudarme con una mano en mi concha. Me dejó todo el cuerpo temblando, otra vez; tanto que tuve que frenar y caí arrodillada al piso.
Estaba recuperando el aliento cuando siento la pija de Stefano apoyarse en mi hombro. "Querés más leche?" me dijo poniendo la punta en la cara. Yo estaba vestida. No podía ensuciarme más. Así que se ganó un pete y dejé que me descargara todo en la boca.
Por suerte ya no era tanto. Así que cuando empezó a acabar me detuve y dejé que largara todo mientras lo miraba con mi mejor cara de puta. Cuando terminó, saqué la pija y le mostré la leche en mi boca para luego tragarmela toda y mostrarle mi boca vacía. Esto último que hice me dejó bien claro lo caliente que me había dejado esta cuarentena.
Volví a mi casa y dormí todo el lunes. Destruida estaba. Me dolía todo. Las piernas cansadas, la concha ardiendo, la cola la sentía abierta y dolorida (3 veces me la hizo en total). Así y todo, sin levantarme de la cama, agarré mi teléfono y me puse a ver las cosas que había. No solo videos, también algunas fotos. No pude evitar calentarme de nuevo. Puse play al video y mi manito se fue a mi concha que ya estaba mojada de nuevo.
************************************************************
Indice
27 comentarios - Y así se levantó la cuarentena
gracias!! y espero sigas disfrutando los proximos 😉
gracias por pasar
gracias por pasar
espero disfrutes los proximos 😉
Buen realto, yo también voy saliendo de la cuarentena jaajjaja
Van diez puntos, a favoritos y recomendado.
¿Cuando te vuelves para Argentina?
gracias por pasar
gracias por pasar
gracias por pasar!!
gracias por pasar!
sos una diosa
que envidia
van puntos con un poco de bronca por ese suertudo
Buen relato.
gracias por pasar!
1. Que tremenda mujer sexual que sos! Me encanta el morbo, la libertad, la sensualidad que desparramás por todos lados.
2 Qué locura que fue el encierro... y que lejos que parece que quedó!
3. Qué bien escrito que está.. y qué suerte descubrir que tengo MUCHO por descubrir aun.
gracias por comentar