Parece ser el aislamiento y la distancia el mejor afrodisÃaco. Todo fue mejor de lo que mi mente lo recordaba. Su olor, los besos, su lengua recorriendo mi cuerpo. La ocasión ameritaba tres o más orgasmos. Su mirada anunciaba que en el juego de pasión yo serÃa su presa y él mi depredador.Â
Al llegar me esperaba ansioso y arreglado. Siempre me gustó su manera sencilla pero sabrosa. Un pueblerino costeño que llegó a la cuidad y baila al ritmo de cumbias.Â
Después de quemar un porro y tomar algunos tragos de cerveza las ganas de tenerlo entre mis piernas aumentaban por 100. Estaba tensa porque hervÃa mi cuerpo y sin más preámbulos comencé a tocarlo. Sus besos terminaron de encenderme y la poca ropa que llevaba debajo de mi abrigo se abrió como invitando al deleite. Nos besamos mordiendo los labios. Se estremeció entre mis senos y llevo mis pezones a su boca para chuparlos mejor de lo que recordaba. Mi piel estaba encendida y el lo notó. Con música de Cheo Feliciano comenzó una faena que nos llevó a una desnudez hermosa. No nos sacamos la ropa con caricias como otras veces. Volaron las prendas tan rápido que fueron difÃcil de encontrar. Me dejó sólo la tanga porque correrla con sus dientes y succionar todos los ricos jugos que brotan como agua de manantial es el juego que más lo excitaÂ
TenÃa su cabeza clavada en mi sexo y con mis pies tocaba su miembro duro como una roca...estuvimos varias horas deleitándonos en nuestros cuerpos, jugando con el deseo y desdoblando el espÃritu con orgasmos.
Me tumbo boca abajo y no dejaba de jugar con su lengua en todos mis agujeros. Con sus manos grandes y habilidosas exploraba mi cuerpo como un ciego. Luego quiso que yo chupara su grande verga que lograba dejarme sin respiración y casi a punto de arcadas. Yo me sentÃa como una nena con un bombón. Lo chupe con tantas ganas que porno quizo qué parará para no llenar de leche mi boca. Me subió a su altura y luego me metió su dedo en mi vagina calculando el tamaño estrecho para arremeter con su pija dura.
Tres veces nos vinimos al unisono. Después de un cigarro me tocó un par de temas con su acordeón para despedir una visita que fue tan breve como la llama de un cerillo. ..
.
Al llegar me esperaba ansioso y arreglado. Siempre me gustó su manera sencilla pero sabrosa. Un pueblerino costeño que llegó a la cuidad y baila al ritmo de cumbias.Â
Después de quemar un porro y tomar algunos tragos de cerveza las ganas de tenerlo entre mis piernas aumentaban por 100. Estaba tensa porque hervÃa mi cuerpo y sin más preámbulos comencé a tocarlo. Sus besos terminaron de encenderme y la poca ropa que llevaba debajo de mi abrigo se abrió como invitando al deleite. Nos besamos mordiendo los labios. Se estremeció entre mis senos y llevo mis pezones a su boca para chuparlos mejor de lo que recordaba. Mi piel estaba encendida y el lo notó. Con música de Cheo Feliciano comenzó una faena que nos llevó a una desnudez hermosa. No nos sacamos la ropa con caricias como otras veces. Volaron las prendas tan rápido que fueron difÃcil de encontrar. Me dejó sólo la tanga porque correrla con sus dientes y succionar todos los ricos jugos que brotan como agua de manantial es el juego que más lo excitaÂ
TenÃa su cabeza clavada en mi sexo y con mis pies tocaba su miembro duro como una roca...estuvimos varias horas deleitándonos en nuestros cuerpos, jugando con el deseo y desdoblando el espÃritu con orgasmos.
Me tumbo boca abajo y no dejaba de jugar con su lengua en todos mis agujeros. Con sus manos grandes y habilidosas exploraba mi cuerpo como un ciego. Luego quiso que yo chupara su grande verga que lograba dejarme sin respiración y casi a punto de arcadas. Yo me sentÃa como una nena con un bombón. Lo chupe con tantas ganas que porno quizo qué parará para no llenar de leche mi boca. Me subió a su altura y luego me metió su dedo en mi vagina calculando el tamaño estrecho para arremeter con su pija dura.
Tres veces nos vinimos al unisono. Después de un cigarro me tocó un par de temas con su acordeón para despedir una visita que fue tan breve como la llama de un cerillo. ..
.
1 comentarios - La cuarentena el mejor afrodisÃaco