El tercer encuentro con la tía de mi esposa

La tía me había pedido que la llevara a su casa, ya que estaba preocupada por sus cosas, sino es que ya había estrado a robar, así que la lleve, por suerte mi esposa y mi hijo no fueron, así que ya sabia que la pasaríamos delicioso con la tía.

Llegamos a su casa después de un largo camino, comimos lo que habíamos pasado a comprar, revisamos que todo estuviera en orden, limpiamos un poco y nos pusimos a descansar, estábamos concientes de que era lo que tenía que pasar, y como estábamos solos, sin que nadie nos molestará nos aprovechamos.

La tía estaba acostada en su cama y fui directo a ella, dándole un rico beso que me correspondió, le acariciaba las tetas por enzima de su blusa, y comenzamos a desnudarnos.

Mi pene ya tenía una gran erección, ya tenía tantas ganas de cogerme a la tía, ya cuando la tuve desnuda tendida en la cama, la acaricie y la bese por todas partes, disfrutaba de sus tetas, mordía sus ricos pezones mientras metía mis dedos en su vagina que ya estaba muy húmeda.

Ahora quería tenerla de rodillas frente a mi, haciéndome sexo oral y lo hizo, se colocó frente a mi, tomo mi pene y se llevó a la boca, lo hacía con unas ganas tremendas, que casi me hacía terminar, su lengua jugaba con la punta de mi verga, me daba unos pequeños mordiscos, que eran una maravilla, la tía sabía lo que hacía.

Ahora era mi turno, se tumbó en la cama boca arriba y abrió las piernas, su vagina estaba lista, moría de ganas de comerme ese coño, deseaba sus fluidos en mi boca, mi lengua recorría desde su culito hasta su clítoris, entraba en ella y salía y la tía se humedecia más y más.

Me pidió que la penetrara, quería terminar conmigo, así que la puse en cuatro y la penetre no tardamos demaciado y los dos terminamos, ella con chorros que mojaban mis piernas y la cama y yo con mi semen dentro de ella.

Un encuentro rápido pero delicioso, se notaba que los dos ya teníamos una ganas de coger.