La vecina de mi tía Paloma, era una deseable y muy apetecible madura de cuarenta y cinco años, voluptuosa y con unos sensuales labios que me ponían rijoso y muy cachondo. Mi tía me presentó a esta atractiva hembra que se llamaba Venus y yo a ella y le mencioné que me bautizaron como Pablo.
Después de haberla ayudado en esa pequeña labor doméstica y estar ya dentro de su casa, me dijo que iría a por sendos whiskys que apetecían y cuando me quise dar cuenta me esperaba en su cocina muy eróticamente.
—¿puedes venir un momento, Pablo? —gritó Venus sicalípticamente.
Allí estaba Venus, subida en una tarima de su cocina, vistiendo sexy y muy sicalíptica, pues vestía una negra americana que le caía hasta la cintura, un par de finas medias negras y un par de zapatos negros de tacón de aguja que elevaban su provocativo culo y sus fabulosas tetas.
—¿te gusto, muñeco?, ¿eh?, dime, ¿te gusto? —interrogó Venus jadeando de lujuria, al tiempo que se acariciaba sus tetas.
—¿me quieres, semental? —inquirió Venus suspirando.
Venus lanzaba unas concupiscentes miradas y se iba desnudando lenta y lascivamente, al tiempo que se abría la americana para mostrar sus fabulosas tetazas que me volvían loco.
—¿las deseas ver, eh, cabrón? —preguntó Venus musitando con lujuria.
Abrió su elegante y sexy americana negra y enseñó sus tetazas que la cubrían un sexy y negro sujetador de cara lencería.
Comenzó a jugar con ellas y se las elevaba un poco:
— ¿te gustan? —interrogó Venus.
— "chuchuchuchu" —decía mientras jugaba con sus tetazas.
Seguía mirándome con vicio, lujuria y mucha depravación y se relamía procaz y obscenamente y proseguía:
—me gusta cuando tu echas tu leche en mi boca, estoy caliente —añadió murmurando sexualmente.
Este procaz jueguecito, con esta loba lujuriosa de Venus, me estaba poniendo más y más salido y la muy golfa proseguía con este precalentamiento que me la estaba poniendo más gorda y dura.
—¿te gustan mis ojos?, ¿te gusta mi lengua? —rajaba mientras se relamía con obscena pasión.
—¿me puedes enseñar más, muñeca? —murmuré yo.
—¡ahora, semental, ahora! —masculló Venus con lascivia.
Se abrió de piernas y mostró su lascivo tanga negro. Y enseñó su muy depilado coño y me ponía más cachondo aún:
—¿te gusta esto, ¿eh? —susurraba Venus con concupiscencia.
Al momento que jugaba con su tanga y su coño, abría más los labios del coño y chupaba un dedo y lo encajaba en su bullente coño de zorra lasciva en celo.
—tienes un coño magnifico —musité ardientemente.
—¿me lo vas a follar, semental? —susurró Venus con lujuria.
Venus cada vez estaba más y más salida y caliente y enseñaba lo abiertos que estaban los labios de su chochazo y los tocaba mientras farfullaba su "chuchuchuchu" sexual.
—mi coño está preparado y tiene un buen sabor —exponía lascivamente al tiempo que metía un dedo en su coño y luego lo chupaba.
—Lo he probado, muñeco, lo he probado —repetía mientras que farfullaba con lujuria.
Venus bajaba lentamente su mano derecha en dirección a su muy hirviente chochazo de loba libidinosa y observaba:
—está bien, está bien — y proseguía toqueteando y hurgándose su efervescente chocho de depravada golfa en celo.
Yo me acercaba a acariciar sus piernas y acariciar sus finas negras medias que me ponían cachondo.
Venus continuaba y proseguía observándome con lujuria y permanecía acariciando y toqueteando más su muy agitado coño.
—¿me deseas? —susurró Venus lascivamente.
—sí, muñeca —afirmé rotundamente.
—está bien —dijo Venus lujuriosamente.
Se despojó de su americana sexy y agarró sus tetas mostrándomelas expresando:
—¡tetas grandes!, ¡si, muñeco!, ¿te gustan mis tetas?, ¿deseas ver mis tetas? —se las tocaba mientras farfullaba su "chuchuchuchu" sexual.
—¿puedo agarrar tus tetas? —musité sexualmente.
—puedes agarrar mis tetas, semental —musitó Venus jadeando.
Bajó el tentador y sexy sujetador para toquetear sus duros pezones con lubricidad y yo le magreaba sus tetazas y acrecentaba mi lujuria hacia ella.
—Mis tetas son duras —farfullaba Venus con lubricidad.
—me encantan tus tetas, muñeca, son como dos faros —musitaba yo lujuriosamente.
—¡apriétame y estrujame los pezones, cabrón! —susurró Venus con lascivia.
—Mira lo duros que son mis pezones, muñeco —barbotó Venus con concupiscencia.
Venus proseguía tirando y estirando sus duros pezones y me echaba unas rijosas miradas de pasión.
—¡soy tuya, toda para ti, cabrón! —exclamó Venus impúdicamente.
Avanzó hacía la cama y mostró su libidinoso culo al tiempo que mostraba la tirilla del tanga que me ponía nervioso y más salido y se daba dos pequeños azotes que me excitaban sexualmente.
Me adelanté un poco y me tumbé en la cama y Venus se agachó un poco y nos dimos un pasional beso con lengua.
Subió encima mío y agarré sus fabulosos melones y me dispuse a lamerlos y chuparlos con lubricidad y pasión incontenida.
—¡chúpamelos, cabrón!, ¡chúpamelos!, ¡así!, ¡me gusta! —gruñó Venus lascivamente.
Acercó su boca de zorra depravada para fundirnos en un lujurioso y libidinoso beso con lengua y la manifesté:
— ¡dame la lengua, zorra!, ¡dámela, puta! —bramé.
Después de un largo y muy caliente par de minutos, disfrutando de nuestras lenguas, la muy puta, giró para mostrar su sicalíptico culo y la propiné un azote y la muy zorra me rugió con lujuria. La acaricié su sensual culo y volví a azotarlo otra vez, al tiempo que Venus manifestaba:
—¡me pones muy cachonda cuando haces eso, cabrón!, ¡quiero ser tu puta!
Al estar yo tumbado sobre la cama, Venus se colocó delante mío, me abrió de piernas y me bajó los pantalones y comenzó a lamerme los cojones cual auténtica prostituta.
— ¡así guarra, así!, ¡coño, que gusto me das, zorra! —jadeaba lujuriosamente.
Venus acoplaba su mojada y libidinosa lengua a mis gordos cojones y engullía con sicalipsis mi rabo que ya estaba duro y preparado para su boca de golfa obscena.
—¡qué bien me la comes, puta!, ¡eres una golfa libertina! —bufaba de placer, mientras Venus lamía la punta de mi cipote.
Venus se deleitaba al tragar mi enhiesta pero dura verga y subía y bajaba su cabeza y yo no paraba de rezongar y bufar de lascivia.
—¡joder, que bien me la chupas, puta! —berreaba de placer.
La putona de Venus, gozaba con cada milímetro de mi rabo de macho, al lamerlo lenta y lujuriosamente para que yo gimiera como un cabrón depravado.
—¡joder, que gustazo! —repetía yo una y otra vez.
Venus subía y bajaba su cabeza y devoraba y tragaba mi rabo con lujuria y lubricidad.
—¡cómelo todo, coño! —mugía yo del placer que esta fulana lúbrica de Venus me daba con su bocaza de zorra obscena.
Venus no paraba de tragar mi polla y meneaba su cabeza arriba y abajo y yo me regocijaba y regodeaba del bucal placer tan obsceno que esta puta zorra me producía.
—¿te gusta, eh? ¡chúpala, puta, chúpala! —ordenaba yo al tiempo que la muy guarra acataba mi orden y la volvía a engullir con presteza.
Después de cinco placenteros minutos, de estar tragando y succionando mi rabo, lo sacó para escupir en él y volverlo a engullir con necesidad lúbrica.
—¡así, guarra, así!, ¡me pones muy caliente, puta! —bramé de lubricidad.
Mientras engullía salvajemente mi rabo, la zorra de Venus, observaba mi cara de placer y darme todavía más placer con su sensual bocaza de loba libidinosa.
—¡que hermosa lengua tienes, puta! —exclamé, mientras Venus observaba la cara de corrido que yo tenía.
La caliente fulana Venus sacó mi rabo de su sensual bocaza de zorra obscena y exclamó.
—¡amo tu polla, cabrón!, ¡me gusta tu rabo! —bramó jadeando.
Mamó un huevo y me estaba volviendo loco del placer que estaba dando al succionar con placer mi cojón. Lo succionaba con frenesí y mucho vicio y tiraba de mi polla y yo jadeaba:
—¡así coño, así zorra!, ¡chupa más, puta!
Venus volvió a succionar con vicio mis pelotas y escupió en ellas para continuar dándome más placer todavía como una auténtica prostituta profesional.
—¡hazme el amor, zorra! —vociferaba yo de puta lujuria.
Proseguía Venus lengüeteando y lamiendo mi rabo y mirando mi cara de placer que esta puta zorra lujuriosa me daba.
Frenó de tragar y engullir polla, y se desposeyó del sexy sujetador y se dirigió a la cama mientras exclamaba:
—¡oh, esto me gusta!
Yo me desnudaba para joder mejor con esta fulana provocativa de Venus y se puso inicialmente a cuatro patas, para girarse y dejarse caer.
—¡me gusta tu gran polla, cabrón! —musitó Venus lujuriosamente.
A los pocos segundos, se deshizo del obsceno tanga sexy mientras jadeaba la muy guarra:
—¡me gustan las pollas!
Me situé ya totalmente desnudo al lado de Venus para que ella viniera a mí y prosiguiera con su juego bucal con mi rabo en su sensual y lujuriosa boca de zorra depravada.
—¡eres mi zorra traviesa! —mencioné lujuriosamente.
—¡No, soy tu jodida puta! —vociferó Venus libidinosamente— una zorra cachonda —añadió Venus.
—¡vamos, puta, cómemela! —largué yo, lujurioso.
Venus mamaba con placer y deleite mi enhiesta verga y volvía a pajearme e introducir mi gorda polla para volver a lamer, relamer, lengüetear y mamar mi caliente rabo.
Paró de mamar como una furcia posesa mi rabo y se colocó debajo mío para que yo lamiera, relamiera, lengüeteara y mamara sus tetas.
—¡ah, que rico!, ¡cómo me gusta cómo me las comes, cabrón! —musitó Venus gimiendo.
Yo me afanaba en darle placer a esta zorra libidinosa de Venus lamiendo sus magníficas tetas y la muy puerca me soltó:
—¡ricas tetas!, ¡ay si, cómeme el coño, maricón! —exclamó Venus bufando lujuriosamente.
Mientras lamía desde las tetas al coño, la zorrona de Venus no paraba de repetir:
—¡que rico!
Yo lamía, relamía y lengüeteaba su bullente chocho y Venus ululaba, gemía y resoplaba del placer que le daba con mi lengua.
—¡que rica lengua! —gemía Venus libidinosamente.
—¡me pones muy cachonda, cabrón! —musitaba Venus lascivamente.
—¡tienes un bonito coño! —murmuré yo lujuriosamente.
—¡chúpamelo, cabrón, chúpamelo! —dictó Venus toda corrida de gusto.
—¡chúpalo, así, todo, que rico! —volvió a ordenar Venus con lubricidad.
Estaba lanzando y encantado lamiendo ese agitado y bullente coño de Venus y me gustaba hacerlo, pues era un vicio para mí, no solo porque lo tenía muy bien depilado sino porque también estaba perfumado y por los mil caldos vaginales que destilaba la muy zorra.
—¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —rugió Venus como una zorra en celo.
Yo proseguía y continuaba relamiendo sin parar su coño y la puerca de Venus gemía abierta de patas con más ganas de que no terminara de comerla el coño, pues para mí era un verdadero gozo y deleite y ella parecía ser la reina de las putas al estar en esa postura.
—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff! —bramaba Venus jadeando.
Yo mantenía mi lengua caliente pegada a su hirviente coñargón y la muy guarra jadeaba y soltaba palabras soeces que me encendían más.
—¡soy una jodida puta caliente! —rugió Venus lúbricamente.
Dejé de taladrar su agitado coño con mi sabia boca de semental en celo y cambiamos de postura y la perra de Venus se puso a cuatro patas y comenzó a follar su ojete con el dedo medio de su mano izquierda.
—¿quieres que te joda, zorra? —pregunté con lujuria.
—¡oh, sí, cabrón!, ¡jódeme el culo, lo deseo! —bramó Venus con lascivia.
Le azoté dos veces las nalgas a la vez que la puerca de Venus jadeaba, rezongaba y gemía de lubricidad.
Cogí mi rabo y después de tantear el sabroso y bullente coño de Venus, jugueteé con él y la golfa de Venus, ayudándome con su mano izquierda comencé a follar su caliente y agitado chocho de loba lujuriosa.
—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff!, ¡qué gran follada me estás pegando, maricón —jadeó Venus lascivamente.
Yo taladraba el muy bullente chochazo de la fulana libidinosa Venus, mientras que aferraba con fuerza mis manos y la muy puta se desgañitaba, gemía, ululaba y resoplaba del inmenso placer que le producía el ser jodida en esta lujuriosa postura.
—¡ah, sí métemela toda, cabrón !, ¡que follada me estas pegando canalla!, ¡oh, sí!, ¡dame rabo, cabrón! —vociferó jadeando Venus.
La ramera Venus, estaba corrida de placer mientras yo taladraba y socavaba su muy efervescente coño de loba libidinosa y ella no paraba de soltar obscenidades.
—¡ah!, ¡ah!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jódeme !, ¡jódeme !, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡así cabrón, jódeme! —mugió jadeante Venus.
Yo jodía sin parar el muy bullente chochazo de la fulana libidinosa Venus, mientras repetía una y otra vez la misma sexual cantinela:
—¡gran polla!, ¡gran polla! —exclamó Venus jadeando muy libidinosa.
Nos tiramos al suelo, cerca de la cama y la estuve jodiendo de lado al tiempo que ella tocaba su clítoris como una zorra depravada y al recibir mil empellones en su borboteante coño gritaba y gemía sin parar:
—¡toda! ¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡que rico !, ¡dame rabo, cabrón!, ¡dame rabo! —bufó Venus.
Al tiempo que era jodida y bufaba como una perra, se magreaba su hirviente y agitado coño para sentir más placer al ser barrenada por mi rabo de toro.
—¡sí!, ¡sí!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jodeme, cabrón! —jadeaba mandando Venus.
Retornamos a la postura de estilo perro y mientras comenzaba a meter mi rabo en su muy agitado coño, la loba viciosa de Venus repetía:
— ¡oh sí!, ¡oh sí!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡soy tu jodida puta!
La tenía bien atrapada por sus lascivas nalgas con mis fuertes manos y Venus se sentía la zorra más lujuriosa y procaz mientras la taladraba su agitado chocho de puta licenciosa.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jodeme, cabrón!, ¡mi coño está muy mojado —jadeaba Venus con lascivia, al tiempo que se magreaba el clítoris.
—¡dame tu rabo, cabrón, te la quiero comer! —dictó Venus lujuriosamente.
Después de darla el último empellón a su hirviente chochazo, saqué mi rabo y poniéndome delante de esta sucia fulana de Venus ponía la punta de su muy provocadora lengua bien cerca de mi duro cipote para tragar toda la lefa. Chupaba, deglutía y tragaba mi rabo y dejaba caer algo de saliva en el para que la mamada fuera mejor y volvía a encasquetarse mi rabo en su sensual bocaza de zorrón provocativo.
Finalmente, el putón desorejado de Venus, se postró ante mí, con las patas bien abiertas y en V para petarla y entaponarla el ojete que yo tanto deseaba, la muy guarra, me pedía más rabo sin parar.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jodeme, cabrón!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡sí! —vociferaba Venus colérica de lujuria.
Al tiempo que la petaba y barrenaba el ojete, la putona lasciva de Venus, se frotaba el clítoris con pasión y frenesí y me pedía más y más rabo sin parar.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jodeme, cabrón! —gemía como una zorra Venus.
La fulana libidinosa de Venus estaba encantada y embelesada de ser jodida en esta postura y parecía no querer acabar y se ponía más y más cachonda y mantenía sus muy libidinosos jadeos que aumentaban y acrecentaban mis lascivas ganas de no parar.
—¡oh, sí!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡jodeme, cabrón!, ¡jódeme!, ¡vamos jodeme! —bramó Venus vociferando mientras se machacaba el clítoris.
Yo continuaba dando golpeando con mi rabo a su bullente y profundo ojete de loba libidinosa y la golfa obscena de Venus proseguía y permanecía lanzando y soltando "ayes" de placer carnal al tiempo que bramaba palabras soeces que me ponían más cachondo y libidinoso y me impelían a poseer más ese profundo y agitado ojete de Venus.
—¡métela toda la verga, métela!, ¡métela!, ¡uuuuuuuuuhhh!, ¡aaaaaah!, ¡métemela toda!, ¡métemela, cabrón!, ¡así toda!, ¡que rico! —mientras la loba de Venus era follada por mi polla en su ojete, la muy puerca se metía un dedo para jadear más todavía y darse más placer.
Yo proseguía follando su ojete y la daba mil empellones con mi carnal martillo pilón y la muy puerca continuaba gimiendo, rezongando, ululando y resoplando de deleite carnal.
—¡jodeme!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡sí!, ¡sí!, ¡guau!, ¡guau!
Después de haberla abierto bien el ojete y haberla petado y entaponado con dureza, yo tenía una bestial calentura y sentía que me iba a correr y saqué volando mi duro pero febril rabo.
Dejamos esta postura y rápidamente Venus abrió su bocón de zorra empedernida y tragó todo mi rabo y yo le exploté toda mi cremosa lefa blanquecina que ella tragó.
A posteriori, Venus se relamió de gusto por haber tragado toda mi cremosa lefa y la paladeó poniendo cara de zorra satisfecha y complacida.
Posteriormente, me vestí y allí la dejé con su faz de loba en celo con cara de haber disfrutado a tope.
Después de haberla ayudado en esa pequeña labor doméstica y estar ya dentro de su casa, me dijo que iría a por sendos whiskys que apetecían y cuando me quise dar cuenta me esperaba en su cocina muy eróticamente.
—¿puedes venir un momento, Pablo? —gritó Venus sicalípticamente.
Allí estaba Venus, subida en una tarima de su cocina, vistiendo sexy y muy sicalíptica, pues vestía una negra americana que le caía hasta la cintura, un par de finas medias negras y un par de zapatos negros de tacón de aguja que elevaban su provocativo culo y sus fabulosas tetas.
—¿te gusto, muñeco?, ¿eh?, dime, ¿te gusto? —interrogó Venus jadeando de lujuria, al tiempo que se acariciaba sus tetas.
—¿me quieres, semental? —inquirió Venus suspirando.
Venus lanzaba unas concupiscentes miradas y se iba desnudando lenta y lascivamente, al tiempo que se abría la americana para mostrar sus fabulosas tetazas que me volvían loco.
—¿las deseas ver, eh, cabrón? —preguntó Venus musitando con lujuria.
Abrió su elegante y sexy americana negra y enseñó sus tetazas que la cubrían un sexy y negro sujetador de cara lencería.
Comenzó a jugar con ellas y se las elevaba un poco:
— ¿te gustan? —interrogó Venus.
— "chuchuchuchu" —decía mientras jugaba con sus tetazas.
Seguía mirándome con vicio, lujuria y mucha depravación y se relamía procaz y obscenamente y proseguía:
—me gusta cuando tu echas tu leche en mi boca, estoy caliente —añadió murmurando sexualmente.
Este procaz jueguecito, con esta loba lujuriosa de Venus, me estaba poniendo más y más salido y la muy golfa proseguía con este precalentamiento que me la estaba poniendo más gorda y dura.
—¿te gustan mis ojos?, ¿te gusta mi lengua? —rajaba mientras se relamía con obscena pasión.
—¿me puedes enseñar más, muñeca? —murmuré yo.
—¡ahora, semental, ahora! —masculló Venus con lascivia.
Se abrió de piernas y mostró su lascivo tanga negro. Y enseñó su muy depilado coño y me ponía más cachondo aún:
—¿te gusta esto, ¿eh? —susurraba Venus con concupiscencia.
Al momento que jugaba con su tanga y su coño, abría más los labios del coño y chupaba un dedo y lo encajaba en su bullente coño de zorra lasciva en celo.
—tienes un coño magnifico —musité ardientemente.
—¿me lo vas a follar, semental? —susurró Venus con lujuria.
Venus cada vez estaba más y más salida y caliente y enseñaba lo abiertos que estaban los labios de su chochazo y los tocaba mientras farfullaba su "chuchuchuchu" sexual.
—mi coño está preparado y tiene un buen sabor —exponía lascivamente al tiempo que metía un dedo en su coño y luego lo chupaba.
—Lo he probado, muñeco, lo he probado —repetía mientras que farfullaba con lujuria.
Venus bajaba lentamente su mano derecha en dirección a su muy hirviente chochazo de loba libidinosa y observaba:
—está bien, está bien — y proseguía toqueteando y hurgándose su efervescente chocho de depravada golfa en celo.
Yo me acercaba a acariciar sus piernas y acariciar sus finas negras medias que me ponían cachondo.
Venus continuaba y proseguía observándome con lujuria y permanecía acariciando y toqueteando más su muy agitado coño.
—¿me deseas? —susurró Venus lascivamente.
—sí, muñeca —afirmé rotundamente.
—está bien —dijo Venus lujuriosamente.
Se despojó de su americana sexy y agarró sus tetas mostrándomelas expresando:
—¡tetas grandes!, ¡si, muñeco!, ¿te gustan mis tetas?, ¿deseas ver mis tetas? —se las tocaba mientras farfullaba su "chuchuchuchu" sexual.
—¿puedo agarrar tus tetas? —musité sexualmente.
—puedes agarrar mis tetas, semental —musitó Venus jadeando.
Bajó el tentador y sexy sujetador para toquetear sus duros pezones con lubricidad y yo le magreaba sus tetazas y acrecentaba mi lujuria hacia ella.
—Mis tetas son duras —farfullaba Venus con lubricidad.
—me encantan tus tetas, muñeca, son como dos faros —musitaba yo lujuriosamente.
—¡apriétame y estrujame los pezones, cabrón! —susurró Venus con lascivia.
—Mira lo duros que son mis pezones, muñeco —barbotó Venus con concupiscencia.
Venus proseguía tirando y estirando sus duros pezones y me echaba unas rijosas miradas de pasión.
—¡soy tuya, toda para ti, cabrón! —exclamó Venus impúdicamente.
Avanzó hacía la cama y mostró su libidinoso culo al tiempo que mostraba la tirilla del tanga que me ponía nervioso y más salido y se daba dos pequeños azotes que me excitaban sexualmente.
Me adelanté un poco y me tumbé en la cama y Venus se agachó un poco y nos dimos un pasional beso con lengua.
Subió encima mío y agarré sus fabulosos melones y me dispuse a lamerlos y chuparlos con lubricidad y pasión incontenida.
—¡chúpamelos, cabrón!, ¡chúpamelos!, ¡así!, ¡me gusta! —gruñó Venus lascivamente.
Acercó su boca de zorra depravada para fundirnos en un lujurioso y libidinoso beso con lengua y la manifesté:
— ¡dame la lengua, zorra!, ¡dámela, puta! —bramé.
Después de un largo y muy caliente par de minutos, disfrutando de nuestras lenguas, la muy puta, giró para mostrar su sicalíptico culo y la propiné un azote y la muy zorra me rugió con lujuria. La acaricié su sensual culo y volví a azotarlo otra vez, al tiempo que Venus manifestaba:
—¡me pones muy cachonda cuando haces eso, cabrón!, ¡quiero ser tu puta!
Al estar yo tumbado sobre la cama, Venus se colocó delante mío, me abrió de piernas y me bajó los pantalones y comenzó a lamerme los cojones cual auténtica prostituta.
— ¡así guarra, así!, ¡coño, que gusto me das, zorra! —jadeaba lujuriosamente.
Venus acoplaba su mojada y libidinosa lengua a mis gordos cojones y engullía con sicalipsis mi rabo que ya estaba duro y preparado para su boca de golfa obscena.
—¡qué bien me la comes, puta!, ¡eres una golfa libertina! —bufaba de placer, mientras Venus lamía la punta de mi cipote.
Venus se deleitaba al tragar mi enhiesta pero dura verga y subía y bajaba su cabeza y yo no paraba de rezongar y bufar de lascivia.
—¡joder, que bien me la chupas, puta! —berreaba de placer.
La putona de Venus, gozaba con cada milímetro de mi rabo de macho, al lamerlo lenta y lujuriosamente para que yo gimiera como un cabrón depravado.
—¡joder, que gustazo! —repetía yo una y otra vez.
Venus subía y bajaba su cabeza y devoraba y tragaba mi rabo con lujuria y lubricidad.
—¡cómelo todo, coño! —mugía yo del placer que esta fulana lúbrica de Venus me daba con su bocaza de zorra obscena.
Venus no paraba de tragar mi polla y meneaba su cabeza arriba y abajo y yo me regocijaba y regodeaba del bucal placer tan obsceno que esta puta zorra me producía.
—¿te gusta, eh? ¡chúpala, puta, chúpala! —ordenaba yo al tiempo que la muy guarra acataba mi orden y la volvía a engullir con presteza.
Después de cinco placenteros minutos, de estar tragando y succionando mi rabo, lo sacó para escupir en él y volverlo a engullir con necesidad lúbrica.
—¡así, guarra, así!, ¡me pones muy caliente, puta! —bramé de lubricidad.
Mientras engullía salvajemente mi rabo, la zorra de Venus, observaba mi cara de placer y darme todavía más placer con su sensual bocaza de loba libidinosa.
—¡que hermosa lengua tienes, puta! —exclamé, mientras Venus observaba la cara de corrido que yo tenía.
La caliente fulana Venus sacó mi rabo de su sensual bocaza de zorra obscena y exclamó.
—¡amo tu polla, cabrón!, ¡me gusta tu rabo! —bramó jadeando.
Mamó un huevo y me estaba volviendo loco del placer que estaba dando al succionar con placer mi cojón. Lo succionaba con frenesí y mucho vicio y tiraba de mi polla y yo jadeaba:
—¡así coño, así zorra!, ¡chupa más, puta!
Venus volvió a succionar con vicio mis pelotas y escupió en ellas para continuar dándome más placer todavía como una auténtica prostituta profesional.
—¡hazme el amor, zorra! —vociferaba yo de puta lujuria.
Proseguía Venus lengüeteando y lamiendo mi rabo y mirando mi cara de placer que esta puta zorra lujuriosa me daba.
Frenó de tragar y engullir polla, y se desposeyó del sexy sujetador y se dirigió a la cama mientras exclamaba:
—¡oh, esto me gusta!
Yo me desnudaba para joder mejor con esta fulana provocativa de Venus y se puso inicialmente a cuatro patas, para girarse y dejarse caer.
—¡me gusta tu gran polla, cabrón! —musitó Venus lujuriosamente.
A los pocos segundos, se deshizo del obsceno tanga sexy mientras jadeaba la muy guarra:
—¡me gustan las pollas!
Me situé ya totalmente desnudo al lado de Venus para que ella viniera a mí y prosiguiera con su juego bucal con mi rabo en su sensual y lujuriosa boca de zorra depravada.
—¡eres mi zorra traviesa! —mencioné lujuriosamente.
—¡No, soy tu jodida puta! —vociferó Venus libidinosamente— una zorra cachonda —añadió Venus.
—¡vamos, puta, cómemela! —largué yo, lujurioso.
Venus mamaba con placer y deleite mi enhiesta verga y volvía a pajearme e introducir mi gorda polla para volver a lamer, relamer, lengüetear y mamar mi caliente rabo.
Paró de mamar como una furcia posesa mi rabo y se colocó debajo mío para que yo lamiera, relamiera, lengüeteara y mamara sus tetas.
—¡ah, que rico!, ¡cómo me gusta cómo me las comes, cabrón! —musitó Venus gimiendo.
Yo me afanaba en darle placer a esta zorra libidinosa de Venus lamiendo sus magníficas tetas y la muy puerca me soltó:
—¡ricas tetas!, ¡ay si, cómeme el coño, maricón! —exclamó Venus bufando lujuriosamente.
Mientras lamía desde las tetas al coño, la zorrona de Venus no paraba de repetir:
—¡que rico!
Yo lamía, relamía y lengüeteaba su bullente chocho y Venus ululaba, gemía y resoplaba del placer que le daba con mi lengua.
—¡que rica lengua! —gemía Venus libidinosamente.
—¡me pones muy cachonda, cabrón! —musitaba Venus lascivamente.
—¡tienes un bonito coño! —murmuré yo lujuriosamente.
—¡chúpamelo, cabrón, chúpamelo! —dictó Venus toda corrida de gusto.
—¡chúpalo, así, todo, que rico! —volvió a ordenar Venus con lubricidad.
Estaba lanzando y encantado lamiendo ese agitado y bullente coño de Venus y me gustaba hacerlo, pues era un vicio para mí, no solo porque lo tenía muy bien depilado sino porque también estaba perfumado y por los mil caldos vaginales que destilaba la muy zorra.
—¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —rugió Venus como una zorra en celo.
Yo proseguía y continuaba relamiendo sin parar su coño y la puerca de Venus gemía abierta de patas con más ganas de que no terminara de comerla el coño, pues para mí era un verdadero gozo y deleite y ella parecía ser la reina de las putas al estar en esa postura.
—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff! —bramaba Venus jadeando.
Yo mantenía mi lengua caliente pegada a su hirviente coñargón y la muy guarra jadeaba y soltaba palabras soeces que me encendían más.
—¡soy una jodida puta caliente! —rugió Venus lúbricamente.
Dejé de taladrar su agitado coño con mi sabia boca de semental en celo y cambiamos de postura y la perra de Venus se puso a cuatro patas y comenzó a follar su ojete con el dedo medio de su mano izquierda.
—¿quieres que te joda, zorra? —pregunté con lujuria.
—¡oh, sí, cabrón!, ¡jódeme el culo, lo deseo! —bramó Venus con lascivia.
Le azoté dos veces las nalgas a la vez que la puerca de Venus jadeaba, rezongaba y gemía de lubricidad.
Cogí mi rabo y después de tantear el sabroso y bullente coño de Venus, jugueteé con él y la golfa de Venus, ayudándome con su mano izquierda comencé a follar su caliente y agitado chocho de loba lujuriosa.
—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff!, ¡qué gran follada me estás pegando, maricón —jadeó Venus lascivamente.
Yo taladraba el muy bullente chochazo de la fulana libidinosa Venus, mientras que aferraba con fuerza mis manos y la muy puta se desgañitaba, gemía, ululaba y resoplaba del inmenso placer que le producía el ser jodida en esta lujuriosa postura.
—¡ah, sí métemela toda, cabrón !, ¡que follada me estas pegando canalla!, ¡oh, sí!, ¡dame rabo, cabrón! —vociferó jadeando Venus.
La ramera Venus, estaba corrida de placer mientras yo taladraba y socavaba su muy efervescente coño de loba libidinosa y ella no paraba de soltar obscenidades.
—¡ah!, ¡ah!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jódeme !, ¡jódeme !, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡así cabrón, jódeme! —mugió jadeante Venus.
Yo jodía sin parar el muy bullente chochazo de la fulana libidinosa Venus, mientras repetía una y otra vez la misma sexual cantinela:
—¡gran polla!, ¡gran polla! —exclamó Venus jadeando muy libidinosa.
Nos tiramos al suelo, cerca de la cama y la estuve jodiendo de lado al tiempo que ella tocaba su clítoris como una zorra depravada y al recibir mil empellones en su borboteante coño gritaba y gemía sin parar:
—¡toda! ¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡que rico !, ¡dame rabo, cabrón!, ¡dame rabo! —bufó Venus.
Al tiempo que era jodida y bufaba como una perra, se magreaba su hirviente y agitado coño para sentir más placer al ser barrenada por mi rabo de toro.
—¡sí!, ¡sí!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jodeme, cabrón! —jadeaba mandando Venus.
Retornamos a la postura de estilo perro y mientras comenzaba a meter mi rabo en su muy agitado coño, la loba viciosa de Venus repetía:
— ¡oh sí!, ¡oh sí!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡soy tu jodida puta!
La tenía bien atrapada por sus lascivas nalgas con mis fuertes manos y Venus se sentía la zorra más lujuriosa y procaz mientras la taladraba su agitado chocho de puta licenciosa.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jodeme, cabrón!, ¡mi coño está muy mojado —jadeaba Venus con lascivia, al tiempo que se magreaba el clítoris.
—¡dame tu rabo, cabrón, te la quiero comer! —dictó Venus lujuriosamente.
Después de darla el último empellón a su hirviente chochazo, saqué mi rabo y poniéndome delante de esta sucia fulana de Venus ponía la punta de su muy provocadora lengua bien cerca de mi duro cipote para tragar toda la lefa. Chupaba, deglutía y tragaba mi rabo y dejaba caer algo de saliva en el para que la mamada fuera mejor y volvía a encasquetarse mi rabo en su sensual bocaza de zorrón provocativo.
Finalmente, el putón desorejado de Venus, se postró ante mí, con las patas bien abiertas y en V para petarla y entaponarla el ojete que yo tanto deseaba, la muy guarra, me pedía más rabo sin parar.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jodeme, cabrón!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡sí! —vociferaba Venus colérica de lujuria.
Al tiempo que la petaba y barrenaba el ojete, la putona lasciva de Venus, se frotaba el clítoris con pasión y frenesí y me pedía más y más rabo sin parar.
—¡sí!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡jodeme más!, ¡jode a esta puta zorra!, ¡jodeme, cabrón! —gemía como una zorra Venus.
La fulana libidinosa de Venus estaba encantada y embelesada de ser jodida en esta postura y parecía no querer acabar y se ponía más y más cachonda y mantenía sus muy libidinosos jadeos que aumentaban y acrecentaban mis lascivas ganas de no parar.
—¡oh, sí!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡jodeme, cabrón!, ¡jódeme!, ¡vamos jodeme! —bramó Venus vociferando mientras se machacaba el clítoris.
Yo continuaba dando golpeando con mi rabo a su bullente y profundo ojete de loba libidinosa y la golfa obscena de Venus proseguía y permanecía lanzando y soltando "ayes" de placer carnal al tiempo que bramaba palabras soeces que me ponían más cachondo y libidinoso y me impelían a poseer más ese profundo y agitado ojete de Venus.
—¡métela toda la verga, métela!, ¡métela!, ¡uuuuuuuuuhhh!, ¡aaaaaah!, ¡métemela toda!, ¡métemela, cabrón!, ¡así toda!, ¡que rico! —mientras la loba de Venus era follada por mi polla en su ojete, la muy puerca se metía un dedo para jadear más todavía y darse más placer.
Yo proseguía follando su ojete y la daba mil empellones con mi carnal martillo pilón y la muy puerca continuaba gimiendo, rezongando, ululando y resoplando de deleite carnal.
—¡jodeme!, ¡sí!, ¡jodeme!, ¡dame rabo, cabrón!, ¡sí!, ¡sí!, ¡guau!, ¡guau!
Después de haberla abierto bien el ojete y haberla petado y entaponado con dureza, yo tenía una bestial calentura y sentía que me iba a correr y saqué volando mi duro pero febril rabo.
Dejamos esta postura y rápidamente Venus abrió su bocón de zorra empedernida y tragó todo mi rabo y yo le exploté toda mi cremosa lefa blanquecina que ella tragó.
A posteriori, Venus se relamió de gusto por haber tragado toda mi cremosa lefa y la paladeó poniendo cara de zorra satisfecha y complacida.
Posteriormente, me vestí y allí la dejé con su faz de loba en celo con cara de haber disfrutado a tope.
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