Las mañanas con Susana pasaron a ser desayunos entre amigos a sexo salvaje entre amantes. Como antes, un día subía yo y otro bajaba ella, menos los fines de semana en los cuales su marido no trabajaba. Las mañanas eran fantásticas, follabamos en su cama de matrimonio (mi lugar favorito, apenas unas horas antes su marido había estado ahí durmiendo y al de un rato estaba yo poniendo a su mujer a cuatro patas de frente a la foto de su boda), en la ducha, encima de la mesa de la cocina, en el sofá… No había rincón de nuestras casas sin probar.
Con el acto del anillo la había convertido en mi puta sumisa pero a diferencia de Claudia, a ella no se lo podía decir directamente y en frio. Si en caliente, pero no en frio. Ella sabía que le estaba poniendo los cuernos a su marido y aunque necesitara desesperadamente raciones de buen sexo sabía que eso estaba mal hecho por lo que mi última intención era hacerla pensar y que le entrara un arrebato de dignidad que me dificultara las cosas.
Mi plan consistía en follar con ella hasta alcanzar una confianza al 100%, y por el camino hasta conseguirla, ir añadiendo pequeñas pinceladas de sumisión envueltos en puro morbo que ella, excitada, cumplía sin darse cuenta de lo que estaba pasando. Por ejemplo, un día la reté entre risas a que cuando subiría a su casa, no tenía ovarios a abrirme la puerta desnuda y de rodillas. A la mañana siguiente cuando toque el timbre, la puerta de su casa se abrió lo justo para que yo entraría y sin que se vería a nadie desde fuera. Al entrar allí la tenía detrás de la puerta, de rodillas y en bolas. Según la vi, me bajé los pantalones y me la comenzó a chupar. ¿Existe un acto de sumisión mayor que que tu amante casada te reciba en su propia casa arrodillada y sin ropa alguna lista para chupártela?
Otro día, vacilándola con lo escandalosa que era follando y el riesgo a que la oirían los vecinos de al lado, le aseguré que no era capaz de echar un polvo sin gemir como una loca y sin decir una palabra. Ella con lo orgullosa que era aseguraba que sí y quiso demostrármelo. Como nada más pasar mi lengua por su chichi empezó a suspirar, haciéndome el bueno y caballeroso le propuse ponerla un esparadrapo en la boca para ayudarla a no decir nada. Aceptó. ¿Sabes lo que es follar con una chica con la boca tapada? Si no lo sabéis, es abusar de ella todo lo que queráis. ¿Imaginas lo que es tener a tu novia/mujer/amante/puta/loquetengasa cuatro patas, con la boca tapada, rozar la dura polla por su mojado coño y preguntarla si quiere que se la metas? ¿Y que ella agite su cabeza de arriba abajo y menee su cadera buscando que se la metas desesperadamente de golpe?
Y de esta manera poco a poco la iba comiendo la cabeza en ser mi sumisa. Yo retaba, yo bromeaba, yo vacilaba…y Susana siempre entraba al trapo y acababa haciendo lo que yo quería. Por supuesto, también la dejaba hacer a ella de vez en cuando. A todo el mundo le gusta que le limpien el sable mientras desayuna viendo a la presentadora cachonda del programa de las mañanas de casi cualquier canal o que simplemente te tumben y te cabalguen como si no hubiera mañana.
Había dos cosas que no se me iban de la mente. La primera era su virginal culo. Me había vuelto loco desde que tenía memoria de mis primeras pajas y quería estrenárselo, pero quería que sería de una manera especial y que ambos recordaríamos para siempre así que tenía que pensarlo detenidamente. Y la segunda… Claudia. Ay mi Claudia, mi putita Claudia. No me había olvidado de ella aunque lo parezca, no.
Yo lo comente anteriormente, tras el primer encuentro sexual con Susana volví a casa creyéndome el rey del mundo y al llegar me encontré un mensaje de mi querida Claudia diciéndome que necesitaba sentirme en ella, o en otras palabras, que llevábamos varias semanas sin vernos, la picaba el chocho y necesita acción. Esa mezcla de mi sensación de rey y su mensaje buscándome me hizo responderla automáticamente quedando en bajar a resolver un papeleo.
Quede en bajar en dos semanas, iría el viernes, lo solucionaría y me quedaría hasta el domingo que me volvía a Logroño. A ella se le abrió el cielo con esa noticia y las noches que antes pasaba waseando con Susana acerca de nuestra vida sexual, ahora las pasaba con Claudia comentándola lo sexualmente desesperado que estaba y las ganas que tenía de un revolcón. Pobre ilusa, me lo daba con Susana todos los días, pero para ella yo no había estado con nadie y ella me aseguraba que con tal de recuperarme estaba dispuesta a cualquier cosa (Traducción: Sigo siendo tu puta) (Traducción de la traducción: Quiero ser tu puta porque me pone mucho, hazme serlo)
Total, que a medida que pasaban los días mi sucia mente iba pensando y maquinando un plan… Hasta que di con un macabro plan. Era arriesgado y llevarlo a cabo podía ser cuanto menos peligroso, pero si quería sensaciones fuertes las iba a tener. Y conociéndola se iba a correr hasta deshidratarse. O eso creía… Si me equivocaba y no la gustaba… Bueno, yo la había querido castigar y sin embargo lo que conseguí era una puta que había gozado tanto como yo, o incluso más así que si no la gustaba ahora sería como recibir el castigo original.
¿El Plan? Violarla.
Llegó por fin el citado viernes y ya tenía todo lo necesario preparado. Por la mañana como no podía ser de otra manera Susana me honró con su visita de rigor. Sabiendo que íbamos a estar dos días separados lamí su coño hasta su orgasmo y ella me la chupo hasta quedarse con el sabor de mi falo para todo el finde semana. Follamos como conejos en mi cama hasta que me puse de pies y la di unos buenos lechazos en la cara. Me quería dejar exprimido hasta la última gota antes de irse y volvimos a hacerlo en el sofá de la sala pero acordándome de Claudia, por primera vez en mi vida fingí correrme en su interior cuando ella alcanzó un nuevo orgasmo y gracias a dios no se dio cuenta, aunque como para darse, yo creo que cuando le llegaba perdía la noción del tiempo, lugar y todo lo que se pueda perder.
Me hizo prometer que no me masturbaría hasta vernos el lunes porque llegaría con hambre. Se lo prometí mientras mi cabeza ya pensaba que excusa inventarme si el lunes me decía algo porque pensaba pasar dos días sin salir de la cama con Claudia. Ya se me ocurriría algo.
Salí después de comer. Algo más de tres horas y media de viaje me esperaban. Había hablado con Claudia y ya le había comentado cuando salía y cuando esperaba llegar y así mismo le había pedido si me podía esperar en casa a lo que había aceptado sin pestañear. Cuando me quedaba una hora de viaje comenzaba mi plan.
Paré en un área de descanso y llamé a Claudia. Mi mensaje era claro: Mi padre se ha puesto enfermo y lo llevan al hospital, no puedo ir hoy y me tienes que hacer un favor importantísimo. Necesito que vayas a nuestra universidad y me pidas una copia de mi expediente académico porque la necesito el lunes a las 8 de la mañana. Te mando fotocopias de mi DNI por correo, te mando todo lo que necesites, pero vete. Por favor.
Tras insistirla y suplicarla tratando de poner la voz más apenada posible, accedió. No le iban a dar nada, eso lo sabíamos los dos pero por intentar hacerme el favor no pasaba nada. Yo tenía lo que quería, sacarla de casa y tenerla vacía para cuando yo llegara.
Llegue al barrio y la mandé un mensaje preguntándola por donde estaba. Había salido hace un rato hacia la uni, así que entre que llegaba, daba un par de vueltas absurdas por allí y volvía, calculaba que iba a tener entre hora y media y dos horas libres. Aparque el coche lo suficientemente lejos como para que no se lo encontrara en su vuelta a casa y subí al piso del cual aún tenía llaves. Como dije era un piso alquilado en el que habíamos estado viviendo juntos mientras estudiábamos. Yo ya había acabado la carrera pero a ella le quedaba un año y aún no había decidido si buscar un nuevo piso compartido con alguna compañera o esperar por si yo volvía allí a buscar trabajo en la capital, así que mientras tanto yo guardaba mi copia de las llaves.
Entre, me pegué una ducha y comencé los preparativos. Fui a su habitación, abrí el armario y tire toda su ropa por el suelo. Abrí los cajones y los revolví enteros viendo su nueva ropa interior. Tangas de hilo negro todos, de los más normales. Revolví también todo lo que tenía encima del escritorio y fui a la sala. Hice lo mismo, abrir todos los cajones del mueble y revolver todo un poco por encima. La vedad es que cosas de valor no había ninguna exceptuando la televisión plana la cual no era ninguna maravilla, pero por darle un toque más de realismo la desenchufe y la lleve a la habitación vacía. Tampoco había mucho más que rascar, pero la sensación era la que pretendía, como si una banda hubiera arrasado con todo. Perfecto.
Ahora me tocaba prepararme a mí. Me desnude y me puse un pantalón negro con una camiseta negra y un pasamontañas que solo dejaba a la vista mis ojos y mi boca. Si, como un ladrón de película. Mi imagen era bastante dantesca y cómica pero funcionaría. Para mayor impresión, me arme un cuchillo jamonero de proporciones considerables y me dedique a hacer el chorra delante del espejo y sacarme fotos, como un crio.
Me tomé un par de cocacolas con patatas fritas mientras hacía tiempo a que llegara. Me llamo apuraba diciendo que no podía conseguir nada a lo cual la respondí que estuviera tranquila, que había estado llamando por teléfono a la uni y que lo tenía medio solucionado, le di las gracias repetidas veces y la insinué que volviera a casa tranquila. Si, ven, ven.
Me enrolle a darla conversación solo para saber cuál era su ubicación en cada momento, cuando subía al bus, cuando bajaba… Y tener preparada su llegada.
Creo conveniente aclarar el plano del piso. Son dos habitaciones, un baño, una sala y una cocina. Un piso bastante pequeñito pero suficiente para nosotros dos. Según entras tiene el recibidor y a la izquierda aparece la cocina, de frente la sala y un pasillo que lleva al baño y las dos habitaciones. Con esa distribución pensé que lo óptimo era esperarla escondido en la cocina. La habitación vacía sería ideal porque allí no iba a entrar pero al estar al fondo quizá podía entrar primero a la sala y de las mismas irse corriendo generándome un problema así que mejor no. Esperarla en el baño era otra opción pero quizá llegaría apurada y entraría directamente allí y quería que se asustara primero al ver la sala o la habitación así que solo me quedaba la cocina. La vigilaría desde allí y la asaltaría por la espalda. Siempre que no entrara primero a la cocina claro.
Cuando se bajó del bus me despedí de ella y allí estaba yo, en la cocina a oscuras vestido de negro encapuchado y con un cuchillo jamonero en la mano esperándola. Sí que se me pasó por la cabeza abortar el plan y aparecer en plan ¡Sorpresa! pero ya era demasiado tarde y la excitación se había apoderado de mí.
Los minutos se me hacían horas y eso que apenas eran diez los que tardaba desde que bajaba del bus hasta que entraba por casa. Yo esperaba en la cocina con la puerta entreabierta. Hasta que de repente…oí la llave entrar en la puerta. Mi corazón se aceleró, el sudor comenzó a caer por mi frente y la sangre me comenzó a bajar hacia el pene.
Oí la puerta abrirse, cerrarse y echar el pestillo corredero. Oí abrir el zapatero que teníamos a la entrada así que supuse que se estaba descalzando, aun no la veía. La escuche caminar y apareció en mi campo de visión. Calcetines bajos, unas mallas apretadas justo hasta debajo de las rodillas, un nicki blanco de tirantes, un jersey negro en la mano y el pelo puesto a modo de coleta. Estaba jodidamente sexy. Ese culo era una obra de Miguel Ángel, siempre me negué a pensar que ese culo cagaba, si algo echaba, tenía que ser un arcoíris con olor a rosas.
Camino hasta la sala, agarró el pomo de la puerta y la abrió. Se quedó petrificada, era mi momento, todo había salido perfecto. Arrastré los pies y me abalancé sobre ella por detrás. Mi brazo izquierdo la rodeó y la agarré por el cuello, con la mano izquierda le puse el cuchillo bajo la barbilla.
-No grites o te mato aquí mismo, no grites o te mato aquí mismo¡¡-
Claudia llevo sus manos a mi antebrazo. Del cuello la di la vuelta y la puse contra la pared del pasillo y pegue mí frente a la suya. Rompió a llorar.
-Cállate o te mato.- Dije con voz templada.
-No por favor, no por favor, no me hagas nada por favor…-Repetía llorando una y otra vez.
No paraba así que apreté el cuchillo un poco más contra su garganta (tranquilidad, lo tenía puesto al revés, no estoy tan loco¡¡).
-Cállate o te mato aquí mismo.- Repetí. Hizo lo imposible por parar sus lágrimas pero hiperventilaba al máximo. Creo que del pánico aún no había reconocido ni mi voz ni mis ojos. Al menos se había callado.
-Así me gusta, calladita y no pasara nada.- Quité el cuchillo de su cuello, lo puse en punta como si la fuera a pinchar justo debajo de mi mano que apretaba su cuello y comencé a bajarlo suavemente hasta sus pechos.- No sabía que había aquí una zorrita así, estas muy buena zorrita.-
Llegué hasta sus pezones y noté que estaban duros. Quise pensar que era más del miedo que de la excitación porque si ya se había excitado esta chica tenía un problema.
-No me violes por favor.- Me pidió llorando.
-Mmmmm, no me des ideas.- Pase el cuchillo de un pezón a otro.- Tienes unas tetas muy bonitas.- Solté la mano que la agarraba el cuello.- No te muevas, más te vale.-
No lo hizo. Llevé esa mano a una teta y la estrujé lo más fuerte que pude. Cambié a la otra e hice lo mismo.
-Me encantan.-
Claudia sollozaba pero parece que comenzaba a calmarse, ¿me habría reconocido ya? Tampoco quería que la daría un infarto. Bajé la mano por su nicki, lo agarre desde abajo y tire hacia arriba, justo por encima de sus pechos. Con mucho cuidado arrastre el cuchillo por su piel hasta meter la punta entre uno de sus pechos y el sujetador el cual lleve hacia abajo dejando su pezón marroncito al aire. Llevé mi boca allí, lo abracé con mis labios y lo solté dándole un mordisco.
-Y están muy ricas, lo tienes todo tan rico?- Pregunté.
-N…no.- Respondió dudando.
Lleve mi mano a su cuello de nuevo violentamente. Se pegó con la cabeza contra la pared.
-Como que no?¡¡-
-Si- Contestó y una par de lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.
-Ahora lo veremos.-
La solté y me agaché.- Metí el cuchillo entre sus piernas e hice que las abriera un poco más. Agarre el pantalón y tiré hacia afuera de la tela. Atravesé el trozo de tela con el cuchillo y lo saqué. Metí los dedos por el agujero que acababa de hacer y desgarre su pantalón. A través del agujero vi un tanga negro que la cubría escasamente el coño.
-No me gustan las putas con ropa interior.- Por si la quedaba alguna duda, ya tenía que haber deducido que era yo.
Tire del tanga hacia afuera, metí el cuchillo y se lo corté. Metí las manos por los laterales de su pantalones, por las caderas, agarré su tanga roto y lo subí hacia arriba dejándoselo por encima del pantalón.
-Así estas más guapa.-
-Es verdad, lo tienes todo igual de rico. Date la vuelta.- Se la dio obediente.
Repetí el proceso. Tiré de un trozo de tela, metí el cuchillo e hice un agujero más grande con mi mano, un agujero que enfocaba justo a su precioso agujerito anal. Esta vez no lo probé, directamente apunté mi dedo gordo hacia él y fui a metérselo directamente. Pegó un grito en cuanto noto mi dedo en su entrada y se puso erguida por completo.
Me levanté y tire de su coleta hacia atrás. Le metí la lengua al mismo tiempo que mi mano entraba de golpe en su coño. Otro nuevo grito se ahogó contra mi lengua. Mi mano comenzó a violarla y voluntaria o involuntariamente su divino coño comenzó a humedecerse y dejar de oponer resistencia a mis dedos. Su lengua al principio inmóvil se mezcló con la mía y correspondió a mis besos. Despegué mi boca escupiendo en la suya y mirándola a los ojos la ordene:
-Ponte de rodillas y cómemela, y más te vale que lo hagas bien.-
Tiré de su pelo hacia abajo. Prácticamente la puse yo de rodillas.
-Sácamela.- Con unos nervios que la hacían temblar consiguió bajarme la cremallera y sacármela del calzoncillo.
Mi polla ya estaba semi-erecta y tirando otra vez de su coleta se la metí en la boca. Manejaba su cabeza como si sería un joystick de videoconsola. Entró y salió dos veces y ya estaba dura en su máxima expresión.
Agarré mi polla y la pegue con ella en la cara varias veces. Por el papo y en la boca. Volví a metérsela hasta la garganta y la mantuve así hasta que la dio una arcada. Se la saque y un océano de saliva inundaba mi miembro. Volví a metérsela hasta la garganta y esta vez la tape la nariz. Espere unos segundos y cuando le vino la arcada se la saque y la solté la nariz. Respiró con esfuerzo y sin dejarla descansar se la volví a meter. Comencé a follarla la boca con golpes fuertes, se la sacaba dejando solo el capullo dentro y pegaba un empujón con mi cadera y de su cabeza hasta metérsela entera. Notaba su nariz chocar con mi cuerpo al metérsela y su saliva caía por mi cuerpo.
Mi sorpresa llegó cuando decidí dejar de tirar de su cabeza con el objetivo de ver su reacción. Su cabeza seguía moviéndose hacia adelante y hacia atrás chupándomela, si bien no llegaba por si sola a tragársela entera, sí que lograba apretar mejor sus labios al succionar.
-Te gusta chupar eh puta.- Y le di una torta mientras mi polla seguía en su boca.
Sin soltarla del pelo la puse de pies de un tirón. Mi mano libre fue directamente a su coño y metí bruscamente dos dedos casi levantándola por los aires. Se quedó de puntillas.
-Prepárate porque ahora te voy a follar.-
La cogí por los aires y la metí en la sala. Fui hacia el sofá y la tire contra él. Cayó boca arriba y la agarré de los tobillos para separarla bien las piernas. Di la vuelta al cuchillo y dirigí el mango hacia su coño. Entró en el sin mucho esfuerzo.
-Estas mojada eh? Menuda zorrita eres.-
Tiré el cuchillo al suelo y sin esperar nada me eche sobre ella clavándosela hasta el fondo. Gritó como una loca ante lo que se llevó otra torta en la cara. Lleve mi mano a su cuello y comencé a follarmela lo más rápido que podía. Me rodeó con las piernas y sus brazos se acomodaron en mi espalda. Le recordaba al oído lo puta que era y ella respondía con gemidos.
Entre dos o tres minutos llevaría follandomela en esa postura cuando me agarró del pelo y buscó mi boca para besarme, sus uñas atravesaron mi camiseta para clavarse en mi espalda y sus piernas temblaron ante su inminente corrida.
Se corrió como nunca. Me atrevería a decir que fue el mayor orgasmo de su vida. Separé mi boca de la suya y la escupí directamente en su boca aún abierta. Saqué mi polla durísima de ella porque si no me corría.
-Eres tan puta que te violan y te corres. ¿Eres tan puta de follarme tu ahora?- La reté sentándome en el sofá y enseñándola mi polla tiesa.
Lo era. Se subió encima de mí, agarró mi aparato y abriendo el agujero de su pantalón se la metió dentro.
-Eres la mas puta que he conocido en mi vida.- La informé.
Se quitó la camiseta y la arrojó hacia el suelo, bajo su sujetador dejando sus dos tetas al aire y haciendo suya mi cabeza me la estampó contra sus pechos. Casi me ahogo. Se meneaba de arriba abajo sobre mí, hacia adelante y hacia atrás, haciendo círculos sin sacársela… Totalmente arrítmica se meneaba sin saber muy bien cómo, solo buscando el placer. Yo mordía y chupaba sus tetas y sus pezones duros como un diamante. Me dirigía de una teta a la otra a base de tirones de pelo.
Si alguien nos llega a ver ese momento hubiera puesto la mano en el fuego por que la violadora era ella y yo la víctima.
Elevo el volumen de sus gemidos de tal manera que, me jugaría los huevos, superaba el límite máximo permitido de decibelios. Volvió a correrse. Me arrancó algún mechón de pelo a buen seguro y me araño la espalda entera. No paró de moverse, siguió moviéndose sin sacársela.
Le di un bofetón que la hice bajarse de mí. La agarré de los brazos y sus piernas fallaron cayendo al suelo. Me arrodille yo también.
-Hay que ser guarra para disfrutar así cuando te violan, mírame a los ojos.- La agarré del cuello y clave mis pupilas en las suyas.- Me voy a correr dentro tuyo y dejarte preñada para que te acuerdes cuando te violaron como una zorra y te gustó.-
La eche contra el suelo, abrí sus piernas y se la metí hasta el fondo en la misma postura en la que la comencé a violar en el sofá. 15 segundos y me corrí como una bestia. Todos los pelos de mi cuerpo se me erizaron. Claudia redondeó el momento con un nuevo orgasmo de su parte. Levanto mi pasamontañas y nos besamos apasionadamente. Ya nada me sorprendía de su parte, capaz de ser violada y correrse tres veces en diez minutos. Maravillosa. Fantástica. Superlativa. Puta. Simplemente, Claudia
Continuará...
Con el acto del anillo la había convertido en mi puta sumisa pero a diferencia de Claudia, a ella no se lo podía decir directamente y en frio. Si en caliente, pero no en frio. Ella sabía que le estaba poniendo los cuernos a su marido y aunque necesitara desesperadamente raciones de buen sexo sabía que eso estaba mal hecho por lo que mi última intención era hacerla pensar y que le entrara un arrebato de dignidad que me dificultara las cosas.
Mi plan consistía en follar con ella hasta alcanzar una confianza al 100%, y por el camino hasta conseguirla, ir añadiendo pequeñas pinceladas de sumisión envueltos en puro morbo que ella, excitada, cumplía sin darse cuenta de lo que estaba pasando. Por ejemplo, un día la reté entre risas a que cuando subiría a su casa, no tenía ovarios a abrirme la puerta desnuda y de rodillas. A la mañana siguiente cuando toque el timbre, la puerta de su casa se abrió lo justo para que yo entraría y sin que se vería a nadie desde fuera. Al entrar allí la tenía detrás de la puerta, de rodillas y en bolas. Según la vi, me bajé los pantalones y me la comenzó a chupar. ¿Existe un acto de sumisión mayor que que tu amante casada te reciba en su propia casa arrodillada y sin ropa alguna lista para chupártela?
Otro día, vacilándola con lo escandalosa que era follando y el riesgo a que la oirían los vecinos de al lado, le aseguré que no era capaz de echar un polvo sin gemir como una loca y sin decir una palabra. Ella con lo orgullosa que era aseguraba que sí y quiso demostrármelo. Como nada más pasar mi lengua por su chichi empezó a suspirar, haciéndome el bueno y caballeroso le propuse ponerla un esparadrapo en la boca para ayudarla a no decir nada. Aceptó. ¿Sabes lo que es follar con una chica con la boca tapada? Si no lo sabéis, es abusar de ella todo lo que queráis. ¿Imaginas lo que es tener a tu novia/mujer/amante/puta/loquetengasa cuatro patas, con la boca tapada, rozar la dura polla por su mojado coño y preguntarla si quiere que se la metas? ¿Y que ella agite su cabeza de arriba abajo y menee su cadera buscando que se la metas desesperadamente de golpe?
Y de esta manera poco a poco la iba comiendo la cabeza en ser mi sumisa. Yo retaba, yo bromeaba, yo vacilaba…y Susana siempre entraba al trapo y acababa haciendo lo que yo quería. Por supuesto, también la dejaba hacer a ella de vez en cuando. A todo el mundo le gusta que le limpien el sable mientras desayuna viendo a la presentadora cachonda del programa de las mañanas de casi cualquier canal o que simplemente te tumben y te cabalguen como si no hubiera mañana.
Había dos cosas que no se me iban de la mente. La primera era su virginal culo. Me había vuelto loco desde que tenía memoria de mis primeras pajas y quería estrenárselo, pero quería que sería de una manera especial y que ambos recordaríamos para siempre así que tenía que pensarlo detenidamente. Y la segunda… Claudia. Ay mi Claudia, mi putita Claudia. No me había olvidado de ella aunque lo parezca, no.
Yo lo comente anteriormente, tras el primer encuentro sexual con Susana volví a casa creyéndome el rey del mundo y al llegar me encontré un mensaje de mi querida Claudia diciéndome que necesitaba sentirme en ella, o en otras palabras, que llevábamos varias semanas sin vernos, la picaba el chocho y necesita acción. Esa mezcla de mi sensación de rey y su mensaje buscándome me hizo responderla automáticamente quedando en bajar a resolver un papeleo.
Quede en bajar en dos semanas, iría el viernes, lo solucionaría y me quedaría hasta el domingo que me volvía a Logroño. A ella se le abrió el cielo con esa noticia y las noches que antes pasaba waseando con Susana acerca de nuestra vida sexual, ahora las pasaba con Claudia comentándola lo sexualmente desesperado que estaba y las ganas que tenía de un revolcón. Pobre ilusa, me lo daba con Susana todos los días, pero para ella yo no había estado con nadie y ella me aseguraba que con tal de recuperarme estaba dispuesta a cualquier cosa (Traducción: Sigo siendo tu puta) (Traducción de la traducción: Quiero ser tu puta porque me pone mucho, hazme serlo)
Total, que a medida que pasaban los días mi sucia mente iba pensando y maquinando un plan… Hasta que di con un macabro plan. Era arriesgado y llevarlo a cabo podía ser cuanto menos peligroso, pero si quería sensaciones fuertes las iba a tener. Y conociéndola se iba a correr hasta deshidratarse. O eso creía… Si me equivocaba y no la gustaba… Bueno, yo la había querido castigar y sin embargo lo que conseguí era una puta que había gozado tanto como yo, o incluso más así que si no la gustaba ahora sería como recibir el castigo original.
¿El Plan? Violarla.
Llegó por fin el citado viernes y ya tenía todo lo necesario preparado. Por la mañana como no podía ser de otra manera Susana me honró con su visita de rigor. Sabiendo que íbamos a estar dos días separados lamí su coño hasta su orgasmo y ella me la chupo hasta quedarse con el sabor de mi falo para todo el finde semana. Follamos como conejos en mi cama hasta que me puse de pies y la di unos buenos lechazos en la cara. Me quería dejar exprimido hasta la última gota antes de irse y volvimos a hacerlo en el sofá de la sala pero acordándome de Claudia, por primera vez en mi vida fingí correrme en su interior cuando ella alcanzó un nuevo orgasmo y gracias a dios no se dio cuenta, aunque como para darse, yo creo que cuando le llegaba perdía la noción del tiempo, lugar y todo lo que se pueda perder.
Me hizo prometer que no me masturbaría hasta vernos el lunes porque llegaría con hambre. Se lo prometí mientras mi cabeza ya pensaba que excusa inventarme si el lunes me decía algo porque pensaba pasar dos días sin salir de la cama con Claudia. Ya se me ocurriría algo.
Salí después de comer. Algo más de tres horas y media de viaje me esperaban. Había hablado con Claudia y ya le había comentado cuando salía y cuando esperaba llegar y así mismo le había pedido si me podía esperar en casa a lo que había aceptado sin pestañear. Cuando me quedaba una hora de viaje comenzaba mi plan.
Paré en un área de descanso y llamé a Claudia. Mi mensaje era claro: Mi padre se ha puesto enfermo y lo llevan al hospital, no puedo ir hoy y me tienes que hacer un favor importantísimo. Necesito que vayas a nuestra universidad y me pidas una copia de mi expediente académico porque la necesito el lunes a las 8 de la mañana. Te mando fotocopias de mi DNI por correo, te mando todo lo que necesites, pero vete. Por favor.
Tras insistirla y suplicarla tratando de poner la voz más apenada posible, accedió. No le iban a dar nada, eso lo sabíamos los dos pero por intentar hacerme el favor no pasaba nada. Yo tenía lo que quería, sacarla de casa y tenerla vacía para cuando yo llegara.
Llegue al barrio y la mandé un mensaje preguntándola por donde estaba. Había salido hace un rato hacia la uni, así que entre que llegaba, daba un par de vueltas absurdas por allí y volvía, calculaba que iba a tener entre hora y media y dos horas libres. Aparque el coche lo suficientemente lejos como para que no se lo encontrara en su vuelta a casa y subí al piso del cual aún tenía llaves. Como dije era un piso alquilado en el que habíamos estado viviendo juntos mientras estudiábamos. Yo ya había acabado la carrera pero a ella le quedaba un año y aún no había decidido si buscar un nuevo piso compartido con alguna compañera o esperar por si yo volvía allí a buscar trabajo en la capital, así que mientras tanto yo guardaba mi copia de las llaves.
Entre, me pegué una ducha y comencé los preparativos. Fui a su habitación, abrí el armario y tire toda su ropa por el suelo. Abrí los cajones y los revolví enteros viendo su nueva ropa interior. Tangas de hilo negro todos, de los más normales. Revolví también todo lo que tenía encima del escritorio y fui a la sala. Hice lo mismo, abrir todos los cajones del mueble y revolver todo un poco por encima. La vedad es que cosas de valor no había ninguna exceptuando la televisión plana la cual no era ninguna maravilla, pero por darle un toque más de realismo la desenchufe y la lleve a la habitación vacía. Tampoco había mucho más que rascar, pero la sensación era la que pretendía, como si una banda hubiera arrasado con todo. Perfecto.
Ahora me tocaba prepararme a mí. Me desnude y me puse un pantalón negro con una camiseta negra y un pasamontañas que solo dejaba a la vista mis ojos y mi boca. Si, como un ladrón de película. Mi imagen era bastante dantesca y cómica pero funcionaría. Para mayor impresión, me arme un cuchillo jamonero de proporciones considerables y me dedique a hacer el chorra delante del espejo y sacarme fotos, como un crio.
Me tomé un par de cocacolas con patatas fritas mientras hacía tiempo a que llegara. Me llamo apuraba diciendo que no podía conseguir nada a lo cual la respondí que estuviera tranquila, que había estado llamando por teléfono a la uni y que lo tenía medio solucionado, le di las gracias repetidas veces y la insinué que volviera a casa tranquila. Si, ven, ven.
Me enrolle a darla conversación solo para saber cuál era su ubicación en cada momento, cuando subía al bus, cuando bajaba… Y tener preparada su llegada.
Creo conveniente aclarar el plano del piso. Son dos habitaciones, un baño, una sala y una cocina. Un piso bastante pequeñito pero suficiente para nosotros dos. Según entras tiene el recibidor y a la izquierda aparece la cocina, de frente la sala y un pasillo que lleva al baño y las dos habitaciones. Con esa distribución pensé que lo óptimo era esperarla escondido en la cocina. La habitación vacía sería ideal porque allí no iba a entrar pero al estar al fondo quizá podía entrar primero a la sala y de las mismas irse corriendo generándome un problema así que mejor no. Esperarla en el baño era otra opción pero quizá llegaría apurada y entraría directamente allí y quería que se asustara primero al ver la sala o la habitación así que solo me quedaba la cocina. La vigilaría desde allí y la asaltaría por la espalda. Siempre que no entrara primero a la cocina claro.
Cuando se bajó del bus me despedí de ella y allí estaba yo, en la cocina a oscuras vestido de negro encapuchado y con un cuchillo jamonero en la mano esperándola. Sí que se me pasó por la cabeza abortar el plan y aparecer en plan ¡Sorpresa! pero ya era demasiado tarde y la excitación se había apoderado de mí.
Los minutos se me hacían horas y eso que apenas eran diez los que tardaba desde que bajaba del bus hasta que entraba por casa. Yo esperaba en la cocina con la puerta entreabierta. Hasta que de repente…oí la llave entrar en la puerta. Mi corazón se aceleró, el sudor comenzó a caer por mi frente y la sangre me comenzó a bajar hacia el pene.
Oí la puerta abrirse, cerrarse y echar el pestillo corredero. Oí abrir el zapatero que teníamos a la entrada así que supuse que se estaba descalzando, aun no la veía. La escuche caminar y apareció en mi campo de visión. Calcetines bajos, unas mallas apretadas justo hasta debajo de las rodillas, un nicki blanco de tirantes, un jersey negro en la mano y el pelo puesto a modo de coleta. Estaba jodidamente sexy. Ese culo era una obra de Miguel Ángel, siempre me negué a pensar que ese culo cagaba, si algo echaba, tenía que ser un arcoíris con olor a rosas.
Camino hasta la sala, agarró el pomo de la puerta y la abrió. Se quedó petrificada, era mi momento, todo había salido perfecto. Arrastré los pies y me abalancé sobre ella por detrás. Mi brazo izquierdo la rodeó y la agarré por el cuello, con la mano izquierda le puse el cuchillo bajo la barbilla.
-No grites o te mato aquí mismo, no grites o te mato aquí mismo¡¡-
Claudia llevo sus manos a mi antebrazo. Del cuello la di la vuelta y la puse contra la pared del pasillo y pegue mí frente a la suya. Rompió a llorar.
-Cállate o te mato.- Dije con voz templada.
-No por favor, no por favor, no me hagas nada por favor…-Repetía llorando una y otra vez.
No paraba así que apreté el cuchillo un poco más contra su garganta (tranquilidad, lo tenía puesto al revés, no estoy tan loco¡¡).
-Cállate o te mato aquí mismo.- Repetí. Hizo lo imposible por parar sus lágrimas pero hiperventilaba al máximo. Creo que del pánico aún no había reconocido ni mi voz ni mis ojos. Al menos se había callado.
-Así me gusta, calladita y no pasara nada.- Quité el cuchillo de su cuello, lo puse en punta como si la fuera a pinchar justo debajo de mi mano que apretaba su cuello y comencé a bajarlo suavemente hasta sus pechos.- No sabía que había aquí una zorrita así, estas muy buena zorrita.-
Llegué hasta sus pezones y noté que estaban duros. Quise pensar que era más del miedo que de la excitación porque si ya se había excitado esta chica tenía un problema.
-No me violes por favor.- Me pidió llorando.
-Mmmmm, no me des ideas.- Pase el cuchillo de un pezón a otro.- Tienes unas tetas muy bonitas.- Solté la mano que la agarraba el cuello.- No te muevas, más te vale.-
No lo hizo. Llevé esa mano a una teta y la estrujé lo más fuerte que pude. Cambié a la otra e hice lo mismo.
-Me encantan.-
Claudia sollozaba pero parece que comenzaba a calmarse, ¿me habría reconocido ya? Tampoco quería que la daría un infarto. Bajé la mano por su nicki, lo agarre desde abajo y tire hacia arriba, justo por encima de sus pechos. Con mucho cuidado arrastre el cuchillo por su piel hasta meter la punta entre uno de sus pechos y el sujetador el cual lleve hacia abajo dejando su pezón marroncito al aire. Llevé mi boca allí, lo abracé con mis labios y lo solté dándole un mordisco.
-Y están muy ricas, lo tienes todo tan rico?- Pregunté.
-N…no.- Respondió dudando.
Lleve mi mano a su cuello de nuevo violentamente. Se pegó con la cabeza contra la pared.
-Como que no?¡¡-
-Si- Contestó y una par de lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.
-Ahora lo veremos.-
La solté y me agaché.- Metí el cuchillo entre sus piernas e hice que las abriera un poco más. Agarre el pantalón y tiré hacia afuera de la tela. Atravesé el trozo de tela con el cuchillo y lo saqué. Metí los dedos por el agujero que acababa de hacer y desgarre su pantalón. A través del agujero vi un tanga negro que la cubría escasamente el coño.
-No me gustan las putas con ropa interior.- Por si la quedaba alguna duda, ya tenía que haber deducido que era yo.
Tire del tanga hacia afuera, metí el cuchillo y se lo corté. Metí las manos por los laterales de su pantalones, por las caderas, agarré su tanga roto y lo subí hacia arriba dejándoselo por encima del pantalón.
-Así estas más guapa.-
-Es verdad, lo tienes todo igual de rico. Date la vuelta.- Se la dio obediente.
Repetí el proceso. Tiré de un trozo de tela, metí el cuchillo e hice un agujero más grande con mi mano, un agujero que enfocaba justo a su precioso agujerito anal. Esta vez no lo probé, directamente apunté mi dedo gordo hacia él y fui a metérselo directamente. Pegó un grito en cuanto noto mi dedo en su entrada y se puso erguida por completo.
Me levanté y tire de su coleta hacia atrás. Le metí la lengua al mismo tiempo que mi mano entraba de golpe en su coño. Otro nuevo grito se ahogó contra mi lengua. Mi mano comenzó a violarla y voluntaria o involuntariamente su divino coño comenzó a humedecerse y dejar de oponer resistencia a mis dedos. Su lengua al principio inmóvil se mezcló con la mía y correspondió a mis besos. Despegué mi boca escupiendo en la suya y mirándola a los ojos la ordene:
-Ponte de rodillas y cómemela, y más te vale que lo hagas bien.-
Tiré de su pelo hacia abajo. Prácticamente la puse yo de rodillas.
-Sácamela.- Con unos nervios que la hacían temblar consiguió bajarme la cremallera y sacármela del calzoncillo.
Mi polla ya estaba semi-erecta y tirando otra vez de su coleta se la metí en la boca. Manejaba su cabeza como si sería un joystick de videoconsola. Entró y salió dos veces y ya estaba dura en su máxima expresión.
Agarré mi polla y la pegue con ella en la cara varias veces. Por el papo y en la boca. Volví a metérsela hasta la garganta y la mantuve así hasta que la dio una arcada. Se la saque y un océano de saliva inundaba mi miembro. Volví a metérsela hasta la garganta y esta vez la tape la nariz. Espere unos segundos y cuando le vino la arcada se la saque y la solté la nariz. Respiró con esfuerzo y sin dejarla descansar se la volví a meter. Comencé a follarla la boca con golpes fuertes, se la sacaba dejando solo el capullo dentro y pegaba un empujón con mi cadera y de su cabeza hasta metérsela entera. Notaba su nariz chocar con mi cuerpo al metérsela y su saliva caía por mi cuerpo.
Mi sorpresa llegó cuando decidí dejar de tirar de su cabeza con el objetivo de ver su reacción. Su cabeza seguía moviéndose hacia adelante y hacia atrás chupándomela, si bien no llegaba por si sola a tragársela entera, sí que lograba apretar mejor sus labios al succionar.
-Te gusta chupar eh puta.- Y le di una torta mientras mi polla seguía en su boca.
Sin soltarla del pelo la puse de pies de un tirón. Mi mano libre fue directamente a su coño y metí bruscamente dos dedos casi levantándola por los aires. Se quedó de puntillas.
-Prepárate porque ahora te voy a follar.-
La cogí por los aires y la metí en la sala. Fui hacia el sofá y la tire contra él. Cayó boca arriba y la agarré de los tobillos para separarla bien las piernas. Di la vuelta al cuchillo y dirigí el mango hacia su coño. Entró en el sin mucho esfuerzo.
-Estas mojada eh? Menuda zorrita eres.-
Tiré el cuchillo al suelo y sin esperar nada me eche sobre ella clavándosela hasta el fondo. Gritó como una loca ante lo que se llevó otra torta en la cara. Lleve mi mano a su cuello y comencé a follarmela lo más rápido que podía. Me rodeó con las piernas y sus brazos se acomodaron en mi espalda. Le recordaba al oído lo puta que era y ella respondía con gemidos.
Entre dos o tres minutos llevaría follandomela en esa postura cuando me agarró del pelo y buscó mi boca para besarme, sus uñas atravesaron mi camiseta para clavarse en mi espalda y sus piernas temblaron ante su inminente corrida.
Se corrió como nunca. Me atrevería a decir que fue el mayor orgasmo de su vida. Separé mi boca de la suya y la escupí directamente en su boca aún abierta. Saqué mi polla durísima de ella porque si no me corría.
-Eres tan puta que te violan y te corres. ¿Eres tan puta de follarme tu ahora?- La reté sentándome en el sofá y enseñándola mi polla tiesa.
Lo era. Se subió encima de mí, agarró mi aparato y abriendo el agujero de su pantalón se la metió dentro.
-Eres la mas puta que he conocido en mi vida.- La informé.
Se quitó la camiseta y la arrojó hacia el suelo, bajo su sujetador dejando sus dos tetas al aire y haciendo suya mi cabeza me la estampó contra sus pechos. Casi me ahogo. Se meneaba de arriba abajo sobre mí, hacia adelante y hacia atrás, haciendo círculos sin sacársela… Totalmente arrítmica se meneaba sin saber muy bien cómo, solo buscando el placer. Yo mordía y chupaba sus tetas y sus pezones duros como un diamante. Me dirigía de una teta a la otra a base de tirones de pelo.
Si alguien nos llega a ver ese momento hubiera puesto la mano en el fuego por que la violadora era ella y yo la víctima.
Elevo el volumen de sus gemidos de tal manera que, me jugaría los huevos, superaba el límite máximo permitido de decibelios. Volvió a correrse. Me arrancó algún mechón de pelo a buen seguro y me araño la espalda entera. No paró de moverse, siguió moviéndose sin sacársela.
Le di un bofetón que la hice bajarse de mí. La agarré de los brazos y sus piernas fallaron cayendo al suelo. Me arrodille yo también.
-Hay que ser guarra para disfrutar así cuando te violan, mírame a los ojos.- La agarré del cuello y clave mis pupilas en las suyas.- Me voy a correr dentro tuyo y dejarte preñada para que te acuerdes cuando te violaron como una zorra y te gustó.-
La eche contra el suelo, abrí sus piernas y se la metí hasta el fondo en la misma postura en la que la comencé a violar en el sofá. 15 segundos y me corrí como una bestia. Todos los pelos de mi cuerpo se me erizaron. Claudia redondeó el momento con un nuevo orgasmo de su parte. Levanto mi pasamontañas y nos besamos apasionadamente. Ya nada me sorprendía de su parte, capaz de ser violada y correrse tres veces en diez minutos. Maravillosa. Fantástica. Superlativa. Puta. Simplemente, Claudia
Continuará...
1 comentarios - Mi pita por un día, 3 parte