Comparto una de las tantas lubricidades que surgen en conversaciones con mi nuevo amigo @Morbo_cuernos. Espero que las disfruten tanto como nosotros.
Yo no sé si es morbo o qué, pero ese tipo de frases me hacen pensar en matrimonio, no sé por qué...
Digo, me lo pongo a pensar: sé que a las 6 de la tarde llega mi dulce esposo de trabajar, y como buena esposa le tengo los mates listos y probablemente, algún panificado casero que a él le guste, para que olvide, aunque sea por un rato, las vicisitudes de su pesaroso día laboral.
Y llega mi bienamado, me come la boca, agarrándome del hombro me gira sobre mi eje, y antes de que pueda reaccionar, me baja los pantalones de una, aprisionándome las piernas con mi propia ropa, con un chirlo imponente me ordena que me recline con la mesada, gesto que acompaña bruscamente empujándome con su mano en mi espalda, y sin clemencia me penetra con esa mezcla de placer y dolor tan intensa, tan hermosa...
Me hace suya, reclama su propiedad con su pija en mis entrañas, abriéndose paso en mi concha dolorida, causando pequeños desgarros en mis delicados tejidos, haciendo que mi mente explote de sensaciones morbosas y placenteras...
No necesito que tarde mucho: si en 4 o 5 empujones acaba, igualmente estoy satisfecha
Eso basta para recordarme que no importa qué tan puta sea, cuántos machos me garche en incontables hoteles de buena y mala muerte.
Soy de mi marido, y va a reclamarme cuando quiera.
Yo no sé si es morbo o qué, pero ese tipo de frases me hacen pensar en matrimonio, no sé por qué...
Digo, me lo pongo a pensar: sé que a las 6 de la tarde llega mi dulce esposo de trabajar, y como buena esposa le tengo los mates listos y probablemente, algún panificado casero que a él le guste, para que olvide, aunque sea por un rato, las vicisitudes de su pesaroso día laboral.
Y llega mi bienamado, me come la boca, agarrándome del hombro me gira sobre mi eje, y antes de que pueda reaccionar, me baja los pantalones de una, aprisionándome las piernas con mi propia ropa, con un chirlo imponente me ordena que me recline con la mesada, gesto que acompaña bruscamente empujándome con su mano en mi espalda, y sin clemencia me penetra con esa mezcla de placer y dolor tan intensa, tan hermosa...
Me hace suya, reclama su propiedad con su pija en mis entrañas, abriéndose paso en mi concha dolorida, causando pequeños desgarros en mis delicados tejidos, haciendo que mi mente explote de sensaciones morbosas y placenteras...
No necesito que tarde mucho: si en 4 o 5 empujones acaba, igualmente estoy satisfecha
Eso basta para recordarme que no importa qué tan puta sea, cuántos machos me garche en incontables hoteles de buena y mala muerte.
Soy de mi marido, y va a reclamarme cuando quiera.
5 comentarios - Delicias de la vida conyugal