Mi esposa se estaba transformando en una puta hambrienta de pija, de amantes viriles; ansiaba hasta humillarme, demostrarme que no soy un hombre a la altura de una perra en celo. Y yo, lejos de ponerme mal, me excitaba mucho.
Por esos días no frecuentábamos lugares swingers, ni amigos corneadores; ya perdía el encanto de sentirse corneado. Necesitaba sentir por un lado herido mi orgullo de macho, por el otro necesitaba que me vieran como un cornudo pusilánime; pero, además, quería verla a la putita de mi mujer penetrada por pijas extrañas, por machos desconocidos.
Pensando como ponerle algo de creatividad al tema, surgió la necesidad de hacer una reforma en el lavadero, ampliarlo para que se pueda hacer la limpieza de la ropa con más comodidad. Le comento a mi mujer esto y de inmediato, como si nos leyéramos la mente, se nos ocurrió aprovechar.
Llamamos a Catalino, un albañil paraguayo, muy amable y gran profesional. A él lo habíamos contratado para la construcción del alero del fondo hacía ya unos años. Morocho, alto, de contextura física fornida, con su musculatura bien marcada. Le propuse que empezara el lunes, indicándole enfáticamente que me iba de viaje, "pero queda mi señora", le remarqué varias veces. Como no iba estar en casa instalé varias cámaras en las habitaciones, el living y la cocina.
El lunes empezó a colocar los puntales, a armar el encadenado y a derribar dos paredes. A la tarde, Catalino llama respetuosamente a mi esposa golpeando suavemente la puerta. Al escuchar que pase, Catalino, todo sucio y sudoroso, se limpia los pies e ingresa timidamente. Cuando mi esposa se acerca para atenderlo, sus ojos no pueden creer lo que ve. Mi esposa lo atendía con una musculosa muy ajustada, una mini de jeans que era de mi hija y zuecos. Debajo de la musculosa se le notaba un brassier dos números más chicos que lo recomendable y sus pechos pujaban por salir con fuerza.
- Querés tomar algo, Cata - le dijo ella con voz insinuante.
- Señora, la veo así vestida y le aclaro que no respondo de mi. - le contestó libidinoso
-Y que esperás? No respondas por vos!!! - le replicó ella al instante que se le tiró encima para abrazarlo y comerle la boca. Le empieza a desabrochar la camisa de trabajo llena de arena y olor a transpiración, y besa a chupones el pecho perlado de sudor mientras que él le empieza a meter sus gruesas manos por debajo de su mini.
- Me gustás así, saladito... - le susurró, caliente, mi esposa.
Él le contestó algo en guaraní mientras le desgarra de un tirón la musculosa y la deja con sus pechos casi al aire, apenas tapados por ese diminuto brassier, Los empieza a chupar y a morder los pezones con fuerza provocándole alguna queja de dolor a ella. La da vuelta, la empuja contra la mesa del comedor, le arranca bruscamente la tanga, se baja apenas el pantalón y la penetra con brusquedad, empujando con fuerza una y otra vez.
- Te gusta putita? En Paraguay son todas putas como vos!!!! - le dijo humillándola.
Ella no le respondió pero una pequeña descarga eléctrica le recorría todo el cuerpo. Ella se queja y gime a la vez mientras la vigorosa pija de Catalino hacía estragos su experta conchita. Una y otra vez la penetraba con violencia mientras le pegaba nalgadas fuertes.
- Ay bruto!!!!! - se quejó mi mujer.
- Callate putita!!! Ahora vas a saber lo que es un macho de verdad!!! - le respondió..
De inmediato Catalino sacó su pija, penetró la cola de ella sin preámbulos, sin lubricarla a ella, y empezó a bombearla con fuerza. Ella gritaba desesperada, dolorida, pero a su vez, satisfecha de verse cogida por un verdadero macho. Al cabo de unos minutos del año de mi mujer brotaba todo el semen que Catalino le dejó.
Después de quince días que volví del viaje el lavadero estaba a medio terminar, pero Catalino dejó a mi mujer feliz y unos videos espectaculares para clavarme una rica paja.
Por esos días no frecuentábamos lugares swingers, ni amigos corneadores; ya perdía el encanto de sentirse corneado. Necesitaba sentir por un lado herido mi orgullo de macho, por el otro necesitaba que me vieran como un cornudo pusilánime; pero, además, quería verla a la putita de mi mujer penetrada por pijas extrañas, por machos desconocidos.
Pensando como ponerle algo de creatividad al tema, surgió la necesidad de hacer una reforma en el lavadero, ampliarlo para que se pueda hacer la limpieza de la ropa con más comodidad. Le comento a mi mujer esto y de inmediato, como si nos leyéramos la mente, se nos ocurrió aprovechar.
Llamamos a Catalino, un albañil paraguayo, muy amable y gran profesional. A él lo habíamos contratado para la construcción del alero del fondo hacía ya unos años. Morocho, alto, de contextura física fornida, con su musculatura bien marcada. Le propuse que empezara el lunes, indicándole enfáticamente que me iba de viaje, "pero queda mi señora", le remarqué varias veces. Como no iba estar en casa instalé varias cámaras en las habitaciones, el living y la cocina.
El lunes empezó a colocar los puntales, a armar el encadenado y a derribar dos paredes. A la tarde, Catalino llama respetuosamente a mi esposa golpeando suavemente la puerta. Al escuchar que pase, Catalino, todo sucio y sudoroso, se limpia los pies e ingresa timidamente. Cuando mi esposa se acerca para atenderlo, sus ojos no pueden creer lo que ve. Mi esposa lo atendía con una musculosa muy ajustada, una mini de jeans que era de mi hija y zuecos. Debajo de la musculosa se le notaba un brassier dos números más chicos que lo recomendable y sus pechos pujaban por salir con fuerza.
- Querés tomar algo, Cata - le dijo ella con voz insinuante.
- Señora, la veo así vestida y le aclaro que no respondo de mi. - le contestó libidinoso
-Y que esperás? No respondas por vos!!! - le replicó ella al instante que se le tiró encima para abrazarlo y comerle la boca. Le empieza a desabrochar la camisa de trabajo llena de arena y olor a transpiración, y besa a chupones el pecho perlado de sudor mientras que él le empieza a meter sus gruesas manos por debajo de su mini.
- Me gustás así, saladito... - le susurró, caliente, mi esposa.
Él le contestó algo en guaraní mientras le desgarra de un tirón la musculosa y la deja con sus pechos casi al aire, apenas tapados por ese diminuto brassier, Los empieza a chupar y a morder los pezones con fuerza provocándole alguna queja de dolor a ella. La da vuelta, la empuja contra la mesa del comedor, le arranca bruscamente la tanga, se baja apenas el pantalón y la penetra con brusquedad, empujando con fuerza una y otra vez.
- Te gusta putita? En Paraguay son todas putas como vos!!!! - le dijo humillándola.
Ella no le respondió pero una pequeña descarga eléctrica le recorría todo el cuerpo. Ella se queja y gime a la vez mientras la vigorosa pija de Catalino hacía estragos su experta conchita. Una y otra vez la penetraba con violencia mientras le pegaba nalgadas fuertes.
- Ay bruto!!!!! - se quejó mi mujer.
- Callate putita!!! Ahora vas a saber lo que es un macho de verdad!!! - le respondió..
De inmediato Catalino sacó su pija, penetró la cola de ella sin preámbulos, sin lubricarla a ella, y empezó a bombearla con fuerza. Ella gritaba desesperada, dolorida, pero a su vez, satisfecha de verse cogida por un verdadero macho. Al cabo de unos minutos del año de mi mujer brotaba todo el semen que Catalino le dejó.
Después de quince días que volví del viaje el lavadero estaba a medio terminar, pero Catalino dejó a mi mujer feliz y unos videos espectaculares para clavarme una rica paja.
3 comentarios - Entrego mi esposa a albañiles
pasa videos...
van 10
Si dejanos ver los videos de tu esposa siendo cogida por otro hombre de verdad y gracias por compartir