Estoy parado en el costado de tu cama matrimonial, en tu cuarto matrimonial. Tu cuerpo desnudo que roza las 5 décadas brilla de sudor entre la penumbra que entra por la ventana. Resoplas mientras te sacudÃs el clÃtoris de una manera que yo nunca habÃa visto. Las piernas abiertas, tu vientre tenso, tus pies en punta como de bailarina, la otra mano pellizcándote el pezón.
En realidad muchas de las cosas que hice esta noche nunca antes las habÃa vivido.Â
Se me vuelve a poner dura la verga parado viéndote. Ya me duele un poco el glande cuando se para, pero quiero más. Me la agarro, está viscosa de mi guasca y tus flujos. Del lubricante y tu saliva. De nuestros sudores entremezclados.Â
Acabe ya tres veces, todas ahà donde me señalaste.
Tengo 27 y una novia que es nuestro nexo. Por ella te conocÃ. De repente la recuerdo mientras te cojo. Me la imagino con sus amigas en el bar. Ella nunca me pedirÃa que siga bombeandole el orto con todas las fuerzas como me pedÃs vos entre gemidos y puteadas. Me puteas mucho. Me decÃs "pendejo virgo" y "pichón de hijo de puta" cada dos minutos. Un poco me la baja, pero tus tetas enormes y carnosas, con pezones grandes como platos me enloquecen el pensamiento y me llenan los huevos que parecen explotar otra vez. Cuando estás encima mÃo las aprieto con todas mis fuerzas mientras me cabalgas como loba desquiciada. Los ojos fijos en mi, el aliento atolondrado, mordiéndote el labio inferior de goce.
Asà acabaste gritando entre furiosa y tierna, cayendo sobre mi pecho con la respiración agitada.
Esa fue tu segunda vez. La primera lo hiciste casi sin que te tocará. Asà de caliente me esperabas. Te tiraste en el sillón, subiste tu vestido mostrándome que no tenÃas nada abajo. Abriste las piernas y me ofreciste tu concha. Me pediste que la chupara y acabaste en menos de dos minutos de roce con mi lengua. Me llenaste la cara de tus flujos. Después me agarraste de.la mano y me llevaste a tu cuarto matrimonial.
"Sos nuestro fetiche" me dijiste la tarde anterior en la plaza de acá a dos cuadras. Me explicaste que querÃan que te cogiera un pendejo y que yo era el más lindo que conocÃan. Me pareció exagerado lo de pendejo, pero acepte sin dudarlo. Asà de pito duro somos los pendejos...
No hizo falta más que un mensaje con la hora. Ya se dónde viven. Llegué un rato tarde. Me retaste como maestra enojada y me guiaste dentro de la casa. El resto está contado un poco más arriba.
Ahora, de vuelta me chupas como queriendo tragarme. Te la metes hasta la garganta y la mantenes asÃ, como en pelÃcula porno. Todo es como una pelÃcula porno.
Una espesa capa de tu saliva cubre mi miembro cuando lo liberas de tus fauces voraces. Te caen algunas lágrimas por las mejillas enrojecidas. La baba espesa sale por la comisura de tu boca. Me escupis la verga, que se embardurna aún mas. Todo es sucio y morboso. Todo te calienta cada vez más.
A vos y a él que mira.
El sigue sentado en el sillón del rincón. Desnudo y pajéndose como hace más de dos horas que empezamos. No dice nada. Está lleno de leche en sus manos y vientre, pero no deja de pajearse. Su mirada siempre fija en tu cuerpo hermoso. Viendo como te cojo.
Cuando entramos al cuarto matrimonial, me traias de la mano. Te desnudaste hermosa frente a mi, que apuré mi propia desnudez torpemente. Mientras me ponÃa en bolas me mostraste el sillón, me dijiste que él iba a quedarse ahà y me señalaste el lugar donde debÃa acabar. Me resultó un poco extraño y fuera de lugar, pero insististe diciéndome que si no lo hacÃa todo terminaba ahà mismo.
Volvà a aceptar. Ya estaba desnudo y vos tirada en la cama con las piernas abiertas esperando por mi verga.
Me puse un forro y me abalancé sobre tu cuerpo.
En ese momento ya no habÃa lugar para prolegomenos o juegos previos. Simple y directamente a los bifes. Entró perfecta, tu concha lubricada hacÃa unos minutos no opuso resitencia. Me apretaste contra vos con las piernas. Con las manos en mi culo, me empujaste cada vez más adentro tuyo. Te cogà con todas mis fuerzas. Con las ansias de poseerte completa y sin entender todavÃa que quien era poseÃdo era yo. Después te pusiste en cuatro y me ofreciste tu culo interminable y te tomé de las caderas para cogerte. Gritabas y puteabas. Nuestras respiraciones agitadas se mezclaban. VeÃa tu orto entre las nalgas abrirse y cerrarse mientras te la ponÃa en la cajeta. No imaginaba los placeres que un rato más tarde sentirÃa dentro de tu ano.
Aguante todo lo que pude. Sentà que iba a acabar. Te lo dije.
Paraste y sentada en el borde de la cama me señalaste el lugar donde descargar el semen.
De vuelta estas otra vez en cuatro. Te abrÃs las nalgas ofreciendo me el orto. Me agachó y hundo mi lengua en tu agujero hasta sentir que te estremeces con mi chupada. Me apretado con las nalgas. Siento que me falta el aire y que la verga me revienta. Quiero más de tu ojete, más de tus gemidos y puteadas, de tus caderas moviéndose al compas de mi lengua
Me alcanzaste otro forro y mientras me lo ponÃa te echas un chorro de lubricante en el ano
Veo dos de tus dedos metiéndose y dilatando la entrada. Veo el ano agrandarse y cuando estás lista me pedÃs la poronga. La tenés. La tenés toda y te gusta. Vemos y te masajeas el clÃtoris. Yo me estiró hasta prenderis manos de tus enormes tetas carnosas y te doy lo más fuerte que puedo. Se me nubla la vista del placer que siento en tu canal apretado. Siento los huevos empapándose de tus flojos que salen a chorros de la concha. No aguanto más te digo. Y me volves a señalar el lugar.
Ya conté que la segunda vez que acabaste, lo hiciste estando encima mÃo. Lo que no dije es que te habÃas ensartado la verga en el orto y que me cogiste hasta tener un orgasmo anal que te dejo temblando.
Acostada encima mÃo, con la cabeza en mi pecho, apenas retomaste aire te sacaste la verga del orto y te la metiste en la concha. Y seguiste cogiendome poco tiempo hasta que otro orgasmo te dejo con los ojos en blanco y mi cara entre tus tetas.
Te dije que me calentaste y que querÃa sacar más leche
Está vez vos me llevaste y me pajeaste hasta que acabe. Me apoyaste un dedo en el culo mientras me sacudias la pija. Me gustó y lance tres certeros chorros de swn espeso que fueron a parar directo en el blanco.Me sorprendÃa que después de tanto pudiese ser capaz de generar tanto semen. Pensamientos locos que uno tiene en ciertas circunstancias.
Entonces me decÃs que me quede parado al lado de tu cama matrimonial, en tu cuarto matrimonial mientras me mostras algo y yo te hago caso.
Y asà volvemos al principio con vos tocandote con las piernas abiertas yi verga volviendo a pararse.
Me decÃs al fin de unos increÃbles minutos de solo verte que me dé vuelta, que me querés probar el orto.
Lo hago y siento tuano que empujai espalda para hacerme encorvar un poco. Después tusanos abriéndome las nalgas y por último tu increÃble lengua haciéndome ver las estrellas. Siento que me voy a la estratósfera en ese momento. Después me das vuelta y me arrastras encima tuyo para que te la ponga. Cogemos a los gritos, yo encima tuyo. Gritamos y dejamos nuestros cuerpos abandonados al goce del otro. Enedio del frenesi, me decÃs al oÃdo, "acabarme en la cajeta pendejo virgo" y una ola de goce me recorre el cuerpo hasta que explota entre mis piernas y descargo en un último lechazo intensisimo dentro de tus entrañas.
Lo más extraño es que acabamos juntos. Resoplando me acuesto a tu lado. Veo tus tetas enormes caer a los lados de tu pecho y tu piel completamente transportada.
Veo a tu marido levantarse todo lleno de semen y salir de la habitación. Vos me decÃs que se va a bañar.
- Por que me hiciste acabar tantas veces encima de su panza? Le pregunto ahora que ya pasó todo.
- No se, es cosa de el. Me lo pidió porque dice que le calienta- y lanzas una risotada que rebota en las paredes de tu habitación matrimonial.
En realidad muchas de las cosas que hice esta noche nunca antes las habÃa vivido.Â
Se me vuelve a poner dura la verga parado viéndote. Ya me duele un poco el glande cuando se para, pero quiero más. Me la agarro, está viscosa de mi guasca y tus flujos. Del lubricante y tu saliva. De nuestros sudores entremezclados.Â
Acabe ya tres veces, todas ahà donde me señalaste.
Tengo 27 y una novia que es nuestro nexo. Por ella te conocÃ. De repente la recuerdo mientras te cojo. Me la imagino con sus amigas en el bar. Ella nunca me pedirÃa que siga bombeandole el orto con todas las fuerzas como me pedÃs vos entre gemidos y puteadas. Me puteas mucho. Me decÃs "pendejo virgo" y "pichón de hijo de puta" cada dos minutos. Un poco me la baja, pero tus tetas enormes y carnosas, con pezones grandes como platos me enloquecen el pensamiento y me llenan los huevos que parecen explotar otra vez. Cuando estás encima mÃo las aprieto con todas mis fuerzas mientras me cabalgas como loba desquiciada. Los ojos fijos en mi, el aliento atolondrado, mordiéndote el labio inferior de goce.
Asà acabaste gritando entre furiosa y tierna, cayendo sobre mi pecho con la respiración agitada.
Esa fue tu segunda vez. La primera lo hiciste casi sin que te tocará. Asà de caliente me esperabas. Te tiraste en el sillón, subiste tu vestido mostrándome que no tenÃas nada abajo. Abriste las piernas y me ofreciste tu concha. Me pediste que la chupara y acabaste en menos de dos minutos de roce con mi lengua. Me llenaste la cara de tus flujos. Después me agarraste de.la mano y me llevaste a tu cuarto matrimonial.
"Sos nuestro fetiche" me dijiste la tarde anterior en la plaza de acá a dos cuadras. Me explicaste que querÃan que te cogiera un pendejo y que yo era el más lindo que conocÃan. Me pareció exagerado lo de pendejo, pero acepte sin dudarlo. Asà de pito duro somos los pendejos...
No hizo falta más que un mensaje con la hora. Ya se dónde viven. Llegué un rato tarde. Me retaste como maestra enojada y me guiaste dentro de la casa. El resto está contado un poco más arriba.
Ahora, de vuelta me chupas como queriendo tragarme. Te la metes hasta la garganta y la mantenes asÃ, como en pelÃcula porno. Todo es como una pelÃcula porno.
Una espesa capa de tu saliva cubre mi miembro cuando lo liberas de tus fauces voraces. Te caen algunas lágrimas por las mejillas enrojecidas. La baba espesa sale por la comisura de tu boca. Me escupis la verga, que se embardurna aún mas. Todo es sucio y morboso. Todo te calienta cada vez más.
A vos y a él que mira.
El sigue sentado en el sillón del rincón. Desnudo y pajéndose como hace más de dos horas que empezamos. No dice nada. Está lleno de leche en sus manos y vientre, pero no deja de pajearse. Su mirada siempre fija en tu cuerpo hermoso. Viendo como te cojo.
Cuando entramos al cuarto matrimonial, me traias de la mano. Te desnudaste hermosa frente a mi, que apuré mi propia desnudez torpemente. Mientras me ponÃa en bolas me mostraste el sillón, me dijiste que él iba a quedarse ahà y me señalaste el lugar donde debÃa acabar. Me resultó un poco extraño y fuera de lugar, pero insististe diciéndome que si no lo hacÃa todo terminaba ahà mismo.
Volvà a aceptar. Ya estaba desnudo y vos tirada en la cama con las piernas abiertas esperando por mi verga.
Me puse un forro y me abalancé sobre tu cuerpo.
En ese momento ya no habÃa lugar para prolegomenos o juegos previos. Simple y directamente a los bifes. Entró perfecta, tu concha lubricada hacÃa unos minutos no opuso resitencia. Me apretaste contra vos con las piernas. Con las manos en mi culo, me empujaste cada vez más adentro tuyo. Te cogà con todas mis fuerzas. Con las ansias de poseerte completa y sin entender todavÃa que quien era poseÃdo era yo. Después te pusiste en cuatro y me ofreciste tu culo interminable y te tomé de las caderas para cogerte. Gritabas y puteabas. Nuestras respiraciones agitadas se mezclaban. VeÃa tu orto entre las nalgas abrirse y cerrarse mientras te la ponÃa en la cajeta. No imaginaba los placeres que un rato más tarde sentirÃa dentro de tu ano.
Aguante todo lo que pude. Sentà que iba a acabar. Te lo dije.
Paraste y sentada en el borde de la cama me señalaste el lugar donde descargar el semen.
De vuelta estas otra vez en cuatro. Te abrÃs las nalgas ofreciendo me el orto. Me agachó y hundo mi lengua en tu agujero hasta sentir que te estremeces con mi chupada. Me apretado con las nalgas. Siento que me falta el aire y que la verga me revienta. Quiero más de tu ojete, más de tus gemidos y puteadas, de tus caderas moviéndose al compas de mi lengua
Me alcanzaste otro forro y mientras me lo ponÃa te echas un chorro de lubricante en el ano
Veo dos de tus dedos metiéndose y dilatando la entrada. Veo el ano agrandarse y cuando estás lista me pedÃs la poronga. La tenés. La tenés toda y te gusta. Vemos y te masajeas el clÃtoris. Yo me estiró hasta prenderis manos de tus enormes tetas carnosas y te doy lo más fuerte que puedo. Se me nubla la vista del placer que siento en tu canal apretado. Siento los huevos empapándose de tus flojos que salen a chorros de la concha. No aguanto más te digo. Y me volves a señalar el lugar.
Ya conté que la segunda vez que acabaste, lo hiciste estando encima mÃo. Lo que no dije es que te habÃas ensartado la verga en el orto y que me cogiste hasta tener un orgasmo anal que te dejo temblando.
Acostada encima mÃo, con la cabeza en mi pecho, apenas retomaste aire te sacaste la verga del orto y te la metiste en la concha. Y seguiste cogiendome poco tiempo hasta que otro orgasmo te dejo con los ojos en blanco y mi cara entre tus tetas.
Te dije que me calentaste y que querÃa sacar más leche
Está vez vos me llevaste y me pajeaste hasta que acabe. Me apoyaste un dedo en el culo mientras me sacudias la pija. Me gustó y lance tres certeros chorros de swn espeso que fueron a parar directo en el blanco.Me sorprendÃa que después de tanto pudiese ser capaz de generar tanto semen. Pensamientos locos que uno tiene en ciertas circunstancias.
Entonces me decÃs que me quede parado al lado de tu cama matrimonial, en tu cuarto matrimonial mientras me mostras algo y yo te hago caso.
Y asà volvemos al principio con vos tocandote con las piernas abiertas yi verga volviendo a pararse.
Me decÃs al fin de unos increÃbles minutos de solo verte que me dé vuelta, que me querés probar el orto.
Lo hago y siento tuano que empujai espalda para hacerme encorvar un poco. Después tusanos abriéndome las nalgas y por último tu increÃble lengua haciéndome ver las estrellas. Siento que me voy a la estratósfera en ese momento. Después me das vuelta y me arrastras encima tuyo para que te la ponga. Cogemos a los gritos, yo encima tuyo. Gritamos y dejamos nuestros cuerpos abandonados al goce del otro. Enedio del frenesi, me decÃs al oÃdo, "acabarme en la cajeta pendejo virgo" y una ola de goce me recorre el cuerpo hasta que explota entre mis piernas y descargo en un último lechazo intensisimo dentro de tus entrañas.
Lo más extraño es que acabamos juntos. Resoplando me acuesto a tu lado. Veo tus tetas enormes caer a los lados de tu pecho y tu piel completamente transportada.
Veo a tu marido levantarse todo lleno de semen y salir de la habitación. Vos me decÃs que se va a bañar.
- Por que me hiciste acabar tantas veces encima de su panza? Le pregunto ahora que ya pasó todo.
- No se, es cosa de el. Me lo pidió porque dice que le calienta- y lanzas una risotada que rebota en las paredes de tu habitación matrimonial.
9 comentarios - Estoy
Ay! los morbos de sus maridos...
Bien ahÃ! van puntos