Si ya estaba enamorado de Karen, desde aquella noche la puse en un altar. Me gustaba, era inteligente, cariñosa y una puta, mi puta. Fue una buena época, recuerdo.
En realidad, la relación con Roberto no había cambiado, salíamos con él, con el grupo de amigos, Karen y él se llevaban bien, pero nada fuera de lo normal, a la vista de los demás nada era diferente.
Cuando cogía con mi novia, hablábamos de nuestras fantasías, de entre todas, la que más me daba vueltas en la cabeza, era ver como ella cogía con otro, y la persona indicada en esa época era Roberto.
Mi chica solo se reía, me preguntaba si estaba seguro, que si sí aguantaría verla con él, etc.
-Le tengo cariño a Roberto, y la verdad me excita excitarlo. -me comentó una vez acostados en la cama-. Pues si se da la oportunidad, puede ser….
“Puede ser” fue lo que me dijo ella.
Lo que quiero contarles sucedió en una de tantas fiestas, varias semanas después del cumpleaños de Roberto. Iba con mi novia y mi grupo de amigos, entre ellos, Roberto y su primo Leo de apenas 19 años. La fiesta era en el jardín de una amiga, en una gran casa en Xochimilco.
Karen estaba muy alegre, llevaba un vestido de verano café con flores, corto, entallado de la cintura y holgado de abajo. Esa tarde Karen llevaba una tanga diminuta de hilo, me decía que para que no se le notara sobre el vestido. Y eso amigos, era magia, la tela café del vestido se pegaba a su culo de manera que dibujaba sus redondas nalgas, haciendo parecer que Karen no llevaba ropa interior. Era un poema y todos alrededor podían leerlo.
Bailaba, bromeaba, era una mujer que se daba a notar. Veía como algunos tipos la miraban y le intentaban hacer la plática. Nada importante.
Ya más tarde, Karen estaba visiblemente ebria, se tambaleaba y se abrazaba de una amiga, reía y hablaba mucho con quien se acercara. Roberto me dijo que él ya se iba, que si quería podíamos irnos con él y su primo, nos acercaría a mi casa (en ese entonces yo vivía en un departamento compartido, los fines de semana mi roomie se iba a casa de sus papás en Cuernavaca).
-Sí guey, gracias, no quiero tomar taxi, y ya veo a Karen bien peda. – le respondí a Roberto
En el auto me subí en la parte de atrás con Karen y Leo de copiloto. A medio camino Karen vomitó, y comenzó a llorar pidiendo perdón a Roberto, yo le había dado mi swetter para que vomitara en él, por lo que solo se había manchado un poco el vestido, afortunadamente no se ensució el auto.
-No mames, discúlpame cabrón, mañana pongo a Karen a que te lo lave. –le dije entre disculpa y broma.
Llegando a mi casa, Karen estaba casi dormida, Roberto salió del carro y abrió la puerta de atrás, agarró a Karen que se sostenía con dificultad, ella se abrazó de él. Yo aún adentro, vi como su vestido se le subió, dejando ver casi la mitad sus nalgas desnudas, su tanga apenas cubría nada. Esto lo veía Leo, que ya estaba afuera del auto. Salí y le ayudé a sostenerla.
-¿Se quieren pasar? Nos tomamos una chela más. -Invité a Roberto y a Leo, mientras Karen intentaba por fin sostenerse.
Roberto aceptó, cerró su auto y caminó hacia el edificio junto a su primo, yo me había adelantado, llevaba a mi lado a Karen que caminaba torpemente, colgada con un brazo sobre mi cuello, y mi mano en su cintura, con la que disimuladamente subía su vestido, sabiendo que Roberto y Leo tenían una buena vista de su culo blanco; aún más cuando subimos las escaleras, seguro se deleitaron con las nalgas de mi novia.
Llegamos al departamento y fui a acostar a Karen a mi habitación, le quité el vestido, ella se dejaba hacer, aproveché para quitarle la tanga y el brasier, esto ya me estaba excitando, sabía que teníamos compañía y estaba pensando cómo hacer que Roberto o su Primo la vieran así, desnuda.
La acosté y la cubrí con una sábana, ella me abrazó y me dijo que me quedara, le dije que estaba Roberto y Leo en la sala, y que iría a beber con ellos. Ella no me soltó.
-Diles que vengan – me dijo al oído.
Solo reí, la solté y le dije que se acostara y durmiera, que si quería podía venir a beber con nosotros.
-Sí, voy, solo déjame dormir 5 minutos. – me dijo y se cubrió con la sábana.
La dejé acostada, apagué la luz y salí del cuarto; dejé la puerta abierta a propósito.
Volviendo con Roberto y Leo, comenzamos a beber y hablar de cosas sin importancia. Como ya estábamos entonados, no tardamos mucho en marearnos y hablar estupideces.
Después de un rato, noté que Leo iba muy seguido al baño, al menos 3 veces en mucho menos de una hora. Sabía que mi habitación era visible desde el baño, y sabía que quien quisiera podía asomarse sin problemas a mi habitación. No le di mayor importancia, aunque sabía que estaba Karen desnuda, la había dejado cubierta por una sabana, y sabía que ella no era de las que se movían al dormir y nunca se destapaba.
El siguiente en ir al baño fue Roberto. Cuando volvió me miró y me sonrió, le sonreí y me quedé pensando en lo que estarían viendo.
Fui a mi habitación y esperaba ver a Karen acostada cubierta por la sabana. Pero la imagen que vi hizo que comprendiera la actitud de Leo y Roberto.
Estaba Karen acostada de lado, dándole la espalda a la puerta, se había quitado la sábana y se veía totalmente desnuda, con sus nalgas apuntando a la puerta; si ponías atención, se le podía ver la línea de su vagina. Una imagen sencilla, pero tan poderosa que aun hoy me prende cuando la recuerdo.
Volví a la sala y seguimos la fiesta.
Después de un par de horas, ya en la madrugada, estábamos notablemente ebrios (para ser sincero, me es difícil recordar con exactitud algunas parte de esa noche). Leo se había quedado dormido en el sillón grande, Roberto intentó despertarlo para llevárselo, pero no pudo. Yo le dije que se quedaran a dormir, que se fueran al otro día temprano; él no respondió solo se quedó de pie, tambaleándose, mirando a su primo; entonces fui por una cobija y se la puse a Leo y le entregué una pijama a Roberto.
-Quédate con nosotros, la cama es grande, sin pedo cabemos los 3 –le dije y justo cuando lo hacia mi cuerpo comenzó a calentarse.
No era la primera vez que compartíamos la cama los tres, pero esta vez, después de lo ocurrido, cobraba un tono totalmente distinto.
Seguía sin responder, solo tomó la pijama y se sentó un sillón, yo me fui tambaleando a mi habitación. No dejaba de ver ese hermoso culo, me quité la ropa, me quedé en bóxer y me acosté junto a Karen, nos cubrí con la sábana y jalé ese enorme culo a mi lado, de tal manera que dejé el otro extremo de la cama libre, por si venía Roberto se pudiera acostar ahí, dejándola a ella en medio.
Karen despertó y se volteó, acurrucándose a mi lado, me dio un beso en el pecho; yo me entretenía con sus pezones, y acariciaba su culo respingón, abriendo las nalgas y tocando su depilada vagina, estaba húmeda (lo cual me sorprendió un poco). Ella apenas se movía, su mano en mi pecho comenzó a acariciarme, sin mucha fuerza, me dio otro beso en el pecho y empujaba sus nalgas hacia mi mano, era el ritual que teníamos justo antes de comenzar a coger.
Estuve unos minutos calentándola, pero paré cuando escuché que alguien se acercaba, era Roberto que entró a la habitación con mi pijama puesta. Karen y yo nos hicimos los dormidos, él se nos quedó mirando unos segundos, luego se acostó al otro lado de la cama, junto a ella. Jaló la sábana y se cubrió también.
Ahí estábamos los tres ebrios, en silencio, en penumbras, en la misma cama; Karen desnuda en medio de los dos, con su culo en dirección a Roberto. Juro que mi corazón estaba a punto de salirse del pecho.
Nada ocurrió por varios minutos, pensé que nada ocurriría y me empezó a dar sueño, dormité un poco. Poco después unos movimientos me pusieron alerta de nuevo, era Roberto que se acomodaba. Entonces puse toda mi atención en escuchar el más mínimo sonido, en sentir el menor movimiento de la cama, era excitante y emocionante. En cuestión de minutos, comencé a sentir a Roberto acomodarse de nuevo, en seguida sentí que Karen que se movía un poco. Yo no podía ver nada, no quería moverme ni un milímetro.
Sentí un leve movimiento en la cadera de Karen, intuí que era la mano de Roberto que la acariciaba delicadamente, luego se detenía, todo con sigilo. Mi novia se movía poco al principio, sentí como empujaba un poco su cadera, seguramente las caricias de mi amigo continuaban. No tenía que ser un genio para saber que los dedos de Roberto estaban dentro de mi novia.
Después de un rato, comencé a escuchar pequeños quejidos de Karen, breves y ahogados; bajó la mano que tenía en mi pecho, la metió bajo las sabanas hacia su entrepierna, luego sentí un movimiento de ambos, se estaban acomodando nuevamente, pero esta vez al mismo tiempo, en sincronía. Luego, por unos segundos nuevamente silencio y quietud….
Karen volvió a subir su mano a mi pecho, me apretaba sutilmente, sentí unos movimientos en la cama, un vaivén tímido, pequeño y pausado, exhalaciones de ella, que iban cobrando fuerza. Luego un suspiro, el movimiento crecía y la respiración de ella también. No tenía que ver para saber que mi amigo por fin se estaba cogiendo a mi novia.
En cierto punto, no sé si creyeron que yo no despertaría, o en realidad les valió madre, pero sentí a Karen empujar su cadera una y otra vez, movimiento que yo conocía bien. Escuche besos, la mano de Karen volvió a desaparecer, esta vez se movió hacia atrás, hacia Roberto.
Mi pene estaba muy duro, no quería que se notara, además me estaba cansando la postura. Tenía dos opciones, despertar y unirme a ellos, o acomodarme, darle la espalda a Karen y fingir que seguía durmiendo….
Opte por la segunda opción.
Cuando me moví, ambos se detuvieron. Luego la mano de Karen me toco tímidamente, el silencio y quietud duro muy poco. Ahora no podía ver nada, solo escuchar y sentir el movimiento de la cama a mis espaldas. Volví a sentir el vaivén de Karen, pero ahora un poco menos sutil. Ella se quejaba, la cama se movía, se acomodaban, se escuchaba una húmeda penetración, besos, murmullos de puta caliente a penas pesrceptibles: "mjm..." "mmm..." "sí, así..." ahh.." "aahh.."
Fue una noche larga. En un momento me sentí a punto de venirme sin siquiera tocarme.
Duraron mucho, no sé si ellos acabaron antes o después de que yo me durmiera.
A la mañana siguiente vi a Karen acostada Junto a Roberto, abrazándolo, ahora sus nalgas apuntaban hacia mí (debo admitir que con aquella imagen sentí celos, pero no hice mucho caso). Le acaricié el culo el cual seguía totalmente empapado, sudor, venida de ella y seguramente de él también.
Ella se despertó y se volteó hacia mí, me beso, la mejilla y me abrazó. La abracé, le daba besos en su cabello y le acariciaba su cuerpo. Luego despertó Roberto.
-¿Qué pedo? – dijo mientras buscaba la sábana para cubrirse, se acomodó de lado, dándole el culo a Karen.
-¿Qué pedo? – contesté…
Un poco más tarde, ya despiertos los tres, hablábamos como buenos amigos, los tres desnudos en la cama, riendo y hablando idioteces. Nadie habló de lo sucedido en la madrugada, aunque los tres estábamos ebrios, nadie podía negar lo ocurrido.
Después de esto seguimos teniendo sexo con Roberto, siempre los 3 juntos. Aunque se lo pedí varias veces, Karen nunca aceptó coger a solas con él. Pero aun así hay varias cosas que contar…
Esta imagen sacada de la web me recuerda a Karen esa noche.
En realidad, la relación con Roberto no había cambiado, salíamos con él, con el grupo de amigos, Karen y él se llevaban bien, pero nada fuera de lo normal, a la vista de los demás nada era diferente.
Cuando cogía con mi novia, hablábamos de nuestras fantasías, de entre todas, la que más me daba vueltas en la cabeza, era ver como ella cogía con otro, y la persona indicada en esa época era Roberto.
Mi chica solo se reía, me preguntaba si estaba seguro, que si sí aguantaría verla con él, etc.
-Le tengo cariño a Roberto, y la verdad me excita excitarlo. -me comentó una vez acostados en la cama-. Pues si se da la oportunidad, puede ser….
“Puede ser” fue lo que me dijo ella.
Lo que quiero contarles sucedió en una de tantas fiestas, varias semanas después del cumpleaños de Roberto. Iba con mi novia y mi grupo de amigos, entre ellos, Roberto y su primo Leo de apenas 19 años. La fiesta era en el jardín de una amiga, en una gran casa en Xochimilco.
Karen estaba muy alegre, llevaba un vestido de verano café con flores, corto, entallado de la cintura y holgado de abajo. Esa tarde Karen llevaba una tanga diminuta de hilo, me decía que para que no se le notara sobre el vestido. Y eso amigos, era magia, la tela café del vestido se pegaba a su culo de manera que dibujaba sus redondas nalgas, haciendo parecer que Karen no llevaba ropa interior. Era un poema y todos alrededor podían leerlo.
Bailaba, bromeaba, era una mujer que se daba a notar. Veía como algunos tipos la miraban y le intentaban hacer la plática. Nada importante.
Ya más tarde, Karen estaba visiblemente ebria, se tambaleaba y se abrazaba de una amiga, reía y hablaba mucho con quien se acercara. Roberto me dijo que él ya se iba, que si quería podíamos irnos con él y su primo, nos acercaría a mi casa (en ese entonces yo vivía en un departamento compartido, los fines de semana mi roomie se iba a casa de sus papás en Cuernavaca).
-Sí guey, gracias, no quiero tomar taxi, y ya veo a Karen bien peda. – le respondí a Roberto
En el auto me subí en la parte de atrás con Karen y Leo de copiloto. A medio camino Karen vomitó, y comenzó a llorar pidiendo perdón a Roberto, yo le había dado mi swetter para que vomitara en él, por lo que solo se había manchado un poco el vestido, afortunadamente no se ensució el auto.
-No mames, discúlpame cabrón, mañana pongo a Karen a que te lo lave. –le dije entre disculpa y broma.
Llegando a mi casa, Karen estaba casi dormida, Roberto salió del carro y abrió la puerta de atrás, agarró a Karen que se sostenía con dificultad, ella se abrazó de él. Yo aún adentro, vi como su vestido se le subió, dejando ver casi la mitad sus nalgas desnudas, su tanga apenas cubría nada. Esto lo veía Leo, que ya estaba afuera del auto. Salí y le ayudé a sostenerla.
-¿Se quieren pasar? Nos tomamos una chela más. -Invité a Roberto y a Leo, mientras Karen intentaba por fin sostenerse.
Roberto aceptó, cerró su auto y caminó hacia el edificio junto a su primo, yo me había adelantado, llevaba a mi lado a Karen que caminaba torpemente, colgada con un brazo sobre mi cuello, y mi mano en su cintura, con la que disimuladamente subía su vestido, sabiendo que Roberto y Leo tenían una buena vista de su culo blanco; aún más cuando subimos las escaleras, seguro se deleitaron con las nalgas de mi novia.
Llegamos al departamento y fui a acostar a Karen a mi habitación, le quité el vestido, ella se dejaba hacer, aproveché para quitarle la tanga y el brasier, esto ya me estaba excitando, sabía que teníamos compañía y estaba pensando cómo hacer que Roberto o su Primo la vieran así, desnuda.
La acosté y la cubrí con una sábana, ella me abrazó y me dijo que me quedara, le dije que estaba Roberto y Leo en la sala, y que iría a beber con ellos. Ella no me soltó.
-Diles que vengan – me dijo al oído.
Solo reí, la solté y le dije que se acostara y durmiera, que si quería podía venir a beber con nosotros.
-Sí, voy, solo déjame dormir 5 minutos. – me dijo y se cubrió con la sábana.
La dejé acostada, apagué la luz y salí del cuarto; dejé la puerta abierta a propósito.
Volviendo con Roberto y Leo, comenzamos a beber y hablar de cosas sin importancia. Como ya estábamos entonados, no tardamos mucho en marearnos y hablar estupideces.
Después de un rato, noté que Leo iba muy seguido al baño, al menos 3 veces en mucho menos de una hora. Sabía que mi habitación era visible desde el baño, y sabía que quien quisiera podía asomarse sin problemas a mi habitación. No le di mayor importancia, aunque sabía que estaba Karen desnuda, la había dejado cubierta por una sabana, y sabía que ella no era de las que se movían al dormir y nunca se destapaba.
El siguiente en ir al baño fue Roberto. Cuando volvió me miró y me sonrió, le sonreí y me quedé pensando en lo que estarían viendo.
Fui a mi habitación y esperaba ver a Karen acostada cubierta por la sabana. Pero la imagen que vi hizo que comprendiera la actitud de Leo y Roberto.
Estaba Karen acostada de lado, dándole la espalda a la puerta, se había quitado la sábana y se veía totalmente desnuda, con sus nalgas apuntando a la puerta; si ponías atención, se le podía ver la línea de su vagina. Una imagen sencilla, pero tan poderosa que aun hoy me prende cuando la recuerdo.
Volví a la sala y seguimos la fiesta.
Después de un par de horas, ya en la madrugada, estábamos notablemente ebrios (para ser sincero, me es difícil recordar con exactitud algunas parte de esa noche). Leo se había quedado dormido en el sillón grande, Roberto intentó despertarlo para llevárselo, pero no pudo. Yo le dije que se quedaran a dormir, que se fueran al otro día temprano; él no respondió solo se quedó de pie, tambaleándose, mirando a su primo; entonces fui por una cobija y se la puse a Leo y le entregué una pijama a Roberto.
-Quédate con nosotros, la cama es grande, sin pedo cabemos los 3 –le dije y justo cuando lo hacia mi cuerpo comenzó a calentarse.
No era la primera vez que compartíamos la cama los tres, pero esta vez, después de lo ocurrido, cobraba un tono totalmente distinto.
Seguía sin responder, solo tomó la pijama y se sentó un sillón, yo me fui tambaleando a mi habitación. No dejaba de ver ese hermoso culo, me quité la ropa, me quedé en bóxer y me acosté junto a Karen, nos cubrí con la sábana y jalé ese enorme culo a mi lado, de tal manera que dejé el otro extremo de la cama libre, por si venía Roberto se pudiera acostar ahí, dejándola a ella en medio.
Karen despertó y se volteó, acurrucándose a mi lado, me dio un beso en el pecho; yo me entretenía con sus pezones, y acariciaba su culo respingón, abriendo las nalgas y tocando su depilada vagina, estaba húmeda (lo cual me sorprendió un poco). Ella apenas se movía, su mano en mi pecho comenzó a acariciarme, sin mucha fuerza, me dio otro beso en el pecho y empujaba sus nalgas hacia mi mano, era el ritual que teníamos justo antes de comenzar a coger.
Estuve unos minutos calentándola, pero paré cuando escuché que alguien se acercaba, era Roberto que entró a la habitación con mi pijama puesta. Karen y yo nos hicimos los dormidos, él se nos quedó mirando unos segundos, luego se acostó al otro lado de la cama, junto a ella. Jaló la sábana y se cubrió también.
Ahí estábamos los tres ebrios, en silencio, en penumbras, en la misma cama; Karen desnuda en medio de los dos, con su culo en dirección a Roberto. Juro que mi corazón estaba a punto de salirse del pecho.
Nada ocurrió por varios minutos, pensé que nada ocurriría y me empezó a dar sueño, dormité un poco. Poco después unos movimientos me pusieron alerta de nuevo, era Roberto que se acomodaba. Entonces puse toda mi atención en escuchar el más mínimo sonido, en sentir el menor movimiento de la cama, era excitante y emocionante. En cuestión de minutos, comencé a sentir a Roberto acomodarse de nuevo, en seguida sentí que Karen que se movía un poco. Yo no podía ver nada, no quería moverme ni un milímetro.
Sentí un leve movimiento en la cadera de Karen, intuí que era la mano de Roberto que la acariciaba delicadamente, luego se detenía, todo con sigilo. Mi novia se movía poco al principio, sentí como empujaba un poco su cadera, seguramente las caricias de mi amigo continuaban. No tenía que ser un genio para saber que los dedos de Roberto estaban dentro de mi novia.
Después de un rato, comencé a escuchar pequeños quejidos de Karen, breves y ahogados; bajó la mano que tenía en mi pecho, la metió bajo las sabanas hacia su entrepierna, luego sentí un movimiento de ambos, se estaban acomodando nuevamente, pero esta vez al mismo tiempo, en sincronía. Luego, por unos segundos nuevamente silencio y quietud….
Karen volvió a subir su mano a mi pecho, me apretaba sutilmente, sentí unos movimientos en la cama, un vaivén tímido, pequeño y pausado, exhalaciones de ella, que iban cobrando fuerza. Luego un suspiro, el movimiento crecía y la respiración de ella también. No tenía que ver para saber que mi amigo por fin se estaba cogiendo a mi novia.
En cierto punto, no sé si creyeron que yo no despertaría, o en realidad les valió madre, pero sentí a Karen empujar su cadera una y otra vez, movimiento que yo conocía bien. Escuche besos, la mano de Karen volvió a desaparecer, esta vez se movió hacia atrás, hacia Roberto.
Mi pene estaba muy duro, no quería que se notara, además me estaba cansando la postura. Tenía dos opciones, despertar y unirme a ellos, o acomodarme, darle la espalda a Karen y fingir que seguía durmiendo….
Opte por la segunda opción.
Cuando me moví, ambos se detuvieron. Luego la mano de Karen me toco tímidamente, el silencio y quietud duro muy poco. Ahora no podía ver nada, solo escuchar y sentir el movimiento de la cama a mis espaldas. Volví a sentir el vaivén de Karen, pero ahora un poco menos sutil. Ella se quejaba, la cama se movía, se acomodaban, se escuchaba una húmeda penetración, besos, murmullos de puta caliente a penas pesrceptibles: "mjm..." "mmm..." "sí, así..." ahh.." "aahh.."
Fue una noche larga. En un momento me sentí a punto de venirme sin siquiera tocarme.
Duraron mucho, no sé si ellos acabaron antes o después de que yo me durmiera.
A la mañana siguiente vi a Karen acostada Junto a Roberto, abrazándolo, ahora sus nalgas apuntaban hacia mí (debo admitir que con aquella imagen sentí celos, pero no hice mucho caso). Le acaricié el culo el cual seguía totalmente empapado, sudor, venida de ella y seguramente de él también.
Ella se despertó y se volteó hacia mí, me beso, la mejilla y me abrazó. La abracé, le daba besos en su cabello y le acariciaba su cuerpo. Luego despertó Roberto.
-¿Qué pedo? – dijo mientras buscaba la sábana para cubrirse, se acomodó de lado, dándole el culo a Karen.
-¿Qué pedo? – contesté…
Un poco más tarde, ya despiertos los tres, hablábamos como buenos amigos, los tres desnudos en la cama, riendo y hablando idioteces. Nadie habló de lo sucedido en la madrugada, aunque los tres estábamos ebrios, nadie podía negar lo ocurrido.
Después de esto seguimos teniendo sexo con Roberto, siempre los 3 juntos. Aunque se lo pedí varias veces, Karen nunca aceptó coger a solas con él. Pero aun así hay varias cosas que contar…
Esta imagen sacada de la web me recuerda a Karen esa noche.
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