-Quiero recorrer con vos el camino del sexo - te dije sin saludar a la mañana temprano.
-¡Buenos días para vos también! - me dijiste divertido.
Supongo que si realmente fuera tu empleada (como más de una vez fantaseamos), el equivalente habría sido irrumpir en tu oficina con esa misma frase.
-Ah sí, buen día 😁
-Ahora sí. ¿Qué es lo que querés?
Es un poco loco porque nunca nos habíamos visto. Veníamos fantaseando e imaginando con mucho morbo el momento en el que finalmente nos encontráramos (mucho titubeo de mi parte, lo admito). Si una cosa era segura, era que la íbamos a pasar excelente, fuera de serie. Así que por un momento, mientras te esperaba en esos 15 metros cuadrados, me sentí bastante ridícula por lo que te había pedido. Pero bueno, confianza ya había, y por fin encontré algo que no habías probado antes, así que era como "desvirgarte" en algo, y esa idea me encantaba. Así que mientras me reía de esa ocurrencia, te escuché en la puerta.
Justo como te lo había pedido, me saludaste como un adolescente: un beso torpe y tímido en la mejilla, un rápido relojeo a mi cuerpo intentando disimularlo, y un paso grande dentro de la habitación, como un pibe de 15 años que se muere de nervios ante la chica que le gusta. Porque lo que te pedí en esa charla, cuando lo plantee, fue justamente eso: que recreemos todas las etapas del sexo, vos y yo, desde el primer beso hasta donde lleguemos. Y vos, como siempre, me lo cumpliste.
Charlamos sin apuro, nos sonreímos seguido, hasta que te acercaste y me besaste. Y bueno, para qué detenerme en detalles: en cuestión de tiempo pasaste con tus manos de mis tetas a mi culo, luego a la concha por sobre el pantalón, y mientras bajabas tu boca por mi cuello y te empezaba a sobar la pija por sobre el pantalón, empezaron mis temblores y te pedí que me lleves a la cama. Recostados uno junto al otro seguimos besándonos según mi fantasía, en la que yo estaba re metida, y me sentí de nuevo como una adolescente que se deja llevar indolente por el deseo y la pasión, esa adrenalina de que nada te importa porque el placer recorre tu cuerpo, incontrolable. Tu dedo sobre mi clítoris llegó justo cuando lograba desabrocharte el pantalon, y metí mi mano en tu boxer para buscar tu pija. Me di cuenta de lo muy excitado que estabas porque a penas la toqué diste un pequeño saltito (lo que me recordó que tenía que ir despacio).
Volví a mi papel de jóven inexperta, y me acerqué de a poquito a tu verga con mis dedos. La cabeza estaba bien caliente, el tronco se notaba venoso, y cuando la rodee con mi mano no pudiste más y me metiste los dedos de una. Con tu otra mano me bajaste más el pantalón para abrirme más las piernas y en cuanto pude hacerlo me empezaste a coger con la mano, ya sin control, sin contención, desesperado, con tu pija bien caliente en mi mano, que a esta altura ya la magreaba a buen ritmo. Me calentaba mucho que hayas tomado el control así, incorporándote sobre tu codo para cogerme más cómodo. En un momento, totalmente rendida a lo que me provocabas, empecé a remontar un orgasmo increible, y tu pija se salió de mi mano, y seguiste porque no te importaba, y me metías los dedos y masajeabas mi clítoris y seguías besándome; cuando no la boca, bajaste por mi cuello hasta mis pechos, alternando mis tres zonas más erógenas cercanas a tu boca. Me llevaste hasta una acabada fenomenal, muy intensa, hermosa, que me dejó más caliente de lo que había empezado la paja.
Me seguiste besando mientras me calmaba un poco, y acariciaste mi pelo suavemente, hasta que pude recuperar un poco el aliento y abrir los ojos.
-¡Me encantó! - dije en un suspiro
-¡Se nota! - me contestaste con una tímida ironía.
Nos reímos un poco y te acercaste a mí para abrazarme. Como sin queriendo hacerlo, apoyaste tu pija en mi muslo, y sentí una electricidad que me recorrió hasta la concha desde el punto donde apoyaste la cabeza.
-¡Uh, pero a esto le falta! - te largué. No estaba muy segura de chupártela, pero una buena paja te podía hacer.
-No es necesario gorda, no te hagas problema...
-¡No, si no es ningún problema! - Me giré sobre mi hombro para enfrentarte -. Son unos mimos por acá nada más... - te agarré de nuevo la pija que parecía a punto de explotar y empecé una paja muy lenta -. Despaciiitooo, así. Sin esfuerzo - la paja empezaba a surtir efecto, y te costaba mantener los ojitos abiertos.
A medida que tu respiración se agitaba y tu excitación aumentaba, te movías para acelerar el ritmo, y tu pija tan caliente a penas me entraba en la mano. Cuando me agarraste de la nuca no me pude contener y te comí la boca, empezando a calentarme de nuevo. Acerqué mis pechos a tu boca porque quería sentir tus dientes en mis pezones, y obediente lo cumpliste. Volví a ese estado de calentura en el que nada me importaba, y aunque se me ocurrió que si no lo prevenía tu leche nos iba a manchar a los dos, no quise romper el hechizo del placer y simplemente, seguí pajeándote.
Me volví a empapar, pero no hubo tiempo para mí porque empezaste a acabar. Esa mezcla de asquito y maravilla que acompaña el primer contacto con el semen me invadió. Ese olor tan particular que en un principio es vergonzoso, pero el tiempo nos enseña que es la señal del trabajo bien hecho, la tarea cumplida, la lubricidad saciada. Te relajaste y tu pija empezó a bajar, y aproveché para soltarla y buscar algo para limpiarnos. Cuando me levanté de la cama, te miré y te vi como realmente sos: un adulto un poco mayor que yo, con mucha más experiencia, y completamente relajado después de sólo una paja. Me encantaste todavía más en ese momento.
Te acerqué papel higiénico un poco incómoda, porque no sabía muy bien qué hacer. Sin mirarme me lo agradeciste mientras te limpiabas la leche de la panza y las piernas. Otra vez pensé "ya fue" y empecé a desvestirme.
-Me voy a dar una ducha. ¿Querés venir?
Continuará...
-¡Buenos días para vos también! - me dijiste divertido.
Supongo que si realmente fuera tu empleada (como más de una vez fantaseamos), el equivalente habría sido irrumpir en tu oficina con esa misma frase.
-Ah sí, buen día 😁
-Ahora sí. ¿Qué es lo que querés?
Es un poco loco porque nunca nos habíamos visto. Veníamos fantaseando e imaginando con mucho morbo el momento en el que finalmente nos encontráramos (mucho titubeo de mi parte, lo admito). Si una cosa era segura, era que la íbamos a pasar excelente, fuera de serie. Así que por un momento, mientras te esperaba en esos 15 metros cuadrados, me sentí bastante ridícula por lo que te había pedido. Pero bueno, confianza ya había, y por fin encontré algo que no habías probado antes, así que era como "desvirgarte" en algo, y esa idea me encantaba. Así que mientras me reía de esa ocurrencia, te escuché en la puerta.
Justo como te lo había pedido, me saludaste como un adolescente: un beso torpe y tímido en la mejilla, un rápido relojeo a mi cuerpo intentando disimularlo, y un paso grande dentro de la habitación, como un pibe de 15 años que se muere de nervios ante la chica que le gusta. Porque lo que te pedí en esa charla, cuando lo plantee, fue justamente eso: que recreemos todas las etapas del sexo, vos y yo, desde el primer beso hasta donde lleguemos. Y vos, como siempre, me lo cumpliste.
Charlamos sin apuro, nos sonreímos seguido, hasta que te acercaste y me besaste. Y bueno, para qué detenerme en detalles: en cuestión de tiempo pasaste con tus manos de mis tetas a mi culo, luego a la concha por sobre el pantalón, y mientras bajabas tu boca por mi cuello y te empezaba a sobar la pija por sobre el pantalón, empezaron mis temblores y te pedí que me lleves a la cama. Recostados uno junto al otro seguimos besándonos según mi fantasía, en la que yo estaba re metida, y me sentí de nuevo como una adolescente que se deja llevar indolente por el deseo y la pasión, esa adrenalina de que nada te importa porque el placer recorre tu cuerpo, incontrolable. Tu dedo sobre mi clítoris llegó justo cuando lograba desabrocharte el pantalon, y metí mi mano en tu boxer para buscar tu pija. Me di cuenta de lo muy excitado que estabas porque a penas la toqué diste un pequeño saltito (lo que me recordó que tenía que ir despacio).
Volví a mi papel de jóven inexperta, y me acerqué de a poquito a tu verga con mis dedos. La cabeza estaba bien caliente, el tronco se notaba venoso, y cuando la rodee con mi mano no pudiste más y me metiste los dedos de una. Con tu otra mano me bajaste más el pantalón para abrirme más las piernas y en cuanto pude hacerlo me empezaste a coger con la mano, ya sin control, sin contención, desesperado, con tu pija bien caliente en mi mano, que a esta altura ya la magreaba a buen ritmo. Me calentaba mucho que hayas tomado el control así, incorporándote sobre tu codo para cogerme más cómodo. En un momento, totalmente rendida a lo que me provocabas, empecé a remontar un orgasmo increible, y tu pija se salió de mi mano, y seguiste porque no te importaba, y me metías los dedos y masajeabas mi clítoris y seguías besándome; cuando no la boca, bajaste por mi cuello hasta mis pechos, alternando mis tres zonas más erógenas cercanas a tu boca. Me llevaste hasta una acabada fenomenal, muy intensa, hermosa, que me dejó más caliente de lo que había empezado la paja.
Me seguiste besando mientras me calmaba un poco, y acariciaste mi pelo suavemente, hasta que pude recuperar un poco el aliento y abrir los ojos.
-¡Me encantó! - dije en un suspiro
-¡Se nota! - me contestaste con una tímida ironía.
Nos reímos un poco y te acercaste a mí para abrazarme. Como sin queriendo hacerlo, apoyaste tu pija en mi muslo, y sentí una electricidad que me recorrió hasta la concha desde el punto donde apoyaste la cabeza.
-¡Uh, pero a esto le falta! - te largué. No estaba muy segura de chupártela, pero una buena paja te podía hacer.
-No es necesario gorda, no te hagas problema...
-¡No, si no es ningún problema! - Me giré sobre mi hombro para enfrentarte -. Son unos mimos por acá nada más... - te agarré de nuevo la pija que parecía a punto de explotar y empecé una paja muy lenta -. Despaciiitooo, así. Sin esfuerzo - la paja empezaba a surtir efecto, y te costaba mantener los ojitos abiertos.
A medida que tu respiración se agitaba y tu excitación aumentaba, te movías para acelerar el ritmo, y tu pija tan caliente a penas me entraba en la mano. Cuando me agarraste de la nuca no me pude contener y te comí la boca, empezando a calentarme de nuevo. Acerqué mis pechos a tu boca porque quería sentir tus dientes en mis pezones, y obediente lo cumpliste. Volví a ese estado de calentura en el que nada me importaba, y aunque se me ocurrió que si no lo prevenía tu leche nos iba a manchar a los dos, no quise romper el hechizo del placer y simplemente, seguí pajeándote.
Me volví a empapar, pero no hubo tiempo para mí porque empezaste a acabar. Esa mezcla de asquito y maravilla que acompaña el primer contacto con el semen me invadió. Ese olor tan particular que en un principio es vergonzoso, pero el tiempo nos enseña que es la señal del trabajo bien hecho, la tarea cumplida, la lubricidad saciada. Te relajaste y tu pija empezó a bajar, y aproveché para soltarla y buscar algo para limpiarnos. Cuando me levanté de la cama, te miré y te vi como realmente sos: un adulto un poco mayor que yo, con mucha más experiencia, y completamente relajado después de sólo una paja. Me encantaste todavía más en ese momento.
Te acerqué papel higiénico un poco incómoda, porque no sabía muy bien qué hacer. Sin mirarme me lo agradeciste mientras te limpiabas la leche de la panza y las piernas. Otra vez pensé "ya fue" y empecé a desvestirme.
-Me voy a dar una ducha. ¿Querés venir?
Continuará...
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