Ya nos conocíamos, por eso había confianza.
Siempre digo que un trío bien diseñado, es aquel en el que el hombre trae a la pareja otro hombre. O la otra versión, es ella la que trae a una señora.
Lo contrario, trae problemas. De compentecia. De celos. Inevitable. Lo sé por experiencia.
En este caso, él me tenía confianza. Sabía que yo estaba ahí no sólo para sacarme las ganas de Sol, sino también para satisfacer sus morbos.
Eramos dos hombres con ganas de dejar a ella exhausta y sonriente.
Por eso, esta vez no hubo nervios.
Apenas cuatro manos que bailaban una danza sobre el cuerpo de ella, y que, como una fruta, iban desgajando y dejando caer en el suelo la ropa.
Ella estaba desnuda, en medio del living, y Mario, como premio a su docilidad, le dio un beso en la boca y le indicó que fuera hasta su cama.
Allí la estaba esperando para mostrarle como iba a cruzar una soga gruesa por debajo del colchón.
Recostamos a nuestra diosa, y Mario copiaba mis movimientos. Le estaba enrollando con mucha dulzura y prolijidad la soga en la muñeca derecha, para inmovilizarla. Cada vuelta del lazo, quedaba apretado al lado del otro, y finalmente el nudo terminaba con una vuelta de lazo. Una obra de arte.
Al concluir, besé la boca de Sol, penetrándola con mi lengua. Mario hizo lo suyo. Dejamos sus piernas libres, y se retorció de placer por nuestros besos. No por nuestras lenguas en sí, sino por lo que vendría.
Y allí estaba, con las manos atadas, con los brazos en cruz, y sus dos hombres dispuestos a darle lo que fantaseaba tiempo atrás.
Esparcí aceites en su vientre. Subí con mis manos lubricadas hasta el cuello.
Rocé con mis manos sus pechos, y ella soltó el primer gemido. Le dije a Mario, en broma, pero también en serio, esto será mucho más fácil de lo que pensábamos.
Cuando uno de sus pezones sintió mi caricia, se puso duro, como piedra. Pero no abusé de las caricias sin antes, haber lubricado la zona con mi saliva.
Mario, me seguía paso a paso. Los pechos de Sol ardían.
Ya se había cruzado de piernas y soltaba un gemido tras otro.
Mi lengua hacía círculos sobre el pecho que me había apoderado
Y con las dos manos lo tomé acercando su pezón más a mis labios.
Hasta que empecé a chupar. Y Mario también. Y succionamos respondiendo a cada estertor.
Y así fue como Sol tuvo su deseado orgasmo, con sus dos hombres chupándole las tetas.
Ellos serían recompensados a lo largo de la tarde. Pero eso, eso es otra historia.
Siempre digo que un trío bien diseñado, es aquel en el que el hombre trae a la pareja otro hombre. O la otra versión, es ella la que trae a una señora.
Lo contrario, trae problemas. De compentecia. De celos. Inevitable. Lo sé por experiencia.
En este caso, él me tenía confianza. Sabía que yo estaba ahí no sólo para sacarme las ganas de Sol, sino también para satisfacer sus morbos.
Eramos dos hombres con ganas de dejar a ella exhausta y sonriente.
Por eso, esta vez no hubo nervios.
Apenas cuatro manos que bailaban una danza sobre el cuerpo de ella, y que, como una fruta, iban desgajando y dejando caer en el suelo la ropa.
Ella estaba desnuda, en medio del living, y Mario, como premio a su docilidad, le dio un beso en la boca y le indicó que fuera hasta su cama.
Allí la estaba esperando para mostrarle como iba a cruzar una soga gruesa por debajo del colchón.
Recostamos a nuestra diosa, y Mario copiaba mis movimientos. Le estaba enrollando con mucha dulzura y prolijidad la soga en la muñeca derecha, para inmovilizarla. Cada vuelta del lazo, quedaba apretado al lado del otro, y finalmente el nudo terminaba con una vuelta de lazo. Una obra de arte.
Al concluir, besé la boca de Sol, penetrándola con mi lengua. Mario hizo lo suyo. Dejamos sus piernas libres, y se retorció de placer por nuestros besos. No por nuestras lenguas en sí, sino por lo que vendría.
Y allí estaba, con las manos atadas, con los brazos en cruz, y sus dos hombres dispuestos a darle lo que fantaseaba tiempo atrás.
Esparcí aceites en su vientre. Subí con mis manos lubricadas hasta el cuello.
Rocé con mis manos sus pechos, y ella soltó el primer gemido. Le dije a Mario, en broma, pero también en serio, esto será mucho más fácil de lo que pensábamos.
Cuando uno de sus pezones sintió mi caricia, se puso duro, como piedra. Pero no abusé de las caricias sin antes, haber lubricado la zona con mi saliva.
Mario, me seguía paso a paso. Los pechos de Sol ardían.
Ya se había cruzado de piernas y soltaba un gemido tras otro.
Mi lengua hacía círculos sobre el pecho que me había apoderado
Y con las dos manos lo tomé acercando su pezón más a mis labios.
Hasta que empecé a chupar. Y Mario también. Y succionamos respondiendo a cada estertor.
Y así fue como Sol tuvo su deseado orgasmo, con sus dos hombres chupándole las tetas.
Ellos serían recompensados a lo largo de la tarde. Pero eso, eso es otra historia.
7 comentarios - Solo en los pechos...
Y Sol es voluptuosa!!!
Coincido con @Parejita1880, a mí me gusta elegir al segundo hombre en un trío.
pero si la H es la que provee las dos M, es para kilombo (créame)