A la mañana siguiente me desperté con una sensación rara y me tomó unos segundos darme cuenta que era leo que me estaba manoseando. Yo estaba boca arriba y el me tocaba las tetas y besaba la oreja. Rápidamente pude notar que estaba con la chota dura. Cuando terminé de cobrar conciencia apareció José que había ido a buscar algo para desayunar y cuando nos vio rápidamente se desnudó y se sumó a la cama. Me besaron los dos y cuando empecé a calentarme les dije que vayamos al jacuzzi que tenía el departamento.
Ahí ellos se sentaron en el borde, yo me metí, y empecé a chupárselas un poco a los dos, por momentos chupando de a una y por otros metiéndome las dos porongas en la boca hasta que leo se metió, me alzó un poco la cola y empezó a garcharme mientras se la seguía chupando a José. Después cambiamos, José se sentó y yo me subí arriba de el y leo se paró afuera para que se la chupe a el. Así estuvimos otro rato hasta que acabé. Ahí les pedí que terminen dónde quieran, así que se empezaron a pajear y acabaron en mí cara dejandomela toda blanca. Para darle un broche a la situación me pasé un dedo por la cara y me llevé la lechita a la boca chupandome el dedo y mirándolos sugestivamente.
Después de eso desayunamos, miramos un rato la tele entre mimos y almorzamos. Tras el almuerzo decidimos ir a dar un paseo, y terminamos en un parque tomando unos mates. Yo me puse un vestidito blanco, cortito, escotado y transparente que traslucia la tanguita que tenía puesta. Se ve que me quedaba bien porque ellos dos fueron todas las cuadras detrás mío. Cuando nos tiramos en el parque, había muy poca gente por lo que los chicos aprovechaban cada oportunidad para tocarme un poco, ya sea las tetas por arriba del vestido o la concha y cola pasando la mano por abajo. En un momento se acercaron dos señoras bastante grandes y se sentaron cerca de nosotros. Me pareció muy mala onda porque el lugar era grande y tenían lugar para ponerse de sobra. Nos pusimos a charlar normalmente, hasta que me subí arriba de leo de frente y lo empecé a chapar bien fuerte y con pasión, a lo que escuché algunos murmullos de las viejas. Un toque después lo agarré José, me tiré sobre el pasto y lo jalé hacia arriba mío para que el me besara, y apretamos también. Ahí escuché la indignación de las dos minas que se pararon y se fueron. Toda la situación a mí me dio mucha gracia, pero se ve que a ellos los calentó mucho porque José no se quiso levantar y empezó a acariciarme la concha mientras me daba unos besos en el cuello.
Leo nos dijo que vayamos más para atrás, a una parte donde había unos árboles. Nos movimos hacía allí e intercambiamos algunos besos. Leo me pidió que le diera unos besos en la pija y me mostró lo dura que la tenía. Le dije que podía pasar cualquiera y vernos, pero José insistió en que se iba fijando que no pase nadie y me dijo que lo haga. Le avisé que iban a ser solo un par de besos, me incliné y me puse la pija en la boca, dándole unos besos y llevándomela lo más al fondo que pude. Mientras estaba inclinada hacia adelante, José me empezó a dedear la concha que ya estaba un poco mojada. Más allá de que dije que eran unos besos, ya estaba caliente y ubiera seguido, pero se escuchó gente acercándose y nos detuvimos. El lugar empezó a tener más gente al rededor asique mucho más no podíamos hacer. Yo me recosté sobre las piernas de José y mientras charlabamos me bajé la parte de arriba para que el me viera un poco las tetas y me abrí de piernas para que leo haga lo propio. Sin poder hacer mucho la calentura iba subiendo y los chicos propusieron volver al departamento, pero yo les pedí que diéramos alguna vuelta más y mientas caminábamos viendo que hacer, si parar a tomar o merendar algo, cuando veía que no pasaba nadie me levantaba la parte de atrás del vestido o les decía cuantas ganas tenía de que me peguen otro buen garchazo.
Cada tanto compartíamos algún beso mientras me seguian diciendo que volvamos al departamento. Ya estaba cayendo la noche, aunque faltaba largo rato para la hora de la cena y era pleno sábado. Asique les propuse ir a tomar unos tragos y cenar relativamente temprano para volver y matarnos en la cama. Fuimos a un bar que no parecía de lo mejor del mundo, pero que era bastante oscuro y tranquilo. Elegimos una mesa en la esquina y pedimos algo para tomar junto con una entrada para ir picando algo. Las mesas eran chicas pero tenían mantel, asique me pareció el momento ideal para seguir calentandonos, asique pase la mano por debajo y lo empecé a tocar por arriba del pantalón a Leo y con pie hice lo mismo con José que lo tenía de frente.
Mientras tomábamos y comíamos, nos íbamos diciendo cosas sucias, para calentar más el ambiente. Yo les decía constantemente las ganas que tenía de que me agarren entre los dos y me den masa y que les quería chupar la pija y que me acaben en todo el cuerpo. La calentura no dio para más y volvimos al departamento. Las cuadras se hicieron largas y nos arrepentimos de haber ido a pie. Para poner más picante en el camino me saqué la bombacha.
Ya en el ascensor los chicos no paraban de manosearme y meterme algún dedo y cuando entramos fuimos directo a la cama.
Leo se sentó en un borde de la cama y se sacó la ropa. Yo me senté de espadas arriba de el y me sacó la mía y el corpiño. Yo le empecé a frotar la cola por la pija hasta que el me la metió y yo empecé a saltarle. José mientras de frente me iba besando y manoseando las tetas y la concha. También yo lo iba pajeando. Después José estaba desesperado por cogerme asique fuimos al centro de la cama, José me acostó boca abajo y me empezó a cojer. Se ve que estaba con muchas ganas porque me garchó bien fuerte y con muchas ganas. Leo miraba y se tocaba, pero en un momento le pidió que lo deje, y el le dijo que quería seguir, asique lo llame y le pedí que se acerque para ir pajeandolo. Jose siguió y siguió y yo estaba entrando en clímax, asique le empecé a decir que me de más fuerte y a gritar de placer. Yo no llegue a acabar cuando el lo hizo, pero igual estuvo buenísimo.
Después de eso, seguí jugando un poco con leo. El me pidió ir contra la pared, que tenía un espejo grande, me puso de espaldas y me empezó a cojer por atrás mientras nos mirábamos por el espejo. Eso me calentó mucho y no me costó mucho tiempo en volver a estar gozando como loca. Me iba agarrando de los extremos de una mesita que había que golpeaba constante por el movimiento. Leo me siguió cogiendo mas y más fuerte mientras con sus manos me tiraba el pelo o me tocaba las tetas y la concha. Acabé después de un rato y el siguió un poco más hasta que también hizo lo propio.
Después de eso no me costó nada dormirme, mientras ellos estaban mirando una película.
Pronto la última parte.
Ahí ellos se sentaron en el borde, yo me metí, y empecé a chupárselas un poco a los dos, por momentos chupando de a una y por otros metiéndome las dos porongas en la boca hasta que leo se metió, me alzó un poco la cola y empezó a garcharme mientras se la seguía chupando a José. Después cambiamos, José se sentó y yo me subí arriba de el y leo se paró afuera para que se la chupe a el. Así estuvimos otro rato hasta que acabé. Ahí les pedí que terminen dónde quieran, así que se empezaron a pajear y acabaron en mí cara dejandomela toda blanca. Para darle un broche a la situación me pasé un dedo por la cara y me llevé la lechita a la boca chupandome el dedo y mirándolos sugestivamente.
Después de eso desayunamos, miramos un rato la tele entre mimos y almorzamos. Tras el almuerzo decidimos ir a dar un paseo, y terminamos en un parque tomando unos mates. Yo me puse un vestidito blanco, cortito, escotado y transparente que traslucia la tanguita que tenía puesta. Se ve que me quedaba bien porque ellos dos fueron todas las cuadras detrás mío. Cuando nos tiramos en el parque, había muy poca gente por lo que los chicos aprovechaban cada oportunidad para tocarme un poco, ya sea las tetas por arriba del vestido o la concha y cola pasando la mano por abajo. En un momento se acercaron dos señoras bastante grandes y se sentaron cerca de nosotros. Me pareció muy mala onda porque el lugar era grande y tenían lugar para ponerse de sobra. Nos pusimos a charlar normalmente, hasta que me subí arriba de leo de frente y lo empecé a chapar bien fuerte y con pasión, a lo que escuché algunos murmullos de las viejas. Un toque después lo agarré José, me tiré sobre el pasto y lo jalé hacia arriba mío para que el me besara, y apretamos también. Ahí escuché la indignación de las dos minas que se pararon y se fueron. Toda la situación a mí me dio mucha gracia, pero se ve que a ellos los calentó mucho porque José no se quiso levantar y empezó a acariciarme la concha mientras me daba unos besos en el cuello.
Leo nos dijo que vayamos más para atrás, a una parte donde había unos árboles. Nos movimos hacía allí e intercambiamos algunos besos. Leo me pidió que le diera unos besos en la pija y me mostró lo dura que la tenía. Le dije que podía pasar cualquiera y vernos, pero José insistió en que se iba fijando que no pase nadie y me dijo que lo haga. Le avisé que iban a ser solo un par de besos, me incliné y me puse la pija en la boca, dándole unos besos y llevándomela lo más al fondo que pude. Mientras estaba inclinada hacia adelante, José me empezó a dedear la concha que ya estaba un poco mojada. Más allá de que dije que eran unos besos, ya estaba caliente y ubiera seguido, pero se escuchó gente acercándose y nos detuvimos. El lugar empezó a tener más gente al rededor asique mucho más no podíamos hacer. Yo me recosté sobre las piernas de José y mientras charlabamos me bajé la parte de arriba para que el me viera un poco las tetas y me abrí de piernas para que leo haga lo propio. Sin poder hacer mucho la calentura iba subiendo y los chicos propusieron volver al departamento, pero yo les pedí que diéramos alguna vuelta más y mientas caminábamos viendo que hacer, si parar a tomar o merendar algo, cuando veía que no pasaba nadie me levantaba la parte de atrás del vestido o les decía cuantas ganas tenía de que me peguen otro buen garchazo.
Cada tanto compartíamos algún beso mientras me seguian diciendo que volvamos al departamento. Ya estaba cayendo la noche, aunque faltaba largo rato para la hora de la cena y era pleno sábado. Asique les propuse ir a tomar unos tragos y cenar relativamente temprano para volver y matarnos en la cama. Fuimos a un bar que no parecía de lo mejor del mundo, pero que era bastante oscuro y tranquilo. Elegimos una mesa en la esquina y pedimos algo para tomar junto con una entrada para ir picando algo. Las mesas eran chicas pero tenían mantel, asique me pareció el momento ideal para seguir calentandonos, asique pase la mano por debajo y lo empecé a tocar por arriba del pantalón a Leo y con pie hice lo mismo con José que lo tenía de frente.
Mientras tomábamos y comíamos, nos íbamos diciendo cosas sucias, para calentar más el ambiente. Yo les decía constantemente las ganas que tenía de que me agarren entre los dos y me den masa y que les quería chupar la pija y que me acaben en todo el cuerpo. La calentura no dio para más y volvimos al departamento. Las cuadras se hicieron largas y nos arrepentimos de haber ido a pie. Para poner más picante en el camino me saqué la bombacha.
Ya en el ascensor los chicos no paraban de manosearme y meterme algún dedo y cuando entramos fuimos directo a la cama.
Leo se sentó en un borde de la cama y se sacó la ropa. Yo me senté de espadas arriba de el y me sacó la mía y el corpiño. Yo le empecé a frotar la cola por la pija hasta que el me la metió y yo empecé a saltarle. José mientras de frente me iba besando y manoseando las tetas y la concha. También yo lo iba pajeando. Después José estaba desesperado por cogerme asique fuimos al centro de la cama, José me acostó boca abajo y me empezó a cojer. Se ve que estaba con muchas ganas porque me garchó bien fuerte y con muchas ganas. Leo miraba y se tocaba, pero en un momento le pidió que lo deje, y el le dijo que quería seguir, asique lo llame y le pedí que se acerque para ir pajeandolo. Jose siguió y siguió y yo estaba entrando en clímax, asique le empecé a decir que me de más fuerte y a gritar de placer. Yo no llegue a acabar cuando el lo hizo, pero igual estuvo buenísimo.
Después de eso, seguí jugando un poco con leo. El me pidió ir contra la pared, que tenía un espejo grande, me puso de espaldas y me empezó a cojer por atrás mientras nos mirábamos por el espejo. Eso me calentó mucho y no me costó mucho tiempo en volver a estar gozando como loca. Me iba agarrando de los extremos de una mesita que había que golpeaba constante por el movimiento. Leo me siguió cogiendo mas y más fuerte mientras con sus manos me tiraba el pelo o me tocaba las tetas y la concha. Acabé después de un rato y el siguió un poco más hasta que también hizo lo propio.
Después de eso no me costó nada dormirme, mientras ellos estaban mirando una película.
Pronto la última parte.
1 comentarios - Viaje de tres - día 2