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Chica de ciudad: Segundo año. Capítulo 5

Chica de ciudad: Segundo año. Capítulo 5

No leiste la primera parte de "Chica de ciudad"? Son solo 10 capítulos y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPÍTULO 1



Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 19 años después de vivir un año en la gran ciudad desea seguir explorando la loca vida que ahora le toca llevar, llena de relaciones complicadas, deseos escondidos y fantasías por cumplir. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 5: Sorpresa de cumpleaños
   - ¡Ay sí! ¡Ay sí!- Gemía mientras cabalgaba la pija de Luciano.
   Era sábado a la noche y después de una salida con las chicas nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos en mi departamento y terminar de la mejor manera. El sexo entre nosotros se había convertido en algo frecuente y bien apasionado. Al menos tres veces por semana lo hacíamos y siempre terminábamos los dos completamente satisfechos. Esa noche fui yo la que llevé las riendas del asunto y la que dominó la situación y cuando él estuvo listo para acabar, me senté sobre sus muslos y lo fui pajeando hasta que la leche saltó de su verga hasta caer sobre su propio cuerpo.
   - Increíble lo putita que te ponés cuando estás conmigo.- Me dijo él mientras se volvía a recostar en la cama después de haberse limpiado un poco.
   Yo estaba acostada boca abajo hacia rato y me relajaba disfrutando del hermoso orgasmo que él me había dado unos minutos antes. Luciano se acostó al lado mío y enseguida colocó su mano sobre mi espalda y comenzó a acariciarme mientras nos pusimos a charlar. “Yo soy re putita con quien se lo merece” le respondí a su comentario y él pareció emocionarse a raíz de ese comentarios. Entonces su mano bajó hasta mi cola y después de hacerle un par de caricias hizo la pregunta que de verdad tenía ganas de hacerlo.
   - ¿Y le entregás la colita a quien se merece?
   - Nunca entregué la colita hasta ahora.- Le respondí diciéndole la verdad.- Pero algún día me gustaría probar… Veremos quién es el afortunado.- Dije concluyendo el tema.
   Una sonrisa se dibujó en su boca ya que sabía que él podía llegar a ser ese afortunado. A decir verdad nunca me había puesto a pensar en hacerlo por atrás, al menos no detenidamente. El tema había surgido en más de una ocasión con las chicas, tanto de la facultad como las de la secundaria. Algunas lo habían probado y otras no, pero la conclusión de las que habían pasado por esa experiencia era que las primeras veces era horrible y que después te terminaba encantando. Es por eso que me daba algo de miedo pensar en hacerlo, pero a su vez me moría de ganas de experimentar.

   A medida que las semanas avanzaban, los grupos de la facultad se dividían más aun. Nicolás y Mateo se habían hecho muy amigos y a pesar de que él todavía no terminaba de cerrarme, cada día me caía mejor. Nico por su parte seguía sintiendo algo por mí y a pesar de que trataba de disimularlo, en algunos momentos era tan evidente que las chicas tenían que cambiar de tema de manera urgente para que la tensión se fuera de golpe. Guille, Maipi y Martina se habían convertido en mis tres mejores amigas y las cuatro éramos casi inseparables. La gran mayoría de los fines de semana salíamos juntas y durante la semana nos juntábamos a estudiar, a tomar unos mates o a hablar de cualquier tema. Nuestro tópico preferido: Vanina, Laura y Florencia.
   Las tres chicas del otro grupo eran algo así como nuestras enemigas mortales y se había llegado a un nivel de odio que ni siquiera nos saludábamos cuando nos veíamos en los pasillos o en la calle. Por el contrario, Facundo y Lautaro novios de las primeras dos, parecía que no tenían problema alguno con nosotros, al menos no cuando estaban solos. Quien se sentía más incómodo con la situación era Valentín, que por más que seguía manteniendo una buena relación conmigo, la presión que ejercían las chicas para que nos odie lo ponía en un lugar muy molesto para él. Por suerte Lucas, quien parecía estar en algo con Florencia pero no muy serio, se hizo íntimo amigo de él y parecía ser una buena influencia.
   Obviamente en ese momento de mi vida poco me importaba lo que decían Vanina, Laura o Florencia de mi. Estaba pasando por una instancia bastante agradable, con buenas amigas, excelentes resultados en la facultad y un amante de primer nivel que me hacía ver las estrellas cada vez que estábamos juntos. Una noche calurosa de principios de abril nos juntamos con Luciano para “hacer algo” (Así llamábamos al plan de quedarnos en casa y tener mucho sexo) y después de la primera vuelta nos relajamos un ratito y nos quedamos hablando. Varios temas surgieron sobre la conversación, algunos personales, otros generales y después de un tiempo de charla volvimos a los besos y a las carisias.
   - ¿Sabés que me gustaría que me hagas?- Le dije con voz seductora colocándome encima de él. Una sonrisa inmensa se dibujó en su rostro, por lo que tuve que retractarme rápidamente.- ¡No! ¡No es eso que estás pensando!- La sonrisa se borró instantáneamente.
   - ¿A ver? ¿Qué te gustaría que te haga?- Me preguntó él curioso.
   - Quiero que me pongas en cuatro y mientras me cogés bien duro por la conchita, me vayas metiendo un dedito en el culito…

   - ¿Y? ¿Lo hicieron después por atrás?- Me preguntó Maipi al día siguiente cuando le conté a las chicas lo que había pasado.
   - No.- Le respondí sin dar muchas vueltas.- No me animé a más. Se sentía raro la verdad, pero debe ser porque fue mi primera vez. Ya veremos cómo se sigue dando.
   Mientras las chicas seguían debatiendo sobre el tema me llegó un mensaje que me distrajo de la conversación. “¿Cómo estás hermosa? ¿Querés que hagamos algo?” decía el whatsapp que me acababa de mandar Cristian, el chico que conocí aquella noche en el boliche junto a Guillermina. Esa noche parecía tan alejada al presente, que decidí ignorar su mensaje y volver a la conversación con las chicas. Después de todo, esa historia estaba terminada para mí y me costaba creer que aun siguiera mandándome mensajes. Aunque en realidad, todavía faltaba un capítulo.
   Abril comenzó con una buena dosis de sexo con Luciano que vino después de un día duro de estudio con las chicas. Nos terminamos encontrando en su departamento y tras una enrome cantidad de besos y después de coger un buen tiempo, él me terminó cogiendo el culo con uno de sus dedos y no pude contener una gran cantidad de gemidos al sentir un placer inmenso mientras lo hacía. “La próxima me cogés la colita” le dije cuando nos recostamos después del sexo.
   Tenía todo programado. Mi idea era entregarle la cola el día de su cumpleaños, una especie de regalo ideal para él más allá de su cumpleaños, después de todo veníamos manteniendo una especie de relación. Lo que no tenía previsto era la situación en la que nos íbamos a encontrar en su cumpleaños, por lo que me fue imposible cumplir mi deseo. “Tengo un regalito muy lindo para vos” le dije ese viernes 15 de abril cuando me lo crucé en el pasillo de la facultad. Luciano venía caminando con Santino, uno de sus mejores amigos, el cual se tuvo que alejar cuando vio como yo me tiraba sobre los brazos de él y le comía la boca de un beso bien fogoso.
   - ¿Así que tenés un regalito para mí?- Me preguntó él con una sonrisa de oreja a oreja.
   - Pero no te lo puedo dar acá.- Le dije volviendo a darle un beso sin importar que algunas personas pasaban y nos miraban, entre ellas, Vanina.- Porque me vas a hacer gritar cuando te entregue mi regalito.- Agregué hablándole a su oído y enseguida sus ojos se abrieron de par en par.
   - No podés calentarme así.- Dijo entonces Luciano.
   Sin dar muchas explicaciones y mirando alrededor, me tomó de la mano y comenzó a caminar a las apuradas por los pasillos de la facultad. La gente iba regresando a sus clases y de a poco empezaba a entrar a los salones, por lo que en un momento ya no había casi nadie a la vista. Intentó meterse en el baño de mujeres, pero justo salieron dos chicas y con el fin de disimular siguió caminando hacia un pasillo en el cual solo había dos aulas, la última estaba vacía. Se metió sin preguntar y me fue llevando hasta el fondeo del aula, hasta que quedamos casi ocultos ahí adentro.
   - Ahora por calentarme de esa manera, me vas a tener que chupar la pija hasta tragarte toda mi leche.- Me dijo empujándome suavemente contra uno de los escritorios del fondo del salón.
   - Pero…- Yo miré hacia la puerta.
   - No va a venir nadie.- Me dijo él y comenzó a bajarse el cierre del pantalón.
   Luciano tenía razón, ese salón estaba al fondo de un pasillo que no conducía a otra cosa que a ese mismo salón y por los próximos 40 minutos nadie tenía que ir hacia ahí, por lo que no había razón alguna para que alguien entrara. Sin embargo la desconfianza y la duda seguían en mí. “Ya fue” pensé una vez que Luciano se bajó el pantalón y en su bóxer resaltaba un bulto inmenso que sabía que me estaba esperando. Me arrodillé de frente a él y de espaldas a la puerta del salón y con total confianza le bajé el bóxer.
   Automáticamente me metí su enorme pija en la boca y comencé a chupársela de manera muy zarpada. Toda la adrenalina de estar en la facultad subió de golpe a mi cabeza y me convirtió en una zorra sedienta que lo único que quería era llenar de placer a su macho. “¡Qué lindo!” dijo él apoyando su mano en mi nuca y acompañando todos los movimientos de mi cabeza que se movía aceleradamente hacia adelante y hacia atrás. A su vez, con mi mano me encargaba de pajearlo para que Luciano sintiera mucho más placer. Era una situación sumamente excitante y el miedo a ser descubiertos nos volaba la mente.
   Pero a Luciano eso no le importó en lo más mínimo y sus ganas de coger fueron mucho más fuertes. Me obligó a levantarme y me tiró de frente contra un escritorio el cual se movió unos centímetros, yo me recosté sobre él al mismo tiempo que me desabrochaba el jean y Luciano se paró detrás de mí. A las apuradas y de manera muy brusca me terminó de bajar el jean hasta las rodillas y me corrió la bombacha hacia un costado para después penetrarme bien a fondo.
   Tuve que morderme el brazo para no gritar. Había sido tan brusco que me había causado un poco de dolor, pero tan pronto comenzó a cogerme todo se convirtió en placer. Mi cara, envuelta en pelos, se estampaba contra el borde del escritorio sobre el que estaba recostada y Luciano se tiraba encima de mi cuerpo con sus manos apoyadas sobre mi espalda haciendo presión contra la madera. Se movía de una manera muy violenta, dando pequeños golpes que chocaban sobre mi cola y hacían que se moviera todo el escritorio. El ruido era obvio, pero ya no nos importaba. Estábamos los dos completamente excitados.
   - Agachate.- Me dijo el de golpe y se alejó un poco de mi.
   Yo me arrodillé frente a su cuerpo una vez más y comencé a chuparle la pija enseguida, sin embargo Luciano no tardó en acabar una cantidad increíble de semen adentro de mi boca. Mi lengua se llenó de su leche calentita y para no mancharme tuve que tragármela toda a medida que iba saliendo. Al final me quedé ahí agachada, con la verga de él adentro de mi boca y mirando su cara de satisfacción completa. Luciano me miró con ojos de fascinación y se dibujó en su rostro una sonrisa increíble y entonces comprendí que le encantaba cuando me comportaba de esa manera.
   Nos vestimos a la apuradas y comprobamos que no había nadie en el pasillo antes de salir y dejamos atrás el salón desordenado y el escritorio torcido en el cual habíamos tenido sexo. Caminamos por la facultad, que estaba casi vacía a excepción de algunas personas, con una sonrisa cómplice en el rostro y riéndonos de lo que acabamos de hacer sin que nadie nos viera. O al menos eso creíamos nosotros…


SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
LA CASADA (HISTORIA CORTA)
EL PROFESOR PARTICULAR (FANTASÍA)
VACACIONES EN LA PLAYA. CAPÍTULO 1

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