You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Sister VI

-¡Pará! Vamos a despertar a mi amigo.
-¿No me dijiste que estaba con una mina? Que le importa…
Kiara sonrió.
Ya dentro, su amante no dejaba de sobarle el cuello y manosearle las gomas. También podía sentir su pene como un tronco encallado entre los cachetes de su cola.
También sonriente, Mateo escuchaba los malabares de su hermana. Azul dormía profundamente.
Luego de algunos ruidos secos, el barullo cesó. Se levantó suavemente de la cama y salió de la habitación. Fue con lentitud y precisión hasta el cuarto de Kiara.
-Ah… Ah… Que bien la chupás.
Mateo tenía pegada su oreja en la puerta. También podía oír como peteaba su hermana.
Casi por inercia, ya estaba masajeando su poronga. Se detuvo y golpeó. Escuchó como dentro se sobresaltaron. Kiara abrió en un ángulo de pocos centímetros. Estaba visiblemente agitada. Mateo hizo señas para que saliese. Una vez fuera, él cerró la puerta.
-Vamos a la cocina.
Sin mediar palabra, desenfundó su verga. Tomó del hombro a su hermana y la hizo bajar bruscamente.
-Metétela en la boca.
Kiara se encontraba entre confundida y algo atemorizada. Después de unos pocos segundos volvió a incorporarla, y casi rozándole los labios, y sin dejar de apretar su brazo, le espetó:
-Quiero ver como te coje-mientras hundía su pulgar en el hombro de su hermana, generando una mueca de dolor.
A punto de romper en llanto, Kiara se zafó y volvió con rápidos pasos a su habitación.
Luego de unos minutos regresó  a la cocina y fingiendo calma le dijo a su hermano que ya podía ir al cuarto. Mateo lo hizo raudamente, mientras Kiara languidecía parada y con la cabeza gacha.
Entró, y lo primero que vio fue al amante de su hermana sentado, en ropa interior, al borde de cama, casi resbalando y cayendo. Le tendió la mano para saludarlo.
-No te sientas incómodo. Si no, no va a funcionar.
El pendejo respondió con una mirada de aprobación algo desorbitada y una mueca de sonrisa que caía a pedazos. Kiara entró. Mateo giró sobre sí y le propinó un chuponazo en la boca que le succionó hasta el alma. Su hermana lo miró con ojos tristes. La colocó delante suyo, apoyando su dura pija en el pomposo culo de Kiara. Mientras apretujaba sus tetas, miró al pendejo:
-Bajáte los calzoncillos y mostrame la verga.
La expectante cara del pendejo ahora mostraba una expresión confusa. Bajó tímidamente su ropa interior, dejando sus genitales al desnudo. Con su mano derecha como una prisión del deseo, Mateo tomó a su hermana del cuello.
-Metétela en la boca.
Kiara se dirigió lentamente hacia esa entrepierna, como en un cortejo fúnebre. Apoyando sus rodillas en el surcado piso de madera cumplió la orden de su hermano. Con la vista de ese maravilloso ojete entangado, Mateo comenzó a frotarse, mientras el pendejo empezaba a lanzar pequeños gemidos.
Minutos después, y con la pija como un mástil babeante, Mateo se dirigió hacia su hermana para que le compartiese las delicias de su boca. ¡Que deleite le significaba observar a Kiarita mamando dos porongas al mismo tiempo! Sus labios brillantes, su lengua sedienta, su nariz desesperada por olfatear los dos pares de bolas, su rostro embadurnado de saliva y leche.
Como un rayo, Mateo volvió a levantar del suelo a Kiara, tomó una silla, y se sentó frente a la cama. Mirando al pendejo, le dijo:
-Cojetelá.
Kiara y su amante tardaron en reaccionar.
-Amiga, cabalgálo de espaldas a mi. Quiero ver tu culo.
El pendejo se acostó, dejando sus pies apoyados en el piso. Kiara separó sus piernas para montarlo. El pendejo tomó su verga y la fue introduciendo en la profundidad de Kiari. Ella lanzó un gemido filoso como una espada. A medida que los minutos pasaban, la novel pareja tomaba ritmo. Mateo también lo hacía con su masturbación. Le era maravilloso escuchar los gemidos de su hermana, observar su negro y largo pelo sobre su espalda y hasta el nacimiento de su cola. Sus nalgas grandes y gordas. Abandonó su silla y comenzó a besar su culo. Luego a brindarle pequeñas lamidas. Llegó el turno de su ano. La jadeante jocketa tomó la cabeza de su hermano y la hundió en su marroncito, mientras arqueaba su pelvis hasta lo imposible. Ese ojete ya se encontraba a punto. Ahora era el turno de que la verga de Mateo se encontrase bien lubricada. Caminó bordeando la cama, y se detuvo a un costado del rostro del pendejo. Tenía los ojos cerrados. Cuando los abrió tenía una poronga semi-flácida casi rozándole la mejilla. La cabalgata de Kiara y el olor a sexo que emanaba de la punta de la verga de Mateo, hizo que el pendejo abriese su boquita y chupáse ese glande. Excitadísima, Kiara comenzó a saltar con más fuerza. Mateo confundió sus dedos en la corta y castaña cabellera del pendejo, acariciando su cabeza y empujándola levemente hacia su pubis. El pendejo ya devoraba el caramelo de Mateo en toda su extensión. Una vez bien lubricado, Mateo se apartó de la boca de algodón del gentil pendejo, y volvió sobre sus pasos al culo de su hermana. Lo atacó con su lanza, sin resistencia. Kiara cerró fuertemente sus ojos, sonrió y también rió un poco, confundida entre el placer y el dolor, los gemidos y las lágrimas, apretando bien sus nalgas, atesorando esa embestida. 

1 comentarios - Sister VI

FEDETECOGE +1
Me encanta los distintos rumbos que va tomando el relato