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Mi chofer

Esta aventura comenzó una tarde en que se averió mi automóvil y tuve que dejarlo en el taller por unos cuantos días y, a raíz de eso, empecé a trasladarme en colectivo.
Todas las tardes me tomaba el micro para ir a trabajar a una empresa de estética corporal ya que soy esteticista y efectuaba tratamientos de modelación y masajes.
En una de esas oportunidades subo a un transporte y el chofer que lo estaba conduciendo me recontra gustó y de manera instintiva, mientras lo observaba, fantaseé que lo montaba con la falda arremangada y me penetraba con una pija imaginaria riquísima y eso me calentó inmediatamente de una forma tal, que no me había ocurrido en un buen tiempo, por lo menos de manera tan abrupta y por un desconocido.
Seguí viajando todas las tardes al trabajo y todas las noches, de vuelta a casa, pero no lo volví a encontrar frustrándome, pero a la vez, obsesionándome con él.
Yo subía cada vez pensando y esperando que me tocara de nuevo ese rico chofer.
Al ver que esto no ocurría, decidí averiguar a qué hora pasaba, tratando de adivinar cuáles eran sus horarios para poder subir y encontrarlo de nuevo. Me lo quería “comer”.
Hasta que logré saber sus rutinas laborales y empecé a trasladarme en esos horarios, a pesar que el viaje de vuelta era el último que hacía ese colectivo en ese recorrido ya entrada la noche.
Si me preguntan que fue lo que me generó esa necesidad de tenerlo, podría decir que me gustó su mirada, muy calentona, muy explícita.
Me atrajo y excitó la forma en que me miraba las tetas. Eso me re calentaba.
Yo a propósito, me sentaba en el primer asiento para poder coquetearle bien de cerca y cada vez que paraba para alzar pasajeros, me veía a través del espejo, yo descruzaba “descuidadamente” las piernas haciendo que mi falda se subiera un poco, dejando ver gran parte de mis muslos y sólo con la mirada que me echaba, me daba cuenta que se excitaba conmigo, en realidad, nos excitábamos ambos.
Yo cada vez me subía con el afán de provocarlo y usaba ropa muy sexy mostrando más mis tetas a través de ropa con  transparencias, escotes amplios o camisas con botones desprendidos, lo suficiente para mostrar más de lo habitual (debo decir que tengo buenas tetas, firmes y de muy buen tamaño,  gracias a la magia de la cirugía estética).
Un día me subo encontrando el colectivo bastante lleno con gente parada, por lo que me quedo justo detrás de su asiento generándose el siguiente diálogo:
-Hola que tal!!- expresé y me contestó:
 -Que linda que estás!!- yo me quedé parada charlando con él del tiempo, del calor qué hacía ese día, de cualquier banalidad  y  ahí nos preguntamos los nombres:
-Me presento, me llamo Marcelo y vos?
-Elena.
Ahí comenzó explícitamente nuestra aventura. Intercambiamos nuestros teléfonos y quedamos en mantenernos en contacto.
En los siguientes días intercambiamos algunos mensajes por whatsapp pero sin definir algún encuentro concreto.
Una noche salgo cansada del trabajo y estaba esperando el micro y cuando llega, ohh sorpresa!!, era mi chofercito. Me dio alegría y a su vez me inundó una excitación terrible, ya que venía teniendo muchas fantasías en mis momentos de ducha, con caricias en mis tetas y pezones y masacradas de mi clítoris, con exquisitos orgasmos a su salud.
Subí y me quedé parada detrás de su asiento, charlando y me preguntó:
-De dónde venís a esta hora?- era bastante tarde.
-Del trabajo, hubo más clientes de lo habitual- yo cada vez que hablaba, me agachaba para que él pudiera escucharme mejor y además, para que a través del espejo, pudiera ver que le mostraba gran parte de mis “lolas”.
En un momento dado me dice:
-Elena, hermosa, no doy más… Lo que veo en el espejo me está volviendo loco… me estás torturando y… lo sabés… lo hacés a propósito…  venite conmigo hasta la terminal del micro… querés?-  y  eso fue lo que hice.
El transporte entró en el galpón de la terminal, ya de noche entrada y yo me escondí para que en el control de ingreso, no me vieran.
Adentro estaba oscuro, estacionó en el fondo del lugar, tapado por otros colectivos, se levantó del asiento,  y ahí nos fundimos en un primer beso apasionado, caliente.
El me llevó al fondo del micro hacia el último asiento mientras nos tocábamos todo el cuerpo.
Yo llevaba el uniforme del trabajo que consistía en una falda arriba de la rodilla y una camisa blanca que tenía desprendida 3 botones viéndose el nacimiento de mis grandes tetas y parte del brassier de media copa de encaje negro, que también dejaba ver parte de mis areolas erizadas por el deseo.
Mis pies estaban cubiertos por unas sandalias de taco alto fino muy coquetas y, por último, llevaba una de mis micro-tangas, también de encaje negro, a esa altura muy húmedas de mis propios jugos de lubricación.
El iba vestido con una camisa celeste ceñida al cuerpo de mangas cortas y un pantalón azul marino y calzando mocasines negros.
Nos besábamos apasionadamente y con mucha excitación, me fue desprendiendo los botones de la camisa apareciendo el brassier en su totalidad, que apenas alcanzaba cubrirme los pezones de mis tetas. Me mordía delicadamente el cuello y los hombros desnudos erizándome la piel de deseo
Me despojó de la prenda y metiendo sus manos por dentro del brassier liberó totalmente mis ”bochas” y comenzó a comérmelas deliciosamente, jugando con ambos pezones que para entonces estaban totalmente duros y sensibles.
Me había generado un intenso placer como me apretaba y me comía mis “lolas”, zona que para mí es intensamente erótica. Qué delicia me estaba provocando.
-Que rico que me mamás mis tetas… seguí así…  uuuuhhhhh!- empecé a gemir suavemente –chupame los pezones… mmmmmm!!
Yo le acariciaba el torso musculoso y ancho y le pedí en un momento:
-Pará por favor que nos pueden ver- a lo que respondió con la acción de apretarme contra su cuerpo y bajando sus manos me acarició el culo, subiéndome poco a poco la falda, acariciando mis muslos y mis glúteos con esas manos varoniles, calientes, jugando con los hilos de mi tanga, apretando mis nalgas, separando los cachetes y jugando con sus dedos en el surco de mi cola tapada solamente con la fina tela de la prenda íntima, y luego siguió subiendo mi pollera hasta que quedó arrugada en mi cintura liberando a su vista la tanga negra que estaba empapada.
Inmediatamente acarició la parte interna de mis muslos con una mano, mientras con la otra seguía con una de mis tetas y llegó hasta mi sexo, tocando por sobre la tela de la tanga empezando hacerme una paja increíble.
-Aaahhhhhhh!!!! … Papito me estás matandoooooooo!!!
Yo estaba desarmada y entregada por lo que él metió su mano por dentro de mi tanga acariciándome directamente toda mi depilada zorra, apretando el clítoris y jugando con sus dedos en mi orificio vaginal, cosa que me llevó a una altura de excitación qué hacía mucho tiempo que no sentía.
-Pará, por favor- repetí no muy convincentemente-  qué nos van a encontrar y el perjudicado vas a hacer vos en tu trabajo-, a lo que él me respondió:
-Cielo no te voy a dejar así- y acto seguido se fue arrodillando mientras movió sus manos a las tiras de mi tanga y la fue bajando para quedar su cara enfrentada a mi zorra y sacándome una pierna del lazo de la prenda íntima, me hizo ponerla sobre el asiento y de esa manera, abierta como quedé, empezó a lamerme todo mi sexo de una forma deliciosa.
Así estuvo varios minutos comiéndome literalmente la zorra, el clítoris, mi vagina, inclusive por momentos, sus manos me abrían las nalgas y me lamía el orificio del ano, volviendo hacia adelante y tratando de meter su lengua en mi agujero, como queriéndome coger con ella.
-Dale Marcelo, seguí comiéndome la zorraaaaa!!!...  Aaaaggggg!!... Me vas a hacer acabarrrrr!!!
Yo empecé a convulsionar de los orgasmos que me invadieron, y que seguían y se sucedían en forma continuada, ya que él no sacaba su cara de mi concha por más que intentaba con las manos rechazarlo, porque tenía miedo de desvanecerme del placer, hasta que por fin se separó pudiendo yo sentarme, totalmente agotada en ese último asiento del colectivo para poder recobrar el aliento de ese intenso momento erótico y de sexo puro que me hizo vivir.
Lo miré a Marcelo parado frente a mí y bajé la vista a su bragueta pudiendo contemplar el tremendo bulto cilíndrico que se le marcaba hacia su ingle izquierda y, tocándome suavemente el clítoris le dije:
-Cielo quiero que liberes esa hermosa verga que cargás, pero lentamente y te la acaricies frente a mí.
Inmediatamente Marcelo llevó sus manos al cinturón desprendiéndolo, para luego desabrochar el botón del pantalón y bajar el cierre mientras se acariciaba la pija por encima de la tela.
Se abrió la parte delantera de la prenda apareciendo un bóxer negro abultado. Se bajó el pantalón y luego de sacarse el calzado se lo quitó.
-Que sabrosa vista, que bien que te masajeas la pija hermoso- le decía mientras él jugaba por sobre el bóxer. Yo permanecía recostada en el asiento con la piernas abiertas, totalmente expuesta y masturbándome parsimoniosamente.
Mi chófer metió una mano por dentro de la prenda íntima agarrándose ese grueso cilindro y con la otra tocándose los huevos y sacó la pija para que la viera, gruesa, dura, con una linda cabeza, venosa y de muy buen largo, cosa que me hizo erizar la piel y endurecer mis pezones, mordiéndome los labios.
Él se empezó a pajear la pija de manera exquisita diciéndome -Te gusta Elena?.
-Me encantaaaa!!!- le dije mientras me incorporaba y estirando mi mano izquierda le empecé a acariciar sus calientes huevos, acto que sacó en él un excitante quejido.
Tenía su verga a veinte cm de mi cara y Marcelo había aumentado la velocidad de su paja por lo que le agarré el calzoncillo y se lo baje hasta sacárselo y le dije:
-Pará ricura, que te necesito duro un rato más- y subí mi mano agarrándole el tronco primero y después, toda la pija con ambas manos tocándole suavemente y empecé a lamerlo como si fuera un helado, corriéndole el prepucio para atrás y degustando el líquido pre seminal que salía del orificio de la cabeza, sintiéndolo gemir de placer.
-Te gusta?... Mirá como te la devoro entera- dije abriendo mi boca e introduciendo ese falo casi hasta el fondo, para iniciar una mamada sostenida y profunda, sin sacarle la mirada de sus ojos, disfrutando del placer que le estaba provocando a mi macho.
Así estuvo un buen rato, cogiéndome mi boca. Mientras con mis manos tocaba sus pelotas y a veces el tronco del falo, hasta que me percaté de que estaba por acabar. Por eso interrumpí la felación y le dije:
-Te necesito dentro mío ahoraaaaaa!!!- levantándome para darme vuelta y arrodillándome en el último asiento con las piernas abiertas y el culo en pompa arqueando la cintura, ofreciéndole mi zorra totalmente mojada y receptiva.
-Que pedazo de concha que me voy a culiar Elena!!- exclama.
-Siiii, es toda tuya…. Clavarme la pija yaaaaa!!! Cogeme… culiameeee!!!- sintiendo como me apoyaba la cabeza de la verga en la entrada de la vagina, y usándola como una brocha me la refregaba por todo el surco, jugando con el clítoris y hacia atrás, hasta llegar al ano. Luego apoyo la cabeza en la entrada de mi vagina e hizo dos intentos de entrar, pero el “guacho” la volvía a sacar, situación que me estaba llevando al borde de la desesperación. A la tercera vez le grité:
-Dale cabrón, metémela yaaaaaa!!!... culiameeeeee!!!- sintiendo entonces que me iba entrando lenta pero progresivamente hasta la raíz, chocando sus huevos contra mi clítoris y, luego empezó a bombearme de manera sostenida, mientras me agarraba mis tetas desde atrás y la masajeaba con mucha calentura. Así estuvimos unos 10 minutos interminables de placer.
Yo gemía como loca mientras la cogida me llevaba al clímax y entraba en un orgasmo divino, para continuar en un estado de  excitación y entrar en otro orgasmo mejor todavía, y así, dos orgasmos más que casi me hacen gritar, cosa que no podíamos permitirnos.
Marcelo aumentó la velocidad de las embestidas y me anuncia que va a terminar, a lo que le respondo:
-Terminá en mis tetas!!!- saliéndose de adentro mío y dando un paso atrás mientras se agarra la pija y se la pajea violentamente, pero me da tiempo a que me dé vuelta y sentándome en el asiento agarre mis “lolas” y las ofrezca para que el eyacule una buena cantidad de leche que me enchastra las tetas, el cuello y el mentón, estrujándose la pija para que no le quedara ni una gota.
Se sentó en otro asiento agotado y me veía como yo jugaba con mis “bochas” embardunadas de su semen y luego saqué pañuelos y me las limpié, junto con mi cuello y cara.
-Hermoso mío, qué rica cogida que me has regalado… dame un momento para terminar de limpiarme limpiarme y vestirme.
-Tranquila Elena. Nos reponemos y te llevo a tu casa, pero esto hay que repetirlo … EN UNA CAMA!!!!

2 comentarios - Mi chofer

mdzterracota
Muy buen relato, muy caliente, me gustó, seguilo, porque dá para más parece, besos
Cyberlibra
muy bueno...cuando quieras repetir algo similar en taxi...mp o chat