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Sex on the beach (Fantasía)

Sex on the beach (Fantasía)

Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...

Sex on the beach
   Sol, calor, tragos, noches, bikinis y cuerpos bronceados, esa es mi vida ahora. Desde que estoy trabajando en un crucero mi vida parece un sueño. Es verdad, las noches nos eternas, los días cortos y hay que estar siempre con una sonrisa en la cara y ayudando a la gente, pero todo es alegría y diversión. Mucho más porque este crucero es para solos y solas. Sin embargo en este último viaje toda mi concentración, seriedad y atención se fue a la mierda cuando la conocí a ella.
   Me llamo Patricio y tengo 26 años. Hace un año atrás un amigo consiguió trabajo en un crucero que recorría la costa de Brasil y Argentina y después del tercer viaje me preguntó si no me gustaría sumarme con él. Acepté el trabajo y como mi nivel de portugués es muy bueno y soy simpático y sociable, me pusieron a trabajar durante 4 horas en una de las barras de bebidas que está frente a la pileta de la popa del barco. El resto del día, estoy haciendo distintos trabajos, ya sea en el restaurante principal o en alguno de los abres dependiendo el día.
   Pero lo que más me gusta hacer el mi trabajo de barman. De 16 a 20 horas la pileta está siempre llena de gente, el sol pega fuerte, el agua está excelente y se puede disfrutar del paisaje. Durante los 7 días que dura el crucero siempre hay muchísima gente que va a esa área del barco y que se relaja en el agua con algún que otro trago en la mano. Los hombres, aprovechando que está lleno de chicas lindas y solteras, viven comprando bebidas y las chicas, dispuestas y atrevidas, se dejan seducir por seductores experimentados. Ella apareció el segundo día del viaje.
   Se llama Laura, es de Buenos Aires y tiene mi misma edad. Casi a mitad de mi turno en la barra aparecieron 5 chicas, una más linda que la otra, y pidieron una ronda de mojitos para calmar su sed. A ella fue a la última a la que le entregué el trago y cuando lo hice me dedicó una sonrisa que me encantó, junto con una propina de 10 dólares. Se imaginan que en estos meses de trabajo vi pasar a miles de mujeres y algunas excelentemente divinas, pero Laura me cautivó con su sonrisa y esa misma tarde me distraje varias veces viéndola. Tenía un cuerpo excelente, perfectamente trabajado, cola parada y tetas firmes, piel tostada y un pelo negro que le llegaba a la mitad de la espalda, ojos celestes y sonrisa divina. Una pinturita.
   El tercer día volvió a aparecer en la barra con algunas amigas y mientras mi compañero le preparaba los tragos les pregunté como la estaban pasando. Ella, que parecía ser la más simpática del grupo, enseguida entabló conversación conmigo y me comentó que estaban en la despedida de soltera de una de las chicas. “¿Una semana de despedida de soltera? ¡Qué mal que la pasan ustedes!” acoté riéndome y ellas nos pudieron contener una carcajada. Aparentemente la familia de la novia tenía mucha plata, pero decidí no indagar tanto ya que podía causarme algún problema. Esa tarde, mi mirada se posó en su cuerpo en repetidas ocasiones.
   Durante los próximos 3 días se repetía la rutina. Llegaba a la barra, preparaba algunos tragos y a mitad de turno llegaban ellas con sus mallas cortas y de colores y después de pedir todos los días algún trago distinto, se sentaban en las reposeras a tomar sol y a reírse de todo. En más de una ocasión algún grupo de chicos intentaba seducirlas, tanto a Laura como a sus amigas, pero ellas siempre rechazaban las propuestas indecentes. No fue hasta el sexto día a la noche que las vi completamente locas.
   Después de mi turno en la barra y de prepararles un último daiquiri a su grupo, me fui a la barra del salón principal ya esa noche después de la cena en el comer, había una fiesta de despedida. Tras preparar todo, empezó a llegar la gente unas horas más tarde. “Patricio andá a la barra” me dijo el encargado y enseguida me preparé para una noche larga, pero llena de propinas. Horas más tarde era todo fiesta.
   La gente entraba y salía del lugar que explotaba entre música, espuma, cotillón y tragos. La barra, en la que éramos más de 20 personas trabajando, no daba abasto de la cantidad de personas que pedían tragos y tragos, sin embargo tuve la suerte de que ella se topara conmigo. “Vos, mi barman favorito” me dijo y la vi entre toda la gente. La saludé con una sonrisa y le pregunté que quería y ella me contestó “Lo que quieras, sorpréndeme” y sacó un billete de 50 dólares y lo puso arriba de la barra. Eso era mucho más de lo que valía cualquier trago. Le dije el precio real, pero ella me dijo que lo pusiera a cuenta y enseguida la noté bastante borracha. Así, le preparé un sex on the beach, una de mis especialidades y ella se fue contenta a bailar con sus amigas.
   Laura volvió media hora más tarde a buscar un segundo trago y con el correr de la noche siguió apareciendo en la barra. Por más que su demanda había superado los 50 dólares yo le seguía sirviendo. Estaba todo tan descontrolado que nadie controlaba a nadie y a pesar de que podían echarme si descubrían lo que estaba haciendo, seguía sirviéndole más y más alcohol. La veía cada vez más borracha, cada vez más descontrolada.
   Salí por el pasillo principal hacia el penúltimo piso donde están las habitaciones de los empleados y empecé a caminar tranquilo. La noche había sido agitadísima, pero en el bolsillo las propinas eran grandes. Sin embargo, la puerta del ascensor de servicio se abre de la nada y sale ella con uno de mis compañeros. Me quedé paralizado, pero como ellos entraron a caminar hacia el otro lado no se dieron cuenta de que estaba ahí. Laura estaba muy borracha y él la llevaba entre los brazos. Segundos más tarde entraron a su habitación y el pasillo volvió a quedar en silencio. No lo podía creer, estaba totalmente sorprendido. Ella estaba en la habitación de mi compañero y era obvio lo que iba a pasar. Mi mente iba a mil por segundo. Ese podría haber sido yo. Ella podría haber bajado hasta ahí conmigo…

   Y de hecho lo había hecho. Salimos los dos juntos del ascensor de servicio y Laura me miró fijo a los ojos con sus pupilas celestes y me dijo “Tengo muchas ganas de hacerte el amor” y mi sonrisa se hizo inmensa. Entramos a mi habitación que estaba vacía y ella fue directo a mi cama. Se acostó y como estaba tan borracha empezó a moverse entre las sábanas de forma extraña. Yo me fui sacando la ropa hasta quedarme solamente con él pantalón y cuando ella me miró expresó su deseo sacándose la ropa.
   Tenía puesto un vestido negro que le llegaba hasta la mitad de los muslos y se lo sacó todo de una, quedándose con la malla azul eléctrico que había usado el segundo día. Era una tanguita bien finita que se le metía entre la cola y una bikini muy apretada que le resaltaba las gomas. Que linda que era. Me llamó con los dedos y me dijo “vení” y sentí el deseo en su voz. Me acerqué despacio y ella paso sus brazos por mis hombros y me besó con ganas. Directamente apoyé mis manos en su cola y se la apreté bien fuerte y ella río sin separar sus labios de los míos.
   - Tengo ganas de que me hagas de todo.- Me dijo y se tiró boca arriba en la cama y abrió sus piernas.
   Ese comentario hizo que mi cabeza explotara y me arrodillé frente a ella, acercando su cintura a mi cuerpo. Le bajé la parte inferior de la malla y su conchita divina quedó a plena vista. Intentó cerrar las piernas pero no se lo dejé y pasé fuertemente mis manos sobre sus mulos. Se veía tan deliciosa que no pude contener un lengüetazo inicial recorriendo toda la zona y ella me devolvió una sacudida que denotaba que le había gustado. “Mmm sí” dijo y enseguida volví a pasar mi lengua.
   Le chupé la concha como loco y Laura no paraba de disfrutar. Sus gemidos y alaridos de placer hicieron eco en mi cabeza desde un principio. “Mmm sí. Que rico” decía mientras le pasaba mi lengua como loco de lado a lado sobre su clítoris. La conchita se le iba mojando a medida que mis labios hacían contacto sobre los suyos y el sabor de su cola me encantaba. Ella tenía sus manos apoyadas sobre mi nuca y apretaba con fuerza para que yo no me fuera de la zona, pero yo no me quería ir, quería chupársela toda y ponerla bien caliente.
   Se levantó de golpe con un grito semi orgásmico y me agarró fuerte de la cara y me dio un beso. “Cogeme ya” me pidió como loca y me subió a las apuradas en la cama. Como pude me saqué el pantalón y el slip, mientras ella se desabrochaba la parte de arriba de la bikini y una vez que estuvimos desnudos nos besamos nuevamente entre manoseos y roce de piel. “Cogeme dale” volvió a pedirme y mi verga se puso mas dura de lo que ya estaba. La apoyé sobre su conchita mojada e hice presión hasta metérsela toda.
   Laura volvió a gemir en un grito de placer puro y apretó sus uñas sobre mi espalda. Yo le pasé mis labios por el cuello y entre violencia y pasión me la empecé a coger. Metía y sacaba toda mi pija de su cuerpo y ella parecía disfrutarlo a pleno. “¡Sí, sí!” gritaba a medida que me la iba garchando más y más rápido. Su cuerpo se calentaba y ella lo movía hacia todos lados. El deseo nos invadió y yo le daba bien duro, metiendo y sacándosela como loco.
   Se puso en cuatro y me pidió que la cogiera bien fuerte. “Cogeme dale” me pidió una tercera vez y sin dudarlo le metí mi pija en la concha y nuevamente gritó loca de satisfacción. Sentía el placer salir de su conchita y mi poronga que no daba más de la calentura. Laura gritaba desesperada, me pedía más, me decía que le de más duro, quería que me la cogiera bien fuerte y yo le seguía perforando la conchita desesperado.
   Sentía la leche venir y se la saqué justo para empezar a acabar sobre su cuerpo. Un chorro de semen salió disparado y fue a parar a su espalda y el resto empezó a car sobre su cintura y su cola. Ella se desplomó sobre la cama y con la respiración agitada, siguió gimiendo a medida que la leche caía sobre su cuerpo. La vi tirada envuelta entre sábanas y placer, con su cuerpo lleno de mi semen, con su cola perfecta…

   - ¿Patricio estás bien?- Me preguntó mi amigo.
   Parpadeé un par de veces y lo vi parado al lado mío. “Me siento medio mal” le mentí para disimular el hecho de que me había quedado parado contra la pared del crucero. Fuimos hasta la pieza y me acosté en la cama sorprendido de lo que me acababa de pasar. Me había imaginado todo, Laura me había gustado tanto que había conseguido meterse en mi mente y ponérmela bien dura. Me la tenía que jugar, me tenía que arriesgar. Antes que se bajara del crucero le iba a pedir el teléfono para seguir viéndonos.



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3 comentarios - Sex on the beach (Fantasía)

mdqpablo +1
muy linda fantasia . bien relatada
HistoriasDe +1
Gracias!!
Pervberto +1
Placer de alta mar. Se espera más si es que lo habrá.
HistoriasDe +1
Gracias!