Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
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Capítulo 8: Fiesta de semen
Tras nuestro primer trío con Natalia la relación revivió muchísimo. Francisco consiguió que lo llamaran de uno de los trabajos y a los pocos meses su autoestima volvió a elevarse. Se sentía confiado, seguro y exitoso, debió de ser por eso que lo calentaba tanto que yo lo dominara durante el sexo. De golpe me encontré siendo mucho más posesiva y agresiva a la hora de la acción. Le perdí el miedo a lo que podía llegar a pasar o hacer y me di cuenta de que en el sexo, todo puede ser estimulante y excitante.
Al poco tiempo volvimos al juego de roles pero en esas ocasiones era yo la que se vestía de policía, la que abordaba el barco pirata o la maestra que tenía que educar a su alumno. En conjunto Francisco aportaba algunos juguetes nuevos que iban apareciendo y alternábamos la dominancia constantemente. Era como si esos meses de depresión se pasaran rápidamente y todo volvía a la normalidad, pero conmigo siendo una experta en dominación al punto de que una noche lo obligué a hacerme acabar en varias oportunidades y después nos fuimos a dormir sin que él pudiera llegar al orgasmo. Al día siguiente lo desperté con un hermoso pete mañanero para complacerlo.
Para Febrero del año siguiente volví a llamar a Natalia que me ayudó a darle un regalo del día de los novios muy especial, pero en esa oportunidad las riendas del asunto las fuimos cambiando a medida que pasaba el momento. Ese trío fue igual de placentero que el anterior y en esa oportunidad él tuvo mucha más participación, cogiéndonos a las dos con ganas y haciéndonos acabar en varias oportunidades con su pija y uno de los consoladores favoritos. Era evidente que sumar a alguien más a la intimidad nos resultaba muy complaciente y es por eso que la siguiente lección era casi obvia.
- Me gustaría que probáramos con otro hombre.- Me dijo él una noche luego de una buena dosis de sexo.- Nunca lo hice y la verdad es que me llama mucho la atención.
- Me da cosa.- Le dije yo siendo sincera.
Cuando pensaba en la idea de hacerlo con mi novio y otra mujer pensaba en los celos que podía llegar a sentir en ese momento, que obviamente no existieron. Pero cuando me imaginaba a mí tratando de lidiar con dos hombres sentía que eso no iba a ser igual de satisfactorio y que los tres íbamos a pasar una noche horrible. Creí que no estaba preparada para eso, que no iba a poder disfrutarlo y que iba a defraudar a mis dos amantes.
Francisco no insistió mucho con el tema a pesar de que lo volvió a traer a colación unas semanas después cuando yo le sugerí de buscar a otra mujer para nuestra intimidad. “¿Y un hombre? El que vos quieras” me dijo él pero enseguida le dije que no me sentía segura y él no volvió a tocar el tema. A pesar de eso yo sabía que estaba en su mente la intriga y volví a consultarlo con mis amigas, en especial con las que más podían llegar a darme una respuesta.
Natalia me confesó que nunca lo había hecho. “Estuve con otras parejas, pero nunca con dos hombres” me dijo y a pesar de que me confirmó que le llamaba muchísimo la idea, yo sabía que al no tener experiencia, no iba a poder saber mucho de ella. Después conversé con Leticia, quien llegó a contarme que una sola vez estuvo a punto de estar con dos hombres pero que uno de ellos al final se terminó yendo porque no se sentía cómodo.
- Solo llegué a chupársela a los dos a la vez.- Me dijo.
Por último hablé con la persona que menos creí que me iba a poder ayudar sobre el tema. Ailín estaba de novia con Gastón hacía ya un año y para celebrar el primer aniversario decidieron hacer un trío. “¡¿Qué?!” le dije yo en un grito sin poder creer. Al parecer los dos eran mucho más abiertos a esas cosas de lo que parecían y decidieron probar sumar a un hombre a la pareja. Pero lo que más me sorprendió fue que ella lo había disfrutado al máximo. Me describió la escena como una fiesta de semen en la que ellos le acabaron sobre su cuerpo en más de una oportunidad y que se sintió tan complacida que no paró de acabar en todo momento.
- ¡Quiero hacer un trío con vos y otro hombre!- Le dije a Francisco esa noche y en su cara se vio la sonrisa más grande que había visto en mi vida.
El proceso de selección fue algo complicado, pues yo me puse bastante exigente a pesar de que él no tenía problema en cuanto a eso. No fue hasta una tarde de Marzo que supe a quien quería sumar. Lo vi por primera vez sentado al fondo del salón en una clase aburrida en la cual todos se la pasaban bostezando. Él me devolvió la mirada, me sonrió y al finalizar la clase me vino a buscar para hablarme. Me invitó a tomar algo y yo acepté pero cuando le conté que tenía novio el pareció desilusionarse. A pesar de eso me arriesgué y le dije que mi novio no iba a tener problema de que él se sumara a nuestra relación por una noche y la respuesta me sorprendió.
- Se llama Gabriel, va a la facultad conmigo y tiene 23 años.- Le dije a Francisco cuando le comenté que había encontrado a alguien para nuestro trío.
Coordinamos para un sábado a la noche después de cenar. Gabriel llegó y nosotros lo esperamos con algo de música y unas cervezas como para relajarnos. Nos sentamos y nos pusimos a hablar y lo más bien, él súper simpático y agradable. Francisco estaba muy seguro a pesar de que en frente de él se encontraba un hombre mucho más alto, musculoso y hermoso que él. Sabía que era una fantasía mía y estaba decidido a cumplirla con quien yo quisiera. Gabriel por su parte parecía inseguro y algo nervioso, fue por eso que decidí hacerle unos masajes para calmar su ansiedad.
- ¿Querés que vayamos al sillón así nos ponemos más cómodos?- Le preguntó Francisco y él aceptó.
Ellos se trasladaron y yo fui a la cocina a buscar más alcohol para seguir desinhibiéndonos. Desde allí puede escuchar como mi novio seguía hablando con nuestro invitado y me sorprendió al oír que le decía que la idea de esa noche era hacer de mí su esclava sexual. “Nosotros le decimos que hacer y ella lo hace” le dijo mientras yo seguía con la oreja parada en la otra habitación. Es por eso que no me sorprendió que al volver al comedor y al acercarles las cervezas a los chicos, Francisco me dijera que me sentara sobre nuestro invitado.
Me acomodé sobre las piernas de Gabriel y me relajé abrazándolo con una mano para quedar apoyado sobre su cuerpo. Él tardó en apoyar su mano sobre mi cintura y cuando lo hizo trató de hacerlo con cuidado, para no molestar a Francisco, pero era evidente que eso no iba a afectarlo. Mi novio siguió conversando con él y empezó a contarle que hacía poco habíamos tenido un trío con nuestra vecina y que había sido muy estimulante. Mientras él hacía todo esto nuestro invitado lo escuchaba con atención y yo observaba la situación desde las piernas de él.
- Las muy yeguas me dejaron atado toda la noche.- Le dijo él luego de resumirle lo que había pasado en nuestro primer encuentro.- Pero no sabés lo que fue. ¡Estuvieron excelentes y me dejaron completamente satisfecho!- Agregó sonriendo y Gabriel echó una risita.- ¡Mirá lo que es! ¡Una hermosura!- Dijo después y estiró su mano hasta apoyarla en mi pierna y abrirla un poquito.
- ¿Vos? Me contaste que tuviste un trío. ¿Cómo fue?- Le pregunté yo a Gabriel.
- Fue con una amiga mía de la secundaria y una amiga de ella.- Dijo él y noté como se empezaba a descontracturar.- Al parecer las dos estaban atrás mío y yo aproveché la oportunidad. Fue bastante bueno, pero al final nos terminamos distanciando con las dos.
- ¿Y en el momento? ¿Cómo la pasaste?- Le preguntó mi novio.
- ¡Excelente! Las chicas estaban bastante alzadas y se animaron a todo.- Contestó él.
- ¿Alguna entregó la colita?- Siguió interrogando mi novio.
- No. Esa noche no tuve suerte.- Le respondió él.
- Bueno, esta noche no va a haber problema.- Le respondió mi novio volviendo a estirar su mano pero esta vez para agarrar la mía y obligarme a ponerme de pie.- A Cami le encanta que le hagan la colita. ¿No es cierto amor?- Me preguntó a mí poniéndome de espaldas y acariciándome la cola.
- ¡Así es! ¡Me gusta mucho!- Dije yo y levanté la cintura y abrí un poquito las piernas para que se notaran mis atributos.
Gabriel entonces nos sorprendió a los dos al acercarse a mí y apoyar sus manos en mi cintura para después llevarlas hasta mi cola. “Es perfecta tu novia” le dijo a Francisco y después le preguntó si me podía besar y tras recibir la aprobación sentí sus labios apoyarse sobre mi cola. Comenzó a besarla por encima del pantalón y a toquetearla con ganas. Yo giré la cabeza y observé a mi novio que miraba sonriente y luego me devolvió la mirada con un giño. Sin dudas habíamos elegido a la persona perfecta.
Nuestro invitado se paró y comenzó a besarme. Era mucho más alto que yo por lo que tuve que levantar la cabeza y él inclinarla para que nuestros labios se tocaran. Sus manos seguían apoyadas en mi cola y la apretaba con fuerza. Me sacó la remera y automáticamente se agachó para besarme las tetas por encima del corpiño. “Sos hermosa” me dijo y después miró a mi novio y le dijo que se sumara. Él se paró y se acercó a donde estábamos y mientras Gabriel seguía ocupado con mis lolas, Francisco me besó apasionadamente. Ya estábamos los tres en juego.
Nos seguimos besando y toqueteando con ganas. Mi compañero de facultad se empezó a sacar la ropa y mi novio lo imitó hasta que los dos se quedaron en cuero. Fue entonces cuando empezó la dominación y me vi obligada a besarlos y a pasarles la lengua por el pecho. Gabriel era perfecto, tenía los músculos hermosamente marcados y se le notaban las venas en los brazos, algo que me excitaba mucho. Se pararon el uno en frente del otro y yo me coloqué entre medio de ellos para ir bajando por sus cuerpos hasta quedar de rodillas entre los dos.
Primero saqué la pija de mi novio y se la empecé a chupar mientras desabrochaba el pantalón de nuestro invitado para descubrir que él ya la tenía totalmente dura. En ese momento giré la cabeza y me la llevé a la boca sin soltar la de Francisco. Giré nuevamente y seguí chupándosela un rato más a mi novio y luego volví a girar para saborear la de Gabriel con mis labios. Así continué chupándoselas a ambos que me miraban sonrientes. “¡Que delicia que sos!” me dijo mi compañero de facultad y luego felicitó a mi novio por la novia petera que tenía. Era evidente que a Francisco lo calentaba muchísimo que Gabriel me alabara de esa manera.
Gabriel me levantó de golpe luego de varios minutos. Me sacó lo que me quedaba de ropa hasta dejarme solo con la tanguita mientras que Francisco se desnudaba frente a nosotros. Luego de eso me dijo que me pusiera en cuatro en el piso y me hizo ir gateando hasta el sillón para que le siguiera chupando la pija. Mi novio aprovechó la situación para acomodarse detrás de mí y me abrió las piernas para darme placer con su lengua.
En el ambiente se sentía una atmósfera totalmente distinta a la que se sentía hacía unos minutos. Gabriel no solo estaba completamente relajado, sino que era quien nos estaba guiando a los dos en ese momento. Disfrutaba de mi boca sobre su pija mientras sentado en nuestro sillón observaba como Francisco me lamía la conchita y me mojaba toda con su lengua. Su pija estaba completamente dura y estaba deseosa de poder sentirla adentro de mi cuerpo. Él me sujetó el pelo y empujó mi cabeza hacia abajo haciendo que me ahogara por unos segundos con su verga, para luego soltarme y dejarme salir a respirar y toser. Gabriel sonrió y volvió a repetir el movimiento y la segunda vez lo sostuvo por más tiempo a tal punto que cuando salí mis ojos se pusieron llorosos.
- ¿Te gusta ahogarte con mi poronga?- Me preguntó.
- Me encanta.- Le dijo yo.
Luego de repetirlo dos veces más me dio permiso para montarme sobre su cuerpo. Francisco se levantó y sin dejar de tocarme la espalda vio cómo me sentaba sobre el cuerpo de Gabriel, con una pierna a cada lado y apoyaba mi conchita húmeda y mojada por la saliva de mi novio sobre la cabeza de su pija. Esta entró directo y despacio y cuando la sentí toda en mi cuerpo empecé a moverme hacia adelante y hacia atrás. Gabriel enseguida apoyó sus manos en mi cola y acompañó mis movimientos.
Entonces me di cuenta que solo le estaba prestando atención a mi compañero de la facultad y ni bien me di cuenta de eso supe que tenía que hacer algo. A pesar de que estaba disfrutando mucho de la pija de Gabriel y de como él jugaba con mis tetas llevándoselas a la boca con cada rebote que yo daba, le dije a mi novio que se sentara al lado suyo. Estiré mi mano derecha hasta su cuerpo y luego de tocarlo un poco lo empecé a pajear. Él se acercó hasta mí y yo a él y nos besamos acaloradamente. Poder jugar con los dos de alguna manera me dio seguridad. Yo sabía cómo complacerlos a ambos, habíamos visto varios videos como para no tener suficientes ideas.
En ese momento tomé la iniciativa por un segundo y al parecer ambos estuvieron de acuerdo. Francisco se sentó sobre la punta del sillón, dejó que yo me acomodara en cuadro sobre este y Gabriel se colocó detrás de mí para volver a penetrarme enseguida. Así podía darle placer a los dos a la vez. Mientras que mi compañero de la facultad me cogía violentamente con sus manos sobre mi cadera y mi espalda, yo le chupaba la pija a mi novio entre gemidos de placer. Él también puso sus manos sobre mi espalda y la fue acariciando mientras disfrutaba de mis labios jugando con la cabeza de su verga.
Gabriel se descontroló en cuestión de segundos. De golpe su cuerpo se movía muy aceleradamente hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome tan violento que no pude contener los gritos. Sostuve la pija de mi novio en mi mano e intenté llevármela a la boca de nuevo, pero no podía parar de gritar. Me vi envuelta en una ola de placer inmensa que se apoderó de mí. Mi amante me cogía tan desaforadamente que solo podía pensar en su cuerpo penetrándome con locura. Estaba a punto de acabar, sentía un enorme orgasmo llegar a mi cuerpo.
Cuando grité para sacar todo lo que tenía adentro mío, él hizo lo mismo y noté como la leche de su cuerpo me bañaba toda la espalda. Gabriel acabó sobre mí una gran cantidad de semen que me mojaron entera. Yo noté una calentura y un deseo de coger que me llevaron a moverme rápidamente hasta sentarme sobre el cuerpo de mi novio de la misma manera que lo había hecho antes sobre mi compañero de la facultad. Francisco apoyó sus manos en mi cola y se las llenó del semen de su amigo pero no le importó, él solo quería disfrutar de mi calentura, pues en ese momento empecé a saltar sobre las piernas de mi novio con la única intención de tener un segundo orgasmo.
Gabriel se paró sobre el sillón y su pija quedó a centímetros de mi cara. “Limpiámela toda” me dijo y enseguida me la metí en la boca para chuparle los rastros de semen que le habían quedado en la cabeza. Todavía la tenía durísima y sabía que él aún tenía deseos de más. Pero en ese momento el protagonista era Francisco y su hermosa verga que entraba y salía de mi cuerpo con cada movimiento que yo daba. Por mi espalda caía el semen de mi compañero de la facultad y entonces entendí lo que Ailín me había dicho.
- ¿Me vas a acabar vos también mi amor?- Le pregunté a Francisco soltando por unos segundos la verga de Gabriel.- ¿Querés acabarme todo el cuerpito?
Mi novio me levantó de golpe y todo sucedió de repente. Me tiró contra el sillón y yo caí de frente quedando acostada sobre él entre las piernas de Gabriel. La leche de Francisco empezó a salir a chorros y cayó sobre mi pecho pintándome las tetas de blanco. “Cometela toda” me ordenó Gabriel al mismo tiempo que se bajaba del sillón y se paraba a la altura de mi cabeza. Yo me llevé su pija a la boca una vez más mientras que mi novio descargaba toda su calentura en mis lolas.
Pero una vez que terminó no se dedicó a descansar. Enseguida se acomodó entre mis piernas, las levantó en el aire con sus manos y me penetró una vez más. Los dos seguían sumamente calientes y yo me moría de ganas de que me siguieran cogiendo de esa manera. Mi novio empezó a darme tan duro como antes lo había hecho mi compañero de la facultad y mientras que con una mano yo pajeaba a Gabriel, con la otra me esparcía el semen de mi pecho. Estábamos los tres prendidos fuego y con muchas ganas de seguir gozando.
- Ponete en cuatro.- Me dijo nuevamente Gabriel y él se sentó en el sillón.
Volvimos a colocarnos en la misma posición que antes, pero esta vez Francisco me cogía desaforadamente tomándome de la cintura y Gabriel disfrutaba de mi boca sobre su pija. Sentía toda la espalda y el pecho pegoteado pero sabía que los dos aún tenían mucho semen para darme. Y así fue. Minutos más tarde mi novio volvió a acabar y esta vez lo hizo sobre mi cola, manchándome los cachetes con su leche calentura para después esparcirla por todos lados con su pija como si fuera un pincel.
Fue entonces cuando le volvió a tocar a Gabriel. Este se acostó sobre el piso y yo me coloqué sobre él para cabalgarlo como loca. Él colocó sus manos sobre mis tetas que tenían semen de mi novio y las apretó con fuerza mientras yo me inclinaba hacia atrás. En el sillón, Francisco permanecía sentado observando la situación y tocándose la pija que de a poco volvía a ponerse dura. “Vení mi amor” le dije y él se paró con las piernas abiertas en frente mío y encima de Gabriel permitiéndome que se la mamara hasta que la volvió a tener al palo. En ese momento volví a sentir placer, volví a sentirme completamente satisfecha y a punto de explotar.
Acabé en un segundo hermoso orgasmo que grité hacia el cielo y disfruté observando la cara de felicidad de mi novio. Mojé por completo a Gabriel que contento empezó él a cogerme a mí, bajando y subiendo su cadera a gran velocidad. Volví a meterme la verga de mi novio en la boca y a disfrutarla por completo, notando como se iba endureciendo más y más entre mis labios a medida que jugaba con mi lengua sobre ella.
- Ahí viene.- Me avisó mi compañero de la facultad.
Le di lugar para que se levantar y permaneciendo de rodillas observé como se paraba al lado de su compañero y se empezaba a pajear para minutos más tarde acabarme en la cara. Por unos minutos continué chupándole la pija a los dos, como había hecho al principio de nuestro encuentro, pero esta vez estaba desnuda, satisfecha y cubierta de semen. Mi cuerpo estaba agitado y mi corazón latía a gran velocidad mientras seguía dándole placer con mis manos y mi boca a mis dos amantes.
Rendida me acosté sobre el piso y ellos me observaron desde arriba. Mi pecho subía y bajaba al ritmo de mi respiración. Estaba totalmente complacida y satisfecha, la noche hacía sido excelente y sin dudas había vivido una fiesta de semen tal cual mi amiga me había dicho. Pero noté en sus rostros la lujuria y el deseo. Era evidente que ellos todavía querían seguir divirtiéndose conmigo y yo estaba dispuesta a darles el placer. La noche iba a seguir por mucho más tiempo, pero en ese momento me di cuenta que acababa de aprender una muy importante pero simple lección: dos pijas son mejor que una.
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