Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 7: Mejores amigas
Durante todo el mes de agosto y septiembre nos encargamos de probar la mayor cantidad de trajes que podíamos. Algunos los teníamos que comprar, como el de enfermera o Gatubela, pero algunos podíamos improvisarlos con lo que teníamos en la casa, como el de colegiala o guerrera. Él también se ponía trajes aunque no tan elaborados como los míos, pero la idea era que los dos teníamos que actuar para que la escena funcionara. Por suerte a ambos nos iba muy bien en teatro y durante dos meses generamos varias escenas que nos hacían subir mucho la temperatura.
Una noche él se vistió de doctor y yo fui su enfermera que tenía que hacer todo lo que él decía para poder ganarme el trabajo. En otra ocasión Francisco se puso en el papel de profesor estricto que negociaba con una alumna muy poco aplicada como podía hacer para aprobar la materia. Otra noche yo fue una pirata capturada por el capitán de otro barco y que negociaba como salvar a mi tripulación. Para su cumpleaños me tocó ser una prisionera de guerra que como no quería develar el paradero de mis tropas tuve que sufrir las consecuencias de un coronel muy duro. Todas escenas súper excitantes, pero en todas él era quien llevaba las riendas del asunto.
Así se empezó a cansar de nuestras obras de teatro improvisadas y con el correr de los días se esforzaba cada vez menos por hacer el personaje. Cuando volvimos a hacer el papel de policía y prisionera que se quería escapar, Francisco estaba tan desmotivado que su personaje parecía exagerado y no logró hacerme acabar. El problema era que no solo pasaba cuando hacíamos juegos de rol, también cuando usábamos juguetes o cuando teníamos sexo sin nada que nos acompañe. En tan solo un mes la relación calló muy a pique y empecé a preocuparme. Como si fuera poco a él lo echaron del trabajo y estuvo unos meses en los que apenas podíamos mantenernos.
Por suerte establecí muy buena relación con Natalia, nuestra vecina, a la cual recurría frecuentemente para contar como iba avanzando nuestra relación. Ella fue la que notó de entrada que algo había pasado porque dejó de escuchar mis gemidos todas las noches. “Te tengo que se sincera, yo los escucho coger siempre y me llamó la atención que dejaran de hacerlo” me confesó y a pesar de que le pedí disculpas me dijo que no le molestaba para nada. Ella intentaba darme consejos, me decía que lo seduzca, que lo tiente con lencería o que le diga cosas para provocarlo, el problema era que a pesar de que yo hacía todo eso a la hora de la acción Francisco parecía no rendir del todo bien. Durante el mes de Octubre lo hicimos solo 6 veces, de las cuales en solo dos ocasiones logró dejarme satisfecha.
En Noviembre se derrumbó por completo, luego de pasar una semana entera sin hacerlo una sola vez. El 28 de ese mes nos sentamos en la mesa para almorzar y decidí hablarle seriamente sobre el tema ya que me estaba preocupando. Él le echó la culpa a su falta de trabajado en un principio, algo que me pareció verdad hasta que me di cuenta de que había algo más. En ese momento empecé a insistirle y tuve que hacerlo durante varios minutos hasta que al fin me dijo la verdad.
- Me aburrí de ser siempre el dominante.- Me dijo de golpe.- Me aburrí de ser siempre yo el que diga lo que hay que hacer, el que diga como tenés que ponerte y el que te coja. No estoy diciendo que vos no hacés nada, pero como que en el momento de la acción siento que si yo no domino vos no la pasas bien y a veces me gustaría que fueses vos la que dirija el sexo.
Me quedé muda. Francisco tenía razón, siempre era él quien hacia el papel de dominante y yo era la sumisa. Me preocupé. Noté en su cara vergüenza y temor, no supe que decirle y me quedé callada hasta que no me pude aguantar, me levanté y me fui de la casa. Cerré la puerta y me apoyé sobre ella y entré a llorar de manera desconsolada. De golpe se abrió la puerta de la casa de Nati y vino corriendo a abrazarme y me hizo entrar en su cocina. Como pude le conté lo que había pasado y ella intentó calmarme y lo logró minutos más tarde. Fran tenía razón, yo había cambiado mucho en cuanto a mi pensamiento sobre el sexo, pero no había cambiado mi actitud. Seguía siendo la chica que le daba vergüenza hacerlo con su novio y dejaba que él hiciera todo. Tenía que cambiar de actitud.
¿Pero cómo podía ser? Si durante esos dos años de noviazgo yo la había pasado excelente con él y hasta donde sabía Francisco la había pasado excelente conmigo. ¿Se había derrumbado todo de golpe por una estúpida razón? Me di cuenta de que el trabajo tenía que ver, de hecho al día siguiente lo obligué a ir a dos entrevistas a las que él no sabía si asistir y en una de ellas quedaron en llamarlo.
- Gracias por obligarme a ir amor.- Me dijo esa noche.- Y en cuanto a lo de ayer… Olvidate lo que te dije, no es verdad. Estaba enojado por lo del trabajo y me la agarré con vos.
- No.- Le corté de golpe.- Es verdad, tenés razón en lo que me dijiste. Pero vamos a solucionarlo juntos. Porque nos amamos y porque yo solo quiero estar con vos.- Le dije y lo besé.
El problema era que no sabía cómo solucionarlo, no se me daba ser la dominante a la hora del sexo. A principios de diciembre intenté crear un ambiente sexual y cuando logré esposarlo, terminé por liberarlo minutos después para que me cogiera como quería él quería. Francisco también se esforzaba por revivir la pasión, le ponía mucha más honda y me cogía con más ganas, pero terminaba siendo siempre él quien dominaba. No podíamos cambiar.
- ¿Qué hago?- Le consulté a Natalia desesperada.
El calor de diciembre se acercaba y no podíamos pasar un verano sin sexo, teníamos que hacer algo urgente. Tenía que hacer yo algo urgente. A mi vecina se le ocurrió una idea que era arriesgada pero que podía dar resultado. Obviamente tenía que practicar, no podía cambiar mi actitud de un día para el otro. Es por eso que casi todas las tardes de ese mes me iba a la casa de ella y nos encerrábamos en la pieza practicando mi actitud dominante y lo que iba a pasar la noche de Navidad, noche en la que íbamos a llevar a cabo el plan que ella había ideado.
Después de pasar la noche con mi familia y posteriormente juntarnos en la casa de un amigo de Francisco, decidimos volver al departamento cerca de las 4 y media de la mañana. En ese momento le mandé el mensaje a Nati y acordamos en pasarla a buscar a pesar de que Fran quería irse directo al depto. En el trayecto él volvió bastante cayado mientras yo hablaba con mi amiga, pero lo que no sabía es que nosotras le habíamos planeado una sorpresa. Nati subió primero mientras él estacionaba el auto con la excusa de “tengo que ir al baño” y yo aproveché para darle unos besos más y decirle que tenía ganas de darle su segundo regalito haciendo luego una alusión a mi cola. Eso reavivó un poco a mi novio que de golpe no parecía tener tanto sueño.
“En la pieza te espera el regalo” le dije y cuando él cerró la puerta yo aproveché para salir corriendo al departamento de Natalia donde ella ya me esperaba lista. Yo me cambié a las apuradas y volví a entrar a mi casa justo a tiempo cuando él preguntó si estaba lista. “Si amor, ahí voy” le digo para que no saliera de la pieza y volví a abrir la puerta de mi departamento para que entrara mi vecina. Las dos fuimos caminando en silencio y entramos rápidamente a la pieza y nos paramos frente a la cama con cara de serias. Él nos miró completamente sorprendido.
Las dos estábamos vestidas con temática navideña. Ambas estábamos descalzas, para agilizar un poco el trámite de sacarnos la ropa, pero yo tenía puesto un short y un top rojos con felpudito blanco en los bordes y Nati un body con las mismas características. En la cabeza no podía faltar el típico gorrito navideño y cada una tenía una esposa en la mano, ya que estábamos dispuestas a atar a mi novio. Él nos esperaba en bóxer en la cama, un bóxer que denotaba un bulto que ya estaba bastante formado.
- Nos enteramos que fuiste un nene muy malo.- Dijo de pronto Natalia y empezó a caminar por el borde de la cama.
- Así que vamos a tener que castigarte.- Le dije yo y él giró automáticamente la cabeza para verme.
- Sí.- Dijo entonces él reaccionando de golpe.- Me porté muy mal.
Eso era algo que me encantaba de Francisco, enseguida entendía todo y se ponía en el personaje sin darle importancia a todo lo demás. Nati y yo lo esposamos rápidamente a la cama y yo le saqué el bóxer dejándolo completamente desnudo y con la pija bien dura. Nos sentamos las dos a cada lado de él y empezamos a tocarle el pecho y la panza suavemente. Él seguía mirando con una sonrisa inmensa en el rostro. “Bésense” nos dijo y entonces mi vecina me miró a mí y yo dudé un segundo hasta que ella alzó bien grande las cejas.
- No.- Le dije yo de golpe y enseguida me expliqué.- Vos no me vas a venir a dar ninguna orden a mí.- Mientras tanto fui subiendo mi mano por su pecho hasta llegar al cuello y la coloqué como si fuera a ahorcarlo.- ¿Me entendiste?
- ¡Sí!- Respondió él enseguida y yo le dije que así estaba bien.
A pesar de eso nos besamos con Nati, después de todo era algo que habíamos planeado de antemano cuando estuvimos practicando durante los días previos. La idea era dominar por completo a Francisco, dejarlo inmóvil y excitarlo hasta que no pueda más y después divertirnos con su pija, pero no tratando de darle placer a él, sino como si fuese nuestro juguete sexual. Y eso hicimos con mi vecina, nos fuimos besando y tocando por encima de él que nos miraba completamente atónito. Ya me había besado con ella unos días antes, cuando Nati me enseñaba como hacerlo, pero besarme en frente de mi novio y ver de reojo como él nos observaba con una sonrisa en la boca, me calentaba aún más. Después de algunos meses de desilusión, volví a estar muy excitado y yo lo estaba logrando.
Nos fuimos sacando la ropa a medida que nos seguíamos besando y tocando la una a la otra. Sus tetas eran un poco más chiquitas que las mías, pero estaba segura que si se las chupaba en frente de mi novio a él iba a gustarle eso. Cuando lo hice escuché como decía que le encantaba verme así, pero enseguida sonó la voz de Natalia que lo retó para que se quedara callado. Entre medio de nosotras dos se alzaba su hermosa pija la cual me moría por llevarme a la boca, pero por el momento quería seguir jugando con Nati. Ella también comenzó a besarme y a pasarme la lengua por todo el cuerpo y enseguida noté como mi cuerpo se iba calentando.
Entonces ella me tiró encima de mi novio y comencé a besarlo de manera muy apasionada mientras sus manos se movían intentando liberarse de las esposas. Por su parte, nuestra vecina se había arrodillado detrás de mí y besaba mi espalda con sus labios húmedos. Todo se iba dando casi de manera en automática, como si las dos superamos lo que había que hacer de antemano, aunque a pesar de que habíamos conversado previamente algunos movimientos, de golpe nos encontrábamos improvisando.
En ese momento recordé cual era el plan desde un principio: hacer de Francisco nuestro esclavo sexual. Si él quería que yo de vez en cuando tomara las riendas del asunto, entonces iba a hacerlo. Me levanté de golpe cuando Natalia estaba besando mi cintura y él me miró expectante de lo que podía llegar a suceder. Girando un poco la cabeza le ordené a ella que se sentara sobre la cara de mi novio. “Vas a ver lo bien que te chupa la conchita” le dije a ella y enseguida lo obligué a él que lo hiciera tan bien como lo hacía conmigo. Mientras ella se acomodaba, yo fui bajando mi cuerpo hasta quedar entre sus piernas y me agaché para meterme su pija bien dura en la boca.
En un principio me concentré en disfrutar del hermoso pete que le estaba haciendo. Había aprendido a gozar esos momentos y a excitarme con su verga entre mis labios, pasándole la lengua por aquí y por allá, saboreando sus huevos y lamiéndola toda hasta llenarla de saliva. Pero de a poco fui levantando la vista y la imagen se volvió aún más excitante. Él seguía acostado, con los brazos estirados y esposados a la punta de la cama, mientras que ella se había puesto en cuclillas sobre su cabeza y arrimaba su concha hasta la cara de él. Mi novio sacaba su lengua como podía y la movía descontroladamente sobre la conchita de mi vecina que largaba leves gemidos de placer y le pedía que no dejara de moverla.
No me pude contener, estaba tan excitada que necesitaba sentir su cuerpo adentro del mío, entonces me acomodé encima de su cintura y me senté sobre su pija completamente parada y comencé a cabalgarla. Apoyando mis manos en su pecho, me fui moviendo despacito hacia adelante y hacia atrás muy lentamente, todo a su tiempo, sin dejar de observar como su lengua seguía humedeciendo a Natalia. Ella, ya no controlaba para nada sus gemidos y los lanzaba con total claridad, diciendo que le encantaba lo que le estaba haciendo y pidiéndole más y más. Yo también empecé a gemir, lanzando leves aullidos con cada movimiento que daba y apretando fuertemente en el pecho de Francisco.
Nati se paró luego de varios minutos y se la notaba exaltada y acelerada. Entonces decidí dejarla disfrutar de la hermosa pija de mi novio, dándole lugar para que ella se sentara sobre él. Lo hizo de espaldas, dejando su cola en primer plano la cual Francisco miró con ganas. Yo me acosté al lado de él y luego de besarle el cuello y él pecho me dediqué a observar como nuestra vecina se lo cogía frente a mis ojos. Era la primera vez que algo así pasaba pero en vez de sentir celos sentía emoción. La imagen me estimulaba y saber que los dos la estaban pasando bien frente a mis ojos era algo sumamente placentero.
Estiré mi mano por el pecho de mi novio hasta llegar a la cola de Natalia y le pegué unos cuantos chirlos para luego subir por su espalda y sujetarle con fuerza el pelo. Sin duda eso no lo habíamos planeado, pero ella sabía que yo estaba allí para demostrarle a Francisco que podía ser la amante dominante que él quería. Mi vecina se dejó llevar por mi mano y mientras seguía moviendo su cintura disfrutando de la pija de mi novio, comenzó a sentir como su cabeza se inclinaba hacia atrás mientras que yo tiraba de su pelo.
- ¿Te gusta?- Le pregunté y ella simplemente dijo que sí.- ¿Te gusta cogerte a mi novio?- Le insistí después siendo más específica.
- ¡Me encanta!- Me respondió ella nuevamente tirando la cabeza hacia atrás.
Después volví a montarlo yo y ella tomó mi lugar. Se acostó al lado de él y fue acariciando todo su cuerpo mientras que yo me sentaba de frente a él y gozaba de su verga parada adentro de mi húmeda conchita. Natalia decidió ponerse un poquito más violenta y luego de chuparle los pezones a Francisco se los empezó a mordisquear y los quejidos de él no tardaron en llegar. “¡Callate!” le grité yo mientras seguí cabalgándolo y observando la imagen. Pero él no pudo hacer silencio luego de que nuestra vecina fuera hasta su otro pezón y se lo mordiera aún más fuerte.
- ¡Callate!- Le dije y le pegué una cachetada en la cara luego de que ella se hiciera a un lado.
Eso me excitó tanto que no me pude aguantar. Empecé a saltar sobre su cuerpo clavándome su verga bien adentro del mío y el placer fue creciendo. Mientras que Natalia seguía jugando con sus labios y su lengua sobre el pecho de él, yo brincaba sobre su cintura sintiendo más y más calor en mi cuerpo. Comencé a gritar, gritos puros de satisfacción que indicaban lo mucho que estaba gozando de estar así con ellos dos. La calentura estaba en su máximo esplendor.
Acabé lanzando un grito puro de placer y cayendo sobre el cuerpo de mi novio que intentó abrazarme pero las esposas se lo impidieron. Descargué toda mi energía mordiéndole el cuello y dejándole una marca que de seguro se iba a hacer más intensa con el correr de las horas. Natalia me miró sonriente y sin previo aviso me volvió a besar. Francisco debía de estar deleitándose con esa imagen y su pija se sentía a punto de explotar.
Para el gran final habíamos preparado algo similar a lo que habíamos hecho al inicio, pero con la idea de dejarlo bien complacido. Las dos nos acostamos con la cabeza a la altura de su cintura, una de cada lado de su cuerpo y le empezamos a pasar la lengua por todos lados. Le lamimos los muslos, las caderas, la panza y hasta las rodillas y luego de dejarlo todo empapado de saliva subimos hasta su pija y comenzamos a chupársela una de cada lado.
Nuestras bocas subían y bajaban a diferentes ritmos pero se cruzaban constantemente. Rozaba los labios de Natalia mientras contorneaba con los míos la verga de mi novio que se alzaba dura entre nosotras dos. “¡Sí! ¡Ahí viene!” gimió él y notamos como esta empezaba a palpitar y enseguida nos corrimos a un lado. No íbamos a darle el gusto de que acabara en nuestras bocas, no esa noche en la que nosotras éramos las que dominábamos. Francisco comenzó a acabar y largó una enorme cantidad de semen que saltó por los aires y fue a parar a sus piernas y a su propio cuerpo. Lanzó un suspiro de placer y cerró los ojos.
- Bueno… ¿Vamos?- Le pregunto yo a Natalia.
Ella me dijo que sí y las dos nos paramos de la cama y nos cambiamos poniéndonos la ropa navideña que habíamos preparado para esa noche. Él nos miró algo desconcertado, pues todavía seguía acostado en la cama, esposado a esta y cubierto de su propio semen y transpiración. Nos sonrió al ver que lo saludábamos, de seguro no se esperaba que lo dejáramos ahí toda la noche, pero cuando vio que yo estaba a punto de marcharme con mi vecina me llamó.
- ¡Cami! ¡Desatame por favor!- Me dijo casi suplicándome.
Yo no dije nada. Giré la cabeza y le lancé una mirada fulminante con una cara de odio que dijo todo. Si yo dominaba, yo decidía cuando lo desataba. Salí de la habitación, cerré la puerta y me fui a dormir a la casa de mi vecina viendo la cara de felicidad de mi novio. Esa noche aprendí que otra persona puede revivir la pasión muy fácilmente.
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