Ahora la tengo totalmente entregada. Agachada en cuatro sobre el borde de la cama ofreciéndose toda y con mi pija apoyada en esa concha totalmente mojada. Ahora la embisto con fuerza y se la entierro hasta el fondo, de un empujón, casi con violencia. Ella larga un suspiro entre quejido de dolor y gemido de placer… que hija de puta!
Es que no me puedo sacar de la cabeza esa historia que leí. Nunca me contó nada de eso y hace años ya que estamos juntos. Estoy caliente, como enojado, furioso. No sé por qué. No tengo ningún derecho. En todo caso es el pasado de ella y habría que ver si esa historia no es inventada. Ni si quiera puedo asegurar que sea de ella. Pero algo me carcome la cabeza.
Días atrás encontré, sin querer, ésta historia en una vieja pc que teníamos guardada en el fondo, la publiqué acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3558234/Dulce-Egoista.html
Desde ese día el morbo que me generó imaginarla a ella con un desconocido me dio vueltas por la cabeza todo el tiempo. Es casi como si pudiera verla así, tan entregada, tan dispuesta a disfrutar el momento con un extraño, un cualquiera. Sin cuestionarse nada. Esa imagen me rondaba la cabeza y a la vez que me excitaba me generaba un enojo, una bronca que no podía contener.
Es absurdo, lo sé. Pero esa fantasía era, a la vez, el objeto de mi deseo y el motor de ésta angustia que siento. No puedo dejar de imaginármela. ¿O no quiero?
Necesitaba sacarme esto que me pasaba de encima. Sentía que explotaba, no encontraba la manera. ¿Qué tenía que hacer? ¿Preguntarle? ¿Cómo la encaraba? Y si la historia era cierta ¿me la iba a bancar?
Todo eso que me pasaba por la cabeza era tan ambiguo. Me generaba sensaciones tan distantes, tan contrarias. Me llevaba a un punto de detonación inminente, incontrolable. Y al final exploté…. Y esa fue la manera de manejar lo que me pasaba.
Quiero contarles lo que pasó, pero necesitaba explicarles un poco. Desahogarme, para que se pongan en mi piel. Para que no me juzguen mal.
Porque así pasó todo ésta vez:
Lo único que necesitan saber para completar el panorama es que somos una pareja que estamos juntos hace varios años, estamos más cerca de los cuarenta que de los treinta. Tenemos hijos juntos, nos llevamos bien. La remamos. Pero el desgaste del día a día llega indefectiblemente, y bueno… A eso sumale niños pequeños, crisis económicas, etc. En fin la vida misma.
En los últimos tiempos la relación cambió un poco, nuestras prioridades se reorganizaron y si bien aún al mirarnos a los ojos podemos sentir que nos deseamos, las veces que podemos expresarnos físicamente se fueron poniendo un poco monótonas: Una acabada rápida y a dormir era lo más común a la hora de tener relaciones.
Después de haber leído la historia pasaron un par de días en los que no pude casi dirigirle la palabra. Eso, entre el quehacer cotidiano, a esta altura de nuestra vida, pasó casi desapercibido.
Pero ella es una criatura sexual, eso tengo que admitirlo. Y más temprano que tarde yo sabía que ella me iba a buscar. Porque, si bien ya no cogemos todos los días como al principio, siempre dos o tres veces por semana encontramos el momento de poder satisfacernos mutuamente.
Ella es “calentona”. Y cuando empieza a juntar calentura después de una par de días, esa excitación se le nota casi en cada cosa que hace. Yo la conozco, sé leerla perfectamente. La manera en que se mueve, como se menea. La manera de agacharse a levantar algo del suelo. Son cosas sutiles, casi imperceptibles. Por ahí come algo dulce y se relame un poco cerrando los ojos, suspirando. Y yo sé que hay algo más que solo disfrutar un postre.
Entonces yo me preguntaba ¿Qué pasa por esa cabeza? ¿Qué se imagina?
Y por ahí era eso lo que me mataba por dentro, porque nunca me había contado nada de eso que le paso aquella noche. El mejor orgasmo de su vida, lo describió...
Un día comenzó a buscarme, yo estaba reacio, tenía miedo a mi reacción. La evadí. Estaba confundido. Pero a los dos o tres días ya no había pero que valga. Ella estaba con ganas y encima empezaba el fin de semana, ya no iba a tener excusas. O solucionaba lo que me pasaba por la cabeza o, no importa cómo, la iba a tener que enfrentar.
Y así surgió, casi espontáneamente, la solución. Fue algo que no vi venir, no lo calculé. Jamás me hubiera imaginado a mí en ese lugar, pero esa sensación de bronca contenida generó algo que nunca hubiese anticipado.
Era viernes por la noche. Los chicos ya estaban dormidos en su habitación. Ella fue a ducharse y yo la esperé acostado en la cama viendo una serie.
En ese momento yo no tenía en claro lo que iba a pasar, llegado el momento mi cuerpo decidiría por mí.
Ella salió del baño con solo un camisón. Cortito y suelto que, con el movimiento, dejaba ver que no tenía puesta bombacha. Se notaba que no se había secado mucho, porque la tela del camisón se le pegaba un poco al cuerpo y la iba marcando, sobre todo en lo pechos. Podía notar sus pezones casi como si estuviera desnuda.
Risueña me empezó a contar de su semana mientras acomodaba algunas cosas, moviéndose de acá para allá, exhibiéndose un poco. Evidentemente tenía ganas de coger. Su forma de moverse me sugería que estaba muy caliente. Se le caían cosas de la mano que ella se agachaba a recoger levantándome la cola para que pudiera verla.
Ya en ese momento mi pija empezó a engrosarse. La puta madre! La hija de puta me estaba poniendo recaliente y eso me enervaba todavía más.
Yo me contenía.
Ella se me acercaba con excusas y me rozaba el hombro con las tetas, acomodándome una almohada. Me apoyaba los pezones, duros.
Yo hacía fuerzas por seguir aguantando, pero por dentro tenía un remolino de sensaciones que empezaba a arrasar todas las barreras.
Me hablaba cerca, haciéndome cosquillas al oído, para que pudiera sentir su aliento húmedo y caliente. Me sonreía con los ojos bien abiertos, mirándome fijamente. Me dejaba ver en su sonrisa, cómo la lengua se apretaba un poco entre los dientes. Una lengua hambrienta llena de microscópicos hilitos de saliva. Esa sonrisa, esa boca, esa lengua… era como si me dijeran: -Hoy estoy dispuesta a todo. Te chupo la pija, te la muerdo! Te la lleno de saliva para que me cojas.
Esos ojos me imploraban: - Te hago lo que me pidas!
Y yo tenía esta doble calentura, la de mi pija, que ya era un fierro, y la de mi cabeza, que quería destrozar todo lo que tuviera cerca.
Entonces ella me dijo, sin dejar de sonreír: - Y?
Solo eso dijo. “Y”.
Y yo estallé, fui puro impulso, pura reacción.
Me levanté y la agarre de la nuca, fui suave pero firme. Acerqué su cara a la mía y le lamí los labios. Dos veces. En la segunda pasada pude sentir su lengua y el sabor de su saliva caliente. Me saque la remera, la enrolle y se la até alrededor de los ojos para que estuviera a ciegas.
La tomé del brazo y la dí vuelta, dejándola inmóvil. Ella no reaccionaba y por la liviandad de su cuerpo pude darme cuenta que le gustaba.
Por detrás, siempre reteniéndola, acerqué mi cuerpo al suyo, apoyándole la pija para que la sintiera. Le dije suave al oído: -Si algo no te gusta, decímelo. Pero no creo que algo me vaya a parar hoy.
Ella dejó escapar un suspiro mientras con la cabeza decía que sí en un leve movimiento.
Entonces la empujé hasta la cama, la hice arrodillarse al borde y le ordené:- Abríte bien para que te pueda coger. Y ella lo hizo.
Está totalmente entregada. Imaginátela: agachada en cuatro sobre el borde de la cama ofreciéndose toda y con mi pija apoyada en esa concha totalmente mojada. La embisto con fuerza y se la entierro hasta el fondo, de un empujón, casi con violencia. Ella larga un suspiro entre quejido de dolor y gemido de placer… que hija de puta!
Entonces empiezo a alternar suaves movimientos de meterla y sacarla con fuertes y rápidas embestidas. Por momentos se la meto bien hasta el fondo para que las bolas, oscilantes, le golpeen el clítoris.
Ella está completamente ruborizada. La cara y las tetas apoyadas en la cama. La cola bien arriba. Se la vé disfrutar a pleno.
Seguí así un rato, hasta que noté que acababa. Acababa fuerte, el rostro desbordado. Mordiendo la sabana con toda la boca llena de baba. Tratando de contenerse para que no se escucharan sus gritos.
Mi pija metida adentro suyo, latiendo. Y con cada latido ella temblaba, convulsionaba. Entonces despacito, para que la sintiera en toda su extensión, la fui sacando. Y así toda brillante, babosa, dura, venosa, se la acerque a su ciego rostro y se la apoyé en la cara. Noté que primero sintió el olor, porque aspiro fuerte dos o tres veces como queriendo atesorar esa fragancia a sexo, a pija y concha, a acabada, a cogida. Entonces, primero tímidamente, como degustando, paso la lengua por un costado del tronco. Desde abajo y hasta la punta de la cabeza. Se relamió. Hizo lo mismo del otro costado mientras suspiraba y decía en voz baja “qué rico!” , “hijo de puta, que rico!”. Y me la chupó toda, un rato largo.
Después, como desesperada, fuera de sí, me empezó a pedir: - dame la leche! La quiero. Te la quiero tomar toda, dame la leche!
Y yo solo dije: -No.
Esperé un segundo y completé: -Ahora me voy a concentrar solo en mí.
Esas palabras hicieron impacto, lo note en su rostro. Algo la conmovió.
La volví a poner en cuatro y le apoyé la cabeza de pija bien en el medio del ano. Se la iba a meter entera en el culo y le iba a largar toda la leche ahí adentro. Siempre lo había querido y aunque no era una zona que estuviera fuera de nuestros juegos a ella le daba un poco de impresión. Le chupé bien el culo, me encanta hacerlo, y se lo llene bien de saliva. Le apoye fuerte la cabeza y presioné. Ella no decía nada, pero no se movía, me dejaba hacer. Yo apretaba la cabeza de la chota con los pulgares de las dos manos para que abriera camino. Entonces empezó a ceder. Puse más saliva, totalmente excitado, enloquecido. Ella callada, solo respiraba fuerte.
Y ahí sí. Presioné fuerte. La cabeza entró de golpe y de ahí a tenerla toda adentro fue cuestión de segundos.
-Ay! Ay! Gritaba ella. Y reconozco que a mí, eso, me calentaba un poco más.
Cinco segundo tardaba para meterla entera. Cinco segundos para sacarla casi toda afuera, llenarla de saliva y volver a meterla.
La sensación de sentir la pija penetrando un culo es inexplicable. La manera en que te aprieta cada milímetro. El calor que te envuelve. El placer que te genera sentir cómo cada parte de tu pija roza esa piel por dentro. Esa piel casi rasposa.
Cuando me dí cuenta, ya se la estaba metiendo y sacando tan rápido como si le estuviera cogiendo la concha.
Y ella gritaba “Ay! Ay!” Pero ya no era solo dolor, estaba acabando nuevamente.
Aguante lo que pude y de pronto sentí cómo me explotaba la pija, sentí cómo le dejaba toda mi leche, caliente, espesa, en se culo que hasta ahora me habían negado.
Y mientras, despacito, con la pija todavía dura, la fui sacando y ví cómo chorreaba, cómo manaba mi leche de ese culo que me volvía loco. Y pensé. Es cierto que hay que ser egoísta...
Continúa acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3564100/Despues-de-violar-a-mi-mujer.html
El principio lo podes leer acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3558234/Dulce-Egoista.html
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Es que no me puedo sacar de la cabeza esa historia que leí. Nunca me contó nada de eso y hace años ya que estamos juntos. Estoy caliente, como enojado, furioso. No sé por qué. No tengo ningún derecho. En todo caso es el pasado de ella y habría que ver si esa historia no es inventada. Ni si quiera puedo asegurar que sea de ella. Pero algo me carcome la cabeza.
Días atrás encontré, sin querer, ésta historia en una vieja pc que teníamos guardada en el fondo, la publiqué acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3558234/Dulce-Egoista.html
Desde ese día el morbo que me generó imaginarla a ella con un desconocido me dio vueltas por la cabeza todo el tiempo. Es casi como si pudiera verla así, tan entregada, tan dispuesta a disfrutar el momento con un extraño, un cualquiera. Sin cuestionarse nada. Esa imagen me rondaba la cabeza y a la vez que me excitaba me generaba un enojo, una bronca que no podía contener.
Es absurdo, lo sé. Pero esa fantasía era, a la vez, el objeto de mi deseo y el motor de ésta angustia que siento. No puedo dejar de imaginármela. ¿O no quiero?
Necesitaba sacarme esto que me pasaba de encima. Sentía que explotaba, no encontraba la manera. ¿Qué tenía que hacer? ¿Preguntarle? ¿Cómo la encaraba? Y si la historia era cierta ¿me la iba a bancar?
Todo eso que me pasaba por la cabeza era tan ambiguo. Me generaba sensaciones tan distantes, tan contrarias. Me llevaba a un punto de detonación inminente, incontrolable. Y al final exploté…. Y esa fue la manera de manejar lo que me pasaba.
Quiero contarles lo que pasó, pero necesitaba explicarles un poco. Desahogarme, para que se pongan en mi piel. Para que no me juzguen mal.
Porque así pasó todo ésta vez:
Lo único que necesitan saber para completar el panorama es que somos una pareja que estamos juntos hace varios años, estamos más cerca de los cuarenta que de los treinta. Tenemos hijos juntos, nos llevamos bien. La remamos. Pero el desgaste del día a día llega indefectiblemente, y bueno… A eso sumale niños pequeños, crisis económicas, etc. En fin la vida misma.
En los últimos tiempos la relación cambió un poco, nuestras prioridades se reorganizaron y si bien aún al mirarnos a los ojos podemos sentir que nos deseamos, las veces que podemos expresarnos físicamente se fueron poniendo un poco monótonas: Una acabada rápida y a dormir era lo más común a la hora de tener relaciones.
Después de haber leído la historia pasaron un par de días en los que no pude casi dirigirle la palabra. Eso, entre el quehacer cotidiano, a esta altura de nuestra vida, pasó casi desapercibido.
Pero ella es una criatura sexual, eso tengo que admitirlo. Y más temprano que tarde yo sabía que ella me iba a buscar. Porque, si bien ya no cogemos todos los días como al principio, siempre dos o tres veces por semana encontramos el momento de poder satisfacernos mutuamente.
Ella es “calentona”. Y cuando empieza a juntar calentura después de una par de días, esa excitación se le nota casi en cada cosa que hace. Yo la conozco, sé leerla perfectamente. La manera en que se mueve, como se menea. La manera de agacharse a levantar algo del suelo. Son cosas sutiles, casi imperceptibles. Por ahí come algo dulce y se relame un poco cerrando los ojos, suspirando. Y yo sé que hay algo más que solo disfrutar un postre.
Entonces yo me preguntaba ¿Qué pasa por esa cabeza? ¿Qué se imagina?
Y por ahí era eso lo que me mataba por dentro, porque nunca me había contado nada de eso que le paso aquella noche. El mejor orgasmo de su vida, lo describió...
Un día comenzó a buscarme, yo estaba reacio, tenía miedo a mi reacción. La evadí. Estaba confundido. Pero a los dos o tres días ya no había pero que valga. Ella estaba con ganas y encima empezaba el fin de semana, ya no iba a tener excusas. O solucionaba lo que me pasaba por la cabeza o, no importa cómo, la iba a tener que enfrentar.
Y así surgió, casi espontáneamente, la solución. Fue algo que no vi venir, no lo calculé. Jamás me hubiera imaginado a mí en ese lugar, pero esa sensación de bronca contenida generó algo que nunca hubiese anticipado.
Era viernes por la noche. Los chicos ya estaban dormidos en su habitación. Ella fue a ducharse y yo la esperé acostado en la cama viendo una serie.
En ese momento yo no tenía en claro lo que iba a pasar, llegado el momento mi cuerpo decidiría por mí.
Ella salió del baño con solo un camisón. Cortito y suelto que, con el movimiento, dejaba ver que no tenía puesta bombacha. Se notaba que no se había secado mucho, porque la tela del camisón se le pegaba un poco al cuerpo y la iba marcando, sobre todo en lo pechos. Podía notar sus pezones casi como si estuviera desnuda.
Risueña me empezó a contar de su semana mientras acomodaba algunas cosas, moviéndose de acá para allá, exhibiéndose un poco. Evidentemente tenía ganas de coger. Su forma de moverse me sugería que estaba muy caliente. Se le caían cosas de la mano que ella se agachaba a recoger levantándome la cola para que pudiera verla.
Ya en ese momento mi pija empezó a engrosarse. La puta madre! La hija de puta me estaba poniendo recaliente y eso me enervaba todavía más.
Yo me contenía.
Ella se me acercaba con excusas y me rozaba el hombro con las tetas, acomodándome una almohada. Me apoyaba los pezones, duros.
Yo hacía fuerzas por seguir aguantando, pero por dentro tenía un remolino de sensaciones que empezaba a arrasar todas las barreras.
Me hablaba cerca, haciéndome cosquillas al oído, para que pudiera sentir su aliento húmedo y caliente. Me sonreía con los ojos bien abiertos, mirándome fijamente. Me dejaba ver en su sonrisa, cómo la lengua se apretaba un poco entre los dientes. Una lengua hambrienta llena de microscópicos hilitos de saliva. Esa sonrisa, esa boca, esa lengua… era como si me dijeran: -Hoy estoy dispuesta a todo. Te chupo la pija, te la muerdo! Te la lleno de saliva para que me cojas.
Esos ojos me imploraban: - Te hago lo que me pidas!
Y yo tenía esta doble calentura, la de mi pija, que ya era un fierro, y la de mi cabeza, que quería destrozar todo lo que tuviera cerca.
Entonces ella me dijo, sin dejar de sonreír: - Y?
Solo eso dijo. “Y”.
Y yo estallé, fui puro impulso, pura reacción.
Me levanté y la agarre de la nuca, fui suave pero firme. Acerqué su cara a la mía y le lamí los labios. Dos veces. En la segunda pasada pude sentir su lengua y el sabor de su saliva caliente. Me saque la remera, la enrolle y se la até alrededor de los ojos para que estuviera a ciegas.
La tomé del brazo y la dí vuelta, dejándola inmóvil. Ella no reaccionaba y por la liviandad de su cuerpo pude darme cuenta que le gustaba.
Por detrás, siempre reteniéndola, acerqué mi cuerpo al suyo, apoyándole la pija para que la sintiera. Le dije suave al oído: -Si algo no te gusta, decímelo. Pero no creo que algo me vaya a parar hoy.
Ella dejó escapar un suspiro mientras con la cabeza decía que sí en un leve movimiento.
Entonces la empujé hasta la cama, la hice arrodillarse al borde y le ordené:- Abríte bien para que te pueda coger. Y ella lo hizo.
Está totalmente entregada. Imaginátela: agachada en cuatro sobre el borde de la cama ofreciéndose toda y con mi pija apoyada en esa concha totalmente mojada. La embisto con fuerza y se la entierro hasta el fondo, de un empujón, casi con violencia. Ella larga un suspiro entre quejido de dolor y gemido de placer… que hija de puta!
Entonces empiezo a alternar suaves movimientos de meterla y sacarla con fuertes y rápidas embestidas. Por momentos se la meto bien hasta el fondo para que las bolas, oscilantes, le golpeen el clítoris.
Ella está completamente ruborizada. La cara y las tetas apoyadas en la cama. La cola bien arriba. Se la vé disfrutar a pleno.
Seguí así un rato, hasta que noté que acababa. Acababa fuerte, el rostro desbordado. Mordiendo la sabana con toda la boca llena de baba. Tratando de contenerse para que no se escucharan sus gritos.
Mi pija metida adentro suyo, latiendo. Y con cada latido ella temblaba, convulsionaba. Entonces despacito, para que la sintiera en toda su extensión, la fui sacando. Y así toda brillante, babosa, dura, venosa, se la acerque a su ciego rostro y se la apoyé en la cara. Noté que primero sintió el olor, porque aspiro fuerte dos o tres veces como queriendo atesorar esa fragancia a sexo, a pija y concha, a acabada, a cogida. Entonces, primero tímidamente, como degustando, paso la lengua por un costado del tronco. Desde abajo y hasta la punta de la cabeza. Se relamió. Hizo lo mismo del otro costado mientras suspiraba y decía en voz baja “qué rico!” , “hijo de puta, que rico!”. Y me la chupó toda, un rato largo.
Después, como desesperada, fuera de sí, me empezó a pedir: - dame la leche! La quiero. Te la quiero tomar toda, dame la leche!
Y yo solo dije: -No.
Esperé un segundo y completé: -Ahora me voy a concentrar solo en mí.
Esas palabras hicieron impacto, lo note en su rostro. Algo la conmovió.
La volví a poner en cuatro y le apoyé la cabeza de pija bien en el medio del ano. Se la iba a meter entera en el culo y le iba a largar toda la leche ahí adentro. Siempre lo había querido y aunque no era una zona que estuviera fuera de nuestros juegos a ella le daba un poco de impresión. Le chupé bien el culo, me encanta hacerlo, y se lo llene bien de saliva. Le apoye fuerte la cabeza y presioné. Ella no decía nada, pero no se movía, me dejaba hacer. Yo apretaba la cabeza de la chota con los pulgares de las dos manos para que abriera camino. Entonces empezó a ceder. Puse más saliva, totalmente excitado, enloquecido. Ella callada, solo respiraba fuerte.
Y ahí sí. Presioné fuerte. La cabeza entró de golpe y de ahí a tenerla toda adentro fue cuestión de segundos.
-Ay! Ay! Gritaba ella. Y reconozco que a mí, eso, me calentaba un poco más.
Cinco segundo tardaba para meterla entera. Cinco segundos para sacarla casi toda afuera, llenarla de saliva y volver a meterla.
La sensación de sentir la pija penetrando un culo es inexplicable. La manera en que te aprieta cada milímetro. El calor que te envuelve. El placer que te genera sentir cómo cada parte de tu pija roza esa piel por dentro. Esa piel casi rasposa.
Cuando me dí cuenta, ya se la estaba metiendo y sacando tan rápido como si le estuviera cogiendo la concha.
Y ella gritaba “Ay! Ay!” Pero ya no era solo dolor, estaba acabando nuevamente.
Aguante lo que pude y de pronto sentí cómo me explotaba la pija, sentí cómo le dejaba toda mi leche, caliente, espesa, en se culo que hasta ahora me habían negado.
Y mientras, despacito, con la pija todavía dura, la fui sacando y ví cómo chorreaba, cómo manaba mi leche de ese culo que me volvía loco. Y pensé. Es cierto que hay que ser egoísta...
Continúa acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3564100/Despues-de-violar-a-mi-mujer.html
El principio lo podes leer acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3558234/Dulce-Egoista.html
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