Llovió a cántaros esa noche y llegué tarde, ellame espeaba en la sala y estaba enojadísima, yo no tenía una buena excusa de modo que en lugar de darle una explicación de mi tardanza preferí dejarla hablando sola y corrí a cambiarme de ropa y a secarme, el frío me tenía más intimidado.
Al volver con ella le pedí disculpas de todas las formas que se me ocurrieron pero nada dio resultado, empecé a resignarme, sería otra noche durmiendo separados. Pero antes de abandonar la sala le di el regalo que había preparado para ella, era nuestro primer aniversario. Luego me alejé.
Me acosté en el cuarto de visitas y temblando de frío me eché encima la manta más gruesa que encontré, estaba cansado y con hambre pero no quise comer con ese mal humor.
Disponiéndome a dormir cerré los ojos pero de inmediato la luz se encendió y me obligó a abrirlos nuevamente, y ahí estaba mirándome, su rostro ya no era de enojo.
—¿Te quieres perder la cena? — me dijo
—Tengo hambre — respondí
—Levántate de ahí y comamos juntos, hablemos — contestó mientras se daba la vuelta.
La seguí entonces, fuimos a la cocina y nos servimos cada uno su plato, nos sentamos y nos miramos a los ojos y dejé que probara el primer bocado, para mí era un deleite mirarla, hasta para comer tiene estilo.
—¿Ahora si me dirás el motivo de tu tardanza? — dijo con mirada curiosa
—¿no has visto cómo está allá afuera?
—Sí, pero es nuestro aniversario
—La comida está rica — desvíe la conversación inútilmente
—Dime...
—¿Honestamente?
—Adelante...
—Sabes que soy olvidadizo y sí, olvidé que era nuestro aniversario y me puse a buscar un buen regalo apenas salí del trabajo, ¿tienes idea de lo difícil que me fue hallar algo decente?... espero que te haya gustado.
—Jajajaja — interrumpe — !que zoquete eres amor!
—Si no te gusta lo puedo devolver
—Me encantó, mira — Ni siquiera me había dado cuenta de que tenía ese hermoso collar colgando de su cuello, la fina cadena de plata brillante se perdía en su pecho... sus pechos.
—¿Y para mí qué hay? — dije con sarcasmo
Sacó una pequeña caja quién sabe de dónde y me la entrega
—Pero no la abras hasta mañana.
—Bueno — contesté.
Me sentía extraño pero sospechaba que era un truco suyo, abandonó la mesa y me dijo que fregara mientras volvía y así lo hice, la esperé y después de varios minutos regresó con un atuendo de lo más precioso y sensual a la vez, se veía tan atractiva y radiante que era como la primera vez que la conocí, se mordió el labios y me sonrió mientras ponía algo de música...
—Los regalitos están bien pero lo que está por pasar es lo mejor — dice con su voz tan sensual y provocativa que siento una indescriptible energía recorriendo mi cuerpo al instante, una sensación que conozco pero no sé definir con palabras.
Se acerca lentamente bailando como una serpiente al ritmo de la música que por alguna razón yo no percibía, estaba hipnotizado mirando su cuerpo, ese vestido corto era perfecto pegado a la piel dejando que sus curvas tuvieran protagonismo, el color escarlata de la tela y de sus labios llegaban a mi subconsciente.
Despertó en mí un deseo indetenible por estar pegado a ella y sin embargo ella jugaba con mis ganas alejándose y acercándose mientras bailaba, se reía y bromeaba hasta que no pude más y la tomé en mis brazos y traté de besarla locamente pero me detuvo con un dedo y dijo.
—Si no bailas, no hay premio.
Sonreí y apretando sus nalgas olí su cuello, me separé y comencé a bailar, me reí, no era muy bueno pero pronto la tuve frente a mí.
—Que sea como cuando nos conocimos — dijo
Entonces tomé su cintura y bailamos lentamente al ritmo de un jazz relajante y sensual. Sentí su cuerpo pegado al mío, sus risitas excitantes, su perfume de mujer y su piel ardiente, me tentaba demasiado pero traté de mantener la calma y bailar lo más rico que podía.
Ella entonces tomó poco a poco el control de la situación y procedió a besarme lentamente con una magia que no sabría explicar, sus labios eran una delicia, cada milisegundo era un manjar, su calor su respiración, su manera de jugar de ese modo con mi mente. Mis manos se movieron solas y se posaron en su culo, comencé a manosearlo con suavidad por encima del vestido. Ella dejaba salir una risita silenciosa mientras besaba tiernamente mi cuello y sus manos acariciaban mi espalda.
Nuestros cuerpos estaban tan juntos que su piel caliente y la mia se sentían como si no hubiera ropa de por medio, mis manos fueron siempre subiendo con sutileza a su espalda y luego a sus hombros, mientras las suyas bajaban a mis pantalones y sin mediar palabras acariciaba mi entrepierna sonriendo picaramente, la besé de nuevo, fue un beso intenso y delicioso, nuestros labios se rehusaban a separarse.
Ella procedió a quitarme la camisa y a besar mi pecho, manoseando mi piel con sus suaves manos de diosa. Yo levanté el vestido hasta que palpé sus glúteos desnudos, no llevaba ropa interior, y eso me excitó de sobremanera, tuve una erección salvaje que luchaba por salir de mi pantalón y ella lo sabía, y nuevamente sus manos bajaron a darle caricias a mi entrepierna haciéndome enloquecer, pero sabiendo que debía seguir su juego no hice nada más que dejarme llevar por su ritmo.
Besé su cuello y mordí su hombro izquierdo haciéndole cosquillas, mi mano derecha bajó a su entrepierna y acarició, tal como ella hacía conmigo, mis besos sobre su piel caliente bajaban de su cuello a sus pechos siguiendo al collar, ella miraba hacia arriba gimiendo cada vez que mis labios tocaban sus pechos.
—¿Qué tal? — me dice
—El vestido está perfecto — dije
—¿Perfecto para qué? — volvió a reír con sensualidad
—Para quitartelo — respondí justo antes de besarla otra vez.
La música terminó, nuestros jadeos y besos se apoderan de la habitación, su respiración excitada me encanta, siento que no puedo aguantar más y ella se da cuenta, así que por fin me permite sacar mi miembro erecto y firme del pantalón, pegada a mí deja que juegue entre sus pierna apretandolo con sus muslos haciéndolo rozar su sexo igualmente y comienzan los movimientos provocativos. El calor que emana de su sexo desnudo rozando mi miembro produce un gusto increíble, ella comienza a gemir y a moverse con más velocidad mientras yo aprieto su culo y la presiono contra mí para que esté pegada.
El juego sigue durante unos minutos hasta que ya no podemos más y descaradamente me deja a punto de terminar y se separa de mí, me invita a seguirla al sofá y la sigo como un perrito, me dice.
—¿Quieres venirte bebé?
Y yo no digo nada, solo me dejo usar. Al llegar al sofá me hace sentarme y acto seguido se arrodilla ante mí y comienza a masturbarme con ambas manos sin dejar de mirarme, el tacto de sus manos en la piel de mi pene es más que suficiente para devolverme el placer de antes y más con su mirada de deseo ante mis ojos. El placer se incrementa cuando me pide que cierre los ojos y me doy cuenta de que su lengua caliente comienza a juguetear con mi glande, luego sus labios rodean la punta y lentamente como si de un caramelo se tratase empieza a lamer y a chupar brindándome un gusto superior al anterior. Su labor es especialmente majestuosa y el placer que recibo es doblemente magnífico, a tal punto de dejar mi mente en blanco, quisiera ver cómo lo hace pero si abro los ojos se perderá la magia ¿no?. Ella continúa como si nada, lamiendo, chupando, jugando y riendo hasta que inevitablemente siento que llego al clímax, y al darse cuenta lo saca de su boca con una sonrisa pícara, temiendo que me deje como un rato antes tomo su cabeza y la empujo nuevamente a mi verga y me corro como loco hasta perder la noción unos segundos, abro los ojos y respiro pesadamente mientras veo que me mira, pero no con disgusto, y se traga todo hasta dejarme limpio y me dice.
—Ahora hazme lo mismo a mí.
Esas palabras me encantaron, y aún medio extasiado de la corrida cambiamos de lugar, ella se echa en el sofá mientras yo me arrodillo y acerco mi cara a su entrepierna que tanto deseo. Es ahí cuando me doy cuenta de lo mojada que está como resultado de todo ese juego, está ardiendo, totalmente deseosa y exigiendo placer a gritos.
Comienzo lamiendo la humedad que escapó, y poco a poco me apodero de su zona con mi lengua, uso la punta para estimular su clítoris mientras con mis dedos abro sus labios para llegar mejor, luego mi lengua se acomoda en su entrada y haciendo un círculo decide entrar a probar el néctar femenino que allí se encuentra, mi lengua entra mientras mis dedos separan los labios lo suficiente para llegar hasta donde alcance y juego con ganas, círculos, vibraciones, besos y caricias en su clítoris son su manjar. Sus gemidos no se hacen esperar y a mis oídos les fascinan, su voz es deliciosa. Cambio de técnica y entonces uso dos dedos para penetrarla mientras lamo su clítoris hasta llevarla a ese punto en el que ya no aguanta más y haciendo lo mismo que yo, presiona mi cabeza contra su sexo y se corre entre gemidos, sacudidas y meneos ricos obligándome a beber su néctar salado.
Se queda tratando de recuperar la respiración y regalandome otra sonrisa, esta vez de satisfacción, me acerco a ella y la beso con locura sin parar, ella me detiene.
— Con esta boquita te la chupé
A lo que respondí con
— Y yo bebí de tus jugos
Nos reímos y al mismo tiempo nos deshacemos de la ropa, y pegamos por fin nuestra piel desnuda con la del otro sintiendo ese tacto deliciosamente indefinible, se echa sobre mí de frente y se sienta aplastando mi verga sin meterla, se menea adelante y atrás rozandola y haciendo que se endurezca mucho más de forma inmediata, su meneo es lo mejor de lo mejor, pone sus hermosos pechos a disposición de mi boca y aprovecho el gesto gustosamente, los chupo, los muerdo, los manoseo y con todo eso logra su cometido, cuando ya no aguantamos las ganas de sentirnos toma mi verga, la acomoda y la deja entrar finalmente poco a poco, se desliza en su interior y el solo tacto allí produce el placer más libidoso y erotico que existe.
Tomándola de la cadera la presiono contra mí para que me sienta más adentro y ella propone el ritmo, primero lento y profunda, luego más rápido y luego más rápido y más fuerte pero sin perder el toque de pasión, que delicia se siente, que placer tan único, manoseo su culo otra vez y chupo sus tetas mientras se mueve maravillosamente sobre mi miembro duro y sediento de placer, todo para ella, cada centímetro.
Sus uñas se clavan en mi espalda, sus labios en mi cuello y su respiración enloquece, nos follamos como nunca. Allí dentro mi verga ardiente se apodera de cada rincón, cada pliegue, cada espacio y la derrite de placer, mis embestidas son potentes y hasta el límite, ella se mueve, y yo la penetro incontrolable, los besos no pueden faltar, pero sobretodo las ganas inmensas que aún habitan en nuestra piel.
Muerde mis labios, yo muerdo su cuello, nos follamos hasta el alma y olvidamos que el mundo existe, solo estamos nosotros, somos de nosotros. La locura y la lujuria se apoderan de nosotros y el placer exquisito es solo nuestro, cambiamos de posición, la pongo de perrito pero pronto levanto su torso para jugar con sus pechos y la follo pegado a ella, es mi diosa. Ella no hace más que gemir y moverse pidiendo más y más como loca, y yo no le voy a negar nada y la penetro salvajemente. El sudor, el calor, la desnudez, el intenso gusto de estar dentro de ella y el indescriptible placer que siente ella el tenerme dentro son el mejor regalo de aniversario, sin duda.
La tumbo sobre el sofá y la follo de misionero hasta que finalmente se deja notar el éxtasis que se aproxima, lo percibo, sus piernas presionan mis nalgas para pegarme más a ella y yo la embisto como si mi vida dependiera de ello, toda mi verga hasta el tope dentro de su delicioso coño ardiente. Sus ojos se van a otro plano y su mirada se pierde en el lubrico éxtasis que inunda su interior y me hace llegar igualmente al cielo, en ese instante me besa como nunca y justos tocamos el cielo en un orgasmo exquisito e inevitable... no existe nada más que nosotros.
Tras esa delicia, nos quedamos recuperando el aliento y besándonos..
—Feliz aniversario mi amor — me dice con una hermosa sonrisa y unos ojos brillantes de placer.
—Feliz aniversario cosita mía — respondo.
Pero esa noche de lluvia apenas comenzaba.
Al volver con ella le pedí disculpas de todas las formas que se me ocurrieron pero nada dio resultado, empecé a resignarme, sería otra noche durmiendo separados. Pero antes de abandonar la sala le di el regalo que había preparado para ella, era nuestro primer aniversario. Luego me alejé.
Me acosté en el cuarto de visitas y temblando de frío me eché encima la manta más gruesa que encontré, estaba cansado y con hambre pero no quise comer con ese mal humor.
Disponiéndome a dormir cerré los ojos pero de inmediato la luz se encendió y me obligó a abrirlos nuevamente, y ahí estaba mirándome, su rostro ya no era de enojo.
—¿Te quieres perder la cena? — me dijo
—Tengo hambre — respondí
—Levántate de ahí y comamos juntos, hablemos — contestó mientras se daba la vuelta.
La seguí entonces, fuimos a la cocina y nos servimos cada uno su plato, nos sentamos y nos miramos a los ojos y dejé que probara el primer bocado, para mí era un deleite mirarla, hasta para comer tiene estilo.
—¿Ahora si me dirás el motivo de tu tardanza? — dijo con mirada curiosa
—¿no has visto cómo está allá afuera?
—Sí, pero es nuestro aniversario
—La comida está rica — desvíe la conversación inútilmente
—Dime...
—¿Honestamente?
—Adelante...
—Sabes que soy olvidadizo y sí, olvidé que era nuestro aniversario y me puse a buscar un buen regalo apenas salí del trabajo, ¿tienes idea de lo difícil que me fue hallar algo decente?... espero que te haya gustado.
—Jajajaja — interrumpe — !que zoquete eres amor!
—Si no te gusta lo puedo devolver
—Me encantó, mira — Ni siquiera me había dado cuenta de que tenía ese hermoso collar colgando de su cuello, la fina cadena de plata brillante se perdía en su pecho... sus pechos.
—¿Y para mí qué hay? — dije con sarcasmo
Sacó una pequeña caja quién sabe de dónde y me la entrega
—Pero no la abras hasta mañana.
—Bueno — contesté.
Me sentía extraño pero sospechaba que era un truco suyo, abandonó la mesa y me dijo que fregara mientras volvía y así lo hice, la esperé y después de varios minutos regresó con un atuendo de lo más precioso y sensual a la vez, se veía tan atractiva y radiante que era como la primera vez que la conocí, se mordió el labios y me sonrió mientras ponía algo de música...
—Los regalitos están bien pero lo que está por pasar es lo mejor — dice con su voz tan sensual y provocativa que siento una indescriptible energía recorriendo mi cuerpo al instante, una sensación que conozco pero no sé definir con palabras.
Se acerca lentamente bailando como una serpiente al ritmo de la música que por alguna razón yo no percibía, estaba hipnotizado mirando su cuerpo, ese vestido corto era perfecto pegado a la piel dejando que sus curvas tuvieran protagonismo, el color escarlata de la tela y de sus labios llegaban a mi subconsciente.
Despertó en mí un deseo indetenible por estar pegado a ella y sin embargo ella jugaba con mis ganas alejándose y acercándose mientras bailaba, se reía y bromeaba hasta que no pude más y la tomé en mis brazos y traté de besarla locamente pero me detuvo con un dedo y dijo.
—Si no bailas, no hay premio.
Sonreí y apretando sus nalgas olí su cuello, me separé y comencé a bailar, me reí, no era muy bueno pero pronto la tuve frente a mí.
—Que sea como cuando nos conocimos — dijo
Entonces tomé su cintura y bailamos lentamente al ritmo de un jazz relajante y sensual. Sentí su cuerpo pegado al mío, sus risitas excitantes, su perfume de mujer y su piel ardiente, me tentaba demasiado pero traté de mantener la calma y bailar lo más rico que podía.
Ella entonces tomó poco a poco el control de la situación y procedió a besarme lentamente con una magia que no sabría explicar, sus labios eran una delicia, cada milisegundo era un manjar, su calor su respiración, su manera de jugar de ese modo con mi mente. Mis manos se movieron solas y se posaron en su culo, comencé a manosearlo con suavidad por encima del vestido. Ella dejaba salir una risita silenciosa mientras besaba tiernamente mi cuello y sus manos acariciaban mi espalda.
Nuestros cuerpos estaban tan juntos que su piel caliente y la mia se sentían como si no hubiera ropa de por medio, mis manos fueron siempre subiendo con sutileza a su espalda y luego a sus hombros, mientras las suyas bajaban a mis pantalones y sin mediar palabras acariciaba mi entrepierna sonriendo picaramente, la besé de nuevo, fue un beso intenso y delicioso, nuestros labios se rehusaban a separarse.
Ella procedió a quitarme la camisa y a besar mi pecho, manoseando mi piel con sus suaves manos de diosa. Yo levanté el vestido hasta que palpé sus glúteos desnudos, no llevaba ropa interior, y eso me excitó de sobremanera, tuve una erección salvaje que luchaba por salir de mi pantalón y ella lo sabía, y nuevamente sus manos bajaron a darle caricias a mi entrepierna haciéndome enloquecer, pero sabiendo que debía seguir su juego no hice nada más que dejarme llevar por su ritmo.
Besé su cuello y mordí su hombro izquierdo haciéndole cosquillas, mi mano derecha bajó a su entrepierna y acarició, tal como ella hacía conmigo, mis besos sobre su piel caliente bajaban de su cuello a sus pechos siguiendo al collar, ella miraba hacia arriba gimiendo cada vez que mis labios tocaban sus pechos.
—¿Qué tal? — me dice
—El vestido está perfecto — dije
—¿Perfecto para qué? — volvió a reír con sensualidad
—Para quitartelo — respondí justo antes de besarla otra vez.
La música terminó, nuestros jadeos y besos se apoderan de la habitación, su respiración excitada me encanta, siento que no puedo aguantar más y ella se da cuenta, así que por fin me permite sacar mi miembro erecto y firme del pantalón, pegada a mí deja que juegue entre sus pierna apretandolo con sus muslos haciéndolo rozar su sexo igualmente y comienzan los movimientos provocativos. El calor que emana de su sexo desnudo rozando mi miembro produce un gusto increíble, ella comienza a gemir y a moverse con más velocidad mientras yo aprieto su culo y la presiono contra mí para que esté pegada.
El juego sigue durante unos minutos hasta que ya no podemos más y descaradamente me deja a punto de terminar y se separa de mí, me invita a seguirla al sofá y la sigo como un perrito, me dice.
—¿Quieres venirte bebé?
Y yo no digo nada, solo me dejo usar. Al llegar al sofá me hace sentarme y acto seguido se arrodilla ante mí y comienza a masturbarme con ambas manos sin dejar de mirarme, el tacto de sus manos en la piel de mi pene es más que suficiente para devolverme el placer de antes y más con su mirada de deseo ante mis ojos. El placer se incrementa cuando me pide que cierre los ojos y me doy cuenta de que su lengua caliente comienza a juguetear con mi glande, luego sus labios rodean la punta y lentamente como si de un caramelo se tratase empieza a lamer y a chupar brindándome un gusto superior al anterior. Su labor es especialmente majestuosa y el placer que recibo es doblemente magnífico, a tal punto de dejar mi mente en blanco, quisiera ver cómo lo hace pero si abro los ojos se perderá la magia ¿no?. Ella continúa como si nada, lamiendo, chupando, jugando y riendo hasta que inevitablemente siento que llego al clímax, y al darse cuenta lo saca de su boca con una sonrisa pícara, temiendo que me deje como un rato antes tomo su cabeza y la empujo nuevamente a mi verga y me corro como loco hasta perder la noción unos segundos, abro los ojos y respiro pesadamente mientras veo que me mira, pero no con disgusto, y se traga todo hasta dejarme limpio y me dice.
—Ahora hazme lo mismo a mí.
Esas palabras me encantaron, y aún medio extasiado de la corrida cambiamos de lugar, ella se echa en el sofá mientras yo me arrodillo y acerco mi cara a su entrepierna que tanto deseo. Es ahí cuando me doy cuenta de lo mojada que está como resultado de todo ese juego, está ardiendo, totalmente deseosa y exigiendo placer a gritos.
Comienzo lamiendo la humedad que escapó, y poco a poco me apodero de su zona con mi lengua, uso la punta para estimular su clítoris mientras con mis dedos abro sus labios para llegar mejor, luego mi lengua se acomoda en su entrada y haciendo un círculo decide entrar a probar el néctar femenino que allí se encuentra, mi lengua entra mientras mis dedos separan los labios lo suficiente para llegar hasta donde alcance y juego con ganas, círculos, vibraciones, besos y caricias en su clítoris son su manjar. Sus gemidos no se hacen esperar y a mis oídos les fascinan, su voz es deliciosa. Cambio de técnica y entonces uso dos dedos para penetrarla mientras lamo su clítoris hasta llevarla a ese punto en el que ya no aguanta más y haciendo lo mismo que yo, presiona mi cabeza contra su sexo y se corre entre gemidos, sacudidas y meneos ricos obligándome a beber su néctar salado.
Se queda tratando de recuperar la respiración y regalandome otra sonrisa, esta vez de satisfacción, me acerco a ella y la beso con locura sin parar, ella me detiene.
— Con esta boquita te la chupé
A lo que respondí con
— Y yo bebí de tus jugos
Nos reímos y al mismo tiempo nos deshacemos de la ropa, y pegamos por fin nuestra piel desnuda con la del otro sintiendo ese tacto deliciosamente indefinible, se echa sobre mí de frente y se sienta aplastando mi verga sin meterla, se menea adelante y atrás rozandola y haciendo que se endurezca mucho más de forma inmediata, su meneo es lo mejor de lo mejor, pone sus hermosos pechos a disposición de mi boca y aprovecho el gesto gustosamente, los chupo, los muerdo, los manoseo y con todo eso logra su cometido, cuando ya no aguantamos las ganas de sentirnos toma mi verga, la acomoda y la deja entrar finalmente poco a poco, se desliza en su interior y el solo tacto allí produce el placer más libidoso y erotico que existe.
Tomándola de la cadera la presiono contra mí para que me sienta más adentro y ella propone el ritmo, primero lento y profunda, luego más rápido y luego más rápido y más fuerte pero sin perder el toque de pasión, que delicia se siente, que placer tan único, manoseo su culo otra vez y chupo sus tetas mientras se mueve maravillosamente sobre mi miembro duro y sediento de placer, todo para ella, cada centímetro.
Sus uñas se clavan en mi espalda, sus labios en mi cuello y su respiración enloquece, nos follamos como nunca. Allí dentro mi verga ardiente se apodera de cada rincón, cada pliegue, cada espacio y la derrite de placer, mis embestidas son potentes y hasta el límite, ella se mueve, y yo la penetro incontrolable, los besos no pueden faltar, pero sobretodo las ganas inmensas que aún habitan en nuestra piel.
Muerde mis labios, yo muerdo su cuello, nos follamos hasta el alma y olvidamos que el mundo existe, solo estamos nosotros, somos de nosotros. La locura y la lujuria se apoderan de nosotros y el placer exquisito es solo nuestro, cambiamos de posición, la pongo de perrito pero pronto levanto su torso para jugar con sus pechos y la follo pegado a ella, es mi diosa. Ella no hace más que gemir y moverse pidiendo más y más como loca, y yo no le voy a negar nada y la penetro salvajemente. El sudor, el calor, la desnudez, el intenso gusto de estar dentro de ella y el indescriptible placer que siente ella el tenerme dentro son el mejor regalo de aniversario, sin duda.
La tumbo sobre el sofá y la follo de misionero hasta que finalmente se deja notar el éxtasis que se aproxima, lo percibo, sus piernas presionan mis nalgas para pegarme más a ella y yo la embisto como si mi vida dependiera de ello, toda mi verga hasta el tope dentro de su delicioso coño ardiente. Sus ojos se van a otro plano y su mirada se pierde en el lubrico éxtasis que inunda su interior y me hace llegar igualmente al cielo, en ese instante me besa como nunca y justos tocamos el cielo en un orgasmo exquisito e inevitable... no existe nada más que nosotros.
Tras esa delicia, nos quedamos recuperando el aliento y besándonos..
—Feliz aniversario mi amor — me dice con una hermosa sonrisa y unos ojos brillantes de placer.
—Feliz aniversario cosita mía — respondo.
Pero esa noche de lluvia apenas comenzaba.
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