Tres días pasaron hasta que mi marido regresó del viaje. Tres días hermosos. Luego del mejor sexo de mi vida, desperté la mañana siguiente, feliz. Muy feliz. Desperté vitalizada, veía todo colorido y el café sabía mejor. Y me sentía una diosa, mucho más hermosa de lo que soy. Y con otra actitud. Por ejemplo, dejé de lado los típicos jeans que uso habitualmente y ni hablar de las remeras largas que me tapan la cola gigante que tengo. Esos tres días usé remeras cortas y unas calzas ajustadas que me hacían el culo precioso y gracias a ese encuentro con esa tremenda pija, tenía una ganas incontrolables de querer mostrarlo.
Obviamente, que el cambio de actitud sería percibido por propios y extraños, pero si alguno estaba distraído, no iba dejar de notar mi culo encalzado.
En el supermercado, me miraron todos y todas, y todos los hombres fueron excesivamente cordiales, educados y bien predispuestos para ayudar en cuestiones que no necesitaba ayuda.
Los vecinos también fueron más amables y algunos de hablar fluido, hasta tartamudearon.
El día anterior a que llegue mi marido fuí al gimnasio y luego de la clase de aeróbico me quedé a hacer cinta y aparatos. El profe del gym se me pegó como etiqueta y lo tuve de personal trainer todo el tiempo. Fue uno de los cinco tipos que me pidieron el instagram en esos tres días. Era otra.
Estaba tan cambiada, que llegó mi marido y ni había pensado en como encarar la situación de mi infidelidad, si el lo notase.
Luego del saludo y dialogo habitual de cualquier pareja que se quiere, convive y se ama, nos pusimos al tanto y me entregó unos regalitos.
El primero fue un conjunto de lencería con porta ligas de una primera marca internacional hermoso. "va a querer coger o coger" pensé. Así que empecé a convencerme que no se iba a dar cuenta porque yo también quería coger.
El segundo fue una terrible bikini con micro tanga para las vacaciones de Brasil. Me encantó, pero a él parecía que mucho más.
Luego llegaron otros dos paquetitos, envueltos distintos. Uno era un consolador casi tan grande como el miembro de Pablo. Me sorprendió inmensamente, y supe que me iba a servir para justificar lo estrecha que estaba. Más allá de mi alegría, me hice la disgustada, ofendida por semejante falta de respeto. A lo qué él, dijo, si no querés usarlo, no lo usamos. Lo compré porque estos en Argentina no se consiguen, además, tengo el presentimiento que vas a usarlo y te mereces usarlo, porque sos hermosa y te mereces lo mejor.
Todo eso me sonó raro. Pero la sorpresa mayor fue el paquete siguiente.
Mientras lo tenía en mi mano por primera vez, me imaginaba lo que era, pero no podía creer estar en lo cierto. Entonces él dice, es para mí. O mejor dicho, aclará, para los dos.
Le pregunto: "Vos querés ponerte esto?"
"Sí, quiero que me lo pongas y guardes la llave"
Vos estás loco, le digo. Por qué querés usarlo? Y el contesta, porque en todos estos viajes que estoy haciendo, te extraño y contemplo a la distancia y observo que sos la mujer más hermosa del mundo, tu cuerpo es perfecto, tu culo hermoso, y mi pito, muy chiquito para todo eso. Y no es justo para vos. Entonces, me dí cuenta que mereces un pija mas grande, por eso el consolador. Mi pitito, merece estar encerrado por vos. Para ponerte a otro nivel. Para que seas una diosa. Y yo me quedo contento, caliente. Estoy super caliente de tan solo contarte esto. No quiero imaginarme luego".
Me quedé muda. Todo me salía bien. Y esto era inesperado. Pero grato.
Ponete el conjuntito. Me dijo lidibinosamente. Y yo que venía agrandada, le dije que no lo iba a estrenar con un pitito. Eso que dije fue mil veces mejor que habermelo puesto. Mi marido estaba empalmadisimo. Me saqué la toda la ropa excepto la tanquita y jugué a encerrar el pajarito en la jaula, pero al estar empalmadisimo no lo podía encerrar. Entonces le dije que disfrute este pete, que quizas sea el último que le haga y también la eyaculación, porque no sabía cuando iba permitirle la próxima. Me lo metí en la boca y me la creí un poco. Pensé que no debería chuparselo, que él tenía razón y yo estaba para chupar pijas grandes. Entonces determiné en ese momento, con su pitito en mi boca, que este sería su ultimo pete.
Como habran imaginado, despues de tanto tiempo sin vernos, despues de su confesión, despues de mi actuación perfecta de femme fatal, no duró mucho en acabar. Y lo castigué verbalmente diciendole que encima de pito corto era eyaculador precoz. Y el pitio permaneció duro. Así que continué con el fellatio, despidiendome yo también del ultimo pete. Porque lo disfruté mucho. Estaba a mi merced. Y además de chuparselo, se lo estaba midiendo con la boca. Y sí, se lo medí bien medido y me encantó corroborar que es mucho más chiquito, cortito y finito que el que había chupado mientras él estaba comprandome la lencería que no quise usar.
Obviamente, que el cambio de actitud sería percibido por propios y extraños, pero si alguno estaba distraído, no iba dejar de notar mi culo encalzado.
En el supermercado, me miraron todos y todas, y todos los hombres fueron excesivamente cordiales, educados y bien predispuestos para ayudar en cuestiones que no necesitaba ayuda.
Los vecinos también fueron más amables y algunos de hablar fluido, hasta tartamudearon.
El día anterior a que llegue mi marido fuí al gimnasio y luego de la clase de aeróbico me quedé a hacer cinta y aparatos. El profe del gym se me pegó como etiqueta y lo tuve de personal trainer todo el tiempo. Fue uno de los cinco tipos que me pidieron el instagram en esos tres días. Era otra.
Estaba tan cambiada, que llegó mi marido y ni había pensado en como encarar la situación de mi infidelidad, si el lo notase.
Luego del saludo y dialogo habitual de cualquier pareja que se quiere, convive y se ama, nos pusimos al tanto y me entregó unos regalitos.
El primero fue un conjunto de lencería con porta ligas de una primera marca internacional hermoso. "va a querer coger o coger" pensé. Así que empecé a convencerme que no se iba a dar cuenta porque yo también quería coger.
El segundo fue una terrible bikini con micro tanga para las vacaciones de Brasil. Me encantó, pero a él parecía que mucho más.
Luego llegaron otros dos paquetitos, envueltos distintos. Uno era un consolador casi tan grande como el miembro de Pablo. Me sorprendió inmensamente, y supe que me iba a servir para justificar lo estrecha que estaba. Más allá de mi alegría, me hice la disgustada, ofendida por semejante falta de respeto. A lo qué él, dijo, si no querés usarlo, no lo usamos. Lo compré porque estos en Argentina no se consiguen, además, tengo el presentimiento que vas a usarlo y te mereces usarlo, porque sos hermosa y te mereces lo mejor.
Todo eso me sonó raro. Pero la sorpresa mayor fue el paquete siguiente.
Mientras lo tenía en mi mano por primera vez, me imaginaba lo que era, pero no podía creer estar en lo cierto. Entonces él dice, es para mí. O mejor dicho, aclará, para los dos.
Le pregunto: "Vos querés ponerte esto?"
"Sí, quiero que me lo pongas y guardes la llave"
Vos estás loco, le digo. Por qué querés usarlo? Y el contesta, porque en todos estos viajes que estoy haciendo, te extraño y contemplo a la distancia y observo que sos la mujer más hermosa del mundo, tu cuerpo es perfecto, tu culo hermoso, y mi pito, muy chiquito para todo eso. Y no es justo para vos. Entonces, me dí cuenta que mereces un pija mas grande, por eso el consolador. Mi pitito, merece estar encerrado por vos. Para ponerte a otro nivel. Para que seas una diosa. Y yo me quedo contento, caliente. Estoy super caliente de tan solo contarte esto. No quiero imaginarme luego".
Me quedé muda. Todo me salía bien. Y esto era inesperado. Pero grato.
Ponete el conjuntito. Me dijo lidibinosamente. Y yo que venía agrandada, le dije que no lo iba a estrenar con un pitito. Eso que dije fue mil veces mejor que habermelo puesto. Mi marido estaba empalmadisimo. Me saqué la toda la ropa excepto la tanquita y jugué a encerrar el pajarito en la jaula, pero al estar empalmadisimo no lo podía encerrar. Entonces le dije que disfrute este pete, que quizas sea el último que le haga y también la eyaculación, porque no sabía cuando iba permitirle la próxima. Me lo metí en la boca y me la creí un poco. Pensé que no debería chuparselo, que él tenía razón y yo estaba para chupar pijas grandes. Entonces determiné en ese momento, con su pitito en mi boca, que este sería su ultimo pete.
Como habran imaginado, despues de tanto tiempo sin vernos, despues de su confesión, despues de mi actuación perfecta de femme fatal, no duró mucho en acabar. Y lo castigué verbalmente diciendole que encima de pito corto era eyaculador precoz. Y el pitio permaneció duro. Así que continué con el fellatio, despidiendome yo también del ultimo pete. Porque lo disfruté mucho. Estaba a mi merced. Y además de chuparselo, se lo estaba midiendo con la boca. Y sí, se lo medí bien medido y me encantó corroborar que es mucho más chiquito, cortito y finito que el que había chupado mientras él estaba comprandome la lencería que no quise usar.
2 comentarios - Las mejores vacaciones de mi vida. Parte 4.