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#34 Por el lado más difícil (problema en el aeropuerto)

El guardia la llevo a través de varios pasillos, descendieron por algunas escaleras y giraron en varias esquinas. El aeropuerto era tan inmenso que uno se perdería en sus entrañas. Elizabeth estaba perdida en ese momento.
- ¿A donde vamos? - volvió a preguntar al uniformado. No le dieron muchos detalles. Solo le informaron que hubo un problema con su equipaje y que tenían que ir a arreglarlo. El policía, o guardia, Eli no estaba segura de que era, lo guiaba a través de las instalaciones. No sabía que pasaba, pero con el tono de voz con que le hablaban suponía que era algo grave.
Por fin el agente se detuvo, abrió una puerta en medio de un pasillo e indicó a Eli que entrase. 
Dentro había una mesa de metal gris, con dos sillas también de metal. Las paredes eran de ladrillo y estaban pintadas en blanco brillante, varías capas de pintura gruesa. Antes de alcanzar el suelo la pintura cambiaba a verde. Por una de las paredes y por gran parte del techo corrían tuberías de distintos grosores y tamaños. En la pared opuesta a la puerta ocupaba gran parte de ella un espejo. Elizabeth pensó que era un especie de cámara tipo Gesell.
En una de las sillas estaba sentado otro agente. No tenía el gorro y se había quitado la corbata.
- Hola. Elizabeth ¿No? - hizo gestos hacia la silla vacía - siéntate, por favor.
Eli asintió con la cabeza y se sentó. Todo lo demás, transcurrió muy rápido, como un mal sueño. Eli no lo pudo creer. Apenas dijo nada y le parecía tan irreal, como si no estuviera pasando. 
El agente le explicó que en su equipaje habían encontrado una bolsa con cocaína. La información la había dado otro sujeto a quién habían atrapado minutos antes. - Tú cómplice nos dijo que estarías aquí, nos dió tu descripción y encontramos tu maleta. También nos dijo que Harry "el gringo" estaría aquí y que tú sabes como encontrarlo. Así que queremos que nos digas dónde está.
- No... No sé que te hablan... Debe de haber un error... Yo... - Eli jamás había hecho nada malo. Era obvio que había una equivocación, quizá sus rasgos físicos, bajita, gordita, blanca como la nieve recién caída y con el pelo rojo sean rasgos que pocas personas tengan, pero que en su mala suerte el delincuente había descrito.
En ese momento entró un agente más al cuarto, junto al primer agente que la había llevado hasta allí. Cerraron la puerta tras ellos.
- Tenemos las pruebas - volvió a hablar el que estaba sentado - no tienes escapatoria, irás a la cárcel y pasaras el resto de tu vida allí. No tienes por qué proteger a tu jefe. Entrégalo y tu sentencia será menor. El gringo es uno de los narcotraficantes más buscados.
- ¡Yo no hice nada! - Eli empezaba a ponerse nerviosa y se levantó de la silla - cometieron un error. Yo, quiero hablar con un abogado, tengo que llamar a alguien - se le ocurrió de de repente en un acceso de valor - ¡ustedes no pueden detenerme aquí!
- Si que podemos - le respondió el agente, también se puso de pie y los otros dos que estaban en la puerta se acercaron - podemos hacer eso y más. Pero lo que vamos a hacer, es ilegal, pero no dirás nada porque nadie creerá en ti.
Los dos guardias le cerraron el paso y Eli retrocedió lentamente hacia la pared.
- ¿Qué? ¿Qué... Qué es lo que harán? - el miedo empezó a subir por su espalda con sus frías garras - yo... Voy a gritar..
- Las paredes son anti acústicas.
- No puedes hacer nada.
- Elizabeth - le habló su interrogador - hagamos esto de la forma fácil. Vas a decirnos dónde está tu jefe antes de que salga de este aeropuerto. Lo agarramos y a ti te soltamos, nada de esto pasó y continuas con tu vida, lejos del crimen de ser posible. 
- ¡Yo no sé nada! - gimoteó Eli frustrada - yo no soy quién dicen. ¡Es un error!.
- Veo que sigues haciéndote la desentendida. Así que lo haremos de la forma difícil. Haremos que nos digas lo que queremos saber de una forma que no te gustará. Al final nos vas a decir todo lo que sabes.
- Los voy a denunciar.
- Si, lo harás - dijo el agente al tiempo que desenfundaba el taser de la funda de su cinturón. Lo ajustó y siguió hablando - pero lo harás a nuestros camaradas, quienes no harán nada, porque aquí nosotros somos la ley. ¿Y quién creería a una cómplice de narcotraficante pillada con la droga en su maleta? - los tres empezaron a reír - te sorprenderá saber la cantidad de mujeres que caen así y luego denuncian violaciones. Nadie les hace caso.
<<Violaciones. Lo oí bien. Dios mío. Estos tipos me van a violar y yo no sé de quién hablan>> pensó Eli. Comprendió que la situación no tenía salida. Se la iban a follar y ella ni siquiera sabía lo que ellos querían que les diga. Pensó en mentirles, pero eso solo sería peor. Si no agarraban al gringo ese ella sería la culpable, quizás después descubran el error. Pero dudaba de que pudieran salir ilesa. Empezó a lagrimear mientras los hombres se le acercaban. Su espalda tocó la pared. Se le acabó las opciones.
- Por favor, yo no soy, se equivocaron. Por favor...
- Quítate la ropa.
- ¿Qué?
Elizabeth se dobló por la cintura y cayó el piso de rodillas. El taser le había dado a un costado del vientre y sintió un dolor agudo al recibir la descarga eléctrica. 
- La próxima te dolerá más - amenazó el agente ajustando nuevamente la potencia del arma - quítate la ropa o dinos donde está el gringo.
Elizabeth se levantó como pudo. Le había dolido un montón, al principio, pero el dolor ya estaba desapareciendo.
- No lo sé... ¡No lo sé!
El agente amagó con la mano armada y Eli puso las manos a modo de protección.
- No.. no.. por favor.
- Quítate la ropa.
Y Eli lo hizo.
Se quitó la remera de mangas largas. Debajo tenía una remera básica de algodón que también se lo quitó por la cabeza. Dejó al descubierto sus enormes pechos sujetos por el sostén negro. Luego, llevó sus manos a la cintura y tomó la calza negra que llevaba. Dudó un momento, de nuevo las lágrimas llenaron sus ojos. Tomo aliento y se bajó la calza hasta los pies. Tuvo que quitarse las botas para poder quitarse la calza. Colocó sus ropas en el suelo, encima de sus botas a un costado. Se incorporó. Llevaba una tanga verde oscuro, la más cómoda que tenía. Ahora estaba en ropa interior frente a ellos.
- Quítate todo. Hasta los calcetines.
Elizabeth comenzó a llorar. El agente lo amenazó de nuevo con el taser y recordando el dolor se apuró. Se quitó las medias primero. Luego se desabrochó el sostén y se lo quitó lentamente.
Tomó la tanga por los costados y se lo bajó en un solo movimiento, levantó un pie y luego otro y la tanga fue a parar junto al montón de ropa.
Elizabeth pisó el suelo con sus pies descalzos. Estaba totalmente desnuda ante sus tres captores.
Los tres se acercaron y empezaron a manosearla. Elizabeth sentía sus manos en todo su cuerpo. Agarraron sus pechos, sus piernas y sus nalgas. Sentía sus dedos explorarla.
- ¿Dónde está tu jefe?
- No lo sé.
Levantaron sus manos y sin que ella pudiese hacer nada colocaron rápidamente esposas en sus muñecas. Eli intentó bajar sus manos pero no pudo, levantó la vista y se percató de que la habían esposado a una de las tuberías de la pared. Estaba totalmente indefensa ante ellos y la habían sujeto tan arriba que Eli apenas se sostenía en las puntas de los pies.
- ¿Dónde está tu jefe?
Uno de los agentes se colocó frente a ella y se bajó el pantalón. El agente era tan alto y ella era tan corta de estatura que la verga que se paraba hacia ella le llegaba al ombligo, incluso estando de puntitas.
- ¿Dónde está tu jefe?
- No lo sé. Por favor... No...
Pero nadie escuchaba sus súplicas. Uno de los agentes, el que le hacía preguntas se alejó y se sentó en una de las sillas, era claramente de más rango que lo demás. El segundo se apartó y empezó a desnudarse. El tercero, el que tenía en frente se escupió en la mano y se la llevó al pene. Lubricó la punta y se estimuló el miembro para que se pusiera más duro.
A continuación tomó a Eli por las piernas, poniendo los musculosos brazos en el hueco detrás de las rodillas. Las dobló y sin esfuerzo aparente la levantó para tenerla a la altura de la verga.
- Dios... Por favor... No lo hagan... Yo no no sé nada de... - Eli se detuvo, abrió muy grande los ojos cuando sintió la verga entre sus labios vaginales - No.
El agente tuvo que bajar una de sus manos para encaminar correctamente el pene. Apenas lo puso empujó sin piedad alguna. Elizabeth sintió como su vagina recibía la verga y se expandía por su enorme grosor. El agente empujó y toda la polla penetró en ella. Elizabeth gritó.
Y volvió a gritar cuando el agente sacó el pene y volvió a meterlo. Ahora ya la estaba follando. Embestía con rudeza, ni siquiera dió tiempo a la vulva de Eli a lubricarse y para cuando ella produjo fluidos el agente ya la cogía con ganas.
- ¿Dónde está tu jefe?
Eli cerró los ojos. Su violador la sujetaba por las piernas y los pies de Eli se bamboleaban en el aire al compás de las cogidas. Podía sentir la fuerza del hombre y lo dureza de todo su pene en su interior. Siguió por algún tiempo y luego se apartó como si nada, dejándola allí, colgada contra la pared. Elizabeth apenas sentía sus piernas y la vulva le ardía, lo sentía muy abierta y mojada.
- ¿Dónde está tu jefe?
Ella no respondió y el segundo agente ocupó el lugar del primero. Estaba totalmente desnudo y su cuerpo se marcaba con amplios músculos. La verga estaba erecta, el hombre disfrutaba de la visión del hermoso cuerpo de Eli. Esa verga aún más grande que el anterior pero el sujeto no era tan alto. Apretó los senos de Eli y ella se retorció. Los mordió y los chupó a conciencia, dejándolos rojos de tanta atención. Llevó una mano a la concha de Elizabeth y empezó a masturbarla, se centró en su clítoris y metió algunos dedos en su interior pero Eli no sintió la penetración. Movía rápidamente la mano y a ella se escapó varios gemidos. De un momento a otro el agente ya no resistió la tentación y levantó la pierna derecha de Eli sobre su hombro. La estiró y las flexibilidad de Eli llegó hasta su límite.
Ella gritó nuevamente cuando la polla la penetró con energía. Al instante el agente la folloó entrando y saliendo, haciendo un sonoro ruido cada vez que entraba. La pierna izquierda colgaba impotente en el aire y a Eli le dolía el cuerpo por incomodidad de la posición, era bastante incómoda pero la penetración no le daba tiempo de pensar en otra cosa.
Intentó subir la pierna en torno a la cintura de su nuevo violador pero él no se lo permitió. La quería bien abierta y así se la estaba metiendo.
- ¿Dónde está tu jefe?.
- No... Lo... Sé - respondió Eli entre gemidos.
De nuevo, el segundo agente la soltó dejándola colgada. Elizabeth no sentía sus extremidades.
- ¿Dónde está tu jefe?.
- ¡No lo sé! - gritó Eli al tercer agente que se levantó y caminaba hacia ella. Tenia la pija fuera del pantalón y el falo se estaba poniendo duro. Era del tamaño normal, pequeño en comparación a las otras dos y ese agente no se depilaba, de modo que mechones de pelo negro brotaban a los costados.
El agente apretó las tetas de Eli que colgaban frente a él. Las palmeó con fuerza. 
- ¿Dónde está tu jefe?
La agarró de la cintura y con brusquedad la obligó a girar. Ahora Eli tenía la pared frente a ella, estaba esposada a tal altura que apenas podía separarse de la pared. Los dedos de los pies rozaban el suelo de concreto pulido.
El agente manoseó sus nalgas, las abrió y metió la mano entre ellas.
Elizabeth enloqueció al sentir un dedo en el orificio del ano. Y gritó cuando aquél hombre metió un dedo en él.
- ¡NO! ¡Auch! no... No... No... No por favor por ahí no, duele... por favor...
- ¿Dónde está tu jefe?
- No lo sé, por favor, yo no soy la que buscan yo no sé fue un error y.... ¡Aaaaaaa!
Elizabeth sintió como el dedo salía del ano y en su lugar entraba el miembro duro del agente. Su esfínter dió pelea pero el hombre empujó con todas sus fuerzas y el ano de Eli no pudo resistir. Sintió el pene dentro de su recto y la follada que vino después no de hizo esperar. Elizabeth gritaba con cada penetración, movía las piernas y la cabeza. El choque entre las nalgas y la ingle del agente sonaban como aplausos y Eli solo podía llorar.
- ¿Dónde está tu jefe?.
- Noooo... No... No - fue lo único que podía decir. El agente la agarró de los dos pechos con sus manos y la levantó apoyándola contra la pared. Siguió cogiéndola con mucha rabia. Sus piececitos colgaban y se movían.
Cuando quitó la verga Eli estaba más abierta y más maltratada como nunca en su vida. La liberaron de las esposas y el más alto de los agentes la levantó en sus brazos. La llevó a la mesa, su suplicio iba a continuar.
- ¿Dónde está tu jefe?
- Vete al demonio - fue la respuesta de Eli.
Y el suplicio empeoró. Los agentes se turnaron por su cuerpo. Se acostaron en la mesa y Eli pasó a estar arriba de cada uno de ellos, con sus pollas incrustadas en su vagina, mientras otro la follaba por detrás. Perdió la cuenta de las veces que tuvo el pene de cada uno de ellos en cada orificio. Su vagina le ardía y su culo le palpitaba intentando cerrarse.
- ¿Dónde está tu jefe?.
Elizabeth ya dejó de hablar hace algún tiempo. No respondía, no podía hacerlo. Se sentía tan usada y cansada, solo quería cerrar los ojos y descansar. Sus agujeros ya no sentían dolor alguno.
- Creo que no hablará señor - dijo el que la estaba dando por el culo en ese momento.
- La muy puta no lo hará. Terminemos con esto - respondió el líder, quién estaba bajo ella cogiéndola por la usada vagina.
Ambos salieron de ella y el tercero la agarró. La colocó boca abajo en la mesa, con la cintura justo en el borde, por lo cuál sus piernas colgaban hacia el suelo. Su cuerpo estaba en posición de L y el agente puso un pie sobre la mesa. Elizabeth se sentía tan pequeña, sus pies ni siquiera tocaban el suelo, colgaban en el aire. Miró hacia delante, donde estaba el espejo en la pared. ¿Había alguien del otro lado? Si había se podía ir al infierno, pensó Eli. Se vió a sí misma mirándose en el reflejo. El enorme agente estaba sobre ella intentando penetrarla. Elizabeth se llevó las manos hacia la boca y se mordió los nudillos cuando el pene entró en ella. Se volvió a mirar, su tierno rostro se crispaba en un gesto de placer cuando el hombre se dejo caer y el pene entraba en ella, en su vagina, todo lo profundo que podía llegar, Eli sintió como entraba verticalmente hasta donde podía, para después presionar las paredes de su vagina, cambiar de dirección y dirigirse hasta las profundidades dentro de ella. El acto se repetía por cada embestida y por cada penetración. Eli sentía perder la razón. Se vió en el espejo una vez más, su pelirojo cabello enmarañado, sus dedos en su boca, sus ojos llorosos y sin embargo, en su rostro notaba placer. ¿Acaso disfrutaba de todo eso? No supo la respuesta. Siguió mirándose mientras aquél hombre la penetraba, empezó a gemir, cada vez más fuerte. Podía sentirlo dentro, cada centímetro aprentando dentro de su vagina. Cerró los ojos y disfrutó.
Disfrutó tanto que el orgasmo le sobrevino de sorpresa. Irrumpió en su ser como ola que arremete contra la playa, inundando todo dentro de ella. Sus piernas temblaron y todo su cuerpo se estremeció. Gimió con más fuerza, su blanca piel se puso como el de una gallina sin plumas y el placer la recorrió.
El agente dejó de montarla y se bajó. Eli se preguntó por qué había parado. Lo entendió cuando sintió que un líquido tibio bajaba por una de sus piernas. Debía de tener la vagina llena de semen.
Entonces el segundo agente la agarró y ella se dió la vuelta. Su cintura volvió a quedar en el borde la mesa pero sus piernas se sujetaron contra el pecho del agente. Era el más bajo de los tres, pero el poseedor del falo más grande.
Elizabeth pudo verse el torso levantando la cabeza. Sus labios vaginales estaban tan abiertos que el orificio por donde la cogían se veía con claridad y de él emanaba un flujo de líquido blanco. El semen, de hecho, cubría todo, hasta sus labios mayores. Había eyaculado en tal cantidad que el semen no dejaba de salir. Elizabeth pensó que cuando el segundo hombre la penetrara estaría tan más llena aún.
Pero el agente no la penetró en la vagina.
Media verga le entró por el culo y Eli gritó. Aunque el esfínter no se le había cerrado del todo y su ano estaba abierto, el enorme pene le causó un poco de dolor al forzar sus límites. Elizabeth no pudo cerrar los ojos con la hipnotizante escena. La monumental polla desaparecía en su culo y el ano se abría incluso más grande que el diámetro de su vagina. Elizabeth no recordó recibir nunca un pene así. Si bien aquél sujeto de seguro ya la había cogido por todos lados ahora Eli veía la magnitud de la penetración.
El agente volvió a quitar un poco el pene para meterlo al instante siguiente. Elizabeth levantó la cabeza y clavó la vista al techo, un escalofrío le recorrió la espalda. Se levantó y colocó los brazos en la mesa por detrás de ella para sujetarse. Por alguna extraña razón no podía dejar de mirar la penetración. Volvió a bajar la cabeza y gimió gluturalmente cuando el agente metió su pene, esta vez, por completo. El recto de Eli lo recibió y ella lo sintió tan adentro que se maravilló, no creyó que fuese posible. El hombre volvió a quitar el pene pero se escapó del ano y fue a parar sobre el vientre de Eli. Fácilmente la longitud del pene ocupaba desde su entrepierna hasta el ombligo. Era grande y Eli era pequeña.
<<Cielo santo. Todo eso dentro de mí>> y antes de que el hombre hiciera algún movimiento la propia Eli tomó la verga con una mano y se lo llevó de vuelta a su culo.
Volvió a gemir cuando lo sintió dentro. El agente la sujetó por los tobillos y abrió sus piernas hacia los costados. Elizabeth se preparó, sabía lo que venía. 
Pero ni con toda la preparación del mundo la previno de la inmensa follada que vino después. Aquel agente la cogió con tal brutalidad que Eli término gritando y pidiendo que se detenga. En el fondo Eli agradeció que no le hiciera caso pues casi al final sintió algo parecido al orgasmo, entre dolor y placer ella no estaba segura de que sentía mientras su cuerpo no respondía y se agitaba por si solo. Segundos después y con dos poderosas embestidas el segundo agente eyaculó lo más profundo posible dentro de ella
Cuando se apartó Eli cayó al piso. Su cuerpo no le respondía y quedó de rodillas. El semen se le escapaban por sus orificios y formaban pequeños charquitos en el suelo.
El líder del grupo se acercó a ella masturbándose y no tuvo que dar ninguna orden. Elizabeth sabía lo que debía hacer y abrió la boca. Él la sujetó de la cabeza con ambas manos y metió su pene en su boca.
De alguna manera, tuvo suerte que él fuese el que usará su boca. Tenía el pene de tamaño normal y aunque a Eli le dió varias arcadas y su saliva cayese de su boca a sus pechos y de estos al suelo, pudo resistir relativamente bien la follada oral que recibía. Metía rápido y por completo su pene, los pelos le picaban en la nariz y los testículos le golpeaban el mentón. De todas formas no duró mucho.
<<Nadie dura mucho en mi boca>>
El agente, el mismo quién la esperó dentro del cuarto y el mismo quien la interrogó, eyaculó en su boca. No lo hizo sobre la lengua ni en la cavidad bucal, sino en su garganta, pasando la campanilla. Elizabeth se atragantó, cerró los ojos y empujó a aquél hombre. Empezó a toser y por poco vomitó. Pero no lo hizo.
Se llevó la mano a la boca y se la limpió. Escupió un par de veces, se quitó algunos pelos de la lengua y le dió asco al sentir el sabor salado y el líquido pegajoso en su boca, cuello, entre sus tetas y en su vientre. Pero por más que se miraba no veía el semen. Eyaculó tan dentro que Eli se lo tragó todo.
Mientras eso sucedía uno de los agentes hablaba por radio. Cuando cortó la transmisión su rostro estaba pálido. Miró a su jefe y habló.
- Señor... 
- ¿Qué pasa?
- Me informan que agarraron a la cómplice pelirroja que describió el otro sujeto. Y que declaró apenas la agarraron. Otro grupo se encargó y también agarraron a Harry el Gringo. Lo tienen en las celdas... Señor.
Los tres se quedaron en silencio. Luego, al mismo tiempo, lentamente, los tres miraron a Eli quién seguía en el suelo.
Ella los miró, y luego se echó a reír.
- Ups, alguien está en problemas - dijo mientras se chupaba los dedos - y vamos a resolverlo por la forma fácil o por la forma difícil - volvió a reír pero con la seriedad en su rostro dijo: - ¿Dónde está tu jefe?
#34 Por el lado más difícil (problema en el aeropuerto)

5 comentarios - #34 Por el lado más difícil (problema en el aeropuerto)

barnum77
Pufff....me pusiste muy duro imaginándome la escena
eli_zorch
Esa era la intención!.. me encanta que te guste amor.
Declan1971
me has excitado mucho, muchisimo, se me paró la pija y me dieron ganas de coger.
eli_zorch +1
Te ayudaría en eso, si pudiera
Declan1971
seguro que podés ayudarme
may6369
Bien relato hermosa como siempre termino con las Verga tiesa
eli_zorch +1
Gracias! Me encanta que funcionen
Rimevr
No sabes como se me puso, me da ganas dd acabar con alguien