Parte I
De rodillas, Valen se encargó de usar sus tetas de una forma magistral. Le estaba haciendo a Martín una paja turca a un ritmo frenético, apretándole fuertemente su pija y aprovechando cada centímetro que sobresalía para saborearla. Los más de 20 centímetros de carne erecta permitían esa doble tarea y ella, que además a esta altura y luego de diez minutos de arduo trabajo, ya estaba tan caliente como él, por lo que no desaprovechaba la oportunidad para chupar la cabeza y de paso contribuir a humedecer esa enorme pija. Martín por su parte no esperaba encontrarse con alguien que siendo tan joven se mueva con tanta maestría, aunque en breve se daría cuenta de que la amiga de Lore tenía más habilidades ocultas.
Valen pensaba, mientras notaba cómo se endurecía cada vez más la pija que tenía entre sus tetas, que la amenaza de no garchar que le había dicho a Martín fue un error: se moría de ganas de sentirlo dentro suyo. Pero no podía hacerlo, además de que era inminente que Lore llegaría en cualquier momento y podía encontrarlos en medio de un monumental garche. Así que se decidió por apurar el asunto y de pronto sus dos manos empezaron a masturbar a Martín, con una subía y bajaba desde la cabeza hacia los huevos, rotándola al mismo tiempo hacia ambos lados, y con la otra le amasaba los huevos. Sin olvidarse de chupar el glande, utilizando una lengua incansable con un piercing que potenciaba aún más la calidad del extraordinario pete que le estaba haciendo a Martín.
Por su parte, Martín volvió a sorprenderse de todos los recursos de Valentina y no pudo hacer otra cosa que, primero dedicarse a jugar con sus tetas, dejándola a ella que lo pajee a su modo, y luego, aprovechando que la chupada del glande se había prolongado algo más de la cuenta, para agarrarla de la nuca y comenzar a empujar, dispuesto a ver que tanto podría aguantar esa experta boca. —A ver si te bancas esto bb. Le dijo y no pudo evitar lanzar un gemido cuando Valentina, sin inmutarse y dándose cuenta de lo que quería Martín lo agarró con ambas manos de sus nalgas para poder hacer fuerza y comenzó a tragar la que hasta el momento era la pija más grande que había probado. Al gemido de Martín se sumó un leve murmullo de Valentina, de sus ojos empezaron a brotar lágrimas y en muy poco tiempo el piercing de su lengua presionaba el escroto de Martín. Se quedó así unos segundos, mirándolo fijamente a los ojos con una mirada lagrimosa y a la vez plena de deseo y moviendo magistralmente la lengua. Ya a esta altura Valentina tenía un nivel de calentura tal que sin pensarlo llevó una mano a su entrepierna, debajo del jogging que vestía y comenzó a tocarse.
Cuando ya se comenzaba a asfixiar, se sacó la pija de la boca dando una arcada —Te pensabas que no podía, ¿eh? —le dijo casi en un sunsurro, mientras se reponía del aire que claramente le faltaba, pero sin dejar de masturbarlo con su mano libre. —Tenes aguante, agradecé que no me garcho a los amigos de mis amigas —Y sin esperar a que Martín dijera nada empezó a chupar nuevamente, pajeándolo al mismo tiempo que ella también se masturbaba de una forma furiosa. Martín, sin decir nada, sólo podía emitir gemidos y algún que otro comentario alegórico a las aptitudes peteras de Valentina.
—Bueno pendeja, para que seas la petera ideal falta que me muestres una última cosa —Martín hablaba alternando gemidos con cada palabra, preparándose para una acabada inminente. Él intuía que como no podía ser de otra forma, Valentina no iba a tener problemas en tomarse su leche, pero la desafió para que, al igual que antes, diese lo mejor de ella. De todas formas, no hacía falta ya que había pocas mujeres que se entregaban con tanta pasión a chupar una pija como ella. Valentina, sin dejar de chupar le clavó una mirada de gata, haciéndole entender que la estaba ofendiendo al insinuar que iba a desperdiciar su acabada luego de tan intenso pete. La mirada de Valentina, penetrante y cargada de calentura, sumado a que Martín noto en ese momento la forma en que ella se masturbaba, fueron la gota que revalsó el vaso. Martín no pudo seguir aguantando y lanzó un primer chorro de leche, que fue directo al paladar de Valentina. El segundo chorro fue más intenso aún, haciendo muy difícil que ella pueda contener todo por lo que tuvo que tragar mientras cual perro de presa chupaba frenéticamente y ya totalmente fuera de sí. Lo que Martín no notó fue que al sentir el segundo chorro de leche, Valentina tuvo un orgasmo tan intenso que por poco tiene que dejar de chupar, algo que jamás se hubiese perdonado.
Luego de poco mas de un minuto, Martín había vaciado una cantidad de semen que sorprendió a Valentina, quien se esforzaba por no dejar caer ni una sola gota. Ya más tranquila y usando ambas manos, siguió pajeándolo mientras con su mejor cara de perra le mostraba el lago de semen de su boca, que luego de eso desaparecería por completo, para volver a chupar (y limpiar) una pija que seguía tan dura como antes, y ahora mezclaba el sabor de la leche de Martín con la acabada de Valentina.
—Valen, que pete que te mandaste —le dijo Martín, aún sorprendido y con una sonrisa que mostraba el grado de satisfacción que tenía —Pero esto no puede quedar acá.
—Ya te dije cómo son las cosas, y ahora vestite que tu "amiga" no debe tardar en llegar —Valentina se puso de pie, acomodándose el jogging y poniéndose su holgada y vieja remera, mientras encendía un cigarrillo y veía cómo se vestía Martín, quien seguía completamente erecto. Ambos se pusieron de pie e intercambiaron algunas pitadas mientras dejaban que el silencio expresase todo lo que había sucedido en los últimos 40 minutos. —Espero que quede claro, olvidate de garchar conmigo. Tengo códigos —Esta vez, ya más relajada luego de la paja que se había hecho, la voz de Valentina sonaba con mayor convicción. —Veremos, veremos, nunca digas nunca preciosa.
No mucho tiempo después sonó el portero, era Lore. —Me abre tu vecina que está saliendo —le dijo a Valentina. Al ratito cuando Valentina abrió la puerta se sorprendió a ver a Lore, quién tenía el pelo atado (ella siempre lo llevaba suelto) y el makeup algo corrido, y estaba acompañada por Maxi, un amigo en común que tenían con Lore. —Hola amiga —le dijo con una sonrisa —¿viste a quién me encontré cuando venía para acá? El pobre venía caminando para verte, así que lo traje en el auto —cuando dijo esto último, Lore se soltó el pelo, que recién había caído en que lo traía atado mientras le lanzaba una mirada cómplice a su amigo Maxi. —Hola amigo —esta vez le habló con su mejor voz de nena a Martín, mientras entraba e iba directo a abrazarlo, olvidándose de su amiga, y también de lo que había pasado con Maxi minutos antes en su auto. Lore y Martín se fundieron en un beso fiel a su estilo, olvidándose de todo lo que había a su alrededor.
[CONTINUARÁ]
1 comentarios - Año nuevo, vida nueva II