Había olvidado lo que era viajar en tren.
El jueves pasado tuve franco y volví nuevamente a tomar el glorioso tren Roca.
Tenía que ir al centro para hacer unos trámites por la obra social y como siempre que voy, lo hago en transporte público para llegar más rápido ya que en auto demoro más del doble de tiempo.
Ese día la temperatura iba a rondar los 34° y yo lo sabía, así que temprano, a las 6.30 de la mañana me encontraba en la estación Glew esperando el tren.
Me fui a los vagones de adelante y no me había dado cuenta que entre la multitud había una señora de unos 45 o 50 años que estaba por subir, la cual tenía un vestido floreado a la altura de las rodillas. Para cuando me di cuenta ella ya había subido y no pude estar cerca pero la tenía a la vista.
En la estación Longchamps subió más gente y ahora sí me puse detras de ella. Previamente habíamos cruzado un par de miradas, de esas miradas no tan casuales sino más bien buscadas.
Cuando arrancó el tren hice la clásica mano boba para tantear el terreno, envalentonado con las miradas complices que había mencionado anteriormente. Y no tuve suerte. Al primer roce ella se corrió un poco y entendí que no había quórum para pasarla bien ya que si no hay consentimiento pasaría a ser un abuso, entonces no seguí intentando.
Pasamos la estación de Burzaco, llegamos a la estación de Adrogue y acá fue donde la situación cambio.
Entraron varios pasajeros que habian bajaron del tren rápido y subieron al nuestro, esto hizo que ella solita apoyará su cola en mi mano.
Yo por las dudas la retire un poco pensando que no le gustaba, pero es ahí que volvió a arrimarse solita en el cambio de vías de la estación Temperley, entonces con el reverso de la mano, en la cual siempre llevo una mochila, le voy tocando la cola, haciendo presión en la raya y descubriendo que llevaba una bombachita pequeña metida entre los cachetes.
Qué linda sensación!!! Encima la tela del vestido era finita.
Llegando a Lomas de Zamora, empezó a haber movimientos en el vagón de personas que querían bajar. Ahí aproveché y agarré la mochila con la otra mano, dejando libre la mano con la cual le estaba acariciando la cola a esta hermosa veterana.
Ella era una mujer no muy alta, más bien tirando a petisa, rellenita, con pechos pequeños, una cola normal y esponjosa...
Cómo estaba muy entretenido y entusiasmado tocandola no me di cuenta que ya habian abierto las puertas del tren.
En ese intercambio de pasajeros quedé unos segundos expuestos, los suficientes para que un muchacho se diera cuenta de dónde estaba mi mano. Ese muchacho me miró a los ojos y sonrío. Por dentro mío pensaba qué iba a hacer uno de esos metidos que no dejan disfrutar a dos personas mayores de algo consensuado.
El tren arrancó y mucha gente había bajado en Lomas por lo cual opté por no exponer más a mi compañera de turno.
Después de arrancar en Banfield, se juntó más gente y volví a las andadas (o volvimos).
Nuevamente puse mi mano en esa cola pero esta mujer se movió un poco y yo pensé qué era por el impasse que tuvimos entre Lomas y banfield. Entonces di vuelta la mano y con el torso la fui acariciando. Recorría esa cola suavemente hasta que encontré el elástico de la bombacha y mi intención era llegar a su concha. Seguí el recorrido de la bombacha pero cuando estaba llegando hacia su parte delantera un movimiento me sorprendió. Creí que era su mano tratando de evitar que la tocase, ya que hay muchas mujeres que solamente quieren sentir una pija dura apoyandole el culo o una mano acariciándole la cola, pero cuando uno va, e intenta tocarle la concha, lo reprueban. Y más en el caso de esta mujer que tenía vestido.
Al instante me di cuenta que me quedé dormido en los laureles porque ese movimiento de mano era del muchacho que había subido en Lomas.
Como no tengo drama en compartir, me dediqué a tocarle la cola por encima del vestido pero a la altura de lanús o gerli veo que esta mujer se agarra del brazo del muchacho. Y si, era lo que yo pensaba... La estaba pajeando.
Me costó bastante pero llegué a su parte delantera y me di cuenta que el chabón le había levantado el vestido y le estaba metiendo los dedos.
No me quise quedar atrás e intenté algo similar en su cola pero cuando levanté su vestido y roce la piel, ella me sacó la mano. Encima tampoco podía apoyarla porque mi pija daba a su espalda, por la diferencia de altura.
Después de Avellaneda, con una calentura impresionante por haber perdido esa oportunidad, se hace un hueco y pude ponerme a su costado.
Veía claramente como el muchacho perdía su mano debajo de la pollera, incluyendo debajo de su bombacha.
Lo miré al pibe y me reí. El también me sonrío, mientras la mujer tenía los ojos cerrados y sujetando con ambas manos ese brazo que la pajeaba.
Ya saliendo de la estación yrigoyen me jugué el todo por el todo. De a poco fui tocándole la panza bajando hasta su concha, sintiendo como esa mano iba y venía frotándole el clítoris y metiéndose en su cavidad.
Muy despacio y mirándolo al muchacho, como pidiendo permiso, metí la mano en la bombacha de la mujer.
El pibe este fue un genio porque me hizo lugar para poder tocar esa concha que resultó estar completamente depilada y obviamente muy mojada.
La mujer reacciono a la segunda mano. Lo miró a él y vio que sonreía. Supongo que entendió el visto bueno de su macho transitorio.
( ahí recorde lo que me había dicho una chica en una oportunidad: Las mujeres son igual o mas calentonas qué los hombres pero prefieren guardar la compostura. Supongo que por eso no me dejaba tocarle la cola bajo la pollera, para que mi mano no se encuentre con la del muchacho. Pero una vez Qué hubo consentimiento entre los tres me dejó avanzar)
Este último tramo antes de llegar a Constitución, con el muchacho le dimos una pajeada a dos manos a la señora. Alternando clítoris y dedos dentro de la concha. Mientras uno le frotaba la concha el otro le metía los dedos y viceversa.
Pero como todo lo bueno, esto también acabó.
Llegamos a Constitución y tuvimos que disimular toda la situación.
Por suerte me crucé con este muchacho que tenía códigos y me hizo el favor de poder sumarme a la fiesta ( después de todo fui yo quien le mostró a esta mujer que se dejaba manosear. jaja)
Cuando bajamos vimos que esta señora ni nos miró y entendimos qué lo que pasa en el tren, se queda en el tren.
Nuevamente nos miramos con el muchacho, nos sonreímos y cada uno partimos hacia nuestro respectivo destino.
Lo que extrañaba viajar en el Roca!!!!
El jueves pasado tuve franco y volví nuevamente a tomar el glorioso tren Roca.
Tenía que ir al centro para hacer unos trámites por la obra social y como siempre que voy, lo hago en transporte público para llegar más rápido ya que en auto demoro más del doble de tiempo.
Ese día la temperatura iba a rondar los 34° y yo lo sabía, así que temprano, a las 6.30 de la mañana me encontraba en la estación Glew esperando el tren.
Me fui a los vagones de adelante y no me había dado cuenta que entre la multitud había una señora de unos 45 o 50 años que estaba por subir, la cual tenía un vestido floreado a la altura de las rodillas. Para cuando me di cuenta ella ya había subido y no pude estar cerca pero la tenía a la vista.
En la estación Longchamps subió más gente y ahora sí me puse detras de ella. Previamente habíamos cruzado un par de miradas, de esas miradas no tan casuales sino más bien buscadas.
Cuando arrancó el tren hice la clásica mano boba para tantear el terreno, envalentonado con las miradas complices que había mencionado anteriormente. Y no tuve suerte. Al primer roce ella se corrió un poco y entendí que no había quórum para pasarla bien ya que si no hay consentimiento pasaría a ser un abuso, entonces no seguí intentando.
Pasamos la estación de Burzaco, llegamos a la estación de Adrogue y acá fue donde la situación cambio.
Entraron varios pasajeros que habian bajaron del tren rápido y subieron al nuestro, esto hizo que ella solita apoyará su cola en mi mano.
Yo por las dudas la retire un poco pensando que no le gustaba, pero es ahí que volvió a arrimarse solita en el cambio de vías de la estación Temperley, entonces con el reverso de la mano, en la cual siempre llevo una mochila, le voy tocando la cola, haciendo presión en la raya y descubriendo que llevaba una bombachita pequeña metida entre los cachetes.
Qué linda sensación!!! Encima la tela del vestido era finita.
Llegando a Lomas de Zamora, empezó a haber movimientos en el vagón de personas que querían bajar. Ahí aproveché y agarré la mochila con la otra mano, dejando libre la mano con la cual le estaba acariciando la cola a esta hermosa veterana.
Ella era una mujer no muy alta, más bien tirando a petisa, rellenita, con pechos pequeños, una cola normal y esponjosa...
Cómo estaba muy entretenido y entusiasmado tocandola no me di cuenta que ya habian abierto las puertas del tren.
En ese intercambio de pasajeros quedé unos segundos expuestos, los suficientes para que un muchacho se diera cuenta de dónde estaba mi mano. Ese muchacho me miró a los ojos y sonrío. Por dentro mío pensaba qué iba a hacer uno de esos metidos que no dejan disfrutar a dos personas mayores de algo consensuado.
El tren arrancó y mucha gente había bajado en Lomas por lo cual opté por no exponer más a mi compañera de turno.
Después de arrancar en Banfield, se juntó más gente y volví a las andadas (o volvimos).
Nuevamente puse mi mano en esa cola pero esta mujer se movió un poco y yo pensé qué era por el impasse que tuvimos entre Lomas y banfield. Entonces di vuelta la mano y con el torso la fui acariciando. Recorría esa cola suavemente hasta que encontré el elástico de la bombacha y mi intención era llegar a su concha. Seguí el recorrido de la bombacha pero cuando estaba llegando hacia su parte delantera un movimiento me sorprendió. Creí que era su mano tratando de evitar que la tocase, ya que hay muchas mujeres que solamente quieren sentir una pija dura apoyandole el culo o una mano acariciándole la cola, pero cuando uno va, e intenta tocarle la concha, lo reprueban. Y más en el caso de esta mujer que tenía vestido.
Al instante me di cuenta que me quedé dormido en los laureles porque ese movimiento de mano era del muchacho que había subido en Lomas.
Como no tengo drama en compartir, me dediqué a tocarle la cola por encima del vestido pero a la altura de lanús o gerli veo que esta mujer se agarra del brazo del muchacho. Y si, era lo que yo pensaba... La estaba pajeando.
Me costó bastante pero llegué a su parte delantera y me di cuenta que el chabón le había levantado el vestido y le estaba metiendo los dedos.
No me quise quedar atrás e intenté algo similar en su cola pero cuando levanté su vestido y roce la piel, ella me sacó la mano. Encima tampoco podía apoyarla porque mi pija daba a su espalda, por la diferencia de altura.
Después de Avellaneda, con una calentura impresionante por haber perdido esa oportunidad, se hace un hueco y pude ponerme a su costado.
Veía claramente como el muchacho perdía su mano debajo de la pollera, incluyendo debajo de su bombacha.
Lo miré al pibe y me reí. El también me sonrío, mientras la mujer tenía los ojos cerrados y sujetando con ambas manos ese brazo que la pajeaba.
Ya saliendo de la estación yrigoyen me jugué el todo por el todo. De a poco fui tocándole la panza bajando hasta su concha, sintiendo como esa mano iba y venía frotándole el clítoris y metiéndose en su cavidad.
Muy despacio y mirándolo al muchacho, como pidiendo permiso, metí la mano en la bombacha de la mujer.
El pibe este fue un genio porque me hizo lugar para poder tocar esa concha que resultó estar completamente depilada y obviamente muy mojada.
La mujer reacciono a la segunda mano. Lo miró a él y vio que sonreía. Supongo que entendió el visto bueno de su macho transitorio.
( ahí recorde lo que me había dicho una chica en una oportunidad: Las mujeres son igual o mas calentonas qué los hombres pero prefieren guardar la compostura. Supongo que por eso no me dejaba tocarle la cola bajo la pollera, para que mi mano no se encuentre con la del muchacho. Pero una vez Qué hubo consentimiento entre los tres me dejó avanzar)
Este último tramo antes de llegar a Constitución, con el muchacho le dimos una pajeada a dos manos a la señora. Alternando clítoris y dedos dentro de la concha. Mientras uno le frotaba la concha el otro le metía los dedos y viceversa.
Pero como todo lo bueno, esto también acabó.
Llegamos a Constitución y tuvimos que disimular toda la situación.
Por suerte me crucé con este muchacho que tenía códigos y me hizo el favor de poder sumarme a la fiesta ( después de todo fui yo quien le mostró a esta mujer que se dejaba manosear. jaja)
Cuando bajamos vimos que esta señora ni nos miró y entendimos qué lo que pasa en el tren, se queda en el tren.
Nuevamente nos miramos con el muchacho, nos sonreímos y cada uno partimos hacia nuestro respectivo destino.
Lo que extrañaba viajar en el Roca!!!!
3 comentarios - Lo que extrañaba el Roca!!!