Qué tal gente de Poringa! Por fin les he traído el tercer capítulo de este relato. Recibí varios mensajes de ustedes donde me preguntaban y pedían si subiría la siguiente parte, pues bueno, aquí está. Lamento mucho haber tardado más en publicarla, pero últimamente he estado ocupado en algunas cosas. Para compensar mi tardanza, intenté hacer este parte un poco más larga y agregar un poco más de intensidad, jajaja.
Espero que lo disfruten y recuerden que la cuarta parte está siendo escrita y se publicará probablemente antes del día sábado. De verdad agradezco mucho sus comentarios, mensajes, puntos y etc, así que no duden en comentar lo que opinen o sugieran acerca del relato. Saludos!
- A N T E R I O R M EN T E -
¡Alguien estaba subiendo las escaleras y se dirigía hacia nosotros!
Tanto Sara como yo nos miramos el uno al otro, estábamos muertos de miedo, pues Sara estaba con las tetas al aire y yo estaba con los pantalones hasta las rodillas, con la pija a punto de explotar.
Nos quedamos petrificados sin saber que carajo íbamos a hacer para salir de aquella situación…
TERAPIA SEXUAL EN LA ESCUELA
CAPÍTULO III: ROZANDO EL LÍMITE
Sara comenzó a ponerse sumamente asustada y nerviosa, yo ya tenía el pene casi completamente flácido por el susto, pasaban los segundos y las voces se sentían cada vez más cerca. Una vez reaccionamos, Sara y yo decidimos pegarnos lo más posible a la esquina entre los muros de la escuela y la pared de los baños.
Estábamos ocultos de la vista, pues esa esquina es un punto ciego: es una esquina sin más ni más, oculta por la pared. No hay nada allí, por lo que, la única manera en la cual podían encontrarnos y vernos, era yendo intencionalmente, sabiendo que estamos ahí. No hay ninguna razón para ir allí, excepto claro, para hacer lo mismo que nosotros estábamos haciendo.
4, 5, o hasta más voces de hombres comenzaron a retumbar en los pasillos del edificio 3. Hablaban entre sí todos al mismo tiempo, de manera que no entendíamos nada de lo que decían. Por los ruidos, pudimos deducir que traían cosas con ellos, se escuchaban plásticos, maderas y más materiales, que arrastraban y cargaban por el pasillo.
No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos ahí, completamente inmóviles después de habernos vestido muy rápido, consumidos por la desesperación. Sentí como si hubieran pasado un millón de horas esperando a que los hombres se fueran.
Pronto escuchamos que las voces se alejaban, los hombres se dirigían al fondo del pasillo, al extremo contrario de nuestra ubicación. En cuanto hubo bastante silencio, decidimos salir cuidadosamente, para bajar las escaleras e irnos.
Antes de irme, pude ver a lo lejos en el pasillo, a por lo menos 7 hombres vestidos de la misma manera: eran trabajadores de la escuela.
En un rincón habían apilado un montón de materiales, los mismos que habíamos creído escuchar antes. Pensamos que era basura, y la habían depositado ahí, pues el edificio no tenía otra utilidad más que servir a los alumnos para tener sexo y albergar un montón de basura.
Una vez en clase, se me había pasado por completo el miedo y susto, pues habíamos logrado escapar sin ser descubiertos. Tan pronto se fue el miedo, vino el enojo. Yo estaba furioso con los trabajadores por su inoportuna aparición.
Sara había aceptado hacerme una paja, ya me había tocado y sobado el pene, y estos hijos de la gran puta decidieron llegar a arruinar mi oportunidad.
-Viejos de mierda, que se mueran si quieren. -Le dije a Sara a mitad de clase, intentando descargar mi enojo de alguna manera.
Estaba tan furioso que olvidé la discreción y Diana escuchó nuestra conversación.
-¿Que se mueran quiénes? ¿Qué te pasa?
-Eh... -No pude decir nada
-Ehm, estábamos hablando sobre unos tipos que violaron a una chica hace unos días. Salió en las noticias. A eso se refería, ¿verdad? -Dijo rápidamente Sara para salvarme del momento incómodo.
-Si, esos hijos de puta seguro están libres por ahí, pero ya les llegará el karma... cabrones... -Dije, fingiendo.
Diana le dió muy poca importancia, no respondió y continuó apuntando no se qué en su libreta.
Llegó entonces la hora de salida.
-Tranquilo, no es su culpa jajaja, nosotros no debíamos estar allí de todos modos.
-Lo sé, pero... -No terminé de hablar cuando Sara dijo:
-Ya no importa, ¿Ok? Mañana habrá otra sesión de terapia y todo fluirá normal, jajaja.
-Pero, aún haremos... -Sara volvió a interrumpirme para decir:
-Ehm, mañana veremos como continuamos la terapia, por ahora ve a casa, estudia y descansa... nos vemos, jajaja.
Durante el camino a casa pensé en esa última conversación, a Sara realmente le había incomodado el hecho de que yo quería que volviéramos a intentar lo de la paja. Tal vez había pensado mejor y ahora se había arrepentido de dar ese paso tan pronto.
No se cómo, pero juro que me vengaré de esos hijos de puta si por su culpa pierdo la oportunidad de que Sara me exprima la pija.
Llegó la tarde-noche y pensé en enviar un mensaje a Sara, esta vez el miedo no consiguió ganarme y hacer que me arrepintiera. Mi mensaje decía:
-Hola, estuve pensando en lo que pasará mañana, es decir... ¿volveremos a intentarlo? En verdad me estaba gustando y creo que a ti también... jajaja. Ehm... ¿responde por favor?
Pasaron más de 45 minutos sin respuesta, pensé que tal vez Sara estaría meditando la respuesta. Finalmente mi teléfono me notificó el mensaje que había recibido.
-Pues, mira, no quiero que me malinterpretes pero... tal vez ayer los dos nos salimos un poquito de control... se supone que yo soy la que te está enseñando a controlarte, y ayer ni yo pude hacerlo! Jajaja. Tal vez deberíamos dar unos cuantos pasos atrás y trabajar en ello...
Ahora entendía perfectamente la resistencia de Sara, ella misma estaba deseosa de llevar todo al siguiente nivel, pero todas estas mierdas de la terapia eran sólo una excusa para poder controlarse. Debía buscar la forma de sacarla de su zona segura.
Recordé la foto que me había enviado hace unos días, donde me mostraba las tetas y recordé que eso me puso completamente loco, fuera de control. Ahora era mi turno.
Rápidamente me saqué la pija al aire, la tenía muy levemente erecta, así que comencé a pajearla un poco para hacer que se pusiera completamente dura. Una vez que estaba con una erección que apuntaba al techo, tomé mi teléfono y apunté la cámara hacia el, mirando desde la base. Con una mano sostenía mi teléfono y la mano restante la puse sobre mis huevos, en el empiezo de la pija, haciendo presión para que resaltaran las venas, y jalando la piel hacia atrás para poder mostrar toda la cabeza hinchada. Mis huevos participaban también en la fotografía, posando por debajo de mis dedos.
Al tomar la fotografía, cuidé que saliera lo más nítida posible. La seleccioné y presioné el botón de enviar. No envié nada de texto, únicamente la foto. Ahora faltaba ver la respuesta de Sara ante mi provocación.
No tardó ni 3 minutos:
-¿Pero qué? Jajajaja! No puedo creer que haces esto.
-¿Qué tal eh? ¿Ya te convenciste de nuevo de hacerme una paja?
Sara evadió la pregunta y continuó hablando sobre la foto.
-¿En serio es la tuya? Es decir, no es por ofender ni nada pero, en persona no se veía... así jajaja.
-Vamos, Sara, deja de evadir las cosas. Yo se que quieres hacer esto igual que yo. Tu disposición hace unas horas me lo demostró. Es el paso indicado para la terapia, ¿no?
-Jajaja qué hijo de puta eres...
Mira, te diré algo, mañana en el descanso, comenzaremos la terapia como siempre y te daré unos minutos. Te daré la oportunidad de que me convenzas. Tendrás que esforzarte, si logras hacerme cambiar de opinión, tendrás tu paja, en caso contrario, volveremos a nuestra terapia de siempre. Bueno, ahora tengo que irme, te veo mañana, suerte!!! Jajajajaja.
¡Exacto! ¡Yo estaba en lo correcto! Sara realmente quería hacerlo, y olviden esas mierdas de "te daré la oportunidad de hacerme cambiar de opinión", una mierda, siempre ha querido, solamente quiere que la provoque más, que le ruegue, que la caliente hasta que no pueda más. Mi plan había funcionado.
Procedí a continuar con lo que había empezado, busqué un poco de porno y comencé a pajearme. A mitad de la paja vino una idea a mi mente que ejecuté.
Pensé en hacer una apuesta conmigo mismo. Apuesto a que mañana, Sara no se resistirá y me hará una paja. Ella había dicho hace un tiempo que, entre más tiempo tuviera sin pajearme, la siguiente acabada sería más potente y más cargada. Se me dificultó muchísimo, pero logré contenerme ese día, detuve la paja a la mitad y no volví a tocarme el pene hasta el día siguiente. Quería ahorrar toda mi leche para cuando Sara me pajeara, quería impresionarla con una muy buena acabada.
...
¡Es hoy! ¡Hoy Sara me hará una paja! ¡Por primera vez alguien distinto a mi, me sacará la leche de los huevos!
Esto fue lo que repetí en mi mente toda la mañana, al despertar, antes de ir a la escuela, en el camino, y al llegar al salón de clase.
Entré y vi a Sara sentada cerca de la esquina donde yo siempre estaba. Al mirarla me vino a la mente una proyección futura de lo que sería nuestra terapia. Una erección empezó a levantarse, pero la detuve distrayendo mi mente en otras mierdas. Saludé brevemente a Sara y me senté. No volvimos a cruzar miradas hasta la hora del descanso.
Sonó el timbre, que para el resto de alumnos indicaba el descanso. Desde hace días, para Sara y para mi, ese timbre significaba sexo, significaba pajas, deseo, excitación, morbo, significaba la mejor parte de cada puto día.
Al salir del salón apresuré a Sara, yo ya no podía esperar más. Ella se mostraba normal, solamente un poco ansiosa, como si supiera perfectamente lo que iba a suceder, pero sin estar aún completamente segura de querer hacerlo. Obviamente no pregunté nada, me importaba una mierda lo que pasara por la cabeza de Sara, yo quería ser masturbado ya.
Gracias a mis esfuerzos, conseguimos llegar muy rápidamente al edificio 3. Sara comenzó directamente:
-Bueno, yo observo y escucho. Ibas a convencerme de continuar, ¿no? -Dijo en un tono retador.
Yo me acerqué a Sara y la tomé del rostro mientras sonreía. Me acerqué y besé levemente sus labios.
-Qué mierda? Jajaja. -Decía ella, completamente sorpendida.
Solté su rostro, la tomé por la cintura y besé en dos ocasiones parte de su cuello, cerca de la parte trasera e inferior de la oreja. Escuché como Sara intentó ahogar un gemido, su intento fue inútil pues logré percatarme.
Me despegué ligeramente de ella y procedí a sacarme el pene, que estaba en un 50% o 60% de la erección total. En cuanto salió a la vista, Sara posó su mirada sobre el, sin apartar los ojos un sólo segundo.
-Sara, así me pones, me pones re caliente, necesito masturbarme, y quiero que tú lo hagas, nada me haría sentir más placer que aquello.
-Eres... -Fue lo único que salió de la boca de Sara.
Tomé mi pene con 2 dedos y comencé a pajearla a velocidad media. La piel cubría y descubría una y otra vez la cabeza. Poco a poco mi pene fue endureciéndose, mientras Sara miraba atenta como mi erección cobraba fuerza.
En el momento en que escupí mis dedos, y ensalivé la punta del glande, Sara no pudo contenerse más y me empujó con fuerza contra la pared. Colocó toda la palma de la mano sobre mi dura pija y comenzó a pajearla lentamente, descendía hasta los huevos y volvía a subir hasta que mi prepucio volvía a cubrir completamente la punta.
Ella no decía nada, ni yo tampoco. Continuó pajeándome mientras se acercaba a mi rostro. Me pasó la lengua por los labios mientras me lanzaba su aliento húmedo en la cara.
Yo no podía contenerme de lanzar pequeños gemidos de vez en cuando. Sara aumentó un poco la velocidad y me sentí listo, así que avisé.
-Acabo...
Sara se detuvo y quitó la mano de mi pija, para acariciar mi pierna suavemente. Estaba practicando el ejercicio de detener la paja cuando estuviera a punto de eyacular.
-Por qué... -Dije, sin terminar la oración.
-Pues, no queremos que termines muy rápido, ¿cierto?
-Ufffff.... -Resoplé.
Sara demostraba parecer una experta en esto, pues las siguientes ocasiones no tenía que avisar, ella sabía cuando estaba a punto de acabar y se detenía, así estuvimos gran parte del descanso.
Sentía que me moría de placer, no podía creer lo bien que se sentía ser pajeado por alguien más, y era aún mucho mejor a "nuestra manera".
-Ya casí termina el descanso, y tendremos que irnos... ¿Estás listo?
Había llegado el momento que tanto había esperado, Sara se preparaba para sacarme toda la leche que había guardado por días.
-S... sí... dale... ohhh.... si....
Sara se hizo a un lado, para evitar que mi semen la manchara, igualmente colocó la mano en una parte más baja de mi pene para no ensuciarse de esperma. Aumentó bastante la velocidad y me pajeó, yo tenía la pija apuntando hacia la pared de ladrillos de los baños.
-Uffff.... ya..... más rapido..... ahhhhhhh......!!!
Sara aumentó a máxima velocidad, y cuando sintió mi pene tensarse, soltó un gemido para, por fin, ordeñarme la pija.
El primer disparo de semen fue brutal, sentía como el orificio de mi pene se abría, soltando un chorro espeso y blanquizco, que fue a estrellarse con la pared con una potencia increíble. Sara movía la mano de adelante hacia atrás levemente, mientras mi pene continuaba escupiendo leche como si fuera una pistola de agua.
Otro disparo, y otro, y otro más, y otro y otro...
Sentí que el orgasmo estaba durando para siempre, el placer que sentía era inmenso.
Yo continuaba vaciando los huevos sobre la pared, la cantidad de leche que saqué fue impresionante, ni siquiera yo pude creer que tenía semejante potencia oculta. Me sentía orgulloso y viril.
Por fin salió el último disparo ya sin potencia, que no alcanzó la pared y fue a dar al suelo directamente. Sara y yo estuvimos así durante unos segundos, hasta que ambos logramos recuperar la conciencia.
-Ahhhhhhh... aún queda... exprímela... la punta...
Sara tardó en responder, estaba tan hipnotizada, que le llevó tiempo darse cuenta que me dirigía a ella con mi petición.
-No, me voy a ensuciar, tú hazlo...
Sacudí la punta y unas espesas gotas que restaban, fueron a dar al suelo.
Sara ya había soltado mi pija, y ahora estaba hipnotizada de nuevo, mirando la pared, que había quedado acribillada por disparos de semen fresco.
Logré recuperarme un poco del orgasmo y le dije:
-Eso estuvo... increíble... no creí que iba a sentirse... así...
Ella salió del trance y dijo, aún mirando la pared:
-Lo sé, me doy cuenta... mira todo lo que ha salido!!
Yo podía notar que Sara estaba más caliente que nunca, un poco más de excitación y hubiera comenzado a lamer los restos de semen de la pared.
Por unos momentos olvidamos realmente que sucedía, estábamos en la escuela, teníamos clase en unos minutos y además, el día anterior casi nos descubrían.
Entonces recobramos el sentido de la realidad y nos dispusimos a irnos. Cuando estábamos listos, Sara me extendió un poco de papel higiénico.
-¿Qué? -Dije sin entender.
-No piensas dejar la pared así, ¿verdad?
-Jajaja, ¿qué importa? Nadie viene al edificio y ya casi tenemos clases. Además, en un rato se secará y no se notará.
Sara se molestó ligeramente.
-Como quieras, pero si alguien nos ve salir de aquí, y luego viene y ve esto, estamos muertos.
-Lo que digas, no pasa nada. -Dije mientras la motivaba a irnos.
Todo el resto del día de escuela me sentí pleno, había tenido uno de los mejores orgasmos de mi vida, y sabía que faltaba poco para dar el paso definitivo: pasar de las terapias a sexo casual. No tuve oportunidad de hablar con Sara durante clases.
Terminó el día y Sara se despidió de mi desde lejos, se veía ligeramente más alegre de lo normal, al parecer no fui el único que disfrutó la terapia.
Llegué a casa y comencé a hacer tarea mientras comía algo. Múltiples veces pasó por mi mente la idea de pajearme, pero ahora pensaba más profundamente: si Sara iba a hacerlo el día siguiente, prefería aguantar las ganas y soltar toda esa leche cuando me pajeara.
Envié un par de mensajes a Sara, dispuesto a preguntar “discretamente” si mañana repetiríamos, o aún mejor, si daríamos otro paso. Recordé que la semana de exámenes aún seguía y probablemente ella continuaría estudiando, así que no esperé una respuesta. A pesar de esto último, hubo una única respuesta de Sara:
-Hola, me gustaría conversar y todo, pero debo estudiar así que te dejo, hasta mañana, jajaja.
Siendo sincero, para recibir este mensaje, hubiera sido igual a que no me hubiera respondido. No envié ningún mensaje después de eso y me dediqué el resto de la tarde a distraer mi mente, para que no me ganara el impulso de querer masturbarme. Conforme más minutos pasaban, sentía más grande el ansia de querer pajearme, aún así, cada vez me convencía más de que volveríamos a hacer lo de la paja, cosa que me ayudaba a controlarme. Logré terminar el día sin hacerlo.
...
Sara se ve bastante diferente hoy, parece que se ha peinado diferente y también está usando maquillaje, jamás había visto que se hiciera eso, al menos no que yo recuerde.
La saludé rápidamente, no quería verme muy obvio acerca de mi sorpresa por su… ¿nuevo estilo? No tengo idea si solo este día se va a presentar así a la escuela o lo seguirá haciendo a partir de esto. Qué importa…
Todos en clase tomamos nuestros asientos y la profesora comenzó a explicar una mierda de tema, historia, la guerra de no se qué mierdas. La verdad mi mente no estaba en este mundo, como casi diario, mi mente se encontraba en el mundo Sara, el mundo terapia, el mundo del sexo experimental. Vino a mi mente una idea que me asustó un poco: Sara dijo hace unos días que me prepararía para tener la mayor experiencia sexual posible. ¿Y si eso significa que, el último paso es dejarme follarla? No estoy listo para eso. No tengo experiencia, no sé nada. No sé ni donde exactamente debo… penetrar. No tengo una puta idea, creo que vamos muy rápido, no quiero coger por primera vez tan rápido.
Logré calmarme y razoné mejor: pues Sara también había dicho que no dejaría que me la cogiera. Pero, ¿No dejaría que lo hiciera nunca? O ¿No iba a dejar que lo hiciera tan pronto? En fin, mejor dejaré de pensar en el futuro, y aprovecharé mi presente.
Tanto me había metido en mi mundo de pensamientos, que no había notado que la hora del descanso había llegado, y la mitad del salón ya estaba vacío, incluyendo a Sara, que ojalá me espere afuera. Salí rezando que realmente me estuviera esperando, pues había examen dentro de unas horas y no quería llevarme la sorpresa de que Sara usaría de nuevo el descanso para estudiar.
En los pasillos de afuera se encontraba Sara, sin su grupo de amigas. Me estaba esperando a mi. Esta vez no se suspendería la terapia…
Al encontrarme con ella, inmediatamente sonrió y me miró de manera distinta. Lo sentí como un coqueteo. Esto unido a su cambio de estilo me estaba dando una muy mala sensación, sólo espero que no se confirmen mis sospechas…
No quise ni mencionar tal cosa en mi mente, solamente lo dejé pasar y la acompañé hasta el edificio 3, sin poner atención realmente a lo que me decía. Sara me contaba sobre lo que había hecho la tarde y noche anterior. No es por ser mala persona, pero sinceramente a mi me importaba una mierda, así como a ella le importaría una mierda si yo le cuento sobre mi vida, ¿no?
Todo estaba muy raro ese día. Se comportaba diferente, me hablaba diferente y lucía diferente. Finalmente logré dejar de darle importancia, pues habíamos llegado a nuestro sitio.
No llevábamos ni 2 minutos ahí cuando comenzó lo mismo del otro día. Sara ni siquiera había dicho que haríamos ni nada, cuando fuimos interrumpidos por un montón de voces en el pasillo inferior y las escaleras. No estábamos desnudos, ni calientes aún, ni nada, así que, sin pensarlo, salimos de la esquina hacia el pasillo para ver que sucedía. Eran los trabajadores de hace unos días, cargaban un montón de mierdas: materiales, pinturas, tablas, vidrios, láminas y demás.
Al vernos, un pequeño sub-grupo de trabajadores voltearon a mirarse y comenzaron a reír, mientras continuaban transportando los materiales de abajo hacia el segundo piso. Uno de ellos pasó frente a nosotros y, sin dejar de caminar, nos dijo:
-Tengan cuidado, si los atrapan se los joden, jajaja. Ah, y perdonen la molestia.
Qué hijo de puta, lo sabía y se atrevía a decírnoslo a la cara. Claro, cada persona que estudia o trabaja en la escuela lo sabe: el edificio 3 parecía más el edificio “69” pues únicamente se usaba para sexo, o fumar a escondidas. Claramente al ver a dos personas salir de una esquina, extrañados y molestos, les había dejado claras nuestras intenciones en ese edificio. Sara y yo no hicimos ninguna referencia sobre el comentario del trabajador, y nos resignamos a irnos:
-Ahora si parece que se quedan, no creo que nos vayan a dejar en paz… ¿Sara?... … ¿Sara?
Ella mantenía la mirada clavada en los hombres que descargaban los materiales a algunos metros de nosotros. Tuve que llamarla 2 o 3 veces para que reaccionara.
Al mirarme, pude notar que estaba de hecho triste, no estaba molesta o enfadada, más bien parecía sentirse desilusionada, pues nuestra terapia otra vez se había ido a la mierda gracias a los trabajadores.
Creo que yo me sentía un poco peor que ella, pero intenté animarla de todos modos:
-Pues ni modo, no pasa nada. Mañana intentamos jaja.
-Supongo que sí… jaja. -Dijo ella mientras una sonrisa volvía levemente a su rostro.
Salimos del edificio y pasamos el resto del descanso conversando. O más bien, Sara pasó el resto del tiempo hablando, hablando y hablando. Yo pensaba en estupidez y media, en mi mente había de todo, excepto atención por lo que me decía. Repito, no es por mala persona, pero en serio no entendía que caso tenía el contarme todo eso a mi, nunca habíamos tenido ningún acercamiento de ese tipo antes, no antes de las terapias.
El descansó terminó, Sara por fin dejó de hablar y yo pude descansar ahora sí, pues en clase nos sentamos lejos el uno del otro. Estábamos a mitad de clase cuando la subdirectora de la escuela entró al salón. Por “protocolo” todos debíamos ponernos de pie y saludar a la vieja esa. Así lo hicimos y comenzó a hablar. Se la pasó un largo tiempo hablando, así que para no hacerlo más extenso, únicamente resalto la parte que nos interesa. La mujer dio un anuncio que nos dejó hirviendo la sangre a Sara y a mi:
-[…]… Así que, me alegra anunciarles que la dirección ha tomado la decisión de comenzar un ambicioso proyecto, hemos orientado todo un equipo de trabajo para llevar a cabo una reparación, limpieza, remodelación y readecuación del edificio 3, para brindarles a ustedes, un edificio adicional en buenas condiciones, en el cual se instalarán laboratorios, salones y talleres, que ustedes podrán utilizar…[…]
¡Hijos de la gran puta! Dije en mi mente, como si lo estuviera gritando con todas mis fuerzas, seguramente Sara hizo lo mismo. Qué puta suerte, en serio qué suerte de mierda tengo, justo cuando las “terapias” comenzaban a llegar más allá, cuando había contenido mi ansia sexual como un imbécil, resulta que el puto edificio dejaría de funcionar para nosotros y sería remodelado. No podía creer la coincidencia de que semejante pendejada estuviera pasando.
Mi mente se volvió un huracán de pensamientos por el resto del día. Al final de las clases, Sara y yo nos reunimos rápidamente para conversar, casi discutir.
-¿Y ahora? -Dije, desesperado por una solución.
-¡Es tu culpa! -Me dijo.
-¿Mía? ¿Yo qué mierda? ¿Yo mandé a esos hijueputas a remodelar?
-¿No crees que es muy raro que nos vieron saliendo de la esquina, el día anterior decidiste dejar tu semen por todos lados y ahora resulta que meterán mano en el edificio? Nos descubrieron por tu culpa!!
-No me jodas, esta mierda no es mi culpa, recuerda que antes de todo eso que dices, estos tipos ya nos habían asustado una vez.
Sara se calmó un poco y no dijo nada, como reflexionando y reconociendo que yo tenía razón. Se quedó pensando por unos segundos, incluso minutos, mientras yo estaba ahí sin decir nada, viéndola.
-Mira, yo veré que hacer, ya encontraré un lugar o algo, no lo sé… pero no te preocupes por eso ¿ok? Sólo que, si se te ocurre un sitio donde podamos…
-En mi casa ni loco
-Lo sé, tampoco la mía jajaja, por eso buscaré o pensaré en otro sitio ¿ok? -Dijo Sara mientras ponía cara de preocupación.
Asentí con la cabeza y me quedé mirando de nueva cuenta a Sara, se me hacía extrañísimo verla arreglada como venía. Al parecer ella se dio cuenta, tal vez se sintió incómoda, así que se despidió rápidamente y se fue.
Todo el camino a casa estuve pensando en sitios, pero simplemente no se me ocurría ninguno. En nuestras casas era imposible, ya lo habíamos dicho; no podíamos pagar un hotel ni una habitación ni nada de eso; cualquier otro sitio dentro de la escuela era muy riesgoso y obviamente en cualquier sitio público sería un suicidio.
Llegué a casa y decidí hacerle caso a Sara, dejaría de preocuparme por aquello y dejaría también que ella se ocupara del problema.
Pasó la tarde y seguía resistiendo las ganas de masturbarme, sentía que tenía los huevos a reventar de leche, a pesar de que no lo había contenido como tal por muchos días. Para distraerme un poco, decidí enviarle un mensaje a Sara. Así es, mi excelente idea para distraer mi mente de las pajas, fue hablar con la persona que me había provocado las mejores últimamente.
-Hola, estás estudiando? -Escribí
La respuesta tardó poco en llegar, al menos en cuanto a mis expectativas, fue mucho menor la espera.
-No realmente, de hecho intento distraerme un poco jaja, no quiero presionarme demasiado tampoco. ¿Por qué?
-Pues yo igual intentaba distraerme un poco… ya sabes, jajaja, para no matarme a pajas.
-¿Estás resistiendo el masturbarte solamente porque no hay terapias? Jajajaja, eso sí que es nuevo, no lo imaginé.
-Pues sí jajaja, igual tampoco es como que podamos hacerla aquí…
Al escribir esto, no me había dado cuenta de lo que había hecho sin querer, pues Sara entendió que yo quería hacer la terapia ahí, por videollamada o algo parecido.
-¿En serio crees que podemos tener cyber-sexo-terapia? Jajajaja mejor piénsalo un poco más.
-No, no me refería a eso…
-Pero mira, puedo proponerte algo, podemos hacer una pequeña terapia a distancia, jajaja.
-¿Eh? -Fue lo único que envié, pues no estaba entendiendo nada.
-Ya verás a lo que me refiero, espera…
Sara dejó de estar en línea por unos 2 minutos, para volver e inmediatamente escribir:
-De nada, jajajaja
Inmediatamente después de ese mensaje, recibí otra notificación:
Sara ha enviado un video.
Al leer aquello, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Ya estaba conociendo más a Sara, ya sabía de lo que podía llegar a ser capaz, y ya estaba seguro de lo que había en aquel video, tenía razón.
El video duraba unos 80 o 90 segundos, en los cuales Sara se había grabado quitándose la camisa, la camiseta y el bra, mostrando las tetas por unos segundos, al mismo tiempo que las acariciaba con sus manos y tocaba sus pezones.
-Qué tal si usas este regalito, y me devuelves los resultados. Digo, si yo envío material en video, tal vez los resultados deban venir igual, ¿no? Jajajajaja. -Escribió Sara para dejar de estar en línea por un rato.
Me quedé pasmado mirando el video una vez más, yo estaba petrificado ahí sin hacer nada, pero mi pija si había reaccionado, ya la tenía dura como concreto, lista para reventar si no me pajeaba. Procedí a cerrar la puerta de mi cuarto, y me recosté en la cama mirando el video mientras me pajeaba.
Para ser sincero, creo que no duré ni un minuto, bastaron unas cuantas sacudidas para tener ya la sensación de orgasmo. Entonces recordé la petición de Sara, hasta ese momento no había procesado lo que me había pedido: quería que le mandara un video corriéndome.
Intenté encontrar la mejor manera de hacerlo, pues no quería dejar de ver el "regalo" mientras me venía, pero al mismo tiempo no podía grabar sin detenerlo. Mientras continuaba pensando, continuaba masturbándome también. Cuando sentí que estaba a punto, tuve que resignarme y detener el video, abrir la cámara y comenzar a grabar.
Y ahí estaba yo, recostado en la cama, pajeándome con la mano derecha, mientras sostenía mi teléfono apuntando desde arriba, grabando mi pija desde los huevos hasta la punta, parte de mis piernas, mi abdomen y parte de mi pecho. Era bastante complicado mantener la grabación estable, pues al pajearme con la mano derecha, la otra mano y el resto del cuerpo se movían también. Sentí como el semen comenzó a subir, entonces acerqué la cámara, la apunté lo más cerca posible, con el ángulo exacto para que se pudiera ver bien mi glande, y a la vez que los disparos de mi acabada no fueran a manchar mi teléfono. Apunté mi pene hacia mi abdomen y pecho y comencé a venirme.
Recuerdo haber cerrado los ojos del placer, mientras mis músculos trabajaban para continuar bombeando una cantidad brutal de esperma hacia mi pecho. Sentía cada chorro espeso y caliente estrellarse contra mi piel, al mismo tiempo que sentía como mis huevos hacían su esfuerzo para continuar enviando leche y más leche. La corrida fue increíble, cuando terminé, lo primero que hice fue mirar abajo: la cantidad de líquido que había expulsado era sorprendente, por lo cual me quedé contemplándolo, olvidando por completo detener el video y enviarlo.
No quise mirar el resultado, pues me daba un poco de vergüenza mirar mi propio pene eyaculando en un video casero que enviaría a Sara.
Después de haberlo enviado, Sara no respondió, únicamente miró el mensaje que contenía la grabación y desapareció de messenger por el resto del día.
Esta vez no me dio ninguno de mis ataques de negatividad, no pensé que Sara se había molestado ni nada de eso, tal vez ya me había acostumbrado a que ella hiciera ese tipo de cosas. Lo que sí sentí fue un poco de arrepentimiento, cómo había accedido a enviar un video mío masturbándome, es decir, ¿Qué si ese video termina en otras manos? Meh, debo dejar de preocuparme tanto, si antes no pasó nada malo, no creo que pase ahora. Debo dejar de pensar mierdas.
Logré relajarme, había distraído mi mente por completo, aunque igual ya me había pajeado, me sentí victorioso conmigo mismo. Llegó la noche y en unas horas me dispuse a dormir.
…
Me levanté por la mañana un poco desanimado, pues el primer pensamiento que vino a mi cabeza, fue el hecho de que no habría terapia, pues Sara no me había comentado nada acerca de algún sitio ni nada. Parecía incluso como que ni siquiera hizo el intento de encontrar un lugar.
Llegué a la escuela y el día comenzó bastante normal, yo llegué relativamente temprano y Sara llegó unos minutos después. Esta vez venía como siempre, no se había maquillado, ni peinado o vestido diferente. Me acerqué a saludarla.
-Ehm…. Hola
-Hola! -Respondió ella con bastante entusiasmo, mientras me miraba, como esperando que yo continuara la conversación.
-¿Qué tal ayer?
-Un poco estresante, estuve despierta hasta bastante tarde estudiando, jajaja.
Sara actuaba “normal” ante el resto de oídos y miradas, es decir, no pretendía mencionar nada sobre los videos que habíamos intercambiado, ni las pajas, ni la terapia, ni nada de eso. Actuó completamente normal, como si fuéramos dos compañeros de clase teniendo una conversación cualquiera, sin ninguna conexión en especial.
Ella notó mi extrañamiento ante su actitud y con la cabeza me señaló que la siguiera. Nos detuvimos en la puerta del salón, ligeramente afuera en el pasillo.
-Creí que te molestaba que hablara de ello en público, jajaja -Dijo en voz baja.
-¿Eh? ¡Ah! Sí, sí claro, solamente que lo de ayer fue un poco… más allá jajajaja.
-Bueno, pero no me dirás que no te gustó, ¿verdad?
-La verdad fue… fue mejor que nada, jajajaja. Gracias por esa idea de la mini terapia a distancia. Entonces… a ti te gustó también… ¿no? Jajaja.
-Jajaja qué hijo de puta eres. La verdad debo admitir que…
-Ajá? -Dije yo, esperando su confesión.
-Está bien, sí, tal vez si me calienta un poco esto, un poco más allá de las terapias. Pero es normal, ¿sabes? También soy humana, también me excito y demás. Jajajaja.
-Si es tan normal como dices, ¿Por qué te ha costado tanto trabajo admitirlo?
-Jajaja cabrón, mejor deja de hacer preguntas y dime, ¿Quieres saber si encontré un sitio para continuar con las terapias? -Respondió Sara claramente evadiendo mis preguntas, y distrayéndome con algo que realmente me importaba.
-¿En serio? Dime que no es broma y encontraste un lugar…
-Hablo en serio, jajaja. Las terapias yo también me las tomo en serio y también me importan ¿ok? Jajajaja. Pero bueno, no sé si recuerdas que hay una caseta abandonada detrás de la escuela, por el terreno baldío…
¡Pero claro! ¡Cómo pude olvidar todo este tiempo la caseta abandonada!
Detrás de la escuela se encontraba un terreno baldío abandonado, era pequeño y estaba cercado, el único acceso era a través de una pequeña caseta, también abandonada, donde siempre se rumoraba que puede ser usada para coger, así mismo hay muchas anécdotas de estudiantes que han tenido sexo ahí. Los fines de semana, personas que nadie sabía quienes eran, se dedicaban a limpiar la caseta, aparentemente por pasatiempo, pues era casi imposible que alguien pagara por mantener limpia una caseta completamente abandonada.
Dentro de esta, no había absolutamente nada, era un cuarto pequeño vacío, con una puerta que podía cerrarse por dentro, y una pequeña ventana que daba a un estrecho pasillo que conectaba la calle con el terreno. Es decir, era el sitio ideal, estaba abandonado, suficientemente limpio, con el espacio suficiente y por la ventana se podía vigilar perfectamente si alguien se acercaba.
-Ahhh claro! La caseta! No sé como pude olvidarla, jajaja.
-¿Entonces? ¿Qué haremos? Ya tenemos un sitio.
Sara realmente esperaba que yo le diera una respuesta, pues su pregunta era muy buena: claramente no podíamos ir hasta allá en los descansos, ni antes de clases, ni faltar a ellas por las terapias.
-Podemos… quedarnos un tiempo después de la escuela, cuando hayan terminado las clases y todos se hayan ido, podemos fugarnos hacia allá.
-¿Tus padres no te dirían nada si llegas más tarde de lo normal a casa?
-Probablemente, no lo sé, que importa, puedo inventar que me inscribí a clases extra de inglés o algo, jajaja. ¿Tú que dices?
Antes de responderme, Sara pensó y meditó por un momento lo que iba a decir.
-Pues… podemos intentar tu plan hoy al salir, y sí funciona, pues entonces ese será el nuevo lugar y hora de las terapias jajajaja.
-Bueno, hasta entonces, jajaja. -Dije finalmente y me dirigí a mi asiento.
Cuando llegó la hora del descanso, sentí un pequeño golpe de tristeza, incluso sentía hasta nostalgia, pues ya no habría terapias allí definitivamente: el acceso al edificio 3 estaba bloqueado y únicamente se estaba permitiendo la entrada a los trabajadores.
El descanso lo pasé junto a un amigo hasta que terminó. No ocurrió nada relevante realmente durante el resto del día de clase.
Entonces llegó la hora esperada, la hora de salida. Sara me miró y dijo sin hablar, únicamente moviendo la boca “te veo afuera” o al menos eso logré entender al leer sus labios.
Tomé mis cosas y salí disparado hacia afuera, estaba ansioso por probar nuestro nuevo sitio: mucho más solitario, más tranquilo, más seguro y además teníamos mucho más tiempo. A final de cuentas parecía una mejor opción que el antiguo sitio, aunque estuviera aún disponible.
Sara estaba esperándome afuera de la puerta principal, al verme llegar, discretamente se giró y caminó hacia el pequeño pasillo que llevaba a la parte trasera de la escuela. Entendí que lo que ella buscaba, era que no nos vieran juntos, así que esperé unos minutos antes de seguirla hasta la caseta.
Caminé, di la vuelta a la barda oeste de la escuela y llegué al estrecho pasillo que pasa por un lado del terreno. En la pared lateral de la caseta, se encontraba Sara, apoyada, vigilando que nadie más fuera hacia allí.
-Listo, eso fue fácil, jajaja. -Dije yo, al estar ya frente a ella.
-Jajajaja “fácil”, si solamente hemos llegado, todavía falta la parte complicada, lograr la terapia y que no nos descubran, jajajaja.
Sara se colocó de frente a la caseta y abrió lentamente la puerta metálica de la entrada. La caseta estaba bastante limpia como para estar abandonada, únicamente había un poco de polvo en el suelo y en una esquina del techo había una pequeña telaraña ya casi deshecha.
-Bueno, tan mal no se ve, jajaja -Dijo Sara un poco aliviada, pues todo indicaba que el lugar podría ser útil.
-Cierra bien la puerta, hay que comenzar, jajaja. -Añadió mientras me miraba con una cara más “pervertida” de lo normal.
De hecho Sara lucía más desatada que en ocasiones anteriores, pues comenzó a actuar más intensamente: Se acercó a mi y echó los brazos hacia atrás diciendo:
-¿Me ayudas? Jajajaja. Esta vez me quitarás la ropa tú, como parte del avance del día de hoy, jajaja.
Yo me encontraba tan caliente que no asimilaba lo que pasaba en ese momento. Mientras narro esto, ahora me doy cuenta de lo que sucedió, pero en ese momento pensaba con el pene y no con el cerebro.
Comencé sin dudarlo, desabroché poco a poco cada botón de la camisa azul claro que tenía, cada que quitaba un botón, mis manos rozaban ligeramente sus tetas por encima de la tela. Terminé con el último botón y ella soltó su camisa al suelo.
Procedí con la camiseta rosa que tenía, estaba bastante ajustada a su cuerpo, por lo que tuve que quitársela con más paciencia, rozando su piel con cada movimiento que hacía. Llegó el momento en que sus enormes tetas saltaron fuera, siendo sujetadas por un bra rojo, uno que ya había visto anteriormente.
Llegó el momento del bra. Sara se volteó, permitiéndome desabrochar la prenda desde el broche de su espalda. Me costó un poco de trabajo, pero una vez que lo conseguí, Sara hizo el resto y tiró la prenda al suelo junto a las demás. Parecía estar desesperada ya por mostrarme las tetas.
Sin necesidad de que me lo pidiera, comencé a tocarlas. Puse mis manos sobre ellas y las acaricié, sintiendo y disfrutando cada milímetro de piel que tocaba con mis dedos. Sara parecía estar excitadísima, muchísimo más que en otros días.
Yo continuaba tocando sus tetas hasta que sentí que el pene me dolía, la erección comenzaba a doler, pues estaba haciendo presión en mi ropa.
Intenté acomodarla y Sara lo notó, a lo que casi inmediatamente dijo:
-Por qué no la sacas? Así es más cómodo, jajaja. Total, ya hemos pasado por esto.
Una vez más, me dejaba llevar por la calentura del momento, no me permitía a mi mismo ni pensar, ni razonar, únicamente actuar, dominado por mi deseo sexual.
En pocos segundos ya me había sacado la pija al aire. Mi prepucio cubría la mitad de la cabeza, que daba saltos de excitación.
-Bueno, debemos comenzar ¿no? Jajajaja. Avísame cuando… tu sabes.
Todo estaba pasando extremadamente rápido, de repente parecía como que ya no eran terapias, estábamos a un pequeño paso de convertirlo en simple sexo casual. Sara ya tenía mi pene en la mano y estaba comenzando a pajearme suavemente. Me apoyé en la pared mientras Sara me masturbaba, ella hincada a un costado mío.
-Ahh… para… para… -Dije cuando sentí que el orgasmo se aproximaba.
Sara detuvo la paja por unos momentos para que pudiera continuar. Yo intentaba respirar profundo y relajarme, para poder resistir lo más posible. Hicimos esto unas 2 o 3 veces, cuando mi excitación no pudo más y me obligó a hacer una petición a Sara.
-Ahhhh…. Si…. Oye… Sara… hazme una mamada, terminaría como loco si lo haces.
-Jajaja estás loco, no voy a chuparte la pija.
-Por favor… mira hasta donde hemos llegado, que importa un paso más…
-Olvídalo, no haré semejante cosa, y relájate o vas a venirte, jajajaja. -Reafirmó Sara sin dejar de mover la piel de mi pija hacia adelante y hacia atrás.
-Ahh… bueno… como digas…
Tenía la mirada fija en las tetas de Sara, necesitaba llevar esto más lejos de alguna manera, necesitaba poner la pija entre esos monumentos.
-Está bien… no me hagas una mamada pero… tus tetas… ahhhhh…
-¿Qué? ¿Ellas qué?
-Déjame ponerte la pija entre las tetas, por favor Sara… estoy tan caliente… no puedo más…
Me llevé una sorpresa enorme cuando Sara tomó mi pene con 2 dedos, lo acercó a su teta derecha y levemente frotó la cabecita contra la piel de uno de sus enormes senos.
No puedo describir el placer que sentí, mi pene dio un salto, estaba a punto de eyacular, y Sara lo notó, así que alejó mi pene de sus pechos.
-¿Así? Jajajaja -Dijo ella, riendo malévolamente, parecía hacerle gracia el hecho de que me estaba dominando, se hacía lo que ella hacía, hacía lo que quería conmigo… era una especie de esclavo sexual disfrazado de “paciente”. Le encantaba tener el poder sobre mi ansia sexual.
No podía contenerme más, estaba como loco, si Sara me negaba otra petición más, iba a perder el control y lo haría en contra de su voluntad.
-Ya…. Siento que acabo… no puedo más… Dios mío…
Sara… déjame acabarte las tetas, por favor, será la primera y última vez… es un día especial… hoy empezamos una nueva etapa… jajaja… ufffff…
-Nop, ni lo pienses, jajaja.
-Vamos, yo se que te gustaría… si no… no me hubieras pedido un video mío masturbándome… apuesto a que no te molestaría sentir mi leche caer sobre tus tetas….. Sara… hagámoslo… por favor…
-Jajaja, qué mierdas dices
-Sara… eso me haría explotar, estoy más caliente que nunca… no puedo más… he hecho todo lo que me has pedido… sólo te pido eso… eso me volvería loco…
-Hmmm… ¿Con que eso es lo que más anhelas?
-Si… lo deseo… lo… yo….. ahhhh…
-Tal vez tengas razón… es una ocasión particular y has tenido un muy buen desempeño como paciente… jajajaja
-¿Ehhh?
-Está bien, pero que te quede claro, es la PRIMERA y ÚLTIMA vez que esto va a pasar, y pobre de ti si se lo dices a alguien. Pero ¿cómo hacemos?
-En… ¿¡En serio!? Gra… gracias Sara… de verdad yo…
Sara interrumpió y repitió:
-¿Cómo hacemos? ¿Cómo me limpio después?
-En mi mochila… tengo papel higiénico… toma el que necesites… solo… hagámoslo.
-Uhhh… bueno, dale, hagámoslo.
Sara se puso frente a mi, aún hincada, soltó mi pene y tomó sus tetas, las presionó una contra otra para levantarlas y hacer que resaltaran más.
-Dale pues… supongo… jaja.
-Gra… gracias… no puedo… no creo que… ahh… ahhhhh!..... aaaaaaaahhhh la puta madre aaaahhhhhh!!!!
Comencé a masturbarme con la mayor potencia posible, me pajeaba a una velocidad increíble, no podía creer lo que estaba pasando. Flexioné ligeramente las rodillas y comencé a venirme. Salió el primer disparo, tuvo una potencia masiva, el chorro de semen espeso, caliente y blanco se estrelló violentamente contra la parte superior de la teta izquierda de Sara, inmediatamente comenzó a escurrir y bajar hasta la parte del pezón. En cuanto vi esto, no pude controlar el placer: cerré los ojos, eché la cabeza hacia atrás y todo mi cuerpo se retorcía, poco más y hubieran parecido convulsiones.
Mi mano no dejaba de sacudir violentamente mi pene, que continuaba escupiendo leche como si fuera una metralleta, era un disparo tras otro, y tras ese otro, y otro, y otro, y otro, y otro más…
Estaba vaciando los huevos sobre las tetas de Sara. Una de mis mayores fantasías se estaba haciendo realidad ahí, en la caseta de detrás de la escuela.
Recuperé un poco el control durante los últimos disparos de semen, estos eran mucho menos potentes y menos sustanciosos.
Regresé la cabeza y la mirada al frente y pude mirar a Sara sin moverse, únicamente respiraba fuertemente, jadeando como una perra. Tenía las tetas bañadas en mi leche caliente: no podía creer lo suprema que había sido esa eyaculación, había soltado chorros y chorros enormes de semen. Sara miraba todo lo que le había dejado en las tetas, continuaba jadeando y se mordía levemente el labio.
Exprimí las últimas gotas que cayeron al suelo, mi corazón continuaba latiendo a mil por hora, incluso llegué a temer que fuera a pasarme algo. Respiraba profundamente, intentando calmarme, no lograba recuperarme por completo, pero recobraba la calma muy poco a poco.
Pasaron los segundos, los minutos y ambos permanecimos en nuestras mismas posiciones, cada uno intentando calmarse a su manera. Cuando finalmente se calmó lo suficiente el ambiente, Sara fue quién decidió romper el silencio:
-La… Puta… Madre… Bendita…
-Jaja…. Ja…. Ehh… pues… -Tartamudee intentando decir algo
-No… no puedo… no se… jajaja! Qué puta mierda hiciste, mira todo esto!!! Jajajaja. Te voy a matar hijo de puta, jajajajaja.
Sara miraba impresionada la cantidad exagerada de esperma que había logrado soltar, mientras este continuaba escurriendo, goteando por la parte inferior de las tetas y manchando sus manos.
-¡Dame algo para limpiarme! -Me ordenó Sara mientras intentaba no manchar el resto de su ropa.
Alcancé mi mochila y le di una buena cantidad de papel higiénico, ella procedió inmediatamente a limpiarse. Mientras ella limpiaba todo mi semen de su piel, yo continuaba acariciando levemente mi pija, pues la erección no desaparecía.
Sara pudo notar esto y advirtió:
-Mejor guarda eso, que ni creas que vamos a tener segunda ronda, jajaja.
Sara me había complacido, así que decidí obedecerla y acomodar mi ropa como la tenía. Estaba esperando a que Sara terminara de limpiarse para que me dijera que haríamos, supuse que era hora de irnos y así fue. Después de varios minutos, logró limpiarse casi todos los restos de esperma que había dejado yo en ella. Una vez que tomó su ropa y se vistió, se puso de pie y me indicó que la terapia había terminado.
-Bueno… jajajaja… no puedes decir que no fue un avance, ¿no? Jajaja
-Sí jajaja, entonces, al parecer este sitio y este horario nos funcionará.
-Parece que si, pero ya te lo dije antes, es la última vez que llegamos tan lejos ¿entiendes?
-Pero…
-Última vez, ya dije, jajaja.
-Está bien… -Respondí yo, levemente decepcionado.
Sara volvió a abrir la puerta metálica y salió primero, esta vez no nos importó cuidar que nos fuera a ver alguien o algo, así que salí inmediatamente detrás de ella, cerrando la puerta después.
Dimos un par de pasos por el estrecho pasillo que conectaba a la sección que ya era parte exterior de la escuela, cuando por detrás escuchamos una voz llamándonos que nos dio el susto de nuestras vidas:
¿Y ustedes que hacen aquí o qué?
Nos quedamos inmóviles por un segundo, tan solo para voltear y mirar un rostro conocido a final del pasillo. Diana estaba parada allí, ella iba pasando por el pasillo justo cuando nosotros nos estábamos yendo: nos había visto juntos saliendo de la caseta abandonada, y ahora quería saber que estábamos haciendo allí dentro
Ambos nos quedamos paralizados mirándola, mientras ella volvía a preguntar:
¿Por qué han pasado tanto tiempo juntos últimamente? Respóndanme, ¿Qué hacían allí adentro?...
C O N T I N U A R Á
Espero que lo disfruten y recuerden que la cuarta parte está siendo escrita y se publicará probablemente antes del día sábado. De verdad agradezco mucho sus comentarios, mensajes, puntos y etc, así que no duden en comentar lo que opinen o sugieran acerca del relato. Saludos!
- A N T E R I O R M EN T E -
¡Alguien estaba subiendo las escaleras y se dirigía hacia nosotros!
Tanto Sara como yo nos miramos el uno al otro, estábamos muertos de miedo, pues Sara estaba con las tetas al aire y yo estaba con los pantalones hasta las rodillas, con la pija a punto de explotar.
Nos quedamos petrificados sin saber que carajo íbamos a hacer para salir de aquella situación…
TERAPIA SEXUAL EN LA ESCUELA
CAPÍTULO III: ROZANDO EL LÍMITE
Sara comenzó a ponerse sumamente asustada y nerviosa, yo ya tenía el pene casi completamente flácido por el susto, pasaban los segundos y las voces se sentían cada vez más cerca. Una vez reaccionamos, Sara y yo decidimos pegarnos lo más posible a la esquina entre los muros de la escuela y la pared de los baños.
Estábamos ocultos de la vista, pues esa esquina es un punto ciego: es una esquina sin más ni más, oculta por la pared. No hay nada allí, por lo que, la única manera en la cual podían encontrarnos y vernos, era yendo intencionalmente, sabiendo que estamos ahí. No hay ninguna razón para ir allí, excepto claro, para hacer lo mismo que nosotros estábamos haciendo.
4, 5, o hasta más voces de hombres comenzaron a retumbar en los pasillos del edificio 3. Hablaban entre sí todos al mismo tiempo, de manera que no entendíamos nada de lo que decían. Por los ruidos, pudimos deducir que traían cosas con ellos, se escuchaban plásticos, maderas y más materiales, que arrastraban y cargaban por el pasillo.
No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos ahí, completamente inmóviles después de habernos vestido muy rápido, consumidos por la desesperación. Sentí como si hubieran pasado un millón de horas esperando a que los hombres se fueran.
Pronto escuchamos que las voces se alejaban, los hombres se dirigían al fondo del pasillo, al extremo contrario de nuestra ubicación. En cuanto hubo bastante silencio, decidimos salir cuidadosamente, para bajar las escaleras e irnos.
Antes de irme, pude ver a lo lejos en el pasillo, a por lo menos 7 hombres vestidos de la misma manera: eran trabajadores de la escuela.
En un rincón habían apilado un montón de materiales, los mismos que habíamos creído escuchar antes. Pensamos que era basura, y la habían depositado ahí, pues el edificio no tenía otra utilidad más que servir a los alumnos para tener sexo y albergar un montón de basura.
Una vez en clase, se me había pasado por completo el miedo y susto, pues habíamos logrado escapar sin ser descubiertos. Tan pronto se fue el miedo, vino el enojo. Yo estaba furioso con los trabajadores por su inoportuna aparición.
Sara había aceptado hacerme una paja, ya me había tocado y sobado el pene, y estos hijos de la gran puta decidieron llegar a arruinar mi oportunidad.
-Viejos de mierda, que se mueran si quieren. -Le dije a Sara a mitad de clase, intentando descargar mi enojo de alguna manera.
Estaba tan furioso que olvidé la discreción y Diana escuchó nuestra conversación.
-¿Que se mueran quiénes? ¿Qué te pasa?
-Eh... -No pude decir nada
-Ehm, estábamos hablando sobre unos tipos que violaron a una chica hace unos días. Salió en las noticias. A eso se refería, ¿verdad? -Dijo rápidamente Sara para salvarme del momento incómodo.
-Si, esos hijos de puta seguro están libres por ahí, pero ya les llegará el karma... cabrones... -Dije, fingiendo.
Diana le dió muy poca importancia, no respondió y continuó apuntando no se qué en su libreta.
Llegó entonces la hora de salida.
-Tranquilo, no es su culpa jajaja, nosotros no debíamos estar allí de todos modos.
-Lo sé, pero... -No terminé de hablar cuando Sara dijo:
-Ya no importa, ¿Ok? Mañana habrá otra sesión de terapia y todo fluirá normal, jajaja.
-Pero, aún haremos... -Sara volvió a interrumpirme para decir:
-Ehm, mañana veremos como continuamos la terapia, por ahora ve a casa, estudia y descansa... nos vemos, jajaja.
Durante el camino a casa pensé en esa última conversación, a Sara realmente le había incomodado el hecho de que yo quería que volviéramos a intentar lo de la paja. Tal vez había pensado mejor y ahora se había arrepentido de dar ese paso tan pronto.
No se cómo, pero juro que me vengaré de esos hijos de puta si por su culpa pierdo la oportunidad de que Sara me exprima la pija.
Llegó la tarde-noche y pensé en enviar un mensaje a Sara, esta vez el miedo no consiguió ganarme y hacer que me arrepintiera. Mi mensaje decía:
-Hola, estuve pensando en lo que pasará mañana, es decir... ¿volveremos a intentarlo? En verdad me estaba gustando y creo que a ti también... jajaja. Ehm... ¿responde por favor?
Pasaron más de 45 minutos sin respuesta, pensé que tal vez Sara estaría meditando la respuesta. Finalmente mi teléfono me notificó el mensaje que había recibido.
-Pues, mira, no quiero que me malinterpretes pero... tal vez ayer los dos nos salimos un poquito de control... se supone que yo soy la que te está enseñando a controlarte, y ayer ni yo pude hacerlo! Jajaja. Tal vez deberíamos dar unos cuantos pasos atrás y trabajar en ello...
Ahora entendía perfectamente la resistencia de Sara, ella misma estaba deseosa de llevar todo al siguiente nivel, pero todas estas mierdas de la terapia eran sólo una excusa para poder controlarse. Debía buscar la forma de sacarla de su zona segura.
Recordé la foto que me había enviado hace unos días, donde me mostraba las tetas y recordé que eso me puso completamente loco, fuera de control. Ahora era mi turno.
Rápidamente me saqué la pija al aire, la tenía muy levemente erecta, así que comencé a pajearla un poco para hacer que se pusiera completamente dura. Una vez que estaba con una erección que apuntaba al techo, tomé mi teléfono y apunté la cámara hacia el, mirando desde la base. Con una mano sostenía mi teléfono y la mano restante la puse sobre mis huevos, en el empiezo de la pija, haciendo presión para que resaltaran las venas, y jalando la piel hacia atrás para poder mostrar toda la cabeza hinchada. Mis huevos participaban también en la fotografía, posando por debajo de mis dedos.
Al tomar la fotografía, cuidé que saliera lo más nítida posible. La seleccioné y presioné el botón de enviar. No envié nada de texto, únicamente la foto. Ahora faltaba ver la respuesta de Sara ante mi provocación.
No tardó ni 3 minutos:
-¿Pero qué? Jajajaja! No puedo creer que haces esto.
-¿Qué tal eh? ¿Ya te convenciste de nuevo de hacerme una paja?
Sara evadió la pregunta y continuó hablando sobre la foto.
-¿En serio es la tuya? Es decir, no es por ofender ni nada pero, en persona no se veía... así jajaja.
-Vamos, Sara, deja de evadir las cosas. Yo se que quieres hacer esto igual que yo. Tu disposición hace unas horas me lo demostró. Es el paso indicado para la terapia, ¿no?
-Jajaja qué hijo de puta eres...
Mira, te diré algo, mañana en el descanso, comenzaremos la terapia como siempre y te daré unos minutos. Te daré la oportunidad de que me convenzas. Tendrás que esforzarte, si logras hacerme cambiar de opinión, tendrás tu paja, en caso contrario, volveremos a nuestra terapia de siempre. Bueno, ahora tengo que irme, te veo mañana, suerte!!! Jajajajaja.
¡Exacto! ¡Yo estaba en lo correcto! Sara realmente quería hacerlo, y olviden esas mierdas de "te daré la oportunidad de hacerme cambiar de opinión", una mierda, siempre ha querido, solamente quiere que la provoque más, que le ruegue, que la caliente hasta que no pueda más. Mi plan había funcionado.
Procedí a continuar con lo que había empezado, busqué un poco de porno y comencé a pajearme. A mitad de la paja vino una idea a mi mente que ejecuté.
Pensé en hacer una apuesta conmigo mismo. Apuesto a que mañana, Sara no se resistirá y me hará una paja. Ella había dicho hace un tiempo que, entre más tiempo tuviera sin pajearme, la siguiente acabada sería más potente y más cargada. Se me dificultó muchísimo, pero logré contenerme ese día, detuve la paja a la mitad y no volví a tocarme el pene hasta el día siguiente. Quería ahorrar toda mi leche para cuando Sara me pajeara, quería impresionarla con una muy buena acabada.
...
¡Es hoy! ¡Hoy Sara me hará una paja! ¡Por primera vez alguien distinto a mi, me sacará la leche de los huevos!
Esto fue lo que repetí en mi mente toda la mañana, al despertar, antes de ir a la escuela, en el camino, y al llegar al salón de clase.
Entré y vi a Sara sentada cerca de la esquina donde yo siempre estaba. Al mirarla me vino a la mente una proyección futura de lo que sería nuestra terapia. Una erección empezó a levantarse, pero la detuve distrayendo mi mente en otras mierdas. Saludé brevemente a Sara y me senté. No volvimos a cruzar miradas hasta la hora del descanso.
Sonó el timbre, que para el resto de alumnos indicaba el descanso. Desde hace días, para Sara y para mi, ese timbre significaba sexo, significaba pajas, deseo, excitación, morbo, significaba la mejor parte de cada puto día.
Al salir del salón apresuré a Sara, yo ya no podía esperar más. Ella se mostraba normal, solamente un poco ansiosa, como si supiera perfectamente lo que iba a suceder, pero sin estar aún completamente segura de querer hacerlo. Obviamente no pregunté nada, me importaba una mierda lo que pasara por la cabeza de Sara, yo quería ser masturbado ya.
Gracias a mis esfuerzos, conseguimos llegar muy rápidamente al edificio 3. Sara comenzó directamente:
-Bueno, yo observo y escucho. Ibas a convencerme de continuar, ¿no? -Dijo en un tono retador.
Yo me acerqué a Sara y la tomé del rostro mientras sonreía. Me acerqué y besé levemente sus labios.
-Qué mierda? Jajaja. -Decía ella, completamente sorpendida.
Solté su rostro, la tomé por la cintura y besé en dos ocasiones parte de su cuello, cerca de la parte trasera e inferior de la oreja. Escuché como Sara intentó ahogar un gemido, su intento fue inútil pues logré percatarme.
Me despegué ligeramente de ella y procedí a sacarme el pene, que estaba en un 50% o 60% de la erección total. En cuanto salió a la vista, Sara posó su mirada sobre el, sin apartar los ojos un sólo segundo.
-Sara, así me pones, me pones re caliente, necesito masturbarme, y quiero que tú lo hagas, nada me haría sentir más placer que aquello.
-Eres... -Fue lo único que salió de la boca de Sara.
Tomé mi pene con 2 dedos y comencé a pajearla a velocidad media. La piel cubría y descubría una y otra vez la cabeza. Poco a poco mi pene fue endureciéndose, mientras Sara miraba atenta como mi erección cobraba fuerza.
En el momento en que escupí mis dedos, y ensalivé la punta del glande, Sara no pudo contenerse más y me empujó con fuerza contra la pared. Colocó toda la palma de la mano sobre mi dura pija y comenzó a pajearla lentamente, descendía hasta los huevos y volvía a subir hasta que mi prepucio volvía a cubrir completamente la punta.
Ella no decía nada, ni yo tampoco. Continuó pajeándome mientras se acercaba a mi rostro. Me pasó la lengua por los labios mientras me lanzaba su aliento húmedo en la cara.
Yo no podía contenerme de lanzar pequeños gemidos de vez en cuando. Sara aumentó un poco la velocidad y me sentí listo, así que avisé.
-Acabo...
Sara se detuvo y quitó la mano de mi pija, para acariciar mi pierna suavemente. Estaba practicando el ejercicio de detener la paja cuando estuviera a punto de eyacular.
-Por qué... -Dije, sin terminar la oración.
-Pues, no queremos que termines muy rápido, ¿cierto?
-Ufffff.... -Resoplé.
Sara demostraba parecer una experta en esto, pues las siguientes ocasiones no tenía que avisar, ella sabía cuando estaba a punto de acabar y se detenía, así estuvimos gran parte del descanso.
Sentía que me moría de placer, no podía creer lo bien que se sentía ser pajeado por alguien más, y era aún mucho mejor a "nuestra manera".
-Ya casí termina el descanso, y tendremos que irnos... ¿Estás listo?
Había llegado el momento que tanto había esperado, Sara se preparaba para sacarme toda la leche que había guardado por días.
-S... sí... dale... ohhh.... si....
Sara se hizo a un lado, para evitar que mi semen la manchara, igualmente colocó la mano en una parte más baja de mi pene para no ensuciarse de esperma. Aumentó bastante la velocidad y me pajeó, yo tenía la pija apuntando hacia la pared de ladrillos de los baños.
-Uffff.... ya..... más rapido..... ahhhhhhh......!!!
Sara aumentó a máxima velocidad, y cuando sintió mi pene tensarse, soltó un gemido para, por fin, ordeñarme la pija.
El primer disparo de semen fue brutal, sentía como el orificio de mi pene se abría, soltando un chorro espeso y blanquizco, que fue a estrellarse con la pared con una potencia increíble. Sara movía la mano de adelante hacia atrás levemente, mientras mi pene continuaba escupiendo leche como si fuera una pistola de agua.
Otro disparo, y otro, y otro más, y otro y otro...
Sentí que el orgasmo estaba durando para siempre, el placer que sentía era inmenso.
Yo continuaba vaciando los huevos sobre la pared, la cantidad de leche que saqué fue impresionante, ni siquiera yo pude creer que tenía semejante potencia oculta. Me sentía orgulloso y viril.
Por fin salió el último disparo ya sin potencia, que no alcanzó la pared y fue a dar al suelo directamente. Sara y yo estuvimos así durante unos segundos, hasta que ambos logramos recuperar la conciencia.
-Ahhhhhhh... aún queda... exprímela... la punta...
Sara tardó en responder, estaba tan hipnotizada, que le llevó tiempo darse cuenta que me dirigía a ella con mi petición.
-No, me voy a ensuciar, tú hazlo...
Sacudí la punta y unas espesas gotas que restaban, fueron a dar al suelo.
Sara ya había soltado mi pija, y ahora estaba hipnotizada de nuevo, mirando la pared, que había quedado acribillada por disparos de semen fresco.
Logré recuperarme un poco del orgasmo y le dije:
-Eso estuvo... increíble... no creí que iba a sentirse... así...
Ella salió del trance y dijo, aún mirando la pared:
-Lo sé, me doy cuenta... mira todo lo que ha salido!!
Yo podía notar que Sara estaba más caliente que nunca, un poco más de excitación y hubiera comenzado a lamer los restos de semen de la pared.
Por unos momentos olvidamos realmente que sucedía, estábamos en la escuela, teníamos clase en unos minutos y además, el día anterior casi nos descubrían.
Entonces recobramos el sentido de la realidad y nos dispusimos a irnos. Cuando estábamos listos, Sara me extendió un poco de papel higiénico.
-¿Qué? -Dije sin entender.
-No piensas dejar la pared así, ¿verdad?
-Jajaja, ¿qué importa? Nadie viene al edificio y ya casi tenemos clases. Además, en un rato se secará y no se notará.
Sara se molestó ligeramente.
-Como quieras, pero si alguien nos ve salir de aquí, y luego viene y ve esto, estamos muertos.
-Lo que digas, no pasa nada. -Dije mientras la motivaba a irnos.
Todo el resto del día de escuela me sentí pleno, había tenido uno de los mejores orgasmos de mi vida, y sabía que faltaba poco para dar el paso definitivo: pasar de las terapias a sexo casual. No tuve oportunidad de hablar con Sara durante clases.
Terminó el día y Sara se despidió de mi desde lejos, se veía ligeramente más alegre de lo normal, al parecer no fui el único que disfrutó la terapia.
Llegué a casa y comencé a hacer tarea mientras comía algo. Múltiples veces pasó por mi mente la idea de pajearme, pero ahora pensaba más profundamente: si Sara iba a hacerlo el día siguiente, prefería aguantar las ganas y soltar toda esa leche cuando me pajeara.
Envié un par de mensajes a Sara, dispuesto a preguntar “discretamente” si mañana repetiríamos, o aún mejor, si daríamos otro paso. Recordé que la semana de exámenes aún seguía y probablemente ella continuaría estudiando, así que no esperé una respuesta. A pesar de esto último, hubo una única respuesta de Sara:
-Hola, me gustaría conversar y todo, pero debo estudiar así que te dejo, hasta mañana, jajaja.
Siendo sincero, para recibir este mensaje, hubiera sido igual a que no me hubiera respondido. No envié ningún mensaje después de eso y me dediqué el resto de la tarde a distraer mi mente, para que no me ganara el impulso de querer masturbarme. Conforme más minutos pasaban, sentía más grande el ansia de querer pajearme, aún así, cada vez me convencía más de que volveríamos a hacer lo de la paja, cosa que me ayudaba a controlarme. Logré terminar el día sin hacerlo.
...
Sara se ve bastante diferente hoy, parece que se ha peinado diferente y también está usando maquillaje, jamás había visto que se hiciera eso, al menos no que yo recuerde.
La saludé rápidamente, no quería verme muy obvio acerca de mi sorpresa por su… ¿nuevo estilo? No tengo idea si solo este día se va a presentar así a la escuela o lo seguirá haciendo a partir de esto. Qué importa…
Todos en clase tomamos nuestros asientos y la profesora comenzó a explicar una mierda de tema, historia, la guerra de no se qué mierdas. La verdad mi mente no estaba en este mundo, como casi diario, mi mente se encontraba en el mundo Sara, el mundo terapia, el mundo del sexo experimental. Vino a mi mente una idea que me asustó un poco: Sara dijo hace unos días que me prepararía para tener la mayor experiencia sexual posible. ¿Y si eso significa que, el último paso es dejarme follarla? No estoy listo para eso. No tengo experiencia, no sé nada. No sé ni donde exactamente debo… penetrar. No tengo una puta idea, creo que vamos muy rápido, no quiero coger por primera vez tan rápido.
Logré calmarme y razoné mejor: pues Sara también había dicho que no dejaría que me la cogiera. Pero, ¿No dejaría que lo hiciera nunca? O ¿No iba a dejar que lo hiciera tan pronto? En fin, mejor dejaré de pensar en el futuro, y aprovecharé mi presente.
Tanto me había metido en mi mundo de pensamientos, que no había notado que la hora del descanso había llegado, y la mitad del salón ya estaba vacío, incluyendo a Sara, que ojalá me espere afuera. Salí rezando que realmente me estuviera esperando, pues había examen dentro de unas horas y no quería llevarme la sorpresa de que Sara usaría de nuevo el descanso para estudiar.
En los pasillos de afuera se encontraba Sara, sin su grupo de amigas. Me estaba esperando a mi. Esta vez no se suspendería la terapia…
Al encontrarme con ella, inmediatamente sonrió y me miró de manera distinta. Lo sentí como un coqueteo. Esto unido a su cambio de estilo me estaba dando una muy mala sensación, sólo espero que no se confirmen mis sospechas…
No quise ni mencionar tal cosa en mi mente, solamente lo dejé pasar y la acompañé hasta el edificio 3, sin poner atención realmente a lo que me decía. Sara me contaba sobre lo que había hecho la tarde y noche anterior. No es por ser mala persona, pero sinceramente a mi me importaba una mierda, así como a ella le importaría una mierda si yo le cuento sobre mi vida, ¿no?
Todo estaba muy raro ese día. Se comportaba diferente, me hablaba diferente y lucía diferente. Finalmente logré dejar de darle importancia, pues habíamos llegado a nuestro sitio.
No llevábamos ni 2 minutos ahí cuando comenzó lo mismo del otro día. Sara ni siquiera había dicho que haríamos ni nada, cuando fuimos interrumpidos por un montón de voces en el pasillo inferior y las escaleras. No estábamos desnudos, ni calientes aún, ni nada, así que, sin pensarlo, salimos de la esquina hacia el pasillo para ver que sucedía. Eran los trabajadores de hace unos días, cargaban un montón de mierdas: materiales, pinturas, tablas, vidrios, láminas y demás.
Al vernos, un pequeño sub-grupo de trabajadores voltearon a mirarse y comenzaron a reír, mientras continuaban transportando los materiales de abajo hacia el segundo piso. Uno de ellos pasó frente a nosotros y, sin dejar de caminar, nos dijo:
-Tengan cuidado, si los atrapan se los joden, jajaja. Ah, y perdonen la molestia.
Qué hijo de puta, lo sabía y se atrevía a decírnoslo a la cara. Claro, cada persona que estudia o trabaja en la escuela lo sabe: el edificio 3 parecía más el edificio “69” pues únicamente se usaba para sexo, o fumar a escondidas. Claramente al ver a dos personas salir de una esquina, extrañados y molestos, les había dejado claras nuestras intenciones en ese edificio. Sara y yo no hicimos ninguna referencia sobre el comentario del trabajador, y nos resignamos a irnos:
-Ahora si parece que se quedan, no creo que nos vayan a dejar en paz… ¿Sara?... … ¿Sara?
Ella mantenía la mirada clavada en los hombres que descargaban los materiales a algunos metros de nosotros. Tuve que llamarla 2 o 3 veces para que reaccionara.
Al mirarme, pude notar que estaba de hecho triste, no estaba molesta o enfadada, más bien parecía sentirse desilusionada, pues nuestra terapia otra vez se había ido a la mierda gracias a los trabajadores.
Creo que yo me sentía un poco peor que ella, pero intenté animarla de todos modos:
-Pues ni modo, no pasa nada. Mañana intentamos jaja.
-Supongo que sí… jaja. -Dijo ella mientras una sonrisa volvía levemente a su rostro.
Salimos del edificio y pasamos el resto del descanso conversando. O más bien, Sara pasó el resto del tiempo hablando, hablando y hablando. Yo pensaba en estupidez y media, en mi mente había de todo, excepto atención por lo que me decía. Repito, no es por mala persona, pero en serio no entendía que caso tenía el contarme todo eso a mi, nunca habíamos tenido ningún acercamiento de ese tipo antes, no antes de las terapias.
El descansó terminó, Sara por fin dejó de hablar y yo pude descansar ahora sí, pues en clase nos sentamos lejos el uno del otro. Estábamos a mitad de clase cuando la subdirectora de la escuela entró al salón. Por “protocolo” todos debíamos ponernos de pie y saludar a la vieja esa. Así lo hicimos y comenzó a hablar. Se la pasó un largo tiempo hablando, así que para no hacerlo más extenso, únicamente resalto la parte que nos interesa. La mujer dio un anuncio que nos dejó hirviendo la sangre a Sara y a mi:
-[…]… Así que, me alegra anunciarles que la dirección ha tomado la decisión de comenzar un ambicioso proyecto, hemos orientado todo un equipo de trabajo para llevar a cabo una reparación, limpieza, remodelación y readecuación del edificio 3, para brindarles a ustedes, un edificio adicional en buenas condiciones, en el cual se instalarán laboratorios, salones y talleres, que ustedes podrán utilizar…[…]
¡Hijos de la gran puta! Dije en mi mente, como si lo estuviera gritando con todas mis fuerzas, seguramente Sara hizo lo mismo. Qué puta suerte, en serio qué suerte de mierda tengo, justo cuando las “terapias” comenzaban a llegar más allá, cuando había contenido mi ansia sexual como un imbécil, resulta que el puto edificio dejaría de funcionar para nosotros y sería remodelado. No podía creer la coincidencia de que semejante pendejada estuviera pasando.
Mi mente se volvió un huracán de pensamientos por el resto del día. Al final de las clases, Sara y yo nos reunimos rápidamente para conversar, casi discutir.
-¿Y ahora? -Dije, desesperado por una solución.
-¡Es tu culpa! -Me dijo.
-¿Mía? ¿Yo qué mierda? ¿Yo mandé a esos hijueputas a remodelar?
-¿No crees que es muy raro que nos vieron saliendo de la esquina, el día anterior decidiste dejar tu semen por todos lados y ahora resulta que meterán mano en el edificio? Nos descubrieron por tu culpa!!
-No me jodas, esta mierda no es mi culpa, recuerda que antes de todo eso que dices, estos tipos ya nos habían asustado una vez.
Sara se calmó un poco y no dijo nada, como reflexionando y reconociendo que yo tenía razón. Se quedó pensando por unos segundos, incluso minutos, mientras yo estaba ahí sin decir nada, viéndola.
-Mira, yo veré que hacer, ya encontraré un lugar o algo, no lo sé… pero no te preocupes por eso ¿ok? Sólo que, si se te ocurre un sitio donde podamos…
-En mi casa ni loco
-Lo sé, tampoco la mía jajaja, por eso buscaré o pensaré en otro sitio ¿ok? -Dijo Sara mientras ponía cara de preocupación.
Asentí con la cabeza y me quedé mirando de nueva cuenta a Sara, se me hacía extrañísimo verla arreglada como venía. Al parecer ella se dio cuenta, tal vez se sintió incómoda, así que se despidió rápidamente y se fue.
Todo el camino a casa estuve pensando en sitios, pero simplemente no se me ocurría ninguno. En nuestras casas era imposible, ya lo habíamos dicho; no podíamos pagar un hotel ni una habitación ni nada de eso; cualquier otro sitio dentro de la escuela era muy riesgoso y obviamente en cualquier sitio público sería un suicidio.
Llegué a casa y decidí hacerle caso a Sara, dejaría de preocuparme por aquello y dejaría también que ella se ocupara del problema.
Pasó la tarde y seguía resistiendo las ganas de masturbarme, sentía que tenía los huevos a reventar de leche, a pesar de que no lo había contenido como tal por muchos días. Para distraerme un poco, decidí enviarle un mensaje a Sara. Así es, mi excelente idea para distraer mi mente de las pajas, fue hablar con la persona que me había provocado las mejores últimamente.
-Hola, estás estudiando? -Escribí
La respuesta tardó poco en llegar, al menos en cuanto a mis expectativas, fue mucho menor la espera.
-No realmente, de hecho intento distraerme un poco jaja, no quiero presionarme demasiado tampoco. ¿Por qué?
-Pues yo igual intentaba distraerme un poco… ya sabes, jajaja, para no matarme a pajas.
-¿Estás resistiendo el masturbarte solamente porque no hay terapias? Jajajaja, eso sí que es nuevo, no lo imaginé.
-Pues sí jajaja, igual tampoco es como que podamos hacerla aquí…
Al escribir esto, no me había dado cuenta de lo que había hecho sin querer, pues Sara entendió que yo quería hacer la terapia ahí, por videollamada o algo parecido.
-¿En serio crees que podemos tener cyber-sexo-terapia? Jajajaja mejor piénsalo un poco más.
-No, no me refería a eso…
-Pero mira, puedo proponerte algo, podemos hacer una pequeña terapia a distancia, jajaja.
-¿Eh? -Fue lo único que envié, pues no estaba entendiendo nada.
-Ya verás a lo que me refiero, espera…
Sara dejó de estar en línea por unos 2 minutos, para volver e inmediatamente escribir:
-De nada, jajajaja
Inmediatamente después de ese mensaje, recibí otra notificación:
Sara ha enviado un video.
Al leer aquello, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Ya estaba conociendo más a Sara, ya sabía de lo que podía llegar a ser capaz, y ya estaba seguro de lo que había en aquel video, tenía razón.
El video duraba unos 80 o 90 segundos, en los cuales Sara se había grabado quitándose la camisa, la camiseta y el bra, mostrando las tetas por unos segundos, al mismo tiempo que las acariciaba con sus manos y tocaba sus pezones.
-Qué tal si usas este regalito, y me devuelves los resultados. Digo, si yo envío material en video, tal vez los resultados deban venir igual, ¿no? Jajajajaja. -Escribió Sara para dejar de estar en línea por un rato.
Me quedé pasmado mirando el video una vez más, yo estaba petrificado ahí sin hacer nada, pero mi pija si había reaccionado, ya la tenía dura como concreto, lista para reventar si no me pajeaba. Procedí a cerrar la puerta de mi cuarto, y me recosté en la cama mirando el video mientras me pajeaba.
Para ser sincero, creo que no duré ni un minuto, bastaron unas cuantas sacudidas para tener ya la sensación de orgasmo. Entonces recordé la petición de Sara, hasta ese momento no había procesado lo que me había pedido: quería que le mandara un video corriéndome.
Intenté encontrar la mejor manera de hacerlo, pues no quería dejar de ver el "regalo" mientras me venía, pero al mismo tiempo no podía grabar sin detenerlo. Mientras continuaba pensando, continuaba masturbándome también. Cuando sentí que estaba a punto, tuve que resignarme y detener el video, abrir la cámara y comenzar a grabar.
Y ahí estaba yo, recostado en la cama, pajeándome con la mano derecha, mientras sostenía mi teléfono apuntando desde arriba, grabando mi pija desde los huevos hasta la punta, parte de mis piernas, mi abdomen y parte de mi pecho. Era bastante complicado mantener la grabación estable, pues al pajearme con la mano derecha, la otra mano y el resto del cuerpo se movían también. Sentí como el semen comenzó a subir, entonces acerqué la cámara, la apunté lo más cerca posible, con el ángulo exacto para que se pudiera ver bien mi glande, y a la vez que los disparos de mi acabada no fueran a manchar mi teléfono. Apunté mi pene hacia mi abdomen y pecho y comencé a venirme.
Recuerdo haber cerrado los ojos del placer, mientras mis músculos trabajaban para continuar bombeando una cantidad brutal de esperma hacia mi pecho. Sentía cada chorro espeso y caliente estrellarse contra mi piel, al mismo tiempo que sentía como mis huevos hacían su esfuerzo para continuar enviando leche y más leche. La corrida fue increíble, cuando terminé, lo primero que hice fue mirar abajo: la cantidad de líquido que había expulsado era sorprendente, por lo cual me quedé contemplándolo, olvidando por completo detener el video y enviarlo.
No quise mirar el resultado, pues me daba un poco de vergüenza mirar mi propio pene eyaculando en un video casero que enviaría a Sara.
Después de haberlo enviado, Sara no respondió, únicamente miró el mensaje que contenía la grabación y desapareció de messenger por el resto del día.
Esta vez no me dio ninguno de mis ataques de negatividad, no pensé que Sara se había molestado ni nada de eso, tal vez ya me había acostumbrado a que ella hiciera ese tipo de cosas. Lo que sí sentí fue un poco de arrepentimiento, cómo había accedido a enviar un video mío masturbándome, es decir, ¿Qué si ese video termina en otras manos? Meh, debo dejar de preocuparme tanto, si antes no pasó nada malo, no creo que pase ahora. Debo dejar de pensar mierdas.
Logré relajarme, había distraído mi mente por completo, aunque igual ya me había pajeado, me sentí victorioso conmigo mismo. Llegó la noche y en unas horas me dispuse a dormir.
…
Me levanté por la mañana un poco desanimado, pues el primer pensamiento que vino a mi cabeza, fue el hecho de que no habría terapia, pues Sara no me había comentado nada acerca de algún sitio ni nada. Parecía incluso como que ni siquiera hizo el intento de encontrar un lugar.
Llegué a la escuela y el día comenzó bastante normal, yo llegué relativamente temprano y Sara llegó unos minutos después. Esta vez venía como siempre, no se había maquillado, ni peinado o vestido diferente. Me acerqué a saludarla.
-Ehm…. Hola
-Hola! -Respondió ella con bastante entusiasmo, mientras me miraba, como esperando que yo continuara la conversación.
-¿Qué tal ayer?
-Un poco estresante, estuve despierta hasta bastante tarde estudiando, jajaja.
Sara actuaba “normal” ante el resto de oídos y miradas, es decir, no pretendía mencionar nada sobre los videos que habíamos intercambiado, ni las pajas, ni la terapia, ni nada de eso. Actuó completamente normal, como si fuéramos dos compañeros de clase teniendo una conversación cualquiera, sin ninguna conexión en especial.
Ella notó mi extrañamiento ante su actitud y con la cabeza me señaló que la siguiera. Nos detuvimos en la puerta del salón, ligeramente afuera en el pasillo.
-Creí que te molestaba que hablara de ello en público, jajaja -Dijo en voz baja.
-¿Eh? ¡Ah! Sí, sí claro, solamente que lo de ayer fue un poco… más allá jajajaja.
-Bueno, pero no me dirás que no te gustó, ¿verdad?
-La verdad fue… fue mejor que nada, jajajaja. Gracias por esa idea de la mini terapia a distancia. Entonces… a ti te gustó también… ¿no? Jajaja.
-Jajaja qué hijo de puta eres. La verdad debo admitir que…
-Ajá? -Dije yo, esperando su confesión.
-Está bien, sí, tal vez si me calienta un poco esto, un poco más allá de las terapias. Pero es normal, ¿sabes? También soy humana, también me excito y demás. Jajajaja.
-Si es tan normal como dices, ¿Por qué te ha costado tanto trabajo admitirlo?
-Jajaja cabrón, mejor deja de hacer preguntas y dime, ¿Quieres saber si encontré un sitio para continuar con las terapias? -Respondió Sara claramente evadiendo mis preguntas, y distrayéndome con algo que realmente me importaba.
-¿En serio? Dime que no es broma y encontraste un lugar…
-Hablo en serio, jajaja. Las terapias yo también me las tomo en serio y también me importan ¿ok? Jajajaja. Pero bueno, no sé si recuerdas que hay una caseta abandonada detrás de la escuela, por el terreno baldío…
¡Pero claro! ¡Cómo pude olvidar todo este tiempo la caseta abandonada!
Detrás de la escuela se encontraba un terreno baldío abandonado, era pequeño y estaba cercado, el único acceso era a través de una pequeña caseta, también abandonada, donde siempre se rumoraba que puede ser usada para coger, así mismo hay muchas anécdotas de estudiantes que han tenido sexo ahí. Los fines de semana, personas que nadie sabía quienes eran, se dedicaban a limpiar la caseta, aparentemente por pasatiempo, pues era casi imposible que alguien pagara por mantener limpia una caseta completamente abandonada.
Dentro de esta, no había absolutamente nada, era un cuarto pequeño vacío, con una puerta que podía cerrarse por dentro, y una pequeña ventana que daba a un estrecho pasillo que conectaba la calle con el terreno. Es decir, era el sitio ideal, estaba abandonado, suficientemente limpio, con el espacio suficiente y por la ventana se podía vigilar perfectamente si alguien se acercaba.
-Ahhh claro! La caseta! No sé como pude olvidarla, jajaja.
-¿Entonces? ¿Qué haremos? Ya tenemos un sitio.
Sara realmente esperaba que yo le diera una respuesta, pues su pregunta era muy buena: claramente no podíamos ir hasta allá en los descansos, ni antes de clases, ni faltar a ellas por las terapias.
-Podemos… quedarnos un tiempo después de la escuela, cuando hayan terminado las clases y todos se hayan ido, podemos fugarnos hacia allá.
-¿Tus padres no te dirían nada si llegas más tarde de lo normal a casa?
-Probablemente, no lo sé, que importa, puedo inventar que me inscribí a clases extra de inglés o algo, jajaja. ¿Tú que dices?
Antes de responderme, Sara pensó y meditó por un momento lo que iba a decir.
-Pues… podemos intentar tu plan hoy al salir, y sí funciona, pues entonces ese será el nuevo lugar y hora de las terapias jajajaja.
-Bueno, hasta entonces, jajaja. -Dije finalmente y me dirigí a mi asiento.
Cuando llegó la hora del descanso, sentí un pequeño golpe de tristeza, incluso sentía hasta nostalgia, pues ya no habría terapias allí definitivamente: el acceso al edificio 3 estaba bloqueado y únicamente se estaba permitiendo la entrada a los trabajadores.
El descanso lo pasé junto a un amigo hasta que terminó. No ocurrió nada relevante realmente durante el resto del día de clase.
Entonces llegó la hora esperada, la hora de salida. Sara me miró y dijo sin hablar, únicamente moviendo la boca “te veo afuera” o al menos eso logré entender al leer sus labios.
Tomé mis cosas y salí disparado hacia afuera, estaba ansioso por probar nuestro nuevo sitio: mucho más solitario, más tranquilo, más seguro y además teníamos mucho más tiempo. A final de cuentas parecía una mejor opción que el antiguo sitio, aunque estuviera aún disponible.
Sara estaba esperándome afuera de la puerta principal, al verme llegar, discretamente se giró y caminó hacia el pequeño pasillo que llevaba a la parte trasera de la escuela. Entendí que lo que ella buscaba, era que no nos vieran juntos, así que esperé unos minutos antes de seguirla hasta la caseta.
Caminé, di la vuelta a la barda oeste de la escuela y llegué al estrecho pasillo que pasa por un lado del terreno. En la pared lateral de la caseta, se encontraba Sara, apoyada, vigilando que nadie más fuera hacia allí.
-Listo, eso fue fácil, jajaja. -Dije yo, al estar ya frente a ella.
-Jajajaja “fácil”, si solamente hemos llegado, todavía falta la parte complicada, lograr la terapia y que no nos descubran, jajajaja.
Sara se colocó de frente a la caseta y abrió lentamente la puerta metálica de la entrada. La caseta estaba bastante limpia como para estar abandonada, únicamente había un poco de polvo en el suelo y en una esquina del techo había una pequeña telaraña ya casi deshecha.
-Bueno, tan mal no se ve, jajaja -Dijo Sara un poco aliviada, pues todo indicaba que el lugar podría ser útil.
-Cierra bien la puerta, hay que comenzar, jajaja. -Añadió mientras me miraba con una cara más “pervertida” de lo normal.
De hecho Sara lucía más desatada que en ocasiones anteriores, pues comenzó a actuar más intensamente: Se acercó a mi y echó los brazos hacia atrás diciendo:
-¿Me ayudas? Jajajaja. Esta vez me quitarás la ropa tú, como parte del avance del día de hoy, jajaja.
Yo me encontraba tan caliente que no asimilaba lo que pasaba en ese momento. Mientras narro esto, ahora me doy cuenta de lo que sucedió, pero en ese momento pensaba con el pene y no con el cerebro.
Comencé sin dudarlo, desabroché poco a poco cada botón de la camisa azul claro que tenía, cada que quitaba un botón, mis manos rozaban ligeramente sus tetas por encima de la tela. Terminé con el último botón y ella soltó su camisa al suelo.
Procedí con la camiseta rosa que tenía, estaba bastante ajustada a su cuerpo, por lo que tuve que quitársela con más paciencia, rozando su piel con cada movimiento que hacía. Llegó el momento en que sus enormes tetas saltaron fuera, siendo sujetadas por un bra rojo, uno que ya había visto anteriormente.
Llegó el momento del bra. Sara se volteó, permitiéndome desabrochar la prenda desde el broche de su espalda. Me costó un poco de trabajo, pero una vez que lo conseguí, Sara hizo el resto y tiró la prenda al suelo junto a las demás. Parecía estar desesperada ya por mostrarme las tetas.
Sin necesidad de que me lo pidiera, comencé a tocarlas. Puse mis manos sobre ellas y las acaricié, sintiendo y disfrutando cada milímetro de piel que tocaba con mis dedos. Sara parecía estar excitadísima, muchísimo más que en otros días.
Yo continuaba tocando sus tetas hasta que sentí que el pene me dolía, la erección comenzaba a doler, pues estaba haciendo presión en mi ropa.
Intenté acomodarla y Sara lo notó, a lo que casi inmediatamente dijo:
-Por qué no la sacas? Así es más cómodo, jajaja. Total, ya hemos pasado por esto.
Una vez más, me dejaba llevar por la calentura del momento, no me permitía a mi mismo ni pensar, ni razonar, únicamente actuar, dominado por mi deseo sexual.
En pocos segundos ya me había sacado la pija al aire. Mi prepucio cubría la mitad de la cabeza, que daba saltos de excitación.
-Bueno, debemos comenzar ¿no? Jajajaja. Avísame cuando… tu sabes.
Todo estaba pasando extremadamente rápido, de repente parecía como que ya no eran terapias, estábamos a un pequeño paso de convertirlo en simple sexo casual. Sara ya tenía mi pene en la mano y estaba comenzando a pajearme suavemente. Me apoyé en la pared mientras Sara me masturbaba, ella hincada a un costado mío.
-Ahh… para… para… -Dije cuando sentí que el orgasmo se aproximaba.
Sara detuvo la paja por unos momentos para que pudiera continuar. Yo intentaba respirar profundo y relajarme, para poder resistir lo más posible. Hicimos esto unas 2 o 3 veces, cuando mi excitación no pudo más y me obligó a hacer una petición a Sara.
-Ahhhh…. Si…. Oye… Sara… hazme una mamada, terminaría como loco si lo haces.
-Jajaja estás loco, no voy a chuparte la pija.
-Por favor… mira hasta donde hemos llegado, que importa un paso más…
-Olvídalo, no haré semejante cosa, y relájate o vas a venirte, jajajaja. -Reafirmó Sara sin dejar de mover la piel de mi pija hacia adelante y hacia atrás.
-Ahh… bueno… como digas…
Tenía la mirada fija en las tetas de Sara, necesitaba llevar esto más lejos de alguna manera, necesitaba poner la pija entre esos monumentos.
-Está bien… no me hagas una mamada pero… tus tetas… ahhhhh…
-¿Qué? ¿Ellas qué?
-Déjame ponerte la pija entre las tetas, por favor Sara… estoy tan caliente… no puedo más…
Me llevé una sorpresa enorme cuando Sara tomó mi pene con 2 dedos, lo acercó a su teta derecha y levemente frotó la cabecita contra la piel de uno de sus enormes senos.
No puedo describir el placer que sentí, mi pene dio un salto, estaba a punto de eyacular, y Sara lo notó, así que alejó mi pene de sus pechos.
-¿Así? Jajajaja -Dijo ella, riendo malévolamente, parecía hacerle gracia el hecho de que me estaba dominando, se hacía lo que ella hacía, hacía lo que quería conmigo… era una especie de esclavo sexual disfrazado de “paciente”. Le encantaba tener el poder sobre mi ansia sexual.
No podía contenerme más, estaba como loco, si Sara me negaba otra petición más, iba a perder el control y lo haría en contra de su voluntad.
-Ya…. Siento que acabo… no puedo más… Dios mío…
Sara… déjame acabarte las tetas, por favor, será la primera y última vez… es un día especial… hoy empezamos una nueva etapa… jajaja… ufffff…
-Nop, ni lo pienses, jajaja.
-Vamos, yo se que te gustaría… si no… no me hubieras pedido un video mío masturbándome… apuesto a que no te molestaría sentir mi leche caer sobre tus tetas….. Sara… hagámoslo… por favor…
-Jajaja, qué mierdas dices
-Sara… eso me haría explotar, estoy más caliente que nunca… no puedo más… he hecho todo lo que me has pedido… sólo te pido eso… eso me volvería loco…
-Hmmm… ¿Con que eso es lo que más anhelas?
-Si… lo deseo… lo… yo….. ahhhh…
-Tal vez tengas razón… es una ocasión particular y has tenido un muy buen desempeño como paciente… jajajaja
-¿Ehhh?
-Está bien, pero que te quede claro, es la PRIMERA y ÚLTIMA vez que esto va a pasar, y pobre de ti si se lo dices a alguien. Pero ¿cómo hacemos?
-En… ¿¡En serio!? Gra… gracias Sara… de verdad yo…
Sara interrumpió y repitió:
-¿Cómo hacemos? ¿Cómo me limpio después?
-En mi mochila… tengo papel higiénico… toma el que necesites… solo… hagámoslo.
-Uhhh… bueno, dale, hagámoslo.
Sara se puso frente a mi, aún hincada, soltó mi pene y tomó sus tetas, las presionó una contra otra para levantarlas y hacer que resaltaran más.
-Dale pues… supongo… jaja.
-Gra… gracias… no puedo… no creo que… ahh… ahhhhh!..... aaaaaaaahhhh la puta madre aaaahhhhhh!!!!
Comencé a masturbarme con la mayor potencia posible, me pajeaba a una velocidad increíble, no podía creer lo que estaba pasando. Flexioné ligeramente las rodillas y comencé a venirme. Salió el primer disparo, tuvo una potencia masiva, el chorro de semen espeso, caliente y blanco se estrelló violentamente contra la parte superior de la teta izquierda de Sara, inmediatamente comenzó a escurrir y bajar hasta la parte del pezón. En cuanto vi esto, no pude controlar el placer: cerré los ojos, eché la cabeza hacia atrás y todo mi cuerpo se retorcía, poco más y hubieran parecido convulsiones.
Mi mano no dejaba de sacudir violentamente mi pene, que continuaba escupiendo leche como si fuera una metralleta, era un disparo tras otro, y tras ese otro, y otro, y otro, y otro, y otro más…
Estaba vaciando los huevos sobre las tetas de Sara. Una de mis mayores fantasías se estaba haciendo realidad ahí, en la caseta de detrás de la escuela.
Recuperé un poco el control durante los últimos disparos de semen, estos eran mucho menos potentes y menos sustanciosos.
Regresé la cabeza y la mirada al frente y pude mirar a Sara sin moverse, únicamente respiraba fuertemente, jadeando como una perra. Tenía las tetas bañadas en mi leche caliente: no podía creer lo suprema que había sido esa eyaculación, había soltado chorros y chorros enormes de semen. Sara miraba todo lo que le había dejado en las tetas, continuaba jadeando y se mordía levemente el labio.
Exprimí las últimas gotas que cayeron al suelo, mi corazón continuaba latiendo a mil por hora, incluso llegué a temer que fuera a pasarme algo. Respiraba profundamente, intentando calmarme, no lograba recuperarme por completo, pero recobraba la calma muy poco a poco.
Pasaron los segundos, los minutos y ambos permanecimos en nuestras mismas posiciones, cada uno intentando calmarse a su manera. Cuando finalmente se calmó lo suficiente el ambiente, Sara fue quién decidió romper el silencio:
-La… Puta… Madre… Bendita…
-Jaja…. Ja…. Ehh… pues… -Tartamudee intentando decir algo
-No… no puedo… no se… jajaja! Qué puta mierda hiciste, mira todo esto!!! Jajajaja. Te voy a matar hijo de puta, jajajajaja.
Sara miraba impresionada la cantidad exagerada de esperma que había logrado soltar, mientras este continuaba escurriendo, goteando por la parte inferior de las tetas y manchando sus manos.
-¡Dame algo para limpiarme! -Me ordenó Sara mientras intentaba no manchar el resto de su ropa.
Alcancé mi mochila y le di una buena cantidad de papel higiénico, ella procedió inmediatamente a limpiarse. Mientras ella limpiaba todo mi semen de su piel, yo continuaba acariciando levemente mi pija, pues la erección no desaparecía.
Sara pudo notar esto y advirtió:
-Mejor guarda eso, que ni creas que vamos a tener segunda ronda, jajaja.
Sara me había complacido, así que decidí obedecerla y acomodar mi ropa como la tenía. Estaba esperando a que Sara terminara de limpiarse para que me dijera que haríamos, supuse que era hora de irnos y así fue. Después de varios minutos, logró limpiarse casi todos los restos de esperma que había dejado yo en ella. Una vez que tomó su ropa y se vistió, se puso de pie y me indicó que la terapia había terminado.
-Bueno… jajajaja… no puedes decir que no fue un avance, ¿no? Jajaja
-Sí jajaja, entonces, al parecer este sitio y este horario nos funcionará.
-Parece que si, pero ya te lo dije antes, es la última vez que llegamos tan lejos ¿entiendes?
-Pero…
-Última vez, ya dije, jajaja.
-Está bien… -Respondí yo, levemente decepcionado.
Sara volvió a abrir la puerta metálica y salió primero, esta vez no nos importó cuidar que nos fuera a ver alguien o algo, así que salí inmediatamente detrás de ella, cerrando la puerta después.
Dimos un par de pasos por el estrecho pasillo que conectaba a la sección que ya era parte exterior de la escuela, cuando por detrás escuchamos una voz llamándonos que nos dio el susto de nuestras vidas:
¿Y ustedes que hacen aquí o qué?
Nos quedamos inmóviles por un segundo, tan solo para voltear y mirar un rostro conocido a final del pasillo. Diana estaba parada allí, ella iba pasando por el pasillo justo cuando nosotros nos estábamos yendo: nos había visto juntos saliendo de la caseta abandonada, y ahora quería saber que estábamos haciendo allí dentro
Ambos nos quedamos paralizados mirándola, mientras ella volvía a preguntar:
¿Por qué han pasado tanto tiempo juntos últimamente? Respóndanme, ¿Qué hacían allí adentro?...
C O N T I N U A R Á
6 comentarios - Terapia sexual en la escuela: III