Llegué a la casona de Sandra Dómina. Es una vieja casa sin decorados, y que cuando atravesar el primer pasillo de entrada, la decoración te informa a dónde llegaste realmente: cadenas que adornan las paredes, cruzadas con sogas y látigos.
Inmediatamente, se presenta Sandra, nuestra “Ama”. La única que puede enseñar cómo se juega en serio el juego de la dominación. Ella sabe porque vivió en su propio cuerpo haber sido esclava de experimentados señores y señoras, y me invita a sentarme en una mesa, en un cuarto oscuro, iluminado apenas con una vela.
Lejos de aterrorizarme, todo me pareció dulce y cálido. Ella me explica que lo importante en los juegos de ataduras y dominacion, es que la relación sea sana, segura y consensuada. Y allí, sin más, me preguntó si lo que yo estaba buscando es aprender a ser ama, o quería ser adiestrada para ser esclava.
-¿ambas? Contesté sin pensarlo.
-No importa demasiado lo que quieras. Siempre, primero, tenés que aprender a obedecer. Y por un tiempo, no vas a trabajar para mí. Vas a ser mía.
Unos días después supe que la propuesta de Ama Sandra no fue normal. No a todas -ni a todos- les proponía ser su esclavo en la primera entrevista. Algo pasaba entre ella y yo. Algo notó ella en mí. Y yo me dejé llevar. Hasta el punto de haber sido la esclava que más cara fue subastada. Pero esa es una historia que voy a contar más adelante.
También aprendí las mejores técnicas del shibari, pero eso también voy a contarlo dentro de unos días.
Ese día, en la primer entrevista, Sandra me vendó los ojos, me tumbó sobre una silla, con el culo en pompa, desnuda, y me amarró, las manos contra el respaldo, las piernas contra las patas.
Y sin lubricarme más que con la saliva de su boca que demoró un largo rato sobre mi culo, me clavó el dildo más grande que sentí en mi vida.
Pero lo peor no fue eso. Sino que me gustó. Y parece que mis gemidos fueron tan fuertes, intensos y reales que Sandra dejó caer la venda de mis ojos, y sin sacarme el dildo del culo se sentó delante mío, para que viera como se estaba masturbando, y como dejaba caer sobre mi cara, el skirting más intenso que había visto en mi vida.
Inmediatamente, se presenta Sandra, nuestra “Ama”. La única que puede enseñar cómo se juega en serio el juego de la dominación. Ella sabe porque vivió en su propio cuerpo haber sido esclava de experimentados señores y señoras, y me invita a sentarme en una mesa, en un cuarto oscuro, iluminado apenas con una vela.
Lejos de aterrorizarme, todo me pareció dulce y cálido. Ella me explica que lo importante en los juegos de ataduras y dominacion, es que la relación sea sana, segura y consensuada. Y allí, sin más, me preguntó si lo que yo estaba buscando es aprender a ser ama, o quería ser adiestrada para ser esclava.
-¿ambas? Contesté sin pensarlo.
-No importa demasiado lo que quieras. Siempre, primero, tenés que aprender a obedecer. Y por un tiempo, no vas a trabajar para mí. Vas a ser mía.
Unos días después supe que la propuesta de Ama Sandra no fue normal. No a todas -ni a todos- les proponía ser su esclavo en la primera entrevista. Algo pasaba entre ella y yo. Algo notó ella en mí. Y yo me dejé llevar. Hasta el punto de haber sido la esclava que más cara fue subastada. Pero esa es una historia que voy a contar más adelante.
También aprendí las mejores técnicas del shibari, pero eso también voy a contarlo dentro de unos días.
Ese día, en la primer entrevista, Sandra me vendó los ojos, me tumbó sobre una silla, con el culo en pompa, desnuda, y me amarró, las manos contra el respaldo, las piernas contra las patas.
Y sin lubricarme más que con la saliva de su boca que demoró un largo rato sobre mi culo, me clavó el dildo más grande que sentí en mi vida.
Pero lo peor no fue eso. Sino que me gustó. Y parece que mis gemidos fueron tan fuertes, intensos y reales que Sandra dejó caer la venda de mis ojos, y sin sacarme el dildo del culo se sentó delante mío, para que viera como se estaba masturbando, y como dejaba caer sobre mi cara, el skirting más intenso que había visto en mi vida.
10 comentarios - Sandra Dómina
solo contar algunas cosas... las suficientes para que sepan quien soy, y a que deben atenerse aquellos que quieren estar conmigo...