http://www.poringa.net/posts/relatos/3496702/Camila.html Parte 1
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http://www.poringa.net/posts/relatos/3508803/Camila-parte-4.html Parte 4
- Quiero ir a un boliche swinger
Soltóeso y tomó un trago largo de su vaso de cerveza. Me miró como esperando unarespuesta rápida, pero me dejó pensando unos instantes.
- Ahora? – pregunté sabiendo la respuesta, sólopara ganar tiempo en mi toma de decisión
- Si, ahora gatito… - me respondió Camila y seterminó la cerveza
Penséotros segundos. No estaba seguro. Una cosa era compartirla con alguien enespecial y porque yo se lo pedía, o por “necesidad” como fue con mi vecino.Otra era ir a un lugar exclusivamente para eso. Me imaginaba en una situaciónparecida a entrar a un casino por primera vez: pensando que todos eran expertosmenos yo. Pero también entendí que era un paso lógico por cómo venían las cosascon Camila.
- Vamos, miramos, no te prometo nada.
- Jajaj dale, yo tampoco estoy segura de qué voy aquerer
Estábamosen un bar en el centro, ella tenía una pollera larga negra y suelta, unamusculosa blanca y una campera de jean. Yo un jean clásico, remera tambiénblanca y un sweater gris. Googleamos lugares y nos decidimos por uno enRecoleta. Pedimos unos tragos un poco más fuertes, en mi caso un Jagermeistercon Coca, ella un mojito. Los tomamos rápido para entonarnos y salimos a buscarun taxi.
Llegamosal boliche. Había bastante cola, pero de hombres y algún grupo de mujeres, lasparejas entraban directo y así lo hicimos. Se pagaba una entrada, y salías a laplanta baja donde había un bar, de acceso libre. El primer piso también erapara cualquiera, pero boliche, y valía todo. Pasando por debajo de la escaleravi como una rubia cuarentona le chupaba la pija a un pibe. Nosotros íbamos altercero, sólo para parejas. Un patovica enorme custodiaba el acceso, nos abrióy pasamos, a través de unas cortinas de seda. Era un lugar amplio, con sillonespor todos lados, y varios compartimientos por decirlo de alguna manera, quecumplían la función de habitación, pero sin total privacidad porque de lascuatro paredes, que en realidad eran cortinas, sólo tenían tres. Con el correrde la noche me di cuenta que esa cuarta cortina estaba y se podía cerrar, perocasi nadie lo hacía. En esos improvisados cuartos, conté que había seis deellos, si había camas, grandes, sin espejos y apenas iluminados. El piso engeneral tenía poca luz. Soy malo para calcular a ojo, pero llegué a laconclusión que habría más de cincuenta parejas, que era mucho más de lo que meesperaba, aunque siendo un lugar tan grande lo hacían ver semi vacío.
Agarréa Cami de la mano, mitad por cariño y mitad por pánico, y la llevé a uno de lossillones. Yo miraba a ver cómo actuaban los otros, realmente no tenía idea decómo era la movida, lo que sí tenía claro era que, al menos en ese momento, noquería que nos venga a hablar nadie. Nos sentamos, le pasé un brazo por atrásde los hombros y apoyé la otra mano en su muslo. Ella me agarró la mano queestaba atrás suyo y la otra también la puso en mi pierna.
- Y ahora? – pregunté
- No tengo ni idea – respondió sincera
Tratéde observar, para ver si conseguía entender los códigos del lugar. En el primerhall, donde estábamos nosotros, eran sillones de a dos. Ahí era el lugar dondelas parejas entraban en calor, o se quedaban los que sólo iban a mirar, o losque intercambiaban parejas literalmente; pero en definitiva, sólo de a dos, yse podía acercar alguien si no estabas haciendo nada, una vez cogiendo nadiepodía meterse.
Enel segundo espacio estaban los compartimientos con camas. Se usaban para tenersexo grupal, o intercambiar pero mirándose unos a otros. En ese lugar tampocoentraba nadie que no estuviese invitado.
Enel fondo, el segundo hall y el lugar más grande de los tres, había mássillones, y una barra donde pedir tragos. Ahí es donde se arreglaba todo, ytambién se podía garchar, pero si lo hacías en los sillones de ese lugar,tenías que estar dispuesto a todo, cualquiera podía unirse sin necesitarautorización.
- Que pensas? – me preguntó Cami
- Pienso en qué bien me vendría que me la chupes
Movióla mano que tenía apoyada en mi pierna y me empezó a acariciar el bulto.Mientras, me lamia y mordía despacio la oreja. Siguió así hasta que notó que yala tenía gomosa, y procedió a desabrocharme el jean. Segundos después estaba mipija afuera y la mano de Camila pajeándola. La terminó de poner dura y, ahorasí, bajó para usar la boca. Como el sillón era muy chiquito, prefirióarrodillarse en el piso, por lo que aproveché para acomodarme, más echado, ylevantarme el sweater y la remera para ver mejor. Empezó pasando la lengua pormi ano, cosa que me gustó; se detuvo unos segundos y subió hasta mis huevos,lamiéndolos y dejándolos bien mojados. Luego los succionó con suavidad,agarrando con una mano mi pija y aplastándola contra mi vientre para que nomoleste. Terminó con ellos y por fin se ocupó de mi verga. La lamió de abajohacia arriba, y cuando llegó al glande dejó caer una buena cantidad de saliva,que fue bajando por todo el tronco hasta mojarme el pubis. Limpió esa salivacon su propia lengua y aprovechó el movimiento para metérsela entera en laboca. Sacó las manos de la zona y sólo uso la boca para estimularme. Trataba deque le toque la garganta, le daba algunas arcadas, yo me volvía loco sintiendocomo se llenaba de saliva, incluso cayendo un poco. Cuando le empezó a faltarel aire paró y me pajeaba, lamiéndome los huevos de nuevo. Después, seguía consu pete violento, extremo. En un momento le agarré la cabeza y marqué el ritmoyo, cada vez más alto, mientras Camila cerraba los ojos y aguantaba las arcadasestoicamente. Noté que le empezaban a caer algunas lágrimas de cómo se ahogabay tuve piedad, se apartó un poco y la baba que cayó fue impresionante, me habíaempapado la zona.
Sequitó la campera y la dejó al lado mío en el sillón. Hizo lo mismo con lapollera, quedando en musculosa, tanga y zapatos. Yo tenía calor, estabatranspirando, así que dejé el sweater también con la ropa de Camila. A todoesto ya la tenía a ella encima de mí, con la tanga corrida, y mi chota clavadaen su concha. Puso sus manos en mi nuca y se movía ella misma, saltando sobremi pija como desesperada. Me cabalgaba y se mojaba más, le subí la musculosa yel corpiño y me agarré de sus tetas, las apretaba con fuerza, las pellizcaba. Camiestaba como poseída, y me iba a hacer acabar, pero la dejé, la noche reciénempezaba. Le mordí un pezón, gimió fuerte, le mordí el otro e hizo lo mismo. Meclavó las uñas en la nuca, revolviéndome el pelo. Sentía que estaba cerca deacabar, no quería demorarme, ni pararla, y dejé que me siga cabalgando. Nobajaba el ritmo, así que menos de cinco minutos después le estaba llenando laconcha de leche. Cuando sintió que yo estaba teniendo mi orgasmo se frenócompletamente, cerró los ojos y tiró la cabeza para atrás, agarrándose de mishombros.
Terminóde salir todo el semen, Camila se inclinó y me besó, con mucha lengua, cosa queno hacía normalmente.
- Esperame que me voy a limpiar – me dijo, se pusola pollera y se fue al baño
Meacomodé la ropa, agarré la campera de Cami y caminé un poco para investigar. Delas seis camas, había cuatro en uso. Tres de ellas con dos parejas, en la otrahabía dos mujeres con un solo hombre. No quise mirar mucho, pensé que estabamal visto, como en las playas nudistas. Pasé al otro hall. Ahí había unadualidad; por un lado, era más tranquilo, con gente hablando normalmente,quizás arreglando los encuentros. Por el otro, en un sillón había dos hombressentados mientras una rubia les chupaba la pija en cuatro. A su vez, ellarecibía otra por el culo, de un negro con pinta de brasilero con un termo queme intimidó un poco. El negro le taladraba el orto de una manera que pensé quesólo pasaba en el porno. Me quedé mirando fijo unos segundos hasta que otra vezpensé que podía quedar mal y me fui a la barra. Me pedí una cerveza, la tométranquilo y volví a buscar a Camila. Justo venía del baño.
- Y, qué viste? – me preguntó
- Nada, sexo grupal ahí donde están las camas, yuna rubia contra todos del otro lado
- Jajaj yo a eso no me animo. Hablé con una en elbaño, me dijo que se arregla más con la mirada que otra cosa… Vos miras algunapareja, si te miran, te sonríen, vas, todo así…
- Sí, me imaginé que era algo así tácito. Queréstomar algo? – le pregunté
- Sí, dale, vamos
Nossentamos en la barra, yo me pedí otra cerveza ya que no quería ponerme tan enpedo. Cami hizo lo mismo. Cuando casi terminábamos y debatíamos qué hacer, senos acercó un hombre; tenía unos 50 años, algo de pansa, totalmente pelado,pero se mantenía bastante bien. Estaba con un pantalón de vestir, zapatos, unacamisa, bastante más formal que nosotros.
- Hola, que tal? – nos dijo y nos dio la mano. Memiró a mi – Me gusta tu mujer; los viantes en el sillón y quiero estar con ella… a la mía se la llevó una parejapara hacer un trio. Piénsenlo, yo voy a estar en los sillones de adelante.
Yasí se fue, sin esperar respuesta. La miré, a ver qué opinaba, teniendo encuenta que era la primera proposición que teníamos en la noche.
- Que decís? Tenés ganas? – le pregunté
- Un poco me calentó su actitud
- Y a mi me está calentando la idea de ver cómo tecogen…
- No pensás participar? – me preguntó extrañada
- Me parece que no era la intención del tipo este– hice una pausa para tomar lo que quedaba en mi vaso – pero igual no, me estágustando más la idea de ver
- Mmmm que me irás a pedir después, me da miedo
- Creeme que no pensé nada – me rei – pero dejá dedar vueltas, si tenés ganas vamos que el pelado se va a cansar de esperar
Camilaterminó su vaso, nos levantamos y fuimos para los sillones nuevamente, a buscaral tipo que nos había hecho la propuesta. Lo encontramos en un sillón pegado ala pared, con forma de L.
- Bueno, decidimos aceptar tu propuesta – le dije,sintiéndome algo avergonzado
- Perfecto, – contestó el tipo, riéndose – lo quesi me olvidé de aclarar una cosa.
- Qué cosa? – dijo Camila, no sabiendo con qué ibaa salir
- Lo que más me gustó de ella es el culo, es loúnico que me interesa coger, es un problema eso? – me preguntaba a mi, a ellano le hablaba
Ni lamiré, sabía que no era un problema.
- No, no hay problema – contesté
Mesenté en una punta del sillón en L, con la campera y la cartera de Camila y misweater al lado. Ellos se quedaron en la otra parte del sofá. Me acomodé paraver bien la situación.
Eltipo se paró al lado de Camila. Le agarró la nuca y le comió la boca,intensamente, pero por pocos segundos. Después de eso, la tiró en si sillón, deespaldas. Era un sillón grande, Cami acostada con las piernas recogidas entrabacómoda. El pelado le sacó la pollera y la tiró adonde estaba yo. Le sacó latanga y la dejó al costado, y se inclinó a chuparle la concha. No me importó quedar como un pajero, desdedonde estaba por el ángulo y la oscuridad no veía bien, así que me paré y meacerqué. El tipo movía la lengua por el clítoris de Camila lentamente, mientrascon un dedo la masturbaba. Empezó a chupar un poco más rápido, a succionar, yCami se retorcía en su improvisada cama. Sacó la lengua entera y lamió toda lazona de arriba abajo, hasta llegar a la cola, donde se detuvo y penetró con lapunta de la lengua un poco. Ya le metía dos dedos en la concha y la hacía gemirapretándose las tetas ella misma, los sacaba mojados y los volvía a meter. Lahizo llenarse de flujos, ya tenía el suficiente lubricante como para empezar adilatar. El tipo sabía lo que hacía, y con su dedo índice izquierdo empapadoempezó a hacerse camino en el culo de Cami. Lo metió despacio pero sin pararhasta el fondo, lo movió un poco y rápidamente metió otro. Así con dos dedosentrando y saliendo, fue preparando la cola de Camila. Cuando creyó que yaestaba lista, dejó de hacerlo y se paró.
Ellarecobró el aliento en diez segundos, y se arrodilló adelante del pelado. Desabrochóel cinturón y bajó el pantalón. El pelado usaba slip. Cami le besó la pija sinsacar la ropa interior, la agarró, y luego sí la liberó. Ahí entendí por quéhabía preparado bien la cola; tenía una buena verga; no tan larga, pero sí bastantegruesa. El tipo se sacó la camisa y la tiró en el sillón. Era más gordo de loque parecía. Ella ya le estaba chupando la pija, apoyando sus manos en laspiernas del pelado. Se metía el glande en la boca, la abría bien para que entremás, y con esfuerzo pudo meterse la mayor parte.
Comohabía advertido, al pelado sólo le interesaba cogerle el culo a Camila. Chupópara lubricar bien y dejó que se la chupe para que se la ponga bien dura.Cuando ambos objetivos estuvieron cumplidos, le ordenó que se pusiera en cuatroen el piso.
- Mmmmm si – dijo Camila con voz de puta
- Ahora te voy a romper el culo
- Dale, qué esperas?
Yome senté al lado de ellos, ya que estaban en el piso. El tipo se inclinó yapoyó la verga en el ano de Cami, y empujó. Se fue dilatando y haciendo lugarpara esa pija gruesa, y lentamente fue entrando hasta recubrirla por completo. Apoyósus grandes manos en las nalgas de Camila, separándolas, y comenzando elmovimiento pélvico para que su chota salga y entre del culo de ella. Le pegóvarias nalgadas mientras subía el ritmo, ya con la zona acostumbrada le podíadar más fuerte, y entraba y salía más fácil. Cami se agarró del sillón con unamano, y con la otra se sacó la musculosa, quedando en corpiño. La veíatranspirar un poco pero le gustaba, mientras el pelado ya la cogía fuerte. Empezóa gemir y más estimulaba al tipo a darle fuerte. Yo miraba excitado, con miverga bien dura, pero no me tocaba, me limitaba a disfrutar la escena. El tipoagarró a Camila del pelo, le soltó las nalgas, y sólo movía las caderas paracogerla; me pareció que ella también lo hacía para ayudar, estirando el ortopara atrás y adelante para que le entre bien toda la pija.
Ledio así por varios minutos, hasta que se cansó y se sentó en el sillón. Le hizoseñas a Cami de que se subiera, pero de espaldas. Lo hizo, clavándose la pijaen la cola nuevamente, y mientras el pelado le sacaba el corpiño. Se agarró delas tetas y le indicó que empiece a subir y bajar. Ella hizo caso, se agarródel respaldo del sillón y subió y bajó en la verga del tipo. Él le decía cosasal oído, ella asentía con la cabeza, no le soltaba las tetas, y no bajaban elritmo. En uno de los movimientos, Camila se queda sentada bien clavada, y élgemía, me di cuenta que estaba acabando. Se quedaron así unos instantes, eltipo le giró la cabeza y le volvió a comer la boca. Camila le dio el gusto;cuando terminaron de besarse, se bajó. Agarró sus cosas como para ir a lavarseal baño.
- Adónde vas? Acostate acá de nuevo – le ordenó eltipo
Camile hizo caso, dejó las cosas y se acostó. El tipo le abrió las piernas y leempezó a chupar el culo de nuevo, lamiendo lo que salía de su acabada, supropio semen. Estuvo así un rato, a ella le gustó porque mientras semasturbaba. Cuando se cansó, se levantó.
- Ahora sí, anda a lavarte si querés.
Agarrósus cosas y se fue al baño, el tipo se vistió, me dio la mano y se fue.
Esperéunos minutos hasta que Cami volvió.
- Y, qué onda? – le pregunté como para empezar unaconversación
- Bien… me dolió un poco. A vos te gustó mirar?
- Si… salvo el final Jajaj
- Jajaj si, raro – se rio ella
- Pero estoy muy caliente… no sé si querés que nosquedemos o salgamos pero mi pija necesita acción urgente
- Mmmm vamos a dar una vuelta y vemos, si no en 15nos vamos y me haces lo que quieras…
Mepareció justo, esperé que se vistiera y fuimos a dar una vuelta por el lugar.Llegamos de nuevo a la barra, el negro que yo había visto antes cogiéndose unarubia, estaba sentado al lado nuestro con su pareja, también negra. Me acordabadel termo que tenía el negro ese entre las piernas y rogaba porque Camila noquisiera intercambiar con ellos; pero ni hizo falta que ella los viera, porqueapenas nos sentamos, la mujer se me puso a hablar.
- Hola – me dijo y me dio dos besos. Claramenteeran de Brasil – me llamo Sandra, él es Antonio.
Ledi la mano al negro.
- Hola, yo soy Camila y el Sebastián – dijoprimereándome en la respuesta
- Vienen seguido? – preguntó él esta vez
- No, de hecho es la primera vez. Ni siquieraintercambiamos con nadie todavía, sólo ella estuvo con otro hombre y yo sólomiré – hablé yo, ya que estaba en el baile… - Ustedes?
- Nosotros somos de Sao Paulo, cuando viajamos nosgusta hacer cosas distintas, como esta. Tampoco es que tenemos muchaexperiencia – me contestó Sandra
- Y su noche como viene? – volví a preguntar yo
- Bueno – constestó ella – yo estoy igual que tú.Antonio estuvo con una chica pero yo nada por el momento.
- Podemos terminar la noche juntos no les parece?– dijo Antonio
- Vamos a una de las camas? – dije
Todosasintieron y ahí fuimos. La primera estaba libre, entramos y Sandra cerró lacortina. Había una luz tenue pero menos que la de afuera, la cama gigante,percheros y un sillón.
Antonioera alto, flaco pero fibroso como buen negro aunque no tenía un cuerpo degimnasio. Pelo corto rapado casi al ras. Tenía puesta una camisa blanca suelta,y un jean.
Sandraera más negra que él. Tenía dos tetas gigantes, caderas grandes con un culofirme, y pelo largo totalmente enrulado. Estaba con un vestido azul oscuropegado al cuerpo, sin corpiño.
- Ya que nosotros hicimos algo y ustedes no, lojusto es que comiencen ustedes – nos dijo Antonio a Sandra y a mi
Ellase acercó y me besó, con mucha lengua, mientras me sacaba la remera. Quedé encuero y la seguí besando, apretando su cola grande pero dura. Le levanté elvestido, descubrí que no tenía tanga puesta así que me dediqué a tocarle laconcha. Lo hacía suavemente, pero Sandra al oído me dijo que tocara más fuerte.Le hice caso, empecé a meterle dos dedos adentro, así parados como estábamos,dándonos besos bien calientes. Me empujó a la cama y me sacó lo que me quedabade ropa, jean, bóxer, zapatillas. Me dejó en pija, y se dedicó a ella,chupándola fuerte, usando la mano para pajearme. Lo hacía tan fuerte que ya meestaban dando ganas de acabar, así que la paré con la excusa de sacarle la ropaa ella. Sólo le quedaba el vestido, se lo quité por arriba de la cabeza y quedódesnuda. Me incliné, los dos arrodillados en la cama, a mamarle las tetotas,recorría los pezones, los succionaba, y luego seguía con la otra goma. Mevolvió a acostar y siguió con su alocado pete por varios minutos. Yo miraba dereojo a Camila y Antonio; estaban sentados en el sillón, mirando.
Cuandose cansó de chupar, Sandra por si misma se subió a cabalgarme. Me puso lastetas en la boca y se movía ella, era una experta sacudiendo esas caderas.
- Voy a acabar… - le advertí luego de unos minutosde cogida
- Mmmm la quiero acá – dijo y se señaló las gomas
Sebajó de mi pija y se acostó ella ahora en la cama. Me subí yo y le puse laverga entre las tetas, para hacer una turca. Después de un par de movimientosla llené de leche: le cayó en el cuello, pecho, algo en la cara. Se pasó lamano, los dedos, donde había semen y se lo fue tomando hasta quedar más o menoslimpia.
- Bueno, ahora que estamos a mano podemos unirnosno? – dijo Antonio
Agarróa Camila de la mano y la llevó a la cama donde estábamos nosotros. Pasándole lalengua por los labios, la cara, el cuello, la iba desvistiendo despacio, hastadejarla sólo con la tanga. Sandra me hacía la paja para que se me pusiera durade nuevo, y lo estaba logrando. Antonio a esta altura ya había sacado su pijaenorme, y Camila se había agachado como hipnotizada a chupársela. Le entraba enla boca la cabeza y poco más, pero igual se esforzaba, le chupaba los huevos,la escupía. Sandra me estaba peteando de nuevo, ahora sí más relajada, sin usarlas manos, mientras yo seguía acostado.
Antoniole hizo señas a su mujer para que se corriera. De la mano, guió a Camila arribamío, a que siguiera chupándomela ella. Lo hacía en cuatro, mirándome a los ojoscon cara de gata, lamiendo, babeándola, metiéndosela entera. A todo esto elbrasilero se acomodó atrás de ella y empezó a cogerle la concha. Cami pegó ungrito cuando le entró toda, y se le cayó una lágrima, pero no paró de petearmey dejó que el negro se moviera como quisiese. Sandra me puso sus tetas en lacara para que se las chupe. Después de un rato de taladrarla, cambiamos lasposiciones. Sandra ahora recibía mi pija, en cuatro, yo arrodillado desdeatrás, mientras peteaba a su marido. Camila se tocaba mirando la situación.
Lasdos mujeres se acostaron boca arriba abriendo las piernas. Antonio fue conCamila y siguió el trabajo que le estaba haciendo en la concha antes. Yo meacerqué a Sandra y se la apoyé en el culo a ver si me autorizaba. No se negóasí que lo tomé como una invitación, y se la metí. Fue impresionante lo fácilque entró, claro después me acordé que si el marido se lo hacía con ese termoera obvio que esté acostumbrado. Así las dos parejas improvisadas cogíamosfuerte. Yo me inclinaba a agarrarla de las tetas, las apretaba con fuerza.Antonio tenía las piernas de Cami en los hombros. Intentó apoyársela en elculo, pero Camila se negó y con razón, la hubiese roto.
Elnegro y yo nos hicimos señas y paramos de bombear.
- Vamos a darle la leche en la boca que le encanta– dijo él señalando a su mujer
Nosparamos y ella se arrodilló adelante nuestro. Nos empezamos a pajear, Antoniosintió que acababa y se la puso en la boca. Ella juntó todo y esperó midescarga. Lo imité a él, tardé un minuto más, en el que Camila aprovechó paralimpiarle la pija al negro con la boca, y llené de leche la boca de Sandra. Conlas acabadas de los dos, se acercó a Cami y le hizo señas de que abra la boca.Dejó caer todo el esperma adentro de la boca de Camila y le dijo que no lotrague. Ella entendió lo que quería, e hizo lo mismo: escupió la leche en laboca de Sandra nuevamente. Ahí si la tragó toda, mostrándonos la lenguaimpecable. Se ocupó de mi pija semi fláccida y la dejó bien limpia también.
- Bueno, no doy más, vamos? – me dijo Camila
- Si, vamos
Nosvestimos, saludamos a Sandra y Antonio y nos fuimos. Como era tarde, fuimos aun telo a pasar la noche. Llegamos y nos dormimos de lo cansados que estábamos.
A lamañana me desperté con Cami chupándome la pija. Como sabía que me gustaba, sinusar las manos, que las tenía en mi pecho. Peteaba fuerte igual, tanto que enmenos de diez minutos me hizo acabar, y se tragó toda la lechita.
- Que linda forma de despertar – le dije
- Es que no te tomé la leche en toda la noche, laextrañaba…
Nosbañamos y nos fuimos.
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- Quiero ir a un boliche swinger
Soltóeso y tomó un trago largo de su vaso de cerveza. Me miró como esperando unarespuesta rápida, pero me dejó pensando unos instantes.
- Ahora? – pregunté sabiendo la respuesta, sólopara ganar tiempo en mi toma de decisión
- Si, ahora gatito… - me respondió Camila y seterminó la cerveza
Penséotros segundos. No estaba seguro. Una cosa era compartirla con alguien enespecial y porque yo se lo pedía, o por “necesidad” como fue con mi vecino.Otra era ir a un lugar exclusivamente para eso. Me imaginaba en una situaciónparecida a entrar a un casino por primera vez: pensando que todos eran expertosmenos yo. Pero también entendí que era un paso lógico por cómo venían las cosascon Camila.
- Vamos, miramos, no te prometo nada.
- Jajaj dale, yo tampoco estoy segura de qué voy aquerer
Estábamosen un bar en el centro, ella tenía una pollera larga negra y suelta, unamusculosa blanca y una campera de jean. Yo un jean clásico, remera tambiénblanca y un sweater gris. Googleamos lugares y nos decidimos por uno enRecoleta. Pedimos unos tragos un poco más fuertes, en mi caso un Jagermeistercon Coca, ella un mojito. Los tomamos rápido para entonarnos y salimos a buscarun taxi.
Llegamosal boliche. Había bastante cola, pero de hombres y algún grupo de mujeres, lasparejas entraban directo y así lo hicimos. Se pagaba una entrada, y salías a laplanta baja donde había un bar, de acceso libre. El primer piso también erapara cualquiera, pero boliche, y valía todo. Pasando por debajo de la escaleravi como una rubia cuarentona le chupaba la pija a un pibe. Nosotros íbamos altercero, sólo para parejas. Un patovica enorme custodiaba el acceso, nos abrióy pasamos, a través de unas cortinas de seda. Era un lugar amplio, con sillonespor todos lados, y varios compartimientos por decirlo de alguna manera, quecumplían la función de habitación, pero sin total privacidad porque de lascuatro paredes, que en realidad eran cortinas, sólo tenían tres. Con el correrde la noche me di cuenta que esa cuarta cortina estaba y se podía cerrar, perocasi nadie lo hacía. En esos improvisados cuartos, conté que había seis deellos, si había camas, grandes, sin espejos y apenas iluminados. El piso engeneral tenía poca luz. Soy malo para calcular a ojo, pero llegué a laconclusión que habría más de cincuenta parejas, que era mucho más de lo que meesperaba, aunque siendo un lugar tan grande lo hacían ver semi vacío.
Agarréa Cami de la mano, mitad por cariño y mitad por pánico, y la llevé a uno de lossillones. Yo miraba a ver cómo actuaban los otros, realmente no tenía idea decómo era la movida, lo que sí tenía claro era que, al menos en ese momento, noquería que nos venga a hablar nadie. Nos sentamos, le pasé un brazo por atrásde los hombros y apoyé la otra mano en su muslo. Ella me agarró la mano queestaba atrás suyo y la otra también la puso en mi pierna.
- Y ahora? – pregunté
- No tengo ni idea – respondió sincera
Tratéde observar, para ver si conseguía entender los códigos del lugar. En el primerhall, donde estábamos nosotros, eran sillones de a dos. Ahí era el lugar dondelas parejas entraban en calor, o se quedaban los que sólo iban a mirar, o losque intercambiaban parejas literalmente; pero en definitiva, sólo de a dos, yse podía acercar alguien si no estabas haciendo nada, una vez cogiendo nadiepodía meterse.
Enel segundo espacio estaban los compartimientos con camas. Se usaban para tenersexo grupal, o intercambiar pero mirándose unos a otros. En ese lugar tampocoentraba nadie que no estuviese invitado.
Enel fondo, el segundo hall y el lugar más grande de los tres, había mássillones, y una barra donde pedir tragos. Ahí es donde se arreglaba todo, ytambién se podía garchar, pero si lo hacías en los sillones de ese lugar,tenías que estar dispuesto a todo, cualquiera podía unirse sin necesitarautorización.
- Que pensas? – me preguntó Cami
- Pienso en qué bien me vendría que me la chupes
Movióla mano que tenía apoyada en mi pierna y me empezó a acariciar el bulto.Mientras, me lamia y mordía despacio la oreja. Siguió así hasta que notó que yala tenía gomosa, y procedió a desabrocharme el jean. Segundos después estaba mipija afuera y la mano de Camila pajeándola. La terminó de poner dura y, ahorasí, bajó para usar la boca. Como el sillón era muy chiquito, prefirióarrodillarse en el piso, por lo que aproveché para acomodarme, más echado, ylevantarme el sweater y la remera para ver mejor. Empezó pasando la lengua pormi ano, cosa que me gustó; se detuvo unos segundos y subió hasta mis huevos,lamiéndolos y dejándolos bien mojados. Luego los succionó con suavidad,agarrando con una mano mi pija y aplastándola contra mi vientre para que nomoleste. Terminó con ellos y por fin se ocupó de mi verga. La lamió de abajohacia arriba, y cuando llegó al glande dejó caer una buena cantidad de saliva,que fue bajando por todo el tronco hasta mojarme el pubis. Limpió esa salivacon su propia lengua y aprovechó el movimiento para metérsela entera en laboca. Sacó las manos de la zona y sólo uso la boca para estimularme. Trataba deque le toque la garganta, le daba algunas arcadas, yo me volvía loco sintiendocomo se llenaba de saliva, incluso cayendo un poco. Cuando le empezó a faltarel aire paró y me pajeaba, lamiéndome los huevos de nuevo. Después, seguía consu pete violento, extremo. En un momento le agarré la cabeza y marqué el ritmoyo, cada vez más alto, mientras Camila cerraba los ojos y aguantaba las arcadasestoicamente. Noté que le empezaban a caer algunas lágrimas de cómo se ahogabay tuve piedad, se apartó un poco y la baba que cayó fue impresionante, me habíaempapado la zona.
Sequitó la campera y la dejó al lado mío en el sillón. Hizo lo mismo con lapollera, quedando en musculosa, tanga y zapatos. Yo tenía calor, estabatranspirando, así que dejé el sweater también con la ropa de Camila. A todoesto ya la tenía a ella encima de mí, con la tanga corrida, y mi chota clavadaen su concha. Puso sus manos en mi nuca y se movía ella misma, saltando sobremi pija como desesperada. Me cabalgaba y se mojaba más, le subí la musculosa yel corpiño y me agarré de sus tetas, las apretaba con fuerza, las pellizcaba. Camiestaba como poseída, y me iba a hacer acabar, pero la dejé, la noche reciénempezaba. Le mordí un pezón, gimió fuerte, le mordí el otro e hizo lo mismo. Meclavó las uñas en la nuca, revolviéndome el pelo. Sentía que estaba cerca deacabar, no quería demorarme, ni pararla, y dejé que me siga cabalgando. Nobajaba el ritmo, así que menos de cinco minutos después le estaba llenando laconcha de leche. Cuando sintió que yo estaba teniendo mi orgasmo se frenócompletamente, cerró los ojos y tiró la cabeza para atrás, agarrándose de mishombros.
Terminóde salir todo el semen, Camila se inclinó y me besó, con mucha lengua, cosa queno hacía normalmente.
- Esperame que me voy a limpiar – me dijo, se pusola pollera y se fue al baño
Meacomodé la ropa, agarré la campera de Cami y caminé un poco para investigar. Delas seis camas, había cuatro en uso. Tres de ellas con dos parejas, en la otrahabía dos mujeres con un solo hombre. No quise mirar mucho, pensé que estabamal visto, como en las playas nudistas. Pasé al otro hall. Ahí había unadualidad; por un lado, era más tranquilo, con gente hablando normalmente,quizás arreglando los encuentros. Por el otro, en un sillón había dos hombressentados mientras una rubia les chupaba la pija en cuatro. A su vez, ellarecibía otra por el culo, de un negro con pinta de brasilero con un termo queme intimidó un poco. El negro le taladraba el orto de una manera que pensé quesólo pasaba en el porno. Me quedé mirando fijo unos segundos hasta que otra vezpensé que podía quedar mal y me fui a la barra. Me pedí una cerveza, la tométranquilo y volví a buscar a Camila. Justo venía del baño.
- Y, qué viste? – me preguntó
- Nada, sexo grupal ahí donde están las camas, yuna rubia contra todos del otro lado
- Jajaj yo a eso no me animo. Hablé con una en elbaño, me dijo que se arregla más con la mirada que otra cosa… Vos miras algunapareja, si te miran, te sonríen, vas, todo así…
- Sí, me imaginé que era algo así tácito. Queréstomar algo? – le pregunté
- Sí, dale, vamos
Nossentamos en la barra, yo me pedí otra cerveza ya que no quería ponerme tan enpedo. Cami hizo lo mismo. Cuando casi terminábamos y debatíamos qué hacer, senos acercó un hombre; tenía unos 50 años, algo de pansa, totalmente pelado,pero se mantenía bastante bien. Estaba con un pantalón de vestir, zapatos, unacamisa, bastante más formal que nosotros.
- Hola, que tal? – nos dijo y nos dio la mano. Memiró a mi – Me gusta tu mujer; los viantes en el sillón y quiero estar con ella… a la mía se la llevó una parejapara hacer un trio. Piénsenlo, yo voy a estar en los sillones de adelante.
Yasí se fue, sin esperar respuesta. La miré, a ver qué opinaba, teniendo encuenta que era la primera proposición que teníamos en la noche.
- Que decís? Tenés ganas? – le pregunté
- Un poco me calentó su actitud
- Y a mi me está calentando la idea de ver cómo tecogen…
- No pensás participar? – me preguntó extrañada
- Me parece que no era la intención del tipo este– hice una pausa para tomar lo que quedaba en mi vaso – pero igual no, me estágustando más la idea de ver
- Mmmm que me irás a pedir después, me da miedo
- Creeme que no pensé nada – me rei – pero dejá dedar vueltas, si tenés ganas vamos que el pelado se va a cansar de esperar
Camilaterminó su vaso, nos levantamos y fuimos para los sillones nuevamente, a buscaral tipo que nos había hecho la propuesta. Lo encontramos en un sillón pegado ala pared, con forma de L.
- Bueno, decidimos aceptar tu propuesta – le dije,sintiéndome algo avergonzado
- Perfecto, – contestó el tipo, riéndose – lo quesi me olvidé de aclarar una cosa.
- Qué cosa? – dijo Camila, no sabiendo con qué ibaa salir
- Lo que más me gustó de ella es el culo, es loúnico que me interesa coger, es un problema eso? – me preguntaba a mi, a ellano le hablaba
Ni lamiré, sabía que no era un problema.
- No, no hay problema – contesté
Mesenté en una punta del sillón en L, con la campera y la cartera de Camila y misweater al lado. Ellos se quedaron en la otra parte del sofá. Me acomodé paraver bien la situación.
Eltipo se paró al lado de Camila. Le agarró la nuca y le comió la boca,intensamente, pero por pocos segundos. Después de eso, la tiró en si sillón, deespaldas. Era un sillón grande, Cami acostada con las piernas recogidas entrabacómoda. El pelado le sacó la pollera y la tiró adonde estaba yo. Le sacó latanga y la dejó al costado, y se inclinó a chuparle la concha. No me importó quedar como un pajero, desdedonde estaba por el ángulo y la oscuridad no veía bien, así que me paré y meacerqué. El tipo movía la lengua por el clítoris de Camila lentamente, mientrascon un dedo la masturbaba. Empezó a chupar un poco más rápido, a succionar, yCami se retorcía en su improvisada cama. Sacó la lengua entera y lamió toda lazona de arriba abajo, hasta llegar a la cola, donde se detuvo y penetró con lapunta de la lengua un poco. Ya le metía dos dedos en la concha y la hacía gemirapretándose las tetas ella misma, los sacaba mojados y los volvía a meter. Lahizo llenarse de flujos, ya tenía el suficiente lubricante como para empezar adilatar. El tipo sabía lo que hacía, y con su dedo índice izquierdo empapadoempezó a hacerse camino en el culo de Cami. Lo metió despacio pero sin pararhasta el fondo, lo movió un poco y rápidamente metió otro. Así con dos dedosentrando y saliendo, fue preparando la cola de Camila. Cuando creyó que yaestaba lista, dejó de hacerlo y se paró.
Ellarecobró el aliento en diez segundos, y se arrodilló adelante del pelado. Desabrochóel cinturón y bajó el pantalón. El pelado usaba slip. Cami le besó la pija sinsacar la ropa interior, la agarró, y luego sí la liberó. Ahí entendí por quéhabía preparado bien la cola; tenía una buena verga; no tan larga, pero sí bastantegruesa. El tipo se sacó la camisa y la tiró en el sillón. Era más gordo de loque parecía. Ella ya le estaba chupando la pija, apoyando sus manos en laspiernas del pelado. Se metía el glande en la boca, la abría bien para que entremás, y con esfuerzo pudo meterse la mayor parte.
Comohabía advertido, al pelado sólo le interesaba cogerle el culo a Camila. Chupópara lubricar bien y dejó que se la chupe para que se la ponga bien dura.Cuando ambos objetivos estuvieron cumplidos, le ordenó que se pusiera en cuatroen el piso.
- Mmmmm si – dijo Camila con voz de puta
- Ahora te voy a romper el culo
- Dale, qué esperas?
Yome senté al lado de ellos, ya que estaban en el piso. El tipo se inclinó yapoyó la verga en el ano de Cami, y empujó. Se fue dilatando y haciendo lugarpara esa pija gruesa, y lentamente fue entrando hasta recubrirla por completo. Apoyósus grandes manos en las nalgas de Camila, separándolas, y comenzando elmovimiento pélvico para que su chota salga y entre del culo de ella. Le pegóvarias nalgadas mientras subía el ritmo, ya con la zona acostumbrada le podíadar más fuerte, y entraba y salía más fácil. Cami se agarró del sillón con unamano, y con la otra se sacó la musculosa, quedando en corpiño. La veíatranspirar un poco pero le gustaba, mientras el pelado ya la cogía fuerte. Empezóa gemir y más estimulaba al tipo a darle fuerte. Yo miraba excitado, con miverga bien dura, pero no me tocaba, me limitaba a disfrutar la escena. El tipoagarró a Camila del pelo, le soltó las nalgas, y sólo movía las caderas paracogerla; me pareció que ella también lo hacía para ayudar, estirando el ortopara atrás y adelante para que le entre bien toda la pija.
Ledio así por varios minutos, hasta que se cansó y se sentó en el sillón. Le hizoseñas a Cami de que se subiera, pero de espaldas. Lo hizo, clavándose la pijaen la cola nuevamente, y mientras el pelado le sacaba el corpiño. Se agarró delas tetas y le indicó que empiece a subir y bajar. Ella hizo caso, se agarródel respaldo del sillón y subió y bajó en la verga del tipo. Él le decía cosasal oído, ella asentía con la cabeza, no le soltaba las tetas, y no bajaban elritmo. En uno de los movimientos, Camila se queda sentada bien clavada, y élgemía, me di cuenta que estaba acabando. Se quedaron así unos instantes, eltipo le giró la cabeza y le volvió a comer la boca. Camila le dio el gusto;cuando terminaron de besarse, se bajó. Agarró sus cosas como para ir a lavarseal baño.
- Adónde vas? Acostate acá de nuevo – le ordenó eltipo
Camile hizo caso, dejó las cosas y se acostó. El tipo le abrió las piernas y leempezó a chupar el culo de nuevo, lamiendo lo que salía de su acabada, supropio semen. Estuvo así un rato, a ella le gustó porque mientras semasturbaba. Cuando se cansó, se levantó.
- Ahora sí, anda a lavarte si querés.
Agarrósus cosas y se fue al baño, el tipo se vistió, me dio la mano y se fue.
Esperéunos minutos hasta que Cami volvió.
- Y, qué onda? – le pregunté como para empezar unaconversación
- Bien… me dolió un poco. A vos te gustó mirar?
- Si… salvo el final Jajaj
- Jajaj si, raro – se rio ella
- Pero estoy muy caliente… no sé si querés que nosquedemos o salgamos pero mi pija necesita acción urgente
- Mmmm vamos a dar una vuelta y vemos, si no en 15nos vamos y me haces lo que quieras…
Mepareció justo, esperé que se vistiera y fuimos a dar una vuelta por el lugar.Llegamos de nuevo a la barra, el negro que yo había visto antes cogiéndose unarubia, estaba sentado al lado nuestro con su pareja, también negra. Me acordabadel termo que tenía el negro ese entre las piernas y rogaba porque Camila noquisiera intercambiar con ellos; pero ni hizo falta que ella los viera, porqueapenas nos sentamos, la mujer se me puso a hablar.
- Hola – me dijo y me dio dos besos. Claramenteeran de Brasil – me llamo Sandra, él es Antonio.
Ledi la mano al negro.
- Hola, yo soy Camila y el Sebastián – dijoprimereándome en la respuesta
- Vienen seguido? – preguntó él esta vez
- No, de hecho es la primera vez. Ni siquieraintercambiamos con nadie todavía, sólo ella estuvo con otro hombre y yo sólomiré – hablé yo, ya que estaba en el baile… - Ustedes?
- Nosotros somos de Sao Paulo, cuando viajamos nosgusta hacer cosas distintas, como esta. Tampoco es que tenemos muchaexperiencia – me contestó Sandra
- Y su noche como viene? – volví a preguntar yo
- Bueno – constestó ella – yo estoy igual que tú.Antonio estuvo con una chica pero yo nada por el momento.
- Podemos terminar la noche juntos no les parece?– dijo Antonio
- Vamos a una de las camas? – dije
Todosasintieron y ahí fuimos. La primera estaba libre, entramos y Sandra cerró lacortina. Había una luz tenue pero menos que la de afuera, la cama gigante,percheros y un sillón.
Antonioera alto, flaco pero fibroso como buen negro aunque no tenía un cuerpo degimnasio. Pelo corto rapado casi al ras. Tenía puesta una camisa blanca suelta,y un jean.
Sandraera más negra que él. Tenía dos tetas gigantes, caderas grandes con un culofirme, y pelo largo totalmente enrulado. Estaba con un vestido azul oscuropegado al cuerpo, sin corpiño.
- Ya que nosotros hicimos algo y ustedes no, lojusto es que comiencen ustedes – nos dijo Antonio a Sandra y a mi
Ellase acercó y me besó, con mucha lengua, mientras me sacaba la remera. Quedé encuero y la seguí besando, apretando su cola grande pero dura. Le levanté elvestido, descubrí que no tenía tanga puesta así que me dediqué a tocarle laconcha. Lo hacía suavemente, pero Sandra al oído me dijo que tocara más fuerte.Le hice caso, empecé a meterle dos dedos adentro, así parados como estábamos,dándonos besos bien calientes. Me empujó a la cama y me sacó lo que me quedabade ropa, jean, bóxer, zapatillas. Me dejó en pija, y se dedicó a ella,chupándola fuerte, usando la mano para pajearme. Lo hacía tan fuerte que ya meestaban dando ganas de acabar, así que la paré con la excusa de sacarle la ropaa ella. Sólo le quedaba el vestido, se lo quité por arriba de la cabeza y quedódesnuda. Me incliné, los dos arrodillados en la cama, a mamarle las tetotas,recorría los pezones, los succionaba, y luego seguía con la otra goma. Mevolvió a acostar y siguió con su alocado pete por varios minutos. Yo miraba dereojo a Camila y Antonio; estaban sentados en el sillón, mirando.
Cuandose cansó de chupar, Sandra por si misma se subió a cabalgarme. Me puso lastetas en la boca y se movía ella, era una experta sacudiendo esas caderas.
- Voy a acabar… - le advertí luego de unos minutosde cogida
- Mmmm la quiero acá – dijo y se señaló las gomas
Sebajó de mi pija y se acostó ella ahora en la cama. Me subí yo y le puse laverga entre las tetas, para hacer una turca. Después de un par de movimientosla llené de leche: le cayó en el cuello, pecho, algo en la cara. Se pasó lamano, los dedos, donde había semen y se lo fue tomando hasta quedar más o menoslimpia.
- Bueno, ahora que estamos a mano podemos unirnosno? – dijo Antonio
Agarróa Camila de la mano y la llevó a la cama donde estábamos nosotros. Pasándole lalengua por los labios, la cara, el cuello, la iba desvistiendo despacio, hastadejarla sólo con la tanga. Sandra me hacía la paja para que se me pusiera durade nuevo, y lo estaba logrando. Antonio a esta altura ya había sacado su pijaenorme, y Camila se había agachado como hipnotizada a chupársela. Le entraba enla boca la cabeza y poco más, pero igual se esforzaba, le chupaba los huevos,la escupía. Sandra me estaba peteando de nuevo, ahora sí más relajada, sin usarlas manos, mientras yo seguía acostado.
Antoniole hizo señas a su mujer para que se corriera. De la mano, guió a Camila arribamío, a que siguiera chupándomela ella. Lo hacía en cuatro, mirándome a los ojoscon cara de gata, lamiendo, babeándola, metiéndosela entera. A todo esto elbrasilero se acomodó atrás de ella y empezó a cogerle la concha. Cami pegó ungrito cuando le entró toda, y se le cayó una lágrima, pero no paró de petearmey dejó que el negro se moviera como quisiese. Sandra me puso sus tetas en lacara para que se las chupe. Después de un rato de taladrarla, cambiamos lasposiciones. Sandra ahora recibía mi pija, en cuatro, yo arrodillado desdeatrás, mientras peteaba a su marido. Camila se tocaba mirando la situación.
Lasdos mujeres se acostaron boca arriba abriendo las piernas. Antonio fue conCamila y siguió el trabajo que le estaba haciendo en la concha antes. Yo meacerqué a Sandra y se la apoyé en el culo a ver si me autorizaba. No se negóasí que lo tomé como una invitación, y se la metí. Fue impresionante lo fácilque entró, claro después me acordé que si el marido se lo hacía con ese termoera obvio que esté acostumbrado. Así las dos parejas improvisadas cogíamosfuerte. Yo me inclinaba a agarrarla de las tetas, las apretaba con fuerza.Antonio tenía las piernas de Cami en los hombros. Intentó apoyársela en elculo, pero Camila se negó y con razón, la hubiese roto.
Elnegro y yo nos hicimos señas y paramos de bombear.
- Vamos a darle la leche en la boca que le encanta– dijo él señalando a su mujer
Nosparamos y ella se arrodilló adelante nuestro. Nos empezamos a pajear, Antoniosintió que acababa y se la puso en la boca. Ella juntó todo y esperó midescarga. Lo imité a él, tardé un minuto más, en el que Camila aprovechó paralimpiarle la pija al negro con la boca, y llené de leche la boca de Sandra. Conlas acabadas de los dos, se acercó a Cami y le hizo señas de que abra la boca.Dejó caer todo el esperma adentro de la boca de Camila y le dijo que no lotrague. Ella entendió lo que quería, e hizo lo mismo: escupió la leche en laboca de Sandra nuevamente. Ahí si la tragó toda, mostrándonos la lenguaimpecable. Se ocupó de mi pija semi fláccida y la dejó bien limpia también.
- Bueno, no doy más, vamos? – me dijo Camila
- Si, vamos
Nosvestimos, saludamos a Sandra y Antonio y nos fuimos. Como era tarde, fuimos aun telo a pasar la noche. Llegamos y nos dormimos de lo cansados que estábamos.
A lamañana me desperté con Cami chupándome la pija. Como sabía que me gustaba, sinusar las manos, que las tenía en mi pecho. Peteaba fuerte igual, tanto que enmenos de diez minutos me hizo acabar, y se tragó toda la lechita.
- Que linda forma de despertar – le dije
- Es que no te tomé la leche en toda la noche, laextrañaba…
Nosbañamos y nos fuimos.
1 comentarios - Camila, parte 5