A los 22 años me hice mi primer tatuaje creyendo que iba a ser el único.
Un mes después empecé a sentir la necesidad de hacerme más y más, me volví adicta a la tinta, o a mi tatuador, no lo sé.
En diez meses tenía once tatuajes, no perdía oportunidad de verlo, digo, de tatuarme.
Él me encantaba, pero tenía novia, creí que eso me iba a quitar el interés pero fue todo lo contrario, lo veía como algo prohibido, y eso más me gustaba aún.
Pasaban las sesiones y no aguantaba las ganas de besarlo, nos besamos en varias ocaciones, hasta que en una quisimos cerrar el local para poder concretar de una vez.
Estaba besando a un chico con novia y eso no me daba culpa, su perfume y sus besos hacían que olvide todo lo malo y solo me concentrara en una cosa, poder tener sexo con el.
Yo siempre iba preparada, no quería ser una más en su lista, quería que me recuerde por algo, así que lleve mi kit de lubricantes, geles y aceites, cuando se lo comente a él le encanto la idea.
Los besos continuaron, él comenzó a tocarme, al principio por encima del pantalón, a mi se me notaban en el cuerpo las ganas de que fuera más allá.
Me quitò la ropa sin dejar de besarme, me masajeaba los pechos suavemente haciendo que mis pezones se erecten y sensibilicen cada vez más, me dio la vuelta, me agacho la espalda, con una mano acariciaba mis pechos y con la otra mi vagina expresando que le encantaba lo lubricada y caliente que estaba.
Sintió ganas de meter un dedo y así lo hizo, se sentía hermoso cada vez que suavemente lo metía y lo quitaba de mi vulva mientras me besaba el cuello y me susurraba lo mucho que anhelaba ese momento.
Introdujo un dedo más y luego otro, podía sentir la presión de los tres y lo rico que era, comenzó a hacer fricción con los tres dedos estimulando mi punto g y mis fluidos aumentaban cada vez más, nadie más que yo había estimulado mi punto g de esa manera, así que fue inevitable mi orgasmo acompañado de un gemido que no pude callar.
Me di vuelta y él me miró sonriendo, sabía que estaba loca por el, estaba desnudo, era mi oportunidad, no podía desaprovecharla.
En ese momento le pedí que se acueste en la camilla, coloque un gel con sabor a fresa, efecto calor en su pene y comencé a metérmelo en la boca de a poco, lamiéndolo muy suave y disfrutando de ese miembro que tanto desee, él gemía y mucho, me decía que le encantaba, que no pare y que siempre iba a ser su puta preferida.
Metía y quitaba su pene de mi boca constantemente aprovechando el momento cuando lo quitaba para lamer sus testículos y metérmelos en la boca para comenzar a jugar un poquito con ellos, mientras que con ambas manos acariciaba su miembro subiendo y bajando su prepucio muy lubricado.
Quise hacer una pausa y me coloqué una menta en la boca y un gel efecto frío en sus zonas íntimas, saboree la menta y comencé a chuparlo otra vez con las mismas ganas que antes, el contraste del frío-calor lo enloqueció y pocos minutos después pidió por favor penetrarme y yo accedí.
Me acosté en la camilla y puse mis pies encima del mueble y él que estaba entre mis piernas primero besó inesperadamente mi vagina y activó un hermoso estímulo en mi, luego me penetro al fin, Dios, no podría explicar lo rico que se sintió, aún se sentía el efecto refrescante en su pene así que eso ayudó a que el placer aumente.
El acto sexual duró más de lo que imaginaba, mientras me penetraba acariciaba mi clítoris con sus dedos haciéndome gemir aún más, pasaba su lengua por todo mi cuerpo.
Comencé a besarle el cuello, y de repente lo mordí, descubrí que le encantaba así que quise morderle el cuello y arañarle la espalda mientras me lo hacía y me gemía al oído.
Estábamos muy excitados así que quisimos acabar, no olvido esa hermosa sensación de poseer el cuerpo del hombre al que tanto deseé.
En la actualidad los tatuajes me siguen encantando y es pura coincidencia que siempre después de mi turno su agenda quede vacía para poder degustarnos cada vez un poco más.
0 comentarios - Me encantan los tatuajes pero más mi tatuador😈