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Cambiar la rutina😈

Domingo, tres de la tarde y con mi pareja fuimos a un motel, queríamos cambiar la rutina.
Fue él quien tomó la iniciativa ya que quería que estuviésemos completamente solos para poder disfrutar de un encuentro sexual al máximo.
Comenzamos a besarnos, nos desnudamos sin pensarlo y sin emitir palabra alguna, fue ahí cuando empezamos a tocarnos nuestras partes íntimas, no duramos nada en excitarnos.
Él comenzó a masturbarme y sentía cómo mis fluidos corrían por sus dedos a medida que mi excitación aumentaba, yo quería que me hiciera lo que él quisiera, ya estaba completamente entregada a él, y fue ahí donde él me dijo que esta vez iba a ser diferente, que esta vez quería que yo me estremezca de placer hasta sentir morir de a poquito.
Me pidió que me deje llevar y yo asentí.
Me desplaza hasta la cama y me deja caer, toma una venda y la coloca en mis ojos, me pide que me quede quieta y que obedezca, me vuelve loca la idea de que mi hombre me mande y haga conmigo lo que le plazca.
Me ata de pies y manos, me coloca una mordaza, quedo completamente inmóvil y sin poder hablar.
De fondo la música es agradable y los aromas muy favorables a la ocasión.
Estaba ansiosa por empezar a sentir eso, que aunque no sabía lo que era estaba segura que me iba a encantar.
Siento un ruido, como cuando descorchas un vino y de repente el correr de un líquido frío por mis senos y mi abdomen, la sensación fría me exaltó, pero su boca bebiendo el licor sobre mi pecho me hizo sentir que todo iba por buen camino, ya todo se volvía cálido.
Agarró un hielo y me lo empezó a pasar en el cuerpo bajando así hasta la pelvis, provocando en mi el escalofrío más placentero de todos.
Amaba a ese hombre porque él me lo hacía duro, y a mi eso me encantaba, sabía que esa tarde iba a ser diferente pero confiaba en que él iba a hacer de ese día un día inolvidable.
Comenzó a tocarme suavemente con las yemas de los dedos recorriendo mis pechos, espalda y abdomen, me soplaba haciéndome sentir un cosquilleo hermoso, así como un escuadrón de hormigas sobre mi cuerpo.
Yo amaba el sadomasoquismo y él lo tenía claro, preparó una fusta y comenzó a pasarla por todo mi cuerpo, la frotaba en mi vagina realizando círculos, subiendo y bajando sucesivamente hasta encontrarse con mi clítoris y ahí hacer una pequeña vibración.
La desesperación de no poder hacer nada y el deseo de que ese hombre me cogiera cómo él sabia hacerlo lograron en mi un espasmo vaginal, dos y luego tres, notaba cómo mis fluidos aumentaban cada vez que se encontraba con mi clítoris. 
Me puso en cuatro, comenzó a besarme la espalda y el cuello, con sus pulgares frotaba mis pezones y fue ahí que sentí el primer golpe, si, la fusta en mi espalda y un grito desgarrador salió desde mi interior, era mucho más el placer que el dolor y él lo sabía y así siguió, diciéndome que me dejaría toda roja y eso me volvía loca.
La imaginación es mucho más poderosa que la realidad y ese hombre si que sabía jugar con la mía.
Llegaron los mordiscos, primero suaves y luego cada vez más fuertes, y yo me retorcía de placer. 
Se aleja por un momento y muero de intriga, quiero saber que es lo que planea hacer, me quita la mordaza, me besa, me sienta al borde de la cama y siento como acaricia toda mi cara suavemente con su pene, lo pude sentir muy firme y tieso, me moría de ganas de tenerlo en mi boca pero él no lo permitía, comenzó a darme pequeños golpes con su pene en mi rostro y mi cuerpo reproducía una serie de jadeos ardientes que no pude evitar.
El disfrute se escapaba de mis manos, de mi cuerpo, de mi mente, escapaba a mi.
Ese placer no era el simple placer de tener sexo, iba más allá de eso, mi mente alcanzó diversidades desconocidas y mi piel cada vez era más sensible.
Me tiró bruscamente a la cama y acariciaba mi vulva con mucha pasión, pude sentir tres de sus dedos en mi interior mientras que con la otra mano apretaba mi cuello produciendo esa asfixia que tanto me encantaba, la sensación de ahogo y volver a recomponerme mientras él me masturbaba no se comparaba con nada.
Volvió a ponerme en cuatro y dijo “Ahora, vas a ser mi putita” y yo sentí que finalmente llegaba el momento que tanto ansiaba.
Me penetro sin emitir palabra, me hizo sollozar de placer y comenzó a cogerme duro y a darme muchos golpes, golpes que yo sabía que dejarían marcas en mis glúteos y eso me calentaba aún más.
Nos inundamos en lujuria, realizaba movimientos rápidos y violentos, quería sentir su pene recorrer toda mi intimidad.
Sentía como mi cuerpo se estremecía y como mis labios estaban sedientos, me jalo el pelo bruscamente y luego comenzó a apretar mi cuello para volver a hacerme sentir cómo renacía ante él, mis ojos quedaron en blanco por unos segundos y cuando me incorporé pude sentir como mi vagina se contraía una y otra vez sin parar, no hubo mordaza que calmara mis gemidos y fue ahí donde ambos no pudimos ni quisimos retener el orgasmo.
No podía parar de acabar, perdí la cuenta de los orgasmos que alcance esa tarde.
No paraba de gemir y de apretar mis piernas cada vez más fuerte, mientras que un temblor abarcó todo mi cuerpo e hizo que perdiera las fuerzas, no aguantaba que me toque, estaba muy sensible, el coito ya había culminado y yo no podía calmar mi cuerpo, una vez más el placer le ganó a la razón, mi mente no pudo con tanta pasión.
Me abrazó acostado a mi lado hasta calmarme, terminamos el licor, comimos chocolates e imaginamos cuando sería nuestra próxima escapada de la rutina para volver a sentirnos así de vivos y así de amantes.
Él se sintió el macho más poderoso del mundo y yo me sentí la puta más satisfecha de todas, pero al fin y al cabo lo que importaba era saber que él era MI macho y yo era SU puta y eso no cambiaría NUNCA.

1 comentarios - Cambiar la rutina😈

Tinchofer85
Buen relato. No dejes de seguir contando anécdotas
Lajefadelgremio
Muchas gracias, en breve subo más.