Hace un par de años que mi sobrino empieza a atraerme sexualmente. Ahora tiene 18 años y éste es su último año en Málaga antes de irse a Madrid a iniciar sus estudios universitarios. A simple vista, no es lo que se podría decir un muchacho atractivo. Es el típico empollón, nada deportista aunque delgado debido a su metabolismo. En mi opinión, tiene unos ojos preciosos y es bastante guapo, aunque estropea el efecto verle siempre con sus gafas, su peinado clásico y su ropa mal elegida.
Os preguntaréis porqué me atrae este empollón, pues bien, hace un par de años estaba en casa de mi hermana disfrutando de su piscina con ella, mi cuñado y mi sobrino. En aquel entonces yo tenía 32 años y acababa de salir de una larga relacion con un gilipollas y estaba en plan de comérmelo todo (cosa que a día de hoy no ha cambiado), había recuperado mi forma física estropeada durante los últimos años destructivos con el gilipollas y estaba mejor que nunca. Y allí estaba, tumbada en la toalla, con un bikini negro que apenas podía sujetar mis tetas, mientras me bronceaba para atraer a futuras presas. Le pedí a mi sobrino que me diera un poco de aceite bronceador en mi espalda y cuando terminó, observé al levantarse la erección que llevaba. Llevaba puesto un bañador tipo slip azul marino y desde ese día no pude quitarme de la cabeza la dimensión de su polla marcada en el bañador. Me pasaba las noches fantaseando con su miembro y aprovechaba buena parte de mi tiempo libre para visitar a mi hermana y hablar con mi sobrino.
Por supuesto, aquel pringado no había tenido ningún tipo de relación con ninguna chica debido a su aspecto y su timidez. Cuando mi hermana no estaba presente, yo llevaba la conversación a un tono más caliente y coqueteaba con él para que el interés por su tía no decayera. Me encantaba imaginármelo masturbándose cada vez que yo volvía a mi casa después de dejarlo con el calentón. Aún tenía Quería esperar a los 18, pero su elección de universidad no me permitió esperar más. Ese verano, con 18 años, iba a follarme a mi sobrino.
Aquel viernes de mediados de verano empecé a disponerlo todo. Llamé a mi sobrino para que viniera a echarle un vistazo a mi ordenador diciéndole que iba muy lento en hacer cualquier cosa. Fui al ordenador y abrí una carpeta con titulo "Tinder" llena de fotos mias desnuda y en lencería y la dejé minimizada para que pareciera un despiste. Abrí el cajón superior de mi mesita de noche y dejé bien colocadas mis braguitas y tangas mas sexys y dejé el cajón semiabierto, apagué el monitor dejando encendido el ordenador y me empecé a vestir.
Cuando acabé, me miré en los espejos de mi vestidor. Una belleza morena, tanto de pelo, ojos y piel, me devolvía la mirada. Observé mi camiseta blanca de tirantes que transparentaba un sujetador negro que guardaba mis generosos y aún firmes pechos, y me di la vuelta para observar mi culito firme del gimnasio con los pantalones vaqueros cortos que había elegido, sin nada debajo, y quedé conforme. Sólo faltaba que llegara mi sobrino, mi sobrino el virgen pringado que iba a disfrutar del mejor fin de semana de su vida. Mi sobrino que pronto se convertiría en mi esclavo.
Poco después, abrí la puerta y allí estaba. Me miró de arriba a abajo muy poco disimuladamente mientras le sonreía apoyada en la puerta. Le di dos besos en las mejillas y le invité a entrar.
- Ven a la habitación, Pablo.- Le decía mientras caminaba contoneando mis caderas.- Lo siento pero me ha llamado un "amigo" y voy a salir, te prometo que no tardaré mucho.
- No te preocupes tía. Si acabo antes, te mando un wassap y me voy a casa.
- No seas tonto sobrino, creo que acabaré antes de que termines. Y si no, no te vayas que quiero invitarte a cenar, ya te llevo yo en coche.
- Como quieras.
"Ay, sobrino, ¿cuántes veces repetiras esas palabras durante el finde?"
- Bueno, ahí tienes el ordenador. Ya que estás aquí te voy a pedir tu opinión de hombre sobre como ir a mi cita.
- Claro tía, aquí me tienes.- Me respondió sentado en mi silla de escritorio esperando verme desfilar para él mientras yo me hacía la inocente sobre su apetencia hacia mi cuerpo.
Mientras caminaba hacia el mostrador, me quité la camiseta de tirantes y la arrojé en la cama mientras imaginaba su cara. Volví con una camiseta algo más elegante de color morado y una minifalda negra y en las manos la ropa que realmente pensaba ponerme.
- ¿Qué te parece?- Le pregunté mientras daba una vuelta sobre mi misma.
- Está muy bien, tía.
- Hmm, sólo bien no me basta. A ver que tal éste.
Me saqué la camiseta quedándome en sujetador frente a mi sobrino y después desbaroché los vaqueros dejándolos caer, dándole a mi sobrino una bonita visión del coñito de su tía. Al muchacho casi se le salieron los ojos de la cara, se empezó a incomodar moviéndose en la silla y se le puso la cara como un tomate.
" No digas nada, sigue actuando con normalidad o lo perdemos"
Me puse un vestido veraniego cortito con distintos tonos de verde y le miré sonriéndole.
- ¿Que tal?
El muchacho tragó saliva y me respondió.
- Estás preciosa tía.
- Eres un amor, sobrino.- Le respondí mientras le besaba en la mejilla.- Bueno, te dejo. Intentaré volver pronto. Suerte con mi desastre de ordenador.
Cogí el coche y me fui. No había quedado con nadie, ese fin de semana mi cuerpo era sólo de mi sobrino. Fui a un bar y me senté fuera. Pedí un tinto de verano y abrí la aplicación de mi móvil que me permitiría ver a través de la cámara que había instalado en la habitación lo que hacía mi sobrino.
Allí estaba Pablo, trasteando en el ordenador. No podía creer que no hubiera visto mis fotos o que hubiera cerrado la carpeta. Vi como las ventanas cambiaban y apareció una barra de progreso. Entonces apareció en el monitor, una foto mía totalmente desnuda, sentada y con las piernas bien abiertas y acariciando mis tetas con mis manos. Sonreí mientras miraba a mi alrededor para cerciorarme que no hubiera nadie cerca y volví a prestar atención a mi sobrino. Lo veía menear su brazo con rapidez. Obviamente se estaba cascando una buena paja auqnue desde ese ángulo no podía verle su tremenda polla. Al poco, lo ví moverse y sacar un tanguita blanco de mi mesita. ¡Qué predecible es un adolescente! Se lo acercó a su cara y se tumbó en mi cama. Ahora si que veía el pollón de mi sobrino como Dios manda. Empezó a machacarse la polla con frenesí mientras mantenía mi prenda en su rostro, imagino que oliéndolo auqnue estaba limpio. Empecé a acariciarme disimuladamente por encima del vestido mientras lo observaba, rezando para que se corriera en mi tanga, así sería más fácil la segunda parte de mi plan. Pero lo dejó a un lado y salió de la habitación, imagino que para eyacular en el baño.
"Pues nada, plan B. Hemos perdido el factor chantaje de la corrida en mis bragas pero puede hacerse"
Apuré la cerveza y volví a la casa.
Cuando entré, cerré de un portazo. Mientras veía como mi sobrino entraba en el salón, tiré mi bolso con rabia al suelo, me senté en el sofá y hundí mi rostro en mis manos.
- Tía, ¿qué pasa?- Preguntó mi sobrino sentándose a mi lado.
- Que todos los hombres son unos gilipollas, eso pasa.
- ¿Pero que ha pasado?¿ Te ha tratado mal?
- No, cariño. Prácticamente ni me ha mirado dos veces. La cita ha sido un desastre.- Me recliné en el sofá abriendo los brazos.- ¿Tan mal estoy, Pablo?
Mi sobrino me dio un buen repaso mientras calculaba sus palabras.
- Eres perfecta, tía. Si ese cretino no sabe apreciarlo que le den.
"Vamos por buen camino"
- Gracias Pablo, pero lo dices porque soy tu tía. Menudo cabrón el gilipollas ese.
Seguía hablando haciéndome la enfurecida mientras me levantaba. Me saqué el vestido quedándome sólo con el sujetador enfrente de mi sobrino pues seguía sin nada debajo. Mi sobrino se quedó impactado mirándome con la boca abierta.
- Yo creo que tengo un buen cuerpo, ¿tú no? ¿Qué os pasa a los hombres?
- No lo sé, tía. Estás buenís... Quiero decir, que eres muy atractiva.
"Ya es mio"
- ¿Si?¿Tú me tratarías como me merezco?¿Qué es lo que más te gusta de mi?
- Eeemm, eres una mujer preciosa.
"Así no, sobrino"
- Eso esta muy bien, pero te hablo de mi cuerpo.- Me quité el sujetador mostrando mis tetas.- A ver, ¿qué te parecen mis tetas?
- Tía...yo no se... creo que debería irme. Estás enfadada y... Creo que voy a irme.
Cuando se levantó le cogí del brazo.
- ¿A ti tampoco te pongo, sobrino?- Le dije con mi mejor voz de calientapollas.- Por lo que he visto estos años, no se porqué quieres irte cuando tienes mis tetas a tu alcance.
- Tía, yo no sé... no creo que...
"Que mal rato está pasando el pobre"
Alargué la mano libre y le cogí su tremenda polla a través del pantalón corto. Y estaba bastante empalmado y comencé a msajearsela.
- Venga sobrino. Arregla lo que ese gilipollas le ha hecho a tu querida tía. Tócame las tetas, masajeámelas.
Lentamente y con timidez, sus manos se posaron en mis turgentes pechos. Empezó a acariciarlos y a sobar mis pezones mientras yo notaba como su polla crecía.
- Hmmm, eso es, cariño. Parece que si que te gustan las tetas de tu tía. Ahora bésame, quiero sentirme deseada.
- ¿Besarte? Eres mi tía.. no se si esto está bien...yo...voy a irme, tía.
- ¿De verdad vas a irte? ¿No prefieres hacer lo que yo te diga y correrte sobre tus tetas favoritas?
Mi sobrino empezó a jadear mientras su polla alcanzaba su máximo esplendor. Ya no iba a ser capaz de irse. Se acercó lentamente hacia mi y juntó sus labios con los mios. Fue un beso muy torpe. El típico beso de quien nunca ha besado a una mujer. Comencé a mover mis labios y entreabí la boca para albergar la lengua de mi sobrino. Poco a poco la cosa fue mejorando. Seguimos un rato comiéndonos la boca, él con su camiseta de niñato y sus pantalones cortos y yo completamente desnuda con mi mano sobre su polla. El pobre no sabía muy bien que hacer y sus brazos caían inertes a sus costados.
- Muy bien sobrino, quédate ahí de pie.- Le indiqué.
Me agaché a recoger mi bolso, ofreciéndole una bonita vista de mi coñito depilado de espaldas a él. Cogí mi móvil y me senté en el sofá bien abierta de piernas.
- Mírame.- Le ordené con voz autoritaria y comencé a marcar.
- Hola, Blanca.- Saludé a mi hermana mientras su hijo me miraba con pánico en los ojos.
- Hola, Elena. ¿Ha terminado ya Pablo?¿Tengo que ir a recogerlo?
Comencé a acariciarme el coño ante la mirada de mi sobrino.
- Espera un momento.- Le dije. Pulsé la tecla de mutear el micrófono.
- Pablo, desnúdate.- El muchacho estaba en shock.- Vamos, desnudate para mi y yo te lo daré todo a ti.- Comenzó a quitarse su camiseta. Sonreí mientras pensaba en lo bien que me había venido tener a un pardillo como sobrino. Aunque aquellos tres días serían los últimos días de mi sobrino siendo un pringado con las mujeres.
- Hola, Blanca. Pues por eso te llamaba, se ve que tengo el ordenador hecho un desastre y le he dicho a Pablo que si terminamos muy tarde ya que se quede a dormir.
- Ah, de acuerdo. Pues mira, no me viene mal tener la casa para mi y Julio.
- Jejeje, pues de acuerdo entonces.- Le decía mientras veía aparecer la polla de Pablo.- Ya te llamaré mañana. Un beso, hermana.
- Besos, Elena.
Colgué y comencé a meter mis dedos en mi coño mientras observaba a mi sobrino.
- Tranquilízate de una vez Pablo. Lo que vamos a hacer será sólo un fin de semana y luego todo seguirá igual. Sólo voy a enseñarte a tratar a una mujer antes de que te vayas a la universidad. Así que se un hombre, ven aquí y ponte de rodillas delante de mi.
Mi sobrino me obedeció, medio herido en su orgullo masculino, medio cachondo por la tremenda hembra que le daba órdenes.
- Eso es, sobrino. Vas a hacer con mi cuerpo todo lo que se puede hacer con una mujer y yo haré con el tuyo lo mismo. Pero tu querida tía tiene una fantasía que quiere cumplir para dártelo todo.
- ¿Que fantasía es tía?- Me preguntó sin apartar la vista de mis dedos entrando y saliendo de mi coñito.
- Este fin de semana, vas a ser mi esclavo. Vas a cumplir todas mis órdenes y saldrás de aquí el domingo hecho todo un macho. Si no quieres, puedes correrte en mis tetas e irte a tu casa.
- Si, tía, haré lo que tu me digas.- Me respondió practicamente al instante.
- Muy bien, sobrino. Ahora suelta tu polla y dame tu mano.- Le dije, dándole las gracias a Dios por las hormonas adolescentes.
Guié su mano hacia mi coño, llevando sus dedos hacia mi clitoris. Comencé a acariciarme con su mano y le iba diciendo donde quería que me pellizcara o me presionara. Cuando tuve el coño chorreando, le ordené que metiera sus dedos dentro de mi y los mantuviera quietos. Cuando sentí dos dedos dentro, me agarré los pezones mientras lo miraba a los ojos y comencé a menear las caderas para follarme con sus dedos.
-Ohhh, si joder. Ahora fóllame con tus dedos Pablo. Fóllame fuerte, no tengas miedo.
Comenzó a follarme con rapidez y unos minutos depués, arqueé la espalda mientras gritaba disfrutando de mi primera corrida con mi sobrino. Cuando me relajé, le miré. Estaba embobado viendo el coño de su tía lleno de flujos.
- Muy bien, Pablo. Ahora saca tus dedos y metelos en tu boca. Quiero que aprendas a que sabe una mujer.
Mi sobrino se llevó los dedos a la boca mientras cerraba los ojos y saboreaba mis flujos.
- Eso es, sigue así y no te muevas.
Fui a mi habitación y abrí un cajón de mi cómoda para coger un collar negro con adornos rosa que uso con mis "amigos". Volví al salón y se lo coloqué a mi sobrino.
- Que guapo estás, esclavo. Espero que te guste porque es todo lo que llevarás puesto de aquí a que te vayas. Vas a ser mi perrito este fin de semana.
- Me encanta mi collar, tía.- Me respondió mientras me miraba desde abajo.
" Joder, es genial como se humilla esperando su recompensa"
- Muy bien, perro. Ahora ponte de pie, como has sido un buen chico vas a tener tu premio.
Cuando se levantó alargué la mano y cogí su polla. Joder, me relamí al tenerla tan cerca de mi boca pero tuve que contenerme. No podía darle aún demasiado, este día tenía que afianzar su obediencia y para eso tenía que dejar lo mejor para los día siguientes. Comencé a pajearlo lentamente mientra le miraba y me dí unos azotes con su polla en las tetas. Joder, era espectacular los golpes que me daba esa polla enorme. Me escupí en las tetas y coloqué su polla entre mis pechos. Puse mis manos sobre ellos y comence a darle a mi sobrino su primera cubana. Mi sobrino gemía sin apartar sus ojos de la acción y yo seguía escupiendo sobre su polla. Le dí unos diez meneos entre mis tetas y la solté.
- Vamos, sobrino. Machácatela delante de mi. Llena las tetas de tu tí con tu leche.
Me empecé a masajear las tetas mientras mi sobrino se pajeaba frenéticamente delante de mi. Bastaron unos segundos para que empezara a bufar, coloqué mis brazos debajo de mis tetas para ofrecérselas y comencé a recibir trallazos de semen caliente sobre ellas mientras mi sobrino aullaba de placer. Cuando terminó, miré mis pechos. Joder, cómo me puso ver esos chorros de la lefa de mi sobrino sobre ellos.
- Vaya, sobrino. menuda carga tienes. Nos vamos a divertir. Agáchate y cómele la boca a tu tía.
Cuando terminamos de besarnos, le ordené que calentara en el microhondas la comida china que había en el frigorífico, que yo había pedido al mediodía, mientras yo me daba una ducha.
Volví de la ducha y me senté a la mesa. Mi sobrino sirvió la comida y se sentó conmigo y empezó a comer.
-¿Que crees que estás haciendo?- Le dije mientras cogía su plato y tiraba la comida al suelo.- ¿Desde cuando un perro come con su ama?-Mi sobrino se quedó mirándome
"Joder, ya te has pasado, puta. Demasiada humillación para el primer día"
Ante mi asombro, mi sobrino bajó de su silla y se puso a comer directamente del suelo a cuatro patas.
- Buen chico.- Le dije mientras le daba un suave apretón en los huevos y pasaba mi mano por su culo.
Comí un poco más y cuando terminé, cogí mi plato y volqué los restos de salsa y grasa por mis tetas. Estaba desatada ante el placer de tener sometido a mi sobrino. Yo soy una mujer que me encanta que, con ciertas parejas con las que tengo confianza, me traten como una puta y una perra. Disfruto mucho con una buena velada de sexo salvaje y humillación. Y aquella noche estaba disfrutando del lado opuesto y era muy excitante. El trato que le estaba dando a mi sobrino tenía su motivo, asi que seguí con el fin de semana. Restregué mis manos por mis tetas para llenarlas bien de los restos de comida.
- ¡Perro! Tu ama se ha manchado. Sube aquí y limpiame con tu lengua.
Me estremecí al sentir la lengua de mi sobrino pasar por mis pezones. Era una escena muy cerda, mi sobrino desnudo con su tremendo cipote totalmente erecto de nuevo, mamando mis tetas llenas de grasa mientras yo me acariciaba el coño. Me levanté y le ordené que me siguiera. Fuimos a mi habitación y me tumbé en la cama con las piernas bien abiertas.
- Quédate ahí masturbándote.- Le ordené mientras yo hacía lo mismo delante suya. Observaba fascinada aquel capullo brillante mientras era masajeado por mi sobrino.- ¿Te han gustado mis fotos, sobrino? Las he dejado ahí para ti.
- Me han gustado mucho, tía.- Me dijo sin dudar. Comprendí que ya sabía que las había dejado a propósito después de como se ha desarrollado el día.
- Antes de irte, guárdatelas en un pendrive. Son para ti.
- Gracias, tía.
- Ahora ven aquí, que tienes que aprender a comerte un coño.- Le dije mientras abría bien mi coño con mis manos.
Pablo vino hacia mi, acercó su cara a mi coño y comenzó a pasar su lengua por mi rajita.
-Mmm, así perrito así, muy bien. Sube un poco y chupa mi clítoris. Donde te he enseñado en el salón.
Mi sobrino comenzó a chupar mi clítoris y me daba pequeños mordisquitos. Por fin empezaba a demostrar algo de intuición en lo que tenía que hacer. Yo me pellizcaba los pezones y amasaba mis tetas mientras gemía.
- Oh, joder, perro! Que gusto! Vuelve a mi raja. Chúpame el coño. Fóllame con tu lengua.
Mi sobrino siguió comiéndome el coño con maestría. Le sujeté la cabeza para moverlo y apretarlo contra mi raja y al cabo de unos minutos mis piernas empezaron a temblar, mis gemidos se transformaron en gritos, y comencé a correrme directamente en la boca de mi sobrino. Pablo siguió lamiéndome, parecía no querer dejar que nada se escapara de su boca.
- Joder, sobrino. Que bien lo has hecho. Ahora ven aquí y vuelve a correrte sobre mis tetas.
Se subió a la cama de rodillas y se puso a mi lado sujetándose la polla.
- ¿Puedes chupármela un poco, tía?
Me incorporé y le solté una bofetada.
- ¿Desde cuándo un perro le da órdenes a su ama? Por esta vez te lo perdonaré por ser el primer día, pero ten cuidado con lo que dices o haces a partir de mañana.
- Si, tía.- Me respondió con un lado de la cara enrojecido y una tremenda erección en la polla.
- Buen chico.- Le dije, agarrando su miembro y pajeándolo un poco.
"Joder como resiste el muchacho. A ver cuánto resisto yo antes de tener que meterme esta polla enorme."
Observaba como el cipote aparecía y desaparecía en mi mano mientras mi sobrino jadeaba. Después de un rato de darle placer a cambio de la bofetada, solté su polla y comencé a acariciar mis tetas. No hubo falta decir nada, mi sobrino agarró su polla y comenzó a pajearse. Segundos depués vi como los chorros de leche salían para estrellarse contra mi cuerpo desnudo. Me llenó las tetas y el vientre mientras jadeaba sin parar.
- Muy bien, perro. Ahora ve al baño a por una toalla y limpiame.
Mientras buscaba la toalla no pude resistir recoger un reguero de semen con mi mano y llevármelo a la boca. Estaba delicioso y me imaginé como sería recibir una descarga como aquella directamente en la garganta. Mi sobrino volvió y me limpió con ternura. Cuando terminó le ordené irse a la habitación de invitados a dormir y le prohibí masturbarse. Cuando salió me puse boca abajo llevándome mi mano a mi coño y la mano aún con restos de su corrida a mi boca pajeándome como una loca hasta que me volví a correr.
La mañana del sábado desperté y emepcé a rememorar el día anterior. Acaricié mi coñito para que se fuera mojando y fui a buscar a mi esclavo. Antes de dormir ya había pensado muchas cosas que quería hacer con él y esperaba que siguiera tan sumiso como la tarde anterior. Algunas cosas quizá le darían un poco de reparo así que había decidido darle un premio antes de empezar.
Me asomé al cuarto de invitados y allí estaba Pablo, dormido de lado mirando hacia la puerta. Su polla se veía gorda y grande a pesar de estar en reposo. Me masturbé en la puerta mientras lo observaba imaginando aquella polla atravesando mi coño. Entré, fui hacía él y puse mi pie en su pecho.
- Despierta, perro.
- Buenos días, tía.- Me respondió sonriéndome.
- Espero que hayas descansado para el día que te espera. Túmbate boca arriba.
Cuando lo hizo, agarré sus huevos apretándole. Mi sobrino soltó un gemido de dolor y se puso tenso.
- Vayas huevos gordos tiene mi perro, por eso sueltan tanta leche. ¿De quién son estos huevos, perro?
- Son tuyos, tía.- Me dijo con voz entrecortada.
- Buen chico.
Solté sus huevos y agarré su polla para empezar a pajearle. No podía apartar mi mirada de esa polla majestuosa mientras deslizaba mi mano por ella arriba y abajo. Mi sobrino echó la cabeza hacia atrás mientras jadeaba. Su polla alcanzó su máximo esplendor entre mis manos, me subí a la cama y me puse a cuatro patas enfrente suya. Agaché la cabeza y mis labios engulleron su polla. Aquel primer contacto con el miembro de mi sobrino fue delicioso, deslicé una mano hacia atrás y comencé a acariciar mi coño mientras ensalivaba bien su polla. Mi sobrino no paraba de gemir mientras yo trataba de tragarme su polla entera. La saqué de mi boca y escupí la saliva acumulada en mi boca por todo su tronco. Bajé mi cabeza y comencé a lamer sus huevos y a metérmelos en la boca mientras le pajeaba. Poco después volví a mamrle la polla. Esta vez se la mamaba con ansia, apretando mis labios alrededor y moviendo mi lengua para sacar de una vez mi premio.
- Ohhh, tía joder. Voy a correrme, tía.
Levanté la mirada buscando sus ojos. Estaba con los ojos abiertos de par en par, le sonreí con su polla dentro de mi boca y seguí con la mamada hasta que los chorros de semen caliente inundaron mi boca. Intentaba tragarlo todo, pero regueros de lefa se escapan por mis labios cayendo sobre los testículos de mi sobrino.
- Joder, vaya polla deliciosa. ¿te ha gustado, perro?- Le decía mientras recogía con mis dedos los restos de semen y los introducía en mi boca.
- Ha sido genial, tía. Ha sido una pasada.
- Ahora acompañame, que tengo ganas de orinar.
Me miró sorprendido, se levantó y comenzó a seguirme. Cuando llegamos al baño lo agarré y comencé a comerle la boca con pasión. Me encantaba como meneaba su lengua dentro de mi boca buscando el sabor de su polla.
- Metete en la bañera y tumbate.
Me obedeció al instante. En estos años yo hablaba mucho con él de sexo, de si veía porno y cosas así. Asi que sabía que veía porno y cualquiera que ve porno se encuentra con alguna escena de lluvia dorada. Él sabía lo que iba a hacer y que lo aceptara tan rápido me puso a mil. Me coloqué de pie sobre él a la altura de su pecho, comencé a acariciar mi coñito para estimularme y empecé a soltar un chorro de orina caliente que caía sobre el pecho de mi sobrino. Él sólo reaccionó subiendo un poco la cabeza para ver como su tía meaba sobre él. Coloqué dos dedos en mi coño para manejar el chorro e hice que cayera en su cara. Mi sobrino cerró los ojos y abrió la boca mientras se pasaba las manos por la cara. La orina se acumulaba en su boca y se derramaba por su barbilla. Fue una experiencia increible. Cuando terminé de mear, pasé mi mano por mi coño y me arrodillé poniendo mi raja en la boca de mi sobrino. Pronto noté como su lengua lamía mi coñito y me pellizqué los pezones. Estaba tan cachonda por la lluvia dorada que comencé a correrme casi de inmediato mientras frotaba mi coño salvajemente contra la boca y la cara de mi sobrino.
Nos duchamos juntos y al terminar le ordené que preparara el desayuno. Sonreí de satisfacción cuando vertió leche en un plato hondo y lo puso en el suelo al lado mia. Se puso a cuatro patas y empezó a lamer en el plato como un aunténtico perrito.
"Los milagros del porno. Este chico era un pringado sexual y con un poco de motivación ha sacado su lado más pervertido"
Giré mi silla y metí un pie en su plato de leche. Mi sobrino comenzó a lamer mi pie y chuparme los dedos sin inmutarse.
- ¿Lo estás pasando bien, sobrino?
- Lo estoy pasando genial, tía. Eres una buena ama.
- A ver si sigues pensando así cuando pasemos a la siguiente "actividad".
Di un pisotón en el borde del plato y éste se levantó derramando la leche por el suelo.
- Quédate aquí limpiando esto, perro.
Fui a mi habitación mientras mi sobrino se quedaba pasando su lengua por mi suelo. Cogí mi consolador negro. No era muy grande e iba a servir muy bien. Volví al salón escondiendo detrás de mi el aparato y me coloqué a cuatro patas detras de mi sobrino, quien seguía en esa misma postura lamiendo su desayuno. Puse sus manos en su culo, abriéndolo ligeramente y escupí en su agujero estrecho. Agaché la cabeza y comencé a pasar mi lengua por su ano mientras él levantaba la cabeza y comenzaba a gemir. Empecé a lamer de arriba a abajo aquel agujero mientras agarraba su polla por debajo y comenzaba a pajearlo lentamente. Seguí soltando babas sobre el agujero de mi sobrino y de repente comencé a meterle un dedo. Pareció aceptarlo bien, un pequeño gemido pero nada más. Empecé a follarlo con mi dedito mientras lamía sus pelotas para hacerlo disfrutar. Saqué mi dedo y coloqué la punta del consolador en su entrada. Mi sobrino se movió un poco y miró hacia atrás.
- No, tía. Yo.. esto no creo que...- Balbuceaba mientras se apartaba del consolador gateando.
Me puse de rodillas y comencé a darle fuertes guantazos en el culo. Sus nalgas se pusieron rojas mientras él sollozaba.
- Ven aquí ahora mismo, perro. Ven aquí y quédate quieto mientras tu tía te folla el culo. No seas ridículo, confía en mi y disfrutaras más del sexo el día que tengas pareja.
Volvió a inclinarse gimoteando de una manera muy patética. Volví a escupir en su agujero y comencé a introducir el consolador despacio.
- Ay! Tía, me duele mucho, no me gusta.
- Cállate, sucio perro. Que sepas que esto es el entrenamiento. Esta tarde voy a ser yo la que te folle el culo. Y que sepas que a las mujeres nos encanta estimular analmente a nuestros machos, asi que dame las gracias ahora mismo.
Permaneció callado con una buena parte del consolador dentro de su culo. Dí un ligero empujó y mi sobrino gritó.
- Ayy!- Gritaba.
- Dame las gracias o será peor.
- Gracias, tía. Gracias por enseñarme.
- Buen chico.
Volví a escupir y metí lentamente el consolador hasta el fondo. Mi sobrino no paraba de sollozar, le agarré de la cara y se la giré para que me mirara. Vi sus lágrimas surcando sus mejillas.
- Te prometo que dentro de un momento estarás gimiendo de placer como el perro que eres.
Solté su cara y agarré sus huevos, comencé a bombear el consolador dentro de su culo, primero lentamente y depués más rápido cuando sentí su polla crecer. Solté sus huevos y agarré su cipote y comencé a pajearlo sin parar de sodomizarlo. Pronto escuché sus primeros gemidos. Solté su polla y volví a agarrar su cara.
- ¿Te gusta, verdad putita? Te prometí que tu tía iba a enseñarte el placer de verdad.
- Sii, me gusta, tía. Sigue por favor.
- Asi me gusta, perro.- Saqué el consolador y miré los restos de heces y sangre,- Túmbate boca arriba y abre las piernas.
Boca arriba y con las piernas abiertas, volví a introducirle el consolador mientras le pajeaba de una manera más eficaz de esta postura.
- Voy a hacer que te corras perro. Vas a correrte con una polla follando tu culo como la buena putita que eres. ¿Quieres correrte, perro?
- Siii, quiero correrme, tía. Sigue así por favor.
Le escupí en la cara y seguí pajeandolo y follándolo. Al rato, mi sobrino comenzó a bufar y vi los chorros de semen saliendo de su polla directos a su abdomen. Cuando terminó de eyacular, saqué el consolador de su culo y me incliné para lamer su semen. Me llené la boca de lefa caliente, me aproximé más a él y le escupí su corrida en su propia cara. Mi sobrino había llegado a la máxima humillación.
- Muy bien, perro. Lo has hecho muy bien. Ahora vete a tu cuarto y espera mis ordenes. Llévate el consolador y sigue practicando que la polla que te voy a meter luego es algo más grande. Y, por supuesto, ni se te ocurra correrte.
A media mañana me asomé a la habitación de mi sobrino y lo vi boca abajo mienras jugaba con el consolador en su culo. Fui a mi habitación y cogí un segundo consolador, este rosa y volví a la habitación. Cogí una silla y me senté frente a él bien abierta de piernas, mientras mi sobrino se quedaba mirándome.
- Sigue perrito, sigue jugando para tu tía.
Empecé a machar mi coño con el consolador rosa mientras observaba a mi sobrino follarse el culo. Eso era inaguantable, quería follarme su culo ya.
- Sobrino, para y túmbate boca arriba. Deja descansar tu culo un momento. Agarra tu polla y pajeate pero ten cuidado de no correrte.
Seguí masturbándote mientras lo observaba. Saboreando el control que ejercía sobre él. Me levanté y fui hacia la cama para que viera con detalles como su tía se masturbaba.
-¿Te gusta el coño de tu tía, perro?¿Te ha gustado tu desvirgamiento anal?
- Me encanta tu coño. tía. Este es el fin de semana de mi vida.
Me subí a la cama y agarré su polla. Me coloqué de espaldas a él con las rodillas a sus costados y coloqué su polla en la entrada de mi culo.
- Vas a follarte mi culo. Procura no correrte o te juro que te echaré de casa y no volverás a disfrutar de mi.
Empecé a bajar notando como cada centímetro de aquel pedazo de polla entraba en mi culito. Cuando la tuve dentro, suspiré y comencé a cabalgar.
- Joder, joder. Vaya pedazo de polla, perro. Dios, que gusto.
Volví a meter el consolador rosa en mi coño mientras le cabalgaba. Aceleré mis movimiento buscando el orgasmo. Aquella polla me estaba reventando y yo no paraba de jadear como una puta.
- Joder, voy a correrme. Me voy a correr. Me encanta tu polla, perro. Hoy voy a dejarte seco, cabrón.
Mis piernas empezarón a temblar y me dejé caer clavándome hasta el fondo la polla de mi sobrino. Comencé a gritar mientras meneaba el consolador rosa dentro de mi coño y el orgasmo me inundó. Cuando terminó saqué el consolador lleno de flujos de mi coño, me levanté y se lo introduje a mi sobrino en la boca.
- No te muevas de ahí.
Volví con mi arnés colocado, con una tremenda polla negra saliendo de mi coño. Desde luego, cuando compré el consolador rosa y el arnés para la visita de mi sobrino pensé que quizá era mucho gasto que tal vez no tuviera recompensa. Joder si lo estaba teniendo. Me aproximé a la cama, saqué el rosa de la boca de mi sobrino e introduje mi polla. Mi sobrino me mamaba la polla mientras yo acariciaba mis tetas. El placer de verlo sometido a mi voluntad volvió a mojar mi coño. Me subí a la cama y le abrí las piernas, colocando la punta de mi polla en la entrada de su agujero.
- Coloca la almohada debajo de tu cintura, así entrará mejor.
Comencé a juguetear con mi polla en la entrada de su culo mientras acariciaba su polla, que ya parecía a punto de reventar.
- Pídeme que te folle, perro. Pídeme ser mi putita.
- Fóllame, tía. Folla el culo de tu putita.
Le introduje mi polla de un empujón y mi sobrino soltó un tremendo aullido de dolor. Me incliné sobre él y le solté dos bofetones en pleno rostro. Sus lágrimas volvieron a aparecer en sus ojos. No había planeado esto, pero descubrí que verlo llorar de dolor, placer y humillación me ecitaba muchísimo.
- Eso es, puta. Llora mientras tu tía te folla el culo. No eres más que un perro llorón. Abre la boca.- Y le escupí dentro de su boca y una segunda vez en el rostro.
Volví a ponerme de rodillas y empecé a reventarle el culo a mi sobrino. Agrré su polla y comncé a pajearle mirando su cara llena de saliva y sus ojos llorosos. Pronto sus gemidos inundaron la habitación mientras disfrutaba de la estimulación anal.
- Tía, no puedo aguantar más, voy a correrme.
Solté su polla y le di dos buenas embestidas más. Saqué mi polla de su culo, bajé de la cama y me arrodillé para darle a mi sobrino un pequeño premio.
- Ven aquí, sobrino. Córrete sobre la cara de tu tía. Báñame de leche caliente.
Comenzó a masturbarse frente a mi cara y pronto noté el primer trallazo de lefa impactar sobre mi cara. Llegarón las siguientes raciones de esperma que empezaron a llenar mi cara, mi pelo y mis tetas. Después de horas de estar él mismo masturbándose la polla y el culo y después mi follada, la cantidad de esperma fue brutal. Tragué lo que había caido en mi boca y relamí mis labios.
- Chupa las tetas de tu tía. Límpiame tu semen y trágatelo.- Le ordené mientras me levantaba.
Mi sobrino se lanzó sobre mis tetas y comenzó a mamar de mis pezones. Pasaba su lengua por todo mi pecho saboreando su corrida y luego subió y comenzó a comerme la boca donde la lefa de nuestras bocas se mezclaron.
- Vamos a la ducha, cariño. Vamos a limpiarnos y a comer para reponer fuerzas. Y ve pensando que vas a decirle a tu madre para quedarte una noche más con tu querida tía.
Después de comer, mi sobrino llamó a mi hermana para decirle que iba a quedarse a dormir esta noche también. Era genial verlo desnudo, con su collar puesto, sentado en mi sofa hablando con su madre mientras yo estaba acariciando mi coño sentada en frente suya.
- Ya es hora de que pruebes el coño de una hembra, sobrino.- Le dije después de que colgara.
Avancé hacia él y me subí colocando mis piernas alrededor suya. Agarré su polla y comencé a frotarla por mi coñito.
- ¿Te gusta, perro? ¿Notas el calorcito?
- Si, tía me encanta.
Levanté un poco las caderas y comencé a introducirme la polla de mi sobrino. Empecé a bajar lentamente disfrutando de cada centímetro de tan potente herramienta. Cuando llegué al fondo, fui subiendo hasta casi sacarla y me dejé caer de repente soltando un gemido de placer absoluto.
- Joder, perro, como me encanta esta polla. Chupa las tetas de tu tía mientras te cabalgo.
Mi cuerpo se estremeció al notar la boca de mi sobrino sobre mi pezón mientras su polla rebuscaba en el interior de mi vagina. Empecé a menear mis caderas con su polla totalmente enterrada en mi y después empecé a cabalgarlo disfrutando del roce de aquel aparato descomunal con las paredes de de mi coño.
- Oh si, perro. Eso es. Joder, que bueno.
- Joder, tía esto es genial. No voy a poder aguantar mucho.
- Ni se te ocurra, perro! Te correras cuando yo te lo permita.- Le respondí mientras lo abofeteaba con dureza.- Dilo! Di que tu corrida me pertenece.
- Si, tía. Mi corrida es tuya. Mi polla es tuya.
- Buen chico.
Volví a enterrar su polla y dejé de cabalgarlo un momento para evitar que se corriera. Me recliné hacia atras y le ordené tirar de mis pezones. Yo solía ser la dominada y echaba de menos algo de dolor mientras notaba una polla dentro de mi. Empecé a gemir de forma escandalosa mientras veía mis pezones estirados y movía las caderas alrededor del miembro de mi sobrino. Notaba como mis fluido salían de mi raja, ordené a mi sobrino que me soltara y volví a cabalgarlo a lo bestia. Subía mi culo arriba y abajo haciendo que aquella polla se incrustara de manera brutal en mi interior.
- Puedes correrte cuando quieras, perro. Llena el coño de tu tía de leche con tu potente corrida.
Seguí follándomelo y pronto empezó a bufar y noté como mi coñito se llenaba de esperma.
- Joder, sobrino, menuda corrida. Ahora aguanta que la tía tiene que correrse.
Seguí cabalgando aprovechando que su polla seguía dura y pronto me corrí jadeando como una perra. Mis piernas temblaban sin parar cuando terminé y al sacar su polla de mi interior un reguero de semen se escurrió cayendo sobre su pubis. Me agaché y comencé a lamerlo todo como una buena puta y me senté rendida a su lado.
- Has estado genial, perro. ¿Sabes? Tienes mucho aguante para ser un chico joven y sin experiencia. Me has sorprendido.
- Supongo que se debe a las largas pajas que me hago cuando veo porno. Me gusta aguantar la corrida y estimularme al máximo.
- Vaya,vaya con el sobrinito. Anda chúpame las tetas mientras descanso un poco.
Me tumbé boca arriba y pronto tuve su boca sobre mis pechos. Cerré los ojos con una sonrisa mientras disfrutaba de sus besos y lametazos. Ya sólo quedaba un paso en mi fantasía y quería estar en plena forma para llevarlo a cabo.
Más tarde me levanté con mis tetas llenas de baba y me dirigí a mi habitación. Volví y le ordené a mi sobrino que se pusiera en pie, le coloqué los brazos por detrás de su espalda y le puse una esposas. Luego me froté una de mis braguitas blancas en mi coño húmedo y se las metí en la boca para que no pudiera hablar. Agarré sus huevos con dureza mientras él abría los ojos y un tenue "mmm" salía de su boca. Comencé a abrir y cerrar mi mano sobre sus huevos mientras le escupía en el rostro.
- Eres una buena putita, sobrino. Has hecho feliz a tu tía y ya sólo queda la última "actividad".
Agarré su polla y empecé a masturbarlo mientras pellizcaba sus pezones con dureza. Cuando tuve su polla como un hierro, coloqué mi mano debajo de ella y mirándole a los ojos empecé a darle azotes en la parte de arriba. Mi sobrino levantaba los talones con cada golpe y gemía. Acerqué mi coñito a su miembro y empecé a frotar su polla por mi rajita para humedecerla. Lo cogía del cuello, apretándole firmemente mientras me restregaba con su falo mientras mi sobrino respiraba rápidamente por la nariz.
Cuando tuve mi coño bastante húmedo lo hice caer al suelo y me coloqué encima suya, clavándome su polla de un golpe en el coño.
- Aguanta, perro. Voy a usar tu polla y no quiero ni una gota de semen en mi coño.
Comencé a cabalgarlo violentamente, buscando mi orgasmo sin miramientos mientras le ponía un lado de la cara rojo a bofetadas. Su polla taladrando mi coño y sus ojos llorosos me pusieron a mil. Seguí abofeteandole y escupiendole hasta que no pude aguantar más. Saqué las bragas de su boca y las froté contra mi coño para soltar mis jugos a la vez que escuchaba los gimoteos de mi sobrino. Antes de meter de nuevo mis bragas chorreando en su boca me fijé en que tenía parte del labio hinchado. Me dió un poco de cosa haberle hecho eso pero tenía que seguir, ya se lo compensaría luego.
Ya con mis bragas en su boca me puse de pie. Lo observé alli tumbado, con sus manos espoadas a su espalda, su polla erecta y brillante de mis flujos, mis bragas húmedas en su boca y sus mejillas llenas de lágrimas y mi coño empezó a vibrar de nuevo. Puse el pie en su testículos y empecé a apretar y soltar mientras mi sobrino ahogaba gritos en mis bragas. Pasaba los dedos de mi pie a lo largo de su polla hacia arriba y al bajar pisaba sus huevos hasta que levantaba la cabeza gritando en una mezcla de dolor y placer.
Lo cogí del pelo, lo levanté y lo dejé ahí de pie. Era la imagen de la humillación, fui a mi habitación y cogí una zapatilla, de las de andar por casa con suela de goma. Estaba desenfrenada, sólo quería someterlo hasta su límite y correrme disfrutando de ello. Entré a la sala con la zapatilla escondida tras de mi y me senté en el sofa. Lo agarré del brazo y lo coloqué boca abajo sobre mis rodillas. Sus manos esposadas estaban sobre su culo y le hice abrir un poco los brazos para que las manos quedaran en su cintura. Agarré su polla y la coloqué entre mis muslos y los cerré aprisionándosela. Cogí la zapatilla y le di un fuerte golpe en sus nalgas, sólo uno, sentí como su polla se deslizaba entre sus piernas mientras mi sobrino gritaba y encogía su culo. Menos mal que le había puesto las bragas en su boca, ese grito se hubiera oido hasta la calle. Me quedé mirando como su culo se iba enrojeciendo mientras estimulaba mis pezones.
- Perro, espero que estes preparado para esto. Este culito de puta se merece un buen castigo y me estoy poniendo a mil de ver como se está poniendo rojo.
Empecé a golpearlo de nuevo con fuerza en ambas nalgas. Uno, dos, tres, cuatro veces. El sonido de la zapatilla impactando con sus nalgas era una delicia. Cogí la cabeza de mi sobrino por el pelo y tiré para atrás. Vi miedo en sus ojos y las lágrimas surcando su rostro.
- ¿Quieres que siga, perro? Estás siendo muy buen chico y mi coñito se está mojando mucho.
Movió su cabeza de arriba a abajo mientras no paraba de llorar. Volví a azotarlo una decena de veces más. Paré un poco y empecé a meter un dedo en su culo. Sus nalgas habían pasado de rojas a rojas con toques violáceos. Un verrugón apareció en su nalga derecha y soltaba un poco de sangre. Volví a golpearlo.
- Vamos, puta. Se que quieres correrte entre las piernas de tu tía mientras te castiga. Mueve ese culo con los golpes y córrete, perro.
Dejé la zapatilla y seguí golpeándole con la mano para notar su carne caliente. Mi sobrino movía el culo sin para para pajearse con mis muslo y al cabo de un rato noté los chorros de semen resbalando por el interior de mis muslos. Jamás en mi vida había disfrutado de una corrida de un hombre como aquella, golpeando sin piedad hasta provocar una eyaculación.
Senté a mi sobrino a mi lado con delicadeza, saqué mis bragas de su boca y le besé. Lamí sus mejillas cogiendo sus lágrimas con mi lengua.
- Muchas gracias, sobrino. Has sido un perro muy bueno. He disfrutado este fin de semana como jamás había disfrutado con un hombre.
- Yo también lo he disfrutado, tía.
Le quité las esposas y lo ayudé a levantar. Lo llevé al baño y lo metí en la ducha. Comencé a enjabonarle el cuerpo con delicadeza, cuando le di la vuelta para enjabonarle la espalda y vi su culo me mordí el labio con un leve sentimiento de culpa. Estaba muy hinchado, rojo y morado. Me arrodillé y acaricié sus nalgas con jabón en mis manos muy suavemente. Mi sobrino tembló al notar el contacto pero luego se relajó dejándose acariciar. Me levanté de nuevo detrás suya, alargué la mano y empecé a masturbarlo mientras lo besaba suavemente por los hombros y el cuello. Cuando tuve de nuevo su polla dura le hice girar, me agaché y comencé a mamarsela. Tragué su deliciosa polla todo lo que pude hasta mi garganta mientras masajeaba sus huevos. Era su recompensa por satisfacer las necesidades de su tía. Pronto noté su mano en mi pelo y presionó ligeramente mi cabeza hacia su pelvis y noté como los chorros de lefa resbalaban por mi garganta. Limpié su polla con mis labios y le besé. Salimos, lo sequé y lo llevé a mi cama. Lo tumbé boca abajo y le hunté suavemente una crema hidratante. Antes de cenar llamé a su madre para decirle que lo recogiera por la mañana.
Mi despertador sonó hora y media antes de la llegada de mi hermana. Fuí a su habitación y lo miré allí durmiendo con sus calzoncillos. Le desperté.
- Pablo, ya mismo llega tu madre.¿Te apetece follarte a tu tía antes de que llegue para despedirnos?
- Claro que si, tía.- me dijo mientras se quitaba los calzoncillos.
Me tumbé boca arriba en la cama. Esta vez quería que él me embistiera a su gusto. Quería sentir toda su potencia de macho en mi coñito. Su polla me atravesó con indescriptible placer. Empezó a follarme lentamente con sus manos apoyadas en la cama. Cogí su mano derecha y la llevé a mi cuello haciéndole que apretara ligeramente. Al hacerlo, empezó a embestirme con violencia mientras me miraba a los ojos. El chico pringado desapareció ante mi y vi al hombre. Sonreí a mi sobrino mientras soltaba su mano sobre mi cuello y empecé a pellizcar mis pezones. No tardé en correrme gimiendo escándalosamente.
- Ohhh, tía, joder que bueno. Voy a correrme tía. ¿Dónde quieres que me corra?
- Córrete donde quieras, amor. Esto es para ti, por ser un perro tan bueno.
Al oirme, salió de mi. Froté mi coñito mientras se colocaba de pie a mi lado y se pajeaba delante de mi cara. Abrí la boca y saqué la lengua. El primer impacto lo recibí en mi mejilla, los siguientes empezaron a caer en mi lengua y mi boca. Notaba la corrida resbalar por mi mejilla hasta que terminó, tragué lo que tenía en la boca y chupé su polla con ansia para llevármelo todo.
Me levanté y le di un pendrive con mis fotos. Cuando se vistió, mi hermana me había mandado un mensaje de que ya estaba llegando, que estuviera preparado. Lo acompañé hasta la entrada desnuda y con mi cara llena de su lefa. Me besó en los labios.
- Adios, tía. Ha sido maravilloso. Gracias.
"Joder, que chico más tierno...y esa polla la voy a echar de menos"
- Cuando quieras repetir tu tía estará aqui, Pablo.- Dije sin poder contenerme.- Además, quiero ver lo que has aprendido siendo yo tu puta perrita.- Agregué mientras apretaba su polla por encima del pantalón.
Sonriéndome, me dio un beso por respuesta y salió de la casa mientras su madre tocaba el claxon.
Sobra decir que al siguiente fin de semana, lo tenía de nuevo en la puerta de casa.
Fin.
Os preguntaréis porqué me atrae este empollón, pues bien, hace un par de años estaba en casa de mi hermana disfrutando de su piscina con ella, mi cuñado y mi sobrino. En aquel entonces yo tenía 32 años y acababa de salir de una larga relacion con un gilipollas y estaba en plan de comérmelo todo (cosa que a día de hoy no ha cambiado), había recuperado mi forma física estropeada durante los últimos años destructivos con el gilipollas y estaba mejor que nunca. Y allí estaba, tumbada en la toalla, con un bikini negro que apenas podía sujetar mis tetas, mientras me bronceaba para atraer a futuras presas. Le pedí a mi sobrino que me diera un poco de aceite bronceador en mi espalda y cuando terminó, observé al levantarse la erección que llevaba. Llevaba puesto un bañador tipo slip azul marino y desde ese día no pude quitarme de la cabeza la dimensión de su polla marcada en el bañador. Me pasaba las noches fantaseando con su miembro y aprovechaba buena parte de mi tiempo libre para visitar a mi hermana y hablar con mi sobrino.
Por supuesto, aquel pringado no había tenido ningún tipo de relación con ninguna chica debido a su aspecto y su timidez. Cuando mi hermana no estaba presente, yo llevaba la conversación a un tono más caliente y coqueteaba con él para que el interés por su tía no decayera. Me encantaba imaginármelo masturbándose cada vez que yo volvía a mi casa después de dejarlo con el calentón. Aún tenía Quería esperar a los 18, pero su elección de universidad no me permitió esperar más. Ese verano, con 18 años, iba a follarme a mi sobrino.
Aquel viernes de mediados de verano empecé a disponerlo todo. Llamé a mi sobrino para que viniera a echarle un vistazo a mi ordenador diciéndole que iba muy lento en hacer cualquier cosa. Fui al ordenador y abrí una carpeta con titulo "Tinder" llena de fotos mias desnuda y en lencería y la dejé minimizada para que pareciera un despiste. Abrí el cajón superior de mi mesita de noche y dejé bien colocadas mis braguitas y tangas mas sexys y dejé el cajón semiabierto, apagué el monitor dejando encendido el ordenador y me empecé a vestir.
Cuando acabé, me miré en los espejos de mi vestidor. Una belleza morena, tanto de pelo, ojos y piel, me devolvía la mirada. Observé mi camiseta blanca de tirantes que transparentaba un sujetador negro que guardaba mis generosos y aún firmes pechos, y me di la vuelta para observar mi culito firme del gimnasio con los pantalones vaqueros cortos que había elegido, sin nada debajo, y quedé conforme. Sólo faltaba que llegara mi sobrino, mi sobrino el virgen pringado que iba a disfrutar del mejor fin de semana de su vida. Mi sobrino que pronto se convertiría en mi esclavo.
Poco después, abrí la puerta y allí estaba. Me miró de arriba a abajo muy poco disimuladamente mientras le sonreía apoyada en la puerta. Le di dos besos en las mejillas y le invité a entrar.
- Ven a la habitación, Pablo.- Le decía mientras caminaba contoneando mis caderas.- Lo siento pero me ha llamado un "amigo" y voy a salir, te prometo que no tardaré mucho.
- No te preocupes tía. Si acabo antes, te mando un wassap y me voy a casa.
- No seas tonto sobrino, creo que acabaré antes de que termines. Y si no, no te vayas que quiero invitarte a cenar, ya te llevo yo en coche.
- Como quieras.
"Ay, sobrino, ¿cuántes veces repetiras esas palabras durante el finde?"
- Bueno, ahí tienes el ordenador. Ya que estás aquí te voy a pedir tu opinión de hombre sobre como ir a mi cita.
- Claro tía, aquí me tienes.- Me respondió sentado en mi silla de escritorio esperando verme desfilar para él mientras yo me hacía la inocente sobre su apetencia hacia mi cuerpo.
Mientras caminaba hacia el mostrador, me quité la camiseta de tirantes y la arrojé en la cama mientras imaginaba su cara. Volví con una camiseta algo más elegante de color morado y una minifalda negra y en las manos la ropa que realmente pensaba ponerme.
- ¿Qué te parece?- Le pregunté mientras daba una vuelta sobre mi misma.
- Está muy bien, tía.
- Hmm, sólo bien no me basta. A ver que tal éste.
Me saqué la camiseta quedándome en sujetador frente a mi sobrino y después desbaroché los vaqueros dejándolos caer, dándole a mi sobrino una bonita visión del coñito de su tía. Al muchacho casi se le salieron los ojos de la cara, se empezó a incomodar moviéndose en la silla y se le puso la cara como un tomate.
" No digas nada, sigue actuando con normalidad o lo perdemos"
Me puse un vestido veraniego cortito con distintos tonos de verde y le miré sonriéndole.
- ¿Que tal?
El muchacho tragó saliva y me respondió.
- Estás preciosa tía.
- Eres un amor, sobrino.- Le respondí mientras le besaba en la mejilla.- Bueno, te dejo. Intentaré volver pronto. Suerte con mi desastre de ordenador.
Cogí el coche y me fui. No había quedado con nadie, ese fin de semana mi cuerpo era sólo de mi sobrino. Fui a un bar y me senté fuera. Pedí un tinto de verano y abrí la aplicación de mi móvil que me permitiría ver a través de la cámara que había instalado en la habitación lo que hacía mi sobrino.
Allí estaba Pablo, trasteando en el ordenador. No podía creer que no hubiera visto mis fotos o que hubiera cerrado la carpeta. Vi como las ventanas cambiaban y apareció una barra de progreso. Entonces apareció en el monitor, una foto mía totalmente desnuda, sentada y con las piernas bien abiertas y acariciando mis tetas con mis manos. Sonreí mientras miraba a mi alrededor para cerciorarme que no hubiera nadie cerca y volví a prestar atención a mi sobrino. Lo veía menear su brazo con rapidez. Obviamente se estaba cascando una buena paja auqnue desde ese ángulo no podía verle su tremenda polla. Al poco, lo ví moverse y sacar un tanguita blanco de mi mesita. ¡Qué predecible es un adolescente! Se lo acercó a su cara y se tumbó en mi cama. Ahora si que veía el pollón de mi sobrino como Dios manda. Empezó a machacarse la polla con frenesí mientras mantenía mi prenda en su rostro, imagino que oliéndolo auqnue estaba limpio. Empecé a acariciarme disimuladamente por encima del vestido mientras lo observaba, rezando para que se corriera en mi tanga, así sería más fácil la segunda parte de mi plan. Pero lo dejó a un lado y salió de la habitación, imagino que para eyacular en el baño.
"Pues nada, plan B. Hemos perdido el factor chantaje de la corrida en mis bragas pero puede hacerse"
Apuré la cerveza y volví a la casa.
Cuando entré, cerré de un portazo. Mientras veía como mi sobrino entraba en el salón, tiré mi bolso con rabia al suelo, me senté en el sofá y hundí mi rostro en mis manos.
- Tía, ¿qué pasa?- Preguntó mi sobrino sentándose a mi lado.
- Que todos los hombres son unos gilipollas, eso pasa.
- ¿Pero que ha pasado?¿ Te ha tratado mal?
- No, cariño. Prácticamente ni me ha mirado dos veces. La cita ha sido un desastre.- Me recliné en el sofá abriendo los brazos.- ¿Tan mal estoy, Pablo?
Mi sobrino me dio un buen repaso mientras calculaba sus palabras.
- Eres perfecta, tía. Si ese cretino no sabe apreciarlo que le den.
"Vamos por buen camino"
- Gracias Pablo, pero lo dices porque soy tu tía. Menudo cabrón el gilipollas ese.
Seguía hablando haciéndome la enfurecida mientras me levantaba. Me saqué el vestido quedándome sólo con el sujetador enfrente de mi sobrino pues seguía sin nada debajo. Mi sobrino se quedó impactado mirándome con la boca abierta.
- Yo creo que tengo un buen cuerpo, ¿tú no? ¿Qué os pasa a los hombres?
- No lo sé, tía. Estás buenís... Quiero decir, que eres muy atractiva.
"Ya es mio"
- ¿Si?¿Tú me tratarías como me merezco?¿Qué es lo que más te gusta de mi?
- Eeemm, eres una mujer preciosa.
"Así no, sobrino"
- Eso esta muy bien, pero te hablo de mi cuerpo.- Me quité el sujetador mostrando mis tetas.- A ver, ¿qué te parecen mis tetas?
- Tía...yo no se... creo que debería irme. Estás enfadada y... Creo que voy a irme.
Cuando se levantó le cogí del brazo.
- ¿A ti tampoco te pongo, sobrino?- Le dije con mi mejor voz de calientapollas.- Por lo que he visto estos años, no se porqué quieres irte cuando tienes mis tetas a tu alcance.
- Tía, yo no sé... no creo que...
"Que mal rato está pasando el pobre"
Alargué la mano libre y le cogí su tremenda polla a través del pantalón corto. Y estaba bastante empalmado y comencé a msajearsela.
- Venga sobrino. Arregla lo que ese gilipollas le ha hecho a tu querida tía. Tócame las tetas, masajeámelas.
Lentamente y con timidez, sus manos se posaron en mis turgentes pechos. Empezó a acariciarlos y a sobar mis pezones mientras yo notaba como su polla crecía.
- Hmmm, eso es, cariño. Parece que si que te gustan las tetas de tu tía. Ahora bésame, quiero sentirme deseada.
- ¿Besarte? Eres mi tía.. no se si esto está bien...yo...voy a irme, tía.
- ¿De verdad vas a irte? ¿No prefieres hacer lo que yo te diga y correrte sobre tus tetas favoritas?
Mi sobrino empezó a jadear mientras su polla alcanzaba su máximo esplendor. Ya no iba a ser capaz de irse. Se acercó lentamente hacia mi y juntó sus labios con los mios. Fue un beso muy torpe. El típico beso de quien nunca ha besado a una mujer. Comencé a mover mis labios y entreabí la boca para albergar la lengua de mi sobrino. Poco a poco la cosa fue mejorando. Seguimos un rato comiéndonos la boca, él con su camiseta de niñato y sus pantalones cortos y yo completamente desnuda con mi mano sobre su polla. El pobre no sabía muy bien que hacer y sus brazos caían inertes a sus costados.
- Muy bien sobrino, quédate ahí de pie.- Le indiqué.
Me agaché a recoger mi bolso, ofreciéndole una bonita vista de mi coñito depilado de espaldas a él. Cogí mi móvil y me senté en el sofá bien abierta de piernas.
- Mírame.- Le ordené con voz autoritaria y comencé a marcar.
- Hola, Blanca.- Saludé a mi hermana mientras su hijo me miraba con pánico en los ojos.
- Hola, Elena. ¿Ha terminado ya Pablo?¿Tengo que ir a recogerlo?
Comencé a acariciarme el coño ante la mirada de mi sobrino.
- Espera un momento.- Le dije. Pulsé la tecla de mutear el micrófono.
- Pablo, desnúdate.- El muchacho estaba en shock.- Vamos, desnudate para mi y yo te lo daré todo a ti.- Comenzó a quitarse su camiseta. Sonreí mientras pensaba en lo bien que me había venido tener a un pardillo como sobrino. Aunque aquellos tres días serían los últimos días de mi sobrino siendo un pringado con las mujeres.
- Hola, Blanca. Pues por eso te llamaba, se ve que tengo el ordenador hecho un desastre y le he dicho a Pablo que si terminamos muy tarde ya que se quede a dormir.
- Ah, de acuerdo. Pues mira, no me viene mal tener la casa para mi y Julio.
- Jejeje, pues de acuerdo entonces.- Le decía mientras veía aparecer la polla de Pablo.- Ya te llamaré mañana. Un beso, hermana.
- Besos, Elena.
Colgué y comencé a meter mis dedos en mi coño mientras observaba a mi sobrino.
- Tranquilízate de una vez Pablo. Lo que vamos a hacer será sólo un fin de semana y luego todo seguirá igual. Sólo voy a enseñarte a tratar a una mujer antes de que te vayas a la universidad. Así que se un hombre, ven aquí y ponte de rodillas delante de mi.
Mi sobrino me obedeció, medio herido en su orgullo masculino, medio cachondo por la tremenda hembra que le daba órdenes.
- Eso es, sobrino. Vas a hacer con mi cuerpo todo lo que se puede hacer con una mujer y yo haré con el tuyo lo mismo. Pero tu querida tía tiene una fantasía que quiere cumplir para dártelo todo.
- ¿Que fantasía es tía?- Me preguntó sin apartar la vista de mis dedos entrando y saliendo de mi coñito.
- Este fin de semana, vas a ser mi esclavo. Vas a cumplir todas mis órdenes y saldrás de aquí el domingo hecho todo un macho. Si no quieres, puedes correrte en mis tetas e irte a tu casa.
- Si, tía, haré lo que tu me digas.- Me respondió practicamente al instante.
- Muy bien, sobrino. Ahora suelta tu polla y dame tu mano.- Le dije, dándole las gracias a Dios por las hormonas adolescentes.
Guié su mano hacia mi coño, llevando sus dedos hacia mi clitoris. Comencé a acariciarme con su mano y le iba diciendo donde quería que me pellizcara o me presionara. Cuando tuve el coño chorreando, le ordené que metiera sus dedos dentro de mi y los mantuviera quietos. Cuando sentí dos dedos dentro, me agarré los pezones mientras lo miraba a los ojos y comencé a menear las caderas para follarme con sus dedos.
-Ohhh, si joder. Ahora fóllame con tus dedos Pablo. Fóllame fuerte, no tengas miedo.
Comenzó a follarme con rapidez y unos minutos depués, arqueé la espalda mientras gritaba disfrutando de mi primera corrida con mi sobrino. Cuando me relajé, le miré. Estaba embobado viendo el coño de su tía lleno de flujos.
- Muy bien, Pablo. Ahora saca tus dedos y metelos en tu boca. Quiero que aprendas a que sabe una mujer.
Mi sobrino se llevó los dedos a la boca mientras cerraba los ojos y saboreaba mis flujos.
- Eso es, sigue así y no te muevas.
Fui a mi habitación y abrí un cajón de mi cómoda para coger un collar negro con adornos rosa que uso con mis "amigos". Volví al salón y se lo coloqué a mi sobrino.
- Que guapo estás, esclavo. Espero que te guste porque es todo lo que llevarás puesto de aquí a que te vayas. Vas a ser mi perrito este fin de semana.
- Me encanta mi collar, tía.- Me respondió mientras me miraba desde abajo.
" Joder, es genial como se humilla esperando su recompensa"
- Muy bien, perro. Ahora ponte de pie, como has sido un buen chico vas a tener tu premio.
Cuando se levantó alargué la mano y cogí su polla. Joder, me relamí al tenerla tan cerca de mi boca pero tuve que contenerme. No podía darle aún demasiado, este día tenía que afianzar su obediencia y para eso tenía que dejar lo mejor para los día siguientes. Comencé a pajearlo lentamente mientra le miraba y me dí unos azotes con su polla en las tetas. Joder, era espectacular los golpes que me daba esa polla enorme. Me escupí en las tetas y coloqué su polla entre mis pechos. Puse mis manos sobre ellos y comence a darle a mi sobrino su primera cubana. Mi sobrino gemía sin apartar sus ojos de la acción y yo seguía escupiendo sobre su polla. Le dí unos diez meneos entre mis tetas y la solté.
- Vamos, sobrino. Machácatela delante de mi. Llena las tetas de tu tí con tu leche.
Me empecé a masajear las tetas mientras mi sobrino se pajeaba frenéticamente delante de mi. Bastaron unos segundos para que empezara a bufar, coloqué mis brazos debajo de mis tetas para ofrecérselas y comencé a recibir trallazos de semen caliente sobre ellas mientras mi sobrino aullaba de placer. Cuando terminó, miré mis pechos. Joder, cómo me puso ver esos chorros de la lefa de mi sobrino sobre ellos.
- Vaya, sobrino. menuda carga tienes. Nos vamos a divertir. Agáchate y cómele la boca a tu tía.
Cuando terminamos de besarnos, le ordené que calentara en el microhondas la comida china que había en el frigorífico, que yo había pedido al mediodía, mientras yo me daba una ducha.
Volví de la ducha y me senté a la mesa. Mi sobrino sirvió la comida y se sentó conmigo y empezó a comer.
-¿Que crees que estás haciendo?- Le dije mientras cogía su plato y tiraba la comida al suelo.- ¿Desde cuando un perro come con su ama?-Mi sobrino se quedó mirándome
"Joder, ya te has pasado, puta. Demasiada humillación para el primer día"
Ante mi asombro, mi sobrino bajó de su silla y se puso a comer directamente del suelo a cuatro patas.
- Buen chico.- Le dije mientras le daba un suave apretón en los huevos y pasaba mi mano por su culo.
Comí un poco más y cuando terminé, cogí mi plato y volqué los restos de salsa y grasa por mis tetas. Estaba desatada ante el placer de tener sometido a mi sobrino. Yo soy una mujer que me encanta que, con ciertas parejas con las que tengo confianza, me traten como una puta y una perra. Disfruto mucho con una buena velada de sexo salvaje y humillación. Y aquella noche estaba disfrutando del lado opuesto y era muy excitante. El trato que le estaba dando a mi sobrino tenía su motivo, asi que seguí con el fin de semana. Restregué mis manos por mis tetas para llenarlas bien de los restos de comida.
- ¡Perro! Tu ama se ha manchado. Sube aquí y limpiame con tu lengua.
Me estremecí al sentir la lengua de mi sobrino pasar por mis pezones. Era una escena muy cerda, mi sobrino desnudo con su tremendo cipote totalmente erecto de nuevo, mamando mis tetas llenas de grasa mientras yo me acariciaba el coño. Me levanté y le ordené que me siguiera. Fuimos a mi habitación y me tumbé en la cama con las piernas bien abiertas.
- Quédate ahí masturbándote.- Le ordené mientras yo hacía lo mismo delante suya. Observaba fascinada aquel capullo brillante mientras era masajeado por mi sobrino.- ¿Te han gustado mis fotos, sobrino? Las he dejado ahí para ti.
- Me han gustado mucho, tía.- Me dijo sin dudar. Comprendí que ya sabía que las había dejado a propósito después de como se ha desarrollado el día.
- Antes de irte, guárdatelas en un pendrive. Son para ti.
- Gracias, tía.
- Ahora ven aquí, que tienes que aprender a comerte un coño.- Le dije mientras abría bien mi coño con mis manos.
Pablo vino hacia mi, acercó su cara a mi coño y comenzó a pasar su lengua por mi rajita.
-Mmm, así perrito así, muy bien. Sube un poco y chupa mi clítoris. Donde te he enseñado en el salón.
Mi sobrino comenzó a chupar mi clítoris y me daba pequeños mordisquitos. Por fin empezaba a demostrar algo de intuición en lo que tenía que hacer. Yo me pellizcaba los pezones y amasaba mis tetas mientras gemía.
- Oh, joder, perro! Que gusto! Vuelve a mi raja. Chúpame el coño. Fóllame con tu lengua.
Mi sobrino siguió comiéndome el coño con maestría. Le sujeté la cabeza para moverlo y apretarlo contra mi raja y al cabo de unos minutos mis piernas empezaron a temblar, mis gemidos se transformaron en gritos, y comencé a correrme directamente en la boca de mi sobrino. Pablo siguió lamiéndome, parecía no querer dejar que nada se escapara de su boca.
- Joder, sobrino. Que bien lo has hecho. Ahora ven aquí y vuelve a correrte sobre mis tetas.
Se subió a la cama de rodillas y se puso a mi lado sujetándose la polla.
- ¿Puedes chupármela un poco, tía?
Me incorporé y le solté una bofetada.
- ¿Desde cuándo un perro le da órdenes a su ama? Por esta vez te lo perdonaré por ser el primer día, pero ten cuidado con lo que dices o haces a partir de mañana.
- Si, tía.- Me respondió con un lado de la cara enrojecido y una tremenda erección en la polla.
- Buen chico.- Le dije, agarrando su miembro y pajeándolo un poco.
"Joder como resiste el muchacho. A ver cuánto resisto yo antes de tener que meterme esta polla enorme."
Observaba como el cipote aparecía y desaparecía en mi mano mientras mi sobrino jadeaba. Después de un rato de darle placer a cambio de la bofetada, solté su polla y comencé a acariciar mis tetas. No hubo falta decir nada, mi sobrino agarró su polla y comenzó a pajearse. Segundos depués vi como los chorros de leche salían para estrellarse contra mi cuerpo desnudo. Me llenó las tetas y el vientre mientras jadeaba sin parar.
- Muy bien, perro. Ahora ve al baño a por una toalla y limpiame.
Mientras buscaba la toalla no pude resistir recoger un reguero de semen con mi mano y llevármelo a la boca. Estaba delicioso y me imaginé como sería recibir una descarga como aquella directamente en la garganta. Mi sobrino volvió y me limpió con ternura. Cuando terminó le ordené irse a la habitación de invitados a dormir y le prohibí masturbarse. Cuando salió me puse boca abajo llevándome mi mano a mi coño y la mano aún con restos de su corrida a mi boca pajeándome como una loca hasta que me volví a correr.
La mañana del sábado desperté y emepcé a rememorar el día anterior. Acaricié mi coñito para que se fuera mojando y fui a buscar a mi esclavo. Antes de dormir ya había pensado muchas cosas que quería hacer con él y esperaba que siguiera tan sumiso como la tarde anterior. Algunas cosas quizá le darían un poco de reparo así que había decidido darle un premio antes de empezar.
Me asomé al cuarto de invitados y allí estaba Pablo, dormido de lado mirando hacia la puerta. Su polla se veía gorda y grande a pesar de estar en reposo. Me masturbé en la puerta mientras lo observaba imaginando aquella polla atravesando mi coño. Entré, fui hacía él y puse mi pie en su pecho.
- Despierta, perro.
- Buenos días, tía.- Me respondió sonriéndome.
- Espero que hayas descansado para el día que te espera. Túmbate boca arriba.
Cuando lo hizo, agarré sus huevos apretándole. Mi sobrino soltó un gemido de dolor y se puso tenso.
- Vayas huevos gordos tiene mi perro, por eso sueltan tanta leche. ¿De quién son estos huevos, perro?
- Son tuyos, tía.- Me dijo con voz entrecortada.
- Buen chico.
Solté sus huevos y agarré su polla para empezar a pajearle. No podía apartar mi mirada de esa polla majestuosa mientras deslizaba mi mano por ella arriba y abajo. Mi sobrino echó la cabeza hacia atrás mientras jadeaba. Su polla alcanzó su máximo esplendor entre mis manos, me subí a la cama y me puse a cuatro patas enfrente suya. Agaché la cabeza y mis labios engulleron su polla. Aquel primer contacto con el miembro de mi sobrino fue delicioso, deslicé una mano hacia atrás y comencé a acariciar mi coño mientras ensalivaba bien su polla. Mi sobrino no paraba de gemir mientras yo trataba de tragarme su polla entera. La saqué de mi boca y escupí la saliva acumulada en mi boca por todo su tronco. Bajé mi cabeza y comencé a lamer sus huevos y a metérmelos en la boca mientras le pajeaba. Poco después volví a mamrle la polla. Esta vez se la mamaba con ansia, apretando mis labios alrededor y moviendo mi lengua para sacar de una vez mi premio.
- Ohhh, tía joder. Voy a correrme, tía.
Levanté la mirada buscando sus ojos. Estaba con los ojos abiertos de par en par, le sonreí con su polla dentro de mi boca y seguí con la mamada hasta que los chorros de semen caliente inundaron mi boca. Intentaba tragarlo todo, pero regueros de lefa se escapan por mis labios cayendo sobre los testículos de mi sobrino.
- Joder, vaya polla deliciosa. ¿te ha gustado, perro?- Le decía mientras recogía con mis dedos los restos de semen y los introducía en mi boca.
- Ha sido genial, tía. Ha sido una pasada.
- Ahora acompañame, que tengo ganas de orinar.
Me miró sorprendido, se levantó y comenzó a seguirme. Cuando llegamos al baño lo agarré y comencé a comerle la boca con pasión. Me encantaba como meneaba su lengua dentro de mi boca buscando el sabor de su polla.
- Metete en la bañera y tumbate.
Me obedeció al instante. En estos años yo hablaba mucho con él de sexo, de si veía porno y cosas así. Asi que sabía que veía porno y cualquiera que ve porno se encuentra con alguna escena de lluvia dorada. Él sabía lo que iba a hacer y que lo aceptara tan rápido me puso a mil. Me coloqué de pie sobre él a la altura de su pecho, comencé a acariciar mi coñito para estimularme y empecé a soltar un chorro de orina caliente que caía sobre el pecho de mi sobrino. Él sólo reaccionó subiendo un poco la cabeza para ver como su tía meaba sobre él. Coloqué dos dedos en mi coño para manejar el chorro e hice que cayera en su cara. Mi sobrino cerró los ojos y abrió la boca mientras se pasaba las manos por la cara. La orina se acumulaba en su boca y se derramaba por su barbilla. Fue una experiencia increible. Cuando terminé de mear, pasé mi mano por mi coño y me arrodillé poniendo mi raja en la boca de mi sobrino. Pronto noté como su lengua lamía mi coñito y me pellizqué los pezones. Estaba tan cachonda por la lluvia dorada que comencé a correrme casi de inmediato mientras frotaba mi coño salvajemente contra la boca y la cara de mi sobrino.
Nos duchamos juntos y al terminar le ordené que preparara el desayuno. Sonreí de satisfacción cuando vertió leche en un plato hondo y lo puso en el suelo al lado mia. Se puso a cuatro patas y empezó a lamer en el plato como un aunténtico perrito.
"Los milagros del porno. Este chico era un pringado sexual y con un poco de motivación ha sacado su lado más pervertido"
Giré mi silla y metí un pie en su plato de leche. Mi sobrino comenzó a lamer mi pie y chuparme los dedos sin inmutarse.
- ¿Lo estás pasando bien, sobrino?
- Lo estoy pasando genial, tía. Eres una buena ama.
- A ver si sigues pensando así cuando pasemos a la siguiente "actividad".
Di un pisotón en el borde del plato y éste se levantó derramando la leche por el suelo.
- Quédate aquí limpiando esto, perro.
Fui a mi habitación mientras mi sobrino se quedaba pasando su lengua por mi suelo. Cogí mi consolador negro. No era muy grande e iba a servir muy bien. Volví al salón escondiendo detrás de mi el aparato y me coloqué a cuatro patas detras de mi sobrino, quien seguía en esa misma postura lamiendo su desayuno. Puse sus manos en su culo, abriéndolo ligeramente y escupí en su agujero estrecho. Agaché la cabeza y comencé a pasar mi lengua por su ano mientras él levantaba la cabeza y comenzaba a gemir. Empecé a lamer de arriba a abajo aquel agujero mientras agarraba su polla por debajo y comenzaba a pajearlo lentamente. Seguí soltando babas sobre el agujero de mi sobrino y de repente comencé a meterle un dedo. Pareció aceptarlo bien, un pequeño gemido pero nada más. Empecé a follarlo con mi dedito mientras lamía sus pelotas para hacerlo disfrutar. Saqué mi dedo y coloqué la punta del consolador en su entrada. Mi sobrino se movió un poco y miró hacia atrás.
- No, tía. Yo.. esto no creo que...- Balbuceaba mientras se apartaba del consolador gateando.
Me puse de rodillas y comencé a darle fuertes guantazos en el culo. Sus nalgas se pusieron rojas mientras él sollozaba.
- Ven aquí ahora mismo, perro. Ven aquí y quédate quieto mientras tu tía te folla el culo. No seas ridículo, confía en mi y disfrutaras más del sexo el día que tengas pareja.
Volvió a inclinarse gimoteando de una manera muy patética. Volví a escupir en su agujero y comencé a introducir el consolador despacio.
- Ay! Tía, me duele mucho, no me gusta.
- Cállate, sucio perro. Que sepas que esto es el entrenamiento. Esta tarde voy a ser yo la que te folle el culo. Y que sepas que a las mujeres nos encanta estimular analmente a nuestros machos, asi que dame las gracias ahora mismo.
Permaneció callado con una buena parte del consolador dentro de su culo. Dí un ligero empujó y mi sobrino gritó.
- Ayy!- Gritaba.
- Dame las gracias o será peor.
- Gracias, tía. Gracias por enseñarme.
- Buen chico.
Volví a escupir y metí lentamente el consolador hasta el fondo. Mi sobrino no paraba de sollozar, le agarré de la cara y se la giré para que me mirara. Vi sus lágrimas surcando sus mejillas.
- Te prometo que dentro de un momento estarás gimiendo de placer como el perro que eres.
Solté su cara y agarré sus huevos, comencé a bombear el consolador dentro de su culo, primero lentamente y depués más rápido cuando sentí su polla crecer. Solté sus huevos y agarré su cipote y comencé a pajearlo sin parar de sodomizarlo. Pronto escuché sus primeros gemidos. Solté su polla y volví a agarrar su cara.
- ¿Te gusta, verdad putita? Te prometí que tu tía iba a enseñarte el placer de verdad.
- Sii, me gusta, tía. Sigue por favor.
- Asi me gusta, perro.- Saqué el consolador y miré los restos de heces y sangre,- Túmbate boca arriba y abre las piernas.
Boca arriba y con las piernas abiertas, volví a introducirle el consolador mientras le pajeaba de una manera más eficaz de esta postura.
- Voy a hacer que te corras perro. Vas a correrte con una polla follando tu culo como la buena putita que eres. ¿Quieres correrte, perro?
- Siii, quiero correrme, tía. Sigue así por favor.
Le escupí en la cara y seguí pajeandolo y follándolo. Al rato, mi sobrino comenzó a bufar y vi los chorros de semen saliendo de su polla directos a su abdomen. Cuando terminó de eyacular, saqué el consolador de su culo y me incliné para lamer su semen. Me llené la boca de lefa caliente, me aproximé más a él y le escupí su corrida en su propia cara. Mi sobrino había llegado a la máxima humillación.
- Muy bien, perro. Lo has hecho muy bien. Ahora vete a tu cuarto y espera mis ordenes. Llévate el consolador y sigue practicando que la polla que te voy a meter luego es algo más grande. Y, por supuesto, ni se te ocurra correrte.
A media mañana me asomé a la habitación de mi sobrino y lo vi boca abajo mienras jugaba con el consolador en su culo. Fui a mi habitación y cogí un segundo consolador, este rosa y volví a la habitación. Cogí una silla y me senté frente a él bien abierta de piernas, mientras mi sobrino se quedaba mirándome.
- Sigue perrito, sigue jugando para tu tía.
Empecé a machar mi coño con el consolador rosa mientras observaba a mi sobrino follarse el culo. Eso era inaguantable, quería follarme su culo ya.
- Sobrino, para y túmbate boca arriba. Deja descansar tu culo un momento. Agarra tu polla y pajeate pero ten cuidado de no correrte.
Seguí masturbándote mientras lo observaba. Saboreando el control que ejercía sobre él. Me levanté y fui hacia la cama para que viera con detalles como su tía se masturbaba.
-¿Te gusta el coño de tu tía, perro?¿Te ha gustado tu desvirgamiento anal?
- Me encanta tu coño. tía. Este es el fin de semana de mi vida.
Me subí a la cama y agarré su polla. Me coloqué de espaldas a él con las rodillas a sus costados y coloqué su polla en la entrada de mi culo.
- Vas a follarte mi culo. Procura no correrte o te juro que te echaré de casa y no volverás a disfrutar de mi.
Empecé a bajar notando como cada centímetro de aquel pedazo de polla entraba en mi culito. Cuando la tuve dentro, suspiré y comencé a cabalgar.
- Joder, joder. Vaya pedazo de polla, perro. Dios, que gusto.
Volví a meter el consolador rosa en mi coño mientras le cabalgaba. Aceleré mis movimiento buscando el orgasmo. Aquella polla me estaba reventando y yo no paraba de jadear como una puta.
- Joder, voy a correrme. Me voy a correr. Me encanta tu polla, perro. Hoy voy a dejarte seco, cabrón.
Mis piernas empezarón a temblar y me dejé caer clavándome hasta el fondo la polla de mi sobrino. Comencé a gritar mientras meneaba el consolador rosa dentro de mi coño y el orgasmo me inundó. Cuando terminó saqué el consolador lleno de flujos de mi coño, me levanté y se lo introduje a mi sobrino en la boca.
- No te muevas de ahí.
Volví con mi arnés colocado, con una tremenda polla negra saliendo de mi coño. Desde luego, cuando compré el consolador rosa y el arnés para la visita de mi sobrino pensé que quizá era mucho gasto que tal vez no tuviera recompensa. Joder si lo estaba teniendo. Me aproximé a la cama, saqué el rosa de la boca de mi sobrino e introduje mi polla. Mi sobrino me mamaba la polla mientras yo acariciaba mis tetas. El placer de verlo sometido a mi voluntad volvió a mojar mi coño. Me subí a la cama y le abrí las piernas, colocando la punta de mi polla en la entrada de su agujero.
- Coloca la almohada debajo de tu cintura, así entrará mejor.
Comencé a juguetear con mi polla en la entrada de su culo mientras acariciaba su polla, que ya parecía a punto de reventar.
- Pídeme que te folle, perro. Pídeme ser mi putita.
- Fóllame, tía. Folla el culo de tu putita.
Le introduje mi polla de un empujón y mi sobrino soltó un tremendo aullido de dolor. Me incliné sobre él y le solté dos bofetones en pleno rostro. Sus lágrimas volvieron a aparecer en sus ojos. No había planeado esto, pero descubrí que verlo llorar de dolor, placer y humillación me ecitaba muchísimo.
- Eso es, puta. Llora mientras tu tía te folla el culo. No eres más que un perro llorón. Abre la boca.- Y le escupí dentro de su boca y una segunda vez en el rostro.
Volví a ponerme de rodillas y empecé a reventarle el culo a mi sobrino. Agrré su polla y comncé a pajearle mirando su cara llena de saliva y sus ojos llorosos. Pronto sus gemidos inundaron la habitación mientras disfrutaba de la estimulación anal.
- Tía, no puedo aguantar más, voy a correrme.
Solté su polla y le di dos buenas embestidas más. Saqué mi polla de su culo, bajé de la cama y me arrodillé para darle a mi sobrino un pequeño premio.
- Ven aquí, sobrino. Córrete sobre la cara de tu tía. Báñame de leche caliente.
Comenzó a masturbarse frente a mi cara y pronto noté el primer trallazo de lefa impactar sobre mi cara. Llegarón las siguientes raciones de esperma que empezaron a llenar mi cara, mi pelo y mis tetas. Después de horas de estar él mismo masturbándose la polla y el culo y después mi follada, la cantidad de esperma fue brutal. Tragué lo que había caido en mi boca y relamí mis labios.
- Chupa las tetas de tu tía. Límpiame tu semen y trágatelo.- Le ordené mientras me levantaba.
Mi sobrino se lanzó sobre mis tetas y comenzó a mamar de mis pezones. Pasaba su lengua por todo mi pecho saboreando su corrida y luego subió y comenzó a comerme la boca donde la lefa de nuestras bocas se mezclaron.
- Vamos a la ducha, cariño. Vamos a limpiarnos y a comer para reponer fuerzas. Y ve pensando que vas a decirle a tu madre para quedarte una noche más con tu querida tía.
Después de comer, mi sobrino llamó a mi hermana para decirle que iba a quedarse a dormir esta noche también. Era genial verlo desnudo, con su collar puesto, sentado en mi sofa hablando con su madre mientras yo estaba acariciando mi coño sentada en frente suya.
- Ya es hora de que pruebes el coño de una hembra, sobrino.- Le dije después de que colgara.
Avancé hacia él y me subí colocando mis piernas alrededor suya. Agarré su polla y comencé a frotarla por mi coñito.
- ¿Te gusta, perro? ¿Notas el calorcito?
- Si, tía me encanta.
Levanté un poco las caderas y comencé a introducirme la polla de mi sobrino. Empecé a bajar lentamente disfrutando de cada centímetro de tan potente herramienta. Cuando llegué al fondo, fui subiendo hasta casi sacarla y me dejé caer de repente soltando un gemido de placer absoluto.
- Joder, perro, como me encanta esta polla. Chupa las tetas de tu tía mientras te cabalgo.
Mi cuerpo se estremeció al notar la boca de mi sobrino sobre mi pezón mientras su polla rebuscaba en el interior de mi vagina. Empecé a menear mis caderas con su polla totalmente enterrada en mi y después empecé a cabalgarlo disfrutando del roce de aquel aparato descomunal con las paredes de de mi coño.
- Oh si, perro. Eso es. Joder, que bueno.
- Joder, tía esto es genial. No voy a poder aguantar mucho.
- Ni se te ocurra, perro! Te correras cuando yo te lo permita.- Le respondí mientras lo abofeteaba con dureza.- Dilo! Di que tu corrida me pertenece.
- Si, tía. Mi corrida es tuya. Mi polla es tuya.
- Buen chico.
Volví a enterrar su polla y dejé de cabalgarlo un momento para evitar que se corriera. Me recliné hacia atras y le ordené tirar de mis pezones. Yo solía ser la dominada y echaba de menos algo de dolor mientras notaba una polla dentro de mi. Empecé a gemir de forma escandalosa mientras veía mis pezones estirados y movía las caderas alrededor del miembro de mi sobrino. Notaba como mis fluido salían de mi raja, ordené a mi sobrino que me soltara y volví a cabalgarlo a lo bestia. Subía mi culo arriba y abajo haciendo que aquella polla se incrustara de manera brutal en mi interior.
- Puedes correrte cuando quieras, perro. Llena el coño de tu tía de leche con tu potente corrida.
Seguí follándomelo y pronto empezó a bufar y noté como mi coñito se llenaba de esperma.
- Joder, sobrino, menuda corrida. Ahora aguanta que la tía tiene que correrse.
Seguí cabalgando aprovechando que su polla seguía dura y pronto me corrí jadeando como una perra. Mis piernas temblaban sin parar cuando terminé y al sacar su polla de mi interior un reguero de semen se escurrió cayendo sobre su pubis. Me agaché y comencé a lamerlo todo como una buena puta y me senté rendida a su lado.
- Has estado genial, perro. ¿Sabes? Tienes mucho aguante para ser un chico joven y sin experiencia. Me has sorprendido.
- Supongo que se debe a las largas pajas que me hago cuando veo porno. Me gusta aguantar la corrida y estimularme al máximo.
- Vaya,vaya con el sobrinito. Anda chúpame las tetas mientras descanso un poco.
Me tumbé boca arriba y pronto tuve su boca sobre mis pechos. Cerré los ojos con una sonrisa mientras disfrutaba de sus besos y lametazos. Ya sólo quedaba un paso en mi fantasía y quería estar en plena forma para llevarlo a cabo.
Más tarde me levanté con mis tetas llenas de baba y me dirigí a mi habitación. Volví y le ordené a mi sobrino que se pusiera en pie, le coloqué los brazos por detrás de su espalda y le puse una esposas. Luego me froté una de mis braguitas blancas en mi coño húmedo y se las metí en la boca para que no pudiera hablar. Agarré sus huevos con dureza mientras él abría los ojos y un tenue "mmm" salía de su boca. Comencé a abrir y cerrar mi mano sobre sus huevos mientras le escupía en el rostro.
- Eres una buena putita, sobrino. Has hecho feliz a tu tía y ya sólo queda la última "actividad".
Agarré su polla y empecé a masturbarlo mientras pellizcaba sus pezones con dureza. Cuando tuve su polla como un hierro, coloqué mi mano debajo de ella y mirándole a los ojos empecé a darle azotes en la parte de arriba. Mi sobrino levantaba los talones con cada golpe y gemía. Acerqué mi coñito a su miembro y empecé a frotar su polla por mi rajita para humedecerla. Lo cogía del cuello, apretándole firmemente mientras me restregaba con su falo mientras mi sobrino respiraba rápidamente por la nariz.
Cuando tuve mi coño bastante húmedo lo hice caer al suelo y me coloqué encima suya, clavándome su polla de un golpe en el coño.
- Aguanta, perro. Voy a usar tu polla y no quiero ni una gota de semen en mi coño.
Comencé a cabalgarlo violentamente, buscando mi orgasmo sin miramientos mientras le ponía un lado de la cara rojo a bofetadas. Su polla taladrando mi coño y sus ojos llorosos me pusieron a mil. Seguí abofeteandole y escupiendole hasta que no pude aguantar más. Saqué las bragas de su boca y las froté contra mi coño para soltar mis jugos a la vez que escuchaba los gimoteos de mi sobrino. Antes de meter de nuevo mis bragas chorreando en su boca me fijé en que tenía parte del labio hinchado. Me dió un poco de cosa haberle hecho eso pero tenía que seguir, ya se lo compensaría luego.
Ya con mis bragas en su boca me puse de pie. Lo observé alli tumbado, con sus manos espoadas a su espalda, su polla erecta y brillante de mis flujos, mis bragas húmedas en su boca y sus mejillas llenas de lágrimas y mi coño empezó a vibrar de nuevo. Puse el pie en su testículos y empecé a apretar y soltar mientras mi sobrino ahogaba gritos en mis bragas. Pasaba los dedos de mi pie a lo largo de su polla hacia arriba y al bajar pisaba sus huevos hasta que levantaba la cabeza gritando en una mezcla de dolor y placer.
Lo cogí del pelo, lo levanté y lo dejé ahí de pie. Era la imagen de la humillación, fui a mi habitación y cogí una zapatilla, de las de andar por casa con suela de goma. Estaba desenfrenada, sólo quería someterlo hasta su límite y correrme disfrutando de ello. Entré a la sala con la zapatilla escondida tras de mi y me senté en el sofa. Lo agarré del brazo y lo coloqué boca abajo sobre mis rodillas. Sus manos esposadas estaban sobre su culo y le hice abrir un poco los brazos para que las manos quedaran en su cintura. Agarré su polla y la coloqué entre mis muslos y los cerré aprisionándosela. Cogí la zapatilla y le di un fuerte golpe en sus nalgas, sólo uno, sentí como su polla se deslizaba entre sus piernas mientras mi sobrino gritaba y encogía su culo. Menos mal que le había puesto las bragas en su boca, ese grito se hubiera oido hasta la calle. Me quedé mirando como su culo se iba enrojeciendo mientras estimulaba mis pezones.
- Perro, espero que estes preparado para esto. Este culito de puta se merece un buen castigo y me estoy poniendo a mil de ver como se está poniendo rojo.
Empecé a golpearlo de nuevo con fuerza en ambas nalgas. Uno, dos, tres, cuatro veces. El sonido de la zapatilla impactando con sus nalgas era una delicia. Cogí la cabeza de mi sobrino por el pelo y tiré para atrás. Vi miedo en sus ojos y las lágrimas surcando su rostro.
- ¿Quieres que siga, perro? Estás siendo muy buen chico y mi coñito se está mojando mucho.
Movió su cabeza de arriba a abajo mientras no paraba de llorar. Volví a azotarlo una decena de veces más. Paré un poco y empecé a meter un dedo en su culo. Sus nalgas habían pasado de rojas a rojas con toques violáceos. Un verrugón apareció en su nalga derecha y soltaba un poco de sangre. Volví a golpearlo.
- Vamos, puta. Se que quieres correrte entre las piernas de tu tía mientras te castiga. Mueve ese culo con los golpes y córrete, perro.
Dejé la zapatilla y seguí golpeándole con la mano para notar su carne caliente. Mi sobrino movía el culo sin para para pajearse con mis muslo y al cabo de un rato noté los chorros de semen resbalando por el interior de mis muslos. Jamás en mi vida había disfrutado de una corrida de un hombre como aquella, golpeando sin piedad hasta provocar una eyaculación.
Senté a mi sobrino a mi lado con delicadeza, saqué mis bragas de su boca y le besé. Lamí sus mejillas cogiendo sus lágrimas con mi lengua.
- Muchas gracias, sobrino. Has sido un perro muy bueno. He disfrutado este fin de semana como jamás había disfrutado con un hombre.
- Yo también lo he disfrutado, tía.
Le quité las esposas y lo ayudé a levantar. Lo llevé al baño y lo metí en la ducha. Comencé a enjabonarle el cuerpo con delicadeza, cuando le di la vuelta para enjabonarle la espalda y vi su culo me mordí el labio con un leve sentimiento de culpa. Estaba muy hinchado, rojo y morado. Me arrodillé y acaricié sus nalgas con jabón en mis manos muy suavemente. Mi sobrino tembló al notar el contacto pero luego se relajó dejándose acariciar. Me levanté de nuevo detrás suya, alargué la mano y empecé a masturbarlo mientras lo besaba suavemente por los hombros y el cuello. Cuando tuve de nuevo su polla dura le hice girar, me agaché y comencé a mamarsela. Tragué su deliciosa polla todo lo que pude hasta mi garganta mientras masajeaba sus huevos. Era su recompensa por satisfacer las necesidades de su tía. Pronto noté su mano en mi pelo y presionó ligeramente mi cabeza hacia su pelvis y noté como los chorros de lefa resbalaban por mi garganta. Limpié su polla con mis labios y le besé. Salimos, lo sequé y lo llevé a mi cama. Lo tumbé boca abajo y le hunté suavemente una crema hidratante. Antes de cenar llamé a su madre para decirle que lo recogiera por la mañana.
Mi despertador sonó hora y media antes de la llegada de mi hermana. Fuí a su habitación y lo miré allí durmiendo con sus calzoncillos. Le desperté.
- Pablo, ya mismo llega tu madre.¿Te apetece follarte a tu tía antes de que llegue para despedirnos?
- Claro que si, tía.- me dijo mientras se quitaba los calzoncillos.
Me tumbé boca arriba en la cama. Esta vez quería que él me embistiera a su gusto. Quería sentir toda su potencia de macho en mi coñito. Su polla me atravesó con indescriptible placer. Empezó a follarme lentamente con sus manos apoyadas en la cama. Cogí su mano derecha y la llevé a mi cuello haciéndole que apretara ligeramente. Al hacerlo, empezó a embestirme con violencia mientras me miraba a los ojos. El chico pringado desapareció ante mi y vi al hombre. Sonreí a mi sobrino mientras soltaba su mano sobre mi cuello y empecé a pellizcar mis pezones. No tardé en correrme gimiendo escándalosamente.
- Ohhh, tía, joder que bueno. Voy a correrme tía. ¿Dónde quieres que me corra?
- Córrete donde quieras, amor. Esto es para ti, por ser un perro tan bueno.
Al oirme, salió de mi. Froté mi coñito mientras se colocaba de pie a mi lado y se pajeaba delante de mi cara. Abrí la boca y saqué la lengua. El primer impacto lo recibí en mi mejilla, los siguientes empezaron a caer en mi lengua y mi boca. Notaba la corrida resbalar por mi mejilla hasta que terminó, tragué lo que tenía en la boca y chupé su polla con ansia para llevármelo todo.
Me levanté y le di un pendrive con mis fotos. Cuando se vistió, mi hermana me había mandado un mensaje de que ya estaba llegando, que estuviera preparado. Lo acompañé hasta la entrada desnuda y con mi cara llena de su lefa. Me besó en los labios.
- Adios, tía. Ha sido maravilloso. Gracias.
"Joder, que chico más tierno...y esa polla la voy a echar de menos"
- Cuando quieras repetir tu tía estará aqui, Pablo.- Dije sin poder contenerme.- Además, quiero ver lo que has aprendido siendo yo tu puta perrita.- Agregué mientras apretaba su polla por encima del pantalón.
Sonriéndome, me dio un beso por respuesta y salió de la casa mientras su madre tocaba el claxon.
Sobra decir que al siguiente fin de semana, lo tenía de nuevo en la puerta de casa.
Fin.
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