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#23 Lamiendo las bolas al profesor (literalmente)

Realmente no podía creerlo. Elizabeth estaba frustrada, siempre mantuvo su promedio y ahora por una tonta exposición final, dónde por nerviosa no expuso tan bien, el profesor le colocó un seis de nota. Eso bajaba su promedio, fundamental para mantener la beca con la que estudiaba.
<Hasta esa tonta de Maggy obtuvo mejor nota> se mortificada Eli para sí <no puede ser posible, iré a hablar con el profesor>.
Y así lo hizo, Eli esa misma tarde fue hasta la oficina del profesor, llamó y entró toda ofuscada. Después de plantear todo el problema, el profesor simplemente bajó la mirada a sus papeles y respondió:
- Elizabeth, eres un estudiante aplicada, buena y bonita. Pero mis notas se basan en criterios específicos y tú no los has superado.
- ¿Y la tonta Maggy si lo logró? - se le escapó el pensamiento, estaba tan molesta que no pudo contenerse - si ella hasta en didáctica tiene baja nota ¡Y nadie tiene baja nota en didáctica! - Elizabeth estaba fuera de sí, cerró los puños y se levantó de la silla donde estaba sentada, frente al escritorio del profesor, la falda a tablas que traía, más la camisa y el blazer bordó le daban un toque intelectual, aunque su bello rostro y el pelo rojo suelto le otorgaban una imagen de enfado terrible.
El profesor la miró por encima de sus lentes por unos segundos sin decir nada. Dejó lo que fuera que estaba haciendo, cruzó las manos sobre el escritorio y mirando a Elizabeth de pies a cabeza comenzó a asentir.
- Si. Maggy, es cierto que la pobre muchacha no podría encontrar la capital del país en el mapa. Pero ella, pues... - se acomodó los anteojos y carraspeó - digamos que ganó "puntos extra". Es muy buena para eso.
Por un momento Eli dudó. <Me está diciendo que se folló a Maggy> Pero si era una especie de indirecta Eli no podía simplemente entenderlo así, el profesor sólo se retiraría, no dijo nada explícito. En el interior a Elizabeth le empezó a latir el corazón. <No es que sea tan santa y es obvio que éste mequetrefe no me subirá la nota, quizás si me tirase un farol...>
- ¿Y yo no podría obtener esos puntos? - la voz de Eli fue la más puta que pudo poner, al mismo tiempo bajo una mano de sus labios, pasando por sus pechos hasta la cintura, trató de que sea algo espontáneo.
- Puede ser Elizabeth. Si tienes tiempo ahora puedo concederte unos puntos por... - el profesor marcó un segundo de silencio para dar énfasis - desempeño oral.
<¿Ahora? Que rápido cayó. No me imaginaba todo ésto. ¿Acaso hablamos de sexo? Demonios Eli ¿Qué harás si te equivocas?> Pero Elizabeth no se iba a dejar atrás. Aceptó.
- De acuerdo preciosa - le dijo el profesor - ve a la puerta y llaveála - mientras ella se daba media vuelta para cumplir la orden el profesor siguió hablando - y métete debajo del escritorio.
<¿Debajo del escritorio? Dios, en que metí> llaveó la puerta y caminó hasta el profesor, todo en piloto automático. Se detuvo antes de agacharse para entrar debajo del escritorio.
- ¿So... Solo será oral, no?
- Te falta muy poco para subir de nota cariño - le dijo mientras agarraba su mano y con la otra sujetaba su cintura - con un oral basta, pero primero déjame mirarte.
El profesor empezó a acariciarla. Comenzó por desabotonar su camisa. Sus pechos saltaron al aire libre solo sujetados por el sostén blanco que llevaba. Su blanca piel hacía tono mientras las manos del profesor la recorrían.
- Eres realmente preciosa.
- ¿Eso se lo dijiste también a Maggy?
- Si, también. Pero tu eres más hermosa. A ver, déjame ver tu cola.
Obedeciendo giró y el profesor pudo levantarle la falda. Sintió un poco de vergüenza, el profesor no sintió ninguna. Agarró sus carnosas nalgas, las besó, las acarició y las manoseó a conciencia. Jugó con el culotte de algodón negro que traía, hizo que le entraran entre las nalgas. Las hizo a un lado y empezó a jugar con sus dedos.
- ¡Epa! Eso no acordamos...
- Solo estoy disfrutando, no seas así.
El profesor siguió tocándole la vulva un rato más. La acariciaba toscamente pero a Eli se le empezaron a mojar los labios vaginales. Incluso el profesor "resbalaba" un dedo dentro de su vagina a intervalos.
- Joder, Eli, como quiero follarte.
Si no hacía algo, iba a terminar en otra cosa, así que Eli tomó iniciativa. Giró bruscamente y se agachó. Gateó a cuatro patas y entró debajo del escritorio.
- ¿Ya no puedes esperar eh?
<Ya no puedo esperar que termine>
De modo que empezó. Elizabeth de rodillas bajo el escritorio y el profesor sentado en su silla. Ella abrió la cremallera y el pene salió bien tieso. Largo y fino, sin depilar.
Eli sujetó el miembro con una mano y se lo llevó a la boca. Metió la cabeza sin descubrir y lo chupó una vez. Repitió el proceso un par de veces más para luego, meterlo más al fondo, llegó hasta dónde tenía la mano. El prepucio se había enrrollado así que Eli pudo sentir el sabor salino del pene sobre su lengua. Sacó y metió la verga, luego lo introdujo más al fondo. Tuvo que quitar la mano con que lo agarraba y siguió metiéndolo. Sintió la cabeza tocando su campanilla, pero solamente tres cuartos de pene tenía dentro. Apenas tocaba los pelos más largos. 
Volvió a quitarlo y a chupar el glande, tomando aire aprovechó para lamer toda la cabeza. Entonces, volvió a meterlo al fondo, está vez logró meterlo más, aunque le faltó dos dedos para lograr la garganta profunda, el glande chocaba contra el fondo de la boca.
- Dios, Elizabeth, lo haces muy bien, ahora mismo tienes un nueve.
- ¿Un nueve? - Eli se sintió ofendida, comenzó a chupar los costados del pene mientras hablaba - Necesito un diez.
- Entonces, tienes que pasar una prueba.
- ¿Qué prueba?
El profesor le mostró el reloj que tenía en la muñeca y le dijo:
- Dos minutos de garganta profunda. Es lo que aguantó Maggy. Claro que después a ella me la follé, pero si pasas su marca tienes el diez.
Elizabeth aceptó. Esperó a que el segundero llegué a doce y tomó aire. Se introdujo la polla en la boca y bajó.
Esta vez, la verga chocó contra el fondo y resbaló a lo profundo de la garganta de Elizabeth. Ella cerró los ojos mientras su cuello se hinchaba por la pija que tenía dentro. Sus labios llegaron a tocar los testículos y en la nariz le picaban los vellos del profesor. Empezó a contar, uno, dos tres, iba bien, aún no sentía arcadas. Trece, catorce, la saliva se le escapaba por los costados. Empezó a respirar por la nariz lentamente, pasó un minuto con diez segundos, once, iba a llegar. Respirar se le dificultaba, más por los pelos y el típico olor a pene de los hombres. Veinte, veintiuno y la saliva se le atoró al inhalar aire. Se quitó rápidamente el pene y empezó a toser. 
<Demonios, estaba cerca> de inmediato volvió a intentarlo. Sólo duró treinta segundos. Volvió a toser y esta vez tuvo arcadas.
<Puaj, ahora ya me da asco> lo intentó dos veces más pero en ambas veces las arcadas la hicieron desistir al minuto. Frustrada nuevamente empezó a chupar la verga mientras pensaba en qué hacer.
Jugó con su lengua por el prepucio cuando se le ocurrió atajar la respiración e intentarlo otra vez. La polla le llenó la garganta mientras Elizabeth aguantaba el aire. A los un minuto y veinte ya no soportó y, de nuevo, acabó con tos y escupiendo saliva. Ya iba formándose un charquito en el suelo bajo ella.
<Tal vez un nueve no sea tan malo> Aunque en el fondo sabía que podía equivocarse en las otras materias, necesitaba un diez para asegurar el promedio. <Vamos Eli, no lo pienses, solo házlo>.
La pija le llegaba hasta la garganta. Elizabeth podía sentir que lo tragaba mientras tragaba su propia saliva. Lo sentía detrás de la gargantilla. El profesor la sujetaba de la cabeza para mantener la penetración profunda mientras los segundos corrían. Un minuto treinta, un minuto diez, un minuto y tres segundos. Elizabeth perdió la cuenta de cuantas veces lo había intentado. Hasta lo hacía automáticamente, se quitaba la verga entre toses y lo volvía a meter hasta el fondo, aguantaba las arcadas, hasta cuatro arcadas con la garganta llena, pero al final de todos sus intentos siempre llegaba un punto en que estaba a punto de vomitar.
En una de esas, aguantó tres arcadas con los ojos llorosos. Incluso tosió con la verga aún en su garganta y Eli pensó que podía resistir una arcada más, pero está fue más fuerte y terminó echando saliva por la nariz cuando la tos le vino de repente. Ella sacó rápidamente el pene para no asfixiarse y se golpeó la cabeza por el escritorio.
- ¿No puedes amor?
- Aún... No... Me rindo - protestó Elizabeth, que para entonces tenía la cara roja, llena de lágrimas, saliva y mocos, con el cabello todo revuelto.
En ese momento alguien llamó a la puerta. El profesor tomó a Eli del cabello y se la llevó entre sus bolas para que no dijese nada.
-¿Quién es? - gritó.
Elizabeth estaba con los testículos en los labios, el profesor la apretaba tan fuerte que no podía respirar, el poco aire que le llegaba era entre los vellos y el pene le caía sobre el rostro. No tuvo de otra que aspirar todo el aroma varonil. 
- Hola, profesor, soy yo. Verónica Ríos.
<Vero, la hermana de Maggy> Era un año menor e igual de burra que la hermana. <Demonios, me va a descubrir> la falta de aire ya era preocupante, así que Eli empezó a chupar una de las bolas, con pelos y todo, eso hizo que el profesor ablandara la presión.
- ¿Qué quieres?
- Puedo pasar, necesito hablar con usted.
El profesor meditó un rato. Luego se guardó la verga y trató de ocultar la erección. Miró a Eli y se hizo una señal para que guardase silencio. Se levantó y fue a abrir la puerta. Rápidamente volvió y sentó de nuevo en su silla.
Mientras Vero se sentaba el profesor volvió a quitarse el pene y Eli, entendiendo, empezó a hacerle una mamada de la mejor forma que sabía.
Vero y el profesor empezaron a hablar. <Las notas> pensaba Elizabeth al escuchar la conversación mientras lamía los testículos al profesor y lo masturbaba con una mano, <también viene por sus notas, pero ella reprobó> chupó un testículo y luego el otro, todos los pelos ya estaban mojados.
- Mi hermana me contó de sus "puntos extra" y me preguntaba si... yo no podía obtenerlos - decía Vero mientras, escondida, Eli seguía lamiendo los testículos del profesor.
- Mira, Verónica - respondió el profesor, guardando bien las apariencias - tú estás aplazada. A tu hermana sólo le subí una nota o dos. A ti tendría que darte... Muchos puntos, sabes a que me refiero.
- Lo sé profesor - respondió a su vez Verónica - sé que tengo que entregar, más que mi hermana, entregar más trabajos.
- Me refiero a... Trabajos convencionales... Y aparte, tendrás que entregarme... El trabajo... Anual.
- ¿Anual? Pero...
- Obvio. Todo protegido. Lo haces y te pongo un ocho, para no levantar sorpresas.
- ¿Cuándo? - aceptó Vero tras unos minutos de silencio.
- Ahora mismo, ve a cerrar la puerta.
- ¿Ahora mismo? - se sorprendió Vero, levantándose para ir a cerrar la puerta.
<¿Ahora mismo?> También se sorprendió Elizabeth, que seguía chupando los testículos y la verga entera del profesor. <Este tipo no pierde oportunidad, al menos no soy yo>
Así, cuando Vero cerró la puerta el profesor se levantó. Buscó un condón de su cajón. Miró a Elizabeth y con el dedo en los labios le dijo que guardase silencio. Elizabeth imitó el gesto y se sentó en el suelo bien escondida.
Cuando Vero volvía el profesor ya se había puesto el preservativo.
- ¿No quieres que te la chupe? - preguntó toda sumisa Verónica.
- El oral ya lo hizo otra 
- ¿Quién?
Por un momento Elizabeth pensó que el profesor la delataría pero no lo hizo, sino que tomó a Vero y la apoyó contra el escritorio, del lado contrario dónde Elizabeth estaba oculta.
Verónica se inclinó sobre la mesada y el profesor no perdió tiempo. Alzó la falda de Vero, apartó la tanga y la penetró en la vagina. Ella gritó y se sostuvo de la mesa. Elizabeth podía ver sus dedos aferrarse con fuerza, oía sus gritos y sentía la mesa moverse. <vaya, el profe tiene muchas ganas>.
Sujetó a Vero por la cintura y la folló por un rato. Ella gemía mientras la verga le penetraba la vagina.
Elizabeth estaba sentada en el suelo, toda desalineada escuchando como se follaban a Verónica arriba suyo. Sus gemidos y gritos cambiaron drásticamente.
- AAAAAAU. AY AY AU!. AAAAAAAAAA!
<Se la está cogiendo por el culo. Ja! Anual. Querrá decir trabajo anal>
Efectivamente, el profesor había quitado en un sólo movimiento la verga de la vagina y la había introducido en el ano. Con un movimiento de cadera había penetrado el culo de Verónica, quién empezó a gritar y a moverse.
- NO. NOO. POR FA. NO PROFE, DUELE. BASTA!!
Pero el profesor no cedió. No se detuvo ni un segundo, sino lo contrario, empezó a taladrar el flaco culo de Verónica.
- Así aprendes a estudiar.
<Bueno, en eso tiene razón, así aprende la muy zorra> asentía Eli oculta, aunque se sintió muy cerca de su definición.
- Dios, eres hermosa.
<Se lo dice a todas>
El profesor follaba con rabia y con fuerza. El escritorio temblaba con las embestidas y la pobre de Vero se sujetaba de la mesaba mientras sus pies iban colgando. Sus gritos de dolor y sufrimiento cesaron y fueron reemplazados por gemidos de placer incontrolables. En el momento que el profesor aumentó la velocidad ella alzo una de sus piernas sobre la mesa para quedar más abierta. Con las manos se abría las nalgas. Y el profesor metía por completo la verga.
- Ah profe, sí, sí cógeme.
<Le gusta a la muy puta> meditaba Elizabeth en su escondrijo. La follada anal no duró mucho más. El profesor acabó ahí mismo entre embestidas brutales. Lo demás fue rápido. Él cambio la nota en su planilla frente a Vero para que ella lo viera. Se despidió y ella salió de la oficina.
Elizabeth se levantó cuando oyó cerrarse la puerta.
- ¿Por qué te levantas? - preguntó el profesor.
- Por qué estuve media hora mamándole la polla y los huevos. Y estuve otros diez minutos en el suelo mientras se follaba a Vero por el culo encima mío.
Elizabeth ya estaba harta. Aceptaría el nueve y se largaría de allí.
- Póngame mi nueve, no puedo con su prueba y me importa un comino que Maggy me gane en eso.
- Tranquila Eli hermosa, no te pongas así - dijo con calma el profesor, aún tenía puesto el condón en su verga que estaba medio flácida - Podemos llegar a otro acuerdo más fácil y rápido.
- ¿Qué otra cosa se te ocurre? - preguntó Elizabeth mientras de iba prendiendo la camisa.
El profesor se acercó a ella. La tomó de la cintura y la hizo sentar sobre el escritorio. Abrió su planilla y buscó su nombre para, a continuación, borrar la nota que tenía.
- Te pondré un diez si... Me quitas el condón...
Acercó la verga a Elizabeth y ella se lo quitó con ambas manos. El preservativo estaba tan lleno de semen que parecía un globo, ella ató el extremo del agujero.
- ¿Y?
- Y ésto... - el profesor agarró el preservativo con la mano izquierda y lo bajó rápidamente hacia las piernas de Elizabeth. Metió la mano entre las piernas y buscó la vagina. Eli se sobresaltó y atajó el brazo con sus manos, cerrando sus piernas.
- Está loco!
- Un diez Elizabeth.
Eli dudó. Quedó paralizada. Pero después lo pensó mejor. Lentamente, apartó las manos y abrió las piernas.
- Apúrate.
El profesor, tomó el condón entre sus dedos índice y medio e introdujo esos dos dedos entre los labios de Eli, penetró en la vagina con el preservativo aún entre ellos. Lo soltó dentro y luego volvió a meter los dedos para empujarlo al fondo. Al sentirlo Eli empujó levemente al profesor, quién con la mano derecha empezó a escribir en la planilla, colocó un uno y Elizabeth volvió a dejarle continuar, el profesor metió más dedos en ella, los sacaba y los metía hasta que el condón desapareció en su interior.
Elizabeth lo abrazó entre el placer y el profesor escribió el cero que faltaba. Diez.
Por fin, ya estaba. Elizabeth había logrado su nota. El profesor quitó los dedos de su vagina y ella se levantó.
- Te puedes ir preciosa.
Cuando salió de la oficina del profesor Elizabeth fue en dirección al baño. Tenía que quitarse aquél condón.
<¿O me lo quito al llegar a casa?>
Eli pasó de largo los sanitarios. Salió de las instalaciones y marchó hasta su departamento, a unas calles de allí.
Mientras caminaba algo la molestaba. Se podría pensar que era rl preservativo en su vagina moverse mientras caminaba pero era otra cosa. Elizabeth lo pensó todo el camino, cuando llegó a casa encontró la causa de la molestia.
- No puede ser - dijo en voz alta - al final dejé que esa perra dr Maggy me superara otra vez.


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