A la tarde de ese mismo día, Estela me escribe:
- Hola Mati, lo de hoy no va a poder ser. Disculpame!
- Daah! Dígame que es un chiste, profe!
- No, es que mi marido llamó avisando que adelantó el vuelo y llega mañana temprano.
- Pero yo la veo a la noche, ¿qué tiene que ver?
- Que no me voy a arriesgar, quizás llega antes y no me encuentra, te imaginás? -sigue -Aparte, me voy a quedar ordenando un poco la casa.
- jaja cómo la tienen eh! Yo sabía que quería calentar la pava nada más...
- Callate pendejo! Que yo tengo más bronca que vos. Tengo muchas ganas de verte!
- Voy a su casa si quiere y la ayudo a limpiar. Ja
- Si pudiera! Pero los vecinos son re chusmas...
- Usted tiene más excusas que ganas me parece...
- Ay no me digas así nene, me muero de ganas!
- Ganas de qué, profe?
- Cuando nos veamos te digo.
- Pueden pasar 3 mil años... - bromeo, con la letra de una vieja canción.
- Jajaja cómo me encantás pendejo! Pero no me creés nada al final!
- Es que las personas no cambian. Su esencia siempre fue la de calentar la pava y no tomarse el mate. Como cuando abría las piernas para mostrarnos la bombacha en el salón, ¿se acuerda?
Busco su sentimiento de culpa, trasladándola en el tiempo a ese momento donde, estoy seguro, se calentaba exhibiendo sus piernas y culo a los alumnos. Y funciona.
- Ya vas a cambiar de opinión cuando te agarre vas a ver. - promete la profe.
- ¿ah si? Y qué tiene pensado, pegarme con el bastón?- bromeo, en venganza por lo de las tutucas. *ver post anterior
- Te va a agarrar esta viejita y te va a enseñar algunas cosas, no te olvides que soy tu profe...
- Patrañas lo suyo! No le voy a creer nada hasta que lo demuestre.
- No juegues con fuego nene, que te podés quemar!
- Jaja no me haga reir, profe! Ya la veo con las piernitas temblando, pidiéndome por favor que pare de cogerla.
- jajaja no sabés lo que decís nene! Te dejo que tengo cosas que hacer.
-Espere! No me dijo, ¿cuándo nos vemos?
- Espera que yo te escriba. Chau.
-Ok, chau!
Quería cogerla ya y sacarme de encima todo el morbo que me provocaba Estela. Pero ahora tenía que esperar que ella me escriba. ¿quién sabe cuánto tiempo va a pasar?
Ese viernes fui a tomar algo con unos compañeros y compañeras de la facu. Después fuimos para casa y nos quedamos escuchando música y fumando algo. Agostina, una de mis compañeras, se hizo la sonza y se quedó a dormir. Pude sacarme toda la leche que la profe Mancinelli me estaba haciendo acumular. Pero esa es otra historia, que otro día tal vez cuente.
Pasó el viernes y también el sábado, la profe no escribía y yo tampoco lo iba a hacer. Veo que sube una foto a Facebook con el marido y un desayuno artesanal que se jactaba de haberlo echo "con sus propias manos". Después de eso, seguramente, ella también pudo sacarse la calentura.
El domingo siguiente a la tarde noche me vuelve a escribir:
- Mati, ¿estas?
Tardo un poco en cotestarle a propósito:
- Sí, profe. ¿le soltaron la cadena?
- No, me tienen atada! Pero eso me calienta más...
- Apa! Cómo estamos eh!
- ¿Nos podemos ver mañana?
- ¿No tiene clases usted?
- Sí, pero quizás justo me enferme, quién sabe! Ja
Ese lunes, 6 de febrero, arrancaban las mesas de examen. Se la estaba jugando de verdad la muy tramposa y eso me calentaba aún más. Arreglamos el horario y por dónde tenía que pasar a buscarla. Yo salía de vacaciones en el trabajo ese mismo lunes. Los planetas se estaban alineando. Luego seguimos charlando de otras cosas que no vienen al caso.
Me levanto a las 6, (como para ir a trabajar) Con la verga al palo. Se ve que mi subconsciente estuvo proyectando varias chanchadas durante la noche.
-Buen día, Mati. ¿estás?
- No me diga que me cancela de nuevo!
- Jajaja no nene, sólo quería preguntarte si tu auto tiene los vidrios polarizados (?) Sinó llevo el mío.
- Sí, profe. Quédese tranquila.
- Genial, voy saliendo. Te veo en un rato nene!
Voy llegando al punto de encuentro y la veo ahí, sentada en un banco, esperándome a mí. No lo podía creer. Esas piernas perfectas y esa cola redondita iban a ser mías. Para colmo, está vestida para ir a dar clases. La verga me late fuerte.
Bajo la ventanilla y me estaciono al lado. Ella se sube rapidísimo y vuelve a subir el vidrio.
- Ay dios, no tendría que estar haciendo esto!
- Tranquila, profe. Si quiere bajarse, bájese.
La pongo entre la espada y la pared muy amablemente, y la amabilidad siempre gana.
- No dale, vamos! ¿dónde vamos?
- Vamos al alto palermo a comprar ropa, después la llevo a la plaza, le compro un algodón de azucar y la empujo en la hamaca, le parece?
Ella se ríe y el hielo se rompe.
- Un lugar donde no nos vea nadie nene.
- Si quiere vamos a mi casa, para no andar dando vueltas...
- Bueno dale, vamos!
En el auto casi que no emitimos palabra. Aunque ya nos conocíamos y veníamos hablando por Messenger, personalmente no era lo mismo. Había en el ambiente una cierta sensación de inseguridad y desconfianza, pero también una terrible calentura.
Llegamos a casa, la invito a que se ponga cómoda y pongo a calentar la pava para hacer mates. Se sienta en el sillón, y yo enfrente de ella.
- Así que, profe, después de tanto tiempo nos volvemos a cruzar... ¿quién diría, no?
- La verdad que sí, no sé que hago acá todavía!
- Usted sigue igual de linda!
- Gracias Mati, y vos ya no sos un nene!
La veo de frente y no puedo de parar de mirar sus piernas, quiero tener 14 años de nuevo y ver como las abre.
Ella se da cuenta:
- ¿Qué mirás?
- Disculpe, profe, es que...
- ¿Qué?
- Me vienen algunos recuerdos. - sé que a ella también.
- ¿Qué recuerdos? - me dice, mientras abre levemente las piernas.
Me muerdo los labios y la miro.
- Te quedaste mudo, pendejo?
- Es que me calienta mucho, profe.
- ¿Qué te calienta? Contame.
- Que la voy a coger toda! - suelto, ya descontrolado.
- Y a mi me calienta que me digas así nene.
Me levanto y voy a buscar la pava a la cocina. Cuando vuelvo está totalmente abierta de piernas en el sillón, MI sillón! Sin tanga, en zapatos y pollerita. Apoyo la pava en la mesa y me siento en el mismo lugar. Como si nada pasase, seguimos charlando mientras tomamos mate. Ella se mueve, abre y cierra las piernas y yo no puedo evitar que se me note la verga pidiendo a gritos salir del pantalón.
- Profe, no sé si esto va a pasar otra vez. ¿Puedo llevarme un recuerdo?
- Qué querés, mi tanga? No me puse! - dice, mirándose la concha.
- Un recuerdo, una foto...
- Mmm dejame pensarlo - y sigue abriendo las piernas.
Sin dudarlo, agarré el celu y le saqué una foto.
- Te estás portando mal nene, vení acá.
Me levanto, me acerco y me dice "arrodillate".
Lo hago. Acaricio sus piernas, las admiro y las beso. Ella me agarra del pelo, se recuesta un poco más en el sillón, tirando su concha para adelante y me dice:
- Sabés lo que vas a hacer ahora, no?
- Lo que siempre quise, profe.
Sin soltarme del pelo, me estrella la cara contra sus labios y comienza a mover las caderas, refregando su vagina en mi boca. Ya está mojadísima. Yo chupo y lengüeteo desesperado mientras abro más sus piernas.
Después de unos momentos, me levanto sobre ella y nos besamos. Ahora, con dos de mis dedos masajeando su clítoris, ella me apreta la verga por arriba del jean.
- ¿De verdad vino sin tanga, profe?
Se ríe, se levanta y dice:
- No nene, la deje acá.
Cuando se agachó, no perdí la oportunidad. Le pedí que se quede quieta y me quedé con otro recuerdo.
"Qué puta hermosa" le digo. Se ríe y se vuele a sentar. Me siento a su lado y volvemos a besarnos, ella no para un segundo de tocarme la verga. Me desabrocha el jean, y saca la mitad de mi pija afuera. Me envuelve la cabeza con la palma de la mano, ni siquiera se la mojo con saliva y yo siento una mezcla de dolor y placer que me vuelven loco!
Me levanto un poco y ella me baja los pantalones hasta el tobillo. Yo esperaba que me la chupe, pero agarró la tanga que había dejado atrás del sillón y me ató las manos.
- A ver quién va a pedir por favor que pare ahora, pendejo.
Rencorosa y sin una mínima cuota de ternura ni compasión, tiró mis brazos hacia atrás y se puso encima mío. Me agarró la pija desde la base del tronco y se la coloco en la entrada de la concha, rozando sus labios. La movía una y otra vez, como untando mermelada. La metía un poquito y la sacaba, la metía de nuevo y volvía a sacarla. Cada vez un poco más profundo y con más ímpetud. Yo, gimiendo y soportando la terrible cabalgada que me estaba dando la profe, trataba de alcanzar sus pechos con mi boca, que subían y bajaban, una y otra vez delante de mi cara.
- Te la bancás pendejo eh!- seguía sin bajar el ritmo.
- Me encanta como coje, profe. Siga!
Salto arriba de mi pito hasta que se cansó y bajó el ritmo. Ahora me besaba y se movía lento.
- Te gusta que la profe se mueva así?
- Me encanta.
- Ahora te quiero ver a vos. - dice y me desata las manos.
Así como estaba, paso mis brazos por abajo de sus muslos y me paro, levantándola a ella conmigo. Me inclino un poco hacia atrás, afirmo las piernas y muevo su cuerpo enseñándole el movimiento, ella sigue...
Me doy vuelta y, sin sacársela un segundo, la acuesto en el sillón y la bombeo con toda mi fuerza, tirando todo mi cuerpo encima. Ella, con los brazos rodeando mi cuello, me aprieta y rasguña la espalda.
- Mmmm pendejooo. Aaaay! aaaaay! no pares!
Me encantaba cogerla , no podía creer que la profe Mancinelli, mi fantasía de pendejo esté así.
- Seguí, nene, seguí! Dale! dale! Ya casi!!!
Quiere decir algo que se le anuda en la garganta. Se cuelga de mi cuello y me aprieta el torso con las piernas, yo sigo embistiéndola con fuerza.
- Mmm! Aaay nene, por diooos!- grita y me suelta del cuello.
- ¿ya está? Le dije que le iban a temblar las piernas!
- Vení, te toca a vos. - señalándome que suba.
Sin pensarlo, le puse los testiculos en la boca y mientras me los lamía yo me pajeaba rápido.
- Dale, pendejo. Dame la lechita.
Yo seguía con pajeándome lo más rápido posible. Se la metí en la boca y seguí pajeándome, mientras ella la lengüeteaba y hablaba como podía.
- Quiero tu leche, dámela toda!
No aguanté más y largué todo. Muchísima leche en su boca. A medida que yo acababa ella se la iba tragando.
Terminé y me tiré agotado en el suelo, ella se quedo en el sillón riéndosa sola.
No fue la última vez con la profe, de a poco voy a ir subiendo los relatos y fotos. Mientras tanto, cuéntenme: ¿qué tal les pareció?
Saludos.
- Hola Mati, lo de hoy no va a poder ser. Disculpame!
- Daah! Dígame que es un chiste, profe!
- No, es que mi marido llamó avisando que adelantó el vuelo y llega mañana temprano.
- Pero yo la veo a la noche, ¿qué tiene que ver?
- Que no me voy a arriesgar, quizás llega antes y no me encuentra, te imaginás? -sigue -Aparte, me voy a quedar ordenando un poco la casa.
- jaja cómo la tienen eh! Yo sabía que quería calentar la pava nada más...
- Callate pendejo! Que yo tengo más bronca que vos. Tengo muchas ganas de verte!
- Voy a su casa si quiere y la ayudo a limpiar. Ja
- Si pudiera! Pero los vecinos son re chusmas...
- Usted tiene más excusas que ganas me parece...
- Ay no me digas así nene, me muero de ganas!
- Ganas de qué, profe?
- Cuando nos veamos te digo.
- Pueden pasar 3 mil años... - bromeo, con la letra de una vieja canción.
- Jajaja cómo me encantás pendejo! Pero no me creés nada al final!
- Es que las personas no cambian. Su esencia siempre fue la de calentar la pava y no tomarse el mate. Como cuando abría las piernas para mostrarnos la bombacha en el salón, ¿se acuerda?
Busco su sentimiento de culpa, trasladándola en el tiempo a ese momento donde, estoy seguro, se calentaba exhibiendo sus piernas y culo a los alumnos. Y funciona.
- Ya vas a cambiar de opinión cuando te agarre vas a ver. - promete la profe.
- ¿ah si? Y qué tiene pensado, pegarme con el bastón?- bromeo, en venganza por lo de las tutucas. *ver post anterior
- Te va a agarrar esta viejita y te va a enseñar algunas cosas, no te olvides que soy tu profe...
- Patrañas lo suyo! No le voy a creer nada hasta que lo demuestre.
- No juegues con fuego nene, que te podés quemar!
- Jaja no me haga reir, profe! Ya la veo con las piernitas temblando, pidiéndome por favor que pare de cogerla.
- jajaja no sabés lo que decís nene! Te dejo que tengo cosas que hacer.
-Espere! No me dijo, ¿cuándo nos vemos?
- Espera que yo te escriba. Chau.
-Ok, chau!
Quería cogerla ya y sacarme de encima todo el morbo que me provocaba Estela. Pero ahora tenía que esperar que ella me escriba. ¿quién sabe cuánto tiempo va a pasar?
Ese viernes fui a tomar algo con unos compañeros y compañeras de la facu. Después fuimos para casa y nos quedamos escuchando música y fumando algo. Agostina, una de mis compañeras, se hizo la sonza y se quedó a dormir. Pude sacarme toda la leche que la profe Mancinelli me estaba haciendo acumular. Pero esa es otra historia, que otro día tal vez cuente.
Pasó el viernes y también el sábado, la profe no escribía y yo tampoco lo iba a hacer. Veo que sube una foto a Facebook con el marido y un desayuno artesanal que se jactaba de haberlo echo "con sus propias manos". Después de eso, seguramente, ella también pudo sacarse la calentura.
El domingo siguiente a la tarde noche me vuelve a escribir:
- Mati, ¿estas?
Tardo un poco en cotestarle a propósito:
- Sí, profe. ¿le soltaron la cadena?
- No, me tienen atada! Pero eso me calienta más...
- Apa! Cómo estamos eh!
- ¿Nos podemos ver mañana?
- ¿No tiene clases usted?
- Sí, pero quizás justo me enferme, quién sabe! Ja
Ese lunes, 6 de febrero, arrancaban las mesas de examen. Se la estaba jugando de verdad la muy tramposa y eso me calentaba aún más. Arreglamos el horario y por dónde tenía que pasar a buscarla. Yo salía de vacaciones en el trabajo ese mismo lunes. Los planetas se estaban alineando. Luego seguimos charlando de otras cosas que no vienen al caso.
Me levanto a las 6, (como para ir a trabajar) Con la verga al palo. Se ve que mi subconsciente estuvo proyectando varias chanchadas durante la noche.
-Buen día, Mati. ¿estás?
- No me diga que me cancela de nuevo!
- Jajaja no nene, sólo quería preguntarte si tu auto tiene los vidrios polarizados (?) Sinó llevo el mío.
- Sí, profe. Quédese tranquila.
- Genial, voy saliendo. Te veo en un rato nene!
Voy llegando al punto de encuentro y la veo ahí, sentada en un banco, esperándome a mí. No lo podía creer. Esas piernas perfectas y esa cola redondita iban a ser mías. Para colmo, está vestida para ir a dar clases. La verga me late fuerte.
Bajo la ventanilla y me estaciono al lado. Ella se sube rapidísimo y vuelve a subir el vidrio.
- Ay dios, no tendría que estar haciendo esto!
- Tranquila, profe. Si quiere bajarse, bájese.
La pongo entre la espada y la pared muy amablemente, y la amabilidad siempre gana.
- No dale, vamos! ¿dónde vamos?
- Vamos al alto palermo a comprar ropa, después la llevo a la plaza, le compro un algodón de azucar y la empujo en la hamaca, le parece?
Ella se ríe y el hielo se rompe.
- Un lugar donde no nos vea nadie nene.
- Si quiere vamos a mi casa, para no andar dando vueltas...
- Bueno dale, vamos!
En el auto casi que no emitimos palabra. Aunque ya nos conocíamos y veníamos hablando por Messenger, personalmente no era lo mismo. Había en el ambiente una cierta sensación de inseguridad y desconfianza, pero también una terrible calentura.
Llegamos a casa, la invito a que se ponga cómoda y pongo a calentar la pava para hacer mates. Se sienta en el sillón, y yo enfrente de ella.
- Así que, profe, después de tanto tiempo nos volvemos a cruzar... ¿quién diría, no?
- La verdad que sí, no sé que hago acá todavía!
- Usted sigue igual de linda!
- Gracias Mati, y vos ya no sos un nene!
La veo de frente y no puedo de parar de mirar sus piernas, quiero tener 14 años de nuevo y ver como las abre.
Ella se da cuenta:
- ¿Qué mirás?
- Disculpe, profe, es que...
- ¿Qué?
- Me vienen algunos recuerdos. - sé que a ella también.
- ¿Qué recuerdos? - me dice, mientras abre levemente las piernas.
Me muerdo los labios y la miro.
- Te quedaste mudo, pendejo?
- Es que me calienta mucho, profe.
- ¿Qué te calienta? Contame.
- Que la voy a coger toda! - suelto, ya descontrolado.
- Y a mi me calienta que me digas así nene.
Me levanto y voy a buscar la pava a la cocina. Cuando vuelvo está totalmente abierta de piernas en el sillón, MI sillón! Sin tanga, en zapatos y pollerita. Apoyo la pava en la mesa y me siento en el mismo lugar. Como si nada pasase, seguimos charlando mientras tomamos mate. Ella se mueve, abre y cierra las piernas y yo no puedo evitar que se me note la verga pidiendo a gritos salir del pantalón.
- Profe, no sé si esto va a pasar otra vez. ¿Puedo llevarme un recuerdo?
- Qué querés, mi tanga? No me puse! - dice, mirándose la concha.
- Un recuerdo, una foto...
- Mmm dejame pensarlo - y sigue abriendo las piernas.
Sin dudarlo, agarré el celu y le saqué una foto.
- Te estás portando mal nene, vení acá.
Me levanto, me acerco y me dice "arrodillate".
Lo hago. Acaricio sus piernas, las admiro y las beso. Ella me agarra del pelo, se recuesta un poco más en el sillón, tirando su concha para adelante y me dice:
- Sabés lo que vas a hacer ahora, no?
- Lo que siempre quise, profe.
Sin soltarme del pelo, me estrella la cara contra sus labios y comienza a mover las caderas, refregando su vagina en mi boca. Ya está mojadísima. Yo chupo y lengüeteo desesperado mientras abro más sus piernas.
Después de unos momentos, me levanto sobre ella y nos besamos. Ahora, con dos de mis dedos masajeando su clítoris, ella me apreta la verga por arriba del jean.
- ¿De verdad vino sin tanga, profe?
Se ríe, se levanta y dice:
- No nene, la deje acá.
Cuando se agachó, no perdí la oportunidad. Le pedí que se quede quieta y me quedé con otro recuerdo.
"Qué puta hermosa" le digo. Se ríe y se vuele a sentar. Me siento a su lado y volvemos a besarnos, ella no para un segundo de tocarme la verga. Me desabrocha el jean, y saca la mitad de mi pija afuera. Me envuelve la cabeza con la palma de la mano, ni siquiera se la mojo con saliva y yo siento una mezcla de dolor y placer que me vuelven loco!
Me levanto un poco y ella me baja los pantalones hasta el tobillo. Yo esperaba que me la chupe, pero agarró la tanga que había dejado atrás del sillón y me ató las manos.
- A ver quién va a pedir por favor que pare ahora, pendejo.
Rencorosa y sin una mínima cuota de ternura ni compasión, tiró mis brazos hacia atrás y se puso encima mío. Me agarró la pija desde la base del tronco y se la coloco en la entrada de la concha, rozando sus labios. La movía una y otra vez, como untando mermelada. La metía un poquito y la sacaba, la metía de nuevo y volvía a sacarla. Cada vez un poco más profundo y con más ímpetud. Yo, gimiendo y soportando la terrible cabalgada que me estaba dando la profe, trataba de alcanzar sus pechos con mi boca, que subían y bajaban, una y otra vez delante de mi cara.
- Te la bancás pendejo eh!- seguía sin bajar el ritmo.
- Me encanta como coje, profe. Siga!
Salto arriba de mi pito hasta que se cansó y bajó el ritmo. Ahora me besaba y se movía lento.
- Te gusta que la profe se mueva así?
- Me encanta.
- Ahora te quiero ver a vos. - dice y me desata las manos.
Así como estaba, paso mis brazos por abajo de sus muslos y me paro, levantándola a ella conmigo. Me inclino un poco hacia atrás, afirmo las piernas y muevo su cuerpo enseñándole el movimiento, ella sigue...
Me doy vuelta y, sin sacársela un segundo, la acuesto en el sillón y la bombeo con toda mi fuerza, tirando todo mi cuerpo encima. Ella, con los brazos rodeando mi cuello, me aprieta y rasguña la espalda.
- Mmmm pendejooo. Aaaay! aaaaay! no pares!
Me encantaba cogerla , no podía creer que la profe Mancinelli, mi fantasía de pendejo esté así.
- Seguí, nene, seguí! Dale! dale! Ya casi!!!
Quiere decir algo que se le anuda en la garganta. Se cuelga de mi cuello y me aprieta el torso con las piernas, yo sigo embistiéndola con fuerza.
- Mmm! Aaay nene, por diooos!- grita y me suelta del cuello.
- ¿ya está? Le dije que le iban a temblar las piernas!
- Vení, te toca a vos. - señalándome que suba.
Sin pensarlo, le puse los testiculos en la boca y mientras me los lamía yo me pajeaba rápido.
- Dale, pendejo. Dame la lechita.
Yo seguía con pajeándome lo más rápido posible. Se la metí en la boca y seguí pajeándome, mientras ella la lengüeteaba y hablaba como podía.
- Quiero tu leche, dámela toda!
No aguanté más y largué todo. Muchísima leche en su boca. A medida que yo acababa ella se la iba tragando.
Terminé y me tiré agotado en el suelo, ella se quedo en el sillón riéndosa sola.
No fue la última vez con la profe, de a poco voy a ir subiendo los relatos y fotos. Mientras tanto, cuéntenme: ¿qué tal les pareció?
Saludos.
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