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Las crónicas de Beth Smith, parte 1.

A modo de guía debo comentar el uso dela simbología.
Recuerdo/Flashback: «»
Beth hablando: **
Cuerpo del relato: ¬¬
 
LAS CRÓNICAS DE BETHSMITH, PT.1 (FANFIC XXX DE RICK Y MORTY).
 
«¡Uff, ahhhh!, ¡CARAJO! –Beth Smith soltó un fuerte resoplido,mientras en el interior de su útero palpitante se formaba una vorágine lácticacon la simiente de su amante.


Elchico encima de ella se despidió de su cuerpo con un último empujón de suverga, como si fuera un beso de despedida, sólo que este era uno más atrevido.


Gizz,creo que te dejé rellenita, ¿ah, Beth? –Dijoel chico mientras buscaba sus bóxers en el piso, con una mirada de orgullo yseguridad. Francamente un poco inquietante.


Porel amor de Dios, Morty, ¿Qué diablos te pasa, te dije que no te vinierasadentro de mí? –Replicó Beth con vozangustiosa.»
 


*¡Hey,relájate un poco vaquero! Ese es el final de la historia y para ser honestacreo que no me deja muy bien parada si la contamos desde aquí; así sin más.Permíteme darte un poco de contexto. Ponle pausa al torrente de semenescurriendo de mi vagina y viajemos unas cuantas semanas atrás, al pasado.


Todocomenzó el día que cayó la ciudadela los clones de mi padre, justo el día enque él logró escapar de la FGE (Federación Galáctica Espacial) y volvió a casacon nosotros. Yo estaba muy entusiasmada por volver a verlo. Es cierto, tambiéntenía bastantes cosas que reprocharle, pero, vamos… mi padre estaba de vuelta,¿cómo no iba a estar contenta? Como siempre, ese inútil impotente que tengocomo marido protestó. Como vio que nadie, ni Morty ni Summer, ni mucho menosyo, secundamos su protesta (había amenazado con irse de la casa) hablamos unpoco en privado en nuestra habitación. ¿Que por qué lo llamé impotente? Ahoralo veremos.*




¬Nopuedo creerlo Beth, es lo que siempre hace tu padre: destruye nuestra vida y lade las personas que nos rodean, y tú lo aceptas como si nada hubiera sucedido.Eres increíble. –Me decía Jerry, con untono de molestia y tristeza.


Lolamento Jerry, es mi padre, no puedo darle la espalda, trata de entender. –Lo tomé de las manos y ambos nos sentamosen la cama. Yo estaba un poco ebria (todo el tiempo lo estaba) y lo último quequería era pelear con él.


Beth–Dijo Jerry poniendo sus manos en mispiernas y acariciándolas un poco. Yo llevaba un vestido corto, pienso que talvez me equivoqué y tomé uno de summer, quizás era una minifalda, no un vestido.


Creoque es momento de que tengamos un poco de espacio de Rick Sánchez. Desde quellegó a nuestras vidas no tenemos nada de privacidad. Siempre está ahí,merodeando; siempre sabe dónde estamos y qué estamos haciendo. Incluso sospechoque tiene cámaras en nuestra habitación, tal vez en todas las habitaciones.¡Demonios, Beth!, no puedo ni ir al baño, ¡no puedo ni cogerme a mi mujer sinel temor a que tu padre nos use como herramientas para pagar dinero vendiéndonosen internet; o ya que estamos sin que Morty se la jale con tus pujidos! – Estaúltima frase fue un tanto lapidaria para Beth, pues Jerry la dejó caer comolluvia en huracán; con una fuerza tremenda. Beth, entre indignada, contrariaday con una sensación de cosquilleo, reflexionó sobre lo último que dijo suesposo: “Sin que Morty se la jale con tus pujidos”. Como rayo, vinieron muchaspequeñas piezas de un rompecabezas armado a momentos durante ya varios años;momentos inconexos que parecían no tener importancia, pero que alimentabanahora una creciente fantasía incestuosa. Recordó las muchas ocasiones en que sulencería aparecía revuelta en sus cajones; en que la puerta del baño estaba entreabierta al salir de ducharse, incluso cuando ella recordaba haberla cerrado;cuando escuchaba el seseo de un aliento cercano a la ventana del balcóncolindante al del cuarto de su hijo, mientras cabalgaba la verga del inútilmarido. Entendió algo que hasta ese instante no era muy claro: Morty, esepequeño torbellino hormonal, deseaba a su madre, fantaseaba con su madre, semasturbaba pensando en su madre; derramaba el lacticinoso jugo pensando en lamujer que le dio la vida.


Elresultado de esta fascinante revelación supuso en Beth un anormal e inmediatoaumento de la temperatura en su cuerpo, seguramente aumentado por el efecto delalcohol. Sus capilares de pronto reaccionaron a la mano de su marido, posada ensus piernas, cerca de su vulva. Lo vio a los ojos…


Tedigo que necesitamos poner un alt… -Beth comenzó a besar a Jerry, subiéndoselede frente en el regazo; sentándose encima de él. Con una mano jugaba con supelo y con la otra lo tomaba del cuello. Beth no estaba siendo dominada. Estabacansada de los fallidos intentos de rudeza de su marido, cuyo flácido miembrose dormía amparado bajo el calor del cuero negro, de la fusta rosada o deldildo anal afelpado en su mujer inclinada a cuatro patas en la cama. Siempreque Jerry intentaba tomar el control (a Beth le gustaba el rol de sumisa; lehacía brotar los dulces jugos en riachuelos) perdía el poder en el pene, y sele dormía antes de culminar la acción.


Malditozángano, ahorita vas a ver cómo se trata a una mujer. –Pensó Beth mientrasasfixiaba sin mucho cuidado a Jerry y mordía sus labios, sus orejas, su nariz,su lengua, su rostro; el cuello mismo, el pecho; todo lo que estuviera alalcance de sus fauces. Se paró de pronto y se le quedó viendo un momento. Unfino hilillo escarlata escurría de su boca y manchaba su camisa verde; eseverde vomitivo que Beth tanto odiaba.


Queestá pasan… -Balbuceó Jerry. Beth se había desnudado con una agilidadimpresionante, dejando sólo puesta su tanga. Arrojó al esposo contra la cama yse puso en contraposición a él, con su culo en la cara de él.


Chupa–Le dijo con tosquedad.


Tienesque quitarte la tan… -Dijo Jerry con timidez.


¡Quechupes maldito gusano! –Gritó Beth con autoridad colérica. Jerry obedeció, ni siquierale movió la tanga. Lamió, chupó, besó, todavía por encima de la ropa. Unosincipientes vellos se asomaban por las orillas de la tanga; no estaba biendepilada, por lo que incluso con la cubierta de tela, Jerry podía sentir laraspocidad de los vellos. Esto lo hacía babear aún más mientras le hacía elsexo oral.


Lavagina de Beth estaba echa sopa. Era tal su nivel de excitación que inclusounas cuantas gotas cayeron y escurrieron por el rostro del marido.


Jerrytambién estaba totalmente petrificado. Su pene, durísimo, quizás como nuncaantes, arremetía contra la cremallera rogando por salir; implorando conlágrimas saladas que más parecían chorros discretos; que alguien hiciera elfavor de ayudarlo. Beth entendió las señales. Arrancó el botón del pantalón conun violento movimiento, rompió el bóxer con ambas manos, y casi pierde el ojoal desenterrar al fálico amigo.


¡Hastaque despiertas, gusanillo! –Beth gritaba sin prestar mucha atención al mundoque la rodeaba. Abrió la boca enteramente y se metió la verga de Jerry hasta lomás hondo de su garganta. Lo apretó con sus labios y haciendo un extrañotirabuzón, enroscó su lengua alrededor del duro miembro. Movió su cabeza dearriba hacia abajo, con una rítmica extraña entre esa estupenda mamada y losmovimientos de cadera que restregaban su vagina en la cara del marido.


Nohabrán pasado mi treinta segundos antes de que Jerry gritara.


¡Beth,ya no aguanto! –Beth, acostumbrada a la incontinencia de Jerry, se moviórápidamente y se metió la verga punzante de un sentón, hasta el fondo de sucuerpo. No hubo ni necesidad de moverse, Jerry descargó con absoluta intensidadla carga de su manguerilla. Un potente chorro de leche fue arrojado hasta elinterior de Beth, girando en sí mismo formándole espirales triangulaciones enel vientre.


Jerryse retorcía como lombriz en agua. Retorcía su cuerpo y se contorsionaba deformas inverosímiles por el estrépito de su orgasmo.


¡ahh,ahhh.. Carajo, demonios, verga..! –Gritaba mientras contorsionaba la cabeza ylos blanquecinos ojos danzaban encandilados por la habitación.


¡Aúnno hemos terminado gusano! –Gritó Beth. Hizo otro ágil movimiento y se sentó enla cara del desconcertado esposo, apretó su cuerpo y pujó con fuerza. El semeninoculado por Jerry salió despedido hacia afuera, directo a su rostro.


Abrebien la boca; abre bien esa maldita boca –Decía Beth, totalmente endemoniada.Jerry, presa de una nueva locura de excitación, abrió entera la boca, y recibiógustoso la propia leche. Era tanta que le llenó la boca en un instante y se lederramó por toda la cara.


Unnuevo orgasmo nació en Jerry, quizás más potente que el anterior. Y un nuevorío fluyó de la punta de su verga, esta vez se fue directo al pasillo, de dóndese escuchó un extraño crujido y una especie de mueca quejosa. Ni Jerry ni Bethle prestaron mucha atención.¬


 
*Unpar de horas después de eso expulsé a Jerry de la casa. Le dije a los niños quenos separaríamos por un tiempo, y que no tenían nada de qué preocuparse, que supapá viviría en unos apartamentos a las afueras de la ciudad, donde lo podríanir a visitar siempre que quisieran.


Nosé si era que tenía mucho coraje guardado en el pecho, o la inusual forma dedescubrir que mi hijo me deseaba; pero algo cambió dentro de mí a partir de esedía. Algo se modificó para siempre en mi interior, y nada volvería a ser lo mismo*




Elabuelo estaba en su taller del Garage, maldiciendo unos bulbos rojos que nopodía hacer funcionar.


Holapapá, ¿puedo preguntarte algo? – Beth entró de pronto al Garage, con unaextraña y misteriosa sonrisa en el rostro.


(Brrrrp),¿qué pasa Beth, no ves que estoy (brrrp) muy ocupado? –Dijo Rick entre eructos.


Essobre los viajes interdimensionales, papá, dime, ¿así como existen dimensionesinfinitas, existen también Mortys infinitos? –Beth miró a su padre con unaextraña y morbosa resolución terminando de formarse en su mente.


 
Finde la parte 1.
 
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¡UNHONOR, CAMARADAS!

2 comentarios - Las crónicas de Beth Smith, parte 1.

eli_zorch
Me gustó. Espero la siguiente parte
CHEO-TJ
Excelente relato, ya quisiera leer la siguiente parte, saludos!