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#21 Mi primer anal (regalo de cumpleaños)

El sábado se acercaba cada vez más y con él, el décimo noveno cumpleaños de Elizabeth. Ella estaba más emocionada que feliz, sus amigos organizaron una fiesta y estaba semanas planeándolo todo. Era toda una adulta y todo salía a pedir de boca.
Cuando llegó el día todo seguía así, aunque ella hubiera deseado que su madre estuviera ahí. Pero de improviso la llamaron del hospital. El trabajo era así.
<Sé que ella desearía estar aquí conmigo, igual estando lejos, ella piensa en mí. No sería tan malo si no tuviera que soportar a su novio> El flamante novio nuevo de su madre en realidad ya era su esposo. Eli se negaba a llamarlo así, como se negaba a llamarlo padre. Lo soportaba solo porque hacía feliz a su mamá. Incluso se callaba todas las veces que su "esposo" la visitaba por las noches. 
Lo que Elizabeth podía agradecer es que siempre se cuidaba, no dejaba rastros ni jamás eyaculó dentro de ella.
A parte de esas veces, la mayoría del tiempo Eli lo evitaba y así, ambos se ignoraban. No causaba más inconvenientes que cuando la manoseaba, la espiaba en la ducha o cambiándose, o cuando la llevaba al instituto y ella tenía que usar la boca mientras él conducía.
De modo que fue relativamente sorpresa cuando, despues de bañarse el llamó a su puerta.
<Oh no, por favor. Que no lo quiera hacer ahora> pensaba Eli mientras dejaba el secador de pelo y se dirigía a la puerta.
Al abrirla su padrastro estaba allí con una cajita en las manos. Se lo entregó diciendo:
- Elizabeth, querida, felicidades. Aún no te he felicitado y ya sabes, que la pases bien y aquí tienes, un presente de mi parte.
El poder adquisitivo fue una de las características en las cuales su madre se fijó al elegir nueva pareja. Su padrastro nunca fue tacaño con su inmensa fortuna.
<Genial, solo era eso. ¿Será el celular nuevo que tanto quería?> Y Eli, ilusionada como una niña, comenzó a abrir la caja con una sonrisa en el rostro.
Sonrisa que se apagó al instante. Dentro, había un frasco, aparentemente de una crema <¿Una crema? En serio? Hoy salió tacaño el viejo> sin poder disimular su decepción Eli tomó el frasco con una mano para leerlo mejor.
La primera palabra le puso los pelos de punta; "lubricante..." Elizabeth abrió los ojos de par en par, se llevó una mano a la boca para tapar el gesto de absoluta sorpresa. "Lubricante anal a base de agua".
<¿Pero que mierda?> El pensamiento quedó en la cabeza sin poderse materializar en palabras, pues fue el viejo quién habló en primer lugar.
- Te quitaré la virginidad anal Elizabeth. No puedes ser adulta sin probarlo. Nadie podrá engañarte si ya estás preparada...
Las demás palabras sonaron huecas. De todas las posibilidades eso nunca se lo imaginó. Hace algunos años él había preguntado acerca de eso y ella había respondido con la verdad, nunca había tenido sexo anal. Después de aquello él no había preguntado más, no había insistido en hacerlo y siempre fue muy amable. <No, ¿por qué ahora?>
El padrastro la agarró de la muñeca, ella dejó caer la caja vacía y sostenía el lubricante con la otra mano. La llevó por la casa en dirección al cuarto que compartía con su madre. Eli aún estaba desconcertada y solo pudo seguir sus pasos a dónde él la llevaba.
Entraron en la habitación, cerró la puerta y de inmediato le ordenó que se desnudara.
- Apúrate o llegarás tarde a tu fiesta.
Elizabeth estaba pasmada. Tartamudeó un par de veces, aunque de todas formas empezó a quitarse la ropa.
- Pe...pero.. no, por favor.
- No digas nada cariño -respondió el padrastro, también se estaba desnudando mientras iba al clóset de la pared- tu házlo y todo irá bien.
Siguió quejándose hasta que quedó completamente desnuda. Su pelo pelirojo estaba mojado y caída en bucles por su blanca piel. Elizabeth era bajita, algo gordita y desnuda era un espectáculo tremendo. Piernas y cintura cargadas formaban unas nalguitas redondeadas, mientras sus pechos, aunque no tan grandes, colgaban bien redondos en buena proporción a su cuerpo.
El padrastro también ya estaba desnudo. Su verga semi erecta era larga y gruesa, no demasiado grande pero algo mayor a lo normal. Seguía buscando algo del clóset y cuando lo encontró se lo arrojó a Elizabeth.
Eran un par de medias de nylon con encajes que iban hasta los muslos y un par de zapatos altos. Ambas cosas eran de color blanco y Elizabeth los reconoció al instante sin necesidad de escuchar la explicación de su padrastro.
- Son de tu madre, los usó en su primera boda, cuando se casó conmigo ya no usó blanco. Pontelos y acuéstate en la cama.
<Quiere que me ponga la ropa de mi madre y encima lo quiere hacer en la cama donde se acuesta con ella. Madre, te has casado con un tío que tiene fetiches con tu hija>
Elizabeth obedeció a regañadientes. Pero antes de acostarse volvió a hablar.
- No, en serio. Por detrás no, acepto todo ésto de la ropa -ella y su madre era casi de la misma complexión. Su madre era más grande, las medias le quedaban bien pero los zapatos eran un poco grandes- pero por detrás no, por favor, nunca lo hice. Tengamos sexo normal, te hago sexo oral si quieres...
- No -la interrumpió su padrastro- Eli, ésto es por tu bien. Se que eres virgen, por eso es tan importante que lo hagamos.
Elizabeth, con lágrimas en los ojos se resignó. No había escapatoria, mientras más rápido comenzará más rápido terminaría. Se subió a la cama matrimonial y se ubicó a cuatro patas, pero, nuevamente, su padrastro habló.
- No, no, no, Eli, cariño, de cuatro no. Acuéstate boca arriba, justo en el borde. Quiero mirarte de frente mientras te quitó lo virgen.
Una vez más, Eli obedeció. Se volteó, quedándose en el borde con las piernas abiertas y acostándose. Su padrastro la ayudó, sosteniéndola de los tobillos y de la corva. Abriéndolas.
La visión que tuvo de ella, acostada con los senos desnudos, sus pezones pequeños y rosados, sus piernas abiertas y su vulva ligeramente mojada, blanca y rosada, debió excitarlo más. La verga del padrastro manifestó su opinión poniéndose dura. Las medias y los zapatos le daban un toque más erótico y ni siquiera tuvo que estimularse. Se acercó más a Elizabeth, colocando las piernas de ella a su costado y ubicando el glande del pene en la entrada del orificio anal.
- ¿Ya? -preguntó Eli al sentir el roce del pene contra su ano- ¿así sin más? No quieres que te lo chupe antes?
- No amor, hoy sólo y únicamente haremos sexo por detrás.
Ella se preparó mentalmente, nunca lo hizo, no sabía que esperar así que esperó de todo. Tomó el frasco de lubricante, su regalo, y lo abrió. La mano de su padrastro la detuvo.
- No mi querida Elizabeth, la primera vez que entraré quiero sentirte al natural. Eso es para después -se acercó aún más y le dió un beso en la frente- quiero sentir que tanto aprieta tu culito virgen, sin dilatar.
Eli supo que era el fin. <Me tiene, toda, a su disposición y hará de mí lo que quiere>
Soltó el frasco y colocó sus manos en los hombros del hombre que tenía arriba. Su padrastro empezó a empujar la verga mientras lo sostenía con una de mano para mantenerlo en dirección.
Empujó lentamente. La fricción entre la piel seca le produjo dolor y ardor. Ambos se miraban a los ojos y mientras el padrastro observaba la maravillosa escena del rostro de Eli; con sus ojos abiertos de sorpresa, con la boca abierta y los labios temblando con cada pequeño empujón, con toda la expresión de dolor y placer; ella miraba a la nada, concentrada solo en lo que sentía.
Pensó que no entraría al sentir la verga no lubricada contra su virginal culito cerrado. Pero, su padrastro seguía empujando y Eli sentía como poco a poco, entre ardor y fricción, la cabeza iba ganando espacio en su interior. Lentamente fue venciendo la resistencia y el esfínter, apretado, iba abriéndose. Elizabeth clavó las uñas en su padrastro.
- Au ¡ay! - chillaba en voz baja, su padrastro no la oía, seguía insistiendo. El esfínter estaba abriéndose y Eli tenía la sensación, parecida de ir de cuerpo, pero totalmente diferente, sentía el dolor y cómo la polla la empujaba hacia dentro. De repente, el esfínter cedió y la cabeza del pene entró en su culo. 
Elizabeth pegó un grito y cerró fuertemente los ojos.
- ¡Sácalo! ¡Sácalo! ¡Sácalo! -gritaba mientras perdía el control- ¡duele mucho!
Su padrastro, muy lejos de hacerle caso la abrazó con fuerza. Elizabeth trató de cerrar las piernas pero sólo consiguió cerrarlas en torno a la cintura de él, lo tenía entre sus piernas y también, dentro de ella.
Mientras ella se debatía su padrastro no perdió más tiempo, como su glande ya estaba dentro de su culo solo bastó un empujón para que la penetrase hasta la mitad. Su culito le ardía como mil infiernos y el dolor era algo que no había sentido nunca. Sentía tan apretado y caliente que todo el cuerpo le falló. Daba patadas al aire, su manos iban y venían en arañazos y empujones, abría y cerraba los ojos, gemía y gritaba, la piel se le erizó y le temblaban los pies y el cuerpo entero.
Paradójicamente, sintió un placer diferente a todo lo sintió en su vida, su vulva se abrió de inmediato y en el fondo, dentro se ella sentía el pene presionar, desde el recto y por dentro, el canal vaginal.
-¡Dios! ¡No! ¡Para! ¡No lo aguanto! -suplicó Eli con el rostro pidiendo clemencia.
- Shh, shhh, princesa, calma -le dijo su padrastro mientras le acariciaba el pelo- cálmate, ya entró. Lo meteré todo. Aprietas deliciosamente, nunca sentí nada así. Mírame mientras le penetro bien profundo amor.
Elizabeth así lo hizo, se quedó helada en esa posición mientras miraba a los ojos a su padrastro. En tanto él, sin ya casi cuidado empujaba con algo más de fuerza. Aún con el ano abierto y con media verga dentro, el orto de Elizabeth siguió ofreciendo resistencia centímetro a centímetro. 
Pero no pudo resistir y finalmente los testículos del padrastro tocaron las nalgas de Elizabeth cuando el pene de él entró completamente dentro.
Ella gritó como nunca había gritado antes en la cama. Sintió lo que nunca antes sintió mientras sentía la verga toda metida dentro. Lo sentía tan al fondo y tan dentro que pensó que si se movía se iba a romper en dos. Su padrastro le susurró al oído.
- Ahora ya no eres virgen.
Y empezó a follarla. Sacó la polla y otra vez, la metió, para a continuación, volver a sacarla.
Elizabeth enloqueció y lo empujó varías veces, con manos y piernas. Su padrastro consiguió cogerla un par de veces más hasta que al final se apartó de ella. 
Eli se dobló sobre sí misma en posición fetal mientras él agarró el frasco de lubricante.
- Y ahora, el verdadero regalo -dijo al mismo tiempo que derramaba el líquido aceitoso sobre su pene. Cuando terminó volvió a hablar -ahora sí, de cuatro, quiero ver a la hija de mi esposa mientras me abre sus nalgas.
Con todo el odio del mundo y sintiendo aún dolor Eli giró y levantó la cola, bajando la cabeza llevó sus manos a sus nalgas, agarrándolas las separó, dejando una vista increíble.
Su padrastro roció más lubricante directamente sobre su culo. - Uff, lo tienes súper chiquito -opinó. La tomó de la cintura y empujó su pene dentro. Con el lubricante Elizabeth no sintió tanto dolor. Pero no impidió que gritara ante la invasión anal. Esta vez, su padrastro no fue amable, le metió el pene de una, y de una lo volvió a sacar. Cogía a Eli haciendo sonar sus nalgas contra su cuerpo y ella veía estrellas y colores.
Siguió así, hasta que se detuvo para cambiar posición. Y cambio de posición muchas veces más. Las piernas de Eli pasaron de estar abiertas, a estar cerradas, de estar en sus hombros a estar a sus costados. Lo hicieron boca arriba y boca abajo, mordió la almohada, las sábanas y a su padrastro.
- Uff, esas pastillas si funcionan -Eli ya ni lo escuchaba, sus ojos estaban en blanco mientras él estaba acostado a sus espaldas y penetrándola desde allí- espera, ven, móntame.
La agarró y Eli siguió sus indicaciones. Él se acostó boca arriba y ella se sentó sobre él, con sus pies con tacones apoyados en la cama y sus piernas dobladas por delante. Su culo a esas alturas ya no ofrecía resistencia alguna. La había follado tantas veces y con tanta intensidad que su esfínter se había rendido. La brutal y salvaje cogida le dejó, literalmente, el culito abierto. Cuando se lo sacaba le quedaba un agujero abierto y al meterlo entraba con bastante facilidad.
De modo que al sentarse sus nalgas chocaron de inmediato contra sus piernas, la polla le entró sin problema alguno. Elizabeth gritó y su padrastro ordenó que empezara. Un nuevo suplicio comenzó. Ella daba saltitos, realizando flexiones de piernas a modo de sentadillas y la polla entraba y salía completamente de ella en cada salto. Siguió saltando, gritando y sufriendo hasta que las piernas ya no le respondieron y cayó exhausta a un costado.
El se incorporó y sujetó sus piernas. Quitó los zapatos y a continuación quitó las medias. Dejándola, totalmente desnuda otra vez. Cruzó sus piernas y unió sus tobillos uno al otro y los echó a un costado. La penetró ahí mismo.
- ¿Ves como ya no aprietas hija?
- No... Ya... No -respondió Eli entre gemidos.
- No te oí diciendo gracias, hija -era la primera vez que su padrastro lo llamaba así.
- Gracias 
- Gracias, papá -corrigió su padrastro.
Pero Eli no contestó. Nunca lo llamaría así. Su silencio lo molestó. De manera que se lo cobró con su cuerpo. La colocó de cuatro, pero ésta vez con las piernas muy juntas para luego, montarla. Apoyándose con los pies en la cama su padrastro dejó caer todo su peso sobre ella, la penetración Eli lo pudo sentir muy en el fondo. De inmediato empezó la follada más salvaje que Eli haya visto en la vida.
La cogía tan fuerte que no aguantaba las embestidas. Él la sujetó del cabello.
- Gracias papá -le ordenó- quiero oírte decirlo.
- Nu..nunca -logró responderle Eli.
El resultado, fue peor de lo que Eli esperaba. Saltó tan fuerte sobre ella que perdió todo control del cuerpo. El pene entró con fuerza, para luego salir y volver a entrar en su castigado recto, con tanta fuerza que Elizabeth, contra toda fuerza y voluntad soltó toda resistencia. Y la incontinencia llegó.
Elizabeth orinó ahí mismo, de cuatro, en la cama de su madre mientras era follada analmente por su padrastro.
La sensación fue extrema y todo su cuerpo empezó a temblar. Él no dejo de penetrarla y Eli pasó a estar con las piernas cerradas a abrirlas y estar en una auténtica posición de perrita, el pis le salía a chorros y no dejó de temblar incluso cuando las últimas gotas cayeron.
- La niña moja aún la cama -se burló el padrastro- pero no quiere llamar papá a su papi.
Agarró a Eli y la colocó en la primera posición, al borde de la cama, en la posición que perdió la virginidad. Y la penetró, una vez más. Elizabeth temblaba mientras él se la cogía.
-Di gracias papá, dilo y todo se acaba -dijo su padrastro regresando al tono cordial de siempre.
Elizabeth estaba vencida, sentía la vergüenza del mundo, el dolor y el placer que podía contener. Tragó el poco orgullo que le sobraba y dijo.
-Gracias papá por el regalo.
Con eso fue suficiente, él la folló unos segundos más y eyaculó allí mismo, en lo más profundo de su culo. Era la primera vez que terminaba dentro de ella. Había probado su semen en varias ocasiones pero era la primera en que él eyaculaba tan dentro, en otro lugar que no sea fuera de su cuerpo.
Cuando quitó su pene de ella se dispuso a salir de la habitación. - No te preocupes -le dijo- yo arreglo todo.
Elizabeth esperó varios minutos acostada. Al levantarse aún sentía arder todo dentro de ella, sentía tanto dolor y cansancio, su culito permanecía abierto y el semen de su padrastro le brotó bajando por su pierna hasta sus tobillos. Tambaleó por el pasillo hasta su habitación, no se molestó en vestirse. Se lanzó a su cama y buscó su celular, escribió en el grupo de amigos avisando que no iba a ir.
<No pudpuedoo ni caminar, ese hijo de puta me ha...> No pudo terminar de pensar la frase, entre las sábanas estaba una caja, ya no de su anterior regalo sino que era la del flamante celular nuevo que tanto quería. <Ese hijo de puta sabe darme lo que me gusta>

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4 comentarios - #21 Mi primer anal (regalo de cumpleaños)

may6369
Buenos días Ely excelente relato, me dejaste bien prendido.

Saludos amiga
eli_zorch +1
Gracias corazón! Te adoro
may6369
@eli_zorch y yo a ti, eres genial
charlespiere
Buen relato Ely m djsta bien caliente estas muy hermosa
eli_zorch +1
Me encanta lograr eso