No leiste "Vacaciones en la playa I"? Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PARTE I. CAPITULO 1
Tras un primer verano con sus amigas en la costa, Cintia está segura que el segundo año será mejor, con muchas más anécdotas, diversión y sobre todo historias ardientes para contar. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 5: Otra vez
- ¿Qué onda vos con Javier? ¿Estuvieron o algo?- Le preguntó Natalia a Ingrid quien enseguida le dijo que no y que solo le caía bien.
Sin embargo yo sabía la verdad. Yo había visto a Ingrid y a Javier tener sexo la tercera noche de nuestro viaje cuando subía a mi habitación con Álvaro, el chico que había conocido esa misma noche. Habían sido unos segundos, menos de un minuto, pero el ruido de ella gimiendo de placer y el rechinar de la cama se habían escuchado claramente. La imagen de mi amiga acostada boca arriba y de él posado sobre ella penetrándola con ganas tampoco era algo fácil de olvidar. Pero Ingrid decidió hacerse la desentendida y luego de insistir en que ella no había engañado a su novio, dejó a Natalia hablando sola.
La otra que decidió hacerse la tonta cuando entró al comedor fue Clarisa. La noche anterior cuando yo había entrado con Diego a la casa la había encontrado a ella y a Lorenzo teniendo sexo en el sillón del living como si nada. A pesar de que ellos nos vieron decidieron ignorarnos y hasta puedo jurar que vi como Lorenzo intercambiaba una mirada con su amigo para después volver a mirar a su amante. Ella entró a la cocina con la cabeza gacha, agarró un pedazo de pan y se puso a comer como si nada hubiese pasado en una silla en la punta de la mesa. Pero cuando levantó la mirada y nos cruzamos la vista, no pudo evitar una sonrisa cómplice pues me había dado cuenta de lo que ella estaba pensando.
Al igual que el día anterior esa tarde el viento hizo que la playa sea un plan poco atractivo, por lo que decidimos ir a caminar un poco por el centro de Pinamar, a ver las tiendas y a sentarnos relajadas en un bar de la calle principal. Lorena nos taladró el cerebro con que esa noche teníamos que ir a la casa de Cristian, Gastón, Juani y los otros dos chicos pues tenían preparado una previa con mucho alcohol. Pero Paula y Clari no tenían muchas ganas de salir por lo que yo les propuse quedarnos las 3 en la casa esa noche para pasar un momento entre amigas.
Luego de cenar las seis juntas, mis tres amigas de la secundaria se fueron y nosotras nos tiramos en los sillones a hablar de lo que había pasado hacía unas horas en esa misma habitación. Clarisa nos contó que ella y Lorenzo recién chaparon por primera vez la noche anterior a lo sucedido y que durante todo el día siguiente estuvieron hablando de fantasías y morbos sexuales. Al parecer los dos tenían el mismo deseo de ser observados teniendo sexo por lo que decidieron hacerlo en medio del living con la esperanza de que alguien entrara y los descubriera.
- ¡Boluda! ¡Menos mal que llegué re tarde y re en pedo!- Le dijo Paula riéndose.
El resto de la noche nos la pasamos hablando de como estábamos viviendo esas vacaciones. Obviamente me preguntaron a mí por Diego y yo les conté caso con lujo de detalles todo lo que había hecho y después les conté de cómo me había sentido al ver a Cristian en la previa que compartimos. Ni bien terminé de hablar de él, me llegó un mensaje suyo en el que me decía que se lamentó mucho de que yo no fuera a hacer previa con ellos y por un segundo recordé el beso que nos habíamos dado y como había notado en él la duda. Era evidente que Cristian todavía sentía algo por mí.
Diego también me mandó mensajes esa noche y al parecer estaba bastante caliente. “Tengo ganas de pasarte la lengua por todos lados”, “Quiero cogerte como anoche”, “Me encantaría que me la chupes como lo hiciste en el bosque” decían algunos de sus mensajes y mis respuestas también eran igual de sugerentes. Estábamos en un momento de esplendor sexual y los dos queríamos aprovecharlo al máximo. Sin embargo esa noche las 3 nos fuimos a dormir luego de varias horas de charla dando por finalizado nuestro quinto día de vacaciones.
El día siguiente fue totalmente distinto. Con las chicas de la facultad, Clari y Pau, nos levantamos temprano y preparamos el almuerzo para las otras que habían vuelto muy tarde y al parecer las tres habían tomado de más. Luego de que nos resumieran un poco lo sucedido decidimos aprovechar el sol para ir a la playa a encontrarnos con Cristian y su grupo tal como Lore, Nati e Ingrid habían arreglado. Mis otras dos amigas me miraron de reojo al ver que yo aceptaba la propuesta sin rodeos, pero lo que ellas no sabían era que yo estaba convencida que algo iba a pasar con Cristian.
Y sí, sé que en dos oportunidades me había equivocado por completo pero ese día todo cambió. Cuando llegamos a la playa él se paró para recibirme con un beso en el cachete y un suave abrazo y durante todo el día se dedicó a prestarme atención y a conversar conmigo sobre cualquier cosa. Juan Ignacio nos miraba de reojo y fue entonces cuando me di cuenta que él algo tenía que ver con todo eso y decidí invitarlo a tomar un helado para hablar a solas con él.
- ¿Vos le dijiste algo a Cristian de mí?- Le pregunté cuando nos alejábamos de los demás mientras Santiago y Patricio me miraban el culo con muy poco disimulo.
- Obvio boluda.- Me respondió él.- Cristian me vino a hablar de vos ayer a la noche y me contó que todavía hay algo entre ustedes y yo le dije que no sea boludo y que aproveche.- Agregó después.- A ver… Los dos hacen re linda pareja, los dos se quieren y se llevan bien y aparte… ¡Vamos Cintia! Yo cogí con ustedes dos el verano pasado y es obvio que conectan.
- Puede ser.- Le dije yo primero riéndome por su ultimo comentario y luego analizando todo lo demás.
Cuando volvimos y me senté al lado de él, apoyé mi mano sobre su pierna y él automáticamente estrió la suya para posarla sobre la mía y comenzar a acariciarme la punta de los dedos. El resto de la tarde se pasó casi volando y entre charlas y risas acordamos para esa noche encontrarnos en nuestra casa y poder estar más cómodos. Cristian se despidió con un beso muy ruidoso en mi mejilla y luego me acarició la cintura para darme un escalofrío por todo el cuerpo.
Pero ni bien volvimos a la casa nos enteramos que Paula y Clarisa habían invitado a Diego, Javier, Lorenzo y Martín esa noche a la casa, lo que significaba que los dos iban a estar en la misma previa conmigo. Mi desesperación fue tal que Lorena tuvo que subir a mi pieza a calmarme para que no me pusiera a llorar. “Decile a Diego que va a venir un ex tuyo y que no querés problema por lo que no pueden hacer nada y listo” me sugirió y por más buena que me pareció la idea, a Diego no le gustó. Luego de preguntarme por qué no podía besarme en frente de su ex y de mi falta de lógica en la respuesta, se molestó diciendo que al final yo era una histérica y dejó de hablarme.
Esa noche Diego y los chicos de la facultad llegaron primero, por lo que tuve la oportunidad de hablar con él unos segundos y de explicarle que en realidad no quería generar problemas porque en los dos grupos yo tenía amigos, pero él decidió ignorarme. En su lugar se pasó toda la noche sentado en el sillón con cara de odio y mirando a sus amigos divertirse, mientras Cristian me buscaba en todo momento a pesar de que sabía que uno de los otros cuatro era quien lo había reemplazado a él luego de que dejamos de acostarnos el verano pasado.
- ¿Y si en vez de ir al boliche nos quedamos los dos solos acá?- Me preguntó cuándo nos fuimos a la cocina para poder estar un segundo tranquilos.
Era como si de golpe todos sus enojos y broncas hubiesen desaparecido y la idea de estar juntos obviamente que me fascinó. Al ver como Diego y los otros chicos se iban al boliche sin siquiera saludarme, supe que estaba haciendo lo correcto. Fue en ese momento cuando le dije a Lore que yo no iba a salir a bailar y subimos al segundo piso para relajarnos en los sillones del mini-living que había ahí. Me parecía irónico que en esa misma habitación había cogido con Diego unos días atrás, pero tampoco estaba atada a él y podía divertirme con quien yo quisiera.
La conversación con Cristian se fue dando de manera natural y cuando dejamos de escuchar los ruidos de la planta baja supimos que por fin nos habíamos quedado solos. Al principio nos besamos de manera más bien romántica, con besos cortos y suaves en los que apenas se rozaban los labios y nos lanzábamos miradas de deseo y caricias. De a poco todo fue volviéndose mucho más erótico y estimulante, para terminar recostados en el sillón grande que se encontraba frente al televisor.
De golpe sentí como la mano de Cristian subía haciendo presión sobre mi espalda y levantaba mi remera hasta dejarme en corpiño. Los besos se pusieron mucho más húmedos y comenzaron a salirse de su lugar para trasladarse a los hombros y al cuello. Sus manos se comportaban de manera muy activa, acariciando mi cuerpo y tocándome por todos lados. Yo me deleitaba con él, con su entusiasmo por cómo se daban las cosas y con su cuerpo que de a poco iba tomando el control.
Cris se paró al lado del sillón y comenzó a sacarse la ropa mientras me decía que me había extrañado y que había sido un idiota al enojarse conmigo. En ese momento sentí una gran felicidad en todo mi ser y recordé las hermosas noches que había pasado junto a él y como habíamos disfrutado matándonos de placer. Cuando lo tuve semi desnudo frente a mis ojos, con un bóxer negro que apretaba su erección, sentí un fuego arder dentro de mí y salté para buscarlo nuevamente de los hombros y traerlo hasta mí.
Volvimos a los besos pero esta vez mucho más calientes, mucho más apasionados y con el único objetivo de despertar la pasión en el otro. Sus ojos me miraban fijamente mientras su boca recorría mi pecho y corría mi corpiño de lugar para besar mis pezones. Sus labios mojados humedecían mi cuerpo y su lengua me ponía la piel de gallina mientras que sus manos sujetaban con fuerza mi cintura y me bajaban el short que ya empezaba a molestarme.
Él se agachó frente a mí y abriendo mis piernas fue posando sus labios por mi piel hasta llegar a mi conchita que no daba más del calor. Su lengua mojada pasó rápidamente de abajo hacia arriba y me sacó una sonrisa casi al instante. Me di cuenta que extrañaba su cuerpo, que extrañaba sus besos, sus caricias y su boca, que extrañaba como me hacía gozar. Entonces, mientras él me daba placer con su lengua por encima de mi conchita, volví a levantarme y lo abracé dándole un beso muy apasionado, un beso que me venía aguantando hacía mucho tiempo.
Cristian se terminó de desvestir y se recostó sobre mi cuerpo en el sillón. Sentí su pija bien dura y gruesa entre mis piernas y las ganas de tenerla adentro se hicieron tan fuertes que no pude contenerme y le pedí por favor que empezara a cogerme. “Como quieras, hermosa” me dijo él y su voz sensual penetró mi cabeza y me paró los pelos de la nuca. Me besó el cuello mientras su mano se metía entre nuestros cuerpos y acomodaba su pija en la puerta de mi conchita. Poco a poco sentí como entraba y el placer de volver a tenerla adentro me llevó a exhalar un suspiro largo y profundo.
Los movimientos de mi amante fueron lentos al principio, moviendo su cintura hacia adelante y hacia atrás en forma de círculos, haciendo que su verga entrara y saliera de mi cuerpo de manera irregular pero mi estimulante. Nuestros labios volvieron a encontrarse en un beso que se cortó casi al instante pues yo no podía aguantarme los gemidos y las ganas de decirle que me volvía loca de placer. Su sonrisa frente a mis ojos me encantaba, me fascinaba y me calentaba aún más.
Me quedé completamente fascinada cuando ni bien Cris empezó a moverse más rápido, sentí mi primer orgasmo llegar. Fue tan repentino y tan directo que no pude contener un grito inmenso de placer, así como tampoco llegué a controlar mis manos que recorrieron su espalda de arriba hacia abajo haciendo presión sobre su piel. Él, que me conocía muy bien, supo lo que había logrado y se fue deteniendo para mirarme sorprendido y sentirse orgulloso de lo que acababa de lograr. “Se ve que estabas con muchas ganas” me dijo y volvió a sonreír.
Pero el orgasmo en vez de calmar mis ansias de sexo, me calentó aún más. Lo empujé con fuerza y para luego indicarle que se sentara sobre el sillón y yo me senté encima suyo de frente a su hermoso cuerpo. Mientras que su pija volvía a entrar en mi cuerpo, mis manos recorrían su pecho y sus brazos y mi boca buscaba la suya para darle nuevamente un beso bien caliente. Sus dedos siguieron el camino de mi columna de arriba hacia abajo y finalmente se posaron sobre mi cola, la cual sujetó con fuerza.
Entonces empecé a moverme sobre el cuerpo de Cristian, gozando de su verga adentro mío y disfrutando de su boca que en ese momento besaba mi cuello. El calor se apoderó por completo de mi cuerpo y la transpiración hacía que nuestras pieles rozaran y resbalaran. Sentía toda su dureza adentro mío y eso me volvía loca, me excitaba muchísimo y sentía que en cualquier momento podía llegar a un segundo orgasmo. Sus manos sobre mis cachetes acompañaban cada movimiento de mi cuerpo y mis tetas pegaban sobre su pecho.
- Me calentás mucho Cin.- Me dijo él para luego llevar su boca hacia mis tetas y lamerlas.
No me pude contener, no pude aguantarme la calentura. Estaba tan excitada que empecé a saltar sobre las piernas de Cristian, clavándome su enorme pija con fuerza. Sentí entonces el fuego recorrer todo mi cuerpo y enseguida supe que iba a volver a acabar, que el segundo orgasmo de la noche estaba llegando. Mi cuerpo se descontroló y mis movimientos se volvieron más violentos llevándome a saltar con brusquedad sobre mi amante hasta que caí rendida encima de él.
La segunda vez que acabé fue mucho más intensa que la primera y sentí como todo mi cuerpo temblaba. Él siguió besándome por todos lados a pesar de que yo me desplomé sobre él y sus manos continuaron firmes en mi cola. “¡Sos hermosa!” me dijo entonces al oído y yo lo sujeté del rostro para besarlo muy apasionadamente y así comenzamos a transar al igual que lo habíamos hecho al principio.
- Me ponés loca.- Le confesé a pesar de que era evidente lo que le decía.
Para finalizar Cristian me pidió que me acostara sobre el sillón y él se paró al lado mío. Sujetó su pija con su mano y se empezó a pajear mientras que yo me tocaba todo el cuerpo a pedido suyo. Su semen no tardó en llegar y salió a chorros de la cabeza de su verga para caer sobre mi pancita, mi pecho y mis tetas, pero también sobre el sillón que ahora tenía varias manchas blancas de placer. Entonces le lancé una sonrisa de felicidad y él me la devolvió para hacerme sentir un tercer mini orgasmo que me generó un escalofrío desde los dedos del pie hasta la cabeza.
Él se cambió mientras yo me limpiaba como podía y después esperó a que me vistiera observando el paisaje desde el balcón. Cuando salí y me paré frente a él, Cristian me abrazó y me besó para después mirarme con esos ojos oscuros que siempre me cautivaban. Durante unos segundos nos quedamos en silencio y él volvió a dirigir la vista al bosque que estaba detrás de la casa en donde hacía dos noches yo había ido con Tomás.
- Acá empezamos todo nosotros dos.- Me dijo refiriéndose a nuestro romance que había comenzado el varano anterior en ese mismo lugar.- Se ve que no me puedo resistir a vos estando acá.- Agregó y me volvió a besar.
CAPITULO 1
ANTERIOR
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
LA CASA DE LAS BRUJAS. CAPÍTULO 1
EL PROFESOR PARTICULAR (FANTASÍA)
DÍA DE SPA (HISTORIA CORTA)
4 comentarios - Vacaciones en la playa II. Capítulo 5